Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Yo sólo quería verte sonreír ❯ Capítulo único ( Chapter 1 )
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One-shot.
Yo sólo quería verte
sonreír.
El día era lluvioso. Los negros nubarrones
le daban un aura deprimente al cementerio, el cual en ese momento
era testigo un entierro más. Las grises lápidas, el
viento helado y los árboles con las ramas que se inclinaban
hacia el suelo le daban un aspecto casi tenebroso al lugar.
Alrededor de un par de tumbas recién excavadas, se encontraban
un grupo de personas cuya única intención era la de dar
el último adiós a la pareja que, desafortunadamente,
murieron a causa de un accidente automovilístico provocado por
un loco ebrio. La pareja que también fueron los padres de
Trunks y Bra Briefs.
Goku, después de decir algunas palabras
sobre Bulma y Vegeta, guardó silencio. Milk se aferraba,
sollozante, al brazo de su marido en busca de consuelo; Krillin
dejaba escapar algunas lágrimas al ver cómo cada
ataúd era cubierto lentamente por la húmeda tierra;
Dieciocho también estaba triste aunque los llantos se los
dejaba a los demás. Gohan y Videl entrelazaban sus manos al
mantener su mirada en ambas fosas, brindándose caricias con
los dedos para reconfortarse. Yamcha, Ten Shin Han y Chaoz se
mantenían un poco alejados: el primero porque no le gustaba
que lo vieran llorar y los segundos, porque nunca fueron muy
cercanos a la familia, sin embargo, no dejaban de sentir un
vacío en sus vidas. Los señores Briefs no quisieron
asistir al entierro pues estaban completamente destrozados. Y
Trunks tenía los ojos humedecidos y apagados; su dolor era
silencioso. Bra, por su parte, estaba bajo un gran árbol, con
las piernas flexionadas y el rostro escondido entre sus
brazos.
Goten los miraba a todos tan afligidos, con los
rostros sombríos, que se le hizo un nudo en la garganta.
Lentamente se acercó hacia su mejor amigo y le dio unas suaves
palmaditas en la espalda para mostrarle su incondicional apoyo,
cosa que Trunks agradeció con una mirada.
Poco a poco, luego que los dos ataúdes
estuvieron cubiertos de tierra, los presentes en el acto
fúnebre se retiraron, no sin antes darle un cálido abrazo
al joven de cabello lila porque su hermana menor, Bra, los
rechazaba a todos de una ruda manera.
"No puedo culparla." se
repetía Trunks una y otra vez al verla alejada, prefiriendo
convertir su tristeza en enojo. Le preocupaba, eso sí, pues
sabía que eso a la larga amargaría su vida y se
suponía que él, como su hermano mayor, debía
procurar su bienestar.
El menor de los Son se quedó al
último con el joven Briefs y veía de vez en cuando a la
adolescente que yacía acurrucada bajo un árbol. Su amigo
se dio cuenta de eso y decidió que ya era momento de regresar
a su casa, no a la C.C. sino al apartamento en que vivía pues
pensó que regresar a la Corporación heriría más
a su hermana.
—Bra, es momento de irnos. —le dijo
Trunks mientras intentaba ponerla de pie; su voz sonaba
apagada.
—No quiero. —replicó ella sin
abandonar su sitio. —Yo no quiero ir contigo, quiero quedarme
con los abuelos. —miró suplicante a su hermano.
Éste acarició sus hombros y asintió con la cabeza;
después, se abrazaron. Goten acompañó en el trayecto
hacia la Capsule Corp. a los hermanos, procurando no inmiscuirse
demasiado en las conversaciones entre ambos familiares,
respondiendo escuetamente a las preguntas que se le hacían
como muestra de respeto.
Al llegar a su destino, Bra se despidió de
su hermano pues él todavía tenía que arreglar algo
de papeleo, y entró rápidamente a la casa. Las gotas de
lluvia empañaban los vidrios del auto y a pesar de ello,
Trunks seguía con la mirada en la entrada de su antiguo hogar,
recordando los momentos que pasó con su familia; ya no estaba
completa, mas aún le quedaba alguien por quién velar.
Goten, desde el asiento del copiloto, lo observó durante los
largos minutos que permanecieron ahí. Conocía a Trunks y
sabía qué tan difícil le era asimilar las cosas,
mantenerse de pie ante las adversidades, todo ello para poder
mostrarle a su hermana que no debía rendirse jamás. Y
sabía también que eso sería todavía más
difícil ahora, ya que con la muerte de sus padres toda la
responsabilidad de mantener en pie el negocio familiar recaía
sobre sus hombros.
—Trunks. —le llamó suavemente.
—Tú siempre puedes contar conmigo, para lo que
sea.
—Gracias, Goten, pero lo que más me
preocupa ahora es mi hermana... no sé si pueda recuperarse
algún día. Una chica de su edad no merece pasar por esta
pena. —El joven seguía mirando por la
ventanilla.
—Uno nunca se recupera por completo de
estos eventos; solamente la herida deja de doler con el tiempo.
Creo que eso es lo que necesita: tiempo y comprensión.
—La verdad había desarrollado una gran estima por la
chica y trataría de ayudarlos a ambos.
Trunks dio un largo suspiro y puso su auto en
marcha; sólo el tiempo diría si lo que decía su
mejor amigo era cierto.
