Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Señorita Cupido ❯ Capitulo 2 ( Chapter 2 )
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“Señorita Cupido”
Por Daulaci Serv
Conlos personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
CAPITULO 2
Al otro día en la mañana Touya se había tomado su tiempo para dejar todo arreglado en la oficina cambiando sus citas y firmando los papeles más importantes que quedaron pendientes el día anterior.
Yukito había insistido en que le contara todo y después de eso, había insistido con igual interés para hacerse cargo de todo y animarlo a seguir con sus planes para ese día mientras lo acompañaba al ascensor.
Esta vez Touya encontró estacionamiento cerca de la entrada al edificio y en cuanto bajó del auto, notó un par de patrullas estacionadas cerca de la entrada del edificio de oficinas.
Mientras caminaba tuvo un mal presentimiento y al entrar y ver el rostro preocupado del mismo vigilante que le ayudara el día anterior supo que algo andaba mal.
-Buenos días -saludó Touya.
-Ah, pues ni tan buenos -dijo el hombre quien de inmediato reconoció a Touya-. Siento decirle que la señorita Daidouji no podrá atenderlo hoy.
-¿Por qué? -preguntó preocupado.
-Alguien entró a la oficina de Señorita Cupido y destrozaron el lugar.
-¡Qué! -Exclamó sintiendo que el alma se le iba a los pies-. Tomoyo… es decir, la señorita Daidouji ¿está bien?
-Si, está bien, la policía está con ella ahora…
Touya ya no escuchó más y corrió hacia las escaleras de emergencia; no se sentía capaz de esperar pacientemente el elevador.
Al llegar al quinto piso se detuvo un momento para recuperar el aliento y después caminó deprisa hacia la oficina. La puerta estaba abierta y desde ahí Touya pudo ver parte de lo sucedido.
Los sillones habían sido volteados, uno de ellos estaba rasgado. Las paredes marcadas con pintura en aerosol de un lado al otro. El dispensador de agua estaba en el suelo la alfombra había absorbido el líquido. Puso un pie dentro sintiendo la humedad bajo su zapato, un policía lo detuvo antes de dar otro paso.
-Lo siento, no puede entrar señor -le detuvo un oficial.
-Soy amigo de la señorita Daidouji ¿dónde esta ella? Quisiera verla.
-En este momento esta dentro del despacho, espere aquí -ordenó.
-¿Está segura que no falta nada? -preguntaba el detective a una aturdida Tomoyo quien miraba a su alrededor tratando de encontrarle un sentido a ese desastre.
-Creo que no -respondió temblorosa-. No hay nada de valor aquí fuera de la información que me dan mis clientes -y miró su escritorio-. Ahora me alegro más de no tener computadora -dijo tratando de bromear.
-Jefe -dijo el policía desde la puerta-. Aquí hay un hombre que dices ser amigo de la señorita y… le dije que esperara afuera -amonestó a Touya al notarlo justo detrás de él.
-Touya -suspiró Tomoyo caminando hacia él-. Que gusto ver una cara conocida -y lo abrazó.
Touya la recibió en sus brazos feliz de ver que estaba ilesa, más aun al ver el interior donde había una cantidad impresionante de papeles esparcidos por el suelo, junto con los restos de la escalera que ayer usara Tomoyo, las paredes estaban en el mismo estado que las de la sala de espera.
-¿Podemos continuar señorita? -preguntó el detective después de darle unos minutos.
Tomoyo asintió apartándose un poco de Touya aunque su brazo a un le rodeaba los hombros.
-¿Puede quedarse Touya? -preguntó al detective.
-como prefiera -respondió el hombre-. ¿Sabe de alguien que quiera hacerle daño? ¿Algún enemigo?
-¿Enemigos? -dijo Tomoyo con voz estrangulada-. No, yo no creo tenerlos.
Touya también lo dudaba ¿Quién podría odiar a alguien tan dulce como Tomoyo?
-¿algún cliente resentido? -Sugirió el detective y Tomoyo negó con la cabeza-. Tal vez algún ex de uno de sus clientes, en su negocio las posibilidades son infinitas.
Tomoyo negaba con la cabeza no quería creer que alguna de las personas que conocía fuera capaz de hacer una cosa así.
-Mire jefe -dijo otro policía en el que Touya no había reparado y que al parecer revisaba la escena, llevaba guantes y una cámara fotográfica-. Vea detrás de la puerta -dijo asomándose por ella.
Las cuatro personas en la habitación se movieron de manera que pudieran cerrar la puerta y ver lo que había en ella.
Escritas con aerosol había tres palabras:
Siempre tan entrometida
-No puede ser -murmuro Tomoyo.
-¿Le dice algo? -preguntó el detective.
-Si, mi ex-novio, el me decía eso a veces -explicó Tomoyo muy pálida-. Decía que lo mío no era un trabajo que solo me entrometía. Y decía eso siempre tan entrometida.
-¿Cuál es su nombre?
-Ozaki…Ozaki Koyo…
-¿Cuándo fue la última vez que lo vio?
-Hace más de un año -respondió después de meditarlo.
-¿Y está segura que es él? ¿No podría ser alguien más?
-Si, es él -insistió con firmeza.
-¿Cómo es que está tan segura?
Touya sintió ganas de golpear al hombre por dudar de su palabra y por el tono de su voz. Pero se contuvo por Tomoyo, ella necesitaba todo su apoyo en ese momento.
-Tiene que ser él -respondió con firmeza a pesar del temblor de su cuerpo-. Hace poco me enteré de que estafaba a sus novias, clonaba sus tarjetas de crédito y cosas como esa, les robaba el dinero.
-¿Por qué lo dejó?
-Él quería que viviéramos juntos, pero yo no estaba segura, pero el insistía, decía que pondríamos dinero a partes iguales e insistía en hacerse cargo del tramite -hizo una pausa-. Después comprendí que lo que quería era que le diera el dinero, seguramente después de hacerlo, desaparecería.
-¿Cómo se enteró de todo esto?
-Hace poco otra ex novia de él vino a buscarme, me dijo que tenía pruebas contra él y que iba a demandarlo, estaba buscando a otras chicas a las que también hubiera estafado. Le dije que aunque a mi no me había robado, que la ayudaría si lo creía necesario, le di mis datos, y ella quedó en buscarme.
-¿Cuál es el nombre de la señorita? -Tomoyo se lo dijo-. Bien -el detective anotó el nombre-. Creo que será todo por el momento -y se dirigió a Touya por primera vez-. ¿Porque no lleva la señorita a dar una vuelta mientras nosotros terminamos aquí? Le hará bien tomar un poco de aire mientras terminamos -Touya asintió sacándola de ahí.
-¿Detective? -dijo Tomoyo deteniéndose en la entrada principal-. ¿Cuándo… cuándo podré limpiar todo esto?
-Para esta tarde habremos terminado, podría empezar hoy mismo si así lo desea.
-Si, gracias regresaré más tarde.
Salieron en silencio, ya estaban frente a los elevadores cuando Tomoyo le pidió que bajaran por las escaleras, necesitaba más tiempo que el que le daba el elevador para recuperarse de la impresión, antes de salir del edificio necesitaba sentirse bien.
Apenas habían llegado al piso de abajo cuando Tomoyo se detuvo, hundió la cara entre las manos y sin más empezó a llorar. Touya no dijo nada y la abrazó con mucho cuidado permitiendo que se desahogara.
Touya se sentía terrible al sentirla sufrir, tan pequeña y tan frágil. Le acarició el cabello lentamente tratando de darle consuelo, hasta que sintió que se iba calmando poco a poco. Le entregó un pañuelo para que se secara las lágrimas, apartó su cabello húmedo de las mejillas, lo colocó con cuidado detrás de la oreja y le besó la frente.
-¿Mejor? -ella asintió hipando, no dejaría de abrazarla hasta que se sintiera completamente bien.
-Todavía… no te he… devuelto… el pañuelo de ayer -dijo ella limpiando su nariz.
