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Capítulo 4

Difícil verlo cuando está frente a tí

Folken estaba en una de las ventanas del castillo cuando lo vió partir. Envuelto en su nube era la viva imagen de realeza y poder youkai. Una pequeña mano tiraba de sus ropas con insistencia. Distrayéndola con una sonrisa le aseguró a su pequeña hija que pronto tendría a Rin de vuelta en el castillo.

"La extraño mucho!"

"Yo también pero ahora vamos a dormir"

"Buenas noches Otosan!"

"Que descanses pequeña"

Folken miraba al cielo nocturno recordando la primera vez que había visto a Rin hacía ya tantos años, el recuerdo de su esposa lo entristeció levemente, la extrañaba mucho pero se sintió feliz de tener a Kali junto a él, aquella pequeña era el vivo retrato de su esposa muerta.

El fiel sirviente suspiró y sonrió por su Amo que contrario a lo que decía, iba buscar a Rin porque no soportaba estar en el castillo sin ella. Lo que para él y el resto de las personas era tan claro parecía pasar desapercibido para el poderoso youkai.

*********

Rin estaba sentada con las piernas cruzadas una sobre la otra pensando en los últimos ocho días. Habían sido ocho días sin sentimientos de tristeza ni ganas de llorar y eso la animaba, estar en compañía de sus amigos le ayudaba a olvidar por momentos.

Se volvió para ver a Jaken que dormía placidamente. Se sintió culpable de haberlo arrastrado con ella sabiendo que el príncipe lo reprendería. Con una sonrisa recordó a la pequeña Kali, sabía que iba a estar furiosa por todos esos días ausente.

Se levantó para irse a bañar y tomando sus utensilios de baño, regalo de Kagome, salió silenciosamente de la cabaña para no despertar a Jaken.

Sesshoumaru casi había llegado a la aldea cuando el aroma de Rin lo desvió de su curso. Frunció el ceño y cambio la dirección, hacia el río, donde percibía su aroma con mayor intensidad. Tocó suelo silenciosamente donde nadie pudiera observarlo y comenzó a caminar en dirección a la orilla, preguntándose que podría estar haciendo tan tarde en ese lugar y sola, iba algo distraído pensando en lo que le podía decir al verla, cuando sus ojos registraron una figura familiar a muy poca distancia, poco le faltó para caer de bruces al enfocar la mirada y reconocer a Rin.

La luna brillaba iluminando todo, dándole un tono casi irreal e hipnótico a la escena frente a él. Por un fugaz momento titubeó para luego buscar, sigilosamente, refugio en un árbol cercano. Tenía la mirada fija en ella con los ojos tan abiertos que parecía que se desprenderían de su rostro en cualquier momento, y podía escuchar una voz dentro de él gritando incoherencias que no molestó en tratar de descifrar.

Casi sin respirar observó como Rin se deshacía del kimono que cubría su cuerpo, desatando la tira que ceñía la prenda a su cintura, deslizando una mano entre su hombro y la tela para luego hacer lo mismo con el otro lado, el kimono cayó al suelo con suavidad, a medida que la tela dejaba ver su cuerpo totalmente desnudo los ojos ámbar no parpadearon, procurando no perder ni un solo segundo de lo que parecía ser un espejismo. Completamente ajena a su observador recogió el kimono y lo puso sobre una piedra antes de entrar al agua.

La mente del youkai trabajaba con dificultad tratando de registrar todo lo que la voz, que no había dejado de gritar, trataba de decirle. Eso y el hecho de que su cuerpo parecía estar despertando de un sueño muy profundo, haciéndolo darse cuenta de sensaciones totalmente desconocidas para él, hasta ahora. Se llevó la mano hasta la sien frotándola levemente como tratando de clarificar sus pensamientos.

Era como si Rin fuera alguien nuevo, como si no la conociera, la mujer que estaba en el agua, definitivamente no era la misma que él había salvado hacía ya tantos años. Se detuvo a pensar cuantos años eran, le parecieron muchos, quizás 10, inconscientemente sabía que eran más, pero eso él no lo entendía porque para un youkai el tiempo era totalmente relativo.

Su mirada regresó al río, advirtiendo que para los humanos el tiempo traía muchos cambios, y muy agradables según podía apreciar. Puso esas ideas a un lado para concentrar su atención y todos sus sentidos en verla. Su piel se veía tan suave, brillante y acariciable que sintió como su mano se alargaba tratando de tocarla.

