Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Señorita Cupido ❯ Capítulo 01 ( Chapter 1 )

[ Y - Young Adult: Not suitable for readers under 16 ]

Señorita Cupido
Por Daulaci Serv
 
Conlos personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
 
 
CAPITULO 1
 
Esa mañana Touya caminaba por la calle mirando a la gente a su alrededor, algunos iban de prisa, sin fijarse en nada con el ceño fruncido en completa concentración. Algunos otros como él, iban a paso lento disfrutando del aire de la mañana.
 
Ese día era diferente, ese día seria diferente, Touya no sabía porque pero desde que abriera los ojos al despertar, supo que hoy pasaría algo especial. El sonido del despertador no lo molestó como otros días, lo había apagado sintiendo que había tenido un sueño reparador.
 
Era tal su estado de relajación y tranquilidad que ni siquiera se molesto en tomar su café en casa. Sólo hasta que llegó al edificio donde estaba su oficina, que se dio cuenta que necesitaba un café. Así que dejó el auto en el estacionamiento y ni siquiera se molestó en subir a averiguar si su socio y amigo había llegado ya.
 
Llegó a la entrada de la cafetería y aspiró con fuerza, llenando de aire sus pulmones, se rió de si mismo, tal vez el ambiente estaba saturado de contaminación pero eso no importaba: no el día de hoy.
 
Iba a entrar al local cuando notó a una jovencita de cabello corto y amable sonrisa que se disponía a hacer lo mismo que él, le sonrió a su vez provocando un leve sonrojo en la joven y le abrió la puerta permitiéndole entrar primero.
 
-Gracias -dijo la joven sonriendo y entró.
 
Touya respondió con una inclinación de cabeza y entró después que ella. El lugar estaba lleno de personas apuradas que iban camino a su trabajo. Touya se formó detrás de la joven que había entrado con él.
 
Nuevamente tuvo esa sensación de que ese día nada podía salir mal. La chica delante de él lanzó un lánguido suspiro. Touya bajó la vista para encontrarse con un par de ojos castaños que lo miraban con interés.
 
-Hay mucha gente ¿verdad? -comentó la chica algo turbada.
 
-Si, un poco -asintió él mirando a su alrededor y agregó-. Pero no importa, hoy es un lindo día ¿no cree?
 
La chica lo miró sorprendida y volteó hacia los grandes ventanales del local para mirar hacia fuera, parecía no compartir su optimismo, pero al volver a mirarlo y meditarlo un momento respondió.
 
-Si, tiene razón hoy es un buen día.
 
Siguieron en la fila haciendo algunos comentarios triviales hasta que a la joven le llegó su turno.
 
-Yo pagaré el café de la señorita -dijo Touya al dependiente-. A mi déme un café solo por favor.
 
-No es necesario -objetó la joven al tiempo que él sacaba su cartera para pagar.
 
-Por favor, es solo un café -insistió Touya.
 
-Esta bien, gracias.
 
-¿Va para su trabajo? -preguntó Touya una vez que estuvieron fuera.
 
-Si, gracias otra vez por el café.
 
-Fue un placer, que tenga un buen día ¿señorita…?
 
La joven iba a responder cuando escuchó unos gritos a lo lejos de una voz que le parecía familiar.
 
-¡Señorita Sasaki! -gritaba la agitada voz cada vez más cerca-. ¡Señorita Sasaki!
 
Touya se volvió buscando a la persona que gritaba desesperada solo para toparse de frente con una delicada figura. Apenas y pudo evitar el impacto y con la mano libre alcanzó a sostener a la joven que había chocado con él.
 
De momento su mente no fue capaz de entender lo que había pasado lo único que notó fue un aroma muy agradable que entró por sus fosas nasales e invadió su cerebro paralizando cualquier función que este rigiera.
 
-¡Ay! -se quejó la joven agitando la mano en la que se había derramado un poco del café que el hombre al que casi derriba llevaba con él-. ¡Si que lo sirven caliente! -gimió sin dejar de agitar la mano-. Lo siento -se disculpó y verificó que no hubiese caído café en el impecable traje del hombre. Al notar que así era, suspiró aliviada-. Que bueno, mejor en mi mano que en su…
 
Y no pudo decir palabra, su mirada había subido poco a poco hasta llegar al rostro bronceado de mentón fuerte y decidido, los labios firmes y delgados de apariencia suave, la nariz afilada y un par de ojos oscuros que la miraron de arriba abajo con una lentitud apreciativa que no le pasó desapercibida.
 
Touya se encontraba igualmente impresionado por la frágil figura que tenía frente a sí. Una joven un poco sonrojada con una piel blanca y suave como porcelana, ojos de un color que no puedo definir en aquel preciso instante. Llevaba el cabello negro recogido en un moño aunque algunos mechones caían sobre su rostro desordenadamente resultado de la carrera que había hecho. Si no hubiera tenido el café en una mano y la otra todavía sujetando el brazo de la joven, no habría podido resistir la tentación de apartar los mechones de su rostro.
 
-¿Mejor que? -preguntó él con torpeza.
 
-Mejor… -la joven carraspeó un poco-. Mejor en mi mano que en su traje.
 
-¡OH! Lo siento mucho -exclamó Touya tan repentinamente al notar su mano enrojecida que rompió el hechizo que los envolvía-. La he quemado -y sacó un pañuelo para secar la mano.
 
-No se preocupe -aseguró Tomoyo tomando su pañuelo-. Ya estoy acostumbrada, al menos esta vez, no tendré que pagar la tintorería -terminó con una sonrisa que provocó un leve escalofrío en Touya.
 
-¿Señorita Daidouji? -interrumpió la otra joven desconcertada y desilusionada después de presenciar la escena.
 
-¡Señorita Sasaki! -gritó Tomoyo-. Casi lo olvido -dijo tomando de la mano a la joven-. Tiene que regresar conmigo, encontré lo que usted estaba buscando.
 
-Yo también creí que lo había encontrado -dijo Sasaki mirando a Touya esperanzada pero era obvio que él ya había olvidado su presencia.
 
-No bromee con algo tan importante -la reprendió Tomoyo después de echarle una mirada al hombre le dedicó otra apreciativa mirada-. Bueno, no está tan mal… ¡pero debemos irnos! Tenemos que correr.
 
-¿Correr? Pero… mi café.
 
-Déme eso -ordenó tomando el vaso y devolviéndose a donde el alto moreno se encontraba de pie-. Disculpe por tirar su café -dijo a Touya-. Tome este; espero le guste.
 
Touya no tuvo tiempo de decir nada, cuando la chica empezó a arrastrar a la otra obligándola a correr.
 
-Lástima -dijo Sasaki mirando por última vez al hombre antes de empezar a correr alejándose a toda prisa del sujeto que aun las miraba aturdido. Más a la muchacha de rostro de porcelana.
 
-“¿Qué haces aquí parado?” -se preguntó a si mismo viendo como se alejaban-. “¡Síguela!”
 
Y en ese instante todavía con los vasos en la mano, miró a uno y otro lado y entregó los mismos a dos personas que iban a entrar a la cafetería.
 
-Que los disfruten -deseó Touya al par de desconocidos y empezó a correr detrás de las dos chicas, todavía podía ver el despeinado moño negro que se abría paso entre la gente.
 
Apenas había corrido un par de cuadras cuando vio a las dos jóvenes entrando a un edificio de oficinas. Se apresuró a llegar antes de que pudiera perderlas pero no tuvo éxito, al entrar en el vestíbulo escuchó el sonido del elevador que ya partía.
 
