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Simplemente… ¿amigos?
Por Daulaci Serv
 
Conlos personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
 
 
CAPITULO 3
 
Esa misma noche Tomoyo se encontraba cenando con Sonomi en el silencio del comedor.
 
Tomoyo había hecho lo posible por evitar que alguien notara su pie lastimado a pesar de la venda. Caminó tranquilamente y sin detenerse hasta llegar a su habitación donde un leve dolor le alertó de lo mucho que había forzado el tobillo.
 
Cuando le avisaron que su madre había llegado y que esperaba estuviera puntual para la cena la joven se esmeró en su arreglo y fue muy cuidadosa al elegir un conjunto con pantalones que ocultaría la venda a los ojos de su madre.
 
La cena transcurrió normalmente, después de preguntarle por su día en la escuela Sonomi estuvo en silencio largo tiempo, pero contrario a lo que sucedía normalmente, Tomoyo no lo resintió pues esta vez se sumergió en los recuerdos de esa tarde y en Eriol Hiragizawa, su caballero andante… su amigo…
 
-¿Qué fue lo que te sucedió en el tobillo? -preguntó Sonomi repentinamente.
 
-¿Cómo? -parpadeó Tomoyo confundida.
 
-El tobillo… -repitió Sonomi concentrando su atención en su hija-. ¿Qué te sucedió? Lo tienes vendado.
 
Tomoyo miró a las dos personas que en ese momento las atendían una de ellas el ama de llaves, la señora Toshime. Sintió una punzada de rabia hacia la mujer, ¿por qué siempre tenía que contarle cada uno de sus movimientos a su madre?
 
-¿Y bien? -insistió Sonomi con impaciencia.
 
-Bueno yo… yo… resbalé -se aclaró su garganta-. Resbalé en las escaleras, en la escuela y al intentar recobrar el equilibrio pisé mal -pasó saliva haciendo un esfuerzo, temiendo por mantener la mirada fija en los ojos de su madre, cualquier titubeo y ella notaría su mentira-. La enfermera dijo que solo era una ligera luxación, nada grave.
 
-Está bien -aceptó Sonomi después de evaluar a su hija-. Será mejor si de ahora en adelante tienes más cuidado.
 
-Si, así lo haré madre.
 
-¿Y dónde están esos horrorosos lentes que usas? -Sonomi continuó con su interrogatorio.
 
-“¡Mis lentes!” -Tomoyo apenas contuvo el impulso de llevarse la mano a la cara, en su alegría había olvidado por completo sus lentes, Eriol se había quedado con ellos. Paso saliva con dificultad-. Se me cayeron cuando me lastime el tobillo y… se rompieron.
 
-¡Vaya!, algo bueno resulto de todo esto -comentó con sarcasmo-, ya es hora de que dejes ese mal hábito, después de todo no los necesitas, ¿no te parece?
 
-Tal vez… -Tomoyo no se atrevía a mirarla, Sonomi nunca había dado su opinión respecto a los lentes, cuando ella había comenzado a usarlos simplemente comentó que no eran muy estéticos, pero fuera de eso no pensaba que tuvieran mucha importancia para ella.
 
-¿Tal vez?
 
-Tienes razón, ya no hay motivo para usarlos -contestó de inmediato, intimidada por el tono de voz de su madre, pensó que podría usarlos cuando estuviera fuera de casa. Claro que primero se los pediría a Eriol.
 
-Me parece una buena idea -finalizó Sonomi satisfecha.
 
Tomoyo contuvo un suspiro de alivio pues todavía podía delatarse, no le gustaba mentir pero… aún no sabía como explicarle que conoció a un hombre esa tarde y que le gustaría cultivar su amistad.
 
-Madre… ¿recuerdas a una familia Hiragizawa? -preguntó Tomoyo disimulando su interés.
 
-¿Hiragizawa? -Sonomi frunció el ceño-. Oh si, si los conocí, hace tiempo… ellos murieron.
 
-¿Vivían cerca de aquí? -Tomoyo evitó la mirada de su madre fingiendo interés en su plato.
 
-Algo así -respondió Sonomi haciendo memoria-. Un lugar muy hermoso -murmuró para sí-. La casa de las rosas.
 
-¿La qué?
 
-La casa de las rosas -repitió Sonomi-. La señora Hiragizawa era famosa por su afición a las rosas, su jardín era muy grande y hermoso.
 
-¿De verdad? -Tomoyo recordó el estado actual de jardín y la intención de Eriol de mejorarlo.
 
-¿Por qué tanto interés en esa familia? -Preguntó Sonomi entrecerrando los ojos.- ¿Dónde escuchaste tú ese nombre?
 
-¡Oh! No, por nada en especial -encogió los hombros y añadió con rapidez-. Una compañera comentó que el hijo de los Hiragizawa había regresado a Japón.
 
-¿Y eso te interesa? -Sonomi había dejado de comer para mirarla fijamente, Tomoyo pasó bocado con dificultad.
 
-No, ¿por qué habría e interesarme? -levantó la vista lentamente-. No los recuerdo… no los conozco. Sólo quería hacer conversación.
 
-Me parece bien -dijo Sonomi volviendo a tomar sus cubiertos-. No me interesa hablar de esa familia.
 