-Tengo muchos -dijo encogiéndose de hombros-. Se los doy a todas las chicas lindas que conozco -Tomoyo sonrió-. ¿Es mi imaginación o estás más alta hoy?
-Traigo tacones altos -respondió ella más tranquila y levantó un pie hacia atrás para que él viera los zapatos-. No es tu imaginación estoy más alta hoy.
-Mmmm tacones altos -dijo él recargando su mejilla en el cabello de la joven, empezaba a disfrutar el tenerla en sus brazos-. Eso indica que hoy no tienes la intención de perseguir clientes por la calle -comentó él recordando el episodio con la señorita Sasaki.
-No, no lo creo -respondió riendo.
-¿Te sientes mejor? -preguntó sin dejar de acariciarle el cabello.
-Si -respondió ella con la mejilla contra su hombro muy cerca de su cuello-. Pero me sentiré mejor si nos quedamos otro poquito.
-¿Otro poquito? -preguntó en voz baja, ella asintió-. Está bien, puedo quedarme así, otro poquito.
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Touya llevó a la Tomoyo a una cafetería que él frecuentaba, sabía lo mucho que le gustaba a la chica los lugares concurridos y tranquilos. Supo que había acertado en el momento en que se sentaron y ella sonrió mirando alrededor.
Tomoyo observó cada rincón del agradable lugar, tenía un ambiente amigable y pudo notar que las meseras saludaban a los clientes con familiaridad, incluso la chica que los atendió saludó a Touya con un guiño y coqueteó un poco con él mientras tomaba la orden.
-¿Frecuentas este lugar? -le preguntó en cuanto la mesera se fue.
-Vengo de vez en cuando -admitió-. Pero casi siempre vengo aquí acompañado de Yukito, él viene a casi a diario -y se inclinó un poco para hablar en voz baja-. Las porciones que le dan son las mejores pues parece que la cocinera está enamorada de él.
Tomoyo se estiró un poco para ver a la mujer de quien hablaba. Había dos mujeres en la cocina, las dos muy diferentes, una mujer madura de apariencia dura y otra que tenía más la pinta de una dulce ancianita.
-¿La mujer que parece enojada? -preguntó curiosa.
-No, la otra.
-¡Te estás burlando de mi! -lo acusó.
-No, te aseguro que no, un día podemos venir con Yukito para que lo compruebes por ti misma.
-Vendremos -dijo ella entrecerrando los ojos-. Y si no es cierto…
-¿Qué? ¿Qué me harías? -la retó con la mirada.
-No lo sé, tendré que pensarlo.
Después de que les llevaran su orden consistente en un par de cafés y dos porciones de pastel de chocolate no hablaron mucho. Tomoyo había estado muy callada y Touya suponía por la expresión en su rostro, que estaría pensando en lo sucedido pero prefirió no presionarla.
-Nunca imagine que algo así me pasaría -dijo ella pensativa-. Estaba muy animada esta mañana ¿sabes? -miraba su paste sin decidirse a probarlo-. Cuando llegué al piso, no noté nada extraño pero al llegar a la puerta vi que estaba abierta, ¿no se que pensé? -frunció el ceño-. Nada, no podía imaginar… pero cuando empujé la puerta -cerró los ojos y agitó la cabeza como si quisiera borrar la imagen que tenía en su mente-. No podía ni moverme, no se escuchaba ningún ruido pero preferí bajar con el señor Osuna, el vigilante de la entrada y le conté lo que había pasado, él llamó ala policía y esperamos juntos.
-Fue lo más sensato.
-Mientras esperábamos, llegaron un par de personas buscando Señorita Cupido y les explique lo que sucedió, lamenté mucho no poder atenderlas.
-No podías hacer nada más.
-Lo sé -tomo un sorbo de su café-. Pienso en ese desastre y… -suspiró.
-¿Y qué?
-Me va tomar tiempo arreglarlo, no se ni por donde empezaré…
-Déjame ayudarte -pidió tomando una de sus manos-. Déjame hacerlo -insistió cuando ella negó con la cabeza-. No creo que quieras hacer esto sola.
-No, la verdad es que no -admitió con los ojos llenos de lágrimas y parpadeó para evitar que cayeran.
-Tomoyo yo… yo te aprecio y me considero un amigo, deja que este amigo te ayude.
-Está bien -susurró ella conmovida, algo en su tono de voz le decía que era sincero-. ¿Por donde empezaremos?
-Eso no es problema. Podemos empezar por la sala de espera -sugirió entusiasmado-. Se de un servicio que limpia alfombras, también tendrás que hacer algo con el sillón rasgado.
-Quedó inservible -dijo ella con tristeza.
-Ni tanto, podrías pedir que te lo tapizaran, se de alguien…
-¿Cómo es que sabes de toda esta gente?
-A veces es necesario para mi negocio.
Siguieron hablando sobre lo que harían para arreglar la oficina de Señorita Cupido. Tomoyo se contagió del entusiasmo de Touya y empezó a participar con los planes.
-Tendré que pintar las paredes de nuevo, al menos decidir el color no será problema. Aunque hacer el trabajo es cansado y aburrido.
-¿Tú pintaste las paredes?
-Si -respondió orgullosa-. Lo hice en un fin de semana-. Supongo que lo haré el sábado.
-Y entre los dos lo haremos más rápido.
-Pero, seguramente ya tenías planes para el fin de semana.
-Nada importante -aseguró él feliz de tener un pretexto para verla.
-Está bien, si estás seguro que no tenías nada mejor, puedo hacerlo sola de verdad.
-De verdad que no. También debes cambiar las cerraduras de la puerta.
-Hablé con el dueño del edificio, lo hará hoy mismo -y miró su reloj-. ¿Cuánto tiempo crees que debamos esperar?
-Una hora más por lo menos, ¿qué quieres hacer? Podemos ir a ver muebles.
-No, hoy no me siento de humor.
-Entonces tal vez quieras acompañarme a un sitio.
-¿Por qué no?
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El lugar al que Touya la llevó era un vecindario llenó de casas, con escuelas y un parque. Todo un poco alejado del área comercial de la ciudad. No había mucho tráfico.
-Aquí es -anunció al estacionarse frente a una casa preciosa con el letrero de SE VENDE en la entrada.
-Es hermosa -Tomoyo se cubría el rostro con una mano para protegerse del sol y apreciar la fachada de la casa.
-Gracias, yo la diseñé.
-¿De verdad? Pues eres muy bueno.
-La terminaron hace poco ¿quieres ver el interior? -ella asintió.
Ya adentro Tomoyo se impresionó con los espacios, las ventanas dejaban entrar la luz, proporcionando calidez, los acabados eran perfectos. Recorrió el lugar pensando que esa podría ser la casa de sus sueños.
-Es una casa para una familia -comentó al llegar al primer piso.
-Si -asintió Touya complacido-. Me inspiré en la casa en que vivía con mis padres, la disposición es la misma, solo que esta casa es un poco más grande.
-Pues tenías un hogar muy acogedor, ya me puedo imaginar este sitio amueblado y lleno de gente.
-“Yo también” -pensó él viendo ala chica entrar a la habitación principal.
-Touya esto es precioso -exclamó caminando a una ventana enorme que daba paso a un balcón.
-Esto no estaba en casa de mis padres -dijo al tiempo que abría la ventana para salir.
-El balcón daba al jardín trasero únicamente habitado por un árbol y olía a césped recién cortado.
-El jardín se puede diseñar de acuerdo al gusto de los dueños.
-Si -dijo ella contemplando el espacio vacío-. Yo pondría flores de aquel lado y tal vez un pequeño techo haya para poner sillas y… oh, lo siento, me deje llevar por mi imaginación.
-No por favor, sigue ¿qué más harías?
-No lo se -dijo avergonzada pero Touya siguió esperando cosa que la animo a continuar-. Bueno, si tuviera niños, niños pequeños un columpio, aunque también me gustaría uno para mi, debajo del árbol, sería divertido ¿no crees?
