Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Lecciones para dos ❯ Capítulo2 ( Chapter 2 )

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LECCIONES PARA DOS
Por Daulaci Serv
 
Basado en una novela de Jennifer Taylor
 
Conlos personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
 
 
Capitulo 2
 
Desde que la vio bajar del avión no se dejo sorprender por la apariencia de la joven. Como el mismo había visto en varias revistas ella era muy hermosa, pero también podía notarse a simple vista que no era más que una niña rica caprichosa y mimada. Iba ser un viaje muy interesante de eso no había la menor duda.
 
La escoltó a una salida hacia un jeep. De ahí la llevó a otra área del aeropuerto donde se encontraban los vuelos privados. Acompañándola hasta el avión que los llevaría a su destino.
 
Ya en el avión Tomoyo estaba tan sorprendida por tan descortés comportamiento que no sabía que pensar. El tipo prácticamente le arrebató la maleta cuando llegaron al avión, al menos la había ayudado a subirla; aunque mas bien parecía que lo había hecho para no tener que perder más tiempo. Como si eso fuera poco, en ningún momento se molestó en dirigirle la palabra, prácticamente había tenido que adivinar sus pensamientos.
 
Estaba acostumbrada a hombres más sofisticados y agradables. Y aunque antes nunca le había dado mucha importancia, los hombres a los que había conocido siempre, parecían más que dispuestos a agradarla. Ahora más que nunca estaba tan aliviada por haber llevado tan poco equipaje, que no quiso ni imaginar lo que hubiera sido de ella si llevara las tres maletas acostumbradas que la acompañaban en sus viajes. Antes de que Tomoyo pudiera reaccionar estaba aterrizando de nuevo en un pequeño aeropuerto a las afueras de la ciudad.
 
Se sorprendió cuando el tipo se tomó la molestia de hablarle de nuevo solo para informarle que habían aterrizado por un pequeño problema en el depósito del combustible. Esta vez le dijo que esperará un momento afuera sacando la maleta de Tomoyo.
 
- Me sorprende que lleve tan poco equipaje.
 
- ¿Le… le sorprende? -Tomoyo estaba más sorprendida. ¿Le estaba haciendo conversación?
 
- Una chica como usted, llevaría por lo menos dos más de estas ¿no?
 
- ¿Una chica como yo? -exclamo Tomoyo molesta pero no obtuvo respuesta, sin saber que la llevaba a responderle a ese hombre le dijo-. No planeo quedarme mucho tiempo.
 
- ¿Ah sí? -dijo el hombre levantando la ceja.
 
- Solo lo necesario -dijo Tomoyo sin comprender el porque de la mirada.
 
- Después de las molestias que se ha tomado su abuelo para llevarla ¿no piensa acompañarlo, un tiempo eh?
 
Ese hombre la irritaba hasta un punto desconocido para ella.
 
- No creo que hayan sido tantas si lo contrató a usted para llevarme. Además tengo cosas más importantes que hacer, que no son de su incumbencia.
 
Ahí terminó la conversación. Cada uno estuvo por su lado esperando a que revisaran el avión.
 
Mientras Tomoyo permanecía sentada en una silla que amablemente le proporcionaron en el lugar, el hombre del que no sabía ni su nombre se encontraba inmóvil como una roca, con la chaqueta colgada al hombro observando desde lejos los ajustes que le hacían al aparato. Esto permitió a Tomoyo observarlo con más detenimiento.
 
El era alto y muy masculino, desde los pies calzados con botas hasta el cabello negro azulado peinado con descuido que le caía sobre la frente. Todos sus rasgos lo hacia bien parecido. Considerando lo poco que Tomoyo había hablado con él, le pareció alguien culto, muy seguro de sí mismo. Esto también lo pudo deducir por la forma en que se conducía al caminar y por la forma en que se dirigió a los mecánicos que revisaban el avión.
 
Había algo en el que encontraba profundamente inquietante. Afortunadamente no tenían que pasar mucho tiempo juntos, no si consideraba que el estaba en la cabina del piloto y ella en la parte trasera del avión.
 
