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La leyenda del dragón y la sirena
 
 
Cuando el sol se levanta
Y la mañana se encanta
Con el resplandor del supremo astro
Sobre los cielos de alabastro
Un corazón se hundió
En los profundos océanos de la desolación
 
He aquí la historia de esta terrible situación
Y que no se omita ninguna explicación;
Todo comenzó cuando el enamorado corazón de una sirena
Al cruel dragón marino desafió, por lo que este respondió
Con un sádico “Te lo haré cumplir sin demora alguna”
Y la sirena rióse, partiendo a su pequeña laguna
 
Pero lo que el cruel dragón marino no razonó
Es que la sirena coquetona una segunda intención abrigó:
Tener la atención y poder así callar a su vociferante corazón.
Mas el bribón no tuvo en ningún momento tal noción
Por lo que con su sonrisa macabra al pilar de la sirena marchó
Al no encontrarla, en un cómodo sofá se sentó a esperar
 
Al regresar la sirena, con una sorpresa se halló,
La esperaba el dragón marino con una sonrisa mordaz
Y en su mente una poesía falaz.
Incitóse a la sirena a cumplir lo pactado
Y esta, valiente por fuera pero temerosa por dentro
Fue fiel a su palabra, y a las fauces del dragón se adentró
 
Mas en vez de encontrar lo que deseaba,
Solo se vió envuelta en el manto del dolor
A sus narices solo llegó el terrible olor
De la sangre y la piel quemada;
Con mil objetos el dragón la vejó
Desolada y con su terrible inicial grabada la dejó
 
Al darse cuenta del mortal fiasco que se llevó
Llena de dolor, en su cuerpo la alegría se hundió
Y las lágrimas en la nada de su alma se perdieron
Contento al ver como le dejó, el dragón marino rió
Echándole en cara que el desafiarlo idea buena no fue
Y con un burlón “Supéralo” el villano se despidió.
 
Pasaron los días, las noches y las tardes también
Pero la sirena, lejos de superarlo, se hundía aun más:
El brillo en sus ojos se apagó y solo el vacío se vió
En vez del sollozo del corazón roto, en vez de las lágrimas
La risa mordaz, cruel y fría sus labios llenó
Y la misma fue la música que de su boca salió.
A los pocos días, retornóse el dragón otra vez
Y con una sorpresa se halló:
Encontró a la sirena envuelta en los brazos del jerez
Con sus ojos muertos y la boca con aroma a vino
Al principio el bribón estupefacto quedó,
Pues no sabía que tanto le afectaría lo que ocurrió
 
Mas tirándoselas de orgulloso, el dragón se abalanzó
Sobre la indefensa sirena, la cual reaccionó y un rodillazo lanzó
Golpeando en el vientre al muy tramposo dragón marino
Mas este, no queriendo darse por vencido, insistió
Y sus manos heridas apretó, inflingiendo aun más dolor
Y la sirena, la muy tristona razonó escapar cuan peregrino
 
De repente en la pelea, el dragón se miró las manos
Y cubiertas de sangre las encontró
Luego miróse las facciones de la sirena y vió muerte en ellas
Así que sin pérdida de tiempo, las heridas trató de curar
Tal vez en el fondo el razonó que el dolor en ellas auténtico era
Aunque el muy soberbio, nunca osó confesarlo en medio de sus querellas
 
Pero la sirena, perdida su voluntad de vivir, ni caso hizo
En sus pensamientos se ahogó, y en sus labios la frase
“Has perdido, dragoncito” se hizo y deshizo.
El dragón, sin darse por vencido la contradijo con un grueso
“Déjate de tonterías, un pilar tienes que cuidar, y a un dios debes servir,
¿Que diría el si te encuentra holgazaneando así?”
 
Sorda por falta de corazón, la sirena no escuchó
Y mucho menos razonó que era el modo del dragón instarla a vivir
Ya que lo poco que quedaba de ella pensaba en tan solo partir
Trastornado ya el dragón ante la terquedad de la sirena
En un último recurso pensó ya sin medir en las consecuencias
En su mente entraría para poder medir las penas que allí moraban.
 
