Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Simplemente... ¿amigos? ❯ Capítulo 24 ( Chapter 24 )
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Simplemente… ¿amigos?
Por Daulaci Serv
Con los personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
CAPITULO 24
Nakuru no podía apartar la vista de la puerta del despacho de Eriol y se mordía los labios constantemente al mismo tiempo que sus manos nerviosas no dejaban de moverse por su escritorio.
Hacía ya un buen rato que Touya Kinomoto había entrado al despacho, ¿de qué estarían hablando?, ¿qué podían estar planeando?
Sabía que esta sería la única entrevista que ellos mantendrían a la vista de todos en la oficina, después de eso el contacto sería única y exclusivamente a través de ella. Y eso la ponía tremendamente nerviosa.
Después de pasar la noche anterior prácticamente en vela, convenciéndose a sí misma que Kinomoto no podía afectarla de ninguna manera, había llegado al trabajo preparada para su nuevo compañero, pero todo el trabajo mental había salido volando por la ventana en el mismo momento en que él atravesara la puerta del elevador.
Lo había notado apenas puso un pie en el piso y sabía que no era la única, ¿cómo ignorara aquel hombre moreno, alto y guapo? Ella era consciente de su pulso acelerado apenas verlo.
“Buenos días”, la había saludado él con su voz grave y masculina, ella murmuró una réplica mientras se perdía en sus ojos castaño oscuro.
Afortunadamente Eriol había llegado un minuto después y lo hizo pasar a su despacho librándola así de hacer un papelón enfrente de todo el grupo de secretarías.
Todas ellas no paraban de hacerle señas y ya sabía lo que significaba. Algún momento libre aprovecharían para acorralarla en el baño y bombardearla con preguntas.
Súbitamente todas volvieron a su trabajo y no tuvo que preguntarse el motivo pues justo entonces, apareció en su campo de visión Kaiganase el asistente de Hironobu y supo que iba a hablarle pues no apartaba la vista de ella.
-Buenos días señorita Akizuki -saludó el hombre con formalidad y al ver la puerta de su jefe cerrada se inclinó en el escritorio.
-Buenos días señor Kaiganase -respondió cortante y fingió trabajar en su computadora.
-Dime quería querida Akizuki -continuó en un tono más bajo-. ¿Cuándo nos dejaremos de tanta formalidad y empezaremos a tutearnos?
-“Cuando el infierno se congele” -pensó ella-. La formalidad no tiene nada de malo, sobre todo entre compañeros de trabajo.
-Pero los compañeros de trabajo también son amigos, ¿O no?, ¿cuándo vas a aceptar cenar conmigo?
-“Cuando el infierno de congele y se vuelva a descongelar” -pensó molesta y antes de poder replicar el teléfono comenzó a sonar, con alivio colocó la mano sobre el mismo-. Lo siento Kaiganase, estoy ocupada, hablaremos otro día -y sin darle tiempo a responder contesto la llamada-. Oficina de Eriol Hiraguizawa, buenos días.
-Hasta luego cariño -se despidió el hombre.
Nakuru frunció el ceño pero no lo miró y trato de concentrarse en la llamada.
-Perdone pero no logro escuchar bien, podría repetirme su nombre.
-Habla Kaho Mizuki, Nakuru -respondió la voz con impaciencia.
-Señorita Mizuki que gusto escucharla -mintió Nakuru con una mueca-. ¿En qué puedo servirle?
-Quiero hablar con Eriol.
-Lo siento señorita pero el señor Hiraguizawa tiene una reunión en este momento, ¿gusta dejarle algún mensaje?
-Últimamente siempre está ocupado -se quejó Kaho-. No estarás negándomelo ¿verdad? Porque si es así…
-Señorita Mizuki, mi jefe ha estado muy ocupado estas últimas semanas. Además jamás me atrevería a mentirle a las amigas del señor Hiraguizawa. “No a menos que él así lo solicite” -pensó sonriendo.
-Como sea -replicó Kaho sin creerle una palabra-. Puedes decirle a tu jefe que muy pronto estaré en Japón y pienso buscarlo. Yo misma comprobaré si está ocupado para mi o no.
-Yo le pasaré su mensaje, gusto en saludarla. Buenos días -y colgó antes de que la modelo se le adelantara como siempre lo hacía-. Al fin mi jefe se dio cuenta de la arpía que eres -comentó mirando el teléfono.
Justo entonces la puerta de Eriol se abrió sobresaltándola, los dos hombres salieron.
-Será un placer trabajar para usted señor Hiraguizawa.
-Es usted la persona que necesitamos -dijo Eriol estrechando su mano-. ¿No te parce Nakuru?
-Si claro -asintió la joven.
