Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Junto a ti, Ultima parte completa ❯ Tercera Parte ( Chapter 3 )

[ Y - Young Adult: Not suitable for readers under 16 ]

JUNTO A TI
Por Daulaci Serv
Con los personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
Con una especial agradecimiento a Crystal23quien a sido toda una inspiración y un gran apoyo como beta en este fic. Gracias amiga por compartir esta locura conmigo.
Dedicado a nena05000, gracias a tus ideas este epílogo empezó a cobrar vida, unos meses atrás.
Nota Para los despistados: les recuerdo que este epílogo en todas sus partes traerá una escena lemon, así que pondré advertencias antes de empezar la misma, pongo a su discreción la lectura de esta, por favor, si no tienes la mente abierta o si no te gustan este tipo de escenas no la leas, si lo haces es bajo tu propio riesgo. Gracias.
EPILOGO
3ª PARTE
 
Todo estaba oscuro y sombras extrañas se dibujaban a lo largo de la habitación, la luz de la luna entraba por la ventana pero no era suficiente para poder distinguir nada.
 
Se tapó con la sábana hasta la cabeza, contó borregos, caballos, perros… nada funcionaba, un ruido extraño lo sobresaltó, cerró los ojos con fuerza.
 
-Yo soy valiente -dijo en voz alta y se asomó lentamente sobre la sábana, nada podía estar ahí… ¿o si?
 
Pasó saliva y sin pensarlo dos veces corrió a la puerta la abrió y salió avanzando con rapidez por el oscuro pasillo hasta llegar a su destino.
 
Giró la perilla y sintió miedo de volver la cabeza hacia atrás, así que con un rápido movimiento entró en la habitación y recargó la espalda en la puerta suspirando aliviado.
 
Miró a su alrededor, ese lugar estaba más oscuro que su propia habitación, avanzó sigiloso escuchando las respiraciones de las dos figuras que se distinguían en la cama.
 
Al llegar al pie de la cama no lo dudo un momento y se dirigió al lado de la cama donde sabía que encontraría a la persona que lo tranquilizaría.
 
-¿Mamá? -susurró Akio. La miró, acostada de lado, se alcanzaba a ver un tercer brazo que rodeaba su cintura-. Mamá -insistió un poco más alto.
 
Ella se movió un poco murmurando pero aún no había despertado.
 
-Mamá -repitió buscando su mirada, pero no la encontró, sin embargo una cabeza se levantó por encima de la de ella.
 
-¿Akio? -preguntó su padre con voz pastosa-. ¿Qué pasa?
 
-Quiero hablar con mamá -dijo avergonzado.
 
-Mamá esta muy cansada -susurró él-. Ven a este lado -ordenó Touya y se movió despacio para no despertar a su esposa, se volvió al lado contrario y recargado en un brazo vio a su hijo acercarse-. ¿Qué es lo que quieres hablar con mamá?
 
-Es que… -dudó el pequeño, no quería que su padre pensara mal de él, pero cuando sintió la enorme mano acariciar su cabeza se animó-. Tengo miedo.
 
-¿Miedo? ¿De qué?
 
-Hay “algo” en mi cuarto.
 
Touya lo miró en silencio, Akio no era un niño que temiera a la oscuridad, hasta ahora no había tenido problemas con eso, aunque de vez en cuando amanecía en la cama del abuelo, era raro que acudiera a ellos.
 
-Vamos a ver si hay “algo” en tu cuarto -ofreció Touya sentándose en la cama.
 
-¿Touya? -murmuró Tomoyo al despertarse y se volvió a buscarlo-. ¿Qué pasa?
 
-Akio que no puede dormir -respondió Touya tratando de no darle importancia.
 
-¿Akio? -parpadeó Tomoyo buscando a su hijo en la oscuridad.
 
-Hola mamá -saludó la pequeña voz.
 
Tomoyo se inclinó y encendió la lámpara de la mesita de noche, volvió a ver en dirección a su hijo acomodando la larga trenza de su cabello.
 
-¿Por qué no puedes dormir? -preguntó mirando a su hijo.
 
Akio se encogió de hombros y levantó la vista para mirar a su padre quien lo tomó en brazos.
 
-No es nada -aseguró Touya caminando a la puerta-. Vuelve a dormir regresó pronto.
 
Confundida e intrigada Tomoyo los vio salir por la puerta, incapaz de contenerse se levantó de la cama dispuesta a seguirlos.
 
Cuando se asomó al pasillo vio la luz encendida en el cuarto del pequeño, camino hacia el y se detuvo en la puerta.
 
Boquiabierta vio a Touya que buscaba en cada rincón del cuarto, debajo de la cama, en el closet, en el baúl de juguetes mientras el pequeño Akio parado sobre la cama observaba a su padre en silencio.
 
-¿Ves? -decía Touya con los brazos extendidos después de revisar el último rincón-. No hay nada aquí.
 
-Es cierto -dijo Akio mirando alrededor un tanto dudoso.
 
Touya se acercó a él y lo tomó en brazos para que sus miradas se encontraran a la misma altura.
 
-No hay nada, ni nadie -aseguró Touya-. Además tú sabes que yo estoy aquí para protegerte ¿verdad?
 
-Porque eres mi papá -asintió Akio-. Y no dejarás que nada malo me pase, ni a mi mamá.
 
-Correcto -dijo Touya sonriendo y besó su frente.
 
Akio como respuesta lo abrazó con fuerza recargando la cabeza en su hombro.
 
Tomoyo que seguía observando la escena conmovida sentía ganas de llorar. Las dos personas más importantes en su vida estaban ahí. Miró a su único hijo producto del amor que sentían el uno por el otro.
 
También recordó aquella ocasión en que Touya había hecho algo similar por ella, después del susto que le había dado Eriol. La forma en que había tomado su mano y la llevó al cuarto para revisarlo y después prometerle que no dejaría que nada malo le pasara.
 
Tomoyo suspiró recordando que fue entonces cuando le había dado su primer beso, y que, sin saberlo los dos habían entregado su corazón en ese momento.
 
Fue entonces cuando se había enamorado de ese hombre al que le había jurado amor eterno y que él a su vez no había dejado de demostrarle lo mucho que la amaba.
 
En silencio se apartó de la puerta, justo en el momento que Touya arropaba a Akio. Emocionada entró en el baño de su habitación decidida a esperar el regreso de su esposo.
 
-¿Ya no tienes miedo? -preguntó Touya arropando a Akio.
 
-Ya no -negó con la cabeza.
 
-Entonces, me voy -dijo acariciando la pequeña cabeza. Se puso de pie y añadió-. Si no puedes dormir puedes ir con el abuelo -sugirió sonriendo.
 
-¿Puedo? -preguntó Akio escondiendo el rostro hasta la nariz bajo la sábana.
 
-Yo creo que si -dijo Touya caminando a la puerta-. Buenas noches -apagó la luz.
 
-Buenas noches -se despidió el pequeño.
 
Touya suspiró mientras caminaba a su habitación, entró y se sorprendió al notar la cama vacía, cerró la puerta tras él.
 
-¿Estás ahí? -preguntó llamando a la puerta del baño.
 
-Si, acuéstate en un minuto estoy contigo.
 
Después de soltarse el cabello y cepillarlo con cuidado, Tomoyo salió del baño y vio a Touya acostado en la cama, con la sábana hasta la cintura y un brazo cubriendo sus ojos. Observó el musculoso torso y se mordió el labio conteniendo el aliento.
 
Caminaba hacia la cama cuando escuchó el sonido de una puerta abriéndose, espero unos segundos calculando el tiempo que tomaría a Akio llegar a la puerta, pero nada sucedió. Con el mayor sigilo abrió la puerta y asomó la cabeza para alcanzar a ver a su pequeño hijo cuando abría la puerta del cuarto del abuelo y se metía en el.
 
Tomoyo sonreía al cerrar de nuevo la puerta.
 
-¿Era Akio? -preguntó Touya sin moverse o abrir los ojos.
 
-Si, fue con el abuelo.
 
-Está bien -suspiró Touya-. Yo se lo sugerí -confesó con una media sonrisa.
 
-Ya veo -dijo Tomoyo notando el pantalón del pijama en el sillón.
 
-Ven a dormir -pidió Touya alargando el otro brazo.
 
-Ya voy -contestó Tomoyo pero sin la menor intención de dormir.
 
Touya escuchó como algo se deslizaba hasta caer al suelo, pero no le dio mucha importancia pues empezaba a sumergirse en un profundo sueño.
 
Tomoyo se metió en la cama pensando que siempre se sentía tan a gusto a su lado… tan feliz… y quería demostrárselo en ese momento.
 
Medio dormido Touya esperaba que su esposa apagara la luz e instintivamente acomodó su cuerpo a las curvas femeninas, pasándole un brazo por la cintura con posesividad.
 
Tomoyo se apretó contra él con la tentación de besar el torso descubierto. Touya abrió los ojos abruptamente.
 
**advertencia, aquí empieza el lemon**
 
-Tomoyo… -susurró al sentir sus senos rozando su torso provocativamente y, sin poder evitarlo empezó a acariciarla. Se sorprendió al comprender que estaba completamente desnuda y podía sentir la suave piel de sus piernas rozando su muslo, torturándolo-. ¿Qué… qué estas haciendo? -preguntó sintiendo la boca seca.
 
-Seduciendo a mi marido -respondió Tomoyo mirándolo fijamente y movió la mano para acariciarlo, llenándose de placer al sentir el escalofrío de él como respuesta.
 
Su mano viajó lentamente por el amplio torso, subiendo hasta los omoplatos y los hombros, delineando con especial cuidado los músculos de los brazos y el cuello.
 
Tomoyo levantó la vista para encontrarse con los ojos de él expectantes y oscurecidos por el deseo, y sonrió complacida. Deslizó los dedos por el firme mentón, los pómulos, la nariz, al llegar a los labios, él beso la punta de los mismos.
 
Finalmente se decidió a tocarlo con los labios, pero sería algo lento para disfrutar cada segundo, así que empezó besando el punto más sensible detrás de su oreja provocando que él temblara y gimiera.
 
Sus labios siguieron el rastro dejado por sus dedos pero al llegar a sus labios apenas los rozó, Touya levantó la cabeza buscando que los tocará y ella se alejó de inmediato.
 
-No -susurró Tomoyo mirándolo directo a los ojos-. Todavía no… -Touya se dejó caer rendido con un ronco gemido.
 
Ella lo besó entre el cuello y el hombro, deseosa de probar su piel y aspirando su inconfundible aroma.
 
-Si -gimió él y la apretó más hasta que le resultó difícil respirar. La soltó de inmediato, pero ella estaba tan orgullosa de su reacción que repitió el beso, pero esta vez lamiendo delicadamente su piel hasta la clavícula.
 
Las manos de Touya empezaron a moverse viajando por el cuerpo femenino pero ella lo detuvo. Negando con la cabeza se arrodilló a su lado.
 
Touya la miraba embobado, notando el contraste de su piel con el negro cabello que caía sobre sus pechos ocultando su desnudez, el rojo de sus mejillas y el brillo en sus ojos delataban su excitación, que solo podía igualarse a la que él mismo sentía. Al ver que ella se inclinaba sobre su pecho Touya cerró los ojos deseoso por lo que venía.
 
Tomoyo pasó las manos sobre los pezones de él, estimulándolos, hasta que por fin los besó, lamiendo para saborear su piel haciéndolo gemir.
 
-Hazlo de nuevo -pidió él en un murmullo.
 
Ella obedeció sin detenerse, esta vez mordiéndolo ligeramente y entonces sus manos empezaron a moverse como lo habían hecho antes pero esta vez arañando con suavidad su pecho.
 
Las manos femeninas siguieron explorando bajando a la cintura, las estrechas caderas, los muslos.
 
-¿Deseas que te toque? -preguntó ella con dificultad.
 
-Si -respondió Touya jadeando, conteniéndose con todas sus fuerzas para no arrojarla contra la cama y poseerla con lujuria y abandono.
 
Entonces Tomoyo empezó a acariciar su masculinidad, hizo presión con los dedos y su cuerpo tembló. Touya parecía disfrutar que ella tomara el control, gimiendo roncamente, abrió los ojos para mirarse en los de ella.
 
-Me gusta -murmuró.
 
-Respiraba con dificultad, su cuerpo cubierto de una fina capa de sudor que olía de forma tan erótica. Lo vio cerrar los ojos y pasarse los dedos por el cabello.
 
-A mi también me gusta -admitió ella con una ligera sonrisa.
 
Touya abrió los ojos para mirarla inclinar la cabeza al mismo sitio donde se encontraban sus manos.
 
-No, Tomoyo, no sigas -suplicó Touya consciente de que no resistiría más.
 
La tomó por los hombros y la recostó en la cama para después colocarse sobre ella.
 
-Es mi turno -dijo decidido y la besó apasionadamente en la boca.
 
Las manos de Touya viajaron desesperadas por el delicado cuerpo. Tomoyo le devolvió el beso con la misma pasión sin saber cuál de los dos temblaba más.
 
Touya interrumpió el beso para levantar la cabeza y jadeando recargó su frente en la de ella. Cerró los ojos con fuerza hasta que recuperó el control.
 
Tomoyo lo miraba en silencio esperando por él, le tomó la cara con las dos manos para acariciarlo con los pulgares.
 
-Eres una bruja -dijo él al fin abriendo los ojos-. Eres una bruja y me tienes hechizado -admiró sus facciones, sus ojos-. Me vuelves loco, solo tú me pones tan ansioso que casi pierdo el control -confesó respirando con fuerza-, pero no va ser así.
 
-Touya -susurró Tomoyo con amor poniendo las manos en los hombros de él.
 
-Suave y lento -fue la sentencia que murmuró contra sus labios y para confirmar lo cierto de sus palabras la besó profundamente, con exquisita delicadeza, probando y provocando.
 
Poco a poco el beso se tornó más apasionado. Tomoyo se entregó por completo. Lo rodeó con los brazos y enredó los dedos en su pelo.
 
Sin dejar de besarla, Touya le tomó las manos para agarrarla por las muñecas y colocarlas por encima de su cabeza.
 
-Eres mía, solo mía -musitó entre besos.
 
-Si -gimió Tomoyo e intentó soltar sus manos para abrazarlo pero él no se lo permitió.
 
-No -susurró el en su oído-, las manos se quedan donde están -y pasó la lengua por el interior de la oreja y la sintió estremecerse, poco a poco las manos se deslizaron por los brazos.
 
Touya levantó la vista y vio que tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos y supo que lo estaba pasando bien.
 
Tomoyo sentía sus dedos explorando con delicadeza los contornos de su cuerpo. Su boca era amable rozando la piel, provocándola de una manera más allá de lo imaginable.
 
Se escuchó a si misma gemir con suavidad, lánguidamente, suplicante.
 
Touya comenzó a besarle el cuerpo, disfrutando de los pechos, provocándole los pezones con la lengua.
 
Con la mano exploró con lentitud la suave curva de su cadera y el vientre.
 
