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Deseo

Te siento acercarte, tus pasos apenas se oyen, pero yo puedo reconocerlos a cualquier distancia y en cualquier parte. Susurras mi nombre, y solo por el tono de tu voz puedo decir que es lo que sientes, y lo que deseas...

Yo puedo dártelo, pero hay un precio por ello, un precio que ambos debemos pagar.

Una vez más me llamas, tu voz suena diferente, ya no dudas, ya no tienes miedo, quizá sientes que ya no te queda nada por perder. No lo sé, eres un misterio para mi, tal y como tu dices que yo lo soy para ti.
Me rodeas con tus brazos, tan delicados, para llamar mi atención quizá. Siento tu cuerpo contra mi espalda, delgado, hermoso, y tu voz, suave contra mi nuca que susurra una vez mas mi nombre. Por un momento solo quiero dejarme llevar por el instinto, darme vuelta, tomarte entre mis brazos, hacerte gritar, gemir, llorar...
Pero no es eso lo que quiero. Me quedo inmóvil, espero a ver que mas haces, quiero saber hasta que punto lo deseas. Tus manos recorren mi pecho suavemente, me acaricias de arriba a abajo, y tus labios llegan a mi cuello, besando suavemente, delicadamente, justo como tu.
Cruzamos algunas palabras, palabras sin sentido, palabras vanas, mientras tu sigues, tus caricias cada vez mas abajo, tentándome, jugando conmigo...
No me gusta la inversión de roles, y te lo hago saber, guiando tus manos a donde yo quiero. Sigues el camino que te indiqué, se que deseas esto tanto como yo, o quizá mas. De todos modos no importa, ya no quiero jugar, no quiero luchar contra mis instintos, contra mis necesidades.

Me giro y te tomo entre mis brazos, algo te asusta quizá sea el brillo en mis ojos, y sonrío, esta mirada, la provocaste tu, y ahora tendrás que afrontar las consecuencias de tus actos. Te beso, y siento tu aliento mezclarse con el mío, juego con tu lengua, masajeo, recorro tu boca reclamándola, mientras tus manos una vez mas juegan en mi espalda. Me aburren estos juegos, te lo hago saber mordiendo tu labio, y siento el grito morir en tu garganta.
Grita...
Me gusta cuando gritas...
Te acaricio, en un camino descendente, sabes bien lo que quiero, y me dejas seguir, se que tu quieres lo mismo.
Jugamos por largo tiempo, tu no quieres detenerte, no tienes miedo, no te molesta el dolor, sabes que es lo que tienes que pagar por tus acciones, es tu recompensa y tu castigo a la vez.

Ya tuve suficiente de juegos infantiles, quiero tenerte, quiero escucharte gritar, quiero darte amor, y quiero tus lágrimas. Te tiro al piso, bruscamente, tu no das muestras de dolor mientras comienzo a acomodarme, no eres consciente de lo que haces, lo se cuando me ayudas, pero ya no puedo detenerme, no lo quiero.
Finalmente te siento gemir, no se si es el dolor o el placer, y a decir verdad no me importa. Todo lo que me importa es la sensación de tu cuerpo, la suave presión de tus dedos en mis brazos, nuestro baile, el juego...
Te lastimo, lo se cuando veo tus lágrimas, pero no quiero detenerme, y se que tu tampoco lo deseas.
Te gusta que te lastime? Disfrutas con el dolor? Solo pídemelo y me detendré, solo muéstrame que sientes verdadero dolor y dejaré esto. Aprietas mis brazos, quieres que siga, y yo no seré quien te niegue tu deseo.
Tu voz se ahoga, no quieres gritar, te beso, te muerdo los labios con fuerza, quiero que grites, pero tu peleas para no hacerlo. Te lo susurro al oído suavemente, grita para mi, esto no es mas que un juego y debes seguir mis reglas, grita, obséquiame con tu dolor, y yo te obsequiaré con placer.
Finalmente gritas, tu voz me desgarra el corazón, pero tu mirada me hace olvidarlo, puedo ver el deseo, puedo ver el placer llenando todos tus sentidos y me dejo llevar.

Me dejo caer, inconscientemente tengo cuidado de no caer sobre ti, y me quedo allí, a tu lado escuchando tu respiración agitada. Era eso lo que querías? Que te usara? Que jugara contigo? Para eso me buscaste...?
Yo no quería lastimarte, realmente lo siento, pero no puedo decirte nada, cualquier cosa que te dijera sería una mentira. Te miro, en ese momento eres la criatura mas hermosa de la creación, observo el subir y bajar de tu pecho, tu delicado perfil, y la sangre que apenas brota de tus heridas abiertas. Esas heridas no importan, esas heridas sanan, pero la herida que tienes en el alma... Esa jamás podré curarla...
Me pongo de pie, es hora de que me marche. Ni siquiera me miras, no se lo que sientes, no se porque me buscaste, porque me obligaste a hacerte eso, a dañarte, a herirte, a jugar contigo...
Acaso jugabas conmigo? O es aquello que tu llamas amor?
No lo se, y tal vez no quiera saberlo.