Eriol notó entonces que Kaiganase estaba cerca y con los oídos bien puestos en lo que ellos hablaban-. Como sabe señor Kinomoto, Nakuru es mi secretaria pero muy pronto tendrá el puesto de asistente personal, así que necesitamos de alguien confiable que ocupe el puesto que deja y trabajara estrechamente con ella.
Al oír esto último Nakuru trató de corresponder a la sonrisa de Kinomoto y no pudo evitar sonrojarse.
-Nakuru es la persona más competente y leal que conozco -continuó Eriol-. Está al tanto de todo lo que sucede en la empresa, así que tiene mucho que aprender de ella.
-Estoy seguro que si -respondió Touya.
-Nakuru, ¿por qué no le muestras las instalaciones al señor Kinomoto? Después puedes explicarle cuáles son sus funciones.
-Muy bien -asintió Nakuru y espero a que Eriol entrara a su oficina antes de dirigirse al hombre-. Empezaremos por este piso, ¿le parece bien Kinomoto?
-Touya -la corrigió él-. Quedamos que me llamarías Touya
Nakuru se sonrojo furiosa, pero sabía que Kaiganase estaba cerca y se contuvo.
-Muy bien Touya, sígueme.
-A dónde tú gustes Nakuru.
La siguiente media hora le pareció interminable, Nakuru trató de darse prisa y le explicó el funcionamiento de la empresa. Lo presentó con el personal con el que tendría más contacto y le mostró las oficinas de Hironobu. También hubo oportunidad de presentarle a Kaiganase quien muy convenientemente se tropezó con ellos e incluso le ofreció salir a tomar una copa algún día, por supuesto si Nakuru los acompañaba mejor. Ella no se molesto en contestar y siguieron su camino.
-Esta es la cafetería -dijo Nakuru mostrándole el amplio comedor-. Al fondo te sirven la comida. Los empleados no están obligados a comer aquí, pueden hacerlo en alguno de los restaurantes que hay cerca, hay muchos sitios agradables.
-Tal vez algún día podrías aceptar comer conmigo en alguno de ellos -sugirió Touya.
-Tal vez -concedió ella sabiendo que era parte del plan que los vieran juntos.
-Ahora podríamos tomar un café -dijo él.
-No lo sé, ya hemos tardado mucho y Eriol podría…
-El señor Hiraguizawa seguro no se molestara.
-Es posible que no -casi gruño ella. Juntos buscaron una mesa vacía y mientras ella se sentaba, Touya fue a buscar el café.
Justo en ese momento Kaiganase apareció en la cafetería y lo más sorprendente de todo es que lo hizo acompañado de su jefe. Hironobu nunca se tomaba la molestia de aparecer por la cafetería, nunca se mezclaba con los empleados. Nakuru supo que estaba ahí para ver al nuevo empleado de Eriol.
Nakuru aspiró nerviosa y supo que esta era la oportunidad para mostrar un poco de interés en Kinomoto así que se volvió a mirarlo y se concentró en el hombre. No es que la vista fuera desagradable, todo lo contrario. Kinomoto podía ser un simple empleado, pero la seguridad con que se desenvolvía lo hacía parecer el dueño del mundo. Su alta figura, sus anchos hombros, la seriedad en su porte. Seguramente hacía ejercicio y aún así no parecía torpe. Pudo ver que apenas y le sonrió a la señorita que le sirvió el café pero la chica se sonrojo y como no, seguro tenía una sonrisa encantadora, Nakuru suspiró imaginando su sonrisa, una sonrisa de verdad mostrando sus dientes y con un brillo en su mirada. En cuanto lo vio darse la vuelta apartó la mirada y fingió pensar en otras cosas.
-Aquí está tú café, con leche y azúcar ¿verdad?
-Si, así es -asintió ella.
-Tal y como me gusta a mi -susurró él antes ofrecerle la taza.
En su apuro por tomar la misma, Nakuru vertió un poco del café caliente en las manos de ambos.
-Lo siento tanto -dijo afligida y tomo una servilleta de papel y trató de secar las manos de Touya-. Generalmente no soy tan torpe.
-No te preocupes -dijo Touya haciendo las tazas a un lado y también tomo una servilleta-. Creo que te has quemado tú más que yo -con cuidado tomó su mano y dio unos suaves toques con la servilleta para que absorbiera la humedad en el dorso-. Tienes una piel muy blanca y muy delicada -dijo pasando el pulgar por la superficie enrojecida.
-No es necesario -negó ella tratando de apartar la mano pero él la retuvo.
-Espero que no te duela.
-N-no, pa-para nada -tartamudeo nerviosa.
