Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Junto a ti ❯ Capítulo 6 ( Chapter 6 )

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JUNTO A TI
Por Daulaci Serv
 
Con los personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
Parte en combinación con la trama de la novela de Elizabeth Graham, Farsa Dolorosa.
 
Con una especial agradecimiento a Crystal23quien a sido toda una inspiración y un gran apoyo como beta en este fic.
 
 
CAPITULO 6
 
 
“Tomoyo estaba demasiado incómoda para poder relajarse por completo y dormir, no obstante, en medio de su soñolencia escuchó una maldición de su compañero que la puso alerta, incorporándose de manera brusca en el asiento.
 
-¿Qué ocurre? -preguntó al tiempo que el jeep se detuvo.
 
-Parece que el puente provisional del que le hablé, desapareció también -repuso él con una mueca, mirando al frente a través del parabrisas.
 
Tomoyo siguió su mirada hasta donde los faros iluminaban la sección del camino frente a ellos que parecía terminar en una profunda grieta.
 
-¡Oh! -exclamó, alarmada-. ¿Qué pasará ahora? ¿Pasaremos aquí la noche, o qué cosa?
 
El volvió la cabeza y la miró fijamente.
 
-No, no pasaremos la noche aquí -en su voz parecía haber rechazo ante la perspectiva de aguardar largas horas junto a ella hasta que el cruce fuera posible.
 
Tomoyo sintió herida su vanidad femenina por un momento, hasta que reflexionó con crudeza que era evidente que Touya Kinomoto ni siquiera soñaría en compartir la intimidad de su jeep con la joven que acababa de contratar como ama de llaves. Seguramente las cosas serían diferentes si se tratara de Nakuru.
 
-¿Qué haremos entonces? -preguntó con sequedad-. ¿Nadar? -aun a ella misma, aquella idea sonó absurda cuando la escuchó salir de sus labios. Pensó que, el sujeto la consideraría una idiota al proponer aquello.
 
-No -repuso él-. Caminaremos.
 
¿Caminar? -repitió ella incrédula.
 
-Me cercioraré qué tan alto está el arroyo -declaró él, ignorando la pregunta de la chica, al tiempo que se acomodaba el sombrero y abría la portezuela para salir a la lluvia.
 
Tomoyo vio la voluminosa figura aproximarse a la zanja e inclinarse, en la orilla, para desaparecer después.
 
¿Iba a abandonarla en el jeep perdido en la oscuridad? O, lo que era más terrible, ¿esperaba que lo siguiera a través del cauce del río? Alarmada, buscó a tientas la manija de la portezuela y salió del vehículo, sin percatarse de que su pañoleta cayó al piso.
 
Resbalándose por el enlodado camino, llegó hasta el borde del río al mismo tiempo que él ascendía con dificultad para regresar.
 
-¿Por qué no se quedó en jeep? -gritó enfadado para llegar un momento después a su lado; en seguida volvió la cabeza hacia el sitio donde venía-. Todavía se mojará bastante cruzando eso. Durante la última hora ha subido más de medio metro.
 
Tomoyo luchó en vano por mirar a través de la oscuridad, pensó que el hombre debía tener ojos de gato para percibir el ascenso del nivel. Balbuceó algo, y en forma apresurada, retrocedió.
 
-¿Qué?
 
-Dije que no puedo bajar… -esta vez habló ella más fuerte y lo miró-, no cruzaré por… eso.
 
-Calculo que no pasaría del alto de su cintura -declaró él, y Tomoyo casi podía jurar que Touya sonreía.
 
-¿De mi qué…? -una ola de histeria invadió a la joven. ¡Vaya momento para descubrir que el hermano de Sakura estaba totalmente loco!- Yo vine aquí para estar segura -dijo sin pensarlo-, no… no pa… para esto. -y señalo hacia el rió recobrando el control-. Dé la vuelta a ese jeep y lléveme al lugar más cercano a la civilización. Le pagaré por la molestia de venir a recogerme.
 
-Gracias -y diciendo esto, él se tocó el ala del sombrero-. Pero como tengo la imperiosa necesidad de un ama de llaves, y se le contrató, no tengo intenciones de retroceder sólo porque le tiene miedo a un poco de agua.
 
-¿Un poco…? -se sofocó mirando hacia el negro vacío. Tal vez, por el susto que se apoderaba cada segundo que pasaba de la chica, no se percató de la ironía que Touya Kinomoto, agregó al decir aquello. Incluso él por dentro podía encontrárselo gracioso, pensó ella. Pero no ella. No una chica citadina. En su mente la idea era inconcebible. Pero tenía que mantener el control de sus ideas. Ya el día de por si, era bastante inusual a sus actividades cotidianas. ¿Qué otra cosa podría ocurrir?
-Nada en este mundo me convencerá de bajar allá -se estremeció con voz agitada, y se volvió para caminar con rapidez hacia donde estaban las luces del coche.
 
-Con excepción mía, quizá.
 
De pronto sintió que unos brazos fuertes la alzaban con gran facilidad. A continuación, Touya inició el descenso por el camino resbaloso hacia donde aumentaba el ruido del agua.
 
