Captain Tsubasa Fan Fiction ❯ Ashita wa Motto (Mañana, yo seré...) ❯ El recuento de lo que ha sido mi vida ( Chapter 1 )

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"Ashita wa Motto (Mañana, yo seré...)".

Fanfic de Captain Tsubasa.

Advertencia: este fanfic tiene *shonen-ai*, o sea, se menciona el hecho de que hay una relación amorosa entre *dos chicos*. Léelo a tu propio riesgo.

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Parte 1: El recuento de lo que ha sido mi vida

Salgo del baño aún lleno de vapor, apenas llevando puestos mi ropa interior y una bata de baño, con mi pelo aún húmedo por la ducha (y quizá aún con espuma de champú). Mi padre sale de su pieza, con unos cuantos lápices en la mano, y me mira con leve sorpresa. "Taro, ¿no deberías estarte vistiendo ya?".

Yo le sonrío. "He venido desde Francia, papá, y pese a que pude dormir un poco estoy casi muerto. ¡Déjame descansar un poquito más!"

Él me sonríe y mira su reloj. "Lo digo ya que tu amigo Tsubasa llamó mientras te duchabas".

Me salta el corazón en el pecho, pero lo disimulo con una pequeña sonrisa. "¿Y qué dijo?"

"Él y su esposa Sanae vendrán a buscarte en una hora más. De ahí se juntarán con los demás para ir a la boda de tu amigo Misugi todos juntos".

"Bueno, me vestiré entonces. ¡Muchas gracias, papá!".

Él me mira como recordando sus tiempos de juventud, y entra a su estudio. Ya que hace unos años mi padre decidió definitivamente quedarse en Japón y ahora tiene un trabajo como profesor en una academia de arte en Tokyo, él vive en un pequeño apartamento cerca de Shinjuku con tres dormitorios. Uno lo convirtió en una pequeña oficina/estudio donde puede trabajar tranquilamente y revisar los trabajos de sus alumnos; el segundo es su propio dormitorio, y el tercero está reservado para mí, para que tenga un lugar al cual llamar "mi segunda casa" cuando venga a Japón. Todo es muy sencillo, casi espartano, como en mi propia casa en París; pero cada vez que vengo a Japón, me siento de nuevo como si estuviera en mi hogar. Me recuerda los viejos tiempos en que éramos simplemente un artista joven y su hijo pequeño, viajando por todas partes y atesorando recuerdos, experiencias, y sentimientos.

Sin ninguna prisa, entro a mi habitación y cierro la puerta. Quiero tener unos minutos para mí mismo. Cuando eres un jugador japonés en la Liga Francesa siendo que ni siquiera has cumplido los 25 años, apenas puedes hallar cómo detener la locura por unos segundos y salirte del torbellino que es tu vida antes de que te aplaste. Especialmente si piensas que en algún momento ese estilo de vida puede aplastarte.

Si alguien me oyera, se preguntaría que diablos me pasa. ¡Soy Taro Misaki! ¡Uno de los ases más talentosos del fútbol japonés! ¡Una nueva estrella en Francia! ¡Hijo de un famoso artista! ¡Guapo, inteligente, talentoso...! ¿No debería dejar de quejarme y agradecerle a los Dioses en el Cielo por la suerte que he tenido en mi vida?

... Sí, sí lo agradezco. A quien quiera que me cuide desde las nubes, a mis padres que me dieron vida y me amaron cada uno a su manera, a mi vieja pelota por ayudarme a salir de la soledad a la que quizá estaba destinado, y a mucha gente por ser mis amigos y compañeros...

Y a alguien más.

Ahora estoy apenas en calzoncillos, secándome el pelo con una toalla mientras contemplo el traje blanco y negro que llevaré hoy. Blanco, el color de la pureza, relacionado con el matrimonio al cual iré. Negro, el color en el cual está pintada una parte de mi corazón, y también el tono de sus ojos y de sus cabellos.

Los de Tsubasa.