Agitado se colocó frente a la puerta del aparato y espero a ver en que piso de detenía. “El quinto piso” -observó Touya cuando la luz se detenía señalando el número 5 y apretó el botón repetidamente esperando a que bajara.
 
Touya se agachó colocando sus manos en las rodillas, sus pulmones tomaban aire con desesperación.
 
-Si que corre rápido -se quejó llevándose una mano al costado dolorido y pensó en la próxima vez que fuera al gimnasio, se dedicaría más a hacer cardio y dejaría las pesas.
 
-¿Buscaba un piso en especial, señor? -preguntó el vigilante que custodiaba la entrada mirándolo suspicaz-.
 
-Si -respondió Touya con dificultad-. ¿En qué piso encuentro a la señorita Daidouji? -era una fortuna al menos saber su apellido.
 
-Ahh, la señorita Daidouji -dijo el hombre con alegría. Para Touya resultó obvio que él la conocía y sintió un poco de envidia-. Si, la encuentra en el quinto piso, usted también viene a verla ¿eh?
 
-Si, yo también -respondió Touya sin comprender a que se refería.
 
-Mucha suerte -comentó el hombre,- pero le aseguró que no se arrepentirá, ella es infalible.
 
-Si, claro -dijo confundido y miró al elevador que ya se abría-. Gracias, hasta luego.
 
-Suerte -repitió el hombre guiñándole el ojo.
 
-“¿A qué se referiría?” -se preguntó Touya nervioso.
 
Por fin llegó al quinto piso y se encontró con que había varias oficinas en el mismo, miró hacia un lado y otro preguntándose por que lado empezar. Por fin se decidió por la derecha.
 
El primero era un despacho contable. “No, no lo creo” y lo descartó. El segundo un bufete de abogados. “No”. El tercero un consultorio medico que aun no abria. Tendría que ser la última puerta.
 
Esta última estaba abierta y cuando asomó la cabeza vio a varias personas (en su mayoría mujeres), sentadas en cómodos sillones. Un par de mujeres notaron su presencia de inmediato y lo miraron como si él fuera el premio mayor de la lotería. El único hombre en el lugar por el contrario lo miró como si hubiera entrado en un territorio prohibido. Como no había ninguna persona sentada detrás del escritorio de la secretaria se decidió a preguntarle a ese hombre pero este se le adelantó.
 
-Tome su turno -dijo el hombre con acidez señalando el rollo con los números de turno. Touya ya tomaba su número cuando la puerta del despacho se abrió.
 
-Les aseguro que no se arrepentirán -decía una voz ya familiar para él.
 
La señorita Sasaki salió primero seguida de un hombre alto y bien parecido aparentemente incómodo.
 
-Si van ahora mismo a tomar un café puede que descubran lo que yo he visto en ustedes dos -comentó la señorita Daidouji entusiasmada-. Va invitarle un café a la señorita Sasaki ¿verdad profesor Terada?
 
-Si, si claro -respondió el hombre y miró a la joven que estaba a su lado-. ¿Aceptaría que le invitara un café?
 
-Si -asintió Sasaki con rapidez, sin apartar la vista de sus ojos.
 
La pareja salió del lugar sin percatarse de nada más que no fueran ellos mismos. Un suspiro general llenó la sala.
 
Touya no había quitado los ojos de la señorita Daidouji que parecía satisfecha y feliz con lo que sea que hubiera hecho. Tenía el moño del cabello prácticamente desecho, las manos entrelazadas sobre su barbilla, una enorme sonrisa en sus labios y unos ojos brillantes. Una imagen perfecta” pensó Touya grabando en su memoria esa imagen.
 
Fue en ese momento cuando Tomoyo notó su presencia y su expresión cambio por una más sorprendida. Abrió la boca como si fuera a decir algo, pero la cerró de inmediato mirando a la gente a su alrededor, fue entonces cuando de manera automática acomodo uno de los mechones detrás de su oreja y se percató del estado de su cabello.
 
-En un momento los atiendo -dijo avergonzada y desapareció detrás de la puerta.
 
Touya todavía más confundido miró a su alrededor y de repente reparó en el letrero que había en la puerta
 
SEÑORITA CUPIDO
 
Y entonces empezó a comprender…
 
----------
 
Pasaron unos diez minutos para cuando la señorita Daidouji saliera por la puerta. Touya sintió que el aire abandonaba sus pulmones al verla aparecer con el cabello suelto. Pensó que era un crimen llevarlo recogido. Una lustrosa cabellera negra enmarcaba en hermoso rostro, en las puntas se formaban unos graciosos rizos que él estaría encantado en enrollar entre sus dedos.
 
-Para todos es la primera vez que están aquí ¿verdad? -preguntó dirigiéndose a las mujeres y a los dos hombres en la sala. Todos asintieron-. Bien, les daré estos formularios para que los llenen -explicó dándole uno a cada persona hasta llegar a Touya-. ¿Usted también lo va a llenar?
 
-Si.
 
-Bueno -dijo entregándole las hojas-. En unos momentos les traigo un lápiz -y despareció por la puerta.
 
Touya leyó la primera hoja, el inicio era para los datos generales, nombre dirección, ocupación, tel, etc. Después seguía un cuestionario un tanto extraño. Aunque o más extraño era la primera pregunta. ¿Cree usted en el amor a primera vista?
 
Tomoyo volvió a salir llevando varios lápices en la mano y los entregó.
 
-Por favor, piensen bien sus respuestas antes de contestar -pidió ella con sinceridad-. Era su turno ¿cierto? -preguntó a una de las mujeres, la cual asintió-. Entre por favor, llenaremos el formulario juntas.
 
En cuanto la puerta se cerró todos centraron su atención en el formulario. Touya llenó la primera parte y volvió a llegar a la primera pregunta.
 
¿Cree usted en el amor a primera vista?
 
Touya observó la puerta cerrada y escribió su respuesta.
 
-SI
 
----------
 
Pasó algo más de media hora cuando salió la primera persona. Touya levantó la vista en el momento en que escuchó que giraba el picaporte.
 
-Le aseguró que no se arrepentirá -decía la señorita Daidouji-. Pronto me pondré en contacto con usted.
 
-Gracias y hasta pronto -se despidió la mujer.
 
Touya no se perdía detalle de lo que sucedía, registrando cada uno de los movimientos y gestos de la joven que lo tenía prendado. Sus ojos brillaron cuando la señorita Daidouji fijó un instante la mirada en él. Al menos no lo había olvidado. Touya se animó con este pensamiento.
 
-¿Quién es el siguiente? -preguntó la señorita Daidouji desviando su atención del hombre sentado frente a ella.
 
Entró a su oficina seguida por otra de las chicas presentes en la sala, cerró la puerta y se recargó en ella levemente. “¿Qué estaba haciendo ese hombre ahí? Se preguntó. No era posible que estuviera esperando a que le pagara el café que derramó, ella se había disculpado, ni siquiera derramó el café sobre su traje. La otra posibilidad era que estuviera ahí para buscar pareja. Pero, ¿cómo era posible que un hombre como él necesitara ayuda? Un hombre que irradiaba confianza, seguridad. Alto, con esos hombros anchos, esa cara, esos ojos… con una mirada intensa que parecía atravesarla cada vez que la miraba, Tomoyo suspiró.
 