Así lo hizo el dragón, sin darse cuenta ni por un segundo
Que estaba arriesgando y poniendo en juego todo un mundo
Por aquella sirena a la que el pretendía dañar a como diera lugar
Cuando finalmente entró, muchas cosas extrañas vió
Y entre ellas a dos sirenas gemelas morar
Una se parecía a la del mundo real, y la otra muy diferente era
 
Háblose el dragón con una, y la muy burlona al derecho y al revés le miró
Tras reírse y sus cadenas agitar, informóse al dragón “soy su sombra,
Soy lo que quedó de ella después de ese día hasta hoy
Soy la que trae autodestrucción, autocompasión, cinismo y vacío
En otras palabras, soy la que creaste aquella vez que tu crueldad me hirió
No tengas el descaro de reírte y decir que es débil, nadie lo es tras quedar así”
 
 
Sin salir de su asombro el dragón la escuchó y cuenta se dio
Tenía que deshacerse de esta sirena burlona con deseos de muerte
Iba a lanzarse contra ella, pero sus grilletes la sirena agitó
Golpeándole de lleno en la boca y esparciendo sangre por doquier
La risa macabra de ella llenó todo el oscuro recinto al ver al dragón caer
“¿Alguna vez has sentido dolor, dragón del mar? ¿Alguna vez lo has sentido?”
 
El dragón se levantó, aturdido con aquel golpe, y la sangre de su boca limpió
“Estoy acostumbrado a el, sirena estúpida y llorona” dijo burlón
“Veo que después de todo, si sientes, al contrario de lo que dices
Y demasiado, me atrevo a decir, por lo que entonces te contradices
¿Por qué no eres mas honesta contigo misma, eh?” Inquirió, aun burlón
Pero la carcajada intensa se hizo, y el recinto volvió a llenar
 
“Mira quien habla de honestidad…” Dijo ella, golpeándole sorpresivamente
En la forzuda espalda, callando así la boca suya, mordaz e impertinente
“¿Con que moral vienes a hablarme de honestidad, cuando tu eres el primer mentiroso?”
La sirena, entre risas tétricas, fuertes golpes de cadena descargó sobre el dragón caído
“Tu quieres que regrese solo para ser tu perra como quieres, no por mi valor de soldado,
Así que he decir, con mucho gusto y disgusto, que tu “honor” esta muy raído”
 
De repente, una voz tímida, gritó y la burlona sirena su pelea interrumpió
Era su verdadero yo, el cual ese mismo día despavorido corrió
Presa del dolor, llevándose consigo las lágrimas y risa de la sirena
Atónito, el dragón la miró, y vió que era diferente a la que tenía encima
Largo manto blanco la cubría, pero grandes manchas de sangre también
En sus ojos brillaba la vida, y las preciadas lágrimas caían desde la cima
 
“Sombra, detén esta pelea. No tiene ningún sentido” dijo
Luego, con su rostro resentido e hinchado, al dragón miró
“Tu provocaste que me fuera y que sombra tomara mi lugar…
Mira esto, ¿Acaso es justo? Y lo peor es que no pienso regresar
Tengo miedo, tengo terror de tus terribles manos”
Le mostró la tela desgarrada y manchada de sangre “¿Ves esto?”
 
El dragón a la manta manchada sus ojos dirigió
Luego su boca en una burlona y falaz mueca se retorció
Provocando que sombra riera y que el verdadero yo de la sirena llorara
“Si de verdad deseas que regrese, jamás me tendrás de vuelta
Sombra en algún momento me matará, pues ella me sugiere ideas para morir
Y sorprendido te quedarías si vieses cuán imaginativas pueden llegar a surgir”
 
No deseando en ningún momento mostrar su desesperación
Se levantó el dragón aunque algo trabajosamente, pues estaba muy aturdido
Y hacia el verdadero yo avanzó, sin mostrar ninguna vacilación
Y su mirada clavó en esos ojos, ya rojos y brillantes de llanto
“No puedo creerlo… ¿Realmente… te herí tanto?
Pude haberte hecho mucho mas daño… Y lo sabes…”
 
