Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ El Amor Después ❯ Claro de Luna ( Chapter 22 )
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Disclaimer: al César lo que es del César, YGO no es mío.
Pairings: JxS
Warnings: yaoi y derivados
… LEMON a la vista…
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EL AMOR DESPUES.
El Amor es la búsqueda del todo.
……………….. Platón
Los muros de la limitación
No pueden encerrar al que ama,
Pues el imperio del corazón
No pertenece a las cosas.
……………….. Antoine de Saint-Exupéry
Capítulo 22. Claro de Luna.
Y sin embargo…
Sangre. Era sangre
Corría hacia las aguas oscuras.
/ ¿Bakura? /
Sangre.
Brotaba como una fuente inagotable.
“… voy a demostrarte cuanto vale tu amor para mí…”
Sangre.
Un dragón blanco. El pecho partido en dos.
Sin corazón.
“¡Debería matarte!”
El Río la Muerte agitándose, las almas clamando venganza.
Sangre aún viva diluyéndose en la ribera. Profanación.
/ ¿Bakura? /
La balanza se inclina, se invoca justicia divina.
Sangre.
“¡No me lastimes, por favor!”
La blasfemia.
El vuelo de un dragón negro sobre el Río.
Un corazón muerto entre sus garras.
Sangre.
Y sin embargo…
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Joey miraba hacia el cuarto abierto de fotografía donde Seto se encontraba revisando las últimas fotos del documental que ya se entregarían para editarse, uniéndose a la presentación de su nuevo proyecto, Prometeo. La noche era tranquila y callada. En la mesa aún estaban los restos de la cena y por toda la sala las ropas esparcidas y uno que otro objeto tirado al suelo.
/Bueno, eso es culpa de mi koneko/
Seto había llegado a cenar, deseoso de compartir sus avances en la universidad y una cosa los llevó a otra. Ahora el rubio disfrutaba del momento poscoital recostado en el largo sofá, examinando con calma la figura de Kaiba, su porte siempre elegante. Aunque para todos los demás era el feroz CEO de Kaiba Corp., Joey ya tenía el privilegio de verle en su faceta más humana, donde el castaño era vulnerable, pero con él, era muy seguro y confidente. Seto “renacía” aprendiendo a expresar sus sentimientos sin dejar ese carácter que ya todos le conocían.
Una sonrisa se dibujaba en los labios del ojiazul mientras salía del cuarto para dirigirse al sofá donde el rubio descansaba. La luz de la luna hacía juegos de luces con la bata que Seto traía puesta y que se movía al ritmo de su caminar. Joey extendió una mano que el otro tomó antes de recostarse a medias sobre él mientras el rubio cubría sus cuerpos con una frazada.
-No quiero que enfermes, koneko.
-Ja.
El castaño se removió para estar más cómodo entre los brazos de Joey, mirándolo en silencio. El rubio parecía estar perdido en algún pensamiento. Sus ojos estaban clavados en algún punto por encima de ellos.
-Nunca creí que un cachorro tan tonto como tú pudiera hacerme tan feliz.
Joey enfocó su mirada ante sus palabras.
-¿Qué dices?
-Que es increíble que Joey Wheeler sea mi amante.
-¿Y por qué habría de ser tan increíble?
-Eres la última persona de quien me hubiera enamorado -comentó Kaiba con su barbilla recargada en sus manos.
-Dicen que los últimos serán los primeros.
-No es eso. Es extraño que no me haya fijado en ti antes… como cuando estábamos en la preparatoria, eso habría cambiado toda mi vida -Joey desvió su mirada y el ojiazul lo observó extrañado- ¿Qué pasa?
-No quiero que recuerdes esos tiempos…
-Joey, mi cachorro. Sólo digo que de haber sucedió esto con más anticipación, yo te tendría por esposo ahora. Me dejé llevar por razones muy equivocadas, cuando tú estabas ahí. En verdad que no sé como no me enamoré de ti…
-No lo digas -le cortó el rubio.
-De cualquier forma, no importa. Aquí y ahora, estamos juntos ¿no es lo que dices todo el tiempo?
-Sí… -musitó Joey sin verle aún. A pesar de todo, le remordía la conciencia no tener el valor de confesarle al castaño la verdad.