Goten llegó a la recepción de la
Capsule Corp. y preguntó si su amigo estaba desocupado. La
recepcionista era una mujer joven, hermosa y amable, la cual
llamó infinitamente su atención pero antes de que pudiera
conversar un poco con ella, le comunicó que el señor
Briefs le esperaba en su oficina. Él agradeció y fue a
encontrarse con su amigo.
—Hola, Goten. —lo saludó.
Lucía mucho más animado que antes, como si hubiera
recobrado nuevas fuerzas. Su amigo le hizo notar eso e
instantáneamente su brillante sonrisa se
desvaneció.
— ¿Qué sucede? ¿Dije algo
malo?— preguntó al notar el semblante triste de
Trunks.
—No, Goten, es solamente que me
gustaría que Bra dejara de estar triste. ¡Por Kami!, ya
pasaron tres meses y ella, simplemente... —pasó una mano
por su cabello, desesperado. —No encuentro la manera de
ayudarla, Goten, me estoy dando por vencido y es algo que yo no
quiero, pero tampoco quisiera presionarla, estoy... estoy
confundido y no tengo ni idea de lo que debo hacer.
— ¿Has hablado con ella? Escuchar
también ayuda, y mucho. —sugirió.
—Funciona cuando la persona quiere ser
escuchada, no se puede escuchar a alguien que no quiere hablar, que
ni siquiera quiere ir al colegio o que apenas come. —Durante
algunos segundos miró por la ventana más grande de su
oficina, pensando. Goten observó a su amigo y paseó la
mirada por su oficina, para luego centrarse en una foto,
perfectamente enmarcada, en la que aparecían los miembros de
la familia Briefs, aunque el señor Vegeta -tal y como
recordaba- no parecía bastante feliz con el asunto. Dejó
la fotografía en su lugar y vio a su amigo regresar a su
asiento.
— ¿Le has sugerido ir a
terapia?— cuestionó.
Trunks negó rotundamente. —Si lo
hiciera, me odiaría toda la vida y es algo que preferiría
evitar hacer; lo menos que necesito es que se ponga
peor.
—Pero entonces, ¿la dejarás
sola? No quiero ser pesimista y tampoco actuar como un sabio, pero
si ella sigue así... —No, era mejor no preocupar a su
amigo o hacerlo sentir culpable porque era lo menos que
pretendía hacer.
—Yo necesito pensarlo, aunque para
hacerlo también necesito tiempo, y el tiempo es lo que menos
me sobra en estos momentos. No quiero dejar a un lado a mi hermana
por la empresa, pero tampoco puedo dejar a un lado mis
responsabilidades aquí; esto es estresante, en verdad. A veces
quisiera salir corriendo y dejar todo atrás. —El joven
relajó por unos segundos el cuerpo y apoyó su cabeza en
su mano izquierda.
— ¿Confías en mí?—
le preguntó Goten.
—Claro, ¿por qué la
pregunta?— cuestionó Trunks.
—Dame sólo una semana para pensar y
te ayudaré con Bra; tú no cuestionarás mis
métodos y te garantizo resultados, no inmediatos pero sé
que funcionarán tarde o temprano. —miró a su amigo
meditarlo.
— ¿Cómo podría ella querer
escucharte si apenas te conoce? No dudo de ti, es solo que no estoy
seguro de cómo podría reaccionar. —El argumento de
Trunks tenía bases, mas Goten no desistiría en su
petición.
—Por favor, amigo, detesto verte
así.
—Ah... Está bien. Sólo espero
que no tenga nada que ver con electrochoques. —Sonrió
con sinceridad y agradeció amablemente la preocupación de
su amigo.
—No hay de qué. —dijo el joven
Son algo entusiasmado.
— ¿En una semana, eh? Espero que
funcione, de lo contrario... —Trunks chocó un puño
contra la palma de su mano en una juguetona amenaza. Goten se
despidió de él y se preguntó cómo le haría
para subirle los ánimos a la joven Bra, y fue tanto su
ensimismamiento que ignoró por completo a la bella
recepcionista cuando ella se despidió de él.
Bra estaba acurrucada en su cama. Aún era
muy temprano para ella y cubrió su cabeza con su cobija
dispuesta a dormir un rato más. Un golpecito en el vidrio de
su ventana llamó poderosamente su atención, pero pensando
que había sido un mero producto de su imaginación,
apretó los párpados con la convicción de conciliar
el sueño.
Otro golpecito, seguido de un par más, le
hicieron apartar sus cobijas con molestia y, luego de frotar sus
ojos con las manos, se dirigió a la ventana para saber
qué diablos golpeaba el vidrio. Miró a través del
cristal y como no vio nada, se dio media vuelta resuelta a perderse
en el oscuro mundo de sus sueños. No había dado más
de un par de pasos cuando un golpecito le hizo voltear, furiosa, y
abrió de pronto y con fuerza la ventana para mirar hacia
abajo. Lo que vio la dejó helada.
— ¡Hola, Bra!— saludó el
muchacho agitando su mano para saludarla. Ella estaba dispuesta a
dejar al 'anormal' amigo de su hermano al sentir la fría brisa
envolverla y hacerla tiritar. ¿A quién demonios se le
ocurría estar golpeando en su ventana cuando el sol aún
no había salido?