-¡Bájeme! -gritó agitando las piernas inútilmente y golpeando con el puño el pecho del hombre.
 
-¡Basta! -ordenó él-. ¡Si hay algo que debe hacer con su brazo es rodear mi cuello!
 
-¡No lo haré!
 
Al entrar en el agua, Touya resbaló un poco, por lo que Tomoyo no necesitó más sugerencias para rodear su cuello.
 
Por segunda vez a Touya se le resbaló un pie y se ladeó peligrosamente, sin embargo, sus brazos parecían de acero rodeando a Tomoyo, quien gimió y escondió el rostro en su cuello, asiéndose con más fuerza y comenzó a rezar. Estaba tan absorta en su miedo, que no se percató de que habían salido del agua y se encontraban en la otra orilla.
 
La voz de Touya sonó fuerte cuando inclinó la cabeza hacia el oído de la chica.
 
-Ya puede soltarse, ahora está a salvo.
 
Sin embargo, hasta que él la bajó para ponerla de pie, Tomoyo no enderezó la cabeza dejando la protección de su cuello. Las luces del jeep brillaban al otro lado con una sorprendente cercanía. Para ella fueron como veinte kilómetros de una orilla a la otra.
 
Cuando lo vio volverse, le oprimió un brazo y le preguntó:
 
-¿A dónde va?
 
-Por el jeep -se volvió para responder con un tono de impaciencia-. No puedo dejarlo con las luces encendidas, y además debo colocar un par de troncos en el camino para impedir el paso.
 
-¿Piensa regresar? -preguntó incrédula, mientras le castañeaban los dientes-. ¡Está loco!
 
-¿Preferiría una caminata de quince kilómetros en la oscuridad? Hágase a un lado cuando vea que las luces del jeep se aproximan.
 
-¿Quiere decir con eso que tratará de… cruzar por ahí? -miraba perpleja su rostro.
 
-Exactamente. Y si teme por mi seguridad, puede seguir rezando.
 
Dijo esto y se alejó. A Tomoyo le pareció que el tiempo era interminable hasta que vio, con dificultad, la alta figura en el otro extremo. La lluvia había cesado, no obstante, era una noche oscura y sólo se veía algo donde iluminaban los faros.
 
Pareció que transcurría un siglo, y sus manos estaban entumecidas por como las había apretado, hasta que de pronto se oyó el sonido de la portezuela y un minuto después el jeep comenzó a moverse. Como hipnotizada, Tomoyo observó cómo el vehículo llegaba hasta la ladera, para precipitarse con rapidez mientras las luces iluminaban el agua, hasta que ésta saltó con estrépito por el peso del coche. A la mitad del camino se paró el motor, pero volvió a rugir de inmediato y el vehículo siguió su avance hacia donde estaba ella.
 
Fue hasta entonces cuando recordó que debía moverse a un lado, y lo hizo a tiempo.
 
-Es un loco -dijo titubeante cuando lo vio aproximarse a ella, sin embargo, él pareció escuchar más admiración que censura en su voz. Mostró los dientes en una sonrisa y la tomó del brazo para llevarla al jeep. Por alguna razón lo consideraba mas un cumplido que un insulto.
 
-Entre para calentarse. No tardaremos mucho.
 
-¿Y ahora qué? -suspiró resignada y sintió, estremecida, el calor del interior del coche.
 
-También debo impedir el paso de este lado -le informó mostrando más paciencia, y volvió a desaparecer.
 
A Touya Kinomoto le quedaba claro mientras arreglaba el camino que, esa jovencita recomendada por su “torpe hermana”, no tenía la más mínima idea de lo que se hacía, y se requería en la cotidianidad de una granja y eso era un problema. Por otra parte, cuidar y dar mantenimiento a la casa de un rancho, no era nada del otro mundo: tal vez ahí estaba la ventaja de requerir de sus servicios y por lo cual se había tomado tantas molestias aquella noche. Para quienes vivían en un ambiente tan particular como aquel, no era nada del otro mundo. ¿acaso aquella joven estaría preparada para una vida dentro de un rancho? Alejada de todo y todos.
Tomoyo se adormiló en el ambiente cálido hasta que se abrió la portezuela y Touya se colocó frente al volante y puso el auto en marcha. La vida de un ranchero debía ser muy dura, y no había lugar para indecisiones. Ninguno de los hombres que conoció en la ciudad hubiera soñado con enfrentarse a una corriente violenta como la que dejaban con rapidez. Ni siquiera podía imaginarse a uno decidido y obstinado como Keiju Tsurigame… Touya Kinomoto se comportó como si fuera un suceso común. Miró las fuertes manos que apretaban el volante del vehículo y recordó la facilidad con que la levantó y como cruzó el río en sus brazos.
 
Tomoyo se sorprendió por el rumbo que estaban tomando sus pensamientos, incorporó un poco y agradeció que la oscuridad ocultara sus arreboladas mejillas. Fijó su atención en la interminable hilera de pinos en ambos lados del camino.
 
Ninguno de los dos volvió a hablar por espacio de quince o veinte minutos. Touya en ese momento giraba para tomar un camino de grava más angosto.
 