-¿Se siente bien señorita? -preguntó la mujer que observaba un tanto preocupada.
 
-Si, no se preocupe -aseguró Tomoyo con una sonrisa-. Hoy ha sido un día intenso, pero siéntese -le dijo señalando una silla y comenzó la entrevista.
 
----------
 
Touya seguía esperando impaciente por la siguiente ocasión en que pudiera ver a la señorita Daidouji aparecer por esa puerta, apenas había respondido al cuestionario. Hobbies, mascotas, comida favorita, no podía pensar en nada de eso, sin embargo un par de preguntas llenaban su mente con las posibles respuesta. ¿Cómo sería su cita ideal? ¿Cuál sería su mujer ideal?
 
Esta última era fácil, su mujer ideal estaba al otro lado de la puerta, vestida con un traje sastre de un color que resaltaba el de sus ojos y una falda con el largo adecuado para que un hombre apreciara el hermoso par de piernas, zapatos de tacón bajo, lo cual explicaba su velocidad para correr y el cabello como una cascada negra brillante y con toda seguridad tan sedosa que sus dedos resbalarían con facilidad cuando lo acariciara mientras la besaba.
 
Touya despertó de su ensimismamiento recordando que no estaba solo en ese lugar y que aún faltaban tres personas antes de que él pudiera pasar.
 
Miró su reloj, realmente no le importaba mucho si tardaba en pasar, podía dedicarle todo el tiempo que fuera necesario mientras pudiera disponer de al menos unos minutos a solas con la señorita Daidouji. Al menos eso era el tiempo que parecía tomarle cada entrevista.
 
Hizo un repaso mental de lo que tenía planeado para ese día y no había nada que no pudiera dejar para después y si no Yukito podría encargarse… ¡Yukito! Ni siquiera le había avisado, podría llamarlo por teléfono, pero preferiría explicarle en persona. Miró su reloj una vez más: 20 minutos. No, no podía arriesgarse a que ella saliera otra vez y no verla. O tal vez a perder su turno, aunque esto no era del todo posible pensó mirando el número que tenia en la mano. Esperaría un poco más.
Pasaron 15 minutos antes de que el sonido del picaporte anunciara el fin de la entrevista y volvió a suceder lo mismo que antes solo que esta vez era el turno del otro hombre en la sala. Antes de que se cerrara la puerta, Touya se puso de pie de un salto llamando la atención de todos.
 
-Señorita Daidouji.
 
-¿Si? -preguntó Tomoyo titubeante-. “¿Sabe mi nombre?”
 
-¿Sería mucho problema si salgo un momento? Regresaré en seguida -agregó con rapidez.
 
-No tenga cuidado, mientras conserve su número no habrá problema. Pero si lo prefiere, puedo hacerle una cita para la tarde o mañana -ofreció Tomoyo acostumbrada a que sus clientes tuvieran toda clase de contratiempos.
 
-No, no será necesario yo regresaré -dijo casi como si hiciera una promesa.
 
-Como prefiera -dijo Tomoyo con una tímida sonrisa y cerró la puerta.
 
El corazón de Touya latía acelerado, se pasó la mano por el cabello nervioso, apenas una ligera conversación y ella podía ponerlo en ese estado. Se volvió a mirar a las dos mujeres que aún quedaban en la sala, lo miraban con extrañeza y admiración.
 
-Volveré pronto -dijo sin más y salió presuroso del lugar.
 
----------
 
Después de lo que le pareció una eternidad, Touya logró regresar a las oficinas de Señorita Cupido justo a tiempo para ver a la señorita Daidouji mientras entraba la siguiente persona en turno.
 
-Regrese -anunció Touya casi sin aliento al entrar por la puerta.
 
-Eso veo señor -comentó Tomoyo sorprendida por la extraña actitud del hombre.
 
-Kinomoto, Touya Kinomoto -informó entre jadeos.
 
-Está bien señor Kinomoto, si gusta puede servirse un vaso con agua, en aquella esquina encontrara el dispensador de agua, creo que lo necesita -dijo señalando al lugar.
 
-Gracias.
 
Y una vez más la puerta se cerró.
 
-Parece que tuvo algunos problemas señor Kinomoto -comentó la mujer a su lado.
 
-En realidad solo uno -dijo Touya y se levantó para servirse agua-. Me fue difícil encontrar estacionamiento aquí cerca.
 
-¿Fue por su auto?
 
-Si y a avisar que llegaría tarde al trabajo.
 
-Ah, no tenía previsto que esto tomaría tanto tiempo.
 
-No, no tenía previsto nada de esto.
 
-Yo por el contrario pedí la mañana libre, sabe, no es la primera vez que vengo a una agencia de citas -confesó la mujer un poco avergonzada.
 
-¿No? -preguntó Touya con educado interés.
 
-Había ido a otro sitio pero no me gusto y me recomendaron Señorita Cupido, tiene fama de un 90% de éxito y por lo que vimos esta mañana podemos decir que es cierto ¿no cree?
 
Touya pensó en la señorita Sasaki y el profesor Terada. ¿Aún estarían juntos? ¿Funcionaría esa relación?
 
-Es muy difícil encontrar una pareja hoy en día ¿no le parece?
 
-Si, eso parece -contestó Touya no muy de acuerdo. No conocía a nadie que hubiera necesitado una agencia así. Y por muy famosa que fuera Señorita Cupido no había oído de ella.
 
Su hermana se había casado con un chino odioso, su mejor amigo Yukito con una compañera de la universidad, Kaho su mejor amiga, se casó con un inglés muy extraño. Nakuru era la única de sus amistades que no se había casado pero hasta ahora no veía que tuviera dificultades para conseguir pareja.
 
¿Y él? Touya había tenido algunas relaciones antes, romances fugaces sin importancia uno de ellos incluso con Nakuru, pero nada importante. A sus 32 años ya había llegado a pensar que el amor era algo a lo que no estaba destinado. Nunca se había sentido como ese día, nada lo había preparado para lo fulminante que fue encontrarse con esa mujer. Y haría todo lo posible por conocerla y tener al menos una posibilidad con ella.
 
Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos sonriendo, seguramente Yukito todavía no se reponía de la sorpresa. Había ido corriendo hasta su propia oficina e irrumpió en el despacho de Yukito.
 
- Flash Back -
 
-¡La encontré! ¡La encontré! -gritó abriendo la puerta de golpe.
 
-¿A quién? -preguntó Yukito poniéndose de pie y sujetando a su amigo por los brazos pues parecía que iba a caer en cualquier momento.
 
-Es preciosa -dijo Touya eufórico-. Tiene unos ojos, un cabello... y unas piernas.
 
Yukito sonreía empezando a comprender.
 
-Además tiene una energía... -continuó Touya-, y un entusiasmo, tal vez... no, no tal vez no. No regresaré en todo el día -informó sin más.
 
-Pero... -replicó Yukito.
 
-¿Puedes encargarte de la oficina? Si verdad, gracias -agregó con toda prisa antes de encaminarse nuevamente a la puerta para marcharse.
 
-Pero ¿Quién es ella? ¿Cómo la conociste? ¿A dónde vas? -preguntaba Yukito siguiéndolo.
 
-Es muy largo de contar, después te diré.
 
Al salir del despacho llegaron a la recepción donde apareció la secretaria de Yukito con varios juegos de copias en las manos.
 
-¡Señora Namani! -exclamó Touya y dio un abrazo a la mujer antes de correr para alcanzar el elevador.
 
