Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Sólo la Luz, Sólo Mi Luz... ❯ One-Shot ( Chapter 1 )
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Sólo La Luz, Sólo Mi Luz...
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
Notas: Nada de violencia, sólo algo de sorpresa. Otro drabble, si no han leído la pieza acompañante no hay problema, creo que puede leerse sola. Si sienten curiosidad, la otra pieza se titula “Corre, Corre, Pequeño Auror...”
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Draco observó a su alrededor con cansancio, el día había sido largo y lo único que deseaba en esos momentos era salir de allí, a donde fuera, no le importaba, tan sólo salir de allí. La vida de mortífago no le sentaba nada bien. Había cometido algunas fechorías como uno pero ninguna por la cual pudieran aprisionarlo de por vida o enviarlo a Azkabán, de eso estaba seguro y sus guantes eran el secreto.
Estaba seguro de que pronto lo atraparían, estaba seguro de que pronto, muy pronto, infiltrarían el lugar donde se estaban escondiendo. Tan sólo él sabía que uno de los aurores había escapado con vida, los demás que habían intentado huir habían muerto, el resto estaba bien resguardado en aquel maldito lugar. Pero uno de ellos había escapado y eso sería su destrucción. ¿Por qué? Como nadie sospechaba que estaba vivo... ninguno de los mortífagos se había preocupado por resguardar mejor el lugar o doblar la vigilancia o simplemente abandonar el sitio.
Se detuvo unos segundos antes de subir la escalera que llevaba hasta la muralla que resguardaba el interior. Necesitaba aire fresco y hubiera deseado poder quitarse la máscara pero a ninguno le estaba permitido hacerlo si salía afuera. Pero no iba a renunciar a ese pequeño placer por una estúpida máscara por lo cual se ajustó la endemoniada cosa y luego se ajustó sus preciados guantes. Subió y aspiró un poco de brisa nocturna mirando hacia el cielo estrellado y hacia el bosque que los ocultaba.
Mientras observaba y su alma se bañaba en aquellas tranquilas horas su mente regresó brevemente hasta la noche en que había visto por última vez los cabellos rojos del auror. “Qué buen rato.” Murmuró al silencio y sonrió. Fue entonces que una lluvia de estrellas anunció el ataque. Estaban tan cerca, prácticamente adentro. Lo sorpresivo del ataque lo confundió el tiempo suficiente para que una de las ráfagas de magia lo alcanzara y cayó al suelo sin sentido.
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Despertó de golpe, con un gemido que se congeló en su garganta. Aurores, cientos de aurores y él en el suelo, maniatado y sin su máscara. Palpó y suspiró aliviado, aún tenía sus guantes. Estaba tirado de lado sobre la hierba algo húmeda por el rocío nocturno. El lugar donde habían estado escondidos ardía en llamas y sólo algunos mortífagos habían sido capturados, el resto había huido o había sucumbido bajo el fuego mágico de los aurores. Al menos no había perecido en el interior del maldito lugar.
Intentó asesar los daños en su cuerpo y se sorprendió de no sentir nada fuera de lugar, magullado o golpeado. Varios otros mortífagos estaban en las mismas posiciones a ambos lados, algunos aún desmayados y algunos aurores los vigilaban. Sacudió la cabeza levemente, el rocío le había humedecido el cabello y de repente sentía un frío que le calaba hasta los huesos seguramente los efectos secundarios de la maldición que habían utilizado en su cuerpo pero no por eso dejó de temblar.
Vio entonces que un grupo de seis aurores se acercaban a pasos rápidos, varitas en mano y comenzaron a hablar con los que vigilaban. Escuchó que mencionaban su nombre y los vio señalar en su dirección. Parpadeó con lentitud al verlos acercarse y como en sueños se percató que uno de ellos tenía los cabellos rojos. Rojos y largos como llamas de fuego, los demás se perdían tras sus capuchas de aurores. “¿Draco Malfoy?” Levantó la cabeza en dirección del hombre que le hablaba y asintió. El auror hizo señas al resto y lo levantaron del suelo. “Tenemos órdenes de una ejecución inmediata, estás acusado de asesinato...” Draco no podía creerlo... ¿Cómo podían tener semejante acusación en su contra cuando él estaba seguro de que nadie había muerto a sus manos, ni siquiera un miserable muggle? “...por esta razón el Ministerio de Magia ha ordenado la ejecución sin la necesidad de un juicio.”
