Slayers Fan Fiction ❯ Sin titulo ❯ Sin titulo ( One-Shot )
Lo había sentido ya muchas veces, mirándolo cuando caminaba por el templo, observando cada una de sus acciones, riéndose de cada uno de sus errores, y susurrándole al oído que todas sus creencias eran mentiras. Siempre lo sentía y lo escuchaba, pero nunca lo había visto. Había intentado hablarle pero nunca había recibido respuesta. Y mientras caminaba en silencio por el templo, sin mas acompañamiento que el sonido casi inaudible de sus pasos, lo había escuchado decir que pronto todo se habría acabado.
Se dejó caer en su cama, exhausto, mientras el susurro llegaba a su mente una vez más. "Pronto ella irá a la guerra... Va a morir allí... No la vas a ver jamás... Y nunca podrás decirle lo que sientes"
Cerró los ojos, intentando olvidar la voz, intentando olvidar a su familia y a su pueblo, y ante todo intentando olvidarla a ella, pero el susurro persistía. "Pronto todo habrá terminado..."
Mael abrió los ojos, y se encontró en un lugar desconocido. Observó alrededor, los pisos brillantes, casi como espejos, y las ventanas cubiertas por cortinas negras. Algunas velas que se repartían por la habitación, eran la única fuente de iluminación, pero que bastó para que Mael distinguiera un hombre frente a el.
"Que lugar es este...?" Preguntó el ryuuzoku confundido.
"No lo sabes?" Susurró el hombre, aun escondido en las sombras de la habitación. "Descuida. Pronto todo habrá terminado..." Mael se estremeció, cuando reconoció aquella voz que le había estado susurrando tanto tiempo.
"Quien eres...? Porque me sigues...?"
"Mael... Mael eres tan inocente..." Susurró, mientras se apartaba de las sombras para revelar un cuerpo idéntico al del dragón. "Estoy aquí porque estamos dentro de tu mente".
Mael observó al hombre detenidamente. Eran totalmente idénticos, excepto porque los ojos del que estaba frente a el estaban helados.
"Quien eres tu...?"
"Soy tu" Dijo simplemente "Pero para facilitar las cosas solo llámame Arashi..."
"Arashi..."
El ryuuzoku observó a su igual por largo tiempo, mientras este le sonreía impasible.
"Mael... Escúchame, es hora de que dejes el templo... Ellos solo juegan contigo... te usan..."
"Mentira... No harían eso..."
"Lo hacen... sabes que lo hacen..."
"No puedo dejar el templo..."
"Tienes miedo de que ella te rechace? Por ser un desertor?"
"No es eso es que..." Arashi dio un paso, para acercarse al sacerdote ryuuzoku, y clavó sus ojos verdes helados en los cálidos del otro.
"Vamos Mael... Sabes que ella morirá... Debes superarlo..."
"No... ella no va a morir..."
"Shhh..." Susurró Arashi, poniendo un dedo sobre los labios de Mael y sonriéndole. "No temas... Yo te evitaré ese dolor..."
"De que hablas...?"
"Tomaré tu lugar... y seré fuerte por los dos..." Dijo acercándose un poco más al sacerdote que lo miró nervioso.
"Arashi..."
"No hables..." Susurró, presionando sus labios contra los de su alter ego. Mael se encontró respondiendo un beso cuyo origen no lograba entender. Lo confundía lo que sucedía, Arashi ejercía una atracción incomprensible sobre el, y a la vez lo paralizaba, con sus palabras y con su mirada. Entonces pasó un pensamiento fugaz por su mente, aquellos ojos verdes, aquella voz, y apartó al otro, sacudiendo la cabeza frenéticamente.
"No... no puedo..."
"Que...? No es como si estuvieras siéndole infiel..."
"No... Déjame en paz..."
"Mael... Príncipe... Que nombre mas indicado..." Susurró Arashi, acercándose al ryuu y dando una vuelta a su alrededor. "Madre supo bien lo que hacia..." Mael se estremeció, cuando sintió las manos firmes del otro en sus hombros.
"Déjame..."
