Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ El Arte de Sobrevivir ❯ Un príncipe y una princesa ( Chapter 11 )
Descargo de responsabilidad de Niteryde: no soy propietaria de Dragon ball z ni de ningún personaje del mismo.
Capítulo once
Un príncipe y una princesa
Se produjo un destello de luz brillante mientras su entorno desaparecía con la teletransportación de Kynton. Vegeta entrecerró los ojos cuando la luz se aclaró y levantó una mano para protegerlos. Estaban en medio de una ciudad futurista con edificios oscuros y elegantes que se curvaban y se estiraban tan alto que no podía ver las cúspides desvaneciéndose en el cielo púrpura oscuro sobre ellos. Había luces amarillas que oscilaban como fuego en los edificios, aunque después de un momento, se dio cuenta de que eran pantallas digitales superpuestas a los edificios que se adaptaban cada pocos segundos para proporcionar información en un idioma que no podía entender. Entre lo alto de los edificios, llenando el cielo de movimientos rápidos, corrían vehículos aéreos con luces azules debajo de ellos, algunos se movían tan rápido que eran solo rayos de luz mientras que otros lo hacían de una forma más tranquila, a distintas altitudes. Diferentes especies alienígenas caminaban en el suelo y, mezcladas con ellas, había alienígenas holográficos que se ubicaban sobre las manos de los lugareños, como Kynton convocó a Felsin.
—Esta es ciudad Halo, el corazón de Pilaz —explicó Kynton desde detrás de los dos soldados adolescentes que habían estado observando los alrededores. Jhainer y Vegeta giraron para buscar a Kynton, sus ojos se ampliaron por la sorpresa al verlo.
Las sombras desaparecieron, ahora podían ver al rey hechicero en su totalidad: su cuerpo alto y delgado estaba cubierto por un exoesqueleto negro acentuado con unas líneas de luz azul pulsante que lo recorría por completo. El exoesqueleto iba de la cabeza a los pies, pero solo abarcaba la mitad derecha de la cabeza de Kynton. La mitad izquierda mostraba a un hombre de piel roja e irregular, gastada como el cuero, con el cabello blanco hacia arriba. Su ojo sano no cubierto por el exoesqueleto era negro y tenía una brillante pupila lavanda. Agarraba un bastón plateado, que era casi tan alto como él, con un orbe naranja en la parte superior y llevaba una simple banda de plata a juego colocada alrededor de su cabeza, una gema naranja brillaba en el centro, sin duda, la corona de un rey.
—¿Supongo que el exoesqueleto se debe a algún daño que recibiste en una batalla? —concluyó Vegeta arrogantemente después de darle una mirada. Se burló con desdén—. No eres un hechicero invencible, ¿verdad?
La mirada de Kynton se posó en el joven príncipe, su ojo negro lavanda se movió en sincronía con el ojo del exoesqueleto digital, que tenía los colores invertidos. Sus ojos desiguales lucían amenazadores, pero Vegeta sostuvo la mirada sin ningún problema.
—Sí, fui gravemente quemado durante cierta batalla hace veinte años. Los pilazianos ayudaron a reparar mi cuerpo con su tecnología, ya que ayudé a derrotar a un enemigo que teníamos en común. Hemos trabajado juntos desde entonces. —Hizo una pausa antes de agregar—. Y nadie es invencible, joven príncipe. De lo contrario, no estaríamos aquí, ¿verdad?
—¿Entonces serás tú quien desafíe a Frízer? —le preguntó Jhainer a Kynton con curiosidad, su cola azul ondeaba detrás de él—. Me imagino que tu nuevo cuerpo debe ser más fuerte que el anterior. ¿Eres lo suficientemente fuerte como para derrotarlo?, ¿ese es el plan?
Kynton sonrió; aunque los rasgos reales en su piel roja casi parecían afables, la sonrisa en el lado del exoesqueleto se transformó en algo escalofriante.
—Hablaremos de negocios mañana, cuando hayamos reunido a todos nuestros socios. Tendrás la respuesta a tus preguntas en ese momento. Vengan ahora, les mostraré el palacio donde descansarán esta noche.
Kynton golpeó el suelo con su bastón dos veces y los jóvenes soldados bajaran la mirada. El suelo antes parecía un cristal transparente que mostraba claramente sus reflejos. Con el movimiento de Kynton, se transformó en una losa de metal cuadrada, luego los hizo levitar hacia el cielo junto a uno de los altos y elegantes edificios.
—Podrías habernos teletransportado hasta la cima —dijo Vegeta irritado. A pesar de esas palabras, se acercó al borde de la losa. Ascendían como un cohete a una velocidad frenética, pero no tenía miedo, solo cruzó los brazos sobre el pecho. Miró por encima del borde para poder contemplar el tamaño de la ciudad: era enorme, una ciudad en la que uno podía perderse fácilmente toda la vida. Jhainer, por la curiosidad, se aproximó a él y miró hacia abajo también.
—En efecto —asintió Kynton antes de sonreír—. Pero me gusta la ruta panorámica. Además, esta forma ayudará a que sus cuerpos se adapten a la altura.
—Fíjate —le susurró Jhainer a Vegeta mientras señalaba hacia el lado norte de la ciudad—, allá están compitiendo.
—Son carreras ilegales —gruñó Kynton detrás de ellos, lo que hizo que los dos adolescentes lo vieran—. Ni siquiera lo piensen.
Jhainer y Vegeta intercambiaron una mirada cargada de significado antes de que volvieran a mirar a Kynton.
—Solo recibimos órdenes de un tirano, no recibimos órdenes de personas como tú —gruñó Vegeta. Jhainer enseñó los dientes amenazadoramente para respaldar en silencio las palabras de su compañero.
Kynton respiró hondo en un intento por mantener la paciencia y los miró.