-¿Por qué? -preguntó Tomoyo con cautela.
 
Sonomi no respondió de inmediato pero después de meditarlo unos segundos, resolvió terminar el asunto de una vez por todas.
 
-Cuando los Hiragizawa murieron un primo de él se encargó de los negocios -bebió un poco de vino, para olvidar su evidente tensión-. Cuando… -hizo una pausa y volvió a beber-, cuando yo tome las riendas de los negocios, teníamos un acuerdo con ellos, el señor Hironobu* pensó que podría aprovecharse de mi ignorancia para manipularme -Sonomi cerró los ojos recordando que casi lo logró, incluso trató de aprovecharse de su frágil estado emocional para hacer algo más que negocios con ella-. Alguien detestable -finalizó entre dientes.
 
-Comprendo -dijo Tomoyo en voz baja, ya hacia tiempo que había aprendido a leer entre líneas en lo referente al carácter de su madre.
 
-Que bueno que lo comprendas -señaló con firmeza-. Porque no quiero volver a hablar del asunto, seré más feliz si no vuelvo a tratar con esa familia.
 
Tomoyo asintió pero por dentro algo la quemaba, hubiera querido decirle que no todos los de esa familia eran iguales. “Eriol es amable, tierno y todo un caballero” -quería decirle pero sabía que no era algo recomendable. Una vez más contuvo un suspiro, no iba a ser fácil llevar una relación con Eriol.
 
**********
 
Al llegar a la entrada de la mansión notó de inmediato el movimiento que reinaba en el interior. Aparcó detrás de un camión de mudanzas de donde varios hombres descargaban muebles.
 
Shaoran no vio a nadie conocido cerca, ni el señor Tarisume ó su esposa la señora Seri, mucho menos a Eriol.
 
-Con cuidado, por favor -se escuchó la voz femenina hablando con firmeza-. Ese cuadro sobre la chimenea, esas sillas van en la habitación de enfrente ahí estará el comedor.
 
Por el tono autoritario en la voz de la señora Seri, Shaoran intuyó que no era buen momento para interrumpirla, vaya si lo había aprendido desde el primer momento en que apareció en la vida de esa pequeña familia.
 
-Bueno días joven Shaoran -saludó una voz a sus espaldas y se volvió sonriendo.
 
-Buenos días señor Tarisume -replicó estrechando la mano del hombre y de inmediato reparó en el cachorro que llevaba en el otro brazo-. ¿Un nuevo miembro en la familia? -preguntó acariciando al animalito.
 
-En realidad no -contestó Tarisume confundiendo a Shaoran-. El joven Eriol se lo explicará.
 
-Me gustaría escuchar su explicación -dijo Shaoran fingiendo enfado-. Y otras más que me debe, ayer no volvió a llamarme, aunque claro no me sorprendió demasiado.
 
-Antes de salir dejé al joven en la biblioteca -informó Tarisume guiándolo por el camino-. Lo más seguro es que aun este ahí, hay mucho por hacer.
 
-Si me doy cuenta -se detuvieron para dejar pasar a un par de hombre que cargaban un enorme sofá-. Ni siquiera me animé a interrumpir ala señora Seri, se veía muy ocupada.
 
-Una sabia decisión -dijo Tarisume todavía escuchando la voz de su esposa hasta que se detuvieron frente a la puerta de la biblioteca.
 
-¿Es muy bonita? -preguntó Shaoran tan repentinamente que el señor Tarisume se detuvo antes de tocar la puerta.
 
-¿Quién? -replicó el hombre con el brazo todavía extendido.
 
-La chica que Eriol conoció ayer.
 
-Ah, ella -titubeó el hombre-. Pues si, si es bonita.
 
-¡Lo sabía!
 
-No es lo que usted cree -aclaró Tarisume de inmediato.
 
-Lo dudo -dijo Shaoran sin pensar-. Eriol no puede resistirse…
 
-Esta señorita es diferente -interrumpió con mucha seguridad.
 
-¿De verdad? -Shaoran estaba sorprendido, Tarisume no se engañaba respecto a Eriol incluso la señora Seri sabía muy bien la debilidad de este por las mujeres y viceversa-. Ahora si estoy intrigado señor Tarisume, pero no me anuncie, yo entraré solo, no lo distraigo de sus obligaciones.
 
-Como usted prefiera -dijo el hombre con una leve inclinación y se marchó.
 
Con mucho cuidado Shaoran abrió la puerta sin hacer ruido, de inmediato notó las cajas que había alrededor y encima de los muebles, dejados ahí con evidente descuido. Eriol sacaba los libros que había en ellas y los ojeaba con cuidado deteniéndose en alguno que llamara su atención.
 
-¿Muy ocupado? -preguntó al tiempo que cerraba la puerta tras él.
 
-¡Shaoran! Bienvenido -exclamó yendo al encuentro de su amigo para saludarlo con entusiasmo-. Disculpa el caos que reina en la casa.
 