Decir que su mundo se había roto bajo sus pies era poco. Los hombres lo levantaron del suelo y lo hicieron caminar. No miró a dónde lo llevaban pero pronto se vio rodeado de semipenumbra y oscuridad, lo habían llevado al interior del bosque, seguramente para cumplir la sentencia. Lo dejaron atado y lo rodearon apuntándole con las varitas. “Nuestra unidad no suele cumplir sentencias de este tipo y pensamos que podemos darle unos minutos para una última petición, si es que tienes alguna, Draco Malfoy.” Vaya amabilidad... pensó de repente, pero no tenía ni una sola petición, aún estaba demasiado atontado por los hechos de unas horas atrás. A pesar de todo una pregunta saltó a su mente y con algo de nerviosismo se dispuso a recibir respuesta.
“Sólo tengo una petición... Conocer el nombre del hombre por el cual estoy acusado de asesinato.” Los aurores se miraron al parecer con sorpresa.
“¿No lo escuchó?” Draco sintió su rostro enrojecer, ¿acaso los aurores estaban jugándole una broma? Él no había escuchado nada desde que escuchara la palabra asesinato. Negó con suavidad y bajó los ojos al suelo esperando por la respuesta. Su cuerpo aún temblaba y sentía que pronto volvería a peder la consciencia, esperaba que la sentencia de muerte lo sacara de la humillación de desmayarse frente a su escuadrón de ejecución.
“Está acusado del asesinato de un Ronald Weasley.”
El corazón le dio un vuelvo y casi se fue de bruces pero logró balancearse a tiempo. “No.” Susurró angustiado. “Eso no puede ser cierto.”
“Ronald Weasley fue hallado muerto en los predios del Ministerio de Magia donde aparentemente intentaba llegar luego de escapar de los mortífagos que lo habían tenido prisionero por dos días.” Draco negaba vehemente e intentaba controlar su respiración para no hiperventilar, no podía ser posible que el pelirojo hubiera muerto, él se había encargado... ¿cómo habían encontrado el lugar si no había sido por Weasley?
“No puede ser cierto... Me aseguré de tenerlos puestos... no pueden haberme fallado.” Murmuró con aprehensión mientras comenzaba a temblar fuertemente.
“¿Qué tenía puesto, señor Malfoy?”
“Mis guantes... los tenía puestos. Anulan la maldición de la muerte. No pueden haber fallado... los he usado todo el tiempo...” Uno de los aurores se acercó y con lentitud le quitó los guantes de cuero negro y fino para pasárselos al auror de cabellos rojos quien los examinó con detenimiento antes de probarlos con su varita. “No puede estar muerto.” Volvió a murmurar antes de caer de rodillas al suelo presa de un ataque de histeria. Pensaba que había logrado burlar a los mortífagos todo ese tiempo. Sí, se había unido a la fuerza, porque su padre lo había obligado, pero él había encontrado la forma de burlarlos. “Por Merlín.” El círculo de aurores se cerró a su alrededor cuando sintió que perdía la consciencia. Podía escuchar gritos a su alrededor, palabras murmuradas con urgencia y de pronto cientos de cabezas rojas a su alrededor. El auror de cabellos rojos dominaba su visión pero a su lado los demás también tenían cabellos rojos... pensó que enloquecía y no dudó ni un segundo en merecerse la maldición de la locura. Ronald Weasley no podía estar muerto... no su pequeño auror. Con esos últimos pensamientos la oscuridad se apoderó de su cuerpo dando paso a una fría calma.
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Draco despertó... nuevamente, pero esta vez a la suave luz de la mañana. No había abierto los ojos aún pero su cabeza se había movido levemente por lo que supo que tan pronto abriera los ojos a esa luz su malestar se incrementaría a la décima potencia. Gruñó suavemente su descontento y escuchó voces a su alrededor.
“Sshhh... está despertando.”
“¡Ya era tiempo!” Exclamó una voz justo a su lado que casi le vuela su pretensión de seguir semi dormido.
“Fred, te dije que no hablaras tan fuerte. Bill, ¿qué rayos le diste para que durmiera tanto?” Esta vez era una voz femenina. Tuvo que abrir los ojos y comprobar dónde se hallaba y con quiénes porque era obvio que aquellos no eran aurores.
Rojo... Todos a su alrededor tenían cabellos rojos.
“Creo que finalmente enloquecí. Demasiados cruciatus.” Susurró. Seis personas, todas con cabellos rojos lo observaban en silencio. Ninguno parecía moverse, los observó uno a uno... pero no fue hasta que sus ojos cayeron en los rostros gemelos que finalmente hizo la conexión. Por Merlín, estaba frito... Que los aurores lo hubieran encontrado era una cosa... podía pasarse... ellos tenían que seguir las leyes, pero estaba entre Weasleys... seguramente esperando venganza por la muerte del menor de los jóvenes, Ron.