—Ese lado de la ciudad es peligroso, incluso para dos de los soldados de Frízer. Si algo les sucede, atraerá una atención innecesaria que pondrá en peligro nuestra misión. Manténgase alejado de esa parte de la ciudad. Además, déjenme ser franco: estamos preparados para desafiar a Frízer, así que, comparándolos, ustedes no son una amenaza. Les sugiero que ninguno me ponga a prueba, ¿quedó claro?
Los dos adolescentes volvieron a intercambiar miradas por un momento. Finalmente, Jhainer encaró a Kynton, pero frunció el ceño cuando la losa empezó a ralentizar su ascenso.
—El aire está enrarecido aquí —afirmó, Vegeta asintió. Aunque la voz de Jhainer era neutral y cautelosa, Kynton comprendió lo que estaba diciendo en realidad.
—Sí, la atmósfera es más liviana aquí, porque estamos en los anillos que circundan todo el planeta e incluso subiremos más. Todavía hay suficiente aire para que los dos respiren, pero estoy seguro de que no en la cantidad a la que están acostumbrados. Esto ayudará —dijo Kynton antes de arrojarles unos pequeños cubos—. Cómanlo, les hará un ajuste para que se sientan cómodos a esta altura, ahora y por el resto de sus vidas.
Vegeta contempló sospechosamente el cubo en su mano. Parecía de hielo, aunque estaba caliente. Miró a Jhainer, quien lo tomó con una ligera vacilación. Vegeta observó lo que hacía atentamente, pero cuando el trikan no murió por el veneno y, de hecho, soltó un profundo suspiro de alivio, el joven príncipe arrojó el suyo en su boca. El cubo se evaporó al instante y Vegeta suspiró aliviado ni bien la comodidad regresó a su pecho. Aunque antes no corría peligro debido a su genética saiyayín, quedarse sin aliento más fácilmente sería un obstáculo si tuviera que luchar a esta altitud. Como guerrero, era necesario estar siempre preparado.
Bajó la mirada cuando la losa poco a poco redujo la velocidad hasta detenerse, Vegeta ya no podía ver la ciudad, ahora solo había dos suaves luces blanca y azul debajo de ellos. Tanto él como Jhainer se volvieron hacia Kynton cuando él bajó de la losa, ahora instalada junto a una inmensa extensión de mármol que parecía no tener fin. Ambos adolescentes lo siguieron por detrás hacia lo que daba la impresión de ser una especie de palacio aéreo. La luz pulsaba a través del suelo de mármol azul en delicados tonos dorados y grandes columnas de vidrio se alzaban elegantemente hasta que desaparecían en el cielo. Estaba al aire libre; desde esa altitud, los tonos púrpuras del cielo eran notorios.
Vegeta había viajado mucho por el espacio, pero admitió a regañadientes que esto ocupaba un lugar destacado en términos de lujo y panorama. Siguió a Jhainer, que seguía a Kynton, sus ojos oscuros se dirigieron hacia el magnífico paisaje de estrellas y allí buscó instintivamente dónde habría estado el planeta Vegeta. No sabía que Jhainer delante de él hacía lo mismo, buscaba instintivamente al planeta Trika.
—Este es el hogar que me he hecho aquí —les explicó Kynton—. Tengo una buena relación con los pilazianos desde hace bastante tiempo. Nuestros planetas hicieron negocios a menudo después de que derrotamos a un enemigo en común hace veinte años. Ahora, por supuesto, tenemos otro enemigo en la mira.
—¿De dónde eres? —le preguntó Jhainer.
—No tiene importancia. Frízer destruyó mi planeta hace quince años, quería evitar que cualquiera de nosotros aprendiera lo suficiente de magia como para derrotarlo algún día —respondió Kynton. Aunque los jóvenes soldados que caminaban detrás de él no podían ver su rostro, escucharon el odio en su voz—. Yo era el rey, pero estaba fuera del planeta con mi hija, así que sobrevivimos. Que yo sepa, Frízer no sabe eso. Hablando de...
Kynton dejó de caminar y se volvió hacia los adolescentes detrás de él con una sonrisa medio cálida y medio escalofriante. Ambos jóvenes soldados también dejaron de caminar antes de que sus miradas se posaron en la recién llegada que se acercaba.
—Jhainer, Vegeta, por favor, conozcan a mi adorable hija, la princesa Kyanna. No encontrarán en todo el universo a otra hechicera más hábil ni a una princesa más hermosa.
La joven inclinó la cabeza cortésmente y luego se enderezó con una sonrisa cautelosa. Su piel era de un suave rojo, llevaba la mitad de su largo cabello blanco recogido detrás de la cabeza y la otra mitad fluía por su espalda como delicadas plumas. Tenía la piel negra alrededor de los ojos, pero se reducía en los extremos de una manera puntiaguda, lo que los acentuaba y los hacía lucir más afilados. A diferencia de su padre, eran de color blanco con unas suaves pupilas lavanda. Vestía una elegante túnica que era blanca como la nieve y la corona simple, pero más femenina colocada en su cabeza, hacía juego con la de su padre: plateada con una esfera naranja en el centro.
—Es un placer conocerlo, Jhainer —saludó cortésmente al joven soldado trikan e inclinó la cabeza de forma respetuosa.
—Lo mismo, princesa.
Desvió la mirada hacia el príncipe de pie junto a Jhainer, su sonrisa se volvió curiosa al estudiarlo.
—Y supongo que usted es Vegeta. Escuché que es un príncipe, ¿es cierto?
Vegeta no dijo nada, solo la siguió mirando. No era la primera princesa que conocía en sus viajes; oh, él había masacrado despiadadamente a muchas familias reales antes, durante sus purgas, pero esto no era una purga y ella no era una princesa ordinaria. La encontraba absolutamente hermosa, con rasgos muy suaves: el cabello, los “ojos”, sus ojos oscuros lo absorbieron y se encontró por un momento silenciado e incapaz de responder.
Jhainer le dio un fuerte codazo en las costillas y Vegeta parpadeó. Primero, posó los ojos en Kynton, que lo miraba intencionalmente con el ceño fruncido, antes de volver a observar a la princesa.