— ¡Espera, Bra!— le gritó
Goten al verla cerrar su ventana. Lanzó una mirada al
horizonte y sabía que no podía permitirle a la chica
encerrarse otra vez o su plan se arruinaría. Todo ruego fue en
vano: ella no le hizo caso. "Ni modo." suspiró
resignado y tomó unas piedras de pequeño tamaño para
seguir arrojándolas hacia el cristal.
— ¿Pero qué es lo que
quiere?— se preguntó malhumorada. Intentó cubrir
sus oídos con una almohada pero los golpeteos eran cada vez
más frecuentes y desesperantes. Al fin de pasados tres
minutos, se hartó.
— ¡¿Qué es lo que
quieres?!— le preguntó ella con voz ronca. Como el
amanecer se acercaba, Goten pudo ver lo pálido de su piel y
unas profundas ojeras, cosa que hizo que se le hiciera un nudo en
la garganta.
Bra veía al muchacho sostener esa
estúpida sonrisa en el rostro y sintió rabia contra el
mundo. ¿Por qué todos eran tan felices y ella se
sentía tan miserable y vacía? Sintió ganas de
arrojarle un jarrón en el rostro para ver si aún así
mantenía la mueca de felicidad.
—Mira hacia el horizonte.
—Pidió él —y dime qué es lo que ves.
—Sonreía, y le rogaba a Kami-Sama que funcionara esa
pequeña parte del plan. Ella, no muy segura, lo hizo y
sintió una inexplicable calidez en el pecho: el sol apenas
salía, lento, tiñendo de un hermoso color anaranjado las
nubes y dando con sus rayos una tibieza al mundo que se despertaba
para un nuevo día. Permaneció atenta al acontecimiento y
Goten la miraba con curiosidad: con alegría notó que una
débil sonrisa se formaba en el rostro de la chica, mas
ésta sacudió un poco la cabeza y con el ceño
fruncido le brindó una inexpresiva mirada.
— ¿Y bien?— se atrevió a
preguntar él.
—Es solamente el amanecer.
—contestó antes de cerrar, molesta, su ventana. Al menos
Goten sabía que, en parte, había funcionado.
Durante toda esa semana Goten repitió
aquello. Iba antes del amanecer a despertarla con ayuda de las
piedrecitas y formulaba la misma pregunta.
— ¿Qué es lo que ves, Bra?
Debes ver bien el horizonte. —siempre cuestionaba con una
sonrisa.
Ella le miraba con una ceja alzada y luego
dirigía su azul mirada al horizonte: el sol, las nubes, la
tibieza que la envolvía... siempre lo mismo. Entonces,
¿cuál era la razón por la que le parecía cada
mañana más bello?
—El amanecer, ¿qué
más?— respondía antes de cerrar su
ventana.
No entendía por qué Goten hacía
eso, y le impresionó que a partir de eso ya no pensaba en su
dolorosa situación de huérfana, y sí lo hacía
en las visitas del muchacho.
Pero solamente duró siete días ese
suceso, porque al siguiente lunes, Goten no
apareció.
Bra se había acostumbrado a las visitas
del joven Son, inclusive lo esperaba ya despierta pero al ver que
el amanecer se acercaba y Goten aún no aparecía, ella se
asomó por la ventana y lo buscó por las cercanías;
no lo encontró. Observó la salida del sol y suspiró
sin saber la verdadera razón, mas al sentir los tibios rayos
solares en su piel, respiró gustosa el aire matinal y
cerró la ventana.
Siete días pasaron y no vio a
Goten.
Trunks llegó un jueves a visitarlos en la
C.C. y Bra no tardó en cuestionarle por su amigo. Su hermano,
extrañado y ocultando su felicidad, le dijo que no sabía
nada de él. Vio a Bra hacer un mohín y marcharse a su
alcoba. Recibió al poco tiempo un mensaje de Goten, y cuando
lo hubo leído, sonrió satisfecho y agradeció el
té que su abuela le ofreció.
Lunes otra vez. La chica de ojos azules estaba
tendida en su cama, mirando al techo. Su rostro estaba húmedo
a causa de las lágrimas derramadas después de mirar con
dolor un retrato familiar: extrañaba a sus padres, los
extrañaba mucho.
Un golpecito familiar se escuchó en su
ventana y la chica se apresuró a abrirla.
— ¿Qué quieres?—
preguntó molesta. Él le sonrió y le señaló
el cielo estrellado con el dedo índice.
— ¿Ya las viste? Son hermosas,
¿no?— cuestionó con su boba sonrisa; ella
ignoró su comentario.
— ¿Dónde te metiste en toda la
semana?— le regaño. Tarde se dio cuenta que esa pregunta
la dejaba expuesta.
— ¿Me extrañaste?—
preguntó sorprendido.
— ¡Por supuesto que no! Es sólo
que pensé que serías mi despertador personal.
—Goten no notó el tono irónico que usó la
chica y le insistió.
—Bra, mira hacia el cielo y
contéstame, ¿no crees que las estrellas son
hermosas?— él paseó los ojos por el firmamento y
esperó a que ella lo hiciera también.
La joven de melena azulada dirigió su
mirar hacia las estrellas: ¡claro que eran hermosas! Titilando
en el manto celeste, brillando de una manera cautivante y con la
luna llena también en el cielo, ella sintió paz en su
interior. Ciertamente, Goten no se había percatado del
satélite natural terrestre, pero como seguía la mirada de
Bra, lo hizo.