Touya encontró encantador que justo en ese momento evitara mirarlo a los ojos cuando durante todo el recorrido ella le sostuvo la mirada en todo momento y mantuvo una actitud impasible. Sonrió y se inclinó para depositar un leve beso sobre su mano.
Nakuru contuvo el aliento desde el mismo momento en que lo vio inclinar la cabeza, abrió los ojos cuando se dio cuenta de lo que pretendía y casi sintió explotar su corazón al sentir el roce de sus labios. Touya levantó la vista y colocó la otra mano sobre la de ella, se miraron fijamente, ella con sorpresa y él… no sabía descifrar lo que había en su mirada pero parecía calentarla por dentro.
Apartó la mirada confusa y decidió mirar en otra dirección pues necesitaba volver a respirar, lentamente llenó de aire sus pulmones pero de nuevo se paralizaron cuando vio que Kaiganase y Hironobu no perdían detalle de lo que habían presenciado. Entonces sí que apartó la mano con fuerza.
-Nos están mirando -susurró concentrándose en su café.
-Esa es la idea ¿no?
Nakuru levantó la vista con rapidez, para encontrarse con su mirada ahora fría. Él sólo estaba actuando, debió adivinarlo, ese era el plan. Se regaño así misma y se concentró en su café, no volvería a olvidarlo, se prometió a si misma dando un sorbo.
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Shaoran distraído golpeaba con su pluma el escritorio.
-¿Señor Li? ¿Señor Li? -insistió su secretaria.
-¿Eh? ¿Qué? Perdón Minamoto, ¿qué me decía?
-Termine de leer la carta, le preguntaba si quería añadir algo más.
-¿A ti te parece que le falta algo? -preguntó a su vez con confianza.
-No señor, me parce que no.
-Muy bien, entonces eso es todo de momento -la secretaría no dijo nada y se puso de pie para dirigirse a la puerta-. Minamoto no cierre la puerta cuando salga por favor.
-Como guste -sonrió la mujer y salió.
Shaoran suponía que Usagi Minamoto ya sospecharía el porqué de sus insistencia esa mañana en dejar la puerta abierta. Minamoto además de ser una mujer hermosa era muy inteligente y eficiente, está felizmente casada. Cualidad de Shaoran valoraba mucho.
Volvió a juguetear con su pluma y trato de concentrarse en la enorme cantidad de trabajo que tenía sobre el escritorio pero antes levantó la vista y la dirigió hacia la puerta, afuera y justo frente a él estaba Sakura Kinomoto, sentada detrás de un escritorio trabajando arduamente en la organización de la gala benéfica y haciendo estragos es su corazón.
Vio a su secretaria pasar un momento por el escritorio de Sakura y le ofreció una taza de café al tiempo que la ocultaba de su campo de visión. Minamoto debió hacer algún comentario gracioso porque la oyó reír, el sonido cautivaba sus sentidos y no era la primera vez que la oía esa mañana.
Minamoto volvió a su escritorio dejando el café en el de Sakura, ella tomaba el teléfono y marcaba un número que leía en su agenda, la había visto haciendo esas llamadas la mayor parte del tiempo.
No podía escucharla pero trataba de imaginar lo que decía y con quien hablaba, un segundo después vio que sonreía, una sonrisa igualmente encantadora, una sonrisa que lo desarmaba. Su pulso se aceleró entonces, la misma reacción que lo asaltaba cada vez que estaba cerca de Sakura.
Vio que se acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja y después se inclinó para escribir en su agenda. Por debajo de la mesa la vio cruzar y descruzar las piernas de manera distraída.
Apenas y alcanzaba a ver su rodilla pero sabía exactamente cuál era el largo de la falda y no podía evitar preguntarse que tanto se levantaría la misma ahora que estaba sentada. Con ese traje formal y las zapatillas de tacón alto, Sakura se veía encantadora y verla cruzar las piernas solo lograba disparar su libido y preguntarse también si la piel sería tan sedosa como imaginaba y sin tan solo él pudiera…
-“¡Basta!” - se regaño internamente y sintiéndose acalorado se aflojo un poco la corbata obligándose a fijar su atención en los papeles del escritorio.
Ya sabía que era un error pedirle a Sakura que fuera a la oficina a trabajar con el pretexto de que él tenía muchos pendientes, solo para tenerla cerca. Los dos últimos días habían sido casi imposible hablar con ella. Meiling los había acompañado a cada sitio al que iban y Sakura parecía aprovechar su presencia para evitar cualquier tema personal.
Así que no le había quedado más remedio que hacerla ir a la oficina para alejarla de Meiling. Aspiró con fuerza y volvió a mirarla. Miró su reloj, pronto sería la hora de la comida, tenía que darse prisa, adelantar tanto trabajo como pudiera e invitarla a comer, no podría negarse, no la dejaría. Decidido tomó los papeles más próximos y se concentró en leerlos.