-Si, mucho.
Siguieron recorriendo la casa. Animada por Touya, Tomoyo continuaba contándole sus ideas sobre lo que haría si la casa fuera suya. Touya dijo cual le dijo cual era la habitación de su hermana en la casa original y cual era la suya, le describió la decoración que tenía en aquel entonces, Tomoyo pudo imaginar todos los detalles.
-¿Tus padres siguen viviendo en la misma casa? -preguntó ella, quería conocer un poco más sobre este hombre que empezaba a intrigarla.
-Si, no creo que pudieran mudarse mucho, mamá dice que la casa tiene demasiados recuerdos -respondió Touya sonriendo-. Ahora mismo se encuentran de viaje, papá fue invitado a una excavación, el es maestro de antropología en la universidad y de vez en cuanto asiste a estos lugares buscando viejos tesoros escondidos.
-Y tú mamá siempre lo acompaña.
-No. Es la primera vez que lo hace, como ahora mi hermana está casada no tiene nada que la retenga en casa y aceptó la invitación de mi padre para acompañarlo -Touya negó con la cabeza.
-¿Qué, qué pasa?
-Solo pensaba en mamá, ¿cómo la estará pasando? -y le dirigió a Tomoyo una mirada tan tierna que la dejó sin aliento-. Tú me la recuerdas.
-¿Por qué?
-Por qué ella también es muy propensa a los accidentes ¿sabes? Cuándo mis padres se conocieron ella cayó encima de mi padre, había subido a un árbol, resbaló y justo en ese momento mi papá pasaba por ahí.
-Muy romántico.
-Papá pensó que un ángel había caído del cielo. “Y yo, fui arrollado por uno” -pensó Touya contemplando a la joven.
Tomoyo no pudo comentar nada al respecto, nada vino a su mente, ya era una costumbre que le sucediera eso cuando Touya la miraba de esa manera.
Al salir de la casa Tomoyo se dio la vuelta para darle una última mirada al lugar.
-¿Ya tiene comprador? -preguntó mirando el letrero de SE VENDE.
-No lo creo, apenas lo colocaron esta semana.
-Es la misma inmobiliaria que se hizo cargo de la venta de la casa de mamá -comentó Tomoyo al ver el logotipo de la empresa.
-¿En serio? Mi amiga es la dueña de la inmobiliaria, a ella le encargamos todas las ventas.
-La señorita Akizuki -recordó Tomoyo.
-Ella misma.
-Es hermosa.
-Y muy agradable, algún día te la presentaré para que la conozcas mejor, te gustará.
-Si, yo creo que si.
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Cuando por fin regresaron a Señorita Cupido, la policía había terminado su trabajo. El dueño del edificio ya había mandado a un cerrajero para que cambiara las cerraduras y terminó justo en el momento en que ellos llegaron, por lo que Tomoyo tuvo un nuevo juego de llaves.
Tomoyo se sintió abrumada otra vez, al entrar al lugar, pero Touya se hizo cargo de inmediato, en poco tiempo se llevaron el sillón para volver a tapizarlo y mientras limpiaban la alfombra Touya y Tomoyo se concentraron en recoger todos los papeles en la oficina.
-Tendré que ordenarlos de nuevo -dijo con cierta tristeza mirando los cuestionarios esparcidos por el suelo.
-No será tan difícil -la animó Touya.
Tomoyo se alegró de que al menos los libreros no hubieran sido dañados, la madera estaba en perfecto estado y al estar empotrados seguramente evitó que los derribaran al suelo. De repente recordó algo y miró con insistencia a la parte superior de uno de los libreros y pudo ver lo que buscaba.
-Touya, ¿podrías ayudarme a bajar eso? -señaló a una parte elevada que ella no alcanzaba.
-Claro -y se estiró para bajar lo que parecía un álbum de fotos muy grueso-. ¿Qué es esto?
-Es mi álbum de éxitos -explicó ella tomándolo entre sus brazos, era una suerte que su ex no lo hubiera encontrado.
-¿Tú álbum de éxitos? -ella asintió feliz y lo abrió para mostrárselo.
-Aquí tengo fotos de las parejas que he formado -explicó pasando las páginas.
Touya observó maravillado por la cantidad de parejas, Tomoyo hacia uno que otro comentario sobre algunas. Había fotos de bodas, algunas acompañadas de fotos de bebes.
-Me mandan cartas agradeciéndome por reunirlos -dijo orgullosa.
De repente una foto llamó su atención, Touya se acercó un poco más a la misma.
-¡Esta es mi hermana! -señaló impresionado.
-¿Sakura es tu hermana? -miró la foto y luego a él recordando-. ¡Tú eres el hermano molesto! ¡El que no dejaba en paz a Shaoran!
-¿Quién dijo que soy molesto? -preguntó con aire ofendido.
-Molesto, celoso, sobreprotector… -enumero con los dedos, muy divertida.
Touya olvidó su molestia al verla reír, le daba gusto verla como el día anterior, pero fingió seguir ofendido.
-Seguro fue Li el que dijo todo eso -gruñendo entre dientes.
Tomoyo se encogió de hombros no le diría que había sido su hermana.
-¿Los dos vinieron buscando pareja? -preguntó curioso, siempre había querido saber como le había hecho Li para meterse en la vida de su hermana sin que él se diera cuenta.
-Ninguno de los dos -informó Tomoyo más divertida.
-Perdón…
-Ninguno vino -explicó-. Ellos son mi pareja favorita, no tenían la intención de encontrar pareja.
-Pero, entonces ¿cómo?
-La hermana de Li vino un día diciendo que quería regalarle algo especial a su hermano por su cumpleaños: una novia. Y si se podía, una esposa.
Touya estaba tan asombrado que no decía palabra.
-Ella llenó el formulario y trajo fotos de Shaoran y hasta me entregó un video familiar para que viera como se comportaba socialmente. Su hermana sabía muy bien el tipo de mujer que le gustaría para él. Una chica bonita, de buena familia, con valores, tierna, divertida y tan dulce que pudiera derretir las barreras que el huraño de su hermano se había auto impuesto.
-¿Y mi hermana?
-Eso fue una casualidad, ella me hizo una entrevista para la revista donde trabaja.
-No recuerdo que me comentara sobre ello.
-Fue algo pequeño, la editora de la revista donde trabaja tu hermana fue una de mis clientas. Y quiso darme un poco de publicidad agradecida por la pareja que le conseguí.
-Y entonces, ¿qué pasó?
-Sakura fue a la oficina que tenía antes y me hizo la entrevista, por diversión le sugerí que llenara el cuestionario y así fue que se me ocurrió reunirla con Shaoran. Su hermana organizó una pequeña reunión donde los presentamos, ninguno sospechó nada hasta que fue demasiado tarde.
-Así que tu eres la culpable de que mi hermana se casara con ese… con ese… mocoso -escupió señalando la foto de la feliz pareja.
-No fui yo, fue el destino -aseguró cerrando el álbum-. Además no puedes quejarte Shaoran es un buen hombre que ama a tu hermana y ella lo ama a él, ¿qué más puedes pedir?
Tomoyo dejó que Touya refunfuñara a solas mientras ella recordaba como los había presentado.
- Flash Back -
Tomoyo llegó a la reunión en la mansión de la familia Li, había convencido a Sakura de que la acompañara asegurándole que así podría presenciar la forma en que ella reunía a las parejas y no le mintió.
Las dos habían quedado impresionadas por la elegancia del lugar. Tomoyo buscaba con la mirada a Fanren y la encontró junto a su hermano. Al momento de llamarla los dos voltearon. Tomoyo notó que Shaoran Li se percató de la presencia de la chica de ojos verdes casi de inmediato y sonrió complacida al ver que no le quitaba los ojos de encima.
-Hola Tomoyo -saludo Fanren-. Qué gusto que hayas venido, te presento a mi hermano Shaoran Li. Shaoran ella es una amiga: la señorita Tomoyo Daidouji -y se estrecharon las manos.
