Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ El Amor Después ❯ Venganza ( Chapter 7 )
[ Y - Young Adult: Not suitable for readers under 16 ]
Disclaimer: al César lo que es del César, YGO no es mío.
Pairings: JxS
Warnings: yaoi y derivados
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EL AMOR DESPUES.
Capítulo 7. Venganza
-Por última vez, Yugi: te agradezco tu amabilidad, pero ésta será mi casa ¿de acuerdo? Además ¿qué hay de malo con ella?
-Pero Joey, -replicó angustiado Yugi mirando a su alrededor- esto es una bodega abandonada… ¿Cómo puede ser una casa?
-Ah, ah. Es un buen lugar y puedo tener mi propio cuarto de fotografía.
-¿Qué no estabas de vacaciones?
-¿Y?
-…Joey -rogó Yugi de nuevo.
-No viejo, me quedo aquí.
-Pero…
-Quiero mi propia casa…
-Yo…
-Sacar mis propias fotos…
-Tú…
-¡Yugi Mutou!
-¡Ooops! Lo siento Joey, pero preferiría que te quedaras en nuestra casa ya que rechazaste la oferta de Atemu.
-Por última vez, amigo, -dijo ya exasperado el rubio- quiero mis vacaciones a mi manera. No puedo explicarte más pero quisiera un tiempo solo.
Yugi miró a su amigo como solía hacerlo cuando perdía un duelo, algo le decía que la cena en la Mansión Kaiba había tenido un fuerte impacto en él y lo peor de todo es que parecía algo terriblemente doloroso a juzgar por el comportamiento de Joey.
-Sé que te preocupas mucho por mí, Yugi amigo, pero de verdad que quiero esto. No es que me hubiera muerto o algo así… -bromeó el rubio.
-Te entiendo Joey, pero prométeme que nos reuniremos luego ¿está bien?
-Hecho -aceptó estrechando la mano de Yugi.
Joey acompañó a su amigo hasta su auto y esperó a que se perdiera de vista para comenzar su tarea de “redecoración” de su nueva casa; que no era otra cosa sino una bodega amplia y vacía que tenía tres cuartos cerrados al fondo y uno de ellos era hermético. Silbando, empezó a sacar sus cosas de las maletas acomodándolas en las improvisadas cajas de madera. Había pensado en instalarse definitivamente pero los últimos eventos le habían roto el corazón así que no tenía por qué esmerarse tanto en instalarse.
-Perdóname Wanda, pero por ahora, te quedarás en tu maletín
Unos golpes en la puerta lo distrajeron de sus labores. Suspirando caminó con desgano para abrir.
-Yugi, ya te dije que…
Joey se detuvo al ver que no era su amigo sino un ceñudo Mokuba, debía de haber salido tarde de la preparatoria pues aún traía el uniforme. El mismo uniforme azul que él alguna vez usó.
Y Seto también.
-Uh… Buenas, Mokuba ¿en que puedo servirte?
-¿Puedo pasar? -inquirió seco el adolescente.
-Claro… eh… ¿por qué no?
Apenas abrió lo suficiente la puerta y Mokuba se adelantó con paso seguro como si fuera su propia casa.
/No puede negar que es un Kaiba/
El chico miraba el lugar con gesto de reprobación pero se volvió hacia Joey que esperaba recargado en la puerta.
-¿A qué has venido Joey?
-¿Qué? Bueno ya sabes…
-¡No! Quiero saber la verdadera razón de tu estancia aquí -gruñó Mokuba- Has venido a reírte de mi hermano ¿no es así?
El rubio abrió sus ojos de sorpresa.
-Momento, Moki. Yo no sé de qué hablas yo…
-¡Sí lo sabes! ¿Qué creías? ¿Qué llegabas a posarte triunfal sobre el cadáver de Seto? ¿O venías a darle el tiro de gracia?
-No espera pequeño -dijo Joey tratando de calmarlo- Nunca ha sido mi intención…
-¡Oh, por favor! -gritó furioso Mokuba- ¿Esperas que te lo crea? Eres un malnacido Joey.
-¡Hey!...
-¡NO! ¡TU ESCUCHAME! Si pensabas que provocarías lástima con tus cuentos de fotógrafo sufrido te equivocas. Tu no conoces el dolor verdadero, Joey, de verdad que no lo conoces -decía entre dientes Mokuba- Tú no estabas ahí cuando mi hermano se cortaba sus venas llorando tu nombre. Tú no estabas cuando puso una pistola en su boca porque ya no podía vivir más con su dolor. Tú no estabas presente en las noches cuando gritaba de desesperación porque lo habías lastimado, desgarrándose sus ropas y preguntándose que había hecho mal para que lo hirieras como lo hiciste esa tarde en el Parque -continuó apretando sus puños- Yo te busqué, maldito bastardo y tu nunca apareciste. Seto se moría y tú viajabas por el mundo ¡REVOLCANDOTE CON LA MALDITA ZORRA DE VALENTINE!
Joey se enfureció al oír como Mokuba se expresaba de Mai y sin pensarlo le asestó una bofetada al chico que reaccionó con asombro pero no se movió más que su cabeza que giró un poco por el golpe.
-¡Ahora escúchame tú a mi! ¿Qué iba yo a hacer, eh? Tu hermano siempre me trató como si fuera un perro, humillando no sólo a mí, sino a mi familia también. A Serenity. ¿Cómo iba yo a reaccionar cuando me dijo que me amaba? ¿Eh?