Seto se levantó apoyándose sobre sus palmas.
-De nuevo con eso. Estoy cansándome de tu actitud. No asumas responsabilidades que no son tuyas, Joey.
-Sí que lo son -dijo muy bajito el rubio.
-Pues hasta donde lo comprendo, no. Además, me has devuelto lo que creí perdido para siempre. Tú sabes perfectamente como me siento contigo. Aparte de Mokuba, eres el único con quien puedo confiar -el ojiazul le dio un beso en la mejilla- ¿Sabes lo que eso significa? Me siento en paz y seguro contigo, cachorro, porque sé que nunca me lastimarás ni…
Joey se levantó de improviso, casi tirando al castaño, que le tomó por la muñeca, jaloneándolo de regreso.
-Basta, Joey. ¿Por qué siempre que llegamos a este punto te comportas así?
-Suéltame koneko.
-Mírame, por favor.
-No puedo.
-Cachorro…
-Déjame ir koneko… solo… por favor…
-¿Qué sucede? Siento que hay algo que no quieres decirme.
-No es nada.
-Tiene que ver con Atemu, ¿cierto? Piensas que seguiré con él…
-… no… -susurró el rubio con la voz alterada.
-Joey, mírame por favor.
El rubio cerró sus ojos, dejando escapar un sollozo. Recordar como yacía Seto en el Parque a causa de sus golpes e insultos no era algo que quisiera compartir con éste. La idea del rechazo del ojiazul ante su confesión ya había creado en él un temor que crecía a medida que pasaba más tiempo con Kaiba.
-Joey ¿por qué lloras? ¡Diablos! ¡Dime algo! -protestó el castaño tirando del brazo del rubio- ¡Joey, háblame!
Éste se giró para quedar cara a cara con Seto, su rostro estaba lleno de lágrimas.
-¡No puedo! ¿De acuerdo? Soy una basura que te hace daño. Todo esto pasa por mi culpa, yo… y-yo te amo… y no sé hacer otra cosa… es mi culpa… es mi culpa… -el rubio se echó a llorar a los pies de Seto que lo miró aturdido.
-Shh. Tranquilo, cachorro -le consoló abrazándolo- No quiero verte llorar así. No eres una basura. Eres excepcional, Joey. Nunca te has dejado abatir por las contrariedades, has luchado por lo que quieres aún en contra de todo el mundo. Eres incluso mejor persona que yo. Al menos tú siempre has sido libre. Nada de esto es tu culpa. Han sido mis decisiones las que me pusieron en este camino. No tú. Escúchame bien. Yo quiero quedarme a tu lado. Atemu ya no estará entre nosotros, no más. Date cuenta de a quien he elegido. Deja ya de llorar.
-Nunca olvides que siempre te amaré -sollozó Joey entre sus brazos.
-Cachorro -Kaiba tomó su rostro entre sus manos, limpiando sus lágrimas- Eres un fastidio cuando hablas así. Entiende de una vez por todas. Ya no sé que más hacer para demostrártelo -miró su anillo y se lo mostró al rubio- Si lo quieres, puedo cortarme el dedo…
-¡No!
-¿Entonces? Joey… ¿Quieres que… lo diga? Bien, estoy dispuesto a…
-No, no, no, no -el rubio tapó su boca- No. Eso no, tampoco quiero que pases por eso otra vez… es que… no puedo dejarte sufrir así… no de nuevo…
El ojiazul acarició sus mejillas.
-¿Lo ves? Sé que no me lasti…
Seto gimió de dolor cuando Joey le besó con brusquedad, abrazándolo desesperado. No alcanzaba a ver la razón por la que siempre el rubio terminaba con una actitud así, y ahora lloraba desconsolado. Eso le inquietaba de sobremanera. Los labios de éste descendieron a su cuello con frenesí. Aún sin comprender y un poco asustado, el ojiazul dejó que le quitara la bata sin decir palabra alguna. Si de esa manera Joey se calmaba, no iba a detenerle, aunque su corazón latía más aprisa por la incertidumbre. Un brazo le rodeó para recostarlo en el sofá, mientras otro separaba sus piernas. Otro beso menos agresivo le siguió al tiempo que el rubio dejaba caer su peso sobre él.