-No hay cuidado -aseguró Shaoran que lo siguió hasta la pila de libros que ordenaba momentos antes-. Debí llamarte antes de venir pero como no me llamaste ayer…
 
-Lo siento -se disculpó sinceramente-. Tengo tantas cosas en la cabeza. Decidimos dedicar este fin de semana para amueblar el piso inferior, pero me temo que no tome en cuenta todo lo que eso implicaba.
 
-Hay mucho que organizar ¿no? Vi a la señora Seri metida de lleno en eso.
 
-Lo siento por los chicos de la mudanza -rió Eriol-. Los tendrá trabajando sin cesar, ya estoy considerando darles una gratificación extra.
 
-Y tú preferiste esconderte en este lugar.
 
-¿Puedes culparme?
 
-Claro que no -aceptó Shaoran y comenzó a ayudar a vaciar las cajas-. Son muchos libros, ¿de dónde los sacaste?
 
-Eran de mi padre -respondió Eriol con cierta melancolía-. Recuerdo cuanto apreciaba sus libros, tal vez algún día termine de leerlos todos.
 
-Un buen pretexto para celebrar aunque ya seamos unos ancianos.
 
-Trato hecho -dijo Eriol recobrando su buen humor y empezó a acomodar los libros en las amplias estanterías.
 
-Me encontré a Tarisume afuera -dijo Sharoan mientras le pasaba los libros que Eriol le señalaba.
 
-Así que ya regresó -comentó concentrado en lo que hacía.
 
-Traía un cachorro con él, ¿un regalo para una chica?
 
-No, el regalo venía con la chica -respondió Eriol quien después de acomodar el último libro del anaquel superior se volvió a ver la expresión de su amigo y comenzó a reír con ganas.
 
-Odio cuando hablas así -confesó Shaoran con el ceño fruncido-. Siempre dando rodeos.
 
-Y a mi me divierte cuando reaccionas de ese modo, siempre tan serio y formal, pero siempre capaz de sorprenderte.
 
-Y solo tú puedes lograr eso -agregó molesto por su debilidad.
 
-¿Sólo yo? -Preguntó bajando de la pequeña escalera que había utilizado para acomodar los libros en el nivel superior de la estantería-. Algún día habrá alguien más capaz de hacerlo.
 
-Si, si, una chica ya lo he escuchado antes.
 
-No una chica cualquiera -corrigió Eriol guiñando el ojo-. Será “la chica”.
 
-Si claro -replicó con hastío-, deja de dar rodeos y dime de una vez quien es la chica que conociste ayer.
 
Mientras seguían acomodando los libros Eriol le relató lo sucedido el día anterior.
 
-Tomoyo Daidouji -repitió Shaoran cuando terminaban de poner en su lugar el último libro.
 
-¿Has oído sobre las empresas Daidouji? -preguntó ERiol.
 
-Si, claro que si, durante años fueron blanco de especulaciones, sobre todo después de morir Takedo Daidouji quien fue hijo del fundador.
 
Eriol sonrió satisfecho, sabía que su amigo podía aportarle más datos sobre los Daidouji y sus negocios. Como heredero de un poderoso clan, Shaoran había sido educado para conocer toda clase de información financiera y económica de su país y de países donde su familia hiciera negocios.
 
-¿Ya terminamos? -preguntó Shaoran observando las estanterías de libros y señaló hacia una vacía que era más pequeña y a diferencia de las otras tenía puertas de cristal.
 
-Esas las ocuparé más tarde, ahí voy a poner unos libros antiguos que mi padre atesoraba, pero los traeré cuando la mudanza este terminada y haya instalado el sistema se seguridad.
 
-¿Son muy antiguos? -preguntó Shaoran pensando en que en ellos estaba su valor.
 
-Mucho, han estado en la familia por generaciones. Pertenecieron a Clow el fundador de “nuestro linaje”. ¿Qué te parece si me ayudas a acomodar los muebles?
 
-Claro -aceptó Shaoran se quitó el saco que llevaba y se arremangó la camisa-. Ayudemos a los de la mudanza, los pobres ya deben tener suficiente.
 
-Si trabajan bien la señora Seri los recompensará con una buena comida.
 
-¿Qué sabes sobre Sonomi Daidouji? -preguntó con dificultad mientras empezaban a acomodar los muebles más pesados.
 
-“Un hueso difícil de roer” -fue la simple respuesta de Shaoran.
 
-¿Cómo? -Shaoran rió ante su expresión.
 
-Veo que también soy capaz de sorprenderte, gracias Sonomi Daidouji -siguieron trabajando mientras Shaoran continuaba su explicación-. Si le preguntas a cualquiera con cierto prestigio en este país eso será lo que te responderán: “Un hueso difícil de roer”.
 
-Es una mujer difícil -concluyó Eriol.
 
-Mucho, muy tenaz, decidida, un monstruo para los negocios.
 
-¿Los Li han hecho negocios con ella?
 
-No, pero alguno de nuestros mejores clientes si, además es bueno…
 
-…estar enterado de todo, si ya conozco la filosofía de tu familia.
 
-También dicen que se mueve en las mas altas esferas sociales -continuó Shaoran al tiempo que lo ayudaba a desenrollar una enorme alfombra oriental-. No hay semana en que la señora no aparezca en las páginas de sociales.
 
-Tal vez Tomoyo también aparezca de vez en cuando.
 