Ella dejó caer la cabeza en la almohada misma que sus manos apretaban con fuerza, conteniendo la necesidad de tocarlo y arqueó el cuerpo hacia él, deseando cada caricia, temblando hasta que él la acarició donde ella quería, en el lugar más íntimo y secreto.
 
-¡Touya! -jadeó ella queriendo gritar.
 
-No hables, mi amor. Siente -la interrumpió él poniéndole un dedo sobre los labios.
 
Continuó acariciando cada centímetro de su cuerpo, primero con las manos y luego le hizo el amor con la boca de un modo que la hizo flotar desde el principio.
 
Aún así, no alcanzó el clímax. Touya sabía muy bien cuanto podía resistir sin llegar al orgasmo. Se acercaba una y otra vez, y en cada ocasión él se detenía, interrumpiendo lo que le estuviese haciendo y ella gemía y se retorcía de frustración.
 
Por fin volvió a besarla en los labios. Fue un beso voraz y salvaje. Y a Tomoyo le encantó.
 
-Abre los ojos, Tomoyo -colocó las manos a ambos lados de los hombros de ella.
 
Tomoyo levantó los párpados. Parecía confusa y desorientada, exactamente cómo él quería.
 
-Puedes agarrarte a mi en esta parte -comentó y la ayudó a colocar ambas manos sobre los hombros de él.
 
En ningún momento apartó la vista de sus ojos, Tomoyo sabía lo que él le decía en silencio, desde lo más profundo de su corazón y sus ojos se llenaron de lágrimas.
 
Él dijo su nombre con suavidad y deslizó las manos por las caderas de ella para atraerla hacia sí. Entró en ella despacio emitiendo un gruñido de placer.
 
Ella abrió mucho los ojos y se aferró a sus hombros sintiéndose completa y emocionada por la unión.
 
-Es… maravilloso -susurró él. Apretó los dientes para contenerse y consiguió recuperarse lo suficiente para empezar a moverse. Tomoyo empezó a estremecerse debajo de él.
 
-No, tú… eres -ella se arqueó contra él-, eres… maravilloso -gimió y le clavó los dedos en los hombros.
 
Touya le tomó el rostro con una mano y la besó hasta que tuvo que levantar la cabeza para respirar. Después de eso se concentró en mantener el control, moviéndose despacio, de forma metódica.
 
-Touya…
 
Le acarició los senos con una mano y enterró el rostro en su cuello para absorber el aroma que emanaba resultando embriagador. Los pequeños sonidos que emitía eran tan sensuales que resultaban casi insoportables.
 
Jadeante y empapada de sudor Tomoyo se dio cuenta que su cuerpo estaba reaccionando y que la necesidad iba creciendo de manera inexorable.
 
Y Touya también lo sabía.
 
-Si -dijo él con voz aterciopelada-. Si, amor, vuela -entonces, la beso con fuerza y unió su lengua a la de ella. “Ahora”.
 
Y en ese momento ella explotó en verdad, con un gritó que fue ahogado por su boca.
 
Touya sintió cómo Tomoyo alcanzaba el clímax manteniéndose en estricto control. Sentirla entregada a la pasión resultaba satisfactorio, gratificante.
 
El placer duró mucho y ella gimió suplicándole que continuara. Él no cambió el ritmo en ningún momento. Ella sintió que su cuerpo se había convertido en una sustancia líquida.
 
Por respuesta ella se apretó más contra él y le ofreció sus labios, mismos que él aceptó gustoso. Comenzó a acariciarlo recorriendo los anchos hombros y su espalda musculosa y de los labios de él escapó un gemido de placer.
 
Tomoyo quería que ese momento fuera también para él, y continuó acariciándolo, besándolo; mordisqueó su cuello y hombros.
 
Satisfecha ella sintió aumentar la tensión, oyó un cambió sutil en la respiración de él y notó también una diferencia en su ritmo. Tomoyo elevó las rodillas y lo tomó aún adentro.
 
-Tú turno -murmuró ella.
 
-Cuanto te… -tragó saliva-, miró sonrojada… y te veo temblar… no puedo… esperar.
 
-Pues no esperes -musitó ella, abrazándolo.
 
El ritmo de él se hizo cada vez más rápido, pero seguía mirándola a los ojos.
 
-¡Tomoyo…! -terminó gimiendo con profundo placer y se dejó caer sobre ella con lentitud.
 
**fin del lemon**
 
Tomoyo no se movió. No quería volver a moverse nunca.
 
Suspiró rememorando toda esa pasión, todo ese ardor… tumbada bajó el cuerpo de Touya, con la boca de él en su garganta.
 
Le acarició la espalda, deleitándose en la dureza de sus músculos y en sudor de su piel.
 
Touya alzó la cabeza, la besó en la sien y empezó a separarse de ella. Tomoyo lo retuvo.
 
-No, no te muevas.
 
-Peso demasiado para ti -dijo él con voz suave.
 
-Me gusta sentirte encima -Tomoyo lo besó en la garganta-. No te muevas, por favor.
 
Con suavidad Touya se acomodó procurando apoyar la mayor parte de su peso en los antebrazos.
 
-Fue maravilloso -susurró él antes de besarla con suavidad.
 
-¿Maravilloso? -negó ella con voz queda-. Fue estupendo, increíble y mucho más.
 
Touya sonrió y le acarició el cabello, Tomoyo lo imitó enredando los dedos entre su pelo. Continuaron así durante algún tiempo contemplándose en silencio.
 
-Quiero otro bebé -confesó Tomoyo mirándolo directo a los ojos.
 
-Algo me decía que no tardarías mucho en desearlo -suspiró Touya besando su nariz.
 
-¿Te parece mal?
 
-No, mal no. Pero habíamos quedado en esperar un poco más.
 
-Yo… ya no quiero esperar -declaró con firmeza.
 
-¿Estás segura? No me gustaría… -Touya dudó, pues no sabía como decirlo.
 
-¿Qué pasará lo que la vez anterior?
 
-Si, no me gusta verte sufrir… por nada.
 
-No pasará -aseguró ella-, esta vez será diferente.
 
Touya la miró en silencio, podía ver la esperanza en sus ojos. Él solo deseaba que fuera feliz.
 
-¿Todavía estás tomando la píldora?
 
-Si -asintió con firmeza-. Primero quería consultarlo contigo y que estuvieras de acuerdo. Tú sabes que no volvería a ocultarte…
 
No pudo terminar pues sus labios fueron silenciados con la boca de Touya que la besaban con dulzura.
 
-Lo sé -dijo Touya apenas separando los labios-. Se que puedo confiar en ti plenamente -ella sonrió complacida-. Está bien, dejarás la píldora y buscaremos otro bebé.
 
-Oh, Touya -exclamó feliz y lo besó.
 
Él le devolvió el beso con más intensidad y ella se rindió por completo y se dejó llevar hasta que el deseo comenzó a derretirla.
 
Touya alzó la cabeza y la miró a los ojos. Vio deseo en ellos y al momento, sintió que despertaba otra vez dentro de ella.
 
-¿Te parece que continuemos con lo que estábamos haciendo? -preguntó con voz suave.
 
-Me… parece bien.
 
Touya la besó lenta y profundamente; y se movió dentro de ella.
 
Tomoyo dejó de pensar, y, una vez más, ambos se entregaron a la pasión pero esta vez de una forma más salvaje y desinhibida.
 
Cuando todo terminó, se quedaron tumbados juntos, intercambiando besos, tranquilos y en paz.
 
Touya se apoyó en un brazo y la miró, mientras con suavidad le acariciaba un hombro y el brazo. Ella se estiró perezosa.
 
A Tomoyo le hubiera gustado alzar los brazos y atraerlo hacia ella para volver a besarlo pero los ojos se le estaban cerrando y se sentía más relajada que nunca.
 
-Cásate conmigo -le susurró él y ella sintió sus labios en la frente.
 
-Creí que ya estábamos casados -murmuró ella con una sonrisa antes de quedarse totalmente dormida.
 
Touya sonrió. Tendría que esperar a la mañana. Su hermosa y amorosa esposa se había quedado dormida. Apagó la luz y suspirando, la abrazó, cerró los ojos… y, al momento, se sumió en un profundo sueño.
 
 
La alarma del despertador empezó a sonar ahuyentando el silencio que había reinado en la habitación.
 
Tomoyo la apagó.
 
-Es hora de levantarse -susurró y al instante sintió que Touya le acariciaba los muslos.
 
Tomoyo lo besó consciente de las chispas de deseo que empezaban a recorrer su cuerpo.
 
-No sigas -imploró ella-. Tienes que levantarte para ir a trabajar.
 
Touya pareció no escucharla pues continuaba acariciándola mientras recorría el cuello femenino con sus labios.
 
-Touya, le dijiste a Yukito que irías a ayudarlo con…
 
-Él dijo que podía solo -la interrumpió.
 
-Tu prometiste…
 
-No quiero -susurró contra su piel.
 
-¿Qué no quieres? -preguntó temblando.
 
-No quiero ir a trabajar.
 
-Touya Kinomoto -exclamó tomando su cara entre las manos-, jamás pensé que te escucharía decir algo así.
 
-Solo tú podías hacerme desear no ir a trabajar.
 
-Ahora yo tengo la culpa ¿no? -sonrió ella y le dio un beso fugaz-. Voy a bañarme primero, para prepararte el desayuno.
 
Y dicho esto, Tomoyo saltó de la cama para escapar de sus tentadoras caricias. Así que en un minuto se encontraba bajo la ducha con el frasco de champú en la mano. Solo que otra mano se apoderó del frasco y vertió un poco sobre sus cabellos.
 
-Touya, no hay tiempo.
 
-Si hay -declaró al tiempo que le lavaba el pelo-. No respondiste a mi pregunta.
 
-¿Cuál pregunta? -replicó ella cerrando los ojos para disfrutar de las manos que enjabonaban su cabello.
 
-La que te hice anoche -ella frunció el ceño confundida.
 
-No recuerdo.
 
-Te pedí que te casaras conmigo -dijo él empujándola bajo el chorro de agua para quitarle el jabón del cabello.
 
Su respuesta la tomó por sorpresa y tuvo que esperar a que terminara para quitarse el exceso de agua de la cara y mirarlo a los ojos interrogante.
 
-Nunca tuvimos una boda como debe ser -explicó él tomando la pastilla de jabón.
 
-A mi no me importó -aseguró ella.
 
-Pero a mi si -dijo enjabonando su cuerpo con una suave fricción.
 
Muy a pesar de Tomoyo lo detuvo pues no podía pensar con claridad mientras él la tocaba de esa manera.
 
-¿Estás hablando en serio?
 
-Si, tendríamos una boda de verdad, con invitados… y tu vestida de blanco caminando hacia mi… -dijo acercándose más a ella para envolverla entre sus brazos.
 
-Touya -musitó mientras la boca de él se apoderaba de la suya.
 
-Siempre fuiste dama en las bodas de tus amigas -insistió él-. Ahora ellas podrían ser las damas en la tuya.
 
Tomoyo lo miraba en silencio sin poder articular palabra.
 
-Di que si, Tomoyo -pidió él ansioso pegándola más a su cuerpo-. Esperaremos a que tu padre se recupere, él podrá entregarte, renovaremos nuestros votos. Di que si…
 
-Si -musitó ella casi sin aliento.
 
Y se besaron sintiendo el ardiente contacto de sus cuerpos. Él la alzó por la cintura y le hizo el amor bajo el chorro de agua.
 
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Algo lo despertó, no supo exactamente que fue pero no le importó, sobre todo al percibir el familiar aroma que emanaba del cuerpo que estaba a su lado.
 
Abrió los ojos y notó que, como era su costumbre uno de sus brazos descansaba sobre la cintura de su esposa. Se apretó más contra ella escondiendo la cara en la trenza de su cabello, la escuchó suspirar pero no despertó.
 
Touya decidió disfrutar de esos momentos en paz con su esposa durmiendo plácidamente en sus brazos.
 
Hoy era el gran día.
 
Después de tres meses de espera por fin había llegado el día en que renovarían sus votos matrimoniales.
 
Desde esa mañana en que le había pedido que se casara de nuevo con él, los planes para el evento habían iniciado, aunque esperaron a que Takedo estuviera mejor para darles la noticia a él y a Sonomi.
 
Sus suegros recibieron la noticia con particular alegría, Touya se dio cuenta que resentían la forma en que había tenido que casarse su única hija, Takedo se sentía culpable lo mismo que Sonomi pero a diferencia del primero su suegra había descargado este sentimiento contra él.
 
A partir del día en que les dieron la noticia, Sonomi empezó a tratar a Touya de diferente forma, no se podía decir que lo quería pero ya no lo atacaba, y las miradas penetrantes que le dirigía habían desaparecido.
 
Sonomi insistió en que ellos se harían cargo de todo lo referente a la novia. “Después de todo” -dijo ella-, “no puedes quitarle ese gusto a una madre”.
 
Ante semejante argumento Touya no pudo decir nada, así que Sonomi se abocó de lleno a buscar el vestido de novia para Tomoyo e incluso el de las damas.
 
En la familia Kinomoto la noticia se recibió con particular alegría. Tomoyo prefirió esperar a que Sakura diera la noticia de su embarazo para después comentarles sobre la boda, y así no opacar la buena nueva del bebé.
 
Fujitaka en especial era el más feliz de todos, no solo por la noticia de que recibirían a un nuevo nieto o nieta en la familia sino por la boda de su hijo.
 
Otro suspiró de su esposa lo sacó de sus pensamientos. Todavía dormida Tomoyo se volvió hacía él acomodándose en sus brazos de forma natural.
 
Touya también suspiró y besó su frente al tiempo que acariciaba su espalda y apartaba algunos mechones de su cara.
 
De momento pensó en todos los detalles que había que arreglar antes de la ceremonia, pero cualquier cosa era poco cuando se trataba de Tomoyo. Aunque al principio pareció renuente ante la idea de la boda, Touya notó que conforme avanzaban los preparativos ella se emocionaba cada vez más.
 
El día que Tomoyo había regresado después de la última prueba del vestido sus ojos brillaban de una manera que Touya no pudo evitar besarla en cuanto la vio.
 
Inconscientemente Touya encontró la punta de la trenza del cabello de Tomoyo y empezó a deshacerla para dejar sus dedos correr por el lustroso cabello.
 
Disfrutando de la sensación del largo cabello, Touya pensó en la enorme carpa que habían colocado al lado de la casa para la recepción. A pesar de que en un principio habían pensando en algo sencillo, no pudo ser así. Aparte de la familia y amigos cercanos se había invitado a muchos de los conocidos del pueblo y algunos más por parte de los Daidouji.
 
La ceremonia también sería en el rancho, el altar estaba listo para ser armado usando el quiosco como marco para la ceremonia. Sillas blancas serían colocadas a cada lado para dejar libre el pasillo por donde Tomoyo caminaría hacia él.
 