-Esto ya es el rancho. La casa está casi a un kilómetro -anunció rompiendo el silencio.
 
-Sakura dice que tienen un lugar bastante grande -se animo a decir la chica.
 
-Se extiende unos cuantos kilómetros -aceptó con sencillez, y se volvió para mirar la silueta de la chica porque el camino era más accesible-. ¿Conoce bien a mi hermana?
 
-Er… bueno si -repuso sin mirarlo-. En realidad… no la conozco desde hace mucho, pero nos hemos hecho buenas amigas.
 
-Es un poco joven para realizar un trabajo como éste.
 
-Sakura me dijo que no sería… demasiado difícil.
 
-¡Apuesto que lo hizo! -exclamó él con una sonrisa melancólica-. Diría cualquier cosa con tal de no venir.
 
Tomoyo estuvo a punto de lanzarse a defender con ímpetu todo los esfuerzos que Sakura había echo para que ella estuviera segura, pero se detuvo a tiempo, pensando en la advertencia que le había hecho su amiga respecto a su hermano. “Mi hermano odia las mentiras”. Si Touya Kinomoto se enteraba de quien era ella en realidad, la mandaría de inmediato a casa, aunque eso significará pasar por el rió otra vez.
 
Mientras tanto Touya daba un nuevo giro con el auto para tomar un camino más angosto seguido de una curva en forma de herradura, después de la cual se detuvieron frente a la escalinata de una inmensa casa de formas irregulares, y ahora en la penumbra. Era similar a una mansión colonial.
 
-Vamos -dijo Touya con firmeza-, necesita un baño caliente y cambiarse de ropa.
 
Dejó los faros prendidos y salió del coche para dar la vuelta y abrir la portezuela detrás de Tomoyo, y sacar su equipaje que estaba en el asiento trasero; después se quedó mirando a la joven un momento, luego le abrió la portezuela diciendo con cierto sarcasmo:
 
-Aquí no somos muy ceremoniosos.
 
-¡Me parece que tampoco educados! -repuso con frialdad, y pasó frente a él dispuesta a ascender a los blancos escalones que conducían a la entrada; sin embargo se detuvo esperando que él la siguiera, lo cual ocurrió después de otra pausa.
 
No estaba representado muy bien su papel de la humilde empleada, mas bien, estaba comportándose como una dama refinada de sociedad, se preguntaba si acaso el hombre se había percatado de aquello. Al día siguiente, después de descansar podría arreglárselas mejor con Touya Kinomoto y su arrogancia.
 
Él solo abrió una puerta doble, y Tomoyo percibió la ironía en la forma como le indicó con una seña que debía seguirlo.
 
Al entrar escuchó cómo su maleta caía en el piso, y sintió que el cuerpo de Touya la rozaba al inclinarse. A continuación oyó un clic, y la luz la cegó al iluminar un inmenso pasillo a su derecha. La luz provenía de una enorme lámpara que colgaba del techo. Al cabo de unos momentos sus ojos se habituaron a la luz, y entonces pudo distinguir un recibidor y una escalera de roble al fondo que dividía dos habitaciones del lado izquierdo alcanzaba a ver una larga mesa de centro con un adorno elaborado, y una chimenea inmensa. El piso era de grandes losas rojas y grises, cubierto por una piel en el centro.
 
¿Y bien? -preguntó Touya expectante, y ella parpadeó indecisa.
 
-Es… hermoso -musitó, y al verlo fruncir el ceño supo de inmediato que fue un comentario inadecuado.
 
-Gracias. ¿Pero considera que será capaz de mantenerlo ordenado igual que el resto de la casa y además cocinar?
 
-¡Oh! Sí… estoy segura.
 
Tomoyo se estremeció de nuevo cuando él la tomó de un brazo, conduciéndola por el pasillo. Los zapatos mojados resonaron en el piso, y ella intuyó que no sería muy difícil mantener limpios los azulejos.
 
-Le mostraré la cocina antes que vaya a bañarse -dijo, y seguía encendiendo luces a su paso; de pronto abrió una puerta que conducía a un pequeño recibidor con un pasillo estrecho en su costado izquierdo. Siguieron de frente hacia otra puerta y al cruzarla llegaron a la cocina. Esta era cuadrada y espaciosa, tenía ventanas a lo largo de toda la pared donde se encontraba un fregadero doble. Una mesa grande de madera tallada, bastante antigua, se hallaba en el centro de la habitación, y abundaban artefactos domésticos.
 
Esta vez, él no pareció esperar ningún comentario, y de inmediato la guió por el corredor que estaba saliendo de la cocina, hasta llegar a la primera de tres puertas. La abrió y buscó el interruptor, después la habitación se iluminó con una luz rosada.
 
Era una habitación espaciosa con dos camas, una cómoda y un ropero que ocupaban las paredes del lugar, y una ventana.
 
-Alguien más trabaja en el servicio -dijo señalando las camas.
 
-Sólo en ocasiones cuando un matrimonio trabaja en la casa -dijo dirigiéndose a la puerta y volvió la cabeza para agregar-. Puede colgar su gabardina en la habitación de enfrente donde se guardan las botas. La puerta de al lado es la del baño, será de uso exclusivo para usted, así que puede acomodar algunas de sus cosas ahí también. Ah, y le sugiero que se bañe y después venga a la cocina. Pondré a calentar el café.
 