Sakura mientras tanto colgó el teléfono e hizo una última anotación en su agenda. Tomó la taza de café y dio un sorbo levantando la vista por encima de la taza para mirar con disimulo a Shaoran.
Se veía tan diferente ahí en su oficina, tan dueño de su mundo, leyendo, escribiendo, firmando importantes oficios. A veces parecía un poco desesperado pasándose las manos por el cabello y frunciendo el ceño, a veces incluso sonrojado pensó Sakura con una sonrisa.
Hoy era el tercer día que pasaban juntos aunque nunca estaban solos. Su prima Meiling Li había insistido en acompañarlos a cada sitio al que iban y aunque trataba de ayudar solo entorpecía algunas decisiones, como cuando escogieron el diseño de las invitaciones. Casi se habían vuelto locos escogiendo colores y presentación, Meiling había querido imponer sus ideas. Al final Shaoran la había distraído con su encanto mientras Sakura tomaba la decisión final y hacia la orden.
La señorita Li la había desconcertado al principio con su carácter tan fuerte y decidido, pero después notó las similitudes entre los primos y llegó a la conclusión que dos personas que había sido criadas juntas (como tanto presumía ella), no podían ser muy distintas. Aunque a ella pareció molestarle mucho cuando Shaoran insistió cada vez en invitarla a comer con ellos y después no paraba de hablar y contar anécdotas de ellos juntos, cosa que Sakura terminó disfrutando pues la mayoría eran de su niñez. Como el famoso compromiso entre ellos, que terminó cuando llegaron a la adolescencia.
Shaoran se sonrojo y molestó mucho cuando Meiling comentó el compromiso, lo que provocó una discusión tan infantil que Sakura se disculpó de inmediato y corrió al baño para estallar en carcajadas a gusto. Cuando regresó a la mesa todo estaba tranquilo pero ya no pudo ocultar la sonrisa que le provocaba verlos juntos.
Al final llegó a la conclusión de que Meiling Li no era tan dura como ella misma se esforzaba en aparentar.
No le agradó mucho cuando se enteró que Shaoran y ella trabajarían todo el día en la oficina pero se contento con la idea de pasar la mañana al sol en la piscina, lo que provocó otra pequeña discusión cuando llevaban a Sakura a su casa.
Flash Back -
-Ya que insistes en que deben trabajar todo el día y dejarme sola en casa, pasaré la mañana en la piscina -decía Meiling con un puchero.
-Me parece bien -gruñó Shaoran apretando el volante del auto.
Como ya era tarde había decidió terminar por ese día y Shaoran había insistido en llevar a Sakura a su casa, misma que iba sentada en el asiento trasero mirando hacia afuera al tiempo que sonreía.
-Si quieres mañana puedo pasar por ti para ir a la oficina -ofreció Shaoran mirándola por el espejo retrovisor.
-No gracias, no es necesario que te desvíes tanto.
-No me molesta.
-Mi hermano me llevará, le queda de paso ahora que está trabajando para Eriol.
-Como quieras.
-Ahora que lo pienso -dijo Meiling distraída-. Creo que a piscina necesita limpieza. Kinomoto podrías llamar mañana a primera hora para que lo hagan.
-Sakura no tiene porque hacer esas llamadas. Wei lo hará.
-Dijiste que Wei estaba ocupado para acompañar a Kinomoto a la imprenta y a la florería, supongo que también estará ocupado para esto.
Sakura levantó la vista sorprendida y se encontró con los ojos de Shaoran en el espejo retrovisor.
-A mi no me molesta ayudar a la señorita Li con esto, con gusto llamaré para que limpien la piscina -a los pocos minutos llegaron a la casa de Sakura y esta se apresuró a bajar-. No tienes que acompañarme a la puerta Shaoran gracias. Buenas noches que descansen -y dicho esto se encaminó apresurada a la puerta.
-Kinomoto -gritó Meiling haciendo que se volviera-. No me caes tan mal -y agitó la mano despidiéndose.
Fin Flash Back -
Sakura sonrió con el recuerdo, a ella tampoco le caía tan mal la señorita Li. Dejo su café a un lado y se dispuso a revisar la lista de invitados. Pero, una vez más y casi sin proponérselo volvió a mirar a Shaoran.
¿Por qué tenía que ser tan guapo? Se preguntó suspirando. Tan serio y tan concentrado, con ese ceño fruncido tan característico en él. Se veía tan atractivo aunque parecía enojado, pero Sakura sabía que no era así.