Traje a una amiga espero no les moleste -dijo Tomoyo jalando un poco a Sakura quien estaba distraída mirando un cuadro.
Tomoyo lo supo al momento en que los dos se miraron a los ojos. Sakura sonreía nerviosa y cuando Shaoran estrechó su mano se sonrojo levemente.
En la primera oportunidad Fanren y Tomoyo se apartaron para dejarlos solos, cosa que ellos apenas notaron.
Fanren estaba complacida y hasta sorprendida por la reacción de su hermano que en ningún momento se separó de la señorita Kinomoto e incluso se ofreció a llevarla a casa en cuanto se enteró que no llevaba auto.
Esa misma noche Sakura llamó a Tomoyo para contarle que Shaoran la había besado y la había invitado a salir. Por la forma en que Sakura le describió el beso sabía que había sido El beso y supo que había tenido otro éxito cosa que comprobó al poco tiempo cuando Shaoran y Sakura sorprendieron a todos casándose.
- Fin Flash Back-
Sakura había resultado ser no solo una de sus “clientas” más afortunadas sino una querida amiga. Su amistad apenas empezaba, Sakura había prometido llamarla cuando regresara de la luna de miel para darle los pormenores de la misma y también contarle sobre la boda, misma a la que Tomoyo no había podido acudir, cosa que lamentaba ahora pues sabía que habría podido conocer a Touya Kinomoto un par de semanas antes.
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Pasó un tiempo antes de que la alfombra estuviera lista, ya con los sillones restantes en su lugar y a excepción de las paredes, la sala de espera se veía más aceptable.
El interior de la oficina era más complicado en poner en orden. Pasaron largo rato recogiendo papeles y tratando de darles orden. Acomodaron algunas cosas que habían tirado de los libreros. Los cuadros eran un caso perdido y Touya los había puesto aparte junto con las demás cosas que irían a la basura.
Pidieron pizza y charlaron animadamente antes de volver a la labor de ordenar los papeles.
Al final estaban sentados en el piso, se quitaron las chaquetas y Tomoyo los zapatos cosa que a Touya le dio la sensación de intimidad. Verla ahí sentada frete a él rodeada de pilas de papeles con expresión concentrada y descalza lo hacia suspirar continuamente.
-Es la tercera vez que suspiras -dijo Tomoyo acomodando el cuestionario que tenía en una de las pilas de casos exitosos.
-¿Qué?
-Van tres veces que suspiras. Debes estar cansado, ¿porque no te vas a casa? Ya me has ayudado mucho y…
-No voy a dejarte sola -interrumpió con seriedad-. Y no estoy aburrido o cansado.
-¿Estás seguro?
-Si, toma -dijo entregándole otro cuestionario. Tomoyo leyó el nombre y lo acomodó en la pila de casos pendientes.
Tomoyo acomodaba los papeles por parejas reunidas y parejas pendientes. Incluso guardaba los formularios de parejas reunidas, de mucho tiempo atrás.
-Deberías considerar utilizar archivos de computadora -sugirió mirando la cantidad de papeles y antes de que ella replicara agregó-. Por lo menos para los casos exitosos. Podrías tener la información en la computadora y guardar la información en discos de respaldo. Hay programas en los que incluso podrías incluir las fotografías de tu álbum.
-Tal vez tengas razón -aceptó Tomoyo mirando la cantidad de papel a su alrededor-. Pero no se nada de computadoras, bueno solo lo que sabe el común de la gente.
-Yo te ayudaré, no se me dan tan mal esos aparatos como tu los llamas -ofreció Touya muy feliz, otra cosa más que le daría el pretexto para pasar tiempo con ella.
-Lo pensaré, lo prometo -dijo poniéndose de pie. Miró hacia la entrada principal donde la puerta estaba cerrada, ese lado de la puerta también tenía algunas marcas de pintura. Todavía no se sentía muy bien con la situación.
Miró la puerta abierta de su oficina y se acercó a ella para cerrarla y mirar otra vez las palabras escritas en ella. Todavía no podía creer que Koyo le hubiese hecho eso, se sentía aliviada de haber terminado con él a tiempo pero… su falta de criterio para encontrar a un hombre adecuado para ella, era demasiado angustioso en ese momento.
Sobre todo ahora que había conocido a Touya y que estaba descubriendo que sentía cosas por él que había prometido no volver a sentir al menos por un tiempo. Volvió la cabeza hacía él para descubrir que la miraba, trató de sonreír pero no pudo, sería terrible descubrir que Touya Kinomoto no fuera la clase de hombre que aparentaba y que sus instintos estaban equivocados una vez más.
-¿Qué pasa? -preguntó Touya.
Tomoyo quiso responder pero sentía un nudo en la garganta, así que negó con la cabeza y se encogió de hombros recargándose contra la pared y volvió a mirar las palabras en la puerta.
-No dejes que esto te afecte -dijo él señalando la puerta y se puso de pie para volver a abrirla y así evitar que la joven siguiera atormentándose-. ¿Qué piensas? Cuéntame- le pidió dando unos pasos hacia ella.
Ella negó con al cabeza de nuevo y se cruzó de brazos en actitud defensiva, suspiró con fuerza antes de poder hablar.
-Creo que el amor es algo para lo que no estoy destinada.
Touya sintió que su corazón se contraía, esas eran las misma palabras que hasta hace poco él usaba para si mismo.
-¿Sabes? Puedo encontrarle pareja a mucha gente, pero soy incapaz de encontrar una pareja adecuada para mí -y señaló la puerta con un movimiento de cabeza-. Esta es la prueba del pésimo gusto que tengo para los hombres.
-No lo creo -dijo Touya un poco angustiado. Él si sería un hombre adecuado para ella, solo necesitaba una oportunidad para demostrarlo.
-Pues créelo, ¿Crees que él fue el primero? Pues no es así. - replicó dolida, Touya no dijo nada decidido a dejar que se deshogara y después la haría cambiar de opinión como fuera.
-El primero me dijo que me amaba y yo tonta le creí. Y de verdad creí estar enamorada, él era tan… tan hábil para mentir. Él fue el primero… -hizo una pausa, apartó la mirada y con voz baja confesó-. Yo me entregué a él pensando que no habría nadie más, que seria maravilloso y… fue… fue rápido y muy molesto.
-“Idiota” -pensó Touya sintiendo celos y rabia-. “Maldito imbécil”.
-Después cuando no quise repetir la experiencia, simplemente me dejó diciendo que era… no tiene caso repetirlo.
-¿Qué dijo? -Preguntó con suavidad a pesar de lo furioso que se sentía, era obvio que ella se avergonzaba de esa experiencia-. ¿Qué dijo Tomoyo?
-Dijo… -suspiró con pesar-. Dijo que yo era una bruja frígida, yo se que no es cierto pero…
-Fue un imbécil Tomoyo -Touya levantó su mentón para que lo mirara-. Fue un idiota inexperto que no supo tratar a una mujer. Fue él quien fallo al no saber como hacerte sentir especial. Y todavía tuvo el estúpido atrevimiento de culparte por sus fallas.
-Lo sé -dijo ella con voz entrecortada por la emoción, contagiada por la que había en sus palabras. Estaba segura que Touya si sabía como hacer sentir especial a una mujer.
Touya besó su frente y ella tomó la mano que sujetaba su barbilla para apretarla agradecida.
-Pero esto no termina aquí -continuó-. Con el segundo me prometí ser más precavida y no quise tener relaciones cuando él me lo pidió porque aún no me sentía segura.
-Y te dejó por eso -concluyó Touya.
-Ojalá hubiera sido así, un día fui a buscarlo a su habitación en la universidad y lo encontré con otra en su cama.
Touya quiso lanzar maldiciones y golpear algo, lo que fuera, pero se contuvo.
-Lo siento mucho Tomoyo -ella se encogió de hombros.