Tomoyo cerró los ojos agradeciendo esto último ¿Qué estaría pensando el abuelo cuando contrató a este hombre? Abrió los ojos de nuevo y se ruborizó al notar que él también la estaba mirando y al parecer estaba sacando sus propias conclusiones sobre ella. Y hubo algo en la mirada que le dirigió que la hizo sentirse más consciente de ser mujer.
 
Sentada ahí, con esa apariencia tan propia, podría decirse que era una mujer madura y tal vez un poco mayor a lo que el imaginaba. Claro que las fotografías que había visto no le habían ayudado mucho a descifrar su edad. En algunas parecía casi una niña, mientras que en otras era toda una mujer. Una mujer con la que cualquier hombre estaría dispuesto a pasar el resto de su vida. Aún no había podido ver el conjunto de su larga cabellera y los ojos amatista que tanto habían llamado su atención.
 
Si se permitiera dejarse llevar por el primer impulso que tuvo al verla le quitaría esos lentes y ese horrible sombrero para poder satisfacer su curiosidad. Notó que ella apartaba la vista, lo que lo trajo a la realidad. Agitó la cabeza con fuerza de forma negativa apartando esos pensamientos de su mente. No estaba ahí para dejarse llevar tan estúpidamente por las apariencias, ya había cometido ese error antes y la había pasado muy mal.
 
Tomoyo apartó la vista rápidamente y cruzó los brazos tratando de protegerse de algo sin saber siquiera de que. Siempre había sentido la mirada de los hombres en ella y nunca le había dado importancia, si fuera de otra manera no hubiera podido dedicarse al modelaje. Pero había algo en particular en este hombre que la hacia sentirse extraña. Tomoyo se sobresaltó al oír una voz profunda a su lado.
 
- Han terminado, podemos irnos ya.
 
Tomoyo se levanto rápidamente, quería alejarse de ese sujeto cuanto antes. Camino hacia donde se encontraba su maleta, no esperaba que la ayudara nuevamente con su equipaje. Y no estaba equivocada, él ya iba caminando rumbo al avión.
 
- Cuando vea al abuelo… -dijo Tomoyo entre dientes.
 
********************
 
El despegue fue suave, Tomoyo se recostó en el asiento, abrió una revista y se puso a leer. Trataba de alejar de sus pensamientos la mirada que le había dirigido ese hombre y sobre todo la forma en la que ella se sintió. No estaba segura de que le molestara esa sensación.
 
Cuando aterrizaron para repostar Tomoyo se apresuró para salir del avión. Fue al servicio donde se lavo las manos y la cara y retoco su ligero maquillaje. En cuanto a su cabello, el peinado no había sufrido mucho así que lo dejo como estaba. Cuando volvió al pequeño bar. Los demás hombres en el lugar voltearon a verla ella era la única mujer ahí; claro todos menos él que la ignoro olímpicamente. El estaba charlando con otro piloto.
 
Conteniendo su enfado, atravesó la habitación sin mirarlo mientras echaba unas monedas en la maquina de refrescos. Y fue a sentarse a una pequeña mesa un tanto alejada de las demás.
 
- Nos vamos dentro de dos minutos así que dese prisa.
 
Eso era el colmo. Apenas había tomado un sorbo de su refresco, parecía hacerlo a propósito.
 
- No -dijo Tomoyo muy decidida sin moverse.
 
- ¿No? -el hombre no parecía sorprendido. Tenía una expresión como si esperara aquella actitud de su parte.
 
- No -repitió Tomoyo- no estoy lista para salir todavía. Tomoyo estaba harta de su falta de cortesía y cruzo los brazos en una actitud muy infantil
 
- Tal y como me lo temía -pensó él- empieza el juego. Apoyo ambas manos en la mesa y bajo la cabeza hasta la altura de la de Tomoyo y dijo en un tono amenazador.
 