—Sí, soy Vegeta, el príncipe de los saiyayín —respondió con una voz orgullosa.
—Un verdadero príncipe. No es frecuente tener tanto placer. Es maravilloso conocerlo, príncipe Vegeta —dijo Kyanna, su tono y su mirada eran ligeramente provocativas.
—Del mismo modo —respiró él.
—La princesa los llevará a comer, luego les mostrará sus habitaciones —les informó Kynton—. Mañana nos reuniremos con Felsin y con los que nos ayudarán en la resistencia, allí repasaremos nuestra estrategia.
—¿Dónde está Felsin? —preguntó Jhainer—. Pensé que se encontraría con nosotros.
—No, aún tenemos trabajo que hacer esta noche. Otros todavía están llegando, como ustedes dos. Es por eso que discutiremos todo en la mañana. Tenemos tiempo, solicitamos a través de los canales diplomáticos que les den varios días para completar su misión. Tengan paciencia. —Kynton se volvió para acercarse a su hija e inclinó la frente para tocar la de ella—. Cuida de nuestros invitados, Kyanna. Asegúrate de que estén cómodos.
—Por supuesto, padre —contestó ella educadamente.
Con eso, Kynton se dio la vuelta y caminó de regreso por donde vinieron, de vuelta a la losa que aún flotaba. Jhainer lo miró por encima del hombro, pero los ojos oscuros de Vegeta nunca se apartaron de la princesa. Kyanna lo vio y lo estudió a su vez, con una ardiente mezcla de curiosidad y desafío en sus ojos lavanda. Vegeta cruzó los brazos antes de desenroscar la cola de su cintura, esta se comenzó a mover detrás de él como respuesta a su creciente interés mientras descaradamente dejaba que sus ojos vagaran por el cuerpo de la princesa. Cuando al fin alzó la vista, la mirada provocativa volvió a aparecer en el rostro de Kyanna, luego le dio la espalda.
—Vamos, me imagino que tienen hambre —dijo la princesa y comenzó a alejarse.
—Oh, sí, definitivamente tengo hambre —respondió Vegeta de un modo sugestivo, lo que le ganó una mirada exasperada de Jhainer, los dos soldados se pusieron a caminar, siguiéndola.
—¿Quieres dejar eso? —le susurró el trikan secamente al saiyayín a su lado.
—¿Qué? —preguntó Vegeta a la defensiva—. ¿Ahora resulta que un hombre no puede tener hambre?
Jhainer solo negó con la cabeza y suspiró. Murmuró algo sobre que no sabía cómo Nappa y Raditz lo soportaban mientras giraban y se conducían más profundamente por el palacio. Entraron en otro ambiente al aire libre donde el mármol ahora era negro. Los tonos de luz dorada todavía pulsaban debajo de ellos y, aunque no había paredes, esta parte tenía un techo de cristal.
El olor a comida finalmente distrajo a Vegeta lo suficiente como para apartar los ojos de la princesa a la que seguía por detrás. Él y Jhainer miraron hacia donde terminaba el mármol: había otra losa, pero de un marmol color blanco levitando a lo largo del borde del palacio. Allí descansaban una gran cantidad de diferentes manjares y ambos soldados prácticamente salivaron al verlos.
Kyanna se volvió e hizo un gesto hacia el banquete.
—Esto es para los dos. Por favor, coman todo lo que gusten hasta que se sacien. Los sirvientes pueden traerles más, si esto no es suficiente.
A pesar de su hambre voraz, ninguno de los soldados se movió, ellos encontraban todo bastante sospechoso. Vegeta sintió que el solo olor iba a matarlo por lo tentador que era y ni siquiera podía recordar la última vez que tuvo el estómago lleno. Probablemente no se había dado ese lujo desde que vivió en su planeta natal. Aun así, su desconfianza ganó, por lo que se mantuvo firme, su oscura mirada pasó del delicioso banquete a la princesa ante ellos. Jhainer también apartó los ojos y miró a Kyanna para tratar de leer sus verdaderas intenciones.
La princesa se rio de sus sospechas.
—Si los quisiéramos muertos, habríamos derribado sus naves. Tenemos cosas más importantes que hacer como para traerlos de tan lejos solo para matarlos.
A pesar de oir eso, dudaron. Finalmente, después de unos momentos, Jhainer dio un paso adelante, había aceptado su explicación. Vegeta frunció el ceño mientras veía a Jhainer acercarse a la comida para tomar tentativamente una naranja redonda. El trikan la mordió, el jugo le corrió por la barbilla.
Kyanna se puso detrás de Vegeta para susurrarle.
—Siente desconfianza, ¿verdad, príncipe Vegeta?
—Bah —se burló él y forzó a que su cola le envolviera otra vez la cintura para que no estuviera tan cerca de ella. Se le tensaron los brazos debido a su proximidad—. Solo los débiles confían fácilmente.
—Así que no está dispuesto a depositar su confianza en nosotros, pero ¿se supone que debemos confiar en usted?
—Tu padre ya me interrogó con ese dispositivo de la honestidad. No pude evitar notar que él no se sometió a lo mismo, así que él conoce nuestras intenciones, pero nosotros no las suyas. —Vegeta hizo una pausa para mirarla por encima del hombro—. O las tuyas en todo caso.
Kyanna sonrió, pero su rostro pareció oscurecerse, como si supiera algo que él no.
—Bueno, tal vez aún no he decidido mis intenciones para contigo, príncipe Vegeta —reflexionó ella mientras pasaba lentamente un dedo por la parte posterior de su armadura plateada, debajo de la capa negra.