-Después llegó Koyo e hizo todo lo posible para acercarse a mí hasta que por fin lo logró. Supongo que fue una suerte que para entonces yo fuera tan desconfiada que no lo dejé entrar en mi corazón. No lo suficiente. Si no, es seguro que le habría dado el dinero que me pedía y ahora me sentiría peor todavía.
-Tomoyo ellos no te merecían.
-Ya lo sé, ¿pero cual es la diferencia? -exclamó molesta-. No quiero que vuelvan a lastimarme -confesó triste.- La tercera es la vencida ¿No es lo que dicen? - sonrió con una ironía que lastimaba al moreno.
Touya no dijo nada pero volvía a mirarla con la intensidad acostumbrada. Parecía decidido pero, ¿a qué? Ella no lo sabía. Miró sus labios y supo que él hacia lo mismo. Una alarma sonó en su cabeza.
-No sé porque te conté todo esto -dijo dando un respingo.
-Tal vez porque sabías que yo comprendería y que puedes confiar en mi -y la sujetó por los brazos para impedirle que escapara.
-Creo que es hora de irnos -forcejeó un poco-, y... y no tienes que... que llevarme a casa -se sentía molesta y temblorosa-. Tampoco tienes que venir a ayudarme a pintar o conseguirme un programa de computadora…
Touya escuchaba desesperado, ella estaba apartándolo, cerrándole las puertas. Seguían forcejeando y él no podía permitir que se alejara, así que hizo lo único que se le ocurrió en ese momento.
La atrajo hacia él con tanta fuerza que casi se queda sin aliento. La aprisionó entre sus brazos para evitar que se moviera. Aunque Tomoyo estaba rígida entre sus brazos, daba la impresión de que aquello tenía más que ver con la sorpresa que con cualquier otra cosa. Touya se decidió entonces y sus labios descendieron sobre los de ella.
Y fue glorioso.
Sus labios la tocaron suavemente en parte porque todavía estaba sorprendido de estarla besando. Apenas podía creer lo que estaba haciendo y él no quería hacerle daño.
Se dio cuenta de que todo lo que sabía sobre besar era basura. Todo lo demás habían sido simples labios y lenguas, murmullos de palabras sin sentido.
Este era un beso.
Había algo en la fricción, algo mágico en el modo en que él podía oír y sentir su aliento al mismo tiempo y aún así no podía dejar de sentir su corazón palpitar sobre su piel.
Touya siguió provocando su lengua mojó sus labios y continuó aprendiendo los contornos de su boca, probando la dulce esencia de ella.
Sus manos abiertas, que cubrían su espalda, se pusieron rígidas, más tensas cuando presionaron la tela de la fina blusa. Él podía sentir el calor de ella bajo las yemas de sus dedos.
Tomoyo hubiera querido detenerlo cuando supo que iba a besarla, pero no pudo hacerlo. Aunque en su mente sonaba una urgente alarma, el beso fue tan maravilloso que quiso suspirar de placer y alivio. Al sentir su lengua se sobresaltó, pero él la acercó hasta que sus cuerpos se fusionaron. Ella pudo sentirlo en toda su plenitud y esto la encendió. Él estaba tenso y ella lo deseó.
Sus brazos que habían quedado atrapados entre los suyos, se dirigieron poco a poco hacia arriba, hasta que sus manos descansaron sobre su espalda.
De alguna manera liberó un brazo y extendió la mano sobre su pecho para después subir hasta su mejilla y la acarició con suavidad en una inequívoca aceptación.
-Esto es una locura -susurró contra sus labios, soltó su otro brazo y se aferró a sus hombros sintiendo que sus piernas no la sostendrían más.
Ella jadeó mareada contra su boca, a Touya le encantó el gesto y entonces aprovechó la separación de sus labios para deslizar la lengua entre ellos, el beso se volvió tan intenso que la respuesta de Tomoyo fue un gemido incoherente y confuso. Su cuerpo se volvió un poco más maleable entre sus brazos, permitió que lo amoldara al suyo, con más proximidad. Él sabía que debía detenerse, sabía que desde luego no tenía que haber empezado, pero su sangre se aceleraba a causa de la necesidad, y ella sabía tan... tan... bien.
Las rodillas de ambos se doblaron y cayeron tambaleantes contra la pared. Touya la levantó en el aire tomándola en sus brazos sin apartar los labios de ella.
Touya caminó a ciegas hasta uno de los sillones de la sala de espera donde se dejó caer con ella encima.
Tomoyo soltó un gemido, apartó los labios de su boca para saborear un instante la piel salada de su cuello. Jaló con desesperación el nudo de su corbata y volvió a subir por su cuello hasta el lóbulo de la oreja, besó su frente, sus ojos. Parecía que el cuerpo de Tomoyo hubiera descubierto algo que su mente se negaba a considerar. Algo en él resultaba tan… perfecto. Olía bien, sabía bien.
Touya deslizó un brazo por su cintura y la atrajo hacia si. Un gemido grave y triunfante surgió de la boca de Touya, sujetándola con la mano sobre la nuca desplazó la boca otra vez hasta los labios de ella y la besó con ardor desafiándola a continuar.
Tomoyo abrió los labios gimiendo con una suave invitación para que se adentrara más para saborearla y recibió las arremetidas de la lengua con la avidez de una adicta.
El movió sus manos lentamente a lo largo de ella, para no asustarla. Ella era suave, curvilínea como él siempre había pensado que una mujer debería ser. Sus caderas y su trasero eran perfectos y sus pechos, sus pechos se sentían tan bien apretándose contra su pecho. Sus manos ardían por tocarla, pero las obligó a permanecer donde estaban teniendo una sospecha bastante dolorosa de que si la tocaba de esa forma, él se perdería completamente.
-Tomoyo, Tomoyo -murmuró hambriento y embriagado, él quería desesperadamente que ella sintiera lo mismo.
Se alejó un poco de modo que pudiera tocar su barbilla. Miró sus ojos entrecerrados revelando lo aturdidos que estaban por la pasión, acarició sus labios con el pulgar, ligeramente separados, suaves e inflamados por sus besos.
Ella era hermosa y él no sabía como había podido vivir antes de saber de su existencia.
Tomoyo lo miraba jadeante, sin poder creer lo que habían estado a punto de hacer. Quedaron abrazados e inmóviles hasta que él la empujo con suavidad para que se apoyara contra el sillón y se inclinó sobre ella.
-¿Tomoyo? -se voz sonó trémula.
-No digas nada -susurró ella-. Por favor, no digas nada.
-Pero…
-Ni una palabra -interrumpió ella y le puso un dedo sobre sus labios. No quería que nada arruinara este momento tan perfecto. -Quisiera irme a casa -dijo con suavidad, ahora era ella quien acariciaba sus labios-. Hablemos sobre esto mañana por favor.
Touya leyó la suplica en sus ojos y también algo más que no pudo descifrar, lo que también notó era que no había una gota de arrepentimiento o reproche.
-¿Nos vamos? -preguntó ella.
Touya sonrió asintiendo y le dio un beso suave antes de ponerse de pie. Recogieron sus cosas y se marcharon abrazados sin pronunciar una palabra más.
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El camino al departamento de Tomoyo lo hicieron en silencio, Touya la ayudó a bajar del auto y la tomó de la mano hasta llegar a su piso y la hizo detenerse jalándola hacia él.
-No quiero que te quedes aquí sola -dijo con tal firmeza que ella supo que no podría razonar con él-. No es seguro.
Se miraron fijamente, había una pregunta en su mirada pero ella no supo descifrarla. ¿Qué quería? ¿Quedarse con ella? ¿Se lo permitiría? ¿Dónde dormirían? ¿En el sillón? ¿Cuál sillón? ¿En la cama? ¿Cuál cama? No podían dormir en el suelo, aunque eso fuera muy tentador. No podía dormir con él al menos no todavía; quería tiempo, necesitaba tiempo para pensar.