-No lo creo -negó Shaoran frunciendo el ceño-. Alguna vez escuché a mi madre comentar al respecto: “La señora Daidouji cuida bien a su hija”. Mi madre aprueba su filosofía, ya sabes como ha cuidado a mis hermanas. Por ahí dicen que no sería extraño que Daidouji arreglara un matrimonio provechoso para su hija.
 
Eriol se sintió molesto por el comentario y recordó a la dulce y frágil Tomoyo, ahora no le extrañaba su comportamiento y su renuencia a que la acompañara hasta su casa. Sería un crimen terrible que forzaran a la chica a casarse solo por conveniencia.
 
-¿En qué piensas? -preguntó Shaoran.
 
-En lo diferente que son madre e hija -mintió sin saber porque-. Apenas traté a Tomoyo pero es una chica muy tierna y agradable, aunque si me di cuenta que son muy estrictos en su casa - y agregó con aire ausente-. Mi padre hizo negocios con Takedo Daidouji.
 
-¿Siguen haciendo negocios con la viuda?
 
-No lo sé -respondió Eriol pensando con detenimiento-. No lo creo, alguien tan importante no pasaría desapercibido, pero… ¿por qué no seguimos trabajando con ellos?
 
-Tal vez sucedió después de morir Daidouji -sugirió perspicaz-. Es posible que tu tío y la viuda de Daidouji no se entendieran, después de todo ellos no hicieron el trato original.
 
-Es posible -concedió Eriol pesándolo con calma-. Ahora que estoy aquí y me involucraré más en la empresa averiguaré que pasó.
 
-Y a todo esto ¿ya viste a tu tío?
 
-No, que va -replicó Eriol con una mueca de fastidio-. Lo veré cuando no me quede más remedio, espero hacerlo cuando termine de instalarnos aquí y arregle mis documentos en la universidad.
 
-A tú tío no debe hacerle gracia que vengas a invadir sus dominios. Mas aun después de llevar años en las riendas de la empresa.
 
-Claro que no, después de todo “es un rey sin corona”, solo quedó como administrador mientras yo estuviera preparado par tomar el mando. En cuanto cumpla 21 años… -dijo con un brillo en la mirada.
 
-Empezará su calvario -concluyó Shaoran.
 
-Si, tendré derecho a voto en la junta directiva y para cuando cumpla los 25 o antes estaré al frente de la compañía.
 
-Te hará la vida miserable -pronosticó su amigo con aire preocupado.
 
-Lo sé, pero por eso me he estado preparando todos estos años. La abuela y yo sabíamos que llegado el momento, mi tío pondría las cosas difíciles.
 
-Podrás con él -aseguró Shaoran dejándose caer en el sillón y miró a su alrededor-. Creo que eso era todo ¿terminamos?
 
-Si, parece que si -dijo Eriol quien estaba sentado sobre el enorme escritorio de caoba-. Faltan algunos detalles pero esos se los dejaré a la señora Seri.
 
-Hablando del rey de Roma -dijo Shaoran quien escuchó la voz de la mujer acercándose hacia donde se encontraban.
 
-¡Joven Sharoan! -exclamó la señora Seri cuando irrumpió en el lugar como un torbellino-. ¿Por qué nadie me dijo que estaba aquí? ¿Por qué no me buscó para saludarme? Seguro nadie le ofreció algo de beber…
 
-Estaba apunto de hacerlo -se disculpó Eriol.
 
-Veo que han estado haciendo algo productivo -aprobó la señora Seri pasando su mirada analítica alrededor. Los dos hombres que estaban detrás de ella parecían agotados-. Faltan algunos detalles pero eso lo arreglaré después. ¿Te quedas a comer, verdad? -y sin esperar respuesta agregó-. Les traeré algo de beber.
 
-Gracias señora Seri -alcanzó a decir Shaoran y miró a Eriol. Los dos rieron después de que desapareciera la señora y los dos hombres que suspiraban con pesar.
 
-Es imposible no quererla -comentó Eriol todavía riendo-. ¡Oye! Porque no vienes mañana, Tomoyo vendrá a ver al cachorro y podrás conocerla.
 
-No creo que pueda -y ahora fue Shaoran quien suspiró pesaroso, de dejó caer contra el respaldo del sillón-. De verdad me encantaría pero…
 
-Vamos, ¿qué puede ser más importante? -insistió Eriol.
 
Shaoran puso los ojos en blanco al recordar la filosofía de su amigo “nada es más importante que una mujer” y lo miró con fijeza al pensar que si había algo más importante “otra mujer”.
 
-Fuutie -respondió dando un suspiro.
 
-¡Tu hermana! ¿Y ahora que hizo? -preguntó con interés y se sentó frente a Shaoran en otro de los sillones. La hija más rebelde del clan Li volvía al ataque.
 
-No es lo que hizo, sino lo que no quiere hacer.
 
-Casarse -concluyó Eriol-. No la culpo, ¿cuántos años tiene? ¿22?
 
-23 -respondió Shaoran con desgana-. Ha rechazado al último pretendiente que había escogido mi madre. Fanren me llamó ayer para contarme los planes de Fuutie, además tiene la loca idea de querer mudarse a Japón.
 