El celular de Kaiba sonó.
La mirada de Joey cambió de deseo a tristeza en un parpadeo.
-Si es Atemu, habla con él -murmuró antes de sentarse agobiado cerrando de nuevo sus ojos. Era hora de la verdad.
El timbre volvió a escucharse. El castaño miraba fijamente a Joey. Sus ojos se posaron en su teléfono por in instante y luego regresaron al rubio.
/ ¡Cómo no lo hice antes! / Se levantó despacio para tomar el celular. Una vez que confirmó que era el Faraón levantó su rostro hacia el otro.
-Cachorro -llamó.
Joey abrió sus ojos y le miró desconsolado.
-No sé que tienes en lugar de cerebro pero esta es una buena oportunidad de dejarte claro algo -dijo tomando el teléfono por una esquina y oscilándolo.
Ante un muy atónito rubio, Kaiba lanzó el aparato, como solía lanzar sus cartas, y se estrelló contra la pared, haciéndose añicos.
-¡Koneko! Que…
Los ojos azules de Seto brillaron maliciosos. Un dedo llamó a Joey con coquetería.
El deseo volvió a nacer.
-¿Te quedó claro? -preguntó en un tono seductor el ojiazul, retrocediendo hasta pegar su espalda contra uno de los pilares de la bodega.
-Como al agua, koneko -Joey no perdió tiempo en unirse a Seto, volviendo a su lugar entre sus piernas.
Sus miembros se rozaron y ambos jadearon. El ojiazul se levantó sobre sus puntas mientras que el rubio flexionó un poco sus rodillas para prepararse. De inmediato, con un gruñido, Joey se deslizó dentro del castaño que gimió ante su súbita entrada.
-Eres mío -siseó posesivo.
Una sonrisa fue su contestación.
El rubio dio unas cuantas bocanadas de aire dando tiempo a ambos de acoplarse. El interior de Seto aún estaba impregnado con su esencia, haciendo más fácil entrar en él. Esperó unos cuantos segundos más antes de comenzar a moverse. Kaiba levantó una pierna que serpenteó por detrás de la pantorrilla de Joey e hizo que la penetración tuviera más profundidad. Atrapando las caderas del rubio, lo incitó a un ritmo más furioso. Éste le embistió a fondo, arrancando jadeos a ambos. Joey estaba complacido por la entrega -y decisión- del ojiazul el cual le había demostrado cuánto quería estar con él, buscó sus labios para unirlo con los suyos con lascivia y placer.
La mirada de Seto se clavó en la muy feliz de Joey. Sus ojos estaban vidriosos, como en trance, con su cuerpo concentrado únicamente en aquella sensación cuya intensidad aumentaba entre sus piernas a cada embestida. Los brazos del rubio buscaron levantarle, usando como soporte el pilar. El ojiazul apoyó sus muslos en las caderas de éste con los brazos aferrados a sus hombros. Apretó su frente contra la sien de Joey mientras se aceleraban sus movimientos. Las manos del rubio se aferraron casi violentamente a sus caderas y su lengua lamió apurada su cuello para darle un mordisco.
En el éxtasis, Joey giró su cabeza para ver de reojo el celular roto en el suelo. Sonrió con victoria y malicia, imaginando la figura del Faraón como si estuviera ahí presente, con la ira de la derrota, observando como poseía a Seto. Pasó sus brazos por debajo de los glúteos del castaño para sujetarle de modo que pudiera entrar más en éste, dando un martilleo frenético que hizo gritar al ojiazul cerca de su oído y cuyo sonido iluminó la mirada de Joey.
/El dragón es mío, Atemu, ahora tienes que renunciar a él/
Seto clavó gradualmente sus dedos en la espalda del rubio a medida que la penetración aumentaba al mismo tiempo que con la velocidad. Joey movió sus caderas para buscar ese punto mágico en él.
-¡Joey!