Al pensar esto Touya bajó la mirada a la cara de su esposa y acarició su mejilla. “Tomoyo, mi Tomoyo”.
 
Estaba ansioso porque llegara ese momento, después del desayuno, supervisaría que los encargados del catering llevaran todo lo necesario para la fiesta, el grupo que amenizaría también llegaría por la mañana para empezar a colocar sus instrumentos.
 
Todo debía estar en marcha antes de que él partiera a casa de Yukito donde estarían reunidos los hombres de la familia para dejar la casa a disposición de la novia y sus damas. Fujitaka se quedaría para estar al pendiente de los últimos detalles de la ceremonia. También estarían en la casa los padres de Tomoyo. Sonomi había arreglado que un equipo se encargara del arreglo personal de todas las chicas.
 
Como era la costumbre Touya no había visto el vestido de novia, pero casi no podía esperar para verla con el mientras caminaba hacia él, ¿cuántas veces había imaginado ese momento? Cientos, seguramente.
 
Tomoyo se movió entre sus brazos acomodando su rostro en la curva de su cuello, Touya disfrutó del rocé de sus labios y la caricia de su aliento. Se movió hasta encontrar los labios que lo atormentaban y besarlos suavemente.
 
-Mmm -murmuró Tomoyo y con los ojos entrecerrados añadió-. Si estoy soñando no me despiertes.
 
-No, no estas soñando -respondió Touya mientras cubría su cara de besos.
 
-Me gusta cuando me despiertas así -murmuró sintiéndose mareada, a causa de los labios y las manos de Touya.
 
-A mi me gusta más -dijo él antes de darle un suave beso en los labios.
 
Un leve suspiro escapó de los labios de Tomoyo. Poco a poco el beso fue aumentando de intensidad, clara evidencia de que ella había despertado completamente. Él le mordió el labio inferior antes de introducir la lengua en su boca. Ella respondió y sus lenguas comenzaron a moverse al mismo ritmo, elevando la pasión a nuevos niveles.
 
Touya le colocó una mano detrás del cuello y la acercó más a él, haciendo el beso más profundo. Ella sabía tan dulce como siempre y él no parecía tener suficiente de su esposa. Él nunca había creído en esa locura de la atracción física sin control pero desde que había conocido a Tomoyo tuvo que rendirse ante lo evidente.
 
Los dedos de Tomoyo se enredaron en su pelo, acercándolo a ella mientras se arqueaba contra él.
 
Touya sonrió satisfecho por su respuesta y no quiso hacerla esperar más, la desnudó esparciendo besos por todo su cuerpo tocándola hasta que ella no pudo más y llevándola a los límites de la locura y más allá.
 
Hicieron el amor suavemente, sin prisas. Touya recordó la primera vez que la tuvo así, hablándole al oído, susurrándole palabras cargadas de amor y ternura.
 
Al final terminaron abrazados conversando en voz baja, esperando que llegara la hora que tuvieran que levantarse.
 
********************
 
Las horas pasaron tan rápido que Touya apenas se dio cuenta de todo lo que había hecho en ese tiempo.
 
Después de un desayuno que compartió con su esposa, su padre, suegros, Sakura, Shaoran y los pequeños, Touya esperó por un momento de privacidad para despedirse de su esposa.
 
Los dos estaban en el recibidor abrazados y besándose como si llevaran años sin hacerlo.
 
-¡Hermano! -exclamó Sakura sobresaltándolos.
 
Tomoyo suspiró recargando la frente en su pecho, Touya aún estaba renuente a soltarla.
 
-Aquí estás -resopló Sakura-. Hermano, Shaoran ya esta en el auto…
 
-Pues que espere.
 
-¡Touya! Todavía faltan muchas cosas por hacer, tenemos que peinarnos… maquillarnos… -y miró su reloj de pulsera-. Mina y Nagissa no deben tardar en llegar.
 
Touya puso los ojos en blanco rogando por un poco de paciencia. Bajó la cabeza para mirar a su esposa.
 
-Todo esto fue idea tuya -le recordó encogiéndose de hombros.
 
-Tienes razón -sonrió él antes de besarla-. Nos vemos más tarde ¿y Akio? -preguntó a su hermana.
 
-En el auto con Shaoran.
 
-¿Te vas a llevar a Akio? Pero…
 
-Todos los hombres a la casa de Yukito ¿recuerdas?
 
-Si, pero… ¿y su ropa?
 
-Yo la llevo en el auto, no te preocupes, Sayuki también estará allá así que no se aburrirá.
 
-Está bien -aceptó Tomoyo suspirando, no le había dicho que se llevaría a su hijo-. Cuida que no se ensucie después de que lo hayas vestido.
 
-No te preocupes por nada… más que por estar hermosa para mi -dijo antes de desaparecer por la puerta.
 
-Hombres -suspiró Sakura y las dos sonrieron.
 
********************
 
El amplio salón de la casa Kinomoto había sido dispuesto de tal manera para que fuera usado como salón de belleza de las chicas, el lugar tenía tres espejos ante los cuales había sillas para que ahí fueran peinadas y maquilladas. El equipo que había contratado Sonomi llevó todo lo necesario para que todas quedaran encantadas con su arreglo.
 
Ahora mismo la novia y sus damas se encontraban en ese salón donde cada una esperaba su turno para ser peinada.
 
Sonomi corría de un lado a otro dando órdenes.
 
-Mamá por favor tranquilízate -pidió Tomoyo.
 
-¡El vestido! -exclamó Sonomi ignorando sus ruegos-. ¿Ya saqué el vestido?
 
-Si mamá, está en mi habitación con todo lo demás.
 
-Iré a revisar una vez más -dijo con aire resuelto y se dirigió a la puerta.
 
-¡Yo voy! -dijo Hazuki.
 
-¡Yo también! -replicó Kisumi.
 
Las dos hijas de Sakura corrían de aquí para allá, ya estaban peinadas y sonreían contagiadas por la emoción que se vivía en la casa.
 
Sonomi sonrió a las pequeñas y les tendió la mano encantada de llevarlas para mostrarles el hermoso vestido de novia.
 
-Vengan niñas -exclamó emocionada-. De paso revisaremos los vestidos de todas.
 
-¿El mío también? -preguntó Kisumi
 
-¿Y el mío? -dijo Hazuki ansiosa.
 
-El de todas -aseguró Sonomi.
 
-¡Yo también quiero ver el mío! -exclamó Maki, que se removió en la silla donde en ese momento terminaban de peinarla.
 
-Maki, quédate quieta -ordenó Nagissa al instante. La pequeña hizo un gesto de aflicción.
 
-Pero mami, yo también quiero ir…
 
-Espera un poco, ya casi terminan contigo, ¿verdad, señorita?
 
-Si señora Hiragizawa, solo tengo que darle los últimos toques -respondió la joven peinadora, que sonreía agradecida de que Nagissa pudiera contener a la pequeña parlanchina.
 
-¿Ya? -preguntó Maki mordiéndose el labio mientras veía por el espejo que Sonomi y las gemelas la esperaban en la puerta-. ¿Ya estoy lista?
 
-Ya terminé -anunció la joven suspirando.
 
-¡Viva! -gritó Maki y saltó de la silla.
 
-¡Maki! -exclamó Nagissa, al ver que casi se caía-. ¡Ten cuidado!
 
-Estoy bien, estoy bien -y corrió a agarrarse de la mano que Kisumi le ofrecía.
 
Todas en la habitación suspiraron aliviadas al ver salir a esos cuatro torbellinos, pues también contaban a Sonomi entre ellos.
 
-Muchas gracias señorita Kamilla -decía Nagissa ocupando le lugar que antes usaba su hija-. Ha sido usted muy paciente con mi hija. Se que puede ser toda una tormenta si se lo propone.
 
-Es un placer señora Hiragizawa, es una niña encantadora.
 
-¿Y donde se quedó Tenji? -preguntó Mina, buscando al pequeño.
 
-Seguramente está en la habitación del abuelo -respondió Tomoyo.
 
-Qué pena me da que haga eso -dijo Nagissa.
 
-No te preocupes -dijo Tomoyo-. Tenji es muy educado, siempre le pide permiso al abuelo antes de subir a ver sus libros.
 
-Yo pensé que Eriol lo llevaría a mi casa con los demás chicos -dijo Mina.
 
-El prefiere venir aquí y ver los libros del señor Fujitaka, no perdería la oportunidad para leerlos -explicó Nagissa-. Casi no entiende nada y solo los ojea y ve las ilustraciones. Pero el señor Kinomoto siempre le explica, deberían ver la cara de Eriol cuando regresa a casa y Tenji le explica sobre las civilizaciones antiguas. Quisiera que Maki se le pegara algo de la tranquilidad de su hermano pero es imposible. El padre de Eriol me explicó que es algo de familia y ya no se le quitará. Aunque tal vez con el tiempo...
 
Tomoyo observó a sus amigas, se sentía muy feliz y pensó era un alivio que el abuelo se encontrara en casa para hacerle compañía a su padre.
 
Los dos habían salido a darle una inspección a los preparativos que se llevaban acabo afuera y regresaron para informar que todo estaba listo. Después de vestirse se encerrarían en el estudio para conversar y así no molestar a las mujeres de la casa con su presencia.
 
Sakura pensaba que seguramente se estarían ocultando de Sonomi para que no los regañara por algo o los pusiera a hacer alguna cosa. Todas estuvieron de acuerdo.
 
Tomoyo miró alrededor, a un lado tenía a Sakura y al otro a Nagissa, las tres estaban siendo peinadas en ese momento.
 
Mina descansaba en el único sofá que había quedado en la habitación, ya estaba peinada y esperaba su turno para que la maquillaran.
 
Tomoyo dirigió una sonrisa al abultado vientre de su amiga, después miró a Sakura a quien ya se le notaba el embarazo. Todas habían bromeado sobre las dos damas embarazadas y esperaban que fuera un buen presagio para el matrimonio, pues esperaban que pronto tuvieran buenas noticias al respecto.
 
Tomoyo miró su vientre y contuvo las ganas de llevarse las manos a el, todavía podría recordar como fue cuando llevó a Akio dentro de ella.
 
-“Pronto” -pensó ilusionada. Levantó la vista y a través del espejo vio cuando una figura femenina aparecía en el marco de la puerta-. ¡Tsugume! -exclamó feliz.
 
Todas se volvieron en dirección a la puerta e interrumpieron su arreglo para recibir a la mujer que les sonreía.
 
-Hola chicas, veo que llegó un poco temprano.
 
-Ni tanto -dijo Sakura sonriendo-. Según Sonomi apenas tenemos el tiempo justo.
 
Tsugume rió y se encaminó en dirección de la única mujer que no se había acercado a saludarla.
 
-Hola Mina.
 
-Hola Tsugume -sonrió Mina avergonzada-. Disculpa que no me levante, pero tardo horas para lograrlo.
 
-No te preocupes -aseguró Tsugume acomodándose a su lado.
 
-¿Y Yue? -preguntó Mina.
 
-En tu casa -respondió Tsugume-. Llegamos allá, pero como me dijeron que ahí había solo hombres después de saludar me vine para acá.
 
-Haz hecho muy bien -dijo Sakura-. Allá te aburrirías horrores -todas rieron mientras se acomodaban de nuevo en sus sitios.
 
-¿Cómo está el bebé? -preguntó Tsugume tocando el vientre de Mina y sintió una ligera patada.
 
-Muy bien, ya ves, creo que te está saludando.
 
-Me reconoce, después de todo soy su tía ¿no?
 
Las dos mujeres sonrieron al tiempo que veían la argolla matrimonia que Tsugume llevaba desde hace poco más de dos años.
 
Yue y ella habían sorprendido a todos cuando de repente aparecieron en la puerta con la noticia de que se habían casado.
 
Aunque todos esperaban que pronto lo hicieran pues poco después de la boda de Sakura y Shaoran habían empezado a vivir juntos pero jamás esperaron que se casaran sin avisar.
 
Y es que según explicó Tsugume habían tomado sus vacaciones en un lugar muy romántico y Yue le pidió que se casaran ahí, ella no pudo negarse.
 
Eso sorprendió más aún a todos pues Yue nunca había hecho algo tan impulsivo en toda su vida, Yukito y Touya aún lo molestaban con eso, pero él los ignoraba olímpicamente.
 
-Pero, dime Tsugume -dijo Mina después de pensarlo un poco-. ¿Ustedes para cuando tendrán un bebé?
 
Tsugume sonrió.
 
-Casualmente Yue y yo hemos hablado sobre eso. Él cree que en cuanto nos mudemos a la casa que ha comprado estaremos en condiciones para esperar por nuestros hijos.
 
-¿En serio? -preguntó Sakura
 
-Si, ya saben que a Yue le gusta planearlo todo y a mi no me molesta.
 
-Ese Yue no puede hacer nada improvisado -dijo Sakura-. ¿Cómo es que lo aguantas?
 
Tsugume sonrió para sus adentros pensando en el hombre que ella conocía, para ella Yue siempre había si un hombre lleno de sorpresas.
 
-¿Puedo hacerte una pregunta? -dijo Nagissa.
 
-Si, adelante.
 
-¿Cómo fue que empezaste a salir con él?
 
-Seguro Yue lo tenía todo planeado -se burló Sakura-. “Día tal, hora tal” -dijo fingiendo que anotaba en una libreta-, “pedirle a Tsugume que salga conmigo” -y se interrumpió para preguntar-. ¿Cómo fue tu primer beso? No me imagino a Yue planeando eso.
 
-Yo tampoco -confesó Tsugume-. Aunque no lo crean él no planeó salir conmigo, ni siquiera el primer beso, era lo menos que él quería que ocurriera.
 
-¿De verdad? -exclamaron todas al unísono.
 
-Si, de verdad -rió Tsugume y comenzó su relato-. Cuando llegué a la comisaría de policía a Yue todavía no lo nombraban detective, aunque se rumoraba que pronto tendría el ascenso.
 
-Lo recuerdo -dijo Sakura en voz alta-. ¡Oh! Lo siento, sigue Tsugume.
 
-Bien pues, llegué justo cuando el compañero de Yue se jubilaba, así que muy a su pesar me asignaron como su nueva compañera -suspiró-. No le gustó nada, después de todo era una novata y él no quería cuidar de una “niña”, así me decía.
 
-¿Y tú que pensabas? -preguntó Mina.
 
-Bueno, yo por supuesto, estaba impresionada. Su personalidad me intrigaba más que intimidarme, como sucedía con la mayoría y conforme me fueron contando sobre él y sus hazañas quedaba maravillada con él. Debo confesar que me sentí atraída por él casi de inmediato, pero como él insistía en llamarme “niña” eso me molestaba, además, no me dejaba hacer nada, ni siquiera me dejaba conducir la patrulla -asintió ante la sorpresa en las caras de las jovenes-. Incluso una vez lo escuché decir que ahora más que nunca deseaba ser ascendido pues yo sería el problema de alguien más.
 