El corazón de Vegeta comenzó a latir con fuerza y al instante volvió a mirar hacia adelante, lejos de la princesa. Sus ojos se ampliaron cuando se dio cuenta de que ella, tal vez, también estaba interesada en él. Solo recientemente empezó a interesarse en las mujeres, sus hormonas habían despertado ese interés durante el último medio año más o menos. Sin embargo, solo encontró el miedo como respuesta y, por lo tanto, nunca lo llevó a nada. La esclava Aradeen era lo más lejos que llegó con alguien y eso no avanzó mucho. Ella era una especie de proyecto personal de conquista que consistía en que se sometiera voluntariamente a él. Después de todo, ¿dónde estaba el desafío en obligarla? Aunque, debía recorrer un largo camino, ya que todavía le tenía miedo.
Pero esto era diferente, no estaba ante una esclava, esta era una princesa que también era hechicera, con poderes que solo podía imaginar. Una princesa que era hermosa y que parecía, “tal vez”, interesada en él, en lugar de temerle. Nunca estuvo en tal posición, esto era lo máximo que alguna vez consiguió. ¿Cómo hacía un hombre para llevar a una mujer interesada a la cama? ¿Lo rechazaría de plano si hiciera un movimiento? De ser así, sin duda tendría que matarla, pero ¿cómo podría hacerlo si era la hija de Kynton?
Con la mente en blanco sobre lo que se suponía que debía decir o hacer ahora, su inexperiencia lo dejó en silencio e incapaz de responder a esas palabras. Vegeta tragó saliva mientras Kyanna bajaba un dedo por su espalda, deseaba que su armadura no estuviera entre ellos para poder sentir el toque en su piel.
Exhaló por la nariz cuando ella quitó la mano.
—Debería ir y comer antes de que Jhainer acabe con todo. Aún no presenta signos de envenenamiento, así que eso debe significar que mis intenciones son honestas.
—Hmm, ya lo veremos —gruñó Vegeta al finalmente encontrar su voz.
Antes de que Kyanna pudiera tocarlo de nuevo, él avanzó hasta que estuvo al lado de Jhainer. Una vez frente al banquete agarró un tazón que contenía algo que parecían galletas, lo acercó para olerlo y tomó uno para probarlo. Como su estómago gruñó pidiendo más, al fin, se unió a Jhainer para devastar la comida. Ambos comieron como si hubieran pasado hambre durante años, lo cual no estaba lejos de la verdad.
Kyanna los dejó y Vegeta exhaló de nuevo mientras Jhainer se volvía para darle una mirada de desaprobación.
—Ni siquiera lo intentes —le advirtió entre un bocado de comida, ganándose el ceño fruncido del príncipe—. Es la hija de Kynton y es mucho más fuerte que los dos juntos.
—¿Lo es? —preguntó Vegeta, su voz denotaba curiosidad. Jhainer negó con la cabeza cuando se dio cuenta de que sus palabras solo habían hecho más fuerte la atracción del saiyayín—. ¿Cómo lo sabes?
—Bueno —comenzó Jhainer y miró por donde se fue Kyanna, pero los dos soldados seguían solos—. Felsin no me dijo mucho sobre el plan, pero dijo que una hechicera sería la que derribaría a Frízer.
Vegeta se burló mientras arrojaba una mezcla de frutas exóticas en su boca de una sola vez.
—¿Crees que esa mujer será la que derrote a Frízer?
—Solo recuerda lo que dijo Kynton. Si tienen la confianza suficiente para derribar a Frízer, entonces ellos no tendrán ningún problema en deshacerse de nosotros.
—Habla por ti mismo, trikan. Siempre seré un problema para cualquiera que quiera matarme.
—Bien, pero guárdalo en tus pantalones, ¿quieres? —siseó Jhainer—. No te involucres con ella o lo complicarás todo.
—¿Quién dijo que estaba interesado? —respondió Vegeta a la defensiva.
—Perdí un ojo, no dos, así que no estoy completamente ciego, saiyayín. La miras como si estuvieras a punto arrasar con ella. No es para eso que estamos aquí, mantente enfocado.
Vegeta gruñó en voz baja desde su garganta y luego golpeó a Jhainer con fuerza en el hombro, obligándolo a dar un paso atrás.
—Cuida tu boca, trikan. Sé lo que estoy haciendo. En cualquier caso, no eres mi padre, así que no me sermonees. Lo que haga no es de tu incumbencia.
Jhainer le mostró los dientes antes de golpear a Vegeta en el hombro, fue un golpe más fuerte del que había recibido.
—¿Así? —lo desafió el joven trikan—. No lo parece desde aquí. Y lo que hagas en esta misión es de mi incumbencia, porque me puede poner en peligro. No lo olvides.
Vegeta gruñó, estaba a menos de un latido de darle un puñetazo en la cara de Jhainer para comenzar una pelea improvisada, con Jhainer listo y preparándose para esta, cuando Kyanna entró. Los jóvenes soldados se enderezaron y se volvieron hacia la princesa, olvidaron que habían estado al borde de una pelea mientras ella les sonreía cálidamente a los dos.
—Bueno, ustedes sí que hicieron un trabajo rápido con la comida —comentó. De hecho, ellos habían desaparecido todo el banquete—. ¿Todavía tienen hambre? Los sirvientes pueden preparar más, si quieren.
—No, gracias, princesa —dijo Jhainer haciendo una cortés reverencia—. Esto es más que suficiente para nosotros.
Kyanna pasó sus ojos lavanda hacia Vegeta y él tragó saliva por la forma en que lo miró.
—¿Está de acuerdo, príncipe Vegeta? —preguntó ella inocentemente.
A decir verdad, él era un saiyayín y por lo tanto fue maldecido con un apetito feroz, dudaba que alguna vez se llenara. Sin embargo, esto era mucho más de lo que solía recibir y estaba bastante saciado por el momento. Vegeta solo asintió con la cabeza.