/Es mío, faraón. MIO/
Kaiba echó su cabeza hacia atrás, el roce de su miembro entre sus cuerpos junto con sus embestidas le llevaron al borde. Cerró sus ojos al alcanzar el clímax, gritando de placer. Joey se percató del temblor que estremeció al ojiazul y oyó su grito de júbilo acompañado de su eyaculación. Sintió también la llegada del orgasmo, buscando los labios de Seto, se metió con más vehemencia dentro de él y se derramó en su interior. El castaño emitió un gemido al sentir como le llenaba.
Joey se fue retirando poco a poco, con la respiración entrecortada, dejándose caer de rodillas junto con el ojiazul. Ambos estaban cubiertos de sudor. Cuando el rubio se separó de él completamente, el otro habló.
-¿Eso es todo lo que puedes hacer, Joey Wheeler?
El rubio le miró estupefacto, había usado el mismo tono que cuando en sus dueños y ahora le veía retadoramente.
Suficiente para renovar su deseo…
-¿Es un reto, Seto Kaiba?
Levantando una mano, el castaño hizo el mismo gesto que utilizaba para provocar a sus contrincantes, seguro de su victoria.
-A menos que tengas miedo… -amenazó tomando entre sus dedos el miembro de Joey para incitarlo a tomar vida.
La estimulación física y verbal hizo su efecto. El rubio jaló a Kaiba hasta la mesa casi a gatas, donde tiró lo que había en ella para recostarlo.
-Te vas a arrepentir, koneko -replicó Joey, besándolo con toda lujuria, imitando el juego de aquél.
-Ya veremos quien es el que se da por vencido -los brazos de Seto jalaron al rubio, atrapándolo con sus piernas.
-Pues este cachorro aquí presente, tiene muchos trucos bajo la manga…
-Y este koneko domina todas las estrategias…
-Guau -ladró el rubio, enterrándose de nuevo en el ojiazul.
-Miau -le ronroneó antes de lamer su lóbulo y morderlo.
Y volvieron a empezar.
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Nueva York, U. S. A.
-… yo le dije “el museo tiene que pensarlo” pero ya lo conoces, y no se da por vencido tan fácilmente. Yo sé que no lo harías, aunque te recomiendo que tomes en serio lo de las ponencias, eso traería más fondos a las expediciones. Fue de mucha ayuda la recomendación del Doctor Hopkins… ¿Atemu? ¿Me estás escuchando?
El Director del Museo de Ciudad Domino, tocó el hombro del Faraón que parecía ensimismado con el celular que sostenía en una mano. El rostro de éste se levantó hacia él.
-¿Decías algo?
-Atemu… -el Director se levantó de su sillón- otra vez en la Luna. Deja de preocuparte por Seto. Estoy seguro que está bien. Sabe cuidarse solo…
Los ojos violetas volvieron a la pantalla del teléfono:
Número no existente…
-… además, he escuchado que Kaiba Corp. presentó un nuevo proyecto. Creo que tu esposo tiene mucho trabajo por delante…
El Faraón buscó su número en la mansión y lo marcó.
-… no dejes que los chismes de los paparazzis te agobien. Siempre inventan historias para vender. Tú sabes muy bien que él solo tiene ojos para ti. Puedo imaginar a esos “reporteros” furiosos porque él no quiso ni verlos. Así es él…
La contestadora recibió su llamada. Colgó.
-… los amarillistas quieren verlos hundidos ahora que ambos están tocando el éxito de nuevo. Las infamias y las burlas siempre aparecen en estos casos, Atemu. Recuerda lo que dice Sancho Panza sobre que al ir caminando los perros ladraban en señal de que estaban avanzando. Así les está ocurriendo.
Atemu levantó la vista hacia el Director, guardando su teléfono.
-Por favor, pronto será sólo una semana para que acabe esta exhibición. Termínala junto con las conferencias y puedes tomarte un descanso para volver a Ciudad Domino a ver a tu Seto. Yo arreglo los convenios de la gira, regreso con el resto del equipo al Museo y nos preparamos para el viaje, ¿Qué tal? Pero dime que terminas esta temporada…
La sonrisa del Faraón que se le antojó un tanto diabólica al Director le inquietó pero no comentó nada.
-Me parece bien.
-Bueno, voy a llamar a los patrocinadores en mi habitación. Nos vemos en el comedor.
-Hasta entonces.