Touya hablaba en serio al decir que no podía dejarla sola, si ese tipo había entrado sin problemas a un edificio con vigilancia, ¿qué le impedía entrar ahí? No, no se sentía capaz de dejarla sola. Pensaba ofrecerle que se quedara con él, le dejaría la cama y él dormiría en el sillón. No iba aprovecharse de la situación para dormir con ella aunque su cuerpo y su alma hirvieran por el deseo contenido. Pero… ¿podría hacerlo? ¿Podría estar con ella en la misma casa sin…?
-Tal vez tienes razón -aceptó ella interrumpiendo sus pensamientos-. Mi amiga Naoko vive en el departamento de abajo, seguro me dejara quedarme con ella, pero… debo ir por algunas cosas.
-Está bien -dijo Touya desilusionado-. Pero si tu amiga no se encuentra, te quedarás conmigo -ella asintió sintiendo un escalofrío ante las posibilidades de lo que aquello representaba.
Tomoyo comprobó con alivio que la cerradura de su puesta seguía tal y como la había dejado. A pesar de esto Touya insistió en entrar primero dejándola en la puerta mientras revisaba el lugar.
Una vez que estuvo seguro que no había nadie dentro dejo que tomara algunas cosas llenando una pequeña maleta. Volvieron a salir y bajaron para dirigirse a casa de su amiga.
Tomoyo golpeó la puerta con suavidad sintiendo su corazón acelerado, si Naoko no estuviera en casa… pero si estaba unos ruidos en el interior lo comprobaron.
-¿Quién es? -preguntó la voz femenina desde dentro.
-Soy yo, Tomoyo -respondió esta sin atreverse a mirar a Touya: sabía que la decepción estaba dibujada en su rostro.
-Hola Tomoyo -saludó Naoko al abrir la puerta-. Buenas… noches -dijo sin aliento al notar la imponente presencia de Touya.
-Hola Naoko, este es… Touya Kinomoto mi… un amigo. Quería pedirte un favor, ¿podemos pasar?
-Claro, adelante.
Una vez dentro Tomoyo le platicó lo sucedido y Naoko accedió de inmediato a recibir a su amiga por el tiempo que considerara necesario. Touya rechazó la invitación a tomar un café y se despidió. Tomoyo lo acompañó a la puerta.
-¿Estarás bien? -le preguntó Touya una vez que estuvieron solos en el pasillo.
-Si, ya ves que si, Naoko es una buena amiga.
-Mañana vendré por ti… tenemos una conversación pendiente -dijo acortando la distancia entre ellos.
-Si, lo sé -respondió con voz trémula.
-Olvide darte esto -dijo Touya sacando unas hojas dobladas del bolsillo interior de su chaqueta-. Es mi cuestionario, al fin lo terminé. Léelo, tal vez lo encuentres interesante.
-Lo haré -tomó las hojas con manos temblorosas.
Touya tomó su rostro con ambas manos e inclinó el rostro lentamente en una suave tortura, ella sabía que le estaba dando tiempo a que se retirara, pero no lo hizo. Sus alientos se mezclaban cuando él se detuvo a centímetros de sus labios, ella respondió cerrando los ojos y entreabriendo los labios, invitándolo a que continuara.
Cuando Touya la besó solo sintió el corazón palpitarle con fuerza contra el pecho. Sus manos acariciaban su cabeza y se posaron en su nuca para atraerla más a él. Su boca devoró lentamente la de Tomoyo y ella la abrió para entrelazar su lengua con la de él. La joven metió los brazos debajo de su chaqueta, su cuerpo buscó amoldarse al de Touya.
-¿Te sientes mareada? -susurró él contra sus labios.
-Si.
-¿Sientes que flotas? -preguntó entre besos-. ¿Sientes que las rodillas te tiemblan?
-Si, si.
-Yo siento lo mismo -murmuró con voz ronca y volvió a besarla apasionadamente…
-Que tengas dulces sueños -había dicho él al despedirse.
Tomoyo no se sintió capaz de responderle, entró en la casa de Naoko y cerró la puerta detrás de ella hasta que se dejó caer lentamente sobre sus rodillas con la mirada perdida y una sonrisa en sus labios.
Al verla en el piso Naoko corrió hacia ella y se sentó junto a ella.
-¡Te besó!, ¡te besó! -gritó Naoko emocionada-. Tienes toda la cara de haber recibido El beso. ¿Quién es ese hombre?
-Touya, Touya Kinomoto -suspiró Tomoyo.
-Eso ya me lo dijiste pero tienes que contarme todo. Lo exijo como buena amiga tuya que soy.
Y diciendo esto, la jaló obligándola a que se levantara y la llevó a su habitación donde platicaron largo y tendido.
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Un sonido llenaba su mente alejándola del agradable sueño que la envolvía. Hizo un esfuerzo sobrehumano por estirarse hasta que dio con su teléfono móvil.
-¿Diga? -contestó con voz adormecida.
-Buenos días -se escuchó una voz masculina-. ¿Te desperté?
-¿Touya? ¡Touya! -exclamó incorporándose y se frotó los ojos-. Si, digo no, bueno si, si me despertaste.
-Lo siento -se disculpo-. ¿Tuviste dulces sueños? Yo si.
La forma tan íntima en que lo dijo, hizo que se sonrojara y se llevo una mano a la mejilla caliente.
-Si, dormí bien, gracias.
-Quisiera estar contigo -confesó Touya imaginándola sonrojada y con el cabello revuelto.
-Touya -sonrió ella al límite del acaloramiento.
-Está bien -suspiró él-. Te llamo para avisarte que no podré pasar a recogerte, mi mañana se ha complicado un poco. Pero tendré el resto de la tarde libre para ti.
-No te preocupes.
-¿Te parece si nos encontramos en la casa que te mostré el otro día? -sugirió-. Tengo una sorpresa para ti.
-¿Una sorpresa? Está bien -aceptó animada-. ¿A qué hora quieres que esté ahí?
Acordaron la hora y después de unas palabras cariñosas se despidieron.
Tomoyo abrazó el teléfono, emocionada y miró a un lado de ella donde había dejado el cuestionario de Touya. Saltó de la cama lista para empezar un día maravilloso.
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-Te agradezco mucho lo que estas haciendo Nakuru -decía Touya cuando acompañaba a la mujer fuera de la propiedad.
-Haría lo que sea por ti, cariño -dijo Nakuru coqueta.
Touya la ayudó a quitar el letrero de SE VENDE de la propiedad.
-¿Sabes? Ya me imaginaba que no podrías vender esta casa, era demasiado especial -argumentó la mujer-. ¿Y tenía razón, a que no? Claro como siempre… -se celebraba ella misma.
-Si, ya me lo dijiste muchas veces -y llevó el letrero hasta el auto de Nakuru-. Yukito también me lo dijo anoche cuando le conté.
-Es una lástima que te enamoraras -dijo Nakuru haciendo un puchero infantil y acarició el rostro masculino-. Tu eras mi preferido, espero conocer pronto a esa chica especial.
-La conocerás -prometió él.
Nakuru lo tomó desprevenido al darle un ligero beso en los labios.
-No pude resistirme -se disculpó-. Era la última vez que podría hacerlo-. Y antes de entrar al auto añadió-. Se feliz Touya, te lo mereces.
-Gracias Nakuru -y la ayudó a subir a su auto y cerró la puerta.
-Si tú amiga es tan buena como dices, tal vez pueda conseguirme un novio a mi.
-Tú no necesitas ayuda para eso -respondió él riendo.
Nakuru también reía cuando encendió el auto para alejarse de ahí.
Touya vio el auto alejándose hasta que una figura a unos metros de él atrajera su atención.
-Tomoyo -la saludó levantando el brazo, pero lo bajó notando algo raro en su expresión.
Tomoyo estaba paralizada y su mente en blanco. Lo había visto besándola y riendo con ella. ¿Qué significaba aquello? Su mente se negaba a contestar.
-Tomoyo, ¿qué te pasa? -preguntó él acercándose.