También sus sonrisas eran devastadoras, pocas veces lo había visto sonreír pero cada vez le habían provocado un vuelco en el estómago.
Su prima lo había hecho reír, reír de verdad a carcajadas, echando la cabeza hacia atrás y mostrando el blanco de sus dientes y ella sintió envidia porque hubiera querido ser ella quien lo hiciera reír.
Negó con la cabeza y volvió a la lista. Aún no sabía qué era lo que sentía respecto a Shaoran. Él había confesado que ella le gustaba y sabía que también esperaba que ella le dijera algo al respecto y que aceptara que él también le gustaba.
Pero… ¿cómo negarlo? Pensó con resignación. Sobre todo cuando la besaba y abrazaba, cuando sentía sus enormes manos recorriendo su espalda y su cálido aliento contra sus labios.
Incluso a veces como en ese momento que podía sentir su mirada y tenía que admitir que aunque la incomodaba la excitaba al mismo tiempo.
Pero también había algo más a lo que no paraba de darle vueltas y era a aquel retrato que había visto en la mansión Li, con aquel hombre vestido con el mismo traje que usara el misterioso hombre de la fiesta de disfraces.
¿Quién era él? ¿Qué relación tenía con los Li? Tenía que averiguarlo, tenía que preguntarle a Fuutie. Sabía que ella iría esa tarde a la oficina, ya no debía tardar en llegar, la invitaría a comer y había lo imposible por averiguarlo todo.
-Buenas tardes -saludó una voz masculina.
Sakura dio un respingo y levantó la vista, no había notado al joven que estaba parado junto a su escritorio y que en ese momento le sonreía.
-Buenas tardes -respondió ella.
-¿Eres nueva aquí? No te había visto antes.
-Bueno, se puede decir que si, pero solo temporalmente, estoy haciendo un trabajo para el señor Li.
-¿Cómo te llamas?
-Sakura, Sakura Kinomoto.
-Yo soy Aigasagaki Hirobu se presentó estrechando su mano y sosteniéndola más de lo necesario-. Soy el mensajero de la empresa, el mejor si me permites decirlo. Siempre ando de arriba abajo, así que seguro nos veremos con frecuencia, si necesitas cualquier cosa…
-Sakura -la llamó Shaoran desde la puerta de su oficina-. Ven un momento y trae todo el trabajo que hayas adelantado.
-¿Cómo? -Preguntó confundida por su tono autoritario y miró los papeles en su escritorio-. Ah si, claro, en seguida -al ver que Shaoran no se movía se puso de pie y se apresuró a recoger todos los papeles-. Es un placer conocerte Aigasagaki. Hasta luego.
-Hasta luego -se despidió el hombre con una sonrisa y siguió con su trabajo.
Shaoran solo se movió lo necesario para cederle el paso a Sakura y una vez que ella estuvo dentro se inclino hacia el escritorio de Minamoto.
-Puedes irte a comer.
-Pero aún es temprano.
-Lo sé, aprovecha el tiempo libre.
-Como usted diga jefe -sonrió Minamoto y cuando el hombre cerró la puerta añadió-: Gracias Sakura.
-Siéntate por favor - ofreció Shaoran a la joven señalando una silla y después el hizo lo mismo detrás de su escritorio.
Sakura sin esperar más empezó a relatarle los avances que había hecho ese día.
-Lo primero que hice esta mañana fue llamar al limpia piscinas, volví a hablar con él hace un momento y el trabajo está hecho.
-No era necesario que hicieras eso.
-Lo hice con mucho gusto -sonrió y continuó-: Ya tengo las copias de las cartas sobre la participación de los empleados. También tengo los informes sobre la asociación, tengo todo listo para enviarlos a la imprenta y que haga los folletos. Lo que me recuerda que la señorita Li llamó y me preguntó algo sobre una mesa de billar pero yo no supe…
Shoaran apenas y le prestaba atención aún trataba de controlar la furia repentina y punzante que sintió cuando vio a ese hombre tomando la mano de Sakura.
Casi se vio a si mismo levantando al hombre por la camisa para azotarlo contra la pared. ¿Cómo se había atrevido a tocarla?
Se supone que ella estaba ahí segura, a salvo de las miradas de otros hombres. Porque podía soportar que algunos la miraran al pasar porque él estaba a su lado, pero ahí en su propia empresa…
Parpadeó confuso cuando ella le extendió unos papeles y los tomó mecánicamente. Trató de leer lo que decía pero las letras bailaban frente a sus ojos, aún podía ver todo rojo. Distraído se apretó el puente de la nariz con los dedos y después se paso la mano sobre el cabello.
-Te ves agotado -comentó Sakura compasiva-. Y muy tenso.