— ¡Oh! También hay luna llena.
—exclamó con aparente sorpresa.
La chica lo miró segundos después con
enojo. —Las estrellas son solamente cuerpos celestes que
emiten luz propia, y la luna es un cuerpo celeste rocoso que
quedó atrapado por la atracción gravitacional de la
Tierra... No, —respondió al final con amargura.
—no me parecen hermosas. Y cerró con furia su ventana,
tanta, que Goten temió que el vidrio se quebrara. Frunció
los labios y se marchó a paso lento. "Pues a mí sí me
parecen hermosas." murmuró antes de alejarse por la calle con las
manos en los bolsillos.
Nuevamente, el joven Son repitió aquello
toda la semana, y Bra le respondía de la misma manera. Ella
aún se levantaba temprano para admirar el amanecer,
pareciéndole más hermoso cada día. Ya no lloraba
tanto como antes aunque lo hacía, pero durante las tardes se
preguntaba cómo había influenciado la presencia del tonto
amigo de su hermano en ello...
Llegando la noche del lunes siguiente, Goten no
apareció, cosa que a Bra no le pareció muy
extraño.
Otra semana sin verlo.
Se inició una nueva semana y Bra observaba
la portada de su libro de álgebra. No tenía todavía
el ánimo suficiente como para asistir al colegio ni para
recibir a Pan o a Marron. Arrojó el libro sobre su cama y
escuchó una voz varonil, llamándola.
— ¡Bra, baja, por favor!—
gritaba bajo su ventana el chico de cabello negro. Ella dudó
un poco en asomarse y optó por no hacerlo; bajaría para
encararlo de una vez.
Goten esperó a que Bra se asomara desde su
habitación y cuando pasaron unos minutos y ella no
apareció, rascó su cabeza, confundido. "Ella no tarda
tanto." pensó.
— ¿Qué es lo que
quieres?— preguntó la voz de la fémina. Él se
sorprendió de verla parada frente a él, con una mano en
la cintura y la otra cubriendo sus ojos de la intensa luz del sol a
mediodía.
—Hola, Bra. Me alegra que hayas decidido
bajar... —la joven lo interrumpió.
—No te emociones. Yo nada más quiero
que dejes de fastidiarme, no quiero nada de ti y no necesito nada
de nadie, ¿has entendido?— le habló con
dureza.
—No creo que eso sea verdad.
—afirmó. —Dime una sola razón por la que
piensas que no necesitas nada de nadie y por qué sigues tan
triste si puedes estar bien sola; luego, yo me voy y no vuelvo a
molestarte jamás. —fijó sus oscuros ojos en los de
ella, examinándola. —Anda, yo te escucho.
—... No tengo que darte explicaciones...
—susurró apartando la mirada. Goten sonrió de lado
y tocó su hombro, haciéndola sobresaltar.
—Dame unos minutos para mostrarte algo y
después... ya veremos, ¿eh, qué dices?—
trató de convencerla.
—No soy una niña para que intentes
sorprenderme. —Frunció el ceño y cruzó los
brazos. Él la miró, divertido por sus
palabras.
—Y me lo dice la 'chica madura' que trae
un pijama de ositos. —Soltó una risa y las mejillas de
Bra enrojecieron. —Vamos, era una broma, ¿me
perdonarás, cierto?— preguntó cuando la vio caminar
frente a él.
—Debería echarte a patadas pero
quiero saber qué quieres mostrarme. —contestó
decidida sin dejar de caminar.
Goten la llevó hasta el inmenso
jardín con el que contaban en la Corporación y la
guió hasta unas hermosas flores blancas.
— ¿Me trajiste a ver flores?—
le cuestionó enarcando una ceja.
— ¡Claro! No sé por qué no
disfrutas de lo que tienes a la mano. —acercó su nariz a
una flor blanca y aspiró su perfume. —Delicioso...
—expresó volviendo a acercarse para oler otra flor. Ella
lo veía entusiasmado por olisquear flores y se acercó un
poco recelosa a su lado. Goten volteó a mirarla y le
sonrió, pero Bra empezó a reír
inexplicablemente.
— ¿De qué te ríes?—
No obtuvo respuesta porque la joven rio más fuerte.
—Dime, ¿qué es tan gracioso? ¿Tengo algo en la
cara?— cuestionó.
—Tienes... tienes polen en la nariz.
—alcanzó a decir entre risas, Bra. Él juntó
los ojos en un intento de comprobar lo dicho por ella y tal
acción sólo la hizo reír más fuerte.
—Hum, no es tan gracioso.
—expresó un poco indignado. Movió la nariz y el
polen lo hizo estornudar.
— ¿Eres alérgico?—
preguntó ella con genuino interés, aún
sonriendo.
— ¿Eh? ¡Ah, no! No soy
alérgico. —negó rápidamente
—Oh, ya veo. —dijo ella mirando las
flores. Tomó una por el tallo y recogiendo un poco su cabello,
inhaló la dulce fragancia que despedía la florecilla
blanca. Él la miraba embobado —En verdad es delicioso su
perfume. —afirmó viéndolo.
—Vamos, todavía no terminamos el
recorrido. —dijo tratando de contagiarle su entusiasmo. Hizo
un gesto con la mano y ella lo siguió.