Sus dedos ardían con el deseo de deslizarse sobre el cuerpo desnudo pero acalló esas sensaciones cerrando la mano en un puño con fuera, en cambio, se concentró en ella, en admirarla, en detallar todas y cada una de sus facciones, su cabello fue lo primero que vió, era tan negro como el ébano y le caía suelto sobre la espalda contrastando con la blancura de su piel. Aquella cabellera tan sedosa parecía invitarlo a que deslizara las manos por entre sus mechones, seduciéndolo.

Rin tenía un cuerpo tan tentador y sugestivo, que tuvo que cerrar los ojos para evitar lo borroso de su visión. Su propio cuerpo seguía reaccionando a lo que sus ojos veían, casi como rebelándose a su dueño que deseaba mantener a toda costa su acostumbrado control.

Su protegida era dueña de unas hermosas y esbeltas piernas. Su torso en perfecta armonía con sus delicados y torneados hombros, era estilizado. Tragó saliva al pensar lo delicioso que sería clavar sus colmillos en ella, nunca hasta ahora habría imaginado que los hombros de una mujer lo hicieran pensar de esa forma. Sus brazos eran largos, extensiones perfectas de su cuerpo. La mirada ámbar se tornaba más líquida con cada minuto que detallaba todas y cada una de las curvas femeninas.

De pronto sintió como su garganta se cerraba de golpe al fijarse en su pecho, la voz dentro de él gritaba ahora con más fuerza tratando de no ser ignorada, pero estaba perdido en la figura frente a él, sus senos eran perfectos, firmes, abundantes, totalmente vírgenes y deseables.

Imaginaba lo que sería acariciarla, tener sus senos entre sus manos, rozando su cuerpo, poder perderse al placer de devorarlos con sus colmillos, estimularlos con sus dedos, llevarlos a su boca y delinearlos con su lengua. Sus pezones eran rosados y al contacto con el agua fría se erguían haciéndolos más tentadores.

Sesshoumaru respiraba a intervalos, y se llevaba la mano al pecho como si sintiera dolor, trataba de controlar sin mucho éxito, los impulsos de su cuerpo que parecía reaccionar por su propia cuenta.

En su mente empezó a hacerse una idea de como sería experimentar el calor de la piel escondida entre los muslos de Rin, hundir sus dedos dentro de ella, saborear su esencia.

Pensaba que una mujer como ella, con ese cuerpo, volvería loco de deseo y pasión a cualquier hombre o youkai, su propia sangre hervía en sus venas con las imágenes de su cuerpo desnudo entre sus brazos, avivadas por la insistente voz dentro de él.

Quería pensar con claridad pero lo que sentía era como una ola que lo arrastraba, sentía algo diferente en su cuerpo, estaba haciendo ruidos, más bien gruñidos y...abrió aún más los ojos, lentamente bajó la mirada asombrado, aparentemente su cuerpo reaccionaba más rápido que su mente, lo que era peor aun no mostraba signos de flacidez en cuanto tuviera a Rin frente a él.

Presionó su mano contra sí mismo, como tratando de arrancar de golpe la erección de su cuerpo, él era un youkai poderoso y simplemente se rehusaba a ceder a un instinto tan primitivo, concentró todas sus fuerzas en no prestar atención a su piel enardecida.

Trató de apartar la mirada pero todos sus sentidos se lo impidieron, y aunque no quería admitirlo él también deseaba seguir disfrutando del espejismo.

Ahora entendía con mayor claridad lo que la voz le decía, aquella mujer no era otra más que Rin y el príncipe Sesshoumaru estaba cautivado, perdido en sus curvas. Su protegida era la representación en carne y hueso de la belleza femenina más perfecta y seductora imaginable. La repentina conciencia de que era Rin fue apaciguando muy lentamente el ardor bajo su cintura.

Sus ojos siguieron la pequeña mano mientras ella lavaba todo su cuerpo con movimientos largos y suaves casi como si supiera que la observaban. Sentía los latidos de su corazón hacerse más fuertes cada segundo, la sangre de mounstro que corría por sus venas le exigía, resonando como un fuego interno, que fuera hasta ella y la hiciera suya, sucumbiendo a sus instintos más primitivos.