Dicho esto y siguiendo un impulso se puso de pie y se colocó detrás de él para darle un masaje.
Shaoran apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando sintió sus manos sobre los hombros.
-Pero si estás lleno de nudos -dijo con sorpresa y siguió masajeando sus hombros.
Shaoran no respondió pues no había palabras para expresar la gratitud que sentía al sentirla tan cerca, el contacto mágico de sus manos y la frescura de su perfume. Sakura por otro lado ya estaba lamentando su impulsiva acción, los hombros de Shaoran eran tan anchos y sus músculos firmes. Seguramente hacía ejercicio. Lo vio echar la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, suspirando agradecido.
Ella entonces hubiera querido inclinarse sobre él, extender las palmas sobre su torso, frotar su mejilla contra la de él y pegar la nariz en su barbilla y aspirar su colonia, tal vez darle un beso pequeñito en la porción de piel que la camisa dejaba al descubierto y después cuando él se volviera a verla acercarse más y besarlo.
Nerviosa por el rumbo de sus pensamientos, Sakura dio un paso atrás y decidió volver a su lugar.
-¿Por qué te detienes? -preguntó Shaoran y la tomó de la mano para evitar que se alejara.
-Yo… ya terminé.
-No me parece, dijiste que estaba lleno de nudos, seguro te tomara algo más que un par de minutos para deshacerlos.
-No fueron un par de minutos -dijo tratando de bromear.
-Tienes una sonrisa preciosa -dijo él poniéndose de pie, Sakura trató de soltarse pero él no la dejo y la atrajo hacia sí, para después con un dedo delinear el contorno de sus labios-. Me gusta verte sonreír -inclinó la cabeza y buscó sus labios.
-¿Qué haces? -preguntó ella sin aliento.
-Estaba dejándome llevar por un impulso.
Ella miró nerviosa alrededor. Estaba atrapada entre Shaoran y el escritorio de modo que no podía apartarse. A pesar del pulso acelerado y los fuertes latidos de su corazón intento aparentar tranquilidad.
-No es el momento, ni el lugar para dejarse llevar por un impulso, además yo no soy la clase de mujer que…
-Tú - la interrumpió poniendo una mano en su cintura-. Eres la mujer más sexy que he conocido en mi vida -lenta y deliberadamente la atrajo hacia si-. Eres como una llama -con un solo dedo fue trazando los contornos de su rostro, apartando un mechón de su cabello para después seguir con los pómulos-. Tus ojos hacen que un hombre piense… -lo vio pasar saliva y cerró los ojos cuando trazó el puente de su nariz y seguir bajando hasta su barbilla-. Y tus labios son un ensueño -añadió susurrando-. Ábrelos, Sakura.
Ella lo hizo sin dudarlo, Shaoran enredó los dedos en su cabello y le enseño como debía ser un beso, caliente, irresistible e inesperado.
Sakura se entregó a sus brazos, deslizó las manos por su pecho y lo besó con pasión. Fue fantástico.
Shaoran respiró con fuerza al sentir que se apretaba contra él, sintió el cuerpo flojo y se dejó caer sobre la silla arrastrándola con él. Con Sakura sentada sobres su piernas no pudo resistirlo más y sus manos viajaron temblorosas por el frágil cuerpo.
Casi perdió la cordura cuando ella comenzó a imitar sus movimientos y metió las manos por debajo del saco.
-Tú - murmuró con voz entrecortada mientras besaba su cuello-. Eres la tentación en persona y me muero por ti.
Tomó el delicado rostro ente sus manos y se miraron. Sakura tenía el rostro sonrojado y la mirada nublada. Shaoran sabía que había llegado el momento de detenerse pero no sabía cómo, no podía.
-Me gusta -murmuró Sakura tomando aire y delineando sus labios como él lo hiciera antes-. Me gusta cuando me besas así.
Y dicho esto le dio suaves y fugaces besos en los labios. Shaoran se dejó hacer observando con los ojos entrecerrados el hermoso rostro de Sakura y su expresión entregada, un sueño echo realidad.
-Sakura -gruñó él rendido y volvió a abrazarla para besarla con ternura. Introdujo la lengua en su boca y exploró suavemente.
Sakura dejo escapar un lánguido gemido, se sentía flotar, mareada, un mareo muy agradable. Hasta que un sonido molesto y constante la apartó de su ensueño.
Alguien llamaba a la puerta.
-¿Cerraste con seguro? -preguntó estando aún entre sus brazos.
-Por supuesto -sonrió Shaoran-. Déjalos que sigan llamando -y volvió a atraerla pero esta vez Sakura se resistió.
-¿Shaoran estás ahí? -preguntó una voz femenina desde fuera.
-Déjalo Meiling es obvio que no hay nadie.