Llegaron a un pequeño estanque en donde
unos peces dorados nadaban pacíficamente. Goten se sentó
en el césped y miró su reflejo en el agua; Bra lo
imitó.
—Hace un excelente clima, ¿no lo
crees? No ha pasado mucho tiempo desde que terminó la
época de lluvias. — Ella asintió débilmente
sin dejar de ver el agua cristalina.
—Mi hermano te pidió que vinieras,
¿no?— preguntó, suspicaz. Él parpadeó un
par de veces antes de responderle.
—No. —Bra se sorprendió.
—Yo vi a Trunks desesperado por no saber qué hacer para
ayudarte, tan... triste por no tener tiempo para ti y para atender
los asuntos de la empresa, que me ofrecí, o mejor dicho, le
pedí una oportunidad para ser yo quien te ayudara. —la
miró directo a los ojos y volvió a observar a los peces
del estanque. —Él es mi mejor amigo y comprendí que
ahora más que nunca, ambos necesitaban apoyo.
—soltó un largo suspiro y miró hacia ningún
lugar en específico.
— ¿Es verdad?— preguntó
aún con dudas.
— ¡Pues claro! No creas que para
mí era muy agradable levantarme temprano para venir a
despertarte y recibir tus duras palabras, o venir por las noches
aunque estuviera haciendo frío... —vio a Bra
avergonzarse. —Pero sé que ha servido de algo y no sabes
cuánto me alegra. —agregó
rápidamente.
—No tenías por qué hacerlo, no
era tu responsabilidad. —dijo ella en voz baja.
—Te equivocas. —explicó con
seriedad. —Yo quería hacerlo, nadie me obligó o me
lo pidió. Simplemente... quería ayudarte.
—Sigo sin entender tus razones...
Gracias. —le sonrió ampliamente.
—No hay de qué. —su celular
empezó a vibrar. — ¡Oh! Se me hizo un poco tarde
para una cita... Eh, ¿puedo dejarte aquí?— le
preguntó sin saber qué hacer.
—Por mí no hay problema.
—respondió simplemente.
—Está bien. —se levantó y
sacudió un poco su ropa. —Mañana volveré.
—agregó sonriente.
—Ya lo sabía. —rió
levemente y se despidió de él.
Vio cómo el muchacho se alejaba corriendo.
Ella se sentía feliz y sabía que era a causa de ese
joven. Siguió observando el estanque y recorrió un poco
el jardín. Para cuando su abuela le pidió que entrara a
almorzar, ella se sentía liberada y saludó a sus abuelos
con una sonrisa.
La mañana era fresca y los pájaros
cantaban. Bra se había levantado temprano para ver el amanecer
tal cual venía haciendo desde la aparición del joven Son
en su vida; ella observaba desde su ventana lo que acontecía
en el exterior y esperaba...
Goten llegó a la misma hora del día
anterior y se sorprendió al ver a la chica de pelo azul
recargada en el marco de su ventana, aún con su piyama puesta
pero con un leve brillo en los ojos. Carraspeó para llamar su
atención.
— Hola, Bra, ¿estabas
esperándome?- preguntó con diversión y ella le
arrojó una bolita de papel.
— ¡No eres tan importante!—
respondió sonriente.
—Oye... ¿piensas salir
así?— le cuestionó.
— ¿Cómo?— ella abrió
los ojos en sorpresa y enarcó ambas cejas. —
¿Salir? ¿Y a dónde? ¡Tú nunca me
preguntaste nada! —volvió a arrojarle otra bolita de
papel.
— ¿Qué? Ayer te dije que
vendría de nuevo, además, creo que te gustaría salir
por un helado, ¿o me equivoco?— ella lo miró y
dudó.
—Está bien. Pero si no me siento
cómoda o no me agrada el paseo, no vuelves jamás.
—le advirtió.
—A mí me parece justo.
—respondió encogiéndose de
hombros. "Tendré que
esperar al menos media hora." pensó, mas se equivocó respecto al tiempo
porque en cinco minutos Bra salió vestida de manera
casual.
— ¿Nos vamos?— él
asintió y fijaron rumbo hacia el parque.
La caminata fue más que agradable a pesar
de que ninguno de los dos dijo nada en el trayecto. El sol les daba
una cálida sensación cuando tocaba sus pieles y les
hacía sonreír. Tiempo atrás, Bra no se imaginaba
tener ese tipo de convivencia con Goten y ahora...
Suspiró.
— ¿Qué sucede?- le
preguntó él.
— ¿Uh? Nada, sólo estaba
pensando. — respondió ella.
—Sabes, mi sobrina te echa de menos, al
igual que Marron; sé que aún no te sientes lista para
asistir nuevamente al colegio, pero, ¿no te parece cruel
ignorar de esa manera a tus amigas? Lo único que quieren, al
igual que yo, es ayudarte. —expresó muy serio.
¡Cuánto odiaba Bra que usara ese tono de voz!
Sinceramente, prefería su faceta alegre.
—No es por crueldad. —explicó.
—Es que ellas querrán hacerme hablar sobre lo que
siento, esperarán que me eche a llorar en sus brazos y estar
ahí para consolarme, y eso es algo que yo no quiero: consuelo.
Tú, en cambio —lo miró de reojo. —me has dado
motivos para sonreír. —Ambos recordaron el día
anterior. —y eso es invaluable porque me has hecho olvidar
por un rato el dolor y ellas... solamente me harán recordar.