“Ron...” Susurró al recordar el nombre.
“Eres un bastardo muy afortunado, Draco Malfoy.” Exclamó uno de los gemelos con malicia. “¿Quién lo habría pensado? Esos guantes son excelentes, ¿cómo los conseguiste y qué hechizo usaste?” Las preguntas se las alternaba con su hermano y Draco sintió que la cabeza le daba vueltas.
“Ya déjenlo en paz, lo están mortificando.” Exclamó la jovencita que Draco reconoció como la hermana de Weasley.
“¿Van a matarme?” Preguntó de repente recordando todo el asunto.
“¿Por qué?” Preguntaron casi a la vez los seis ocupantes y Draco se llevó las manos a la sien.
“Bien, será mejor que lo dejen descansar, luego le pueden preguntar todo lo que quieran.”
“Eres un aguafiestas, Percy.”
“Ustedes son los bárbaros.”
“Percy tiene razón.” Comentó Charlie con tranquilidad. “Será mejor que le avisemos a Ron.” Al sonido del nombre Draco se puso alerta y esperó lo que le pareció una eternidad por recibir una respuesta adecuada.
“Vaya, realmente nuestro hermanito es un suertudo. Un Malfoy, un maldito Malfoy, comiendo de la palma de su mano.” Draco enrojeció y estuvo a punto de responder cuando una voz que no había escuchado desde hacía varios meses hizo que todos volvieran la vista hacia la puerta.
“¿Quién está comiendo de la mano de quién? ¿Y por qué demonios están todos en el cuarto? Se suponía que esperarían afuera.” La mirada enojada de Ron hizo que los gemelos rieran y el resto le dirigiera miradas comprensivas o maliciosas. “Fuera.” Ron lo ordenó una sola vez y todo el equipo de Weasley salió de la habitación sin chistar. Draco lo observó incapaz de quitarle los ojos de encima, rogando porque aquel no fuera un sueño y que el pelirojo estuviera realmente allí. Sin pensarlo extendió su mano en dirección al joven, temblaba, lo sabía, pero en esos momentos no le importaba. Sentía como si todo su ser estuviera allí destrozado y abierto para que todos pudieran verlo a él y sus emociones en carne viva.
“Estás vivo.”
“Claro que lo estoy, tú mejor que nadie debería saberlo.” Le dijo algo confundido.
“Pensé... ellos dijeron... que tú no...” El pelirojo se acercó y apretó su mano.
“Ssshhh... sólo bromeaban, estoy seguro. No les hagas caso, son así. ¿Te sientes mejor?” Asintió y el pelirojo lo fue acomodando sobre la cama. “Descansa, te levantaré para que comas algo más tarde, aún es muy temprano.” Asintió su conformidad y lo vio salir de la habitación.
No volvió a dormir, no hubiera podido de quererlo, por lo que se quedó allí descansando y tratando de comprender lo sucedido. Los Weasley lo habían rescatado. ¿Significaba eso que no tendría que ir a juicio por sus actividades como mortífago? “Rescatado por un Weasley.” Murmuró a la habitación vacía. “Irónico.”
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Draco se ajustó la máscara blanca sobre el rostro, una sonrisa maligna en sus enrojecidos labios mientras procuraba que sus ropas de mortífagos estuvieran perfectamente arregladas. Ajustó sus guantes y miró al fondo del pasillo, a la puerta donde su víctima esperaba. Dejó que sus pasos resonaran a propósito mientras se acercaba lentamente. Se detuvo frente a la puerta unos minutos eternos sintiendo su corazón golpear en su pecho con fuerza, la adrenalina corriendo por sus venas enloqueciéndolo.
Empujó la puerta como al descuido y fijó sus ojos azules en el interior pobremente iluminado de la habitación. Su víctima se estremeció al verlo pero no podía moverse de su lugar. Tenía las manos extendidas y atadas a la cabecera de la cama con sogas, así mismo sus piernas estaban separadas y atadas, era una visión deliciosa, especialmente los labios maltratados por la mordaza. Un susurro de telas denunció sus movimientos mientras se acercaba. Se quitó la máscara y la dejó sobre la mesa al lado de la cama.