Mis labios se tuercen levemente en lo que se supone debería ser una sonrisa tierna, y termina como una pequeña mueca melancólica.

¿No representa acaso lo que siento en esta alma mía por él?

Tsubasa Ozora es el mejor compañero que he tenido en mi vida deportiva. Recuerdo como si fuera ayer el modo en que nos conocimos en el equipo del Nankatsu, cuando reemplacé a Ishizaki tras su accidente en el juego contra el Shutetsu. Así comenzó nuestra temible "Combinación de Oro" que nos hizo famosos en el campeonato infantil de soccer.

Yo sería un mentiroso si dijera que Tsubasa es el único buen compañero que he tenido en mi vida de futbolista. Pero lo que es cierto, es que él y yo nos vinculamos casi por instinto. Nosotros dos nos entendíamos muy bien con pequeñas cosas como gestos, miradas, corazonadas... Eso es algo que te ocurre muy pocas veces en la vida. Cuando yo estaba a su lado, casi sentía que sólo nosotros dos bastábamos en el campo de fútbol. Tan profunda era nuestra unión.

Pero entonces, yo tuve que irme. Cuando terminó el campeonato, papá y yo nos fuimos de Shizuoka. En los días, semanas, meses y años siguientes que pasé yendo de aquí para allá en Japón y luego en Europa, jugué con muchos otros chicos y adquirí maravillosos recuerdos. Mientras eso sucedía... aparte, lentamente empecé a ver todo de manera distinta. Estaba creciendo, y empezaba a sentirme más como un adolescente que como un niño pequeño.

Y hubo un momento que puso eso a prueba... Como mi padre se iba a Europa, él había pensado que yo estaría mejor acá si me quedaba en Japón viviendo con mi mamá, mi padrastro y mi hermanita Yoshiko. Yo no sabía que pensar, pero aún así acepté que me llevara con ellos. Sin embargo, al ver a mi madre en el jardín de su casa nueva, jugando con la pequeña Yoshiko... No. Me di cuenta de que no era lo que yo deseaba. Quiero mucho a mi madre, ella es muy importante para mí, pero... sentí que no pertenecía a ese mundo. Nunca sería Taro Yamaoka... yo era Taro Misaki. Eso resume lo que pensé.

En esos tiempos y lo que siguió, yo acompañé a mi padre al Viejo Continente. A través de ese largo viaje fue que mi cuerpo, mi corazón y mi mente cambiaron, adquiriendo rasgos muy semejantes a los que aún tengo. Y uno de los cambios más importantes fue que me encontraba frecuentemente pensando en el muchacho que fue mi otra mitad en el juego - y en cierto modo lo era aún, en las veces que volvimos a vernos y a jugar juntos en la Selección Juvenil de Japón, como pasó en Francia. Para mí, tal como se vio en los entrenamientos y en el campo de soccer, eso era casi lo más normal del mundo al principio. Él era mi amigo/casi hermano, mi ex compañero, y nada más.

¿Solamente eso, Misaki? ¿Sólo eso?

Casi inmediatamente después de ese campeonato Tsubasa se fue a Brasil con su "eterno entrenador" e ídolo, Roberto Hongo. Poco después, yo y mi padre volvimos a Shizuoka y me reintegré al Nankatsu. Todo fue viento en popa por dos años: tenía una vida estable por fin con mi padre, me reencontré con mi madre, y mi carrera florecía. Entonces fue que todo cambió, cuando el entrenador Gamo vino con el proyecto del "Real Japan Seven". Caímos redondos en su juego y perdimos; para peor yo, Kojiro, Soda, y varios otros jugadores fuimos expulsados del equipo. La razón detrás de mi expulsión, irónicamente, fue lo que antes me hacía más fuerte: mi lazo con Tsubasa. El entrenador me dijo que yo dependía demasiado de él y no podría jugar con los demás hasta que me hiciera de un estilo propio.