La sonrisa se amplió más cuando la puerta se cerró. Los ojos violetas de Atemu se oscurecieron.
-Mi Tesoro…
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Qina, Egipto.
-Toma Ryou, bebe esto -Ishizu le tendió al albino una taza de té tibio- Te hará bien.
-No tengo sed, gracias.
-Vamos, lo necesitas.
Ryou miró hacia la cama donde dormía Bakura. Su cuerpo lleno de vendajes a causa de las múltiples heridas en todo su cuerpo, además de las quemaduras en su pecho y rostro principalmente, el cual tenía una mascarilla de oxígeno, junto con la intravenosa en su brazo izquierdo. El Ladrón de Tumbas estaba vivo pero no despertaba. Aunque Ishizu lo curaba y su cuerpo respondía milagrosamente a los medicamentos, su mente seguía perdida en los abismos de la locura. Estaban en la casa de los Ishtar, a salvo de las preguntas molestas y gente extraña. La chica posó una mano en el brazo de Ryou a modo de consuelo.
-Pronto despertará. Llegaste a tiempo para que su mente no se separara de su cuerpo, ahora solo duerme. Eso es señal de que la visión divina ya no lo atormenta. Anda, bebe esto. Necesitas algo para tranquilizarte.
-Yo… -el chico miró indeciso la taza.
-Ryou…
El albino suspiró y la tomó. Ishizu le sonrió.
-Tu voz lo trajo de vuelta y cuando menos lo esperes, abrirá los ojos.
Ryou volvió a mirar hacia la cama, antes de llevar la taza a sus labios.
-¿Qué crees que haces? -la voz ronca de Bakura lo hizo respingar de susto, tirando su té.
-¡Bakura! -gritaron Ishizu y Ryou al mismo tiempo.
-Debo estar en el Purgatorio, porque veo a un ángel y a un demonio -comentó sardónico aquél, quitándose torpemente la mascarilla y mirando a Ryou y luego a Ishizu.
-¡Bakura! ¡Bakura! -Ryou no dudó en abrazarlo, pero la mano del Ladrón de Tumbas lo aventó.
-Te pregunté algo.
-¡Oh, Bakura! Yo… Ishizu me hizo un té…
-¿Qué intentas mujer? -le espetó Bakura a la egipcia.
-Sólo era un simple té -Ryou miró los trozos de taza en el suelo- Ella me ha estado ayudando…
-¡No! Yo me refiero a qué demonios haces aquí con esta gentuza cuando claramente te ordené quedarte en tu casa, Ryou.
-De nada, Bakura -comentó Ishizu mirando un tanto dolida al “enfermo”.
El Ladrón de Tumbas se carcajeó de súbito, confundiendo a los otros dos.
-¡Es increíble! ¡Es increíble!
-¿Bakura? -Ryou volvió a acercarse a éste- ¿Te sientes bien?
Ishizu levantó una mano para ver si tenía fiebre, cuando la expresión de Bakura cambió a furia, manoteando con fuerza y obligando tanto a la egipcia como a Ryou a
sujetarlo para que la intravenosa no se zafara y no se hiciera daño con ésta.
-¡IMBÉCIL! ¡IMBECIL! ¡TRES OJOS NO TE SIRVEN PARA NADA! ¡ERES UN COBARDE! ¡COBARDE! ¡JA JA JA JA JA JA!
-Bakura, vuelve en sí -rogó Ryou con pequeñas lágrimas en sus ojos al ver su demencia.
-¿Ryou? ¿Qué haces aquí? -el Ladrón de Tumbas se calmó al instante.
-Estaba preocupado por ti -contestó el chico, ruborizándose- No aparecías por ningún lado y yo…
Bakura pasó sus dedos por las lágrimas que se le escaparon y las probó, giró su cabeza para hablar con Ishizu.
-¿Cuánto tiempo llevo así?
-Mucho -contestó fría la egipcia.
-A Ra se le olvidó darte cerebro…
-Eres un grosero, malagradecido.
-Si no me gustara Ryou, te daría un beso…
-¡Bakura! -exclamó el aludido.
-¿Viste lo que querías? -preguntó Ishizu revisando que todo estuviera en orden.