Mokuba había inclinado su cabeza para que Joey no viera sus lágrimas pero su rencor le hizo mirar de frente al rubio que se calló al ver la mejilla herida del adolescente y sus lágrimas.
-¿Y tú eres de los que se creían más nobles que mi hermano? Los que proclamaban el famoso “Corazón de las Cartas”. Vaya, pues para ser alguien que defendía la amistad y el honor por sobre todas las cosas, probaste ser el más horrible hipócrita del mundo.
Joey no pudo contestar. Mokuba tenía razón. Tal vez hubiera rechazado los sentimientos de Seto pero matarlo a golpes no era una contestación propia de su persona.
-¿Sabes algo? -siguió el chico, limpiándose el rostro con el revés de su mano- Yo nunca pensé que diría esto pero Atemu ha sido lo mejor que le ha pasado a mi hermano. El Faraón es un maldito desgraciado, pero al menos nunca permitirá que le hagas algo malo a Seto otra vez. Estos años ha cumplido su palabra de cuidarlo y salvarlo del infierno al que tú lo enviaste…¡Ja! Hace dos años tres hubiera preferido antes que a Atemu pero ahora me doy cuenta de que mi hermano sólo nos necesita al Faraón y a mí.
Joey sentía un enorme nudo en la garganta, pero cualquier cosa que le dijera a Mokuba no se comparaba con el dolor que el chico había vivido al ver a su hermano sufrir.
/Un momento/ pensó Joey, volviendo a recordar la cena y la mirada del ojiazul /Si Mokuba está diciendo la verdad, ¿Cómo…/
-No entiendo algo Moki. Yugi me dijo que Atemu volvió a la vida el mismo día en que se casó con Seto, ¿Cómo pudo ayudarlo de golpe si tu hermano… -no terminó al ver la mirada rencorosa del adolescente.
-Atemu te borró del corazón de mi hermano y se impuso él en tu lugar. Y doy gracias a la vida por eso.
-¿Qué significa eso de que se impuso en mi lugar?
Mokuba no le respondió y se dirigió a la puerta para marcharse. Cuando estaba a punto de abrir se volvió hacia Joey.
-Recuerdo el día anterior a esa tarde, Joey. Mi hermano temblaba de emoción y miedo porque iba a declararte su amor -rió amargamente al recordarlo- Parecía una chiquilla enamorada del capitán del equipo de fútbol. Sabía que muy posiblemente lo rechazarías y fui yo quien le dio esperanzas. ¡Qué idiota de mí! La única vez en años que Seto se mostraba vulnerable y tú no te contentaste con partir su corazón. Realmente te odio, Joey Wheeler. Te odio por ver a mi hermano unido a ese Atemu con un amor inventado para que no muriera por el tuyo. Y te odio por haber vuelto cuando ya las cosas no tienen remedio.
El portazo fue como una herida profunda para Joey que no pudo contener más las lágrimas. Todo lo que había dicho Mokuba era verdad. Había golpeado a Seto casi hasta matarlo, cegado por la furia de pensar que era una broma cruel de Kaiba para humillarlo una vez más.
La última.
Esa tarde habían terminado los cursos y por fin la preparatoria. Todo parecía mostrar un futuro lleno de promesas. Jamás imaginó que Seto lo citaría en el Parque para decirle que le amaba desde hace tiempo y pedirle una oportunidad.
Ya no recordaba como comenzó a golpearlo y patearlo, ni como su boca fue capaz de pronunciar tan espantosas y crueles palabras.
Después de todo este tiempo se dio cuenta de que Mai Valentine sólo había sido una ruta de escape ante una verdad que le avergonzaba. Porque él también sentía algo por el ojiazul, pero dejó que sus impulsos le dominaran echando a perder un bello sentimiento que pudo crecer.
Y todos estos años siempre le había perseguido la culpa. La culpa de haber cometido el más grande error de su vida…
Asesinar con sus propias manos al único amor que quería en su vida.
Mientras lloraba desconsolado, Joey recordó con amargura la imagen de Seto en el suelo lleno de sangre, lleno de dolor con el rostro desfigurado y sus ojos azules inundados de lágrimas que le rogaban perdón. Esa imagen siempre le persiguió a donde quiera que fuera sin poder borrarla de su mente.
Se escondió en la aventura de fotógrafo de riesgo tratando de olvidarlo pero nunca pudo. Hasta que se dio cuenta de que habían pasado cinco años y quiso regresar a Ciudad Domino como si con ello regresara el tiempo y pedirle perdón a su ojiazul. No esperaba que lo aceptara y lo entendía; pero se había jurado a sí mismo demostrarle a Seto que su cariño era real y que lucharía por él hasta que estuvieran juntos.
Como debió de haber sido esa tarde en el Parque de Ciudad Domino.
Pero ahora ya era demasiado tarde. Seto ya no lo amaba.
Nunca lo haría.
-Perdóname, Seto -gimió Joey- perdóname, por favor, yo… te amo.
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Un par de ojos azules se abrieron repentinamente. Era más de medianoche pero le parecía haber escuchado una voz. Su mirada cayó en el anillo que brillaba a la luz de la luna. Nadie le había llamado. Cansados, sus párpados volvieron a cerrarse.
/…te amo/
De nuevo, Seto despertó y se quedó inmóvil. Su corazón latía tan aprisa como si estuviera corriendo un maratón.
No se dio cuenta de que unos ojos violetas le espiaban…