Cerró tras de sí, y Tomoyo escucho cómo cruzaba hacia la habitación de las botas que mencionó. Permaneció inmóvil en medio de la habitación, demasiado cansada incluso para mirar el resto de la que sería su alcoba.
 
Se animó ante la perspectiva de un baño caliente, y se desabotonó el impermeable. Después, abrió la puerta con cautela y cruzó el pasillo para entrar en el cuarto cuya puerta estaba entreabierta. Empujó ésta, con cierto presentimiento de encontrarse con Touya, y al no ocurrir, suspiró tranquila y prosiguió al interior. Había varillas alineadas de las cuales colgaba lo que parecían ser chaquetas y abrigos de hombre. Colgó el suyo, cuyo pequeño tamaño contrastaba con el de junto que acababa de ser colgado.
 
*******************
 
Mientras tanto y ajena a todo lo que pasaba con su amiga, Sakura se encontraba en la mansión de los Daidouji, específicamente en la habitación de Tomoyo, esperando la llegada de Shaoran quien en ese momento hablaba con el señor Daidouji y trataba de tranquilizarlo asegurándole que su hija estaría bien.
 
Sakura se encontraba sumamente emocionada y caminaba de un lado al otro de la habitación.
 
-“Es la adrenalina” -se decía continuamente, repasando una y otra vez lo que había sucedido al salir del hospital.
 
- Flash Back -
 
Una vez que ingresó al lujoso coche que se alejaba de los medios, reparó en la figura de Li Shaoran quien iba a su lado y le miraba con intensidad. Este encendió el vidrio aislador entre el chofer y el asiento de atrás. Su voz serena y calculadora se escucho-. Espero que esto que has planeado funcione...
 
-Pensaba que estabas de acuerdo conmigo... -declaró sintiéndose autosuficiente. Después de todo, le confió aquel plan que no era del todo aceptado en un principio pero después, era el mejor plan que se le había ocurrido. ¡Y aceptado por los verdaderos profesionales!-. No tenían opción...
 
-¿Estás segura que nadie sabrá nada?
 
-¡Nadie! Primero Tomoyo llevará otro apellido. No le revelé ningún detalle a mi hermano por el teléfono. Utilicé un teléfono público, en caso de que alguien escuchara o en caso de que el teléfono de la mansión esté intervenido a pesar de nuestro equipo.
 
-Suenas como toda una experta- admiró el detalle de la chica y todas sus precauciones.-, y tu hermano...
 
-No sabrá tampoco quien es ella. No porque desconfié de él, más bien porque jamás aceptaría una mujer tan importante como Tomoyo, figurando como ama de llaves... ¡Imagínate el escándalo que armaría! Pero para los del Rancho y fuera de este, ella es Tomoyo Matsube. Iremos a visitarla un día de estos y cualquiera creerá que es para visitar a mi familia... nada más.
 
-Aun así, para no levantar sospechas, tendrás que seguir actuando como ella... ¿no te molesta, cierto?
 
-Para nada-respondió ella haciéndole sonreír sutilmente.- Es nuestro trabajo ¿no?
 
- Fin de Flash Back -
 
Shaoran subía las escaleras hacia la habitación de Tomoyo para hablar con Sakura. Después de pasar más de media hora tratando de tranquilizar al señor Daidouji de que lo que hacían era lo correcto; ahora que podía pensar lo que sucedía no se sentía tan seguro como había querido aparentar.
 
Shaoran sabía el peligro que implicaba. Que Sakura se hiciera pasar por Tomoyo significaba que, ella sería el blanco de cualquier futuro altercado.
 
-“No le pasará nada”- pensó Shaoran mirando el amplio pasillo que se develaba delante de si y frunciendo su rostro -“No permitiré que le pase nada”.
 
Llego a la puerta de la habitación y tocó.
 
-¿Quién? -se escucho la voz desde adentro.
 
-Soy Li señorita -dijo Li con su acostumbrado tono serio.
 
-¡Ah! Adelante.
 
Desde el primer momento habían acordado mantener las apariencias, dentro de la casa, mientras Shaoran descartaba uno a uno a los integrantes de la servidumbre. Se había decidido a buscar al soplón que tantos problemas les había causado. Incluso, habían decidido que Sakura se escondería de todos los miembros de la casa en la habitación de Tomoyo y no se dejaría ver, inventando la excusa de que, estaba en el vestidor, en el baño o indispuesta para ver a nadie de cerca. Los días que saliera de la mansión lo haría acompañada del padre de Tomoyo y con los vidrios ahumados, el vidrio separador del coche activado y con el disfraz de Tomoyo colocado con gafas oscuras.
 
-¿Como te sientes? -preguntó Shaoran preocupado al notar el estado de Sakura.
 
-Un poco nerviosa, pero si debo decir la verdad creo que me siento un tanto emocionada.
 
-¿Emocionada?
 