- Tal vez sería mejor que la dejará aquí a ver que hace.
 
- Hágalo -Tomoyo no se dejaría intimidar-. Ya veré yo como me las arreglo. No soy tonta ¿sabe? Pero ya quisiera ver la cara de mi abuelo cuando le diga que llego sin mi -Tomoyo no pudo evitar decir esto último con una gran sonrisa en la cara.
 
- ¿Ah si? -le respondió con la misma sonrisa, aunque no parecía estarse divirtiendo tanto como ella.
 
Fue entonces cuando la tomo del brazo sin la menor delicadeza y la saco del lugar ante la sorpresa de todos. Tomoyo apenas pudo tomar su bolso a tiempo, aunque al hacer esto se le cayó el sombrero.
 
- ¡Suéltame animal! -Tomoyo forcejeaba inútilmente. No fue sino hasta que llegaron al avión que la dejo ir-. Idiota me ha lastimado -Tomoyo se llevaba una mano al lugar donde él la había sujetado e hizo un ademán de regresar a la cafetería.
 
- ¿A dónde cree que va? -interponiéndose en su camino.
 
- Voy por mi sombrero -dijo Tomoyo ceñuda.
 
- No lo necesita, además estoy seguro de que su abuelo podrá comprarle 10 como ese cuando lleguemos. Ahora suba -apuntando hacia arriba al avión y sin mostrar el más mínimo arrepentimiento por lastimar a la joven.
 
- No.
 
- ¿No? Usted quiere acabar con mi paciencia ¿verdad? La subiré cargando si es necesario. Y dio un paso hacia ella.
 
- No se atreva -dijo Tomoyo dando un paso atrás y levantando la mano para poner distancia entre ellos, mientras con la otra se quitaba los lentes para verlo a los ojos-. No me subiré al avión hasta que por lo menos tenga la atención de decirme su nombre. No seguiré viajando con un total desconocido.
 
El hombre pareció meditarlo un momento poniendo las manos en su cintura.
 
- Esta bien. Mi nombre es Eriol Hiragizawa, a sus pies señorita Daidouji. -esto último lo dijo arrastrando las palabras- Ahora suba al avión.
 
Tomoyo lo miraba con disgusto y se frotaba el brazo lastimado, su delicada piel comenzaba a presentar las marcas de una mano.
 
- Solo espere a ver que pasa Señor Hiragizawa cando le diga a mi abuelo lo grosero que ha sido conmigo.
 
- ¿Grosero? ¡claro que no! Solo no me he dejado llevar por los caprichos de una niña rica. Su abuelo me contrató para llevarla y eso es lo que estoy haciendo. Esto no es nada, si realmente me propusiera ser grosero, usted lo sabría de inmediato. Además creo que ya va siendo hora de que alguien la ponga en su lugar para que se de cuenta de que no puede ir pisoteando a la gente sólo porque su familia tiene tanto dinero que no sabe que hacer con él.
 
- ¿Cómo se atreve? ¡Usted no sabe nada sobre mi familia! ¡Usted no sabe nada sobre mi! -comentó indignada, quien era ese hombre para opinar sobre ella sin siquiera conocerle.
 
- ¿Ah no? -acercándose hasta que tuvo su rostro frente al de ella-. Las chicas de su clase son todas iguales. Aparte de su dinero creen que pueden lograrlo todo con su linda cara y ese cuerpo -dijo bajando la mirada de una manera que hizo que Tomoyo se sonrojara.
 
Antes de pensar lo que estaba haciendo Tomoyo lo abofeteo fuertemente. Ella nunca había golpeado a alguien antes y se sintió muy mal por hacerlo, pero tampoco nunca alguien la había hecho sentir tan vulnerable y ofendida. Apartó la vista para evitar que él viera el arrepentimiento en sus ojos.
 
Eriol la tomo por la barbilla obligándola a mirarlo. Sus dedos eran sorprendentemente suaves. Tomoyo empezó a tener de nuevo esa sensación que no podía definir.
 