-¡Aquí! ¿Por qué?
 
-¡Para que más! Para alejarse de mi madre.
 
-¿Y que va hacer cuando esté aquí?
 
-Trabajar -Shaoran se frotaba las sienes, ya imaginaba el escándalo en su casa-. Tiene la loca idea de montar su propio negocio. ¿Te imaginas?
 
-Tú mamá debe estar furiosa.
 
-Supongo que si, por eso pienso ir lo antes posible, antes de que mi madre llame por teléfono y me pida que vaya.
 
-El hijo prodigo al rescate.
 
-Fuutie me pidió que la ayudara.
 
-¿Y lo harás?
 
-Creo que si -suspiró Shaoran resignado-. No creo que Fuutie sea feliz en un matrimonio arreglado, mis otras hermanas son felices así pero ella es diferente.
 
-Ustedes dos son muy parecidos.
 
-Somos los más jóvenes de la familia -dijo Shaoran encogiéndose de hombros.
 
-Dime una cosa -Eriol se inclinó hacia delante y recargó los antebrazos en sus piernas y habló con seriedad-. Llegado el momento… ¿aceptarás un matrimonio arreglado por tu madre?
 
-No lo sé -respondió Shaoran con aire ausente y miró a los ojos a su amigo-. Sinceramente no lo sé.
 
-¿Y si apareciera la chica adecuada? -alzando una ceja perspicazmente.
 
*********
 
-¡No lo puedo creer! -exclamó Sakura en el teléfono, aunque de inmediato se arrepintió y después de cerciorarse de que nadie la había oído agregó bajando la voz-. Has tenido una aventura de ensueño.
 
-Si tu quieres llamarla así -concedió Tomoyo sonriendo.
 
-Claro que si, con un caballero andante y todo.
 
-Si, y su brillante armadura, aunque no la vi por ningún sitio -se burló Tomoyo.
 
-¿Y dices que volverás a verlo mañana?
 
-Si, iré a visitar a Canela. Estaba pensando comprar alimento para ella y tal vez un collar, ¿qué te parece?
 
-Es una buena idea, después de todo es tu mascota.
 
-Solo hasta que le consiga un hogar… -y se detuvo al escuchar unos golpes a la puerta-. Espera alguien llama, ¡adelante!
 
-Disculpe señorita -dijo una joven del servicio al abrirse la puerta-. La cena estará servida en 10 minutos. Su madre la espera…
 
-Si gracias, en un momento bajo -Tomoyo espero a que la chica saliera-. Lo siento, ya oíste “es hora de cenar” -imitando la voz de la doncella.
 
-Cada vez te sale mejor -la felicitó Sakura riendo-. Pero la que mejor te queda es la de la señora Toshime.
 
-La odio -confesó Tomoyo mientras caminaba al espejo para checar que su atuendo estuviera “perfecto” como a su madre le gustaba-. Estoy segura que ella le dijo a mi madre lo del tobillo.
 
-Que fortuna que se te ocurriera lo de la escalera.
 
-Y que no se me notara que mentía -agregó Tomoyo suspirando.
 
-¡Sakura, te dije que solo podías hablar 5 minutos y ya llevas 20! -gritó Touya que estaba en la cocina.
 
-¡Ya voy! -Replicó Sakura y lanzó un gruñido-. La “GESTAPO” -explicó a su amiga.
 
-Es una lástima que estés castigada, sino te invitaría a que fueras conmigo, seguro que a Eriol no le molestaría.
 
-¡Me encantaría conocerlo! Pero no se cuando podrá ser eso, Touya me mantendrá castigada todos los fines de semana hasta el verano. Ya ves, hoy me tuvo trabajando todo el día. Y esta vez no podría apelar a papá para que intervenga.
 
-Siento decirlo pero esta vez Touya tiene razón -dijo Tomoyo con pesar.
 
-Lo sé -dijo su amiga en el mismo tono.
 
-Afortunadamente no falta mucho para el verano.
 
-Eso me anima, ya me estaba volviendo loca pensando…
 
-¡Sakura!
 
-¡Ya voy! Bueno tengo que irme.
 
-Si, no te preocupes, yo también no quiero bajar tarde a cenar.
 
-El lunes me cuentas como te fue -pidió Sakura apresurada-. Y también como le haces para salir de tu casa sin que sospechen.
 
-Con todo detalle -prometió Tomoyo caminando a la puerta.
 
-¡Suerte! -y colgó de inmediato pues sintió a su hermano detrás de ella.
 
-Ya era hora -dijo Touya antes de regresar a la cocina-. Ya está la cena, te toca poner la mesa.
 
-Si, lo se -suspiró Sakura frunciendo los labios y en cuanto Touya le dio la espalda sacó la lengua y se encaminó al comedor.
 
Tomoyo mientras tanto dejaba el teléfono en su lugar y salía de la habitación pesando en lo que le diría a su madre para que la dejara salir sin que sospechara nada.
 
*********
 
Después de pagarle al taxista Tomoyo bajó del auto con una enorme bolsa de alimento para perro. Antes de siquiera mirar a su alrededor escuchó unos pasos detrás de ella.
 