Todo su cuerpo estaba como poseído por un calor que no reconocía en sí mismo, su respiración era prácticamente un jadeo y su fuerza de voluntad parecía hacerse a un lado para dar rienda suelta a las demandas de su sangre y la voz en su interior que trataba de doblegar su control y dejar que las imágenes de su mente se hicieran una realidad.

Poco le faltó para bajar del árbol y hacer exactamente eso, pero en ese momento vió con una mezcla de dolor y alivio, como Rin se sumergía bajo el agua. Pasaron los minutos y el fuego interno se fue extinguiendo hasta que nuevamente se sintió en control de sus acciones y pensamientos.

Ahora Rin lavaba su cabello, tenía los ojos cerrados y sonreía. Se sumergió una vez más para quitar todo el jabón de su cuerpo y cabello, luego se apoyó, con el agua hasta la cintura, en una gran roca. Estaba realmente bella, su hermoso pecho al descubierto, la piel brillando y goteando bajo la pálida luz de luna, aquella imagen se grabó en su mente y estaba seguro que lo acompañaría por el resto de sus días.

No se dio cuenta pero sonreía al pensar que de ahora en adelante, cada vez que quisiera podría cerrar los ojos y verla tal y como la estaba viendo ahora, completamente desnuda y sonriente.

Sesshoumaru dirigió su mirada hacia el rostro de Rin. Era realmente bella, sus labios eran carnosos, rosados, el marco perfecto de aquella sonrisa tan sincera, tan infantil y encantadora que siempre le dedicaba. Sus ojos verdes se habían cruzado con los suyos tantas veces durante los años que le pareció ridículo que fuera justo ahora, que él se daba cuenta de lo desgarradoramente bella que era la mujer que vivía con él en su castillo.

Perdido en sus pensamientos la vió levantarse, su pecho se estremeció por la repentina falta de aire, otra vez aquel cuerpo exquisito empapado y bañado en luz de luna. Con las manos Rin acomodó su cabello y salió lentamente del agua, el movimiento de sus caderas al dar cada paso parecía despertar nuevamente la voz en su interior.

Ella se acercó a la piedra donde había dejado el kimono y sin mucha prisa se cubrió con la tela que inmediatamente se pegó a la piel mojada, delineando la curva de sus senos dejando en evidencia ese lugar entre sus piernas húmedo y cálido, que esperaba ser descubierto para darle placer a su dueña. Para otorgar a quien la hiciera suya toda la esencia, pasión y deseo que emanaba del cuerpo que ahora iba en dirección a la cabaña alejándose del árbol.

La observó en silencio mientras se perdía en la oscuridad, y esperó, los minutos se hicieron eternos, minutos durante los cuales sintió que no podía hablar, respirar o pensar con claridad. Su respiración se hizo menos trabajosa y lentamente fue sacando o guardando las imágenes de Rin desnuda. Imágenes que parecían impresas con fuego en su memoria.

Finalmente los minutos fueron acumulándose hasta que nuevamente se sentía él mismo, con su acostumbrada frialdad de carácter. No quería pensar en Rin porque una serie de sensaciones se desataban dentro de él resonando en un vacío en la boca del estómago. Ninguna de esas sensaciones parecía compatible, según él, con su dominio de sí mismo. Bajó del árbol con suavidad y se encaminó hacia la cabaña.

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Cuando abrió la puerta de la cabaña, Rin estaba sentada con los brazos cruzados sobre ambas piernas mientras la cabeza reposaba de lado sobre los brazos. Vestía un kimono de flores color oscuro y su cabello le caía a los lados como una gruesa tela color azabache.

"Rin, estás dormida?"

El sonido de su voz la sobresaltó, alejándola de sus pensamientos.

"Sesshoumaru-sama pero que....?" - los ojos de Rin lo miraban asombrada tratando de esconder su agitación con una sonrisa.

"Estas bien?!"

"Hai, p-pero señor, no debió venir, usted tienes sus cosas que hacer..."

Sesshoumaru se encontraba de pie junto a la puerta evitando verla, el recuerdo de su cuerpo era una imagen que se rehusaba a replegarse en su mente. En su interior registró las palabras de Rin sobre 'sus cosas que hacer', el vacío en su estómago se colaba por entre sus pensamientos, despertando la extraña sensación de nuevo

"Dijiste que estarías fuera 3 días"

"Lo siento no pensé que importara. Perdóneme por alejarlo de sus asuntos!"