—Muy bien, síganme entonces y les mostraré a ambos sus habitaciones. Podrán bañarse y descansar en privado hasta que los llamemos por la mañana para reunirnos. Felsin y mi padre quieren que todos descansen bien —les explicó Kyanna. Ella echó un poco de su largo cabello blanco sobre un hombro mientras salía de la habitación, los movimientos en su andar eran tan suaves que parecía que se deslizaba en lugar de caminar, los dos soldados la siguieron rápidamente—. ¿Alguno de ustedes tiene lesiones persistentes que necesiten atención? Si es así, también podemos encargarnos de eso esta noche para que ambos estén al cien por ciento. Mi padre dice que los hombres que trabajan para Frízer a menudo tienen lesiones persistentes.
Las quemaduras en la espalda de Vegeta se encendieron ante las palabras, pero no reaccionó ni respondió. Tampoco Jhainer, aunque sabía que se estaba encargando de heridas similares por la brutal sesión de "entrenamiento" con Dodoria la mañana antes de su salida de la base. Sin embargo, ninguno de ellos acostumbraba a quejarse o a prestar atención a eso, especialmente cuando ambos habían pasado por cosas mucho peores.
—Estamos bien, princesa Kyanna —respondió Jhainer después de un tenso silencio—. Esto es más que suficiente para nosotros.
La princesa los miró un instante frunciendo el ceño, pero luego siguió adelante. Al final, se detuvo frente a una impresionante puerta de mármol blanco intrincadamente tallada. Hizo un gesto con la mano y se abrió.
—Joven trikan, esta es para usted. Tiene un baño personal y una cama de plumas con un compuesto espacial que le brindará el máximo confort. Si necesita “entretenimiento”, toque el timbre junto a la cama. Si necesita comida, bebidas o algo anda mal en la habitación, por favor presione el botón cerca de la puerta. Es un intercomunicador, allí puede expresar sus deseos. Una vez que ocupe esta habitación, nadie más podrá entrar a menos que usted lo permita, para su tranquilidad.
Jhainer pareció sorprendido y luego miró dentro de la habitación mostrando sospechas. Su cola se agitó por la indecisión, entró de mala gana y la puerta de mármol se cerró detrás de él.
—Su habitación es la siguiente, príncipe Vegeta —dijo Kyanna mientras continuaba su elegante caminata por el pasillo, con Vegeta muy de cerca. Se detuvo junto a una puerta de mármol similar e hizo un gesto para que se abriera—. Tiene el mismo tipo de alojamiento que Jhainer. Recuerde, el timbre es para el entretenimiento y el intercomunicador es para otras necesidades.
Kyanna se volvió hacia el príncipe que se paraba delante suyo. Vegeta no vio dentro de la habitación, su mirada oscura e intensa se posó en ella. Ahora era su momento, se hallaba a unos pasos de estar en una habitación totalmente privada con una cama de verdad. Si usaba las palabras adecuadas, podría llevar voluntariamente a la bella princesa adentro, donde al fin exploraría lo que significaba tener una mujer para él...
Desafortunadamente, las siguientes palabras que salieron de su boca fueron:
—Y bien, ¿qué tan fuerte eres? No me lo pareces mucho.
De inmediato, Vegeta se dio cuenta de que había cometido un error. La cordialidad en los ojos lavanda de Kyanna se desvaneció y fue reemplazada por una fría indiferencia.
—Soy lo suficientemente fuerte como para que ningún saiyayín se preocupe por mí en una batalla.
Vegeta gruñó; hermosa o no, nunca dejaría pasar un desafío.
—No has conocido a un saiyayín como yo, princesa. En una batalla real, destruiría…
Fue silenciado cuando Kyanna lo agarró por la mandíbula con una fuerza de hierro. Vegeta instintivamente levantó su ki para defenderse, pero ella lo hizo chocar contra la pared, con la suficientemente contundencia como para romperla. Él sujetó su mano que le apretaba dolorosamente la mandíbula, tanto que sintió que se fracturaría en cualquier momento. La fuerza en la mano de la princesa era abrumadora y, a pesar de usar toda la energía que tenía, no pudo aflojar el agarre.
—Puedes seguir tratando de agravar esto si quieres, pero prefiero no hacerte daño, príncipe Vegeta. Aunque no eres lo suficientemente fuerte como para derrotar a Frízer, aportas otro valor inconmensurable al movimiento. Pero ten la seguridad. —Ella soltó el agarre de su mandíbula, haciéndolo jadear de alivio. Él la miró con recelo cuando se inclinó para acercársele más—. Que soy lo suficientemente fuerte como para hacer que un saiyayín como tú grite... como quieras —dijo Kyanna con la mirada provocativa de vuelta en sus ojos lavanda.
Vegeta estaba simultáneamente ofendido, impresionado y ligeramente excitado por su demostración de fuerza y por sus palabras. De nuevo se quedó sin habla, solo era capaz de mirarla desafiante. Este era un tipo de pelea diferente para la que no estaba preparado. El príncipe se apoyó en la pared, pero no había ningún otro lugar adonde ir cuando ella presionó su cuerpo contra el suyo.
—Es una verdadera lástima que aún seas tan joven y claramente inexperto en los caminos de un hombre —se lamentó Kyanna—. Eres bastante guapo, príncipe.
—No soy tan joven, soy un hombre ahora. Y no soy inexperto —gruñó Vegeta rotundamente, mintiendo entre dientes, su corazón latía tan fuerte que estaba seguro de que ella lo oía. Por primera vez en su vida, entendió cómo las mujeres podían llevar a los hombres a la locura. En este momento, no le importaba nada: ni la misión ni Frízer ni su rango ni sus compañeros saiyayíns, nada. Sus hormonas ardían y todo lo que quería se reducía a la necesidad de tocar, sentir y tener a esta princesa.
—Ah, pero no tienes experiencia —le aseguró Kyanna sonriendo mientras se inclinaba cerca de su oído para contarle un secreto—. Soy una lectora de mentes, príncipe Vegeta. Vi tu deseo en el momento en que me miraste. No es inusual que los hombres me deseen, pero rara vez me encuentro con un príncipe real y mucho menos con uno tan guapo como tú. Es tan interesante que sepas cómo matar a un hombre, pero no cómo besar a una mujer...