—volvió a suspirar.
—Comprendo. —fue lo único que
pudo decir Goten.
Luego de comprar sus helados, fueron a dar un
pequeño paseo al parque. Extrañamente, había muy
poca gente en los alrededores, cosa que no les importó a ambos
jóvenes pues así podrían platicar más a
gusto.
—Y dime, —inició Goten.
— ¿te sientes mejor ahora?
—Eso creo. —respondió
ella.
— ¿Eso crees?— cuestionó.
— ¿O estás segura de ello?— vio a Bra fruncir
los labios.
—No lo sé; me siento triste en
ocasiones. —dijo casi en un susurro.
—Es normal que te sientas así. Al
menos ya no estás tan pálida como antes y creo que es
bueno verte sin esa pijama de ositos.
—bromeó.
— ¡Oye! Es mi favorita.
—defendió Bra. Los dos empezaron a reír y
después no hubo más palabras. Goten consultó su
reloj y nuevamente se disculpó con la chica de pelo azul y se
marchó a paso rápido.
"Mañana iré. " le dijo antes de
echar a correr. Ella agitó su mano para despedirse de él
y luego de media hora, volvió a su hogar con la mente más
tranquila.
— Bra, ¡baja, por favor!— El
grito de la voz masculina es algo que ya esperaba, así que sin
demora se apresuró a salir al encuentro del amigo de su
hermano.
—Aquí estoy. —le dijo cuando
salió.
—Muy bien. Te tengo un obsequio,
¿quieres verlo?— ella movió su cabeza para afirmar
y él sacó unos pequeños sobrecitos.
— ¿Semillas?— preguntó,
confundida.
—Así es. Te explico: lo único
que debes hacer es lograr que germinen y si lo logras...
—hizo una pausa para añadir misterio, pero como Bra
frunció el ceño, prefirió decirlo de una vez.
—te daré lo que quieras para tu
cumpleaños.
—No quiero nada para mi cumpleaños.
—se giró dispuesta a marcharse. Él frunció el
ceño y observó los pequeños sobres.
—Está bien. —Goten dejó
las bolsitas en el césped. —Eso quiere decir que ya no
tengo que venir aquí. Es un gusto saber que vuelves a
sonreír, Bra. Adiós. —y se marchó. Ella quiso
decirle que no se fuera y decirle también que quería
seguir viéndolo, pero se fue tan rápido que no pudo hacer
nada. Al verlo marcharse, algo en su pecho dolió.
No lo vio ahora por dos semanas enteras, y eso
la entristecía. ¿Por qué se había ido?
¿Por qué no había vuelto? No lo sabía.
Había hecho germinar algunas de las semillas con ayuda de
algodón húmedo y los rayos del sol, y aunque no
sabía si eso tenía caso, puso demasiado empeño en
ello.
Bra seguía levantándose para ver el
amanecer; daba breves paseos por el jardín o por el parque, y
admiraba las estrellas cuando era posible: al verlas ya no
sentía alegría o paz, sino, nostalgia. Era casi
inexplicable cómo le afectó la convivencia con Goten
porque lo extrañaba mucho: era cruel de su parte no ir a
verla. Mientras pasaba las hojas de un libro sin interesarse en el
contenido, se sorprendió ahogando un sollozo por la ausencia
del chico al que consideraba ya como un amigo.
—Mi hermana ha preguntado mucho por ti.
—Después de haber hablado por media hora de cosas
triviales, Trunks cambió bruscamente de tema al igual que su
semblante: estaba serio.
—Ah, —Goten lo miró sin darle
mucha importancia. — ¿en serio?
— ¡Rayos, Goten! Deberías ser
un poco más comprensivo; primero, mi hermana te importaba
mucho, y ahora... —su amigo hizo un gesto con la mano para
que se detuviera.
—Trunks, me dijiste que no
cuestionarías mis métodos. —le
recordó.
—Así es pero Bra, no lo sé,
está diferente. A veces toma una foto de nuestros padres, la
ve y suspira, no con dolor ni con tristeza... ah, yo sé que te
extraña. —Trunks tomó asiento y miró hacia la
ventana de su oficina en pose pensativa. — ¿Te has
acercado más de lo debido a ella?— preguntó el
joven Briefs de golpe.
—No. —contestó su
compañero. —Sólo lo necesario.
Se vieron sumidos en un silencio incómodo,
algo que nunca antes había sucedido. El chico de negros
cabellos veía a su mejor amigo, y aunque no lo demostró,
le dolió que le tuviera desconfianza. ¡¿Cómo
podría insinuar que él se podría aprovechar de Bra?!
Soltó un bufido de indignación.
—Lo lamento pero no te creo. —dijo
finalmente el chico de pelo lila.
—... Maravilloso. Piensas que pude
hacerle algo a tu hermana y seguir vivo... —apretó la
mandíbula. —Esa actitud de hermano celoso no
deberías mostrarla conmigo, además, ahora tengo cosas
importantes que hacer. —se levantó y se encaminó a
la puerta dispuesto a salir de la oficina de Trunks Briefs, quien
estaba más que sorprendido por lo mal que había tomado
Goten su broma.
—Espera, oye, era sólo un juego,
¿qué te sucede? No me digas que ya te volviste aburrido.
— le dijo antes de que saliera.