-¿Qué le pasa? -preguntó la secretaria desconcertada por el comportamiento del más serio de sus jefes.
 
-No lo se -respondió Yukito sonriendo-. Parece que se ha enamorado.
 
-¡Enamorado! ¿El señor Kinomoto?
 
Los dos miraron al elevador sorprendido por el impacto de la noticia.
 
- Fin de Flash Back -
 
Una vez más la puerta se abrió, Touya volvió a sentir el ya familiar retumbar de su corazón. Ahí estaba ella y no se cansaba de verla.
 
-Sigue aquí señor Kinomoto -dijo Tomoyo una vez que pasó a la mujer que platicara con Touya momentos antes.
 
-Y no me voy a mover de aquí señorita Daidouji -respondió él con una sonrisa que le hizo un nudo en el estómago a la joven por lo que solo pudo hacer un ademán con la cabeza antes de cerrar la puerta.
 
Touya se puso de pie y caminó por el lugar nervioso, ya solo tenía que esperar media hora, media hora y por fin estaría con ella. Miró su cuestionario sin contestar, nadie había llegado después de él, tal vez ella podría dedicarle un poco más de tiempo podría ayudarlo a llenar el mismo. Miró su reloj, ya casi era hora del almuerzo.
 
-“Perfecto” -pensó entusiasmado-. “Tal vez podría invitarla a almorzar”.
 
Después de un rato Touya se obligó a si mismo a sentarse y serenarse, nada podía salir mal. Debía estar tranquilo y centrado. Ella debía darle una oportunidad. Para una persona acostumbrada a luchar por lo que quería, no debía representar un gran problema, era un reto con el que podía disfrutar.
 
Al cabo de media hora sin falta, la puerta volvió a abrirse y la señorita Daidouji despidió a la mujer que parecía muy esperanzada con el resultado de su entrevista.
 
-La llamaré pronto, se lo aseguro -dijo Tomoyo al despedirla, después suspiró y levantó la vista lentamente por el hombre frente a ella que esperaba ya de pie-. Creo que ha llegado su turno señor Kinomoto.
 
-Eso parece -respondió Touya con su acostumbrada seriedad.
 
-Adelante -dijo Tomoyo haciéndose a un lado para dejarlo entrar, cuando pasó junto a ella pudo percibir el olor de su loción. Olía a limpio, fresco, emanaba de él una personalidad electrizante. Aspiró buscando despejar su mente-. “Adelante Tomoyo tu puedes hacerlo”.
 
----------
 
-Siéntese señor Kinomoto -dijo ella señalando una de las sillas frente a su escritorio, Tomoyo hizo lo mismo ocupando su sillón-. Su cuestionario, por favor pidió ella con la mano extendida, la misma mano que aún seguía enrojecida. Touya la miró un segundo antes de tomarla con ambas manos.
 
-Creo que si fue una quemada fea después de todo -y se inclinó un poco para examinarla.
 
-No importa -replicó Tomoyo tratando de liberar su mano, pero él se lo impedía tomándola firmemente-. No es nada, en serio.
 
-Yo no lo creo así -dijo él con firmeza y la miró directo a los ojos, con la intensidad de siempre, misma que dejaba a la chica sin aliento y por lo tanto inmóvil-. Le traje esto -informó al tiempo que sacaba una pequeña cajita de su chaqueta-. Es lo mejor que conozco para este tipo de quemaduras -y de alguna manera con solo una mano se las arregló para sacar de la misma un pomada mientras con la otra seguía sujetando la mano herida-. Espero que le ayude.
 
Tomoyo quería quejarse, replicar que no era necesario, pero en el momento en que Touya colocó la pomada sobre su mano y la extendió con dos dedos de una forma suave por la piel lastimada no pudo decir nada. Lo hacia con tanto cuidado y de una forma tan íntima que Tomoyo no pudo evitar preguntarse como sería sentir esos dedos en otras partes mas sensibles de su cuerpo.
 
Touya disfrutaba con el contacto de su mano y se estaba tomando su tiempo para aplicar la pomada, no quería soltar esa mano temblorosa que sujetaba. Quería besarla, quería apretarla, jalarla hacia él por encima del escritorio y…
 
-Muchas gracias -dijo Tomoyo aprovechando un momento en que el relajó su mano para liberar la propia-. Es usted muy amable.
 
-No es nada -dijo un tanto decepcionado y le ofreció la pomada-. Quédese con ella, todavía debe aplicarla algunas veces antes de empiece a mejorar.
 
-Gracias -y tomó la pomada con rapidez haciendo un esfuerzo por recobrar la compostura agregó-. Ahora si, déme su cuestionario para que podamos empezar.
 
Touya le entregó el mismo esperando su reacción al ver el cuestionario inconcluso. La señorita Daidouji no ocultó su sorpresa al ver el formulario prácticamente vacío y levantó la vista al hombre frente a ella con la boca abierta con gesto interrogante cuando fue interrumpida por el sonido del teléfono.
 
-Discúlpeme un momento -dijo ella tomando el teléfono inalámbrico-. Señorita Cupido, buenas tardes, aquí Daidouji -contestó ella con una voz serena y suave que puso a Touya en una tensión un tanto incómoda para un hombre-. ¡Señorita Mihara! ¡Qué gusto escuchar su voz!... está bien, Chiharu, pero debo insistir en que me llames Tomoyo.
 
-“Tomoyo” -pensó Touya con alegría-. “Así que ese es tu nombre”.- Tomoyo -susurro para pronunciar su nombre saboreando el sonido de cada sílaba.
 
Tomoyo levantó la vista pero Touya negó con la cabeza indicando que podía seguir con su llamada.
 
-Pero dijiste que la cita había sido un éxito -replicó Tomoyo arrugando la nariz respingona en un gesto que agradó a Touya, quien no se perdía ni uno solo de los movimientos de sus labios o la mirada en sus ojos.
 
Tomoyo sintió la mirada sobre ella otra vez, con la misma intensidad que la desconcertaba poniéndola nerviosa y haciéndola consciente de el espacio que ese hombre ocupaba en la oficina. Todo parecía haberse reducido de un modo alarmante como si con solo alargar el brazo pudiera tocarla. Hizo un esfuerzo por concentrarse en la llamada.
 
-Pero el joven Yamazaki es perfecto para ti -aseguró Tomoyo con vehemencia y miró a su cliente-. Lo siento -dijo en voz baja-, ¿porque no continua llenando el cuestionario? no tardare mucho -Touya asintió.
 
Tomoyo colocó el teléfono entre su hombre y su oreja y recogió los formularios de esa mañana para colocarlos en una carpeta y guardarlos en un cajón. Seguía escuchando atentamente cada palabra del otro lado de la línea.
 
-¿Y por qué no dejaste que te besara? -replicó Tomoyo-. ¿De que tienes miedo?
 
Tomoyo se puso de pie y caminó unos pasos por el lugar, miró por la ventana mientras escuchaba. Miró hacia el escritorio y reparó en la caja que aún no había colocado en su lugar en el espacio más alto del librero que estaba detrás del señor Kinomoto.
 
Volvió a colocarse el auricular en el hombro y tomó a caja, el señor Kinomoto intentó ayudara, pero ella se negó con un ademán recordándole que aún no había acabado con el formulario.
 
Hacia tiempo ya que Touya había olvidado el cuestionario su atención estaba centrada únicamente en Tomoyo. ¿Cuál es tu cita perfecta?, había recordado él.
 