En ese instante, Kyanna lo besó en la oreja, un movimiento suave al que él no estaba acostumbrado. Vegeta gruñó, fue incapaz de hablar debido al escalofrío que lo recorrió. Nunca había estado tan duro en su vida; sus palmas se aplanaron contra la pared detrás de él y sus dedos se clavaron rompiendo el mármol. La mujer se hallaba tan cerca que no confiaba en sus manos para no lastimarla, aunque una parte suya se preguntaba si sería capaz de hacerlo, con la fuerza superior de ella…
—No lo harás —respondió Kyanna en un susurro, leía sus pensamientos—. No utilizamos rastreadores, ya que subestiman la fuerza basada en la magia, pero la última vez que intentamos medir los niveles de poder, me registré en aproximadamente noventa mil.
Los ojos de Vegeta se ampliaron por la conmoción. ¿Y eso fue una subestimación? La miró desconcertado mientras ella se apartaba lo suficiente para estudiar su reacción.
—¿Cómo? —preguntó él, su voz temblaba—. No pareces mucho mayor que yo, ¿cómo puedes ser tan fuerte?
Kyanna sonrió.
—Magia. Está en nuestra sangre. Es por eso que Frízer destruyó nuestro planeta. Él sabía de nuestro potencial. Me imagino que es por eso que también te vigila tan de cerca, príncipe. Tú también tienes un tremendo potencial, a pesar de tu salvajismo como su soldado.
—Mi salvajismo no parece estar alejándote —murmuró Vegeta con los ojos en los labios que se acercaban a él. No pudo evitar estremecerse de nuevo, la necesidad casi lo mareó cuando su aroma femenino lo inundó.
—Mi planeta fue destruido cuando tenía diez años, según tu calendario, tengo veinticinco ahora. Mi padre y yo hemos estado huyendo por quince años, sobrevivimos por todos los medios necesarios mientras me entrenaba en el arte de la hechicería para volverme más fuerte. Estamos bien versados en los horrores del universo. Tu salvajismo no me asusta. Tú y yo somos similares, somos unos herederos reales de tronos perdidos abriéndonos camino como podemos y haciendo lo necesario para seguir vivos.
Los labios de Kyanna se cernían sobre los de él mientras hablaba, pero fueron sus palabras las que rompieron la resistencia de Vegeta. Finalmente la tomó atrayéndola en un beso acalorado que ella había esperado y deseado por completo. Sin embargo, cuando se mostró rudo, frenético e impaciente, sin una pizca de dulzura al prácticamente brutalizar sus labios y su boca, la princesa finalizó todo casi tan pronto como comenzó. Kyanna le dio una mirada de desaprobación. Los ojos de Vegeta solo se fijaban con avidez sus labios; había sido placentero para él, así que quería más, sin importarle cómo se sentía ella al respecto.
—No es así como se besa a una mujer —le indicó Kyanna y se lamió los labios para calmarlos.
Vegeta levantó la mirada con una leve sorpresa antes de fruncir el ceño.
—Estuvo bien para mí —dijo a la defensiva, trató de no mostrar su confusión. Las únicas veces que vio a alguien besar fue cuando Raditz y Nappa lo habían hecho con las esclavas sexuales o con las mujeres que encontraron a lo largo de sus viajes y purgas; siempre había sido duro y brutal, por lo que podía decir.
—No, príncipe Vegeta, debes aprender a complacer a tu compañera —le informó dándole una sonrisa de complicidad mientras pasaba un dedo lentamente por la parte delantera de su armadura plateada—. Si haces eso, experimentarás la magnitud del verdadero placer... —La mano de Kyanna bajó y Vegeta perdió toda la capacidad de pensar a medida que se acercaba más y más a su erección que estaba tirando contra el material de su pantalón. Nadie nunca lo había tocado allí, la parte guerrera en él quería detenerla antes de que pudiera hacer algo para lastimarlo en un área tan sensible, pero la parte masculina saiyayín quería saber cómo se sentiría tener ese tipo de contacto íntimo...
—¡Kyanna! —escucharon a su padre llamar a la distancia, la voz retumbó. La princesa se echó hacia atrás con el fin de mirar por donde vinieron. Vegeta se mordió el labio fuertemente para evitar gemir mientras ella se apartaba de él.
—Mi padre tiene más visitantes a los que debo atender, más para ayudar a nuestra causa —comentó Kyanna luego de girar hacia el príncipe. Ella le dio una mirada provocativa al ver la desaprobación en el rostro de Vegeta y sonrió al notar sus rasgos enrojecidos por la excitación. Leyó sus pensamientos perfectamente cuando dijo—: Te quedarás por algunos días más, príncipe Vegeta, así que veremos lo qué sucede. Puede que tenga tiempo para mostrarte una o dos cosas sobre ser un hombre antes de que te vayas. Después de todo, no hay garantías en nuestra misión. Es muy probable que perezcamos junto con la resistencia, así que hay que aprovechar las oportunidades que nos da la vida. Hasta entonces.
Vegeta parpadeó algo inquieto al verla irse tan casualmente como si nada hubiera ocurrido entre ellos. Se pasó el antebrazo por la frente para quitarse el sudor mientras murmuraba y se volvía para prácticamente entrar tambaleándose a su habitación, la puerta se cerró automáticamente detrás suyo.
Al instante encontró el baño, allí había algo que parecía la abertura de un portal negro. Se desnudó a toda prisa, luego entró en la abertura extendiendo los brazos, la oscuridad rodeó todo su cuerpo y sintió que el agua lo golpeaba de la cabeza a los pies para bañarlo metódicamente. Una vez que soltó un suspiro de alivio porque el agua estaba fría, dejó que esta lo calmara y lo devolviera a la cordura.