-Tú -dijo aturdida y dio un paso atrás-. Tú estaba… ¡tú la besaste! -acusó molesta.
-Ella me besó a mí -corrigió él y quiso acercarse más pero ella retrocedió otra vez.
-¡No! Te vi, los vi.
-Tomoyo, es una tontería, déjame explicarte.
-¿Está es la sorpresa? ¿Es una broma? -Touya quiso sujetarla de un brazo pero ella se apartó-. ¡No! Yo me voy -dijo con aire resuelto.
-No, no lo harás -replicó molesto y la tomó en brazos.
-¿Qué haces? No, bájame.
-No vamos a discutir en medio de la calle -dijo él llevándola al interior de la casa y cerrando la puerta de entrada-. Ahora vas a escucharme -dijo dejándola de pie.
-Quiero irme -Tomoyo abrió la puerta pero Touya volvió a cerrarla con fuerza, hecho llave y arrojó la misma lo más lejos que pudo.
-Nakuru es mi amiga, amiga -recalcó con fuerza-. Me besó porque siempre lo hacía, lo hacia ¿entiendes? -Y la tomó por los hombros-. Hasta ella admite que no volverá a hacerlo. Porque sabe de ti, le hablé de ti.
-¿Lo hiciste? -preguntó ella con la mirada nublada por las lágrimas.
-Tomoyo -suspiró él abrazándola-. Si, le dije que había conocido a una mujer maravillosa y que quería estar con ella y conocerla y…
-Lo siento -se disculpó entre sollozos-. Cuando los vi, sentí… pensé… tengo miedo Touya.
-Yo no voy a lastimarte -prometió estrechándola con fuerza-. No voy a hacerlo nunca.
-Yo quiero creerte pero… -Tomoyo no pudo decir más, haciendo un súbito movimiento, Touya la tomó en brazos y subió las escaleras-. ¿A dónde es que me llevas? -preguntó nerviosa.
Desconcertada vio que la conducía hasta el dormitorio principal, mismo que esta vez no estaba vacío. En el centro de la habitación estaba la enorme cama que ha Tomoyo tanto le gustara, apenas tuvo tiempo de abrir la boca cuando Touya la echó sobre la cama y se recostó junto a ella.
-Tomoyo yo te amo -confesó con premura dejándola sin aliento-. Y no me preguntes como sucedió porque ni yo mismo se como explicarlo. Solo se que fue tan súbito e inesperado como la forma en que chocaste conmigo y desde que te vi no he podido apartarme de ti. Y me la he pasado ideando cualquier pretexto para pasar tiempo contigo. No creo en el amor a primera vista… no creía- corrigió.- Pero todo cambió en el momento que tropezaste conmigo.
-Touya -susurró ella impresionada y conmovida.
-Déjame quererte, déjame cuidarte. Esta es la sorpresa -extendió los brazos-. Ven a vivir conmigo, se que es prematuro, pero ven a vivir aquí conmigo. Podemos amueblar la casa, juntos y conocernos mejor… averiguar lo afines que podemos ser.
-¿Y si no funciona? -preguntó asustada.
-Funcionará -aseguró con los ojos brillantes-. Yo se que funcionará y tú lo sabes también. Dame una oportunidad y te juro que no te arrepentirás.
-Touya -suspiró ella deseando creerle, estiró su brazo y acarició su cabello tal y como hubiera querido hacerlo aquel día.
Touya besó la palma de su mano con adoración y miró los ojos aún llenos de dudas.
-Déjame amarte Tomoyo -susurró con emoción-. Déjame ser, parte de tu vida, déjame hacerte el amor -los ojos de Tomoyo se abrieron con sorpresa-. Si él amor, eso haremos, no será solo sexo, te haré el amor. Quiero vivir contigo, dormir contigo, despertar contigo, conocer el sabor de tu piel por las mañanas. Quiero terminar mi día contigo y empezar mi día contigo… Tomoyo…
Ya no sabía que más decirle, había desnudado su corazón y su alma, le había confesado sus deseos y sueños, solo le quedaba esperar.
Tomoyo seguía muda de la impresión, sorprendida por la intensidad de sus sentimientos, la sinceridad en su voz y la seguridad en su mirada. Había imaginado cada uno de los momentos que él ofrecía si ella aceptaba, su corazón latía con fuerza. Lo veía tan callado y atormentado, esperando su respuesta.
Acarició su rostro tratando de encontrar las palabras para confortarlo, para responderle a sus promesas con la misma sinceridad con que habían sido expresadas. Colocó una mano sobre su nuca y lo acercó ella hasta que solo había unos centímetros separándolos.
-Touya… si -murmuró provocando una sonrisa-. Si Touya, si. Hazme el amor.
Touya sintió que se le aceleraba el pulso al oír sus palabras y la estrechó entre sus brazos. Sus labios se posaron sobre los de ella tentativamente, pero al ver que no lo rechazaba, incrementó la presión. Todo perdió importancia ante las sensaciones que estaba despertando en él.
Algo cálido y encantador comenzó a extenderse por el cuerpo de Tomoyo. Comenzando por su corazón y luego lentamente a todo su cuerpo. Se sentía mareada y feliz. Se sentía completa.
Él la besó nuevamente, sus labios más hambrientos mordisquearon, acariciando, despertando su cuerpo. Su piel estaba ardiendo y necesitaba que sus manos la tocaran.
En ningún momento pensó, que eso estuviera mal. Este beso la estaba alejando del miedo y la precaución. Su mente, cuerpo, alma y todo en ella sabían que nada en su vida había estado tan correcto alguna vez.
Ella lo amaba.
Y quiso ser suya.
*advertencia, aquí empieza el lemon*
Ella se acercó más a él, determinada a ser una compañera activa. Le acarició el cabello, jaló de su camisa para meter las manos debajo de ella y acariciar la piel caliente de su espalda. Su mano la sujetaba con firmeza por la cintura y el varonil aroma de su piel la aturdía.
Se desnudaron el uno al otro entre besos, arrojando la ropa al suelo. Touya se detuvo un instante para contemplarla.
-¡Eres perfecta!
Tomoyo pensó que él también lo era. Tenía un torso musculoso y los hombros anchos.
Touya se echó a un lado y apoyado sobre un codo sus labios mordisquearon su oído, bajando lentamente hasta que encontraron el punto exacto donde su pulso golpeaba en su garganta. Tomoyo gemía, arqueando la línea de la clavícula y bajaron poco a poco acercándose peligrosamente a su pecho.
Justo en ese momento se detuvo y levantó la vista hacia ella, un dedo se deslizó desde su garganta hasta su vientre sin dejar de contemplarla, subiendo y bajando por un sinuoso camino.
Algo se oprimió en ella, profundamente dentro de ella, en sitios que no sabía que pudieran ser tan sensibles.
Se dio cuenta que él si podía amar de verdad a una mujer. Y la estaba amando a ella.
-Touya, por favor -pidió ella.
Él sonrió, lento y perezoso, satisfecho y hambriento.
-Tócame -susurró.
-¿Aquí? -su índice se deslizó a lo largo de su hombro y bajó poco a poco-. ¿Me estoy acercando? -ella asintió frenéticamente.
El índice llegó a la punta de su seno y se movió lentamente dibujando arabescos de un seno a otro, alrededor de ellos, sobre ellos… despertando cada punto sensible.
Touya inclinó la boca sobre uno de sus pechos pero sus labios no la tocaron. Todo lo que ella podía sentir era su aliento caliente y pesado.
-¡Touya! -su nombre salió de su boca en un grito estrangulado. Sus labios se cerraron alrededor de ella, mordisqueó y succionó hasta hacerla enloquecer. Tomoyo clavo los dedos en su cabello y le apretó la cabeza contra si. Le acarició la nuca, los hombros, la espalda.
El gimió cuando ella lo acarició, luego tensándose cuando sus dedos pasaron rozando a lo largo de su piel. Su corazón saltó. Le gustaba el modo en que ella lo tocaba.
