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UN PRINCIPE ENAMORADO
Por Zetus
Capitulo 1
Emociones Humanas
Estaba de pie en un balcón del castillo con el viento acariciando su rostro, recordando tiempos pasados sin ninguna razón aparente. Su mente estaba inundada con los recuerdos de tiempos olvidados. Pero habían transcurrido muchos años, tantos, que la batalla de la derrota de Naraku se había convertido en un relato más para asustar a los niños, una leyenda de épocas antiguas.
No comprendía porque, pero últimamente tenía días en que su mente se sumergía en el olvido tratando de buscar paz y siempre revivía aquella época llena de batallas, enemigos, espadas mágicas, su medio hermano y una niña pequeña.
Como si el peso de aquellos recuerdos fuera enorme Sesshoumaru respiró profundamente, la noción de Inuyasha lo hizo torcer la boca en una mueca. No lograba comprender el porque, pero su descerebrado hermano tenía una familia y él no.
Algo dentro de sí mismo le recordó que él no estaba solo y sin proponérselo sonrió ante la imagen de Rin en su mente. Fugazmente repasó la vida de la pequeña junto a él, estaba seguro que nunca le había faltado nada y por un segundo dejó que su mente atesorara la compañía de Rin, como una bendición en su solitaria vida.
Aunque se consideraba afortunado, aún no conocía el amor. Su única noción de amor era el que alguna vez su madre le había inspirado, pero sabía de sobra que amar era algo más complicado y gratificante que el cariño de un hijo por su madre. No podía seguir ignorando aquella necesidad tan primitiva de cualquier ser viviente, demonio o humano, por lo que en ese instante su decisión fue final.
Se quedó contemplando el vasto territorio que eran sus dominios, pero dejó su ensueño cuando percibió la presencia de Rin detrás de él.
"Sesshoumaru-sama regresaré en 3 días!"
"Muy bien...Rin...porque los visitas tanto?"
"Ah?...err bueno es que... "
Rin se detuvo sobre sus palabras, asaltada por el extraño sentimiento que tenía atravesado en el pecho desde hacía meses. Aquel vacío en el estómago se aplacaba cuando estaba en la aldea con Inuyasha y los demás, pero no se atrevía a decirle nada a su amo, por temor a molestarlo y parecer una débil y miserable humana. Rin se rió para sus adentros, ella en realidad, era una débil mujer humana. Al percibir su leve risa Sesshoumaru se volvió para verla de frente.
"Y bien, termina lo que ibas a decir!"
"Nada…me gusta estar con ellos es todo!"
"mmm! Llevarás a A-UN?!"
"Si, no hay problema o sí?'
"Para nada!"
"Arigato Amo"
La siguió con la mirada mientras se alejaba feliz, bajando las escaleras prácticamente corriendo. No tuvo que bajar la mirada, con solo estirar la mano pudo tomar flor que ella le había dejado. Junto a él, Jaken lo miraba a la expectativa.
"No la pierdas de vista!"
"Como usted diga Amo bonito!!"
Al quedarse solo, tomó la pequeña flor entre sus dedos, cerró los ojos y disfrutó del perfume de su protegida impregnado en los pétalos. Era un aroma suave y delicado como ella. El youkai no entendía porque su protegida iba tan seguido a visitar a su hermano menor, pero suponía que era porque de vez en cuando Rin necesitaba estar con humanos como ella. Ni una sola vez pensaba que lo hacía para escapar de sus sentimientos.
Observó como guiaba al dragón hasta el centro del castillo, en el jardín principal. Acariciaba las dos cabezas como si fueran sus mascotas, la bestia parecía un gran perro moviendo la cola. Rin se detuvo antes de subir al lomo del animal, dió tres pasos, tomó a Jaken en brazos y lo puso sobre A-UN con delicadeza, como si fuera un niño.
*Se supone que TU la cuides a ella no al revés, SAPO INUTIL!!!*
Rápidamente con los dos cómodamente sentados, el dragón se elevó por los aires y como siempre ella se alejo del castillo diciéndole adiós con la mano, pronto fueron pero un punto en el horizonte.
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"Jaken no tenías que venir si no lo deseas"
"El amo me lo pidió!"
"Ya lo sé, siempre puedo contar con tu compañía. Los niños estarán felices!"
"Ha! Ellos sólo me tratan como si fuera su juguete, cuando Rin lo hacía era muy pequeña y no demasiado fuerte, pero esos dos son otro asunto, especialmente la niña es muy agresiva!"
"Ha ha ha es difícil creer que alguna vez ustedes eran enemigos mortales!"
"Si es cierto pero eso fue hace mucho…porque vamos a visitarlos tan seguido?!"
"Ah! Bueno es que me encanta estar con ellos, me hacen sentir…no sé querida"
"Umm! Que peculiares sentimientos tienen los humanos, no los comprendo!"
"Ja ja, señor Jaken yo tampoco comprendo muy bien la forma de ser youkai!"
Jaken pudo percibir la tristeza de su voz, había algo en la manera de pronunciar sus palabras que parecía consumirla, como si quemara sus entrañas. La mayor parte del tiempo Rin era un misterio para el pequeño Jaken, pero después de tantos años sabía muy bien cuando algo le molestaba, como ahora.