"mm! Tu eres mi asunto!"

"Si claro…como usted diga!"

El tono irónico de Rin no escapo a los oídos de Sesshoumaru y en su interior se preguntó porque ella se atrevería a hablarle de esa forma, no encontró una respuesta lógica, al menos no una que le permitiera estar tranquilo, porque al pensarlo las palabras de Folken encajaban de manera que le revolvían el estómago.

Relajado y sin imágenes extrañas en su cabeza observó que Rin tiritaba del frío, sin pensarlo dos veces, se arrodilló junto a ella ofreciéndole el calor de su propio cuerpo. Casi de inmediato deseó no haberlo hecho; no pudo anticipar su reacción o el escalofrío que le subió por la espalda cuando la tuvo junto a él.

Con una actitud totalmente natural y sin percatarse de su propio impacto sobre su protector, Rin se estrechó contra él con sus manos reposando suavemente en el pecho. Su delicado aroma y la calidez de su cuerpo pusieron nervioso al youkai., porque la proximidad con Rin desató una ola de imágenes que asaltaba su mente para atormentarlo. Se concentró en calentarla, le encantaba la forma como ella apoyaba la cabeza justo debajo de su cuello mientras las mangas blancas se cerraban estrechamente sobre su frágil cuerpo.

"Arigato, casi había olvidado lo bien que se siente estar así!"

Sesshoumaru no dijo nada, sabía muy bien lo que ella quería decir. Cuando era niña y se enfermaba o tenía pesadillas él siempre la tomaba en brazos para consolarla...sin embargo, ahora era muy diferente, ciertamente él no se sentía igual, Rin ya no era una niña y algo en su voz era nuevo aunque no supo que. Le parecía que había estado dormido mientras ella crecía convirtiéndose en toda una mujer.

"Ya no tienes frío?"

"No...Sesshoumaru-sama muchas gracias por siempre cuidar de mi!"

"Porque hablas de esa forma?"

"Por nada es solo que estar así, me trae recuerdos. Usted siempre me protege"

"Sooka, ahora duérmete yo me quedare aquí contigo!"

"Hai!"

Sesshoumaru sintió como se relajaba contra su pecho haciendo exactamente lo que él le decía, en muy poco tiempo sintió su respiración acompasada, el cuerpo totalmente entregado al sueño y completamente amoldado al espacio entre sus piernas.

Sesshoumaru se apoyó contra la pared y abrazó más estrechamente a Rin liberando una mano para acariciar su cabello que estaba todavía algo húmedo. Pronto sus ojos recorrían las curvas escondidas bajo el kimono, cerró los ojos y puso su mano en el muslo de su protegida casi de inmediato las imágenes grabadas con fuego inundaron sus pensamientos. No se dió cuenta pero su mano obedecía sus propios instintos, recorriendo el cuerpo entre sus brazos aprovechando la cercanía.

Cayó en cuenta de lo que estaba haciendo cuando escuchó a Rin murmurar dormida, al tiempo que sus manos se ceñían más a su cuerpo. Quiso levantarse pero Rin se aferró a su kimono acurrucándose más contra él. Por un momento recordó que la única familia de aquella joven era él, ignoró la punzada en su pecho como si con eso pudiera cambiar sus sentimientos pero sabía de sobra que los sentimientos por Rin eran profundos e imborrables.

Levantó la vista al techo de la cabaña y luego hacia Jaken que dormía profundamente, deseaba saber que le pasaba, porque primero la había estado viendo a escondidas como un pervertido y ahora la acariciaba como si fueran amantes, sentía un hormigueo en sus manos y tenía ganas de simplemente arrancarle la ropa para ceder a un impulso animal de hacerla suya.

Presionó con firmeza la pierna bajo su mano y respiró profundo hasta que se concentró en algo más, buscando escapar de aquella burbujeante e insistente sensación hizo un movimiento para levantarse., pero no pudo, no quería despertarla y explicarle que salía porque la estaba acariciando.

Para su felicidad cayó en cuenta que la reacción de Rin a sus caricias había sido abrazarlo aún más murmurando de satisfacción. Hizo una pausa en sus pensamientos y decidió hacer caso a su voz interna que le decía que permaneciera donde estaba, asegurándose que nada malo le pasara, siguió acariciando su cabello, recostó su mejilla en la frente de Rin y se quedó esperando que llegara la mañana.

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