Recorrió con la mirada el cuerpo que respiraba de forma errática hasta que llegó a los ojos azules que lo miraban muy abiertos y algo dilatados. “¿Estabas esperándome?” Le dijo burlón y vio el cuerpo intentar safarse de sus ataduras haciendo que los músculos se marcaran bajo la piel desnuda. Lo único que había hecho por cubrir el cuerpo había sido ponerle un pedazo de la sábana encima y ahora podía ver a las claras el efecto que la situación estaba teniendo sobre su víctima. “Claro que me estabas esperando.” Dijo mientras se sentaba al lado del cuerpo y pasaba una mano enguantada por el muslo. La reacción no se hizo esperar y Draco sonrió. A la vista de su prisionero fue quitándose los guantes con sensual lentitud. Los sacudió levemente y se inclinó hacia adelante colocándolos en la mano derecha de su prisionero. “¿Podrías sujetarlos por mí, pequeño auror? Ojala no tengas que dejarlos caer, pero te aseguro que me daré cuenta si lo haces.” Susurró cerca del oído.
Sonrió cuando la mano se apretó con furia sobre el material de los guantes. Se agachó y se quitó las botas y las medias bajo ellas con parsimoniosa lentitud. Sabía perfectamente que todos sus movimientos eran seguidos por unos hermosos ojos azules. Finalmente decidió no hacerlo esperar más, además su corazón lo iba a matar de un momento a otro por más fachada de tranquilidad que sintiera.
Cuidadosamente se acomodó entra las piernas y las levantó un poco, luego sus finos pálidas manos desabrocharon la túnica negra dejándola caer hasta sus brazos donde se agolpó a su alrededor. No se la quitó, esta vez iba a ser todo lo mortífago que podía y quería que su prisionero lo supiera. Lo único que permitió fue que se abriera al frente mostrando que bajo ella estaba completamente desnudo. “¿No vas a suplicar que no te haga daño, auror?” Llevó las caderas sobre sus piernas y quitó la sábana dejando el cuerpo completamente al descubierto, susurró un hechizo de lubricación y acarició la sonrosada entrada sintiéndolo estremecer. “Ahhh... olvidé que no puedes suplicar, qué tonto de mi parte. Es una pena, tendré que continuar sin tu opinión.” Lubricó su propia erección y la posicionó sobre aquella entrada cálida y palpitante presionando suavemente para que supiera que estaba allí. Sus ojos no se despegaron de la mano que sujetaba los guantes, seguían allí, por un momento su mirada se desvió hacia aquel rostro pecoso que luchaba por respirar y que estaba algo sonrojado como si fuera su primera vez nuevamente.
“¿Aún eres tan estrecho como la primera vez, auror? Espero que sí. Es tu última oportunidad para hablar.” Lo vio negar visiblemente y los nudillos de su mano derecha palidecieron bajo la presión que ejercía sobre los guantes. Draco asintió con una mirada llena de lujuria y deseo mientras apretaba las caderas de su prisionero.
Entonces el mundo de Draco estalló en luz.
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Se dejó caer sobre el pecho agitado y por unos instantes permaneció allí, satisfecho y disfrutando de la calidez del cuerpo al cual permanecía unido. A pesar de su delirio pudo ver el momento justo en que la mano derecha de su prisionero soltaba los guantes, de inmediato y con gran cuidado quitó la mordaza para darle un largo beso. “Ron.” Susurró cuando terminó. Los brazos del pelirojo lo apretaron por la cintura y las piernas se enredaron con las suyas en el momento en que las cuerdas desaparecieron para mantenerlo en su lugar. Los labios del pelirojo lo atormentaron brevemente antes de voltearlo y quedar sobre su cuerpo. Abrió sus ojos cuan grandes eran cuando el cuerpo se separó y sintió que el joven presionaba su recientemente recuperada erección contra su vientre. Vio la sonrisa maliciosa en los ojos del pelirojo y tembló de miedo y deseo.
Si alguna vez había imaginado el rostro que podrían tener sus sueños en esos momentos supo que lo tenía de frente.
“Tiempo de corresponder la amabilidad.” Susurró en su oído mientras acariciaba su rostro y Draco suspiró en respuesta.
“¿Quién podrá atraparte, señor de las tinieblas? Sólo la luz...” Le besó con suavidad para volver a susurrar. “¿Quién podrá salvarte, seguidor de la oscuridad? Sólo la luz, sólo mi luz.”
Y Draco sonrió.
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Fin
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Para los que no captaron por qué puse tanto énfasis en que Ron sujetara los guantes les explico. Es la clave para que Draco sepa si Ron se arrepiente y desea que se detenga. Como una palabra segura mientras se lleva a cabo un juego, es por eso que el rubio estaba tan atento. Lo demás pueden interpretarlo como deseen... ejem... para eso son los lectores. =)
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Gracias por leer.