Todas lanzaron exclamaciones de incredulidad, Yue rara vez hacía comentarios así.
 
-Entonces, como ya se imaginarán me picó el orgullo, digo vengo de una familia con tres hermanos, estaba acostumbrada a pelear con ellos y a defender mi posición en la familia, así que me propuse demostrarle que no solo era una mujer, sino que también era una mujer policía calificada.
 
-¿Y entonces? -preguntó Sakura intrigada.
 
-Pues que a partir de ahí hice lo posible por involucrarme en cada caso por pequeño que fuera, adelantándome a Yue, un par de veces yo manejé la patrulla -comentó con orgullo-, ya se imaginaran peleábamos todo el tiempo. Hasta que…
 
-¿Qué? -preguntaron Mina y Nagissa al mismo tiempo.
 
-Pues nada que… Yue llevaba tiempo involucrado en un caso de narcóticos y por fin tuvo una pista sobre el distribuidor de la zona que patrullábamos. Una noche notamos algo raro en la casa de ese hombre, se oyeron disparos y entramos.
 
El salón estaba en completo silencio, ni siquiera las peinadoras parpadeaban.
 
-Yo seguía decidida a mostrarle mi valor a Yue -continuó Tsugume-, así que desatendí sus advertencias y corrí detrás del distribuidor ya que lo vi cuando escapaba por una ventana. Al final lo acorralé en un callejón y le ordené que se tirara al suelo. Yo creo que cuando se dio cuenta que quien lo perseguía era una mujer, eso le dio valor y creyendo que yo no ofrecía ningún peligro, también sacó un arma y me apuntó con ella -Tsugume volvió a suspirar recordando el desagradable incidente-. Le grité que tirara el arma pero no hizo caso y disparó.
 
Mina se llevó una mano a la boca ahogando una exclamación.
 
-Yo también disparé -continuó Tsugume.
 
-¿Te hirió? -preguntó Tomoyo preocupada.
 
-No afortunadamente llevaba mi chaleco antibalas-. Pero fue tal el impacto de la bala que caí hacia atrás y me golpeé la cabeza.
 
-¿Y tú lo heriste a él? -Tsugume asintió.
 
-Cuando desperté Yue estaba a mi lado y me desabotonaba la camisa del uniforme para ver si estaba herida, volteé hacia un lado y el otro hombre estaba unos metros más allá, tirado en el suelo, herido y esposado.
 
-Yue debió estar muy molesto contigo -comentó Sakura pensando en los regaños de Yue.
 
-Eso pensaba yo, casi inconsciente, pero descubrí que estaba muy preocupado y escuche su suspiro al cerciorarse que no estaba herida, aunque aún así el impacto de la bala es muy doloroso y deja unos moretones horribles. Yue me hablaba todo el tiempo para no dejar que me desmayase de nuevo y esperó por mi hasta que salí del hospital para llevarme a casa.
 
-Que alivio saber que no te pasó nada -dijo Mina-. Eres muy valiente.
 
-¿Después de eso te pidió que salieras con él? -preguntó Nagissa.
 
-No, pero a pesar de que traté de disculparme con él por lo sucedido no me dejaba, yo regrese al trabajo casi de inmediato y empecé a notar que él me lanzaba unas miradas muy extrañas.
 
-¿Extrañas? -dijo Tomoyo.
 
-Si, muy… intensas, cuando lo descubría mirándome él no desviaba la mirada como cualquiera lo haría, sus ojos seguían ahí mirando directamente a los míos, era yo la que rompía el contacto visual muy nerviosa.
 
Todas suspiraron.
 
-No pasó mucho tiempo cuando Yue fue ascendido y a mi me asignaron otro compañero. También coincidió con la jubilación del jefe. Un hombre muy agradable, inteligente y eficiente pero… algo excéntrico.
 
-¿Excéntrico? -dijo Nagissa.
 
-Ahora se darán cuenta porqué -sonrió Tsugume-. Poco antes de que su jubilación fuera oficial hizo una gran fiesta, no tuvo que amenazar a sus subordinados para que fuéramos, todos lo apreciábamos. Incluso Yue fue, pues siempre ha sentido un gran respeto por él. Aún mantenemos contacto con él -guardó silencio unos segundos antes de continuar-: Bueno pues, yo también fui a la fiesta, después del tiroteo la había pasado un poco mal, fue la primera vez que herí a alguien con mi arma, así que fui decidida a pasármela bien y a conocer mejor a mis compañeros, era la primera vez que podría tratarlos fuera del entorno del trabajo.
 
- Flash Back -
 
Esa noche Tsugume aparcaba cerca del sitio de la fiesta, el jefe tenía una casa muy grande y bonita, producto de los muchos años de trabajo de su esposa y él.
 
Bajo del auto y suspiró, revisó su apariencia estaba orgullosa de su aspecto y esperaba asombrar a todos con esa Tsugume que se presentaría ante ellos.
 
Vestida toda de negro, llevaba un jersey cruzado de mangas largas que se ataba a un lado de la cintura, como la prenda de una bailarina. Dejaba al descubierto una uve de piel pálida e insinuaba la curva de los senos. La falda era corta de volantes, que dejaba al descubierto sus esbeltas piernas, unas sandalias de tacón alto complementaban el atuendo.
 
Al verla nadie podría decir que era una “niña” mucho menos cierto detective que en ese momento la esperaba en la entrada del jardín.
 
Tsugume aspiró con fuerza tratando de que no ser tan obvia, Yue se veía esplendido con un pantalón y saco a juego de un azul oscuro y una camisa sin corbata, con un par de botones abiertos.
 
Se saludaron como siempre lo hacían, con simple cortesía. Desde el ascenso de Yue casi no se veían, así que no hubo nada diferente en su comportamiento, Tsugume ni siquiera pudo ver si él había notado el cambio en su apariencia.
 
Siguieron caminando hacia la entrada de la casa y notaron que había alguna especie de atasco en la entrada y esperaron de pie, detrás de otras 6 u 8 personas igualmente perplejas por la demora.
 
Saludaron a la pareja delante de ellos y Tsugume pudo notar una expresión de sorpresa en sus ojos como si no esperaran verlos juntos, ella pensó que era absurdo después de todo habían sido compañeros.
 
Pero Yue no parecía pensar lo mismo y se apartó “sutilmente” de ella y adoptó su mejor expresión de detective frío y serio que tenía como si quisiera dejar claro a los demás asistentes a la fiesta que no había ápice de atracción entre ellos.
 
Al acercarse a la puerta principal, un coro de risas contagiosas hizo que Tsugume y Yue se encogieran de hombros, ella sonrió con curiosidad. Hasta que no se encontraron al principio de la cola no comprendieron a qué se debían las carcajadas.
 
El anfitrión estaba en la entrada recibiendo a los invitados y les explicó lo que ocurría.
 
-Es un juego -dijo y señaló la cámara de video que descansaba sobre un tripie en la entrada-. Todos los que entran como pareja tienen que besarse ante la cámara. Luego, vemos los besos entre todos y repartimos premios -el jefe elevó las cejas repetidas veces y su sonrisas se amplió-. Ya saben, el mejor, el peor, el más frío, el más ardiente.
 
-No venimos como pareja -replicaron al mismo tiempo.
 
-¿Y dónde están sus parejas?
 
-Vinimos solos -contestaron una vez más al unísono y trataron de entrar al salón.
 
El jefe les interceptó el paso, todavía sonriendo.
 
-Entonces pueden jugar ustedes dos. No sean aguafiestas. No tiene gracia si no juega todo el mundo.
 
Tsugume frunció el ceño y movió la cabeza pero el jefe no estaba dispuesto a rendirse.
 
-Tsukishiro, díselo tú. Tienen que jugar. Y tu quieres jugar, ¿verdad?
 
Tsugume pensó con alivio que Yue simplemente se negaría, nadie podría obligarlo a hacer algo que no quería.
 
-¿Qué tiene de malo un pequeño beso? -murmuró a Tsugume que lo miraba con los ojos como platos. Al no obtener respuesta la agarró de la mano tan gélida que casi resultaba ofensiva, y la arrastró al lugar junto a la pared que el jefe indicaba.
 
Mientras su anfitrión trajinaba con la cámara, Tsugume miró a Yue y masculló:
 
-No quiero hacer esto. Me siento… tonta.
 
Con el dedo índice, Yue le elevó un poco más la barbilla.
 
-Mejor tonta que aguafiestas.
 
-¡Adelante chicos!
 
Al oír la orden, Yue bajó obedientemente la cabeza. Se concentró en los labios de Tsugume.
 
Tsugume se preguntó que clase de beso le iba a dar, al acercarse exhaló el aire presa del pánico. Sintió su aliento sobre los labios y aspiró el aroma de su colonia, Yue le puso las manos en los hombros y de inmediato se puso rígida.
 
-Relájate -susurró, antes de rozarle los labios con su boca.
 
La sensación de sus labios no estuvo mal, pero ella mantuvo los labios apretados y rígidos cuando Yue volvió a rozarlos. Sólo podía pensar en el ridículo que estaba haciendo, con toda seguridad les darían el premio al beso más aburrido.
 
Lo escuchó suspirar exasperado y sintió cuando sus brazos bajaron por su espalda y la atrajo más hacia él. Ella abrió los ojos de par en par y sintió cosquillas en el estómago al notar la intensidad de su mirada. La misma que le había dirigido a ella varias veces durante la semana pasada.
 
Yue la apretó contra su pechó e inclinó la cabeza para besarla. No fue un suave contacto, ni un besito tímido, sino un beso ardiente y profundo.
 
Tsugume sintió un estallido en su mente y un vuelvo en su corazón, como si todo a su alrededor hubiera sido absorbido y ella se encontrara en el centro de un huracán.
 
La sensación de besar a Yue era sorprendente y deliciosa, cuando él incrementó la presión instintivamente entreabrió los labios permitiendo que él acariciara la cara interna de su labios inferior con la lengua. Tsugume inspiró con brusquedad y Yue profundizó aún más el beso.
 
Tsugume se sintió débil y Yue giró sus cuerpos, sin dejar de besarla, para que ella pudiera recostarse en la pared y él en las curvas de su cuerpo.
 
Tsugume abrió más la boca y profirió un pequeño gemido ansioso de necesidad. Esto pareció detener a Yue y levantó la cabeza, para mirarlo a los ojos, ella pudo notar por un segundo unos ojos cálidos y oscurecidos por el deseo.
 
Pero fue algo tan rápido que Yue recobró su habitual frialdad y volteó a la cámara lanzando un reto silencioso para después escoltarla hasta el centro de la pista donde tocaban una canción lenta.
 
Yue la estrechó con suavidad pero con firmeza entre sus brazos y empezó a moverse.
 
Tsugume se sentía como si algo la hubiera golpeado con fuerza, miraba un punto inexistente tratando de encontrar la manera de echar a andar su mente.
 
-Parpadea -le dijo Yue, Tsugume no podía-. Parpadea -le ordenó otra vez.
 
Por fin, lo hizo, y el movimiento de los parpados la hizo volver en sí, alzó la mirada y la fijó en el rostro de Yue.
 
-Mmm -dijo ella.
 
-Exacto -contestó Yue en tonó lúgubre.
 
Tsugume tragó saliva y sintió que el rubor le subía a la cabeza.
 
-Tsukishiro -dijo en tono apremiante, luego se interrumpió y se esforzó por sonar tranquila-. No pasa nada, no tienes que preocuparte por el beso.
 
No pasaría nada, se dijo Tsugume. Fuese cual fuese la absurda conjunción planetaria responsable de aquel increíble beso, desaparecería, seguramente ya había desaparecido.
 
Tsugume miró a Yue esperando por su respuesta, era su turno de decir que nada había sucedido, pero no dijo nada, continuó bailando hasta que terminó la pieza y se fue.
 
No le dejo tiempo para nada más, la fiesta fue divertida y tal como ella esperaba pudo convivir con sus compañeros, su aspecto fue un éxito y la alegría reinaba en el lugar.
 
Pero el beso que había compartido con Yue seguía presente en su mente, de repente la veía platicando con una u otra persona, no lo vio bailar con nadie más.
 
Al final simplemente había desaparecido. Agotada por todo lo sucedido Tsugume esperó el momento propicio para despedirse. Salió tranquilamente de la fiesta y se dirigió a su casa.
 
Iba a abrir la puerta para entrar cuando sintió a alguien detrás, se volvió rápidamente y se encontró con la persona que menos esperaba.
 
-¡Tsukishiro! -exclamó llevándose una mano al pecho-. Me has dado un susto de muerte. ¿Qué haces aquí?
 
Yue no respondió, le quitó las llaves de la mano y él mismo abrió la puerta para después prácticamente arrastrarla al interior.
 
-¿Gustas pasar? -preguntó ella molesta, pero él no dijo nada, se mantuvo frente a ella en completo silencio, Tsugume furiosa arrojó su bolso-. ¡Me puedes decir que diablos te pasa!
 
-Me pasa esto -respondió Yue jalándola hacia él con brusquedad y antes de que ella dijera cualquier cosa, inclinó la cabeza y la besó.
 
Si hubiera sido un beso duro y furioso reflejo de su actitud, Tsugume no habría dudado para darle un buen golpe en la cara, pero no fue así.
 
Fue un beso suave, tierno sus labios apenas la rozaban cosa que la derritió al instante derribando todas sus barreras hasta que levantó la cabeza y se miraron a los ojos.
 
-Yue -suspiró Tsugume y él volvió a besarla, esta vez con más profundidad, ella respondió con todo el corazón.
 
- Fin Flash Back -
 
-Y así fue -terminó Tsugume con un suspiro.
 
-Wow -exclamó Sakura, todas estaban perplejas-. Jamás imagine que Yue pudiera ser así.
 
-¿Y qué pasó con el concurso? -preguntó Nagissa.
 
-¡Si! ¿Qué clase de beso fue el suyo?
 
-Fue nombrado “el beso más ardiente” -respondió Tsugume orgullosa-. Nos dieron un certificado y todo -y rió-. Lo tengo enmarcado.
 
-¿Qué pasa aquí? -rugió una voz desde la puerta.
 
Sonomi había aparecido y las regañó a todas pues por escuchar el relato de Tsugume “las actividades” en el lugar se habían detenido.
 
Sonomi saludó a Tsugume y se quedó ahí para asegurarse de que todas estuvieran peinadas en el tiempo previsto.
 
Tsugume agradeció esto pues todas las preguntas terminaron y sonrió para sus adentros.
 
Que pensarían sus amigas si supieran que esa misma noche hizo el amor con Yue hasta el amanecer y que muy por el contrario de la actitud fría que él mostraba siempre en la intimidad era completamente diferente. Tsugume fue llevada a un mundo hasta entonces desconocido para ella, donde la pasión y la ternura se mezclaban llevándola hasta límites insospechados. Lo mejor fue despertar en sus brazos, platicaron durante largo rato, como jamás lo habían hecho, compartieron la ducha y el desayuno; fue así como conoció al verdadero Yue, con todas sus contradicciones, un hombre complejo, honesto, seguro de si mismo que la amaba por sobre todas las cosas.
 