Momentos después, Jhainer llamó con fuerza a la puerta de la habitación de Vegeta. El joven trikan, que estaba aburrido e inquieto, era incapaz de dormir en su nuevo entorno. La cama en particular le parecía demasiado blanda y, aunque se le había asegurado privacidad, no podía confiar del todo en ello. Dudaba que Vegeta estuviera mejor y llamó con más fuerza, hasta que la puerta finalmente se abrió para mostrar al saiyayín solo medio vestido de su ducha.
—¿Qué? —preguntó Vegeta irritado.
—No podía dormir y estaba aburrido —respondió Jhainer. Ante eso, el príncipe recordó por un momento a Nappa—. Estaba pensando en explorar más el palacio, ¿quieres venir?
Vegeta resopló.
—¿Usaste la opción de entretenimiento?
—Sí y luego me preguntaron si quería dos putas, dos putas o una opción personalizada. Dije que no quería nada de eso —le explicó Jhainer. Vegeta levantó una ceja, si hubiera sabido que las putas eran la opción de entretenimiento, podría haber usado eso en lugar de confiar en su mano para aliviarse mientras se bañaba. Entonces volvería con la princesa con algo de experiencia para probarse a sí mismo como un hombre a sus ojos…
—¿Vegeta? —preguntó Jhainer y miró al otro adolescente sospechosamente. El saiyayín parpadeó cuando Jhainer le frunció el ceño—. Bueno, será mejor que disfrutes del entretenimiento en lugar de la princesa —se burló.
Vegeta lo miró en respuesta.
—Cállate, trikan, o te daré la pelea que quieres.
—En cualquier momento y en cualquier lugar, saiyayín. Entonces ¿te unes o no?
—Hmm, bien —gruñó Vegeta y le dio la espalda cuando Jhainer entró. El príncipe supo sin preguntar por qué Jhainer no conseguía dormir, aunque él podía manejarlo, tenía más curiosidad por ver el resto del palacio que quedarse a descansar. Además, era mejor que no permaneciera en la habitación, con solo la princesa para dominar sus pensamientos.
Vegeta se puso de nuevo su uniforme y pronto, él y Jhainer estuvieron caminando juntos por el pasillo para adentrarse más en el palacio. Todo lucía adornado y lujoso. Las paredes estaban revestidas con piezas de oro y arte que parecían valer una fortuna. Si veían que pequeños objetos podían caber en sus armaduras, pasaban de un lado al otro y las guardaban; después de todo, esas cosas valdrían un buen dinero en el mercado. Vegeta tenía ahora un crédito decente acumulado de los bienes que robó y vendió luego de sus purgas a lo largo de los años, sabía que esto sería una buena adición, aunque tendría que usar su disciplina para que la princesa no arrancara ese pensamiento de su mente.
Finalmente, llegaron a otro gran salón, más lujoso que el resto. El piso estaba hecho de algo que se veía como vidrio, con lo que parecían llamas azules debajo. Esta vez no había techo, solo el cielo púrpura y las estrellas sobre ellos. Jhainer pasó junto a unos grandes pilares hasta llegar al final y luego se sentó allí, con los pies colgando sobre el borde. Vegeta se unió a él poco después, una vez que se sentó a su lado, echó un vistazo hacia el borde. Desde esa altitud, podían ver qué tan lejos se extendían los anillos planetarios, más de lo que creían.
—¿Qué te parece hasta ahora? —le preguntó Jhainer en voz baja.
Vegeta se encogió de hombros antes de desplazar su mirada hacia el cielo.
—La princesa dice que la última vez que se midió tuvo un nivel de poder de 90 000 y afirma que es una subestimación debido a que sus habilidades de hechicera no se reflejan en el conteo.
—¡90 000! —exclamó Jhainer en estado de shock.
—Lo sé.
—Eso debe ser suficiente para derrotar a Frízer, ¿no crees?
—No lo creo. Nadie sabe cuán verdaderamente poderoso es, pero se rumorea que está al menos en las seis cifras.
—Sí, pero tal vez ella también lo este, su magia es la clave.
—Hmm, es difícil de saber —murmuró Vegeta. Él dejó que sus piernas colgaran por el borde mientras se reclinaba hacia atrás y cruzó los brazos detrás de la cabeza—. ¿Qué piensas?
—Bueno, depende de qué tan rápido ellos quieran hacer la jugada. Si podemos esperar, entonces todos nos volveremos más fuertes. Aunque, me gusta que parezcan organizados. Kynton y Kyanna han logrado escapar de la detección por años. Deben tener buenos contactos.
—Supongo. —Vegeta frunció el ceño ante el vasto cielo nocturno sobre él. Casi se sentía como si estuviera flotando en el espacio—. Ella puede leer las mentes, solo para que lo sepas. Si estás interesado en ella, ya lo sabe.
—¿Así? —preguntó Jhainer mientras levantaba una rodilla. Él también estaba mirando al cielo—. ¿Y qué piensa la princesa de tu interés en ella?
—¿Por qué? ¿Estás celoso? —Vegeta se burló.
—Ja —respondió Jhainer—. No la necesito.
—Vaya, ¿es por eso que rechazaste las putas? Mmm, déjame adivinar, los trikans se reproducen de forma asexual, simplemente ponen huevos que eclosionan —dijo Vegeta en un tono burlón antes de reír—. Ah, no, espera. Simplemente escupes un clon en miniatura de ti mismo cuando llega el momento de reproducirte, ¿es eso?
Jhainer sonrió divertido.
—No, tengo el mismo equipo que tú. —Hizo una pausa, su sonrisa se amplió cuando agregó—: Solo que más grande, estoy seguro por tu estatura.
Vegeta resopló.
—Sigue soñando, trikan. En cualquier caso, si lo que dices es cierto, ¿por qué no tienes interés? —preguntó con curiosidad.