En cierto sentido, debía dejarlo ir. Futbolísticamente, lo logré, tras viajar por el mundo buscando mi propia identidad como jugador y unas técnicas que me distinguieran de Tsubasa. Cuando este último viaje terminó, aunque yo y Tsubasa aún nos entendíamos bien, yo había adquirido mi propia manera de hacer las cosas. Mi nuevo Boomerang Shoot era la prueba más tangible, y conseguí reintegrarme junto con los demás tras un nuevo partido donde destrozamos a los del Real Japan 7.

Aún así...

En las preliminares, nos enfrentamos con éxito a muchos equipos y dificultades. Pero la verdadera prueba vendría justo antes del Mundial sub-20. Por ese tiempo yo y mi media-hermana Yoshiko nos habíamos vuelto muy amigos... y pocos días antes del campeonato la salvé de ser atropellada por un bus, pero quedé yo mismo con una pierna gravemente lastimada. En el doloroso tiempo de curación que siguió paralelamente al Mundial..., entonces, sólo entonces pude darle un nombre al sentimiento que había estado creciendo en esos años en mi corazón. Antes era muy joven e inmaduro para comprender lo que había en mi alma, y peor aún para identificarlo...

Pero mientras yacía en mi cama tras las sesiones de rehabilitación, no sólo el soccer estaba en mi mente. Tsubasa también estaba allí. Siempre. A pesar de todo lo que había hecho para independizarme de él, en una parte muy oculta de mí yo aún atesoraba mis recuerdos de él. Me sorprendí al darme cuenta de que pensaba no sólo en su compañía o en su habilidad, sino que en sus ojos, su sonrisa, su cuerpo... Mientras mi mente se había independizado y mi estilo de fútbol ya estaba definido, mis sentimientos eran completamente diferentes. La razón... ¿Realmente tengo que decir por qué?

Yo me había enamorado de Tsubasa. Mis sentimientos amistosos de la infancia había cambiado por completo. No lo quería sólo como amigo ahora; deseaba tenerle junto a mí, en todo momento. Eso violaba completamente las leyes del juego que me impuse para poder re-encontrarme a mí mismo, lo sé, pero...

Pero ¿cómo podía seguir engañándome? Dios sabe cuánto me costó hacerme a la idea de que tenía estos sentimientos por él... los cuales, para rematarlo todo, surgieron mucho más que tarde. Tres años después de que él encontrase a la única persona que podía hacerle competencia a su amigo el balón - y ganarla.

Cuando volví a Nankatsu, Ishizaki y los muchachos me contaron entre otras cosas lo que pasó con él y Sanae Nakazawa, nuestra porrista y ayudante. A través de los años, ellos gradualmente se fueron enamorando; ella escondió lo que sentía para apoyarle mejor en su carrera, y él no se dio cuenta ni siquiera de cuánto la quería hasta que su amiga Kumi Sugimoto se lo dijo; poco después, un incidente con un admirador obsesivo de ella los hizo admitir lo que sentían realmente. Y cuando él se fue, ella le esperó fielmente hasta que volvió a Japón. Y cuando pensé en ello, en los días en que me dí cuenta de que yo también lo amaba..., demonios, cuánto me dolió ver que yo lo tenía perdido todo, desde antes de que siquiera hubiese sabido que yo podría quererlo tanto como ella. Y no era culpa de nadie, así que ni esa excusa tenía.

Aún así, me esforcé para desentenderme de esto y concentrarme en mis heridas físicas. Pronto mi pierna empezó a sanarse, pero aún con todo el cuidado y el apoyo del doctor Shibazaki y de mis seres queridos (especialmente mis padres y mi hermana), apenas me fue posible jugar con mis compañeros en el partido final de la Copa, contra el Brasil de Carlos Santana; y cuando lo hice, jugar con Tsubasa tuvo mucho de dulce y de agraz. De dulce, pues al menos pude estar con el hombre que amaba, tal como en los viejos tiempos; de agraz, pues no importaba que estuviera conmigo, ya nada sería igual. No sólo por lo de mi nueva independencia, sino pues él nunca podría sentir por mí algo semejante al amor que yo sentía por él.