Se notaba triste y deprimida, con una sombra oscureciendo su usual alegría de vivir. Jaken no dijo nada, porque por un momento, pudo ver como el brillo de sus ojos se desvanecía, y le pareció que se volvía tan melancólica como su amo. El pequeño demonio se quedó pensando en silencio que podría estar entristeciéndola, pero no pudo encontrar una respuesta satisfactoria por lo que guardó su curiosidad para después.
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Kagome estaba buscando hierbas mientras los pequeños jugaban cerca de donde ella estaba. Se detuvo un momento para admirar a sus hijos. Van levantaba su pequeña nariz en el aire, tratando de identificar mejor el aroma que lo había distraído tan solo momentos antes.
Era una copia exacta de Inuyasha desde los ojos hasta el color de su cabello, sin embargo el carácter de su hijo era amable y gentil. Keiko, era una mezcla adorable de ambos, cabello negro, ojos violeta y la fiel representante del temperamento de su padre. Como su hermano, escudriñaba el aire y movía sus pequeñas orejas escuchando con atención. Ambos tenían una sonrisa dibujada en los labios.
Verlos así le producía una sensación de bienestar y orgullo, una alegría y satisfacción fuera de este mundo, completamente especial y diferente. Era comprender que aquella personita tan diferente y parecida a la vez, era una extensión de si misma, producto del amor con ese ser maravilloso y temperamental que amaba con todas sus fuerzas, haciendo de su vida una experiencia maravillosa. Junto a ella Shippou observaba a los cachorros con expresión cálida. A pesar de ser un youkai adulto para ella siempre sería su pequeño kitsune. Van fue el primero en decir algo.
"Está aquí te diste cuenta Keiko?"
"Por supuesto Tonto!"
"Pero yo la detecté primero!"
"Si claro sigue soñando bebé venenoso yo no había dicho nada para que no te sintieras mal few!"
"Eso no es cierto, mentirosa!"
"Grrr!"
"Grrr para ti! Eres una odiosa!"
"Yo no tengo la culpa de ser más fuerte que tú bebé venenoso!!"
Keiko estaba a punto de golpearlo la cabeza cuando la voz de su madre la detuvo.
"Suficiente! Se puede saber que pasa?"
"Rin ya llegó!!"
"Maravilloso y entonces que esperan para ir a saludarla?"
Ambos salieron disparados, no importaba cuantas veces los viera, siempre se maravillaba con la velocidad de sus hijos, recordatorio permanente de la sangre youkai que corría por sus venas.
Sonrió para sí misma un poco sorprendida, Rin estaba de vuelta y tan solo habían pasado 2 semanas desde la última visita. Aquella vez Kagome pensó que su amiga estaba cambiada, pero no lograba entender porque, después de tantos años viviendo con Sesshoumaru, Rin había aprendido a esconder sus emociones tan bien como él, sin embargo estaba segura que algo la molestaba.
Con las hierbas en su canasta empezó a caminar hacia su casa adivinando que Rin estaría rodando por los suelos abrazada a Van y Keiko.
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Al verlos corriendo hacia ella todos sus pensamientos tristes se desvanecieron, mientras abría los brazos para recibirlos.
Jaken la observó consciente que Rin había dejado de ser una niña, para convertirse en toda una mujer que disfrutaba de la compañía de los demonios y humanos por igual, podía adivinar que como él la joven no soportaba la idea de separarse de Sesshoumaru.
Sin embargo, verla tan feliz, hizo obvio aquella tristeza latente en su voz que con tanto ahínco trataba de esconder en la profundidad de su mirada. Las constantes visitas donde Inuyasha y su familia, sus largas y silenciosas caminatas por el castillo, lo poco que comía y las largas horas que pasaba encerrada en su habitación, todo desfiló frente a los ojos youkai como una película. No había duda, algo extraño le pasaba a Rin y él debía saber que, para poder contarle a su amo.
Jaken se distrajo con el ruido del pequeño acercándose a todo lo que sus piernas daban. Van se abalanzó sobre ella tumbándola de espaldas y rodando por el suelo con una gran sonrisa.
"Hola Bebé me extrañaste?"
"Siiii!! Que dicha verte otra vez!"
"Quítate Bebe yo también quiero abrazarla!"
El pequeño no se movió, pero al oír a su hermana gruñir se apartó con pereza y refunfuñando.
"Keiko cada vez que te veo estás más linda!"
"Gracias…dime cuanto tiempo te quedarás esta vez?"
"Muchos días!"
"Pero…y mi Tío?"
"No se preocupen por él, está muy ocupado"
Al escucharla Jaken no estaba seguro de que hacer o pensar, podía preguntarle a Rin directamente o salir corriendo hasta el castillo, claramente la había escuchado decir tres días y no era común que ella dijera mentiras mucho menos a su Amo. Ignorando su deseo de armarle un alboroto, apretó con fuerza el báculo entre sus manos y se dispuso a recibir su dosis de recibimiento hanyou.
Rin ahogó la risa al ver como Van abrazaba a Jaken tan fuerte que el pobre demonio casi se desmaya.