-¡Fuutie y Meiling! -gimió Sakura desesperada y se puso de pie de un salto.
-Tranquila no pasa nada.
-¡No pasa nada! -casi gritó-. Son tu prima y tu hermana y ella es mi jefa; y me van a encontrar aquí con mi jefe temporal -recalcando esta última palabra-, haciendo… haciendo…
-Quieres calmarte -pidió él tranquilo. Sakura lo miró furiosa, al tiempo que se arreglaba el cabello y la ropa-. ¿Ves? -Señaló Shaoran a la puerta al no haber más ruido-. Ya se han ido.
-Shaoran ya te escuché -dijo Meiling desde afuera-. Abre la puerta, ¿quién está contigo? ¿Eres tú Kinomoto?
Sakura gimió con pesar y se llevó las manos a la cara sonrojada, sin mirar a Shaoran comenzó a recoger todos los papeles con su trabajo. Shaoran mientras tanto se limpió los labios con un pañuelo que guardo antes de abrir la puerta.
-¿Por qué cierras? -preguntó Meiling irrumpiendo en la oficina.
-Tal vez porque no quería ser molestado -replicó Shaoran frustrado.
-Hola Shaoran -saludó Fuutie sonriendo.
-Hola.
-¿Sabías que tu secretaria no está? -preguntó Meiling sentándose al lado de Sakura-. ¿Y tú Kinomoto, te sientes bien? Estás un poco extraña.
-Estoy bien -aseguró Sakura sintiendo que sudaba-. Hola Fuutie, ¿cómo estás?
-Hola Sakura, estoy bien, muy bien gracias -sonrió complacida mirando a su hermano y a su asistente-. ¿Cómo están ustedes dos? ¿Muy ocupados?
Shaoran miró a su hermana como si quisiera estrangularla en ese momento.
-Estábamos ocupados pero ya terminamos, ¿verdad Sakura?
-Sí, ya terminamos -respondió ella conteniendo un gemido.
-¡Qué bien! -Exclamó Meiling-. Tengo mucha hambre. Vayamos a un sitio lindo a comer.
-Sí, vayamos todos juntos -asintió Fuutie y tomó a Sakura del brazo para evitar que objetase-. Creo que tenemos muchas cosas que platicar -dijo lanzando una mirada significativa a su joven asistente.
Sakura negó con la cabeza pero sabía que le iba a tocar sufrir un interrogatorio por parte de Fuutie en la primera oportunidad que ésta tuviera. Entonces miró en dirección a Sahoran culpándolo de todo.
Meiling mientras tanto tomaba a su primo del brazo y lo llevaba con ella hacia la puerta.
-“Genial” -pensó Shaoran para sus adentros-. “Un paso adelante y dos atrás”.
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Para Tomoyo el día del concurso había empezado muy bien. Se dedico parte de la esplendida mañana a arreglar su departamento nuevo, recibió la cama que había comprado y también el comedor. Estaba tan entusiasmada que se le paso el tiempo muy rápido.
Regresó a la casa de los Kinomoto a arreglarse para el concurso. Se esmeró mucho pensando en que cenaría con Eriol y platicarían sobre ellos, sobre su relación.
La primera nota triste de la tarde, fue justo antes de que llegara Etsuya por ella y Sakura le dijera que no podría asistir al concurso, tenía que arreglar un imprevisto y no le quería tiempo para acompañarla.
Tomoyo resignada insistió en que no se preocupara pues entendía lo importante que era la gala benéfica para Sakura.
Por fin Etsuya pasó por ella y se desvivió en halagos por su nueva apariencia sexy. Se mostró muy entusiasmado pues así todo el mundo podría entender lo que él había querido plasmar en su obra.
Llegaron a un centro de convenciones muy importante donde se llevaría a cabo la premiación. Las puertas aun no estaban abiertas al público pero a ellos les permitieron el paso al identificarse Etsuya como uno de los concursantes.
Otros concursantes ya están ahí, todos habían sido citados antes para ser entrevistados y fotografiados con sus obras.
Mientras Etsuya daba algunos datos a los organizadores Tomoyo deambulo por el inmenso salón donde las obras estaban dispuestas. La iluminación era estupenda, lámparas especialmente brillantes iluminaban desde el techo cada una de las obras resaltando sus formas y matices. Tomoyo se detuvo a ver una en especial que se detuvo a ver una en especial a la que no le encontró forma alguna y cuyo título era “sabiduría” y ella pensó que ni el más sabio de los hombres podría descifrarla.
Se dio la vuelta con una sonrisa en los labios que desapareció de su rostro en cuanto tuvo frente a ella otra obra. Abrió la boca lanzando una exclamación y al darse cuenta que la miraban se llevó las manos a la cara y caminó directo a la obra de Etsuya.