En el trabajo todo siguió igual Tsugume comprendió de inmediato lo importante que era para YUe mantener su actitud fría, seria y profesional en el trabajo, pero las miradas siempre estaban ahí y eran solo para ella.
 
********************
 
Tiempo después todas las chicas estaban peinadas, Sonomi había terminado su arreglo y se había ofrecido a llevar a las niñas a vestirse.
 
-Si se ponen el vestido -advirtió Sakura-, ya no podrán andar por ahí corriendo ¿de acuerdo?
 
-Si -respondieron las tres niñas emocionadas por lucir los hermosos vestidos.
 
Sonomi les sonrió y nuevamente subieron a las habitaciones para cambiarse.
 
Mina había sido la primera en terminar debido a su estado habían empezado con ella. Sakura fue la siguiente y se observaba en el espejo asombrada.
 
-Increíble -decía mirándose con cuidado-. Lo que puede hacer el maquillaje.
 
-Sobre todo con una mujer hermosa como tú -dijo Tomoyo-. Estoy segura que Shaoran estará encantado.
 
-Creo que nuestros maridos estarán encantados -corrigió Nagissa sentada al lado de Tomoyo para que empezaran a maquillarla.
 
-Tienes razón. Ustedes son maravillosas, gracias -dijo Sakura a las peinadoras y maquillistas.
 
-Ya lo creo que si -estuvo de acuerdo Mina-. Cuando me vi al espejo me sentí como si tuviera 18 años.
 
Todas rieron con el comentario.
 
-Mina lo dice porque los 18 fueron el mejor año de su vida -se burló Sakura provocando que está se sonrojara.
 
-¿Ah si? ¿Por qué? -preguntó Nagissa.
 
-Por quién, querrás decir -aclaró Tomoyo riendo.
 
-Yukito -suspiró Mina y todas rieron-. El día que cumplí 18 años, Yukito me declaró su amor.
 
-Bueno, no creo que ha eso se le pueda llamar una “declaración” -dijo Sakura.
 
-Cuéntanos Mina -pidió Tsugume-. Es lo justo, si yo conté mi primer beso con Yue, es tu turno, cuéntanos como fue.
 
-Está bien -aceptó Mina entusiasmada-. Bueno, pues ustedes ya saben que fue en cierto baile en particular cuando Yukito por primera vez dio muestras de interés por mi.
 
Todas asintieron.
 
-Pues poco después de eso me invitó a salir, fuimos al cine y a tomar un helado… pero, ¡apenas me tocó! ¿Pueden creerlo? Yo esperaba la cita de mi vida y nada. Cuando me dejo en casa y ni siquiera me besó me sentí un poco decepcionada, pensé que tal vez se había arrepentido de haber salido conmigo.
 
-A mi casi me da un infarto cuando Mina me contó -explicó Sakura-. Yo también estaba emocionada con la cita, ya saben, la ayude a elegir lo que se iba a poner y todo, cuando me contó lo que había pasado me dieron ganas de ir corriendo donde Yukito y golpearlo tal y como lo había hecho tantas veces con mi hermano.
 
-Pero yo le hice prometer que no diría nada.
 
-Y no lo hice.
 
-Poco después fue la fiesta por mi cumpleaños -continuó Mina-. Mis papás organizaron una gran celebración y Yukito parecía estar interesado en mi otra vez, bailamos varias veces pero no quería mostrarme tan emocionada y traté de bailar con otros chicos también.
 
-Si por Mina hubiera sido habría bailado solo con Yukito -aclaró Sakura.
 
-Pues si -aceptó Mina sonrojada, todas sonreían pues era muy bien conocido cuando amaba a Yukito-. Aún así yo esperaba que me dijera algo cuando se marchara, tal vez que volviera a invitarme a salir, pero nada. Así que después de despedir a los invitados todos nos fuimos a descansar.
 
- Flash Back -
 
Antes de entrar a su habitación Mina abrazó a sus padres y les agradeció por la fiesta, se había divertido mucho.
 
Entró en su habitación, encendió la luz y se encaminó al espejo. Lo único que habría hecho la noche más especial sería si Yukito le hubiera dicho algo…
 
Observó su reflejo en el espejo, se había peinado con cuidado incluso había dejado que la maquillaran. Llevaba un precioso vestido de tirantes muy finos. Le llegaba a los tobillos y dejaba los brazos y el escote al descubierto. Tenía una abertura en al pierna de lo más provocativa que dejaba ver una de sus piernas. También se había puesto unas sandalias de tacón alto que hacían juego con el vestido.
 
Suspiró pensando que todo había sido por Yukito y no había funcionado.
 
Se encogió de hombros y trató de ser optimista. Se lavó y cambió, ya con el camisón puesto se cepillo el cabello con cuidado y lo ato en una cola de caballo.
 
Se acostó en la cama y dejo encendida la lámpara de la mesita, recordó como se había sentido mientras bailaba en brazos de Yukito, cerró los ojos casi percibiendo el aroma que le nublaba los sentidos.
 
¿Algún día podría hacerse a la idea de que nunca la amaría? Abrió los ojos, las lágrimas amenazaban con aparecer.
 
-¡No! -se regañó-. No voy a pensar en eso, no esta noche -parpadeó con rapidez para ahuyentar las lágrimas y apagó la luz.
 
No había pasado ni un minuto, cuando escuchó un golpe en su ventana. Se sentó en la cama pensando que tal vez lo había imaginado, pero el sonido volvió. Se paró con rapidez y se asomó a la ventana, de inmediato reconoció el color de cabello del hombre que estaba abajo, alumbrado por la luz de la luna. Sin pensarlo dos veces abrió la ventana.
 
-¡Yukito!
 
-Shhhm no grites -pidió él.
 
-¿Qué haces aquí? -preguntó imitando su tono de voz.
 
-¿Puedes bajar un momento?
 
-Si -respondió ella automáticamente.
 
-Te espero atrás -dijo antes de desaparecer.
 
Mina cerró la ventana con más cuidado de lo que la había abierto e iba a correr a la puerta cuando recordó que iba en camisón, se puso la bata y se dio una rápida mirada en el espejo.
 
Bajó las escaleras sintiendo que una extraña excitación se apoderaba de ella. ¿Qué estaba haciendo Yukito ahí? ¿Olvidaría algo? Claro que si, eso debía ser. ¿Qué más?
 
Llegó a la puerta trasera y salió al porche, Yukito estaba sentado en el columpio, al verla simplemente sonrió y le hizo una seña para que se sentara a su lado.
 
-Fue una linda fiesta -dijo Yukito de repente.
 
-Ss… si… muy linda -respondió Mina confundida y pensó que no podría soportar más-. ¿Qué pasa Yukito? ¿Olvidaste algo? -él no respondió así que insistió-. ¿Tienes algún problema?
 
Yukito mantuvo silencio, se pasó una mano por el cabello y después se puso de pie y camino hasta el barandal mirando a la luna.
 
-No sé, no sé por donde empezar -confesó sintiéndose incómodo.
 
-Entonces, si tienes un problema -afirmó Mina.
 
-No es exactamente un problema -aseguró Yukito sin volverse a verla.
 
Mina sintió una ligera alegría al pensar que problema o no, él había acudido a ella. Se puso de pie y caminó hacia él, alargó una mano, quería tocarlo, quería decirle algo que lo ayudara pero no sabía que.
 
Yukito se sobresaltó ligeramente al sentir los brazos de Mina abrazándolo, miró hacia abajo y vio sus delicadas manos entrelazándose sobre su pecho.
 
-Yo te ayudaré -susurró Mina recargando una mejilla en su espalda-. Yo haría cualquier cosa por ti Yukito.
 
Yukito sonrió al oír esto y puso una mano sobre las suyas, de repente se volvió hacia ella, Mina dio un paso hacia atrás lamentando ser tan tímida, iba dar otro paso atrás pero él la detuvo poniendo las manos en sus hombros. Mina las sintió, grandes y fuertes. No podía respirar ni dejar de mirarse en sus ojos. Había algo diferente en ellos, algo que no había visto antes.
 
-¿De verdad? ¿Harías cualquier cosa por mi?
 
-Tú… tú sabes que si -tartamudeó ella y notó que los ojos de él bajaban hasta sus labios, Mina se estaba derritiendo. Las rodillas le temblaban.
 
-Ven -le dijo abrazándola.
 
Mina puso las manos sobre su pecho pero con vergüenza. Tenía las manos frías y temblorosas. Se quedó muy quieta, sin respirar, rezando para que aquel momento no se rompiera, para que Yukito no recobrara la cordura que había perdido.
 
-¿Has tenido muchos novios? -preguntó Yukito suavemente.
 
-No… no… ninguno -tartamudeó Mina agitando la cabeza.
 
-Entonces, ¿no sabes hacerlo?
 
-¿Hacer… qué? -dijo ella mojándose los labios.
 
Yukito le acarició la mejilla y le pasó el pulgar por el labio inferior.
 
-Esto -murmuró bajando la cabeza.
 
Mina sintió sus labios sobre la boca, acariciándola y besándola suavemente.
 
Le clavó las uñas y Yukito se tensó. Mina sentía los músculos bajo la camisa y el latir acelerado de su corazón.
 
-Tranquila -le dijo Yukito.
 
Mina sintió sus manos deslizarse por su espalda hasta la cintura mientras no paraba de besarla. ¿Se abría dado cuenta de que le costaba respirar, de lo mucho que estaba disfrutando?
 
Estaba experimentando sensaciones que nunca había imaginado.
 
Mina abría cada vez más la boca. Yukito la apretó contra su cuerpo.
 
-Me gustas mucho -dijo Yukito como para si mismo.
 
-¿Qué? -preguntó ella en un hilo de voz, apenas había entendido.
 
-Me gustas -susurró besándola de nuevo.
 
Esta vez Mina lo escuchó bien y le clavó las uñas gimiendo.
 
Yukito la abrazó con fuerza y le quitó la goma del cabello y se lo esparció con cuidado.
 
-Ya no puedo esperar más… -dijo él antes de besarla con pasión.
 
“No esperes” rogó Mina feliz. Arqueó el cuerpo contra él y lo agarró de la nuca para que nunca dejara de besarla. Aquello era un sueño echo realidad. Era genial. Desechó cualquier rastro de vergüenza y abrió la boca para invitarlo a entrar.
 
Sintió la lengua explorando suavemente y tembló asombrada por el efecto que tenía en ella.
 
Poco a poco Yukito fue separando los labios de ella. Mina todavía temblaba, él no la soltó cosa que agradeció pues si lo hacía no estaba segura que sus piernas la sostendrían.
 
-Me gustas Mina -dijo él acariciando su cabello-. Siento por ti… cosas que no se… -le miró los labios y susurró-, que no se si debiera…
 
-Yukito -dijo ella sin aliento-. “Por favor, no te arrepientas de lo que acabas de hacer” -pensaba Mina.
 
-¿Quieres ser mi novia? -preguntó mirándola a los ojos. Mina no podía articular palabra-. Mi novia formal -aclaró él-, mañana mismo vendré a hablar con tus padres. ¿Quieres…?
 
-Si -asintió Mina sonriendo-. Si quiero.
 
Yukito sonrió antes de inclinarse para besarla. Esta vez fue un beso más suave, pausado, profundo y maravillosamente eterno.
 
El mundo había desaparecido.
 
Mina aprendió mucho sobre besos en los siguientes minutos de lo que jamás imagino.
 
Al oír una puerta que se cerraba, salieron de la niebla que los envolvía.
 
-Será mejor que entres -dijo Yukito con pesar cosa que le agradó mucho a ella-. No quiero meterte en problemas.
 
-“Problemas” -pensó Mina divertida ahora mismo se sentía capaz de enfrentar al mundo entero por él-. Está bien -dijo y se apartaron con renuencia-. No estoy soñando ¿verdad? -preguntó antes de entrar.
 
-No, no estas soñando -respondió él y volvió a besarla-. Ahora, entra, te llamaré en la mañana.
 
-Si -dijo ella y entró a la casa.
 
- Fin Flash Back -
 
-Así fue -dijo Mina terminando su relato con la mirada soñadora.
 
Nadie dijo nada, todas sonrieron entre si y siguieron con lo que estaban haciendo permitiendo que Mina siguiera en privado con sus recuerdos.
 
Mina sonrió pensando que años después aún no recordaba como había llegado a su habitación, solo estuvo consciente de si misma hasta que estuvo metida bajo las cobijas con los dedos rozando sus labios.
 
Sonrió y ahogó unos cuantos gritos en la almohada, se acomodó contra esta pensando que nunca más dormiría tratando de imaginar como serían los besos de Yukito. Ahora lo sabía. Ahora podría irse a dormir recordando el sabor de sus labios.
 
Mina despertó de sus ensoñaciones y se encontró con la mirada de Sakura, está le guiñó un ojo pues sabía muy bien que estaba pensando, había compartido su felicidad muchas veces, Mina también le guiñó el ojo antes de volver su atención a su vientre y acariciarlo.
 
Suspiró pensando en lo feliz que era al lado de Yukito y la familia que había formado con él.
 
Ya no tenía que soñar con él, ahora soñaban juntos.
 
********************
 
Cuando todas estuvieron listas agradecieron a las chicas del servicio por el excelente trabajo que habían hecho. Sonomi fue la más complacida de todas y agregó una propina generosa por el trabajo hecho.
 
Después de eso todas subieron a ponerse los vestidos, aún en la habitación que Sakura ocupaba, continuaron las conversaciones sobre lo que habían sido los últimos años, con sus familias.
 
Casi no les tomó mucho tiempo y una vez vestidas fueron a la habitación de Tomoyo para ayudarla con el vestido, aunque Sonomi se las arreglaba bastante bien sola.
Mina fue la única que simplemente observaba a la novia transformándose, debido a su estado no podía andar dando vueltas de aquí para allá.
 
Sonomi aprovechó que las chicas ayudaban a Tomoyo, para salir a supervisar todos los otros detalles que ella misma supervisaba, dejando así a las chicas platicar a gusto.
 
Nagissa les escuchaba conversar mientras hablaban de sus anécdotas, que había recaído en el tema de los celos de ellas y los de sus esposos. Era notable que, Sakura no le daba mucha importancia a las mujeres que veían a su esposo, porque él la amaba mucho y siempre se lo demostraba. En el caso de Tomoyo, era cosa aparte: los celos de su esposo se multiplicaban por diez y él manejaba bien la situación solo sin añadir celos de Tomoyo pues confiaba plenamente en Touya. Tsugume confiaba en Yue, y este en algún momento, si hizo fe y testimonio que, era un hombre algo celoso, aunque sino fuera ella, nadie reconocía cuando estaba celoso. Cuando de repente, Tenji entró sigilosamente y señaló la pequeña corbata en sus manos la mujer sonrió. Se agachó a arreglarle su corbata y las demás mientras tanto ayudaban a Tomoyo a ajustar su traje, observaron al pequeño.
 