-“¿Cuál es tu cita perfecta Tomoyo?” -corrigió en su mente-. “¿Una película y una cena?, ¿ó únicamente una cena? En un sitio elegante y a la luz de las velas, mismas que darían luz a esos ojos ya de por si brillantes. ¿O tal vez caminar por la playa cogidos de la mano mientras el agua roce suavemente tus delicados pies?
 
Mientras pensaba en esto la siguió con la mirada sin dejar de asombrarse por su vitalidad, era evidente que era una de esas personas que no podía quedarse quieta aunque también notaba la seriedad con que escuchaba a su cliente.
 
-No sabría decirte -siguió hablando Tomoyo mientras se acercaba al librero-. A mi no me han dado El beso, por lo menos no todavía - Touya encontró esta conversación muy interesante-. Cuando me han besado ha sido tan terrible que he preferido olvidarlos.
 
Y era verdad pensó Tomoyo, hasta ahora no había recibido un beso que fuera memorable. Suspiró jalando la vieja escalera que tenía a un lado. En un parpadeó notó al señor Kinomoto a su lado ayudándola con la escalera y le sonrió agradecida pero se negó a que le ayudara con la caja.
 
Touya resopló por su terquedad. ¿Por qué no lo dejaba portarse como un caballero? Solo esperaba que no fuera una de esas chicas feministas que no permitían que un hombre las ayudara en nada. Aunque si lo pensaba un poco, Tomoyo no parecía ser de esa clase de mujeres. Como sea permanecería a su lado sujetando la escalera que a su parecer era demasiado vieja e insegura.
 
Tomoyo comenzó a subir por la misma y se detuvo a la mitad del camino, recargando la caja en uno de los escalones y tomó el auricular en la mano.
 
-Bueno, supongo… supongo -Tomoyo dudo un momento sabía que el señor Kinomoto la escucharía y sería un tanto vergonzoso pero no podía permitir que Chiharu tuviera dudas, ella y Yamazaki eran el uno para el otro, tenía que convencerla de darle la oportunidad al hombre, así que continuó-. Supongo que un beso… El beso, debe ser cuando, desde el momento en que sus labios tocan los tuyos te olvidas de todo a tu alrededor, que solo seas conscientes de él, de sus labios, su aliento. Que te haga flotar, mareada, embriagada de su sabor, con el corazón a mil por hora, que las rodillas te tiemblen a tal grado que sientes que las piernas no pueden sostenerte y te aferres a él con fuerza para no caer - Tomoyo terminó con un lánguido suspiro.
 
Touya agradeció la pausa internamente, aunque su corazón latía acelerado y una gota de sudor resbaló por su frente. El precioso trasero de Tomoyo había quedado a la altura de sus ojos y si bajaba lentamente la vista podía apreciar a la perfección el par de piernas que acompañaban a ese escultural cuerpo.
 
La imaginación de Touya lo torturaba, casi podía verse a si mismo colocando una mano sobre su tobillo para des ahí iniciar el camino de ascenso, acariciando lentamente, centímetro a centímetro. Deteniéndose un segundo por detrás de la rodilla y después abrir los dedos de la mano para abarcar lo más posible del muslo por debajo de la falda. La obligaría a bajar lanzando a un lado la caja y el teléfono. Le daría la vuelta para poder mirarla a los ojos atrapándola entre su cuerpo y la escalera y ofrecerle El beso que ella describiera y darle todo lo que ella le pidiera.
 
-¿Señor Kinomoto? ¡Señor Kinomoto! -casi gritó Tomoyo desde lo alto de las escaleras.
 
-¿Qué? -Preguntó Touya con voz espesa y agitó la cabeza-. Perdón, ¿qué decía?
 
-Parecía muy lejos de aquí señor Kinomoto -comentó Tomoyo.
 
-Si -carraspeó Touya jalando el nudo de su corbata que repentinamente parecía muy apretado-. Si, creo que si, lo siento.
 
-No importa, ¿podría sostener el teléfono, por favor? -pidió ella tendiéndole el aparato.
 
Touya lo tomó mirando el mismo, ¿en qué momento había terminado la llamada?
 
Tomoyo mientras tanto había subido un peldaño más de la escaleras para acomodar la caja cuando ese mismo peldaño se rompió haciendo que Tomoyo perdiera el equilibro al tiempo que gritaba.
 
Touya había notado el peldaño romperse y soltó el teléfono para atrapar a Tomoyo cuando caía hacia atrás. Los dos cayeron al suelo y él apenas tuvo tiempo de proteger a Tomoyo con su cuerpo al ver que la escalera se les venía encima, afortunadamente la escalera cayó a un lado apenas a unos centímetros de ellos.
 
-¡Cielos! -dijo Tomoyo con voz ahogada. Por encima del hombro de Touya alcanzó a ver la caja que alcanzó a acomodar en su sitio justo a tiempo-. Al menos la caja se quedo en su lugar.
 
-Al menos pude atraparla a tiempo -corrigió Touya incorporándose un poco para mirarla-. También tuvimos suerte de que la escalera no nos cayera encima.
 
-Si claro -dijo ella nerviosa con su proximidad.
 
-¿Está bien?
 
-Si, gracias ¿y usted?
 
-Yo… estoy… muy bien -respondió con una sonrisa.
 
En ese momento Tomoyo fue consciente de la posición de sus cuerpos, del contacto tan íntimo en los mismos. Y sintió que enrojecía al grado máximo.
 
-Qui… quisiera levantarme, por favor.
 
-Por supuesto -respondió Touya aunque hubiera querido decir Lástima y se incorporó ayudándola a levantarse.
 
Fue tanto el afán de Tomoyo por levantarse que lo hizo demasiado rápido y eso le provocó un mareo. Al notar esto el señor Kinomoto la sujeto con ambas manos por la cintura. Tomoyo las sintió como fuego lanzándole sensaciones extrañas a lo largo de todo su cuerpo. Esto solo logro aumentar su mareo.
 
-¿Se siente mal? -preguntó preocupado-. ¿Tal vez se golpeó la cabeza al caer?
 
-Si, ¡no! Es solo que me levante muy rápido.
 
Touya la ayudo a sentarse y se puso en cuclillas frente a ella observándola con detenimiento.
 
-¿Comió algo esta mañana?
 
-Si, claro -respondió recuperando el color.
 
-¿Qué cosa?
 
-Lo, lo de siempre, tostadas y té.
 
-Ya casi pasó la hora del almuerzo -dijo Touya mirando a su reloj-. Vamos la invitó a almorzar y se incorporó tendiéndole la mano.
 
-Pero…
 
-Nada de peros, necesita comer.
 
-Ni siquiera hemos empezado su entrevista -replicó mirando el cuestionario inconcluso.
 
-Podemos hacerlo más tarde -insistió Touya.
 
-No creo…
 
-Miré -la interrumpió, inclinando la cabeza para mirarla a los ojos-. Si tanto le preocupa, podemos empezar la entrevista mientras comemos, ¿le parece?
 
Tomoyo meditó unos instantes, observó al señor Kinomoto y pudo notar que era un hombre que no cedía fácilmente.
 
-Esta bien, pero… -Y levantó una mano impidiendo que él hablara-. Iremos al sitio donde siempre almuerzo.
 
-Por mi no hay problema -a Touya le pareció perfecto, él quería saber todo sobre ella y eso incluía el sitio donde siempre almorzaba.
 