— ¿Qué?— su rostro era de
mera incredulidad y al poco rato comenzó a reír. —
¡Hubieras visto tu cara cuando pensaste que me
iría!— trató de engañar a su amigo, pero... no
funcionó.
—No tengo ni la más mínima idea
de por qué te comportaste así, mas haré de cuenta
que nunca pasó si prometes que irás a ver a Bra esta
tarde, ¿trato hecho?- como buen hombre de negocios, Trunks
propuso. Y como buen amigo, Goten aceptó aunque eso
significara tener que cancelar la cita con su novia
Pares.
"Ay, Bra, me has traído muchos
problemas. Espero que valga la pena mi visita y hayas cambiado de
actitud." pensó el joven
Son mientras caminaba con las manos en los bolsillos del
pantalón hacia la ventana de la chica de cabello
azul.
— ¿Bra? ¿Me escuchas?— le
gritó.
En ese momento la joven estaba mirando una
fotografía suya de cuando era pequeña. Pronto
cumpliría quince años pero no quería recordarlo.
Escuchó el llamado de Goten y quiso dejarlo esperar así
como él la había dejado esperando.
— ¡Bra! ¡Sé que estás
ahí, así que no puedes tratar de engañarme!—
No podía jurarlo pero algo en el tono de voz que usó el
chico que no le agradó: sonaba molesto. De pronto, ya no lo
escuchó.
— ¿Goten?— se asomó por
la ventana y lo vio sentado en el césped con los brazos
apoyados en el suelo y la mirada al cielo. Ciertamente a él no
le gustaba ya la convivencia con Bra, no porque no fuese grata,
sino que ahora le preocupaba mucho más que antes. Tal vez
sería que no la veía de la misma manera desde que Trunks
le dejo ayudarla, porque le parecía un desperdicio que ella no
luchara por vivir y también le parecía egoísta de su
parte no pensar que solamente preocupaba a su hermano en vano. Pero
nunca se lo dijo. Ver que sonreía en ocasiones gracias a
él, le llenaba.
—Veo que sí las hiciste germinar.
—dijo Goten sin apartar la vista del cielo. Ella asintió
débilmente y bajó para platicar mejor con
él.
— ¿Trunks te mandó?—
él no dijo nada. — ¿Fue mi hermano quien te
pidió que vinieras?— ella sintió un nudo en la
garganta al presentir que Goten no estaba ahí por voluntad
propia cuando éste frunció los labios. —Puedes irte
cuando quieras. —le dijo fríamente sin quitarle la
mirada de encima.
—Debes decirme qué es lo quieres
para tu cumpleaños. —Al parecer Goten no había
tomado en cuenta sus palabras.
—No quiero nada.
—contestó.
—Si no me lo dices, no me iré.
—insistió.
—No quiero nada, ¿no escuchaste?
¡Nada!— espetó.
—Entonces me quedaré aquí,
disfrutando de la tarde, mirando, no lo sé, hacia tu ventana y
arrojando piedritas al vidrio. —Goten se recostó en el
suelo, puso los brazos detrás de su cabeza y cerró los
ojos. Bra estuvo tentada a darle una patada para que se fuera y
dejara de molestar.
—En verdad, no quiero nada material o
inmaterial; quiero paz y tú no puedes dármela.
—explicó con determinación. Lo vio
sonreír.
— ¿Has mirado el amanecer y visto
las estrellas?— ella asintió. — ¿Has olido el
perfume de las flores y escuchado el canto de las aves?— Bra
no dijo nada pero él sabía que sí. — ¿Has
visto la vida nacer de una pequeña semilla?— él
abrió los ojos y la vio. —Y dime, ¿cómo te
sentías cada vez que lo hacías?— ella se quedó
callada. —Te sentías en paz, ¿no es así? Yo no
puedo dártela, tienes razón, pero tú sabes cómo
conseguirla: olvídate de todo, disfruta lo bello de la vida y
cuando vuelvas a casa sabrás qué hacer. Ya no
tendrás dudas ni nada que te detenga. —Goten miró
hacia el cielo y suspiró al tiempo que sonreía.
—Sé que te preguntas cómo estoy tan seguro de lo
que te digo, y también te preguntarás porqué luzco
tan despreocupado, siempre. —ella se sentó a su lado.
—Tengo de qué preocuparme, tengo problemas y dudas, como
todos, pero si algo he aprendido es que con la desesperación
no logro nada, y es cuestión de tomar aire para encontrar
fortaleza, despejar mi mente y encarar a los problemas.
—volvió su vista hacia Bra y la miró directo a los
ojos. —Nunca podré comprender tu dolor pero me alegra
saber que con mis tonterías te hice reír. —la chica
sonrió un poco. —Espero que de ahora en adelante no
necesites de mi presencia para ser feliz. Tienes una vida por
delante, abuelos que te quieren, amigas que te aprecian y un
hermano que haría todo por ti, ¿qué más
podrías pedir?— ella miró el firmamento y le
respondió, cosa que Goten no esperaba.
—Quiero que me digas por qué te
desaparecías de repente. —Clavó sus hermosos ojos
azules en él.
—Te daba tiempo para pensar, para
apreciar lo que yo te mostraba, y también necesitaba tiempo
para mí. ¿Sabes? Ser el niñero de una adolescente es
agotador. —dijo refiriéndose a Pan.