-Buenos días Tomoyo -saludó Eriol en cuanto ella se dio la vuelta y de inmediato la ayudó con la bolsa de alimento-. Veo que hiciste algunas compras.
 
-Buenos días Eriol -replicó ella con una sonrisa-. Si, me pareció que Canela necesitaría algunas cosas, ese día ya no hablamos sobre esto, me olvidé por completo…
 
-No te preocupes, tenías muchas cosas en la cabeza, ¿vamos al auto? -sugirió señalando el auto negro.
 
-¿Y el señor Tarisume? -preguntó al notar la ausencia del hombre.
 
-Hemos estado algo ocupados -explicó Eriol mientras guardaba el alimento en la cajuela y después la acompañaba a la puerta del pasajero para ayudarla a subir-. Ya te darás cuenta de lo que hablo cuando lleguemos a la casa -cerró la puerta y dio la vuelta al auto para subir-. Además ya estoy más familiarizado con la zona y puedo trasladarme con confianza por la ciudad.
 
-¿O sea que el señor Tarisume no es tu chofer de tiempo completo?
 
-No -respondió Eriol poniendo el auto en marcho, su habilidad para maniobrar fue la prueba de que hablaba con la verdad-. Es solo que el señor Tarisume sugirió que primero me adaptara al ritmo de la ciudad, no había estado en Japón desde niño.
 
-“Desde que murieron sus padres” -concluyó Tomoyo-. ¿Por qué estuviste tanto tiempo fuera?
 
-La abuela sufrió mucho cuando mis padres murieron -respondió sin ningún dejó de melancolía-. La prensa aquí hablaba mucho al respecto y ella creyó que era mejor alejarnos un tiempo. “Eso, y que mi tío tomara poder de la empresa” -recordó Eriol.
 
-¿Te gustó vivir en Inglaterra?
 
-Al principio no, pero poco apoco me fui adaptando. Además me di cuenta que mi abuela necesitaba mi apoyo tanto como yo el de ella -Eriol sonrió recordando a su abuela-. “Amargarse no es la solución”, eso es lo que dice ella.
 
Tomoyo contuvo la respiración al darse cuenta de lo ciertas que eran sus palabras. Miró hacia fuera pensando en su madre, eso es lo que le había sucedido a Sonomi Daidouji, se había amargado y había cerrado su corazón a todo, incluida ella.
 
-Acabo de recordar algo -dijo Eriol al llegar a un semáforo en rojo-. Ese día olvide entregarte esto -y sacó algo del bolsillo de su chaqueta.
 
-¡Mis lentes! Muchas gracias por guardarlos -dijo Tomoyo al tomarlos, pero dudo un momento hasta que decidió no colocárselos y los guardó en su bolso.
 
-Espero que no hayas tenido problemas por no tenerlos, yo se el problema que puede resultar eso -señaló apuntando a los lentes que él mismo usaba. La luz del semáforo cambió y avanzaron de nuevo.
 
-No fue ningún problema -aseguró Tomoyo. Eriol se quedo analizando esto unos segundos: las gafas de por si tenían un grado de aumento en los cristales mínimo para alguien incluso con problemas de la visión, pues al final con ellos o sin ellos, podía verse bien... excepto el, que sufriendo de la vista no encontró en ellos nada de correctivos...
 
-Hemos llegado -anunció Eriol minutos más tarde, se detuvieron frente a la enorme reja. Tomoyo esperaba que Eriol bajara a abrir como había hecho el señor Tarisume ese día pero en vez de eso tomó un control remoto que accionó el mecanismo para abrirla-. ¿Qué te parece? -preguntó entusiasmado-. La pusieron ayer.
 
-Es mucho mejor que bajarse a abrir -bromeó Tomoyo.
 
-Mucho mejor.
 
En cuanto entraron volvieron a cerrarse las puertas y el auto avanzó por el jardín que en ese momento ofrecía una vista diferente debido a las personas que trabajaban en él.
 
-Jardineros -explicó Eriol-. Están preparando la tierra para volver a plantar rosas por todo el lugar. ¿Te gustan las rosas Tomoyo?
 
-Mucho -respondió mirando a los hombres que limpiaban la tierra.
 
Estacionaron el auto frente a la casa y bajaron. Mientras Eriol sacaba el alimento de la cajuela, Tomoyo contempló alrededor y no le fue difícil imaginar el jardín plagado de rosas y se dio cuenta del porque esa casa en algún momento fue tan famosa por su hermoso jardín.
 
-¿Entramos? -preguntó Eriol y Tomoyo asintió sonriendo.
 
Apenas se acercaron a la puerta cuando el señor Tarisume ya abría y le quitaba la bolsa a Eriol.
 
-Buenos días señorita Daidouji -saludó el hombre con su acostumbrada seriedad-. Que gusto tenerla aquí de nuevo.
 
-Buenos días señor Tarisume, el gustó es mío -contestó Tomoyo feliz-, pero llámeme Tomoyo por favor.
 
-Como usted prefiera señorita Tomoyo -dijo el hombre y se retiró.
 
-¿Siempre es tan formal?
 
-Siempre, mi abuela dice que bien podría haber sido un mayordomo inglés -rió mientras le explicaba-. Sus amigas inglesas lo adoraban, creo que Tarisume estaba muy orgulloso de eso.
 