----------
 
El lugar donde siempre almorzaba, resultó ser una banca del parque en un área tranquila y boscosa, que tenía como centro una enorme fuente en la que el agua saltaba haciendo figuras.
 
El lugar era bastante frecuentado por personas de todas las edades, solas o acompañadas que como ellos estaban ahí para comer su almuerzo o simplemente buscando un lugar tranquilo donde olvidarse del estrés cotidiano mientras paseaban o leían un libro.
 
Tomoyo había insistido en comprar unos emparedados y unas botellas de agua endulzada. A ella le gustaba el atún y el agua de limón. También llevaba un recipiente con verduras cocidas de la que picaron los dos, y una manzana que partió en dos para compartirla con él.
 
No había hablando prácticamente nada pero eso a Touya no le molestaba, ensimismado como estaba en contemplarla, tan relajada, sentada en la banca con las piernas cruzadas y una servilleta de papel protegiendo su falda, miraba alrededor a todas las personas que por ahí estaban. A veces la sorprendía sonriendo con aprobación a algunas parejas que deambulaban felices o frunciendo el ceño al ver a otras que parecían discutir. Hasta que fijó su mirada en él, lo cuál era algo que esperaba pacientemente.
 
-Aún no hemos iniciado su entrevista señor Kinomoto -señaló ella antes de dar una mordida a su manzana.
 
-Touya, por favor, llámeme Touya -pidió él tomando su porción de manzana.
 
-Está bien… Touya -y suspiró-. Pero insistiré en que me llames Tomoyo.
 
-No hay problema… Tomoyo -dijo él pronunciando su nombre con una suavidad que la perturbo.
 
-¿Qué te dedicas, Touya? -preguntó ella iniciando la entrevista.
 
-Soy arquitecto -respondió él serio-. Estoy asociado con mi mejor amigo Yukito Tsukishiro. Diseñamos y/o remodelamos toda clase de edificios.
 
-¿Toda clase?
 
-Casa, departamento, edificios, bodegas. De todo un poco.
 
-¿Disfrutas tu trabajo?
 
-Mucho, me gusta crear y me agrada que a otros les guste lo que hago.
 
-Entiendo -dijo Tomoyo a ella también el gustaba lo que hacia y disfrutaba observando el fruto de su trabajo: parejas felices.
 
-¿Eres soltero, divorciado, separado…?
 
-Soltero.
 
-¿Y has tenido parejas antes?
 
-Si, algunas.
 
-¿Has estado enamorado de alguna de ellas?
 
-No.
 
-¿Por qué?
 
-No lo sé -confesó encogiéndose de hombros-. Creo que simplemente no me había sucedido.
 
-¿Por qué decidiste acudir a Señorita Cupido?
 
-Creo que ya es tiempo -respondió Touya después de unos minutos de silencio.
 
-¿Tiempo de qué?
 
-De encontrar a mi pareja ideal -y agregó para si-. “Aunque creo que ya la encontré”.
 
Había respondido con lentitud lanzándole una de sus miradas intensas, que hacían que sus piernas temblaran tanto que agradeció estar sentada.
 
-¿Puedo hacer una pregunta yo?
 
-Adelante.
 
-¿Cómo le haces para reunir a las parejas?
 
-Por instinto -dijo ella con una sonrisa.
 
-¿No usas computadoras como todas las agencias?
 
-No, no me gustan esos aparatos. Las computadoras cometen errores y no poseen intuición… solo registran datos y números y compaginan esos datos… las personas usamos el instinto.
 
Touya reflexionó sobre esto, ahora reparaba en que no había visto ninguna computadora en su oficina.
 
-Entonces, ¿es solo eso? ¿Instinto?
 
-Si, así de simple. Me concentro en pocos casos a la vez y le encuentro a la persona indicada. A veces dentro del mismo grupo de personas que llegan a la agencia, a veces en sitios como este -dijo señalando alrededor.
 
-¿Aquí?
 
-Si, por eso me gusta venir aquí a observar gente.
 
-¿Y te ha funcionado?
 
-¡Claro! -exclamó, pero al ver su escepticismo agregó-. Por ejemplo, Chiharu llegó a la agencia y esa misma semana me topé con Yamazaki, justo aquí, él estaba sentado donde estás tu ahora y comenzamos a platicar y supe que era el hombre ideal para ella.
 
-Así de simple -dijo él enarcando una ceja.
 
-Así de simple -replicó ella sonriendo-. No sé, siempre tuve ese algo, ese don de Celestina, según decía una de mis amigas de la universidad. Hice algunas parejas en la preparatorio pero fue en la universidad donde me di cuenta del potencial que tenía.
 
-¿Qué estudiaste?
 
-Psicología -respondió y los dos rieron-. Y he hecho toda clase de cursos sobre relaciones de pareja, depresión, soledad. Todo lo que pueda servirme para ayudar a mis clientes.
 
-Dicen que tienes 90 por ciento de éxito ¿qué pasa con el otro 10 por ciento?
 
-No soy infalible ¿sabes? -bromeó ella-. El otro 10 por ciento no son fracasos totales creo yo, algunos encuentras buenos amigos en las parejas que les busco, he tenido casos en los que han encontrado el amor entre la familia alguno de ellos, con un amigo, primo, hermano o algo así ¿me explico?
 
-Si creo que si.
 
-A veces simplemente les doy esperanzas y las herramientas necesarias para aventurarse ellos solos a buscar parejas.
 
-Admirable -dijo Touya con sinceridad. Ella realmente se preocupaba por sus “clientes”.
 
-Gracias -agradeció con humildad.
 
Guardaron silencio un momento. Tomoyo le dio ese tiempo para asimilar la información que le había dado, estaba acostumbrada a hacerlo. Lo que no imaginaba era que Touya utilizaba ese tiempo para animarse a hacer una pregunta que lo atormentaba.
 
-¿Y tú? -preguntó al fin-. ¿Eres soltera, casada, divorciada…?
 
-Soy soltera.
 
Touya sentía una algarabía interior que difícilmente era contenida pero al final el control ganó.
 
-¿Por qué Señorita Cupido sigue soltera?
 
La pregunta provocó una reacción que Touya no esperaba, los ojos de Tomoyo se apagaron al instante y ella evitó su mirada antes de responder.
 
-He comprobado que mis instintos no son tan buenos aplicados en mi -y miró su reloj-. ¡Cielos! Es tardísimo, creo que es hora de irnos.
 
Ahora Touya bien podría darse de golpes y patadas a si mismo. No era eso lo que quería. No deseaba que terminara tan pronto.
 
-Yo no tengo prisa -aseguró él.
 
-Pero yo si -dijo un tanto cortante pero se arrepintió de inmediato, inspiró profundamente y recobró el ánimo-. Mira estoy segura que debes volver a tu oficina, no creo que a tu amigo le agrade que lo dejes solo.
 
-En realidad arreglé todo para tener el día libre. ¿Puedo al menos acompañarte de regreso a la agencia?
 
-No voy para allá, yo… había reservado esta tarde para hacer algunas tareas pendientes.
 
-¿Puedo preguntar cuales?
 
Tomoyo lo miró dubitativa, pero había algo en Touya que le decía que podía confiar en él. Y quería hacerlo.
 
-Debo buscar unos muebles para mi departamento. Acabo de mudarme de casa. También mude la agencia y me había dedicado en un 100 por ciento a decorarla, así que ahora debo centrarme en el lugar donde vivo, prácticamente no tengo muebles.
 