-Si, siempre quise ser parte de algo importante y ahora lo soy. Siempre me había encargado de la parte de papeleo y esto es en cierta forma, algo fuera de lo normal en mi vida como tu asistente...
 
-¿Y no te sentías parte de algo importante, trabajando para mí? -preguntó con cierta decepción en su voz.
 
-¡Claro que si! -se apresuró a contestar Sakura caminando hacia él-. Es solo que yo quería ser parte de la acción y hasta ahora no me lo habías permitido.
 
-Esto es muy peligroso, Sakura. No creo que debas tomarlo con tanta ligereza.
 
-Y no lo hago -lo miró directo a los ojos y pudo ver que tenía ciertas dudas-. De verdad, estoy tomando esto muy seriamente.
 
Sakura se había acercado tanto a él, que el pudo percibir perfectamente el olor de su perfume, un olor tan familiar para él que podría reconocerlo en cualquier parte. Recordó la sensación que había experimentado la última vez que la tuvo tan cerca y se estremeció. Dio un paso hacia atrás para poner un poco de distancia entre ellos.
 
-Esta bien, te creo -aseguró Shaoran y se busco algo en el bolsillo del saco-. Te traje esto -le dijo tendiéndole un teléfono celular.
 
-¿Un celular? ¿Qué se supone que debo hacer con esto? -ella hizo un gesto de incredulidad.
 
Él no pudo evitar una sonrisa.
 
-Este es un poco diferente, lo llevaras a todas partes y siempre que salgas deberá estar encendido.
 
-Si -Sakura tomo el celular en sus manos-. Pero, no entiendo
 
-Lleva un pequeño localizador, y también puedes hacer llamadas con él. El único teléfono que esta en la memoria es el mio. -frunció el seño al recordar algo más-. También vas a necesitar algunas lecciones sobre como protegerte.
 
-¿Yo? -lo miró con los ojos abiertos-. Yo se como protegerme.
 
El se inclinó ligeramente sobre ella y ahora fue Sakura quien retrocedió.
 
-Yo se que sabes protegerte -haciendo alusión a su entrenamiento en la policía-. Pero debes estar fuera de práctica después de tanto tiempo y no quiero correr riesgos.
 
-Esta bien, gracias Shaoran -murmuró Sakura al darse cuenta de que debía preocuparle a Shaoran mucho si se tomaba tantas molestias por ella.
 
-Bueno, creo que eso es todo, te dejaré para que descanses, después hablaremos -se encaminó a la puerta-. Mañana empezaré a interrogar a la servidumbre -le informó-. Espero que no tengas que pasar mucho tiempo encerrada en esta habitación.
 
-Yo también, Shaoran ¿realmente crees que alguien de la servidumbre este involucrado?
 
-No lo sé, la mayoría llevan trabajando para la familia muchos años, pero no quiero dejar cabos sueltos. Una vez, todos estén limpios, podrás pasear como tu misma a tu libre albedrío... mientras, creo que tendrás que utilizar los objetos personales de Tomoyo para hacer la alusión que aun está aquí. Al menos, hasta que todos estén limpios de que no tienen nada que ver con esto.
 
-Hasta mañana -se despidió él mientras abría la puerta.
 
-Hasta mañana -contestó Sakura mientras veía cerrarse la puerta-. Después volvió la vista hacia el teléfono que aún conservaba en la mano y sonrió.
 
Después de cambiarse para dormir, se dejo caer en la cama, más emocionada que nunca, seguía observando el teléfono que Shaoran le había dado.
 
Shaoran siempre había sido muy amable con ella, aún no entendía como es que algunas personas podían temerle, por supuesto infundía un gran respeto. Siempre tan serio de modales impecables. Con el trato diario Sakura se dio cuenta que Shaoran le gustaba, al principio no podía evita sonrojarse cada vez que le hablaba y sobre todo desde que empezó a llamarla por su nombre.
 
Tenía que admitirlo, se había enamorado de él, de un imposible. Ella sabía lo importante que era su trabajo y Shaoran se había entregado en cuerpo y alma a el. Por comentarios que había escuchado de algunas personas del trabajo y por el mismo Yamazaki, sabía que a Shaoran nunca se le había conocido una relación seria con una chica. A excepción claro de la vez en que casi se comprometió con una chica, pero esta jamás entendió la importancia del trabajo de Shaoran y terminaron antes de seguir adelante; desde entonces no ha habido nadie más en su vida. Cosa que a ella le daba mucha alegría, de momento ella era la única mujer en su vida.
 
Shaoran tenía a su madre y hermanas, pero ellas estaban muy lejos. Sakura se había encargado todo ese tiempo de recordarle (en caso de que fuera necesario) las fechas importantes, así que ella sabía los cumpleaños de todos los miembros de su familia desde su madre hasta cada uno de sus sobrinos; y eso la hacía sentirse parte de la familia. A veces sus hermanas la llamaban a ella para informarle de algún evento familiar, aunque Shaoran rara vez iba a ellos, se encargaba personalmente de comprar los regalos para que Sakura los enviará.
 
Sakura dejó escapar un suspiro, definitivamente se había enamorado de un imposible, pero no importaba mientras estuviera cerca de él.
 