-¿Y la señora Seri que dice al respecto?
 
-Se muestra molesta, pero ella también esta orgullosa de él. Ven, te mostraré la casa -la tomó de la mano sin pensarlo y empezó a guiarla por el lugar-. Ahora ya está amueblado y puedes caminar sin problemas ¿cierto?
 
-Si, es verdad -musitó Tomoyo que aún miraba las manos de ambos entrelazadas, pero se recompuso de inmediato-. Parece que la pomada de tu abuela hace maravillas, ayer cuando desperté ya no estaba inflamado y hoy ya no me duele nada.
 
-Te dije que funcionaría -dijo Eriol guiñando el ojo.
 
La llevó de habitación en habitación explicándole cada detalle, pinturas valiosas, muebles antiguos, muebles más modernos, cada uno con su historia.
 
-La mayor parte del mobiliario permaneció en una bodega, los artículos más valiosos como las pinturas y algunas esculturas estaban en una caja fuerte del banco.
 
-¿Tu abuela no quiso llevárselas a Inglaterra?
 
-No, dijo que no quería arriesgarse a que algo les sucediera -explicó Eriol caminando por un amplio pasillo-. Además en aquel momento ella tenía la intención de volver pronto, cuando decidió que no quedáramos fuera de Japón por largo tiempo mandó al señor Tarisume a hacerse cargo de todo.
 
-¿Ellos han estado mucho tiempo con ustedes? -preguntó refiriéndose al matrimonio.
 
-Desde siempre, al menos desde que yo recuerdo, cuando íbamos a visitar a la abuela ellos ya estaban ahí. Son como de la familia.
 
Y dicho esto llegaron a la cocina de la casa, era un sitio enorme con aparatos electrodomésticos modernos, un refrigerador muy grande y también un desayunador que hacia juego con la modernidad de la habitación. Ahí se encontraba la señora Seri atareada trabajando.
 
-¡Mire a quien le traigo! -exclamó Eriol acercándose a la mujer.
 
-¡Señorita Tomoyo! -replicó la mujer en el mismo tono-. Que gusto tenerla aquí de nuevo y esta vez no se irá sin haber comido algo decente.
 
-De ahora en adelante cada vez que vengas estarás obligada a quedarte a comer -explicó Eriol.
 
-¡Eriol! -lo reprendió la mujer-. No le haga caso señorita, no estará obligada, pero siempre será bienvenida a compartir la mesa.
 
-Eso será agradable -dijo Tomoyo luchando contra la emoción que le provocaban esas palabras, fuera del hogar de los Kinomoto, no había otro sitio donde la hicieran sentir como en casa.
 
Estas emociones no pasaron desapercibidas para la señora Seri que de inmediato notó la vulnerabilidad de la joven y se preguntó que clase de vida llevaría. Colocó una mano sobre su mejilla en un gesto cariñoso que sobrecogió a Tomoyo por su espontaneidad.
 
-Siempre será bienvenida señorita -y de inmediato cambio de tema-. Joven Eriol: porque no lleva a la señorita a la terraza, les llevaré un refrigerio, aun es demasiado temprano para el almuerzo.
 
-Claro, vamos Tomoyo -dijo Eriol obediente y volvió a tomar la mano de Tomoyo para salir.
 
Eriol también había notado lo sucedido entre las mujeres y guardó silencio mientras caminaban para darle tiempo a la chica de calmarse. Él también aprovechó para pensar recordando lo que había hablado con Shaoran. Tomoyo era una chica especial y era muy fácil sentirse cómodo en su presencia, ¿era posible que en su casa no apreciaran eso?
 
-Eres muy afortunado al tenerlos -dijo Tomoyo.
 
-Lo sé -respondió Eriol sonriendo al momento que llegaban a la terraza.
 
Tomoyo observó boquiabierta alrededor. Esa era una parte de la propiedad que no había visto. La terraza era enorme con sillones de mimbre y un sillón columpio muy confortable, unos escalones bajaban a una versión más pequeña del jardín frontal y en el centro había una pequeña fuente, de un lado también podían verse otros escalones que según Eriol le explicó daban a una zona más privada de la casa donde se encontraba la piscina. Era evidente que los jardineros habían trabajado primero en aquel lugar, la tierra ya estaba lista para que plantaran las nuevas rosas.
 
-¡Es precioso!
 
-Sabía que te gustaría, este es el lugar preferido de todos, al menos cuando no hace frío y mira hacia allá -señalando una esquina donde se veía una casa de perro rodeada de periódicos y una pequeña camita donde Canela había estado durmiendo hasta que los había oído entrar y ya corría hacia ellos.
 
-¡Canela¡ -exclamó Tomoyo encaminándose a su encuentro hasta que pudo tomarla en brazos-. Estás preciosa -dijo reparando en el collar nuevo con la plaquita que colgaba con su nombre-. Es muy bonito Eriol, gracias.
 
-Agradécele al señor Tarisume -y se acercó a ellos para acariciar a la perrita-. Ayer la llevó al veterinario y le pareció que debía llevar el collar y la placa.
 