Ahora entendía porque no tenía secretaría, seguramente aún no había contratado una y eso también explicaba el porque de las cajas en la oficina.
 
-¿Sabes de algún lugar donde pueda encontrar muebles de buena calidad?
 
-¿Importa el precio?
 
-No, estoy dispuesta a pagar un lo que sea siempre y cuanto el precio seqa razonable.
 
-Estás de suerte porque conozco el sitio perfecto -y dicho esto, recogieron sus cosas y Touya la tomó del brazo para llevarla a su auto.
 
----------
 
-Tenías razón -exclamó Tomoyo emocionada inspeccionando el lugar-. Este sitio es perfecto.
 
Touya la había llevado a un lugar que el mismo recomendaba a sus clientes para amueblar sus casas. Los muebles eran de excelente calidad e incluso podían encontrar algunas antigüedades una sección de local.
 
Tomoyo vio de todo, salas, comedores, libreros y camas, sobre todo camas.
 
-Ya estoy cansada de dormir en el suelo -confesó divertida-. Lo único que tengo es la cocina y como en la encimera de la misma. Este juego de sillones es bonito ¿no te parece? -murmuró mientras lo señalaba.
 
-Si, se ve cómodo -admitió Touya.
 
-¿Crees que me digan algo si me siento un momento? -preguntó mirando alrededor como si fuera una niña a punto de hacer una travesura cosa que hizo sonreír a Touya.
 
-Hazlo -la animó-, no creo que te digan nada, de todos modos yo vigilare por si viene alguien.
 
-Gracias -dijo ella con una sonrisa tan amplia que Touya se sintió recompensado-. ¡Qué cómodo! -comentó ella al tiempo que se sentaba y cruzaba una pierna, después se dejó caer sobre el respaldo acomodándose entre los cojines y suspiró-. Ya me puedo imaginar en este sillón un viernes por la noche viendo una buena película.
 
Touya también se lo podía imaginar, pero no estaría sola: él la acompañaría, sentado a su lado con un brazo rodeando sus hombros, ella estaría descalza con los pies sobre el sillón mientras comían palomitas. Y si la película fuera aburrida podrían dedicarse a hacer cosas más divertidas que ver televisión…
 
-Touya, Touya ¿me estás escuchando?
 
-¿Qué? Si, si claro -respondió él sin estar muy seguro de lo que le estaría diciendo.
 
-Eres un pésimo vigía ¿sabes? -lo reprendió divertida-. No importa, creo que me lo llevaré -dijo mirando el juego de sillones, -pero antes quisiera estar segura de que no tienen alguna cama que me agrade, eso es lo más importante.
 
-Estoy de acuerdo -comentó Touya-. Una cama es muy importante-. “Sobre todo si un día logró que compartas la mía”. ¿Por qué no tiene muebles? -preguntó repentinamente mientras seguían mirando-. ¿No te quedaste con nada del lugar donde vivías antes?
 
-Vivía con mi madre -respondió ella arrugando la nariz con desaprobación a una cama de aspecto gótico-. Ella tenía su propio negocio pera ahora que yo tenía posibilidades de independizarme decidió venderlo todo incluyendo la casa para dedicarse a una de sus grades pasiones: viajar.
 
-¿Y por qué no te quedaste tú con la casa? ¿Acaso no te la ofreció?
 
-Lo hizo -asintió ella-, pero no podía aceptar, era una casa demasiado grande para mi, teníamos dos criadas que nos ayudaban con la limpieza.
 
-Así de grande.
 
-Más o menos -sonrió sin darle importancia-. Yo prefería alquilar algo por mi propia cuenta y empezar de cero.
 
-¿Alquilar? ¿Por qué no comprar?
 
-Fue más fácil encontrar departamento para alquilar. Tal vez más adelante cuando me haya acostumbrado a vivir sola, compre una casa.
 
-¿Quieres decir cuando te cases?
 
-Tal vez -respondió evasiva.
 
Touya hubiera querido indagar más pero en ese momento pasaron cerca de la sección de antigüedades y algo en su interior captó la atención de Tomoyo y caminó directo hacia ella.
 
-¡Mira esto! ¡Es preciosa! -exclamó ella señalando a la esquina más apartada.
 
Al llegar al sitio del que Tomoyo hablaba, Touya pudo ver que se refería a una cama enorme con dosel, la madera se veía sólida y en buen estado, la cabecera tenía un tallado que tenía fascinada a la joven. El colchón que la acompañaba estaba cubierto por un cobertor blanco. La cama tenía dos mesitas de noche en cuyos cajones había un tallado a juego con el de la cabecera.
 
-Es grande -comentó Touya al notar sus dimensiones.
 
-Es perfecta -dijo Tomoyo y se subió en la misma para recostarse en ella.
 
Esta vez Touya no necesitó dejarse llevar por sus fantasías, la imagen que tenía frente a sí excedía la capacidad de su imaginación.
 
Tomoyo había cerrado los ojos suspirando, su cabello negro se extendía por la blanca superficie y tenía los ojos cerrados y una sonrisa en sus labios como si…
Un calor bochornoso se extendió por su cuerpo, hasta que ella abrió los ojos y él se vio obligado a controlarse antes de que su cuerpo lo traicionara delatando sus pensamientos. Escuchó que la chica suspiraba pesarosa.
 
-Lástima que no puedo llevármela -dijo decepcionada.
 
-¿Por qué?
 
-Tú lo dijiste, es enorme, no cabría en mi habitación.
 
Touya la observó extender los brazos y acariciar la suave superficie. Ese día había sido un día de impulsos: uno más no debía tener importancia. Así que sin pensarlo dos veces se subió a la cama y se recostó a su lado.
 
Tomoyo no había dicho nada pero Touya sabía que lo miraba, él fingía mirar el techo y cerró los ojos un momento antes de ponerse sobre su costado y mirarla.
 
-Tienes razón -dijo recargándose sobre un codo-. Es perfecta.
 
Tomoyo no dijo nada, no podía hablar y siguió mirándolo. Hacía tiempo que no pasaba un rato tan agradable con un hombre. Touya Kinomoto era un hombre muy atractivo y con muchas cualidades que lo convertían en la pareja ideal para cualquier mujer. Incluso para ella, aunque debía recordarse que se había prometido a si misma no dejarse llevar por sus instintos, no más…
 
Pero sus instintos le decían que este hombre sería diferente, que este hombre no la traicionaría lastimándola en lo más profundo. Sus instintos la animaban le decían que podía alargar el brazo para retirar ese mechón de cabello que caía sobre su frente, que podría acariciar su cabello, colocar la mano sobre su nuca y atraerlo hacia ella para saborear la firmeza de sus labios. Él respondería Tomoyo lo sabía, él la besaría y…
 
-¿Tomoyo? -la llamó él suavemente.
 
-¿Si? -dijo ella parpadeando y miró sus manos solo para comprobar aliviada que seguían en su sitio sin moverse-. ¿Qué pasa?
 
-Ahora eras tú quien estaba lejos -comentó él sonriendo-. ¿Dónde estabas Tomoyo?
 
-¿Cómo? ¿Por qué?
 
-Porque te veías muy contenta, como si estuvieras en un lugar placentero.
 
-Ó haciendo cosas placenteras” -pensó ella-. No pensaba en nada en especial -mintió y al mirarlo a los ojos supo que él no le creía.
 