Antes de quedarse dormida Sakura dedicó un último pensamiento a Tomoyo, deseando que ella estuviera bien.
 
*******************
En el rancho de los Kinomoto…
 
Más tarde después de haberse tomado un baño, al entrar en la cocina Tomoyo tuvo una breve oportunidad para analizar a Touya que se encontraba de espaldas, frente a la estufa, mientras levantaba la cafetera.
 
La camisa a cuadros que llevaba daba la impresión de estar recién planchada, y los pantalones también, a pesar de ser informales.
 
Touya se volvió portando dos jarros de café, y al verla echó la cabeza un poco a hacia atrás. Verdaderamente, la tormenta no le había dado oportunidad de mirarle mas a fondo, la oscuridad de la noche fue su aliada. Pero ahora, la tenía frente a frente y se llevó una gran sorpresa. Se tomo su tiempo para observar a la chica que tenía frente a él. Era alta y esbelta, su piel era muy blanca y contrastaba de manera sorprendente con el pelo que en ese momento llevaba recogido en una cola de caballo. Pero lo más sorprendente eran sus ojos, como dos amatistas. La chica era de rasgos delicados y…
 
Los dos jarros produjeron un sonido seco al ser colocados en la mesa. Touya no dejaba de mirarla, por un instante, pareció como si la hubiera conocido. En ese momento era solo un extraño, atractivo y autoritario, mirándola fijamente. Medía más de un metro ochenta. Daba la impresión de tener un gran vigor y vitalidad, lo cual se relejaba en los ojos negros que hacían juego con un cabello casi negro. Ella era alta pero a su lado parecía muy pequeña; tragó saliva y se aproximó a la mesa.
 
-¡Santo cielo! -exclamó Touya impresionado.
 
-¿Qué… qué ocurre? -era imposible que la hubiera reconocido, se dijo a si misma infundándose valor.
 
Touya movía la cabeza mientras recorría con la mirada los pantalones de mezclilla que ella se puso después del baño, junto con la sencilla blusa blanca ye l sonrosado color de sus mejillas.
 
-Es más joven de lo que pensé… demasiado, para tener siquiera una cuarta parte de la experiencia que dice mi hermana que tiene -parecía enfadado, pero pensativo, y con un gesto le señalo la silla que estaba frente a la que él acababa de retirar.
 
La joven se sirvió el azúcar, e hizo tiempo removiendo el café. Pero los nervios de ser “Descubierta” no le dejaban espacio a la lógica y al tiempo que llevaba removiendo el líquido. Nerviosismo que el sujeto se percató en un instante.
 
Para el hombre, había más detrás de todo aquello. Esa muchacha era todo, menos una chica humilde. Era todo menos, de la clase trabajadora. Una de las cosas que le delataron parcialmente, fueron sus gestos, su forma de hablar y de conducirse aquella noche. Pero ahora, la curiosidad dominaba la lógica.

Por otra parte, ese hombre ponía a Tomoyo con los nervios a flor de piel. Corta quedaba la descripción dada por Sakura cuando le daba las instrucciones de cómo conducirse con alguien tan “pedante” (según palabras textuales de Sakura Kinomoto), como Touya, pero mas que todo era por la sensación que percibía al encontrarse cerca de él, cuando no se habían visto tan bien esa noche, en sus brazos mientras cruzaba el río y ahora, cara a cara.
 
-Deje ya esa cuchara antes que derrame el líquido -le dijo él con aparente calma, y agregó-. Y cuénteme, ¿qué es lo que planea mi hermana esta vez?
 
-No… no planea nada -murmuró ella sintiendo una opresión en el pecho y lo miró-. Fue… fue muy gentil -carraspeo un poco-, fue muy gentil al recomendarme para este trabajo -tomando un sorbo del café que le terminó de calentar pero no así de tranquilizarle. Él le miraba expectante y con aquella mirada color negro que le erizaba hasta el último pelo de su nuca.
 
-¿Por qué? Sakura siempre persigue algo cuando es “gentil” con alguien.
-Eso no es cierto -contestó Tomoyo con vehemencia y mirándolo fijamente, cosa que no pasó inadvertida para Touya, vio como la chica volvía su atención al café-. Al me nos no en lo que a mi respecta. Ella… sabía que yo necesitaba… este empleo.
 
-¿Por qué? ¿Mantiene a sus padres o algo parecido? -el tono burlón indicaba su incredulidad al respecto.
 
-A… algo similar -la chica paso saliva esperando con cierto temor la siguiente pregunta, no le gustaba mentir, además era muy mala para hacerlo.
 
-¿A qué se dedica su padre? -preguntó él sin preámbulos, y fijó la mirada en la mano de la joven quien volvió a tomar la cuchara para mover el café mientras miraba fijamente la taza.
 
-En este momento… no está trabajando -musitó, en realidad era cierto, los negocios estaban de lado ahora que la situación era tan alarmante, su padre dejo de trabajar preocupado por el estado de salud de su esposa y la seguridad de su hija.
 
-¿Qué hace por lo general?
 
-Trabajaba en una empresa -“varias” pensó Tomoyo.
 
-Ya veo. Y perdió el trabajo.
 