Sus labios siguieron atormentándola pasando de uno a otro seno provocando que ella apretara sus caderas contra él. Sus manos la sujetaron por las caderas inmovilizándola contra él. Tomoyo sintió su interior contraerse, al tiempo que sus muslos se entreabrían para dejarle paso a sus dedos hasta lo más profundo de su feminidad.
Él continuó atormentándola con labios y manos en cada punto sensible de su cuerpo. Sin prisas la hizo alcanzar el clímax entres espasmos y gemidos de placer.
-¡No puedo más! -jadeó ella suplicando envuelta en un perlado sudor.
-Pero si ni siquiera hemos empezado -susurró él mirándola y sorprendiéndole ante aquello-. Eres maravillosa -sus labios besaron la parte más oculta de su barbilla. Su boca reclamó la suya con intensificado fervor.
Se colocó sobre ella con cuidado, sus manos se deslizaron por su espalda hacia abajo hasta su trasero para impulsarla hacia su excitación.
-Te deseo -jadeó él-. Nunca dejaré que te apartes de mí.
Las sensaciones que la recorrieron no se parecían a nada que hubiera sentido con anterioridad. Los malos recuerdos desaparecieron para siempre. Él siguió refrenándose, moviéndose con lentitud llegando más profundo con cada empuje.
Entre sordos gemidos de placer alcanzaron un punto sin retorno hasta sentir un estallido de satisfacción.
*Aquí termina el lemon*
Tardaron varios minutos en poder articular palabra. Tomoyo jamás había experimentado algo así. Touya seguía abrazándola, acariciando, consolando, confortando cada fibra de su alma herida.
-No sabía que podía ser así -dijo ella rompiendo el silencio, lo miró a los ojos-. No sabía que podía sentirme así -Touya sonreía acariciando su cabello-. Ojalá hubiera esperado…
-Shh -la silenció él con un dedo sobre sus labios-. No importa, no pienses en eso. Ahora eres mía y yo te pertenezco y nada lo cambiará -y la besó con suavidad.
-Leí tu cuestionario -dijo ella al terminar el beso-. Y lo comparé con el mío.
-¿El tuyo?
-Si, cuando diseñe el cuestionario lo contesté solo por diversión y lo guardé pensando… que algún día podría encontrar a alguien perfecto para mi.
-¿Y lo encontraste?
-Si, lo encontré. Yo también te amo Touya -confesó provocando que el contuviera el aliento temerosos de haber escuchado mal-. Si, Te amo -confirmó ella-. No te habría permitido hacerme el amor, sino fuera así.
-¿Confías en mi? -preguntó con voz entrecortada.
-Confío en ti.
Después de aquellas palabras, Touya la besó y Tomoyo apartó cualquier pensamiento y se dejó llevar.
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El sol empezaba a ponerse en el horizonte cuando Tomoyo despertó de su sueño. Aun se encontraba entre la deliciosa confusión entre el sueño y la vigilia cuando sintió unos labios acariciando suavemente los suyos.
-Hola -dijo él contra sus labios provocando que sonriera.
-Hola -respondió ella abriendo los ojos-. ¿Hace mucho que estás despierto? -preguntó jalando la sábana para cubrir mejor su desnudez.
-Más o menos
-¿Por qué no me despertaste? -volvió a preguntar sin retirar sus ojos de los de él.
-Disfrutaba mucho contemplando a la mujer hermosa y sexy que está en mi cama.
-¿En tú cama?
-Nuestra cama -corrigió estrechándola entre sus brazos, experimentando una satisfacción completa y la besó intensamente.
Mientras lo besaba Tomoyo pudo percibir un dulce olor que la hizo detener el beso curiosa.
-¿Qué es ese olor?
Touya respondió haciéndose a un lado para que ella pudiera verlo con sus propios ojos. Tomoyo se incorporó rápidamente mirando con incredulidad. Rodeando la cama había toda clase de arreglos florales, tantos que la cama bien podrías estar sobre un campo de flores.
-¿Qué hiciste? -le preguntó sin aliento y se dio cuenta que él se había puesto los pantalones pero iba descalzo y con el torso descubierto. También notó la botella de champán y las dos copas sobre la mesita de noche.
-He descubierto que duermes profundamente -respondió alegre-. Hice unas llamadas y me trajeron todas estas flores, la dueña de la florería me adora, aunque no podría decir lo mismo de los jóvenes que subieron los arreglos.
-¡Te ayudaron a meterlos aquí! -apretó la sábana contra su cuerpo horrorizada.
-Claro que no -objetó con firmeza-. Jamás permitiría que alguien te viera así, ese es un privilegio que prefiero reservar solo para mi.
-Touya, esto es precioso -susurró maravillada y le tomó la cara entre las manos para besarlo.
-Falta algo más -la detuvo pues sabía que si la besaba no se detendría. Buscó en uno de sus bolsillos del pantalón y saco una caja de una joyería.
Se la ofreció sin palabras. Ella miró la cajita como si le fuera a explotar en cualquier momento.
-¿Qué es eso?
-Ábrelo y verás.
-No me atrevo -confesó inmóvil.
-Es un anillo de compromiso -dijo abriendo la caja él mismo.
-¿Has dicho un anillo de compromiso? Pero… pero…
-Lo compré el día que nos conocimos, también compré la cama. Lo hice por impulso -añadió él con rapidez, alarmado por el asombro que ella tenía en el rostro-. Solo sabía que algún día te pediría que fueras mi esposa, y que haríamos el amor en esta cama. Las cosas se dieron al revés, pero no importa.
-¡OH, Touya!
-¿Qué? ¿Qué pasa?
-¿Por qué Touya? ¿Por qué haces esto?
-Porque te amo -explicó él con sencillez-. Te amo de verdad. ¿Tú me amas?
-Si -susurró ella.
-Cásate conmigo -pidió él.
-No sé… -dijo ella muy triste mientras apartaba la mirada. Suavemente, él le giró la cabeza para que volviera a mirarlo.
-Cariño… ¿qué es lo que no sabes? ¿Tienes miedo de amarme?
-¡No!
-¿Crees que puedas conocer a alguien que te guste más que yo?
-No creo que eso pudiera pasar -dijo ella con una sonrisa.
-¿Me crees cuando te digo que te amo?
-Si, Touya, te creo… pero, realmente no nos conocemos tan bien.
-Sé todo lo que tengo que saber de ti. Mi gran defecto es que tengo un temperamento fuerte y puedo llegar a ser sobre protector -le recordó-. Pero puedo prometer, tratar de controlarme. Y se que puedo no puedo vivir un solo momento sin ti.
-OH Touya, ¿tanto así me amas?
-Y mucho más -aseguró con un suave beso en los labios-. Podemos esperar a que regresen nuestros padres y Sakura de sus respectivos viajes. Todavía no tenemos que poner fecha, solo di que si Tomoyo. Acepta ser mi esposa.
Tomoyo se mordió el labio pensando que estaba en la casa de sus sueños con el hombre de sus sueños, rodeada por flores. ¿Qué más podía pedir?
Señorita Cupido se convirtió en la señora de Touya Kinomoto una tarde de primavera.
Con familiares y amigos como testigos dio el si con todo el amor y la alegría que había en su corazón.
Y besó a su esposo llevando en su vientre un secreto que más tarde revelaría en la privacidad de su habitación.
- FIN -
Nota de la autora: Estoy muy emocionada, me ha costado poder terminar este fic, se que es muy corto y se que hay mucha tela de donde cortar, pero es mejor así. Podría haberlo dejado para después de Simplemente pero la idea y sentimiento se me escaparían y necesito concentrarme en Simplemente si quiero entregarles un trabajo de calidad. Se que no dije cuantos años tenia Tomoyo así que para los que quieran saberlo tiene 25, el ex novio recibirá su castigo, no olviden que ya lo estaban persiguiendo con una demanda. Y fueron felices para siempre…