-¿En serio no te llevarás esta cama? -preguntó él cambiando de tema, cosa que ella agradeció.
 
-No, no puedo -y comenzó a reír.
 
-¿De que te ríes?
 
-Es solo que me imaginaba como quedaría esta cama en mi habitación -respondió sin dejar de reír-. Tendría que saltar de un lado al otro y seguramente no podría ni cerrar la puerta o abrir la de mi armario.
 
-“Eres preciosa Tomoyo Daidouji” -pensó contemplándola-. “Y ya siento que te amo”.
 
Este pensamiento lo paralizó, hasta ese momento había estado seguro que ella era la mujer de su vida pero no lo había meditado. La ama, ¿cómo? Y ¿por qué? ¿El mismo día de haberla conocido y bajo de esas circunstancias? ¿Era aquello posible? No lo sabía y no importaba. Amaba a esa mujer y quería estar a su lado toda la vida. La vio levantarse sin atreverse a respirar. ¿Cómo lo haría? ¿Cómo la convencería de darle una oportunidad?
 
-Vamos -dijo ella y Touya se levantó de la cama automáticamente-. Voy a comprar esa sala.
 
Mientras Tomoyo hacía su compra, Touya la observaba tratando de encontrar el modo de permanecer con ella más tiempo y no solo ese día sino también mañana y el día siguiente y el siguiente. Caminaron a la puerta en silencio a ella se le veía satisfecha y a él preocupado.
 
-Bien -suspiró Tomoyo feliz al salir del lugar-. Este ha sido un buen día.
 
-¿Puedo llevarte a la agencia? -preguntó él.
 
-¿A la agencia? ¿Para qué?
 
-No sé, ¿para que recojas tu auto?
 
-¿Mi auto? Ah, no. No tengo auto, al menos no de momento -Touya la miraba sin comprender-. Verás, si tengo auto pero esta en el taller, lo están reparando.
 
-¿Por qué? ¿Qué tiene?
 
-Lo están reparando -explicó ella con expresión resignada-. El otro día choqué, aunque en realidad no choque, me chocaron, yo apenas iba a encenderlo cuando sentí el golpe por detrás.
 
-¿Te lastimaste?
 
-No, afortunadamente no. Pero el pobre hombre que me pegó se dio un buen golpe en la cabeza, se había quedado dormido mientras manejaba, fue una suerte que no fuera muy rápido, sino tal vez ahora mismo estaría en el hospital y no hablando aquí contigo.
 
-Me doy cuenta que eres propensa a los accidentes -dijo él sientiéndose un poco impotente, quería protegerla, cuidar que nada malo le pasara.
 
-Eso dice mi mamá -sonrió Tomoyo-. En otra época dirían que los Hados están enojados conmigo -bromeó-. No te preocupes -le pidió ella al notar su expresión angustiada-. Ya estoy acostumbrada y me cuido muy bien.
 
-Está bien -aceptó él no muy seguro-. Entonces, ¿A dónde quieres ir? ¿Tal vez podríamos… cenar?
 
Tomoyo miró a su alrededor dándose cuenta de lo tarde que era, el tiempo había pasado muy rápido y todo gracias a él. Lo miró y supo que con gusto aceptaría su invitación pero…
 
-Me encantaría aceptar tu invitación -dijo sincera-. Pero preferiría irme a casa, así que tomaré un taxi…
 
-Yo puedo llevarte.
 
-Te lo agradezco pero ya has hecho tanto por mi y no quisiera ser una molestia…
 
-No lo eres -interrumpió con vehemencia-. Me la he pasado muy bien el día de hoy y ha sido un placer poder ayudarte y lo será aún más si me permites llevarte a casa.
 
-Está bien -aceptó ella. No había nada de malo en ello ¿o si?
 
----------
 
Por fin llegaron sin contratiempo al conjunto de edificios donde la joven vivía. El barrio era tranquilo y agradable.
 
Touya había bajado del auto y lo rodeó para ayudarla a bajar. Sentía la necesidad de acompañarla hasta su apartamento pero sabía que podía parecer desesperado y no era apropiado, al menos no todavía. Así que se conformó con acompañarla hasta la entrada del edificio.
 
-Has sido muy amable conmigo -dijo Tomoyo agradecida al llegar a la entrada.
 
-No me lo agradezcas más por favor -insistió él-. Yo también me la pasé muy bien. Si quieres mañana puedo llevarte a otro sitio que conozco, tal vez ahí encuentres una cama que te agrade -ofreció esperanzado.
 
-No lo sé… -titubeó ella y recordó-. Aún no hemos terminado tu entrevista.
 
-¡Es cierto! -exclamó entusiasmado-. Mañana puedo ir a la agencia a terminar con eso y después de almorzar puedo llevarte a este lugar que te digo.
 
Después de lo que a Touya le pareció una eternidad ella respondió.
 
-Bueno, pero solo después de terminar tu entrevista y almorzaremos en el mismo sitio.
 
-¡Perfecto!
 
Después de eso ninguno de los dos dijo nada, se observaron en silencio sin saber que más decir.
 
-Me alegro mucho haberte conocido Touya -contestó Tomoyo.
 
-Yo también -dijo él con voz ronca e inclinó su rostro lentamente hacia el suyo, pero Tomoyo fue más rápida que él y le dio un beso fugaz en la mejilla.
 
-Nos vemos mañana, buenas noches -dijo apresuradamente y corrió al interior del edificio.
 
Touya se habría sentido muy decepcionado si no hubiese alcanzado a ver que sonreía y que sus ojos brillaban divertidos. Se tocó la mejilla mientras daba unos pasos atrás.
 
De repente tuvo una idea y corrió a su auto, antes de entrar en el miró por última vez hacia el edificio.
 
-Buenas noches querida Tomoyo…
 
Continuara…
 
Bueno que puedo decir, yo misma estoy sorprendida de estar presentando esta historia, nunca creí que fuera capaz de escribir dos historias al mismo tiempo, aunque estrictamente hablando no lo estoy haciendo pues no estoy escribiendo nada de nada de Simplemente. Y es que no pude evitarlo, hace poco vi a unas amigas de hace años y pasé un rato agradable con ellas riendo y recordando viejos tiempos. Al otro día me desperté feliz pues había tenido un sueño, un sueño del que salió esta historia. Conforme más pensaba en ella más quería escribirla. Con decirles que ese mismo día me toco pagar el teléfono y todo el camino de ida y regreso solo pensé en una cosa y es la primera vez que hacer fila no se me hizo tan pesado :P
Estoy muy feliz con el resultado de esta historia pues como se habrán dado cuenta el Touya que describo es uno un poco diferente al que estamos acostumbrados, es más abierto con sus emociones y esta más dispuesto a aceptar que esta enamorado. La misma Tomoyo es un poco diferente es más distraída, aunque sigue igual de apasionada por lo que le gusta.
Como comprenderán he tenido que dividir esta historia en dos episodios pues aún en el momento de escribir estas palabras no he terminado con la historia, me sorprende pues me siento y escribo y escribo y no puedo detenerme, sinceramente no creo que pase de dos capítulos y estoy considerando seriamente poner un poquito de Lemon para el final. Ya me dirán que les parece esta idea y me dirán que les parece esta historia que adoro por que me ha salido del corazón y mis sueños.
Nos vemos en dos semanas para la actualización de “Simplemente… ¿amigos?” Bye.