-Podemos decir entonces -concluyó Sakura-. Que uno de los hombres menos celosos es Eriol... -sonriendo complacida. Nagissa escuchó y sonrió permitiendo que sus ojos brillaran al pensar en su esposo.
 
¡La segunda luna de miel en Europa fue un sueño!
 
-Eso es verdad... -afirmó Mina-. Hasta Yukito ha mostrado en ocasiones sus celos... cuando por ejemplo, nos involucramos... después cuando fui a la universidad... sigilosamente le gustaba dejar claro que, yo era su novia...
 
-Shaoran es otra cosa -dijo Sakura sonrojándose-. Una vez… -suspiró indecisa.
 
-¿Una vez qué? -preguntó Mina.
 
-Está bien, les contaré -dijo sonriendo-. A los pocos días de regresar de la luna de miel volvimos al trabajo y…
 
- Flash Back -
 
Sakura estaba muy contenta de regreso al trabajo, aunque pasaba la mayor parte del tiempo suspirando cada vez que recordaba los momentos que había pasado con Shaoran durante su luna de miel todo el tiempo juntos.
 
Seguía suspirando mientras salía de la oficina de recursos humanos, con todas las cosas que había tenido que hacer había olvidado cambiar sus datos, ya no era más Sakura Kinomoto sino Sakura Li y cada vez que pensaba en eso una gran sonrisa se dibujaba en sus labios.
 
Llegó al piso donde estaba la oficina de Shaoran sintiendo que caminaba entre nubes, se encaminó a la recepción donde saludó a la chica que había detrás del escritorio.
-Buenos días Yumi.
-Buenos días Sakura -dijo la joven sonriendo-. ¿O debo decir Señora Li? -las dos jóvenes rieron.
-Sakura está bien -bromeó la joven-. Aunque me gusta mucho como suena de la otra manera.
Yumi imaginaba que si, Sakura debía ser la chica más afortunada de toda la empresa al haber conseguido casarse con uno de los solteros más codiciados de la misma, Sakura por supuesto también tenía un encanto que la hacia sobresalir de las demás, bajó la vista observando a la joven y fijo su vista en el gafete de la empresa que llevaba.
-Sakura… aún no has cambiado tu identificación -comentó señalando la misma.
-Si, lo sé -confesó avergonzada-. Con las prisas y todo lo que sucedió olvidé cambiar todos mis datos, pero vengo de la oficina de recursos humanos justamente por eso, mañana tendrán mi nueva identificación, este gafete de Sakura Kinomoto pasará a la historia.
En ese momento el elevador volvió a abrirse anunciando la llegada de un visitante, las dos jóvenes se volvieron para encontrarse con la imagen de un hombre de aproximadamente 40 años, vestido con elegancia y de aire desenfadado. Conforme avanzaba hacia ellas las observó con cuidado.
Sakura no pudo evitar la sensación de incomodidad ante esos ojos que la miraban con insistencia y envidió la posición de Yumi quien desde su lugar estaba protegida por el enorme escritorio que ocupaba.
-Buenos días -saludo el hombre-. ¿La oficina del señor Li Shaoran?
-Oh, usted debe ser Sano Katsakura -se adelantó Sakura observando al hombre que tenía la primera cita de la mañana.
-Si soy yo -afirmó el hombre levantando una ceja.
-La señorita… oh perdón -se disculpó Yumi-. Lo siento Sakura aún no me acostumbro. La señora es la asistente personal del señor Li.
-Señora Kinomoto es un placer -dijo el hombre después de leer el viejo gafete y le estrechó la mano reteniéndola unos segundos más de lo necesario.
Sakura pensó que no era el momento para corregir al hombre así que sonrió con cortesía y le pidió que la acompañara escoltándolo a la oficina. Con una sonrisa se despidió de Yumi quien había notado la incomodidad de su compañera de trabajo.
-¿Hace mucho que trabaja para el señor Li? -preguntó Katsakura en un afán de hacer conversación.
-Si, unos años -respondió Sakura con la sensación de no querer ser demasiado amistosa con él.
-He oído que es una persona difícil.
-Es uno de los mejores en su ramo -lo defendió Sakura mientras entraban en las oficinas.
-Y tiene una asistente muy leal -comentó el hombre con burla.
-El señor Li no se encuentra -respondió Sakura ignorando su comentario-, no tardara mucho, si gusta sentarse mientras espera.
-Gracias… Sakura -se aventuró el hombre a llamarla por su primer nombre cosa que a ella le molestó.
-¿Puedo ofrecerle un café? -ofreció Sakura con eficiencia.
-¿Entre otras cosas? -preguntó pasando una mirada insinuante por la cara de la joven.
-¿Perdón? -replicó Sakura sonrojada.
-No gracias -respondió el hombre como si no hubiese dicho nada-. Así estoy bien.
Sakura confundida y molesta caminó a su escritorio y se sentó detrás de este consciente de la mirada del hombre. No pasó ni un minuto cuando el hombre se puso de pie y camino hacia la chica.
-Dígame… Sakura -habló atrayendo la mirada de la misma mientras se sentaba en su escritorio-. ¿A qué hora sale a almorzar?
-Lo siento señor Katsakura pero no comprendo su pregunta.
-Muy simple ¿a qué hora sale a almorzar? Me gustaría invitarla -respondió altanero y agregó-. ¿O… preferiría cenar?
-Entendí perfectamente, pero no se nos esta permitido salir con los clientes -respondió Sakura conteniendo su molestia y movió su mano izquierda para mostrar su anillo-. Además soy una mujer casada.
-No veo cual sea el problema.
-Pues yo si lo veo y le aseguro que a mi esposo no le agradará saber que usted me esta invitando a salir.
-Vamos Sakura -insistió el hombre inclinándose hacia ella-. Solo es una invitación a comer, no pasará nada más -y tomó su barbilla con los dedos-, a menos que tu quieras.
Sakura apartó su mano furiosa y se pudo de pie de un salto.
-Será mejor que se vaya “señor” -sugirió enérgicamente-. No creo que al señor Ki le interesa trabajar para usted.
-¿Por qué? -preguntó el hombre poniéndose de pie con la clara intención de intimidarla con su estatura-. ¿Por que habría de importarle al señor Li¿A menos que tú y él…? -e hizo una pausa significativa.
Sakura iba a responder furiosa cual era su relación con Shaoran pero se vio interrumpida por el mismo que en ese momento entraba en la oficina.
-Buenos días… -saludo Shaoran e iba a disculparse por su tardanza pero se detuvo de inmediato al notar la molestia en el rostro de Sakura-. ¿Qué pasa aquí?
-Nada importante -contestó Katsakura retando con la mirada a Sakura antes de volverse a Shaoran-. Sano Katsakura -se presentó-, tengo una cita con usted.
-Si lo sé -respondió Shaoran desconfiado y volvió a mirar a Sakura. Ella caminó hacia él temblando de furia.
-El “señor” me estaba invitando a almorzar, cenar o cualquier otra “cosa” -informó Sakura mirando de frente a Katsakura.
-Es una mujer casada -replicó Shaoran tensó, fulminando a este hombre con la mirada, dio un paso adelante y Sakura notó que era más alto que Katsakura pero este no se dejó intimidar.
-Creo que la “señora” -contestó imitando el tono de Sakura cosa que enfureció a Shaoran.
Sakura previniendo su reacción lo tocó en el brazo con una mano cosa que no pasó inadvertida a Katsakura.
-A la señora no le importó eso cuando me pidió que la tuteara.
-Eso es mentira -jadeó Sakura.
-Será mejor que se retire -ordenó Shaoran conteniéndose a duras penas.
-¿Sabe usted quien soy yo?
-Lo sé perfectamente.
-Y prefiere creerle a esta…
-Prefiero creerle a mi esposa que a usted, si -respondió Shaoran enérgico, Sakura le apretaba el brazo temerosa de que perdiera el control.
-¡Su esposa! -exclamó el hombre incómodo-. Pero ella…
-Es la señora Li -interrumpió Shaoran-, hágame el favor de salir de mi oficina en este instante.
El hombre comprendió que había sido derrotado y salió de ahí tratando de no darle importancia a lo sucedido.
-Encontraré a alguien mejor para el trabajo -dijo dirigiéndose a la puerta.
-No creo que lo encuentre -respondió Sakura.
El hombre se detuvo unos segundos en la puerta y salió. Sakura suspiró aliviada de que el asunto no llegara a más. Shaoran no dijo nada y caminó a su oficina Sakura lo siguió.
-Estoy furioso -dijo Shaoran golpeando su escritorio.
Sakura entró y cerró la puerta.
-Lo siento mucho -se disculpó un tanto afligida.
-¿Por qué? -preguntó Shaoran volviéndose y se recargó en su escritorio-. Es ese tipo el que debería estarse disculpando en este momento.
-Si no hubieras aparecido yo misma lo hubiera despachado, antes de que…
-¿Antes de que? -la interrumpió airado-. ¿Antes de que se propasara contigo? -y se detuvo abruptamente-. No lo hizo ¿verdad¿No se propaso?
-No, no lo hizo -aseguró ella mientras se acercaba a él-. Siento mucho que esto haya pasado el primer día de trabajo -dijo tomándole la mano.
-Yo más -respondió él y la atrajo hacia él para abrazarla por la cintura-. Nunca nos había pasado esto.
-No, pero no importa -dijo ella encogiéndose de hombros.
-¿No?
-No, ahora puedo frenarlos con solo mostrarles mi anillo -dijo colocando su mano sobre el pecho de Shaoran-. Me encantó como le dijiste que era tu esposa, “la señora Li” -bromeó imitando su tono de voz-. Viste la cara que puso -continuó Sakura pero él aún seguía molesto.
-No puedo creer que se atreviera a tanto… hubiera querido golpearlo -comentó Shaoran.
-Pero no podías hacerlo, te imaginas lo que podría haber hecho, el escándalo, “Li Shaoran golpea a sus clientes” -dijo Sakura sintiendo un escalofrío.
-Lo sé, pero de todos modos hubiera querido golpearlo.
-¿Qué puedo hacer para que ya no estés enojado? -preguntó acariciando su cabello, Shaoran se encogió de hombros.
Sakura le dio un ligero beso en la nariz, después paso a su frente y continuó con su camino bajando hasta los pómulos y sus mejillas, levantó la vista para darse cuenta que el había cerrado los ojos.
-¿Ya estas mejor? -preguntó con una sonrisa.
-No, creo que todavía me siento molestó -respondió él sin abrir los ojos y la apretó más hacia él.
-Tendré que esmerarme un poco más -sugirió ella tomando su rostro entre las manos.
-Me parece buena idea -susurró él.
Sakura inclinó la cabeza y le dio suaves besos en los labios hasta que él gimió insatisfecho y tomó el control haciendo el beso más profundo.
- Fin Flash Back -
Desde entonces a Shaoran le gusta dejar claro en todo momento que soy su esposa... ¡Ni se imaginan como se pone en la oficina cuando algún cliente influyente se pone a hacerme ojitos! -todas, incluida Tsugume no pudieron evitar sonreír ante aquello-. Llamándome delante de ellos “Señora Li” ahí se fijan en mi sortija y en la cara que pone Shaoran... ¡Deberían ver en la situación tan vergonzosa que a veces pone a nuestros clientes! Pero sabemos manejarlo... -encogiéndose de hombros-. Por eso, es quien es ¿no? -miró a Tomoyo de reojo y aclaró-. Aunque claro, no debería quejarme... Shaoran no es nada, comparado con, bueno, todas sabemos quien... -mientras Tenji abandonaba la habitación todos los pares de ojos fueron a la joven de ojos amatistas.
Pensando cada una en los episodios que llegaron a ver y conocer del sujeto se formaron enormes gotas y risas nerviosas. Excepto por Tomoyo.
 
-Eso es lo que mas amo de Touya... -murmuró la novia.
 
Todas sonrieron.
 
-Entonces queda decidido -declaró Mina sonriendo hacía Nagissa-. El hombre que nunca muestra una pizca de celos, es Eriol...
 
Nagissa las observó a cada una, sonriendo de distintas maneras.
 
-Lamento informarles que se equivocan, creo que Eriol y Touya estuvieron un momento a la par...
 
-¡Eso es imposible! -exclamó Sakura atónita-. Nagissa, he conocido a Eriol prácticamente toda mi vida, y nunca lo he visto celoso o demostrando comportamientos bruscos u hostiles.
 
-Yo tampoco veía a Eriol en estas actitudes Nagissa -declaró Mina en un susurro-. Jamás...
 
-No que ustedes hayan presenciado... -dijo con misterio captando la atención de las jóvenes.
 
-Haber, haber -dijo Tomoyo ahora más atenta que nunca-. Se que eras algo celosa con Eriol cuando nos conocimos... pese a que no tenían aun nada... se que la noche de la fiesta de compromiso de Mina, estabas celosa de Kaho y su presencia y lo que intentó hacer, según me contaste... -todas observaban a la susodicha que terminó por sonrojarse-. ¿Cuándo ha mostrado celos Eriol?
 
-Bueno... es una historia algo larga y complicada...
 
-Tenemos tiempo -aseguró Sakura mirando su reloj-. Esto es demasiado interesante para dejarlo sin platicar...
 
-No soy de las que se pelean pero, debo admitir que... -sonrojándose-. Aunque no estuvo bien, aquello me emocionó demasiado, diría yo... -suspirando-. Se veía tan sensual peleando por mi...
 
-¡Nagissa! -exclamó Mina sonriendo. Las demás se echaron a reír.
 
-Deja que termine de contar -pidió Tsugume-. Esto tengo que escucharlo...
 
Nagissa agradeció en silencio a su amiga y estas escucharon el relato de la joven.
 
-Bueno... Todo empezó cuando...
 
- Flash Back -
 
-¿Qué te parece Eriol? -le preguntó la joven mientras andaban de la mano por la facultad de Geología. Le había dado un tour personal por las instalaciones y terminaron en aquel momento en el pasillo principal. Uno de los laboratorios llevaban el apellido Takeshi que fue colocado en honor a su padre y había una placa distintiva. En aquel momento había estudiantes paseando por doquier.
 
Hacía dos días ya que habían llegado a la ciudad. Nagissa había tenido que, poner muchas cosas en orden antes de sacar tiempo para pasear a Eriol por el campus. En el día, este hacía varias diligencias en la ciudad, visitando a varios clientes de su rancho y todo había sido para beneficio, aseguró unos clientes potenciales y en otros, adquirió exclusividad de ser su único suplidor. A pesar de eso, en la noche aprovechaban para salir a cenar y también almorzaban juntos.
 
Pero tuvo que admitir que compartir actividades rutinarias con la joven le entusiasmaba más aun sobre sus planes de matrimonio en un futuro más cercano de lo que ella sospechaba.
 