- Esta es la última vez que haces algo así.
 
- Que sea la última vez que me hablas de esa manera -que me haces sentir de esa manera era lo que quería decir Tomoyo pero no pudo-. Tú te lo buscaste.
 
- Esta bien, yo me lo busque -Eriol tocaba su mejilla enrojecida con la otra mano- Pero que sea la última vez que me provocas, o no respondo.
 
- Yo no provoque nada.
 
- Ahí vamos de nuevo. Deje de portarse como una niña, y suba de una buena vez al avión.
 
Tomoyo estaba tentada a decir nuevamente que no, pero Eriol pareció leer sus pensamientos, pues antes de decir nada soltó una clara amenaza.
 
- Estoy seguro de que no le gustaría el modo en que trato a los amotinados -había una fría determinación en sus ojos que le dijo a ella que estaba hablando en serio-. ¿Entendido?
 
- Si -se obligo a decir Tomoyo.
 
- Bien. Este es el primer paso hacia un mejor entendimiento entre ambos, ¿no es así, Señorita Daidouji?
 
Antes de que la soltara Tomoyo notó que había una doble intención en sus palabras, pero no se tomó el tiempo para meditar en ello.
 
- Ahora bien, quiere subir al avión para que podamos irnos. Y ambos subieron las escaleras en silencio.
 
*********************
 
Después del incidente Tomoyo necesitó recurrir a todo su control para tranquilizarse. Pasado un rato la tensión comenzó a desaparecer y sin darse cuenta se quedó dormida. No supo cuanto tiempo había pasado pero se despertó de repente, solo para darse cuenta que el avión daba de tumbos.
 
-Calma, calma esto pasará pronto -se dijo a si misma pero nada cambiaba.
 
Se armó de valor y como pudo se dirigió a la cabina. Al llegar ahí notó que Eriol tenía la radio en sus manos y recitaba una larga serie de números.
 
-¿Qué pasa? -preguntó alarmada.
 
Eriol volteó a verla y exasperado exclamó- ¿Qué hace aquí? ¿Porqué no se quedo haya atrás? -Estiró el brazo para tomarla por la muñeca y la empujó al asiento que estaba a su lado-. Abrochesé el cinturón.
 
-Pero… ¿Qué pasa?
 
-El depósito de combustible. Parece que hay problemas otra vez.
 
Eriol apenas acababa de decir esto cuando el avión comenzó a descender alarmantemente.
 
-¿Quiere decir que vamos a estrellarnos? -él la miro con una expresión decidida antes de observar al suelo mientras que hacia que el avión dibujará un lento y firme circulo.
 
-No, Srita Daidouji.
 
Tomoyo se llevó una mano al pecho con alivio mientras cerraba los ojos. Cuando los abrió de nuevo lanzó un gritó al ver que se dirigían hacia las copas de los árboles.
 
-Dijo que no íbamos a estrellarnos.
 
-Y no lo vamos a hacer. Pero tenemos que bajar.
 
-Pe… pe… pero es imposible -dijo Tomoyo señalando los árboles, empezaba respirar con dificultad. Eso no podía estar pasando.
 
Él se volvió hacia ella.
 
-Tomoyo mírame.
 
A Tomoyo le costaba mucho trabajo apartar la vista del frente.
 
-¡Tomoyo! -gritó Eriol logrando que la chica se volviera-. Nada malo pasará -sus ojos tenían una mirada extrañamente tranquilizadora-. Hay un claro haya abajo. Voy a aterrizar en él. Tomoyo asintió con nerviosismo, no estaba segura de poder creerle, pero algo en la mirada de él la hizo sentirse segura.
 
Eriol volvió la vista hacia el frente. Tomoyo cerró los ojos y se llevo las manos hacia los oídos. Se repetía una y otra vez así misma. Todo estará bien, todo estará bien.
 
Las ruedas tocaron el suelo y el avión volvió a elevarse. Tomoyo contuvo la respiración unos segundos. Dos veces más rozó el avión la superficie para después detenerse lentamente.
 