—No vas a volver, ¿verdad? Al menos,
no por mí. —afirmó ella.
—Hum. —Goten hizo una mueca.
—Es verdad, yo ya no tengo nada que hacer aquí, las
ideas se me agotaron y ahora es tu momento de elegir qué es lo
que quieres hacer después. —Luego de decir eso, Bra se
recostó a su lado, poniendo inexplicablemente nervioso al
joven Son.
—Entonces… ¿esta es una
despedida?— preguntó.
—Creo que sí. —el chico
volteó su rostro hacia ella.
—Tal vez sí quiera algo para mi
cumpleaños. —dijo Bra haciendo que Goten le prestara
mucha atención. —Quiero que nunca le digas a Trunks
sobre esto. —él sonrió.
—Eso tenlo por seguro. —Y los dos
quedaron ahí, recostados en el césped, encontrando en las
nubes distintas formas; después, se despidieron.
Años pasaron y sus vidas eran como antes
de la tragedia. Bra estudiaba, salía divertirse con sus
amigas, tuvo novios y siempre tenía una sonrisa en el rostro.
Goten, por su parte, asistía a fiestas, invitaba a Trunks y
aunque este se negaba en ocasiones, lo obligaba a ir. Rompió
con Pares, pasó un año en la montaña Paoz con sus
padres para despejar su mente, volvió a la ciudad, su amigo le
ofreció trabajo en la Corporación y él aceptó.
Pero una tarde, mientras él paseaba por el jardín de la
C.C. vio a Bra llorando junto al estanque, y el recuerdo de pasado
azotó en su mente, así que se acercó y le
brindó apoyo pues ella había terminado con un chico al
que quería demasiado.
— ¡Tal vez es ciego! —dijo
él. —Porque yo creo que eres una de las chicas más
encantadoras que haya conocido. — ¡OOPS! Se había
evidenciado.
— ¿Eso crees?— cuestionó
ella, ilusionada.
—No solo lo creo, estoy seguro.
—contesto muy nervioso. Bra se acercó a él y lo
besó, algo que ninguno de ellos, año s atrás
hubieran imaginado que terminarían haciendo. ¡¿Pero
qué importaba?! Tal vez el destino, como ya había unido
sus caminos una vez, los quería ver juntos para siempre. Y con
ese pensamiento, se despidieron aquel día.
Una semana pasó, y Goten no se
apareció por la Corporación. Bra, entre desilusionada y
furiosa, pensaba que otra vez la vida le hacía una mala
jugada. Caminando en círculos por su habitación, la chica
de cabello azul se preguntaba qué hacer, y en eso estaba
cuando escuchó un sonido familiar en el cristal de su
ventana.
Era él, de nuevo, llamándola de esa
extraña manera que ella por mucho echó de menos. Sin
pensarlo dos veces, corrió bajando las escaleras para llegar
hasta el jardín. Ahí estaba Goten esperándola,
ocultando sus manos detrás de su espalda.
—Hola, Bra. —le saludó,
sonriendo de esa manera que a ella hipnotizaba. —Te tengo un
obsequio pero antes, necesito que cierres los ojos.
—Intrigada, lo hizo. —Ahora, ábrelos. —le
pidió él.
Cuando lo hizo, Bra no se limitó en
exponer su infinita sorpresa pues el chico estaba de rodillas
frente a ella con alas mejillas sonrojadas, sosteniendo entre sus
manos una sortija. Goten estaba pronto a hablar, mas vio, no sin
cierta sorpresa, que la muchacha cruzaba los brazos y le miraba sin
expresión en el rostro.
— ¿Qué sucede?—
preguntó.
—Sabes que nunca me dijiste el verdadero
motivo por el cual me ayudaste hace mucho. —expresó con
seriedad. —Ahora es tu oportunidad de sincerarte conmigo.
—Él se levantó, sacudió un poco el polvo en su
pantalón y la miró, agachando su mirada
después.
— ¿En verdad quieres saberlo?
Está bien. —soltó un suspiro, resignado. —Yo
siempre te he tenido aprecio, no es una noticia para ti, peor
siempre admiré que no te dabas por vencida, nunca, porque eres
orgullosa y también sé que no aceptarías la ayuda de
nadie si te lo proponías. Cuando sucedió todo eso—
hizo un gesto con la mano para explicarse. —ya no eras la
misma, es entendible, pero fue más de lo que pude soportar.
—le explicó mientras tomaba su mano. —Tu sonrisa,
—dijo al fin. —es lo más hermoso que había
visto y sabía que no volverías a sonreír si nadie te
ayudaba, y me llenó de regocijo poder ser yo quien te ayudara
a sonreír de nuevo. —Satisfecha con la explicación,
se acurrucó en su pecho y susurró en su oído
un "Ya sabes que sí quiero
casarme contigo." Al tiempo que
acercaba sus labios a los de su ahora prometido.
—Gracias por todo. —le dijo ella
antes de despedirse esa noche. Él le sonrió.
—Bra, yo sólo quería verte
sonreír.
Fin.
N/A: ¡Hola! Espero que les haya gustado. Sobre la trama no
podría decir mucho, es sólo una excentricidad que me
permití, además que la idea venía rondando por mi
cabeza hace mucho y debía sacarla, jaja. Bien, sin más y
agradeciendo que hayan leído, me despido. ¡Buen
día!