Claro que había ocasiones en que, no podía dejar de besarle. ¡Era increíble! Comenzaban con juegos y cosquillas y terminaba besándola en el sofá. Era difícil contenerse con ella pero, había decidido pese a que últimamente le tomaba gran esfuerzo que, esperarían hasta su noche de bodas. La noche anterior faltó poco que él le propusiera que hicieran el amor y a duro esfuerzo se separó de ella y tuvo que ir al baño a darse una ducha fría. Desde que llegaran a la ciudad había dormido en la otra habitación que correspondió a su padre.
 
Notaba que, casi todos conocían a la joven Takeshi, era increíble la reputación que ella poseía en el lugar. Cuando se fijó en algo, atrás de la joven hacía una pared había una especie de exhibidor donde habían muchas fotos. Ella se dio cuenta que él lo había notado.
 
-¿Qué es eso?
 
-El cuadro de honor de la facultad... -murmuró tratando de no darle importancia-. Ven, vamos... -tomándole de la mano, pero él no se movió.
 
-¿Estás ahí, no es cierto? -preguntó con acento divertido.
 
-Eh... no, vamos...
 
-Me estás mintiendo -y se acercó al cuadro para observar foto tras foto. Notó efectivamente que había una de la joven precisamente del año que estuvo haciendo sus investigaciones de tesis con su padre-. Y ahí estás -sonrió-. Recuerdo este cabello largo... -murmuró.
 
-Si, claro... querrás decir que soy un cerebrito... -declaró con un suspiro. Ella sintió como él le tomó por el mentón.
 
-Siempre he sabido que eres lista, inteligente y emprendedora... -besándole en la punta de la nariz-. Pero más que todo, combinas todo eso con un bello cerebro, unos ardientes labios y un sensual cuerpo...
 
Nagissa sintió como le ardían las mejillas. Lo próximo que sintió fue a su novio que le besaba superficial pero tiernamente en los labios. Ella le colocó su mano en su mentón.
 
-No me gusta besarme en pleno pasillo... -dijo mientras se separaba de ella-. ¿Habrá algún aula vacía o armario?
 
-¡Eriol! -exclamó alarmada y azorada-. ¡Eres un incorregible! -rió.
 
-¡Nagissa! -escucharon ambos la voz que venía de detrás de la joven.
 
Mientras Eriol observó a un hombre que no pasaba de los veinticinco años, cabello café claro y ojos claros que caían entre verde y miel, de piel algo dorada, alto de proporciones algo musculosas, su novia solo hizo un gesto de incomodidad.
 
Era la primera vez, que Eriol la veía actuar con alguien de la universidad de ese modo.
 
El sujeto se aproximó lo suficiente y Nagissa se volteó. Eriol pudo observar la mirada que, aquel sujeto le lanzó a su novia. Y como no.
 
En aquellos instantes, ella no usaba los pantalones holgados y algo gastados que la veía vestir en los días que se reencontraron. Desde su llegada a la ciudad se había dedicado a comprar ropa más atractiva y contemporánea. En aquellos momentos vestía unos jeans semi ajustados pero que le daban una forma atractiva a sus curvas bien proporcionadas.
 
-¡Te ves divina! -declaró exaltado, levantándole en sus brazos en un afectuoso abrazo. “demasiado afectuoso” pensó Eriol-. ¡Nena volviste! -dijo el sujeto sonriendo-. ¡Supe los rumores pero no contestaste a ninguno de mis mensajes en tu móvil o tu contestadora!
 
-He estado ocupada... ¡Ay Yughi! Bájame... -pidió la muchacha sonreendo cortésmente, mientras el sujeto le daba vueltas aun en sus brazos.
 
-¡Nena te ves fantástica! -bajándole y tomando su rostro en sus manos-. Divina diría yo... ¡Esa vida de campo te ha sentado de maravilla! Hasta tienes color en tus mejillas...
 
-No es precisamente del sol -declaró ella pensando en lo dicho por Eriol segundos antes. Ahí observó de reojo detrás de ella y el sujeto observó también detrás de Nagissa.
 
-“Al Fin” pensó Eriol cuando sujeto se percató de su presencia. Nagissa se separó del hombre y les presentó.
 
-Erio, te presento a Marutso Yughi... -y señalando a Eriol-. Él es, Eriol Hiragizawa... -hesitando un instante-. Mi...
 
-Su novio -terminó Eriol sonriéndole afablemente y extendiendo su mano. Pero cuando hizo contacto con un aturdido Yughi no evitó apretarle más de lo normal-. Mucho gusto...
 
-I...igualmente... -murmuró el sujeto algo aturdido. Observó a Nagissa-. ¡Tu novio! ¡Vaya! -observándole de arriba abajo y pensando en el apretón tan “significativo” que el sujeto le ofreció-. Los que te han visto, no dijeron que... bueno...
 
-Es que no había venido hasta hoy a la universidad -explicó Nagissa, algo nerviosa por la presencia del hombre.
 
-Bueno, no importa... mucho gusto Hiragizawa... espero que te haya gustado nuestras instalaciones...
 
-Si, gracias...
 
Hubo un incómodo momento de silencio. Ambos se medían con la mirada y por suerte para Nagissa (que les había miraba con una gota en su cabeza), su móvil sonó.
 
-Disculpen un segundo... -alejándose de ambos para contestar la llamada.
 
-Y... -comenzó Yughi a decir-. ¿Cuánto...?
 
-Ah un tiempo ya... -respondió adelantándose. Pese a que se comportaba caballerosamente, no evitaba sentirse algo resentido. ¿Quién era ese para abrazarla de esa manera?
 
Entonces, hábilmente, cayó en la cuenta. Observó a la joven de reojo. Mantenía su distancia y miraba de cuando en cuanto, a ambos.
 
-¿Fuiste... novio de ella?
 
-Si, no, bueno nada definitivo...
 
-Disculpen ambos -declaró ella acercándose-. Es que me acaban de informar que hay una junta con el decano...
 
-¡Es cierto! -exclamó Yughi-. Tengo que ir allí ahora mismo... ¿Vamos juntos?
 
-Bueno... -dijo ella mirando a Eriol de reojo.- Es una junta algo aburrida para quienes no entienden nada de lo que se hablará... -mirando a Eriol con ternura.- ¿Te importará volver al departamento? Esto tardará un buen rato...
 
Pero a Eriol no le gustaba para nada dejarle a solas con el sujeto.
 
-Claro, no hay problema... -asintió aún desconfiado-, de todas maneras, creo que pasearé un rato mas por el campus...
 
-Gracias -dijo ella poniéndose de puntillas y dándole un sutil beso en los labios-. ¡Nos vemos esta noche!
 
-Gusto en conocerle Hiragizawa.
 
Este asintió en silencio pero no devolvió el saludo. Y es que como hombre, se olía algo en ese Yughi. Algo que, no le gustaba para nada. Ambos se marcharon por el pasillo dejando a Eriol atrás. Su primera impresión del sujeto no era muy buena. Aun después que él le reveló que era su novio, no disminuyo su interés por la joven.
 
********************
 
Una vez que aquella junta finalizó, Nagissa tuvo que solicitar que le llevaran a casa. Para su mala suerte, Yughi se ofreció por encima de los demás para llevarle. Gran parte del camino iban en silencio.
 
Nagissa reconocía que Yughi fue el que estuvo ahí para ella cuando falleció su padre. Fue el hombro en el cual lloró.
 
Y para su lamento meses después, fue con quien inició una relación algo más de carácter investigativo y distintivo que por otra cosa.
 
Se dejó llevar de lo que sus compañeras decían, que era muy atractivo, inteligente y se preocupaba mucho por ella. Y era cierto, siempre agradecería que, él le consolara después de la pérdida de su padre. Entonces, decidió hacer la primera movida y comenzaron a salir lo que se convirtió en una pareja algo inestable pero pareja al fin. Al menos, no estaría sola.
 
Pero cometió un error al ver algo que no existía. Tal vez en algún momento él lo lamentó. Ah si, ya recordaba cuando lo lamentó, cuando le vio besándose con su compañera de laboratorio.
 
Decidieron romper por las buenas. Yughi admitió que aunque eran amigos, veían las cosas de manera diferente, él quiso desde un principio hacer el amor con ella y Nagissa siempre se negaba. No lo amaba para entregarse a él y entonces, buscó descargar su frustración con sus compañeras. Ambos entendieron que eran muy diferentes y Yughi le aconsejó que rompiesen. Que era lo mejor separarse. Pero no por ello habían perdido su amistad.
 
Claro que, no era como en un principio.
 
Camino a su casa y observando la calle oscura, Nagissa pensaba en su vida, desde Yughi, muchos jóvenes intentaron acercarse a ella y pero los rechazaba a todos.
 
Ahora, tenía a Eriol en su vida. Sin proponérselo una sutil sonrisa se dibujó en su rostro y suspiró.
 
Aquello atrajo una mirada departe de Yughi. ¡Pobre Eriol! Pensaba ella sintiéndose culpable. ¿Por qué hesitó en decirle a Yughi quien era él? ¡Tenía que estar orgullosa! Es decir, terminó involucrándose con su amor platónico de juventud.
 
-Se nota que ese Hiragizawa... -comenzó Yughi observándole de reojo-. No es de por aquí...
 
-No, no lo es -respondió ella-. Es de donde mi padre y su familia tenían sus propiedades...
 
-¿Un granjero? ¿En serio? -preguntó sorprendido-. Me lo imaginaba como otra cosa excepto granjero.
 
-No es granjero -defendió ella con intensidad-. Es dueño de uno de los ranchos más prósperos de la comarca. Pero eso no lo hace ranchero...
 
-Nunca me defendiste a mi de esa manera -reprochó con un silbido.
 
-Nadie se merece una defensa así... excepto Eriol.
 
- ¿Qué te ha hecho a ti ese Sujeto, Nagissa? -preguntó al detenerse en un semáforo-. ¿Acaso estás enamorada de él?
 
-Si -declaró con firmesa sorprendiéndole-. Si, lo estoy...
 
-¡Eso es imposible! -exclamó aturdido.- ¡Si no fue tanto el tiempo que estuviste allí para enamorarte!
 
-Yughi, basta... -ordenó ella-. No podrías entender lo que veo en él... por lo menos no ahora...
 
Él lanzó un bufido y puso en marcha el vehículo. Veía a Nagissa feliz y eso le aturdía en sobremanera. Cuando llegaron a la puerta del edificio de la joven esta descendió del coche rápidamente.
-Gracias por traerme... buenas noches -pero cuando ella cerró la puerta del coche, Yughi apagó el motor y la siguió tomándole del brazo-. ¿Qué pasa?
 
-Nagissa, te conozco. Ese hombre jamás vendrá aquí por ti. Tampoco dejará su vida por el campo. Esos hombres campesinos son muy apegados a su vida tranquila y tan callada. Yo vivir en un campo y me pegaría un tiro en la cabeza de solo pensar en la monotonía y aburrimiento de mi vida.
 
-En eso nos diferenciamos tu y yo Yughi...
 
-Estás muy hermosa... -tocando su mejilla. Ella retrocedió-. ¿Qué? ¿Ahora no puedo tocarte? -preguntó incrédulo y a modo de broma.
 
-¿Qué rayos crees que haces Yughi?
 
-¿Cómo que, que hago? Hago que recapacites. Se que amas la geología... y esa relación no tiene futuro. Tu vida es la facultad de Geología...
 
-¿Desde cuando no estás trabajando? -preguntó en un murmullo mientras lo observaba sorprendida.
 
-¿Qué? ¿Qué dijiste?
 
-Todos en la facultad saben que la Universidad patrocinará un laboratorio de Geología en honor a mi padre y es en el campo. ¿Dónde has estado todos este tiempo Yughi?
 
El hombre bajó la cabeza, ella comprendió.
 
- ¿Qué hacías en la universidad?
 
-Si quieres saberlo, me enteré que andabas por el campus -tomándole de los hombros-. Fui a verte a ti Nagissa... a ti.
 
-¡A mi! ¿Estás loco o que? ¡Suéltame Yughi!
 
-Tienes que escucharme... tienes que...
 
-¡No! Nosotros rompimos mucho tiempo atrás Yughi. Por más que, volviéramos y rompiéramos nada cambiaria... somos muy diferentes...
 
-¿Qué tan diferentes? Somos ambos geólogos Nagissa. Vivimos vidas solitarias en y nos apasionamos por las rocas y la tierra. No vivimos novelas románticas y ficticias del amor. Somos prácticos, científicos y reales -mirándole a los ojos-. ¿De cuando acá te volviste una romántica empedernida que cree en “El amor lo conquista todo”? Créeme: es algo que no funcionaría ni en un millón de años. Pero nosotros... nosotros estamos destinados -ella negaba agitando la cabeza-. ¿Desde cuando te gusta ese tipo de hombre?
 
-No me conoces, ni sabes de donde vengo para saber. Lo que si te diré es que él se fijó en mi... me ama y es todo lo que tu no eres y jamás serás -declaró con desafío-. Ahora suéltame...
 
-¿Me preguntó si habrás hecho el amor con él Nagissa? -sonrojándole era suerte que ya fuera de noche y no se nota-. Si te has entregado a él ya... solo eso explicaría tu ceguera.
 
-¡Estás loco! Suéltame que me lastimas... -Yughi no la soltó, muy al contrario, le miró a los ojos intensamente y aproximó su rostro al de ella, robándole un beso. Ella forcejeó hasta que, él se separó de sus labios.
 
De repente, sintió que alguien la empujaba y pronto como una ráfaga de viento observó como un puño se estrellaba contra la mandíbula de Yughi estrellándolo contra el cemento de la vereda.
 
Observó al sujeto de profundos cabellos oscuros volver a pegarle al hombre.
 
-¡Eriol! -exclamó sorprendida-. ¡Eriol, déjalo!
 
-¡Si te vuelvo a ver cerca de mi novia, te voy a partir hasta el último diente que tienes! -declaró siendo retirado del sujeto por su novia-. ¿Entiendes?
 
Nagissa sorprendida observaba a su novio. ¿Eriol peleando por ella? ¿Y de donde demonios había salido? Viendo más atrás observó unas bolsas blancas en el concreto. Tenían el logo de un mini market a dos esquinas de su casa.
 
-¡Eriol, cálmate! No se acercará a mi más -aun ensimismada de la sorpresa. ¿El muy correcto, calmado y romántico Eriol Hiragizawa peleando en medio de la calle? ¿Y por ella?
 
Sino lo hubiera visto no lo creería.
 
-Si, es verdad -dijo Yughi aceptando no ver más a Nagissa, teniendo miedo por su potente izquierdazo y sintiendo como la sangre brotaba por su labio-. Lo entendí -Poniéndose de pie y caminando hasta el coche. Ambos vieron como arrancaba el coche por la calle. Nagissa escuchaba el agitado respirar de Eriol.
 
-Jamás creí que... -murmuró ella entre sorprendida y extrañamente admirada.
 
-Necesito Hielo...
 
-¿Hielo?
 
-Creo que me partí la mano... -declaró finalmente relajando su postura.
 