Tomoyo abrió los ojos. Todo lo que podía ver eran árboles y arbustos… kilómetros de un denso verdor.
 
-¿Dónde… dónde estamos? -preguntó con debilidad.
 
-En algún lugar en el centro de Brasil -dijo mientras apagaba el motor y se quitaba el cinturón.
 
-¿En algún lugar? -lo agarró por el brazo para evitar que saliera-. ¿No sabe exactamente donde?
 
-No. La brújula empezó a fallar momentos antes que el avión.
 
-Pero, no había dado nuestra ubicación.
 
-Si. Pero fue la última que tenía. Era mejor eso que nada.
 
Los siguió cuando salieron del avión observando la pared de árboles que los rodeaba.
 
-¿Qué vamos hacer? ¿Cuánto tardaran en encontrarnos?
 
-No podía decirlo con exactitud. Un par de días, una semana. Podría ser más.
 
-¿Más? ¿Más de una semana? No puedo estar aquí más de una semana. Tengo que regresar. Tengo cosas que hacer en Londres -era absurdo lo que estaba diciendo, pero necesitaba asirse de algo para no ponerse histérica y menos delante de este hombre.
 
Eriol entró nuevamente al avión para sacar la maleta de Tomoyo y también sacó una mochila de cuero. Volvió adentro y regreso cargando algunas cosas en los brazos y según Tomoyo pudo notar también traía puesto un sombrero parecido a los que usan lo vaqueros.
 
-No se quede ahí parada mirándome -Tomoyo se sonrojó levemente, no se había dado cuenta que lo miraba con tanto interés-. Busque algo entre su ropa que sea más apropiado.
 
-¿Apropiado?
 
Eriol se puso en cuclillas y guardó los objetos que había reunido en la mochila.
 
-Si, algo que le cubra el cuerpo mejor -dijo mirándole las piernas-. Puede hacerse corte y arañazos ahí dentro y no queremos que la señorita modelo arruine su piel.
 
-No estará diciendo que vamos a meternos a esa selva ¿verdad? -comentó horrorizada ante la perspectiva.
 
-Así es, así que desé prisa. Y volvió a meterse al avión.
 
Tomoyo estaba demasiado consternada para objetar así que empezó a buscar. Saco unos pantalones caqui, junto con una blusa de algodón blanca. Agradeció en silencio el que se le hubiera ocurrido llevar unos tenis para caminar.
 
Cuando Eriol salió del avión llevaba un enorme cuchillo parecido a un machete. Lo levanto en el aire para observarlo.
 
-Cuando compre esto jamás pensé que tendría la oportunidad de usarlo -dijo con una gran sonrisa en sus labios.
 
-Me alegra que alguien pueda estar feliz en una situación como esta -pensó Tomoyo mientras cerraba otra vez la maleta.
 
Eriol tomó la maleta y la metió al avión. Tomoyo abrazaba su ropa mirando hacia el espeso follaje.
 
No creo que poder hacer esto. No puedo meterme ahí. ¿No podríamos esperar aquí a…?
 
-¿A que nos rescaten? No. Yo no voy a quedarme aquí a esperar un rescate que podría no suceder nunca. Pero es su elección. Puede venir conmigo o quedarse aquí. -Señalando el punto donde estaban y luego al espeso bosque que tenían delante.
 
Tomoyo abrazó con más fuerza su ropa y miro con angustia la selva.
 
Eriol sacó el cuchillo de la funda. Camino y se detuvo al extremo del claro, se volvió y la miró alzando la ceja.
 
-¿Va venir o no?
 
Tomoyo le devolvió la mirada y luego observó alrededor del claro, para después dirigir su atención al avión. Sintió ganas de llorar. No quería entrar a esa selva pero tampoco quería quedarse sola. Cuando oyó el cuchillo abriendo paso tomó una decisión. Y se encaminó mordiéndose el labio inferior, hacia donde estaba Eriol para seguirlo.
 
Continuará…
 
 
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