"Repítemelo ahora príncipe..." Murmuró Arashi, soplando suavemente en su nuca. El ryuuzoku no encontró palabras que decir, mientras una vez más el demonio se paraba frente a el y lo besaba profundamente. Unos momentos pasaron, antes de que Mael pudiera sentir una lengua rozar sus labios suavemente. Con un leve mordisco en el labio Arashi encontró la oportunidad para introducir su lengua y explorar los interiores de la boca de Mael. Permanecieron así por un largo tiempo, en el que ambas lenguas se masajearon la una a la otra, y las manos del demonio recorrieron la espalda del ryuuzoku incesantemente. Mael separó a Arashi una vez más, y bajó la cabeza confundido mientras el mazoku le sonreía.
"Sabes delicioso príncipe... Me pregunto si ese será mi sabor también..."
"Deja... Deja de llamarme así..."
"A mi me gusta como suena..."
"Porque haces todo esto...? Porque no me dejas en paz...?"
"Porque eres mío... Porque es hora de que el más fuerte de nosotros se encargue de nuestra vida..." Arashi sonrió, su voz se había reducido a un suave murmullo sensual, que ocasionó que cada fibra del cuerpo de Mael se pusiera en alerta.
"Nuestra vida...?"
"No te preocupes príncipe... ni siquiera te darás cuenta..." Dijo sonriendo, mientras con un suave empujón hacía que Mael cayera de espaldas en una cama que segundos antes no había estado ahí. "Que te parecen las sábanas?" Preguntó Arashi, desprendiéndose la camisa y dejándola caer al piso. "Las elegí especialmente para la ocasión... Espero que te gusten..." El ryuuzoku dirigió la mirada a las sábanas de seda, y observó el color azul profundo por unos momentos, antes de que el cuerpo de Arashi sentándose sobre él y un dedo recorriendo sus labios lo hiciera olvidar cualquier pensamiento coherente, inconscientemente tomó el dedo entre sus labios, y lo besó suavemente, lamiendo de vez en vez. "No es tan fácil resistirse, verdad príncipe...?" Murmuró el demonio, recorriendo la garganta del dragón con el dedo. Mael no atinó a decir nada, y segundos después sintió los labios de Arashi rozar los suyos de nuevo, sin fuerzas para discutir, el ryuuzoku rodeó el cuello del otro con los brazos y lo besó. El demonio no desaprovechó el tiempo, y comenzó a desprender lentamente los botones de la camisa de Mael. Abandonó sus labios suavemente para besarlo en un camino descendente hasta su pecho, y el ryuuzoku gimió suavemente. "Eres delicioso..." volvió a susurrarle, Mael se estremeció, cada vez que el demonio le hablaba lo hacía perder la cabeza.
Arashi recorrió lentamente el pecho del dragón con su lengua, ocasionando que gimiera suavemente, y aprovechando la distracción el demonio deslizó sus dedos lentamente hacia abajo, deteniéndose justo al borde de su pantalón, y acariciando levemente la piel allí. Todo el cuerpo del ryuuzoku se tensó cuando Arashi lo acarició por encima del pantalón firmemente.
"Que pasa príncipe...? No te gusta...?" El demonio se detuvo de golpe, y esperó una respuesta, Mael solo negó, sin palabras para decir mientras jadeaba suavemente. "No te creo" Arashi sonrió y lentamente introdujo su mano dentro del pantalón del ryuuzoku, acariciándolo y haciéndolo gemir. Una vez más sus labios se encontraron y sus lenguas jugaron entre si, mientras el demonio se encargaba de terminar de desvestir al dragón para acariciarlo más firmemente. Mael comenzó a jadear suavemente una vez más, mientras Arashi abandonaba el beso para prestarle más atención a las caricias y los masajes que estaba dándole a su contraparte. Continuó así, mientras el dragón intentaba por todos los medios contenerse, negándose a darle el gusto al demonio, que proseguía pacientemente. Finalmente fue demasiado, y el ryuuzoku se dejó ir, con un gemido exhausto. Arashi sonrió, y lamió lentamente su mano, Mael giró la cabeza intentando evitar el contacto visual, hasta que sintió al mazoku cambiar su posición, e inmediatamente un dedo húmedo contra sus labios. Se rehusó a abrir la boca, ya no quería satisfacerlo más, pero Arashi no se rendiría así de fácil. "Pruébalo príncipe..." susurró acariciándolo levemente, y aprovechando su sorpresa para obtener su cometido, Mael pudo probar su propio sabor, lamiendo cuidadosamente cada centímetro de la mano del mazoku, hasta que el demonio se aburrió de ese juego y lamió también su dedo para recorrer lentamente la mejilla del dragón dejando un sendero húmedo.