Nagissa recogió las bolsas y del brazo de Eriol subiría a revisar su mano y por primera vez, vio una faceta que jamás habría imaginado en el sujeto.
 
- Fin Flash Back -
 
Cuatro pares de ojos estaban como platos y Nagissa las observó.
 
-¿Qué les pasa?
 
-¡Ni en mis sueños mas locos...! ¡Eriol! -exclamó Tomoyo sorprendida-. Bueno creo que el sujeto no se te acercó en lo que quedaron ustedes en la ciudad -sonrió pero a duras penas aguantando la risa
 
-Nessa me contó -dijo Nagissa negando con la cabeza-, que no lo volvieron a ver por largo rato en el campus. En realidad, quería que usara mis influencias con la junta directiva para que lo contratasen nuevamente. Por eso trató de seducirme o querer conquistarme nuevamente. Según me cuentan, trabaja como maestro de primaria en Kyoto. Desde entonces, me cuido que los empleados en el laboratorio y en la universidad, nunca me miraran con un doble propósito...
 
-Eso explica porque Touya me explicó Eriol portaba una venda en su mano por algún tiempo. Pero pensaron que había sido un accidente en el rancho.
 
Sakura tenía su boca abierta ampliamente. Tsugume pensó en Yue, de cierta manera Yue, actuó alguna vez de esa así. Mina por otra parte estaba tan sorprendida como Sakura.
 
Después vinieron las carcajadas.
 
-¡Por todos los santos! -exclamó Sonomi interrumpiéndoles-. ¿Aun no terminan? ¡Ya es muy tarde...!
 
Todas suspiraron: otra vez serían regañadas por Sonomi esa tarde.
 
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Pasaron algunos minutos mientras Sonomi ayudaba a Tomoyo con los últimos detalles de su atuendo.
 
Todas miraron emocionadas el resultado final, incluso las más pequeñas observaban en silencio boquiabiertas por el espectáculo, hasta se pudo oír un suspiro colectivo que llenó el silencio de la habitación.
 
-¿Mami? -preguntó Maki a Nagissa jalando su vestido-. Yo también quiero un vestido así para cuando me case.
 
-Oh mi amor -dij Nagissa conmovida y la levantó en brazos para besarla-. Tu también tendrás un vestido hermoso, pero no le digas nada a tu padre todavía o le dará un infarto.
 
-Hablando del padre de esta pequeña -dijo Sonomi asomándose por la ventana-. Sus esposos ya están aquí.
 
-¿Touya también? -preguntó Tomoyo resistiendo las ganas de correr a la ventana.
 
-Si, Touya también -asintió Sonomi-. Vamos chica vayan bajando para que nos preparemos, los invitados también están llegando, falta poco para empezar.
 
Una a una fueron tomando sus ramitos de azucenas y rosas blancas y rojas con azahares y salieron de la habitación para dejar a las dos mujeres solas.
 
-Te ves preciosa hija -dijo Sonomi y le dio un abrazo-. Siempre soñé con verte así y al fin se está cumpliendo mi deseo.
 
-Gracias mamá.
 
-¿Dónde estará tu padre? Quiero que te vea antes de que bajes. Iré a buscarlo.
 
-Mamá, ¿podrías traer a Akio? quiero verlo antes de la ceremonia.
 
-Vuelvo enseguida -dijo Sonomi saliendo apresurada.
 
Tomoyo aprovechó ese momento a solas para mirarse al espejo. Había sido un alivio que la modista pudiera hacer los arreglos necesarios para no tener problemas con el vestido en el último minuto, el vestido apenas había quedado a la medida, afortunadamente nadie pareció notar los mínimos cambios en su cuerpo, ni si quiera su madre se había dado cuenta, ahora solo tenía que esperar para darle la noticia a Touya.
 
El vestido era aparentemente sencillo. Era de seda color marfil, de cuello redondo, con mangas de encaje y un corpiño que marcaba cada una de sus curvas. Bajó el corpiño, la falda se ajustaba a su cadera y después, bajo una trenza de marfil, se abría pliegue a pliegue hasta el suelo, con una grácil cola por detrás.
 
Sonomi no había escatimado cuando encargó el vestido y los pliegues ocultos le daban un vuelo y aire increíble.
 
El cabello lo llevaba suelto tal y como le gustaba a Touya con rizos cayendo suavemente en su espalda. Sonomi le había puesto una diadema de diamantes regalo de sus padres, un solo rizo caía sobre su pecho.
 
Todo era perfecto, Tomoyo suspiró pensando que no podía esperar para estar al lado de Touya. En ese momento Sonomi entró seguida por Takedo.
 
-Hola papá -sonrió Tomoyo conteniendo la emoción al ver el rostro maravillado de su padre.
 
-Estás hermosa -dijo él antes de abrazarla-. Vas a deslumbrar a tú marido -declaró y Tomoyo volvió a mirarse al espejo.
 
-Eso pretendo hacer -murmuró antes de volverse a mirar a su padre y buscó detrás de él-. ¿Y Akio?
 
Sus padres se miraron antes de responder.
 
-No puede encontrarlo -dijo Sonomi finalmente.
 
-Está con Touya -explicó Takedo.
 
-Oh, yo quería verlo -dijo Tomoyo un algo desilusionada.
 
-No te preocupes cariño, ya lo verás cuando camines al altar, yo me aseguraré de eso -dijo Sonomi algo extraña tratando de animarla.
 
-Está bien -aceptó Tomoyo.
 
-Bien, ya ha llegado la hora -dijo Sonomi.
 
-¿Estás lista? -preguntó Takedo.
 
-Si -respondió Tomoyo tomando el brazo de su padre.
 
Cuando bajaron ya todos la esperaban, sus damas con sus acompañantes. Fujitaka fue el primero en recibirla al final de las escaleras, Shaoran, Yukito y Eriol también la felicitaron. Tomoyo notó que aunque sus amigas vieron el resultado final en la habitación, aun su vestido les quitaba el aliento. Pudo observar como cada uno de los hombres al brazo de cada esposa, comentaban aprobando la visión de la Señora Kinomoto. Incluso vio que, Sakura y Shaoran y Mina y Yukito secretaban algo mientras Eriol besaba en una mejilla a su esposa mientras le aferraba por la cintura.
 
¡Era su sueño por fin hecho realidad! Todos allí, sin prisas, en una boda como debía de ser con todos los honores y toda su familia, reunida.
 
Desde lejos Tomoyo alcanzó a ver las sillas blancas acomodadas con vista al kiosco. Las flores eran las invitadas de honor en el lugar. Habían grandes arreglos florares de rosas blancas y azucenas en todo el alrededor. La carpa puesta para después de la ceremonia se veía grandiosa Todo estaba preparado, los invitados habían llegado y solo esperaban el comienzo de la ceremonia. Todos estaban listos para empezar, mientras escuchaban música instrumental cada uno esperaba por la novia en su sitio.
 
Yue y Tsugume sentados en el lado del novio con sus manos entrelazadas apenas podían contener la emoción. Yue sonreía sutilmente hacía Touya.
 
¡Su amigo estaba tan nervioso como si no hubiera pasado por aquello antes!
 
Los pequeños Sayuki y Tenji, también estaban ahí, impecables con sus trajecitos.
 
Solo esperaron unos minutos más a que todo estuviera listo y salieron para prepararse.
 
Sonomi y Fujitaka irían primero, detrás de ellos; Yukito y Mina, Shaoran y Sakura y finalmente Nagissa y Eriol.
 
Fujitaka y Sonomi comenzaron la marcha, al llegar al final del pasillo las parejas se separaban y mientras estos se sentaban a cada lado de mismo, las damas ocupaban un lugar al lado del altar y los caballeros al extremo contrario detrás de Touya.
 
Llegó el turno de Hazuki y Kisumi con sus canastos en las manos caminaron por el pasillo soltando pétalos de rosas por el mismo. Sakura y Shaoran sonreían orgullosos.
 
Y al fin llegó el momento de la novia, Touya aspiró con fuerza y fijó su mirada esperando ansioso porque Tomoyo apareciera del brazo de Takedo.
 
Un grupo de cuerdas comenzó a tocar las primeras notas de la marcha nupcial, cuando aparecieron al final del pasillo ante los rostros expectantes de los asistentes, la novia empezó su marcha del brazo de su padre.
 
Detrás de ellos Sayuki, Maki y Tenji sostenía la cola de la novia, los pequeños atendían la labor que les fue encomendada mientras que una emocionada Maki en medio de ellos, sonreía radiante.
 
Tomoyo fijo su atención en Touya. Llevaba un traje negro y estaba magnífico. El único toque de color era un capullo de rosa carmesí en la solapa.
 
Sonomi se había ocupado de escoger las flores y ella llevaba doce capullos iguales en su ramo.
 
Touya la observaba, con ojos tranquilos, y una leve sonrisa curvaba sus labios. Tomoyo sintió un hormigueo en el estómago.
 
Entonces vio a Akio, que tenía las alianzas en las manos, llevaba un traje a juego con el de Touya y tenía expresión de encontrarse en la gloria. Su padre le había otorgado una función importante.
 
Su esposo y el hijo de ambos: los dos hombres más importantes para ella.
 
Touya observó a su esposa acercarse y sintió el corazón acelerado. Tomoyo, caminaba hacia él con los ojos brillantes, tan bella que se quedo sin aliento. Parecía serena y etérea.
 
Percibió perfectamente el momento en que vio a Akio, sus ojos chispearon de alegría y sus labios se curvaron con placer.
 
Al fin llegaron a su lado, Takedo entregó a su hija y se separó de ellos para ocupar un lugar al lado de su esposa.
 
Tomoyo alzó el rostro radiante y él la miró, Touya tomó su mano y le devolvió la sonrisa. Mientras todos contemplaban ellos renovaron sus votos.
 
La ceremonia, todo mundo comentó después, fue sencilla pero hermosa, sin embargo, Touya y Tomoyo apenas se dieron cuenta. Dieron las respuestas adecuadas envueltos en una extraña sensación de ensueño.
 
Al final de la ceremonia se besaron con suavidad, con un beso un poco más largo de lo habitual hasta que por fin se volvieron sonriendo mientras los asistentes aplaudían conmovidos.
 
En la recepción todo fue alegría y diversión. Los discursos fueron breves y la comida exquisita. Luego vino el vals nupcial.
 
Una sonrisa secreta apareció en su rostro mientras se acercaban al centro de la pista. Touya la besó en la mejilla y con un brazo la rodeó por la cintura. Ella sintió que se sofocaba. Tomoyo se sentía extasiada mientras giraba en brazos de su esposo.
 
-Hules fenomenal -le dijo él al oído-. Y ese vestido… -le murmuró acariciándole la espalda-. Casi me da un ataque al corazón cuando te vi aparecer.
 
-¿Te gusta?
 
-¿Qué si me gusta? -dijo él con la voz ronca-. Oh si, claro que me gusta.
 
Nunca olvidaría la imagen de ella acercándose por el pasillo hacia el altar. Era el hombre más afortunado sobre la tierra.
 
-¿Eres feliz? -preguntó Touya, sabía la respuesta pues podía verla en sus ojos pero quería escucharla de sus labios.
 
-Si, mucho, muy feliz -respondió Tomoyo.
 
Después de unos minutos se pidió a otras parejas que se unieran a los novios en la pista de baile.
 
Poco a poco las parejas fueron apareciendo alrededor de ellos, sus amigos y familia estaban ahí bailando con ellos.
 
Sakura y Shaoran, Mina y Yukito, Nagissa y Eriol, Tsugume y Yue, Sonomi y Takedo.
Fujitaka podía verse en un extremo, agobiado por sus nietas quienes le pedían impacientes que bailaran con ellas, los demás niños corrían alrededor.
 
-Tengo un regalo para ti -dijo Tomoyo.
 
-¿Un regalo?
 
-Si, quería dártelo esta noche, pero ya no puedo esperar.
 
Touya la miró intrigado, Tomoyo se acercó a él y este inclinó la cabeza para escuchar lo que le decía al oído.
 
Touya abrió los ojos y hecho la cabeza atrás para mirarla, Tomoyo sonrió asintiendo. Touya no espero más y la abrazó para besarla en medio de la pista de baile.
 
El beso fue suave. Ninguno de los dos intentó profundizar el beso y durante un largo minuto, el roce de sus labios continuo casto y puro sumergidos en una calidez tranquila.
 
-¿En qué estas pensando? -le susurró Tomoyo, mientras continuaban bailando.
 
-Solo en lo feliz que soy. Me alegra darme cuenta que tengo todo lo que un hombre necesita.
 
-¿Y qué es?
 
-A ti. Nuestra vida juntos. Eres lo único que necesito en esta vida. Tú y nuestros hijos siempre serán lo más importante para mi.
 
-Lo sé -los ojos de ella brillaban de amor.
 
Touya sonrió y le dio a Tomoyo un beso que estaba cargado de ternura y pasión.
 
Todos alrededor siguieron bailando notando el amor que se tenía la pareja y sonriendo felices, deseando que el futuro que compartían estuviera lleno de alegría.
 
-Te amo -dijo Touya mientras giraban por la pista.
 
-Y yo a ti -respondió Tomoyo.
 
Sin dejar de mirarse a los ojos siguieron bailando. Y mientras sus amigos y familia giraban alrededor de ellos, se miraron sabiendo que el futuro se abría para ellos y que disfrutarían de lo que la vida les diera porque lo harían Juntos.
 
- FIN -
 
 
Nota de autora: No se que decir, solo que estoy muy triste, ha llegado el final. Se que dije que serían cuatro partes, pero no alcanzó material para la cuarta, como ya se habrán dado cuenta esta parte fue más larga que las otra dos, así que espero la hayan disfrutado. Respecto al lemon es un poco más subidito de tono, pero fue hecho con todo cariño, tarde tres días en escribirlo y esa semana mantuve una sonrisa estúpida en mi cara todo el tiempo, esa escena fue la realización de muchas cosas, me contuve tantas veces durante la trama que aquí me deje llevar, así de simple no tengo otra explicación para ello. No me arrepiento, ni me disculpo, no hay ninguna mala intención, solo el amor que se expresan dos personas eso es todo.
 
Una vez más solo me queda agradecerles y espero verlos pronto por aquí. De momento tengo un proyecto pendiente con mi amiga Justary-san, ella ha sido muy paciente conmigo y desde hace tiempo me había propuesto que hiciéramos un fic juntas, así que empezare con eso. Ya tengo una idea con la que ha estado formándose en mi mente, lista para salir, solo que primero necesito terminar con mis pendientes para poder dedicarme a ella por entero, yo no puedo trabajar en mas de un fic a la vez, no puedo decirles cuanto tiempo me llevara subir el nuevo fic, pero les prometo que será pronto. Solo puedo adelantarles que será un Eriol&Tomoyo aderezado con algo de Sakura&Shaoran, no puedo decir más pues ni yo misma lo sé.
 
 
¡Muchas gracias por compartir esto conmigo!