Lo último parecía más una afirmación que una pregunta, y Tomoyo guardó silencio.
 
-¿Y su madre, también trabaja?
 
-No… bueno no… en este momento ella… -se detuvo para tomar aire-, ella esta enferma.
 
-Bien, pues eso no me deja satisfecho -prosiguió él, y la miró entrecerrando los ojos-. ¿Por qué venir hasta acá, si en la ciudad debe haber trabajos que podría tomar?
 
-No tengo ninguna… no tengo mucha experiencia -corrigió, evadiendo la mirada analítica.
 
-Y mi hermana le dijo que acá no la necesitaba. Sacudir un poco de polvo de vez en cuando, y preparar comida sencilla ¿no es cierto?
 
Tomoyo abrió más los ojos sorprendida por la exactitud del comentario irónico.
 
-Bueno… algo parecido -confesó sintiéndose miserable y preguntándose una vez más porque aceptó el plan de Sakura. “Porque no te quedaba más remedio por eso”, le dijo una vocecita interna-. Si no considera que estoy preparada para lo que exige atender este lugar, lamento mucho haber hecho que perdiera tiempo vital en recogerme -declaró apenada pero también indignada ante tanto interrogatorio-. Lo lamento. Me iré mañana.
 
-Oh no, no lo hará -declaró él con suavidad, y se inclinó un poco para fijar su mirada en la de ella-. No le creo ni la mitad de lo que me dijo, a excepción tal vez de lo de su madre, pero en caso de que lo del empleo de su padre sea verdad, me sentiría como un gusano echándola. Sea cual fuere el plan que idearon usted y mi hermana, y no me costará trabajo adivinarlo basándome en la experiencia pasada con ella, mi objetivo será que usted permanezca aquí. Y no sólo eso -había énfasis en su voz-, sino que cuando se vaya, será un sueño de perfección en artes domésticas, que podrá atrapar un marido; quizá uno rico, ¡sin tener que fingir lo que no es!
 
No advirtió la mirada perpleja de Tomoyo, porque se puso de pie, llevándose los dos jarros, vaciando su contenido en el fregadero, y volviendo a llenarlos con café caliente.
 
-Veremos si ahora podemos beberlo -dijo con sequedad. De pronto, cambió de tema de forma inesperada-. ¿Tiene hambre? Debe tenerla… -se detuvo observando el rostro cansado y las ojeras ligeras que enmarcaban los bonitos ojos.
 
-No… no tengo hambre. Comí… en una de las paradas del autobús -se sorprendió al verlo dirigirse hacia el inmenso refrigerador para abrir con impaciencia la sección baja. Regresó con un plato cubierto por un plástico. A través de la envoltura transparente, ella vio dos piernas de pollo y una porción grande de ensalada y rebanadas de tomate. Sin poder evitarlo, se le hizo agua la boca.
 
El hombre metió el plato al microondas que había a un lado de la repisa y lo encendió tomándose tiempo para responderle a Tomoyo. Su mente divagaba en tal vez “¿cuál era la idea de Sakura al recomendar y mandarle a esa señorita y que había detrás de todo aquel invento por parte de ambas?”
 
-La mujer que ayudaba antes, la señora Kaede, por lo general le dejaba algún bocadillo a Yukito, el vive aquí con nosotros, seguramente Sakura te hablo de él -vio que la chica asentía.
 
-¿Pero no lo querrá él cuando regrese? Lo buscará si…
 
El aparato emitió un sonido de finalizar y el joven sacó el contenido del artefacto.
 
Touya descubrió el plato y se lo puso enfrente agregando:
 
-Esta noche no regresará. El puente se cayó ¿lo recuerda?
 
-¿Qué le hace pensar que no hará lo mismo que usted y cruzará?
 
-Porqué sabe que si lo intenta le romperé la cabeza. Además seguramente pasará la noche en casa de su novia -repuso él y después sacó de un cajón un cuchillo y un tenedor; y los colocó a los lados del plato. Coma -le ordenó y ella simplemente obedeció.
 
Touya se sentó frente a ella, se veía relajado, pero no dejaba de observarla mientras daba sorbos al café. Resultaba extraño, pero ella ya no se sentía intimidada por el análisis de que era objeto, como le ocurrió poco antes.
 
Touya mientras tanto trataba de entender que podía estar haciendo una chica como esa en un rancho, las explicaciones que ella le dio no le parecieron suficientes. No solo le parecía bonita, sino además muy refinada, fresca, inocente; de momento no podía encontrar ningún defecto a su apariencia. “Perfecta”.
 
-Tiene bonitas manos. Me gusta ver las uñas de una mujer arregladas.
 
El comentario le impactó, Tomoyo se sonrojó. Murmuró algo que podrían ser las gracias y cambio el tema.
 
-¿Supongo que su padre aún se encuentra fuera? ¿No vendrá a casa pronto, verdad?
 
-Está muy bien informada sobre mi familia -dijo él con énfasis y había un brillo en su mirada-. Regresará más o menos en una semana.
 
Tomoyo se tomó unos minutos para pensar en esto último, cuando de pronto lo miró sorprendida.
 