“Pues ya lo hiciste…” Susurróse el verdadero yo, sin vacilar
“Me heriste de muerte, y me temo que no lo “superaré” como dijiste”
Tras decir eso, una helada brisa sopló, estremeciéndolos a ambos
“¿Sientes eso?... Dragón del mar…” Susurró “Sal de aquí ahora…
Luego puede ser tarde… Quedarás atrapado aquí, por siempre…
Y no existirá para ti ni el mañana, y ni soñar el ahora…”
 
Alarmado a más no poder, el dragón no pudo creer lo que el otro decía
“No te creo. Regresa… No puedes… No puedes irte así…”
A lo que el otro yo, respondióse con una sonrisa, temblorosa
“No. Me temo que no puedo regresar, ya que sombra se ha apoderado de mi ser
Cuando caiga lo mas profundo de la noche, ese momento será para decir adiós…”
“¿Qué tengo que hacer, para que regreses, sirena?” preguntóse el dragón
 
Y el silencio se hizo entre ambos. La brisa helada volvió a soplar
“Nada” respondióse el verdadero yo “Ya no puedes hacer nada”
“¡Demonios!” el dragón su paciencia perdió y haló por el brazo a la sirena
“¡Tu vendrás conmigo, lo quieras o no! ¡No pienso tolerar tu desobediencia!”
Pero la otra, en vez de alterarse, permaneció con una sonrisa, sin moverse
“Dragón Marino… a la voluntad de vivir no puedo rendirle una reverencia…”
 
La sirena prosiguió, con su voz suave, y tibias lágrimas rodando por sus ojos
“A mis ojos, tu siempre serás el afortunado… Por que siempre tendrás mi amor…
… Hasta el mismísimo fin, te dí lo mejor… pero tu, tu me diste… soledad…”
Un portal, de grandes colores, se abrió detrás del dragón marino
Y el verdadero yo, entre lágrimas de dolor, le empujóse a él y susurró triste
“Pero a pesar de todo, Dragón Marino… siempre te amaré… por la eternidad…”
 
Millares de colores desfilaron por los ojos del dragón que caía,
Desgarrándose entre gritos por el infinito abismo
Que a la sirena devoró y que parecía el vacío mismo
Despertóse luego entre fuertes jadeos, estertores y la frente afiebrada
Y con las palabras de la sirena sonando en su mente ya perturbada
“Siempre te amaré… por la eternidad…”
 
Cuando miró a su lado, con el cuerpo muerto de la sirena se encontró
Y sintió por primera vez las lágrimas sus ojos afilados punzar
Se había convertido en el asesino de uno de sus propios compañeros
Pero no solo eso… cuenta se dio que a extrañarle iba a comenzar
Conteniendo el llanto, y en brazos del lecho le levantó
Preparándose así para un privado y trágico funeral
 
Muy atrás del pilar, la laguna favorita de la sirena yacía
En silencio e imperturbable, amén de fresca y cristalina
Mas el dragón lejos estaba de sentirse fresco y menos cristalino
Pues tenía que darle sepultura al marino que el mismo asesinó
En brazos lo llevó y se acercó a la laguna, cuya imagen se reflejó
Y en ella el cuerpo depositó, dejando que el agua lo acogiera en brazos
 
“Adiós” fue lo que el apenado dragón pudo decir
Su voz estaba ronca, pero de tristeza auténtica
“A los brazos de tu amada laguna te traje
De modo que en ella en paz puedas dormir
Y si vuelves en alguna otra vida, procuraré pagar
Todo lo que en esta pasada vida te hizo llorar”
 
Si, esta fue la historia trágica de la sirena y el dragón
Nos enseña a que cosas nos llevan el desafío y el amor
Y trae además importantes enseñanzas para nuestras vidas
Ya que el amor no fenece ni en las tumbas, no hay amor sin dolor,
Puesto que ambas cosas vienen fuertemente reñidas
Nunca sabrás lo que tienes… hasta que lo pierdes…