"Tanto como me gusta hacer esto, creo que yo también merezco algo de diversión, verdad...?"
Mael se estremeció, levemente asustado, aún si en alguna parte sabía que nada de lo que sucedía era real, todo el asunto lo preocupaba, sabía que las cosas no eran tan simples.
Suavemente Arashi lo ayudo a cambiar de posición, con tanto cuidado que no lo notó hasta que sintió algo que nunca antes había sentido. El ryuuzoku se estremeció de pies a cabeza, mientras el demonio lentamente lo acariciaba con un dedo, y cuidadosamente lo introducía en su cuerpo.
"No... Detente..." Susurró, mientras un temor irracional se apropiaba de el.
"Descuida Príncipe... Lo haré con cuidado..." Susurró Arashi en su oído, mientras masajeaba suavemente.
"No...No lo ha..." La voz de Mael se quebró cuando el mazoku introdujo un segundo dedo, y comenzó a moverlo dentro de el, preparándolo. Arashi sonrió, y deslizó su mano libre a un lugar en el que pudiera acariciar al dragón. El ryuuzoku se tensó cuando sintió las caricias del demonio, que a la vez introducía un tercer dedo, y lo acariciaba una vez más, sonriendo. Arashi sacó los dedos y lo dejó esperar un poco, antes de lentamente entrar en el. Mael comenzó a susurrar de nuevo, a suplicarle que se detuviera, que no siguiera, pero el demonio hizo caso omiso de sus palabras, mientras una vez más lo acariciaba suavemente. Podía sentir su miedo, su desesperación, y si bien lo deleitaba, no deseaba que el ryuuzoku sintiera eso. Suavemente, con un tono de voz que nunca había usado, comenzó a susurrarle naderías al oído. No tengas miedo, nunca te lastimaría, sabes que me importas... Eso sumado a sus caricias, lograron que Mael se destensara un poco, y que dejara de tener miedo. Suavemente Arashi tomó un ritmo, que el dragón no quiso seguir, hasta que sintió algo que nunca había sentido, el demonio había tocado un punto que lo había hecho enloquecer. Tímidamente, ansiando de nuevo esa sensación y olvidando totalmente el dolor y el temor, el ryuuzoku comenzó a seguir el ritmo que el mazoku había impuesto. Arashi sonrió, mientras retomaba sus susurros suaves y seguía con las caricias. Permanecieron así por un tiempo eterno, siguiendo ese ritmo, unidas sus conciencias, y aquellas barreras que los separaban con forma de piel olvidadas.
Ambos lo sintieron venir, y sus voces se unieron, en un solo gemido, una única exclamación, y una sola sensación. Se dejaron caer en la cama juntos, exhaustos de todas las sensaciones nuevas para ambos, Arashi abrazó a Mael, tiernamente, y le susurró al oído que durmiera, que pronto todo habría acabado. El ryuuzoku cerró los ojos, y se durmió, aun si no deseaba hacerlo. El mazoku sonrió, y le besó suavemente los labios.
"Duerme mi amado Príncipe, yo cuidaré de ti... Te defenderé..." Se vistió, se separó de su contraparte y salió de la habitación, con una sonrisa cruel. "Te vengaré..."
Despertó en la habitación de siempre. Movió sus dedos lentamente, uno por uno, levantó su mano y la miró por unos segundos, se acarició una mejilla cuidadosamente, y se levantó de la cama. Sintió el peso de su cuerpo, mientras caminaba hacia el espejo y se miraba, la sonrisa cruel aun esbozada en sus labios. Extendió su mano izquierda hacia el espejo y recorrió su imagen con dos dedos. Se acercó y besó suavemente sus propios labios en el espejo. Se vistió, y se calzó la espada en el lado derecho del cuerpo. Miró por la ventana, era medianoche, sonrió una vez más, todo había salido justo como lo esperaba, la marea había de estar alta, y la tormenta sacudía los árboles sin piedad. Observó su reflejo una vez más y sonrió. "Te vengaré Príncipe..." susurró "Te vengaré... Aún si tengo que matarlos a todos..."