Pero entonces, reaccioné. Si amas de veras, no puedes actuar así. Nadie es propiedad de ninguna persona, si no lo ha elegido. Y Tsubasa ya había tomado su decisión, libremente. Por lo que ví con mis propios ojos y deduje por sus actitudes, Sanae amaba a Tsubasa con honestidad y jamás lo obligó ni hizo trampa para quedarse con él; de hecho, los muchachos tampoco lo habrían permitido, y menos Kumi. Lo mismo pasaría yo me interpusiera entre ellos dos; el resultado hubiera sido un desastre, y yo perdería más que a mi mejor amigo...

Yo tomé mi decisión, entonces: mantuve todo en secreto... y jamás le dije a Tsubasa que yo, Taro Misaki, estaba enamorado de él. Sería mejor así: para él, para Sanae, y para mí. Incluso asistí a su matrimonio, que se llevó a cabo poco después de la Copa sub-20; y mientras todos les deseaban la mayor felicidad del mundo, yo también les sonreía, y por dentro me repetía mi mantra.

//¿Tú lo amas, Taro? Entonces, déjalo. El amor verdadero es generoso y no posesivo. Sanae lo ama y lo hará feliz. Tienes que seguir viviendo y seguir tu propio camino. No es martirio ni sacrificio; simplemente es lo que debes hacer...//

Y así lo he hecho. Han pasado ya años desde eso. Tsubasa y Sanae viven en Barcelona, donde él juega, y tienen ya un niño pequeño: Hayate. Con respecto a mí... tras pasar varias temporadas como una de las estrellas del Júbilo Iwata junto con mis amigos Ishizaki y Urabe, decidí volver a Francia e incorporarme a la Liga Francesa, y fuera del deporte llevo una vida tranquila y algo solitaria en París. Me porto bien con la hinchada y la gente que me rodea, pero muy pocos pueden hacerse llamar mis amigos; entre ellos están mi gran amiga Azumi Hayakawa (la única persona que lo sabe todo), mi ex-rival/ahora-compañero Pierre Le Cid, o incluso su propio mejor amigo y también compañero nuestro Louis Napoleon (soy uno de los pocos que pueden hablar sobre la "mera amistad con o sin beneficios" de él y Pierre sin terminar aturdido de un puñetazo), y también hago esfuerzos para mantenerme en contacto con mis amigos de la Selección. Como Kojiro, que lucha duramente en Italia junto y contra Shingo y Akai, y Misugi, quien finalmente se recuperó de su enfermedad al corazón para volverse una estrella en la J-League junto con gente como Matsuyama, Jito, Soda, o Wakashimazu...

Precisamente Jun Misugi es la causa de mi momentáneo regreso. Ya que él ha decidido casarse con su novia de toda la vida, Yayoi Aoba, todos (al menos los que pudimos) decidimos dar un alto momentáneo en nuestras carreras y, tal como en la boda de Tsubasa y Sanae, celebrar tal acontecimiento. Uno de nosotros ha dado un GRAN paso en su vida, y todos tácitamente prometimos apoyarle en todo caso.

En todo caso...

Dejo de pensar en eso. Debo vestirme rápido, ya que Sanae y Tsubasa vendrán a buscarme para ir a la iglesia que la familia Misugi eligió para el matrimonio de su único hijo. Yo aún amo a Tsubasa, no me he desprendido completamente de este amor inútil..., pero me he prometido a mí mismo que superaría todo lo que a él se refiere, y que jamás jugaría a ser el héroe trágico de un triángulo amoroso que en realidad nunca existió.

En pocos minutos, ya estoy listo para lo que venga a suceder hoy. No desperdiciaré egoístamente mi oportunidad de estar con la gente que quiero, y aún más si él está involucrado.

"No lo hago sólo por ellos...", murmuro mientras me pongo la corbata. "También lo hago por mí".

--- continuará