Jhainer se quedó en silencio por un buen tiempo. Vegeta solo pensó que no recibiría una respuesta, sin embargo, el príncipe saiyayín estaba tranquilo después de su ducha y su propio alivio, así que no necesitaba una. Mirar las estrellas era uno de los pocos placeres que se permitía en la vida en su raro tiempo de inactividad, algo que no requería explicación y a nadie más.
Se sorprendió cuando Jhainer finalmente habló.
—No tengo ningún interés... porque ya tengo a alguien —admitió Jhainer en voz baja.
—¿Así? —Vegeta parpadeó sorprendido— ¿Quién? ¿Una de las esclavas sexuales de la base?
—No exactamente.
—¿Quién entonces? ¿Una puta?
—Ella no es una puta —contestó Jhainer, su suave voz tomó un tono ligeramente acalorado. Vegeta levantó una ceja y luego se sentó lo suficiente como para reclinarse sobre sus antebrazos a fin de estudiar al joven soldado trikan.
—¿Ella real... realmente... te importa? —le preguntó desconcertado.
—¿Es tan impactante que te importe alguien más?
Vegeta frunció el ceño con desaprobación.
—Somos soldados, cumplimos las órdenes de Frízer. Tú y yo hemos acabado con más vidas de las que podremos conocer en toda una vida. No hay cabida para que nos importe alguien, lo sabes.
—Si todo sale de acuerdo al plan, no estaremos cumpliendo las órdenes de Frízer por mucho más tiempo —respondió Jhainer, finalmente miró al adolescente más joven junto a él.
Vegeta resopló disgustado y luego se recostó.
—Eres mucho más tonto de lo que creí. Una cosa es saciarte y dejarla atrás, y otra es quedarse como lo estás haciendo. Te conviene no decirle eso a nadie, de lo contrario, te caerá un dolor considerable. Ese es el costo del apego.
—No si lo logramos —argumentó Jhainer, su mirada volvió a las estrellas—. Hablas de cómo vivimos nuestras vidas, pero si pudieras imaginar a alguien... alguien puro que es capaz de ir más allá de eso y verte, entonces lo entenderías.
Vegeta puso los ojos en blanco.
—Es imposible e incluso si no lo fuera, ¿por qué querrías tal cosa? Eso solo te debilita, Jhainer.
—Creo que estás equivocado. Hace que el riesgo valga la pena. —Jhainer hizo una pausa en sus pensamientos frunciendo el ceño mientras lo hacía—. ¿Qué hay de ti? ¿Has pensado en lo que harás cuando seamos liberados de la tiranía de Frízer?
—No.
—¿Por qué no?
Vegeta no respondió. No podía permitirse imaginar que tal futuro diera a luz una esperanza real y tangible, era demasiado peligroso. Todavía había una parte suya que casi esperaba que Frízer emergiera de detrás de ellos y los ejecutara sin dudarlo. No podía ser tonto como para dejarse seducir por unos planes sobre el futuro. Tenía las manos ocupadas con el presente.
—Entonces… —Vegeta comenzó después de un rato de silencio entre ellos. Jhainer lo miró y captó una sonrisa de suficiencia—. ¿Esta buena?
—Cuida tu boca, saiyayín —gruñó Jhainer enojado.
La sonrisa de Vegeta simplemente creció.
—Debe ser algo increíble para hacerte volver por más…
—Te romperé la cara…
—¿Quieres compartirla? Si ella está satisfecha con un tipo como tú, entonces lo estará aún más conmigo…
Vegeta inmediatamente se apartó del camino de una ráfaga de ki que Jhainer le disparó y que dejó el piso de vidrio agrietado. Ambos se levantaron al instante para intercambiar golpes rápidos en una pelea improvisada. Jhainer esquivó una patada, se dio la vuelta rápidamente y golpeó la cara de Vegeta usando su pesada cola, pero lo hizo con tanta fuerza que lo lanzó al aire. El ki de Vegeta estalló a su alrededor mientras se detenía en el cielo y sonrió satisfecho cuando el ki de Jhainer también estalló. El trikan despegó tras de él llevando la lucha al aire libre.
Desde abajo, una princesa y un rey vieron continuar la pelea, destellos de ki explotaban mientras Vegeta y Jhainer se movían más rápido de lo que el ojo podía ver. Kyanna inclinó la cabeza con interés frente a la pelea.
—Están mostrando su juventud, ¿verdad? —preguntó en voz baja.
—No son mucho más jóvenes que tú, hija mía —respondió Kynton, que agarró su bastón con fuerza antes de volver la mirada hacia ella—. Pero ambos son luchadores y tienen acceso interno directo a Frízer y a sus hombres, no podemos conseguir eso de otra manera. —Hizo una breve pausa, luego frunció el ceño y agregó—: Vi cómo el saiyayín te miraba y tú a él. No mezcles los negocios con el placer, Kyanna.
La expresión en el rostro de la princesa cambió a una de desagrado porque su padre todavía le decía qué hacer.
—Si fallamos, pronto estaremos todos muertos —le recordó.
—No fallaremos, casi tenemos todo en su lugar, ya verás.
La princesa permaneció en silencio mientras su padre se despedía, sus ojos lavanda se alzaron hacia la pelea entre Jhainer y Vegeta. Aunque daba la impresión de que estaban tratando de matarse, carecía de la verdadera malicia de una pelea de vida o muerte. Era simplemente una prueba de habilidad y para dos adolescentes que tenían una genuina pasión por la lucha, parecía una forma de desahogarse. Estudió sus habilidades y se lamentó de que les tomara tanto tiempo aumentar su poder lo suficiente como para que se involucraran con Frízer directamente, no se oponía a tener una ayuda más directa en la tarea. Ella y su padre habían pasado años preparándose para esto y aunque tenía confianza en sus propias habilidades, había muchas partes móviles en juego que tenían que unirse perfectamente para acabar con el despiadado tirano. Si alguien cometía un error o titubeaba, o peor aún, los traicionaba...
Suspiró mientras se acercaba más la bata cuando un escalofrío la recorrió.
—En efecto, ya lo veremos.