-No debieron molestarse, teniendo tanto trabajo por hacer. Gracias Eriol.
 
-No fue nada.
 
Pasaron el resto de la mañana platicando y jugando con la perrita hasta que llegó la hora del almuerzo.
 
-Entiendo porque les gusta tanto este lugar, es muy tranquilo aquí, incluso puedes olvidar que estamos en la ciudad.
 
-Tienes razón, mi abuela dice que cuando mis padres vivían aquí, ella tenía la esperanza de que tuvieran muchos hijos para llenar este lugar con las risas de niños.
 
Tomoyo miró a su alrededor y comprendió el porque del deseo de la abuela de Eriol para ella tampoco fue difícil imaginar el sitio lleno de niños jugando.
 
-Pero mis padres solo me tuvieron a mi -continuó Eriol encogiéndose de hombros y riendo agregó-. Pero mi abuela no pierde las esperanzas de que sea yo quien haga su sueño realidad.
 
Tampoco fue difícil imaginar a Eriol casado y con hijos. La imaginación de Tomoyo voló sin control pesando en Eriol parado al fondo del pasillo y a la novia caminando hacia él hasta llegar a su destino donde Eriol levantaría el velo y…
 
Tomoyo agitó la cabeza reprendiéndose por las locas ideas que volaban en su mente.
 
-¿Qué pasa Tomoyo? ¿En qué pesabas? -quiso saber divertido por su expresión.
 
-Na… nada -tartamudeó avergonzada y lanzó un suspiró tratando de recobrar la serenidad-. Es solo que… yo… -carraspeó-. Te envidio -respondió sin pensar.
 
-¿Por qué? -preguntó sorprendido.
 
-Es que tú… hablas con tanta facilidad sobre tus padres… como si -pasó saliva indecisa y desvió la mirada. Eriol le dio tiempo hasta que ella volvió sus ojos a él-, como si no te doliera…
 
-¿Qué ellos ya no están? -terminó él.
 
-Lo siento, fue algo estúpido.
 
-No, tienes razón. Me gusta hablar de ellos, siento que de esa manera los mantengo vivos en mi memoria -suspiró-, eso es algo que también debo agradecer a la abuela. Al principio dolía -explicó pensativo-, pero la abuela insistía en mencionarlos motivándome a hacer lo mismo y con el tiempo el dolor fue disminuyendo.
 
Tomoyo lo escuchaba atentamente “mantenerlos vivos en la memoria”. Ella había tratado de hacer lo mismo con su padre, pero en su caso no podía hablar de él en casa, a veces hablaba de él con Sakura pero no sin sentir dolor.
 
-¿Tomoyo?
 
La chica levantó la vista hacia Eriol y fue entonces cuando se dio cuenta que las lágrimas corrían por su mejilla y se apresuró a secarlas.
 
-Lo siento Tomoyo, ¿dije algo que te molestara? -dijo preocupado mientras le ofrecía un pañuelo.
 
-Oh no, la que lo siente soy yo -replicó ella tomando el pañuelo para secarse la cara y al ver que seguía preocupado agregó-. Es solo que para mi no es tan fácil hablar de mi papá sin sentir dolor -y agachó la cabeza apretaba el pañuelo con fuerza.
 
-Lo siento, Tomoyo -dijo colocando una mano sobre las suyas-. Te he hecho sentir mal.
 
-¡No! -exclamó levantando la vista para fijarla en sus ojos y explicó-. Yo debo agradecerte. Sakura perdió a su madre muy pequeña y en su casa hablan de la señora Kinomoto como si aún estuviera viva y tú hablas de tus padres con tanta naturalidad -suspiró con una sonrisa-. Creo que ya es tiempo de que yo aprenda a hacer lo mismo.
 
-Y yo puedo ayudarte si quieres -ofreció sinceramente. Como respuesta recibió una gran sonrisa que alivió a Eriol a quien no le había gustado ver a Tomoyo tan triste.
 
-Eres un buen amigo Eriol Hiraguizawa.
 
-¿Si? ¿Eso soy? ¿Un amigo?
 
-Si -susurró feliz-. El mejor.
 
Continuará
 
* Hironobu Sakaguchi: En 2001 realizó Final fantasy: la fuerza interior, una película creada íntegramente por ordenador y protagonizada por actores virtuales de apariencia humana (vactors). Tomamos el nombre en honor al hermoso arte de la animación japonesa.
 
Nota de autora: Aquí estoy otra vez con otro capítulo más de esta historia, espero les haya gustado. Al fin pudimos ver un poco a Shaoran, y una pequeñísima muestra de mi adorado Touya. Para aquellos que esperan el encuentro entre Sakura y Shaoran les advierto que todavía falta para que suceda. Lamento decir que no se si la próxima entrega la haré en tres semanas o en cuatro, mi muso inspirador a desaparecido, les confesaré que hay algunas cosas que me distraen, asuntos que han complicado un poco mi existencia, nada grave afortunadamente pero creo que eso esta afectando mi creatividad, como sea me esforzaré para tenerles algo sin falta en el tiempo de siempre sino es así perdonen si demoró una semana más, eso si, prometo que no pasara de este tiempo y la actualización llegará. Cuídense mucho y hasta pronto.