-La parte que me interesaba… es un idiota… yo también por estar metido en esto, la próxima vez que se las arreglen solos… no, no soy tu instrumento… me gustaría saber como van a ayudarme si duelen demasiado… es un milagro que el bueno para nada aún piense…
La egipcia intercambió una mirada con Ryou al ver la “plática” de Bakura completamente sin sentido para ellos.
-No me respondiste que haces aquí, mi niño.
-… oh… yo…
-Suficiente con eso.
-¿Por qué eres así con él? -le amonestó Ishizu.
-¿Te importa?
-Eres un insensible ladrón y asesino.
-En serio, Ishizu. Otro piropo de ésos y me caso contigo.
-¡Tú…
-¿Qué pasa aquí? -habló Odión entrando a la habitación
-Para completar el cuadro, el fiel mayordomo. -Bakura le silbó- Ven, ven, Fido…
-Mi tolerancia tiene límites, Bakura -dijo Ishizu.
-Ishizu, Odión, les pido disculpas -intervino Ryou rojo de la pena- Es que él…
-Cuando quiera tu ayuda, chiquito, te prometo que te la pediré. Ahora calladito.
-Eres un monstruo -comentó Odión.
-Creo que voy a tener un orgasmo…
-¡Bakura!
-Tú y yo tenemos que hablar seriamente, Ryou. ¿Qué te hizo venir hasta acá con estos egipcios amargados?
-Es que Marik…
-¡¿QUE?! -el Ladrón de Tumbas casi se levantó de la cama- ¡Ese infeliz! …¡AAAHH!
Sus costillas protestaron al movimiento. Ishizu y Ryou se levantaron a sujetarlo antes de que cayera de la cama inconsciente. Entre los dos acomodaron a Bakura de vuelta. Ryou le colocó la mascarilla mientras Ishizu revisaba su intravenosa y sus signos.
-Ha vuelto a desmayarse. No sólo son las heridas de su cuerpo sino la visión divina que agota sus energías.
-No pude decirle, Ishizu -dijo el albino apenado.
-Aún no es tiempo, Ryou -intervino Odión- Lo que tenga que hacer Bakura, será hasta que sus cuerpo y mente sean uno otra vez. Aún delira, confundido entre nuestra realidad y los ojos de un dios.
-Ya has visto como habla incoherentemente -continuó la egipcia- Y sus quemaduras tienen formas extrañas. Algo tiene reservado para el Faraón.
-Ryou, Ishizu y yo hemos hablado, y creemos que lo mejor es llevarlos a Ciudad Domino. Tomaremos la misma ruta que la primera vez, así ni el Faraón, ni nadie más se enterará de la llegada de Bakura, que con la gracia de Ra habrá sanado para entonces -explicó Odión.
-¿Pero… cómo…
-Ser Guardianes de Tumbas, tiene sus ventajas, Ryou -Ishizu le sonrió- Lo único que espero es que Bakura sepa lo que está haciendo.
-¿Qué es lo que está sucediendo realmente? ¿Lo saben? -preguntó angustiado Ryou- Esto es muy espantoso… una pesadilla.
Ishizu y Odión se miraron antes de que la chica se levantara a tomar un estuche, del cual sacó un pequeño bulto de terciopelo. Lo extendió en su regazo, dejándole ver a Ryou un juego de objetos religiosos y un par de dagas ceremoniales.
-Quiero pedirte que no le digas nada a nadie, Ryou. Ni siquiera a tus amigos, que ya deben de preguntarse en dónde estás. La sorpresa debe ser nuestra aliada. Marik va alcanzarnos cuando tomemos el barco para Ciudad Domino, él nos dirá que tiene planeado el Faraón para los hermanos Kaiba. Es imperativo permanecer de incógnito, todo es confusión en la mente del hijo de Ra y bastará solo una muestra de duda en los corazones de los que le rodean para que él los considere traidores. Tus amigos deben permanecer a salvo. No puedo decir lo mismo de Joey, pero eso lo decidirán los Dioses.
-Estás diciendo que…
-Bakura habló de la muerte de al menos dos personas -dijo Odión- No sabemos si habrá más. Tenemos que evitar que siquiera uno muera… por el bien de todos…