-Significa eso… ¿que usted y yo estamos solos en la casa? -Tomoyo sintió un escalofrío, llevaba tanto tiempo preocupada por su seguridad que le era imposible sentirse tranquila ahora, alejada de casa sin protección. “Aunque la idea esa ¿no? Estas aquí para estar a salvo” -se dijo a si misma tratando de convencerse de que todo estaría bien.
 
-Yo no pensaría que la perspectiva fuera tan alarmante considerando las circunstancias -repuso Touya arqueando las cejas, sorprendido por el temor en la voz femenina.
 
-No… no, por supuesto -negó con rapidez-. Vine para ayudar, ¿no es cierto?
 
-Así es, ¿verdad? -dijo con voz baja, y su mirada parecía divertida.
 
Tomoyo se puso de pie y recogió su plato y al llegar al fregadero recordó que de ahora en adelante recoger la mesa era parte de su responsabilidad. Pero al volverse hacia la mesa, él ya iba con el tarro vacío en la mano.
 
-No se preocupe por los platos esta noche -expresó, mientras se inclinaba para dejar el jarro-. Salgo de la casa alrededor de las seis, y regresó a desayunar como a las siete.
 
-¿L… las siete?
 
-Si -confirmo él-. Desayunamos aquí, esporádicamente comemos también aquí, si estamos cerca, y cenamos en el comedor. Por supuesto, cuando hay invitados, todas las cenas se sirven en el comedor.
 
-¿Invitados? -repitió ella con torpeza.
 
-En ocasiones tenemos invitados para cenar o durante el fin de semana, no se preocupe, cada vez que se de el caso, le avisaré con anticipación para que tenga planeado la cantidad de personas y todo lo demás. Aquí siempre tendrá todo lo necesario y cuando desee comprar algo o algo le haga falta, haga una lista y el fin de semana Yukito o yo, la acompañaremos al pueblo para hacer las compras -sonrió con sequedad, como si se percatara de la inquietud femenina-. Mañana después del desayuno le mostraré el resto de la casa. Y ahora, creo que llegó el momento de que se vaya a la cama.
 
-Si -musitó ella-. Buenas noches señor Kinomoto -lo miró sorprendida al sentir que le colocaba un dedo debajo del mentón para elevarle el rostro.
 
-Ya te dije que acá no somos ceremoniosos. Tú me llamarás Touya, y yo te llamaré… Tomoyo -el nombre en sus labios sonó como una caricia y la joven parpadeó, rompiendo ese algo que los envolvió momentáneamente. Apartó el mentón de sus dedos, y pasó junto a él, para dirigirse a la puerta.
 
-Buenas noches entonces… Touya.
 
-No lo olvides, el desayuno listo a las siete.
 
Ya en su habitación, Tomoyo se percató de que a pesar de que la puerta tenía cerrojo de seguridad, no había llave. Puso el cerrojo y suspiró con cierta tranquilidad, se acostó deseando que esa noche no estuviera llena de pesadillas, como le ocurría desde algún tiempo, después de todo ahora debía descansar para poder dedicarse al trabajo que le esperaba.
 
Mientras aguardaba a que el sueño la venciera, disfrutando de la comodidad de la gran cama, meditó en su inexperiencia para el trabajo que acababa de iniciar, y se concentró en Touya.
 
He ahí un hombre como jamás había conocido. Tenerlo enfrente no era como verlo visto en la fotografía y eso era algo que le preocupaba grandemente. Miró su valija y se preguntaba que más pudo haberle empacado Sakura, se levantó de la cama y la abrió. Miró hasta el fondo descubriendo una libreta en blanco pequeña para dibujos y una cajita con carboncillos. Abriendo la libreta descubrió una nota de su nueva amiga: “No descuides tu arte... ese lugar puede ser algunas veces monótono y aburrido. Sakura”.
 
Tomoyo sonrió dejando a un lado la libreta y los carboncillos pensando las palabras escritas por su amiga y declaró dentro de si.- “No hay nada de monótono en este lugar y ciertamente, nada de monótono en alguien como Touya Kinomoto” -volvió a acostarse apagando la luz y quedándose en pocos momentos, profundamente dormida.
 
*********Continuará…
 
Notas de la autora: Espero que les haya encantado tanto como a mi la aparición de Touya (ya en toda regla), es encantador ¿no es así? A mi me fascina ese aire autoritario y frío que tiene desde la historia del Clamp.
 
Este capítulo es en su mayoría (yo diría que un 90%) una trascripción de la novela de Elizabeth Graham, Farsa Dolorosa. La verdad es que aunque trate de evitar hacer esto no lo logre, en parte este capítulo es el responsable de que me haya decidido a escribir esta historia, espero que si hay alguien por ahí que ya la haya leído me haga saber su sentir o pensar al respecto. También no espero estar transgrediendo las leyes de derecho de autor o algo así. Espero que les haya gustado como sea.
 
Crystal23: Muchas gracias porque has sido parte de esta creación, gracias a ti he logrado que la historia llegue a una profundidad que no creí posible alcanzar. Tus ideas, tu motivación y tu amistad, han sido muy importantes para mi. Muchas gracias amiga por tu apoyo.