Era una silueta curva de bronce. Era una forma femenina, alta, delgada, desnuda. Tenía los brazos levantados bien alto, el cabello de cobre cayendo hacia atrás. La expresión en su rostro era suave con los ojos cerrados, los labios entreabiertos. El rostro echado un poco hacia atrás, la figura se curvaba un poco hacia adelante, los senos quedaban expuestos, una pose sin lugar a dudas muy sensual. Etsuya la había llamado simplemente “Mujer”.
Era la escultura de Etsuya sin duda y no tenía que ver el cartel con su nombre para comprobarlo, ella había posado de esa manera durante horas.
-¿Qué te parece? -preguntó Etsuya al llegar a su lado.-Es fabuloso, ¿cierto?
-Pero Etsuya… estoy desnuda.
-¿Y qué?
-Nunca dijiste…
-Nunca preguntaste.
-Pero yo supuse…
-Te equivocaste, además es mi mejor obra, no puedes negarlo. Y tú me ayudaste a crearla.
-Pero Etsuya, ¿qué pensara la gente? Pensaran que yo…
-¿Qué tu qué?
-Que posé desnuda.
-Eso no tiene importancia.
-¡Si la tiene!
-Claro que no, esto es arte Tomoyo -dijo con impaciencia-. Mira a tu alrededor, no es la única figura desnuda. Hay hombres, mujeres, niños. Hasta un viejo gordo por ahí.
-No me importa, debes prometerme que aclararás que no pose desnuda.
-No lo haré, dejemos que la gente imagine lo que quiera.
-¡Etsuya!
-Tomoyo por favor, es arte. ARTE. No pornografía.
-Eso no me tranquiliza.
-Pues debería. Ahora no digas nada más, ahí vienen a tomarnos fotos.
-¿Tomarnos?
-Si, a los dos. Les dije que traía a mi modelo y se mostraron muy interesados.
Los interesados resultaron ser los jueces del concurso, entre ellos el director de la universidad. Aunque trataron de mostrarse imparciales era obvio que la escultura de Estuya les gustaba. Y se sorprendieron del parecido en las facciones de la misma con Tomoyo. Lo saludaron y se mostraron corteses, la actitud que mostraron tranquilizo un poco a Tomoyo y comprendió lo que Etsuya intento explicar al decirle que no era pornografía. Solo había una cosa más que le preocupaba. ¿Qué diría Eriol?
Cuando por fin vio a Eriol ella estaba en el extremo opuesto. Etsuya era entrevistado para el periódico escolar pero eso no evitó que notara el momento en que Eriol se acercaba a la escultura de Etsuya.
Tomoyo hubiera querido correr a su lado pero Etsuya la tenía bien sujeta de la mano, además querían una foto de ellos dos juntos. Mientras tanto solo le quedó tener que conformarse con mirar y tratar de adivinar que era lo que Eriol pensaba aunque por su cara podía notar que no era nada bueno.
Eriol mientras tanto hacia acopio de todo su autocontrol para no dar de gritos y buscar a Nagano para darle su merecido. ¿Cómo se había atrevido a exponer a Tomoyo así? Porque sabía que ella no había posado desnuda. Tomoyo incluso le comentó alguna vez que nunca había visto la escultura pues Etsuya, quería que fuera una sorpresa y vaya si lo había sido.
Eriol bajó la mirada por la figura, la redondez de las curvas. Nagano había sido capaz de captar la belleza de Tomoyo. El muy desgraciado no solo tenía talento sino muy buena imaginación. Enrojeció furioso ante este pensamiento, entonces prefirió concentrarse en el rostro. Era el de Tomoyo de eso no había duda. La larga cabellera, las delicadas facciones, su dulce expresión.
Unas manos femeninas lo rodearon desde atrás por la cintura sobresaltándolo.
-Hola cariño -saludó Kaho desde atrás y le dio un sonoro beso en la mejilla-. Estabas tan concentrado en es escultura que casi me sentí celosa.
-¡Kaho! ¿Qué haces aquí? -preguntó Eriol desconcertado y se volvió a mirarla. Llevaba una blusa de manga larga y una escandalosa minifalda, con el cabello recogido y unas enormes gafas escondiendo sus facciones.
-¿Qué no es obvio? Vine a verte -respondió encogiéndose de hombros-. Le dije a Nakuru, que estaría en Japón unos días, es obvio también que no te pasó mi recado, seguramente no te ha pasado tampoco ninguno de los anteriores.
-Hemos estado ocupados.
-Eso me han dicho -dijo Kaho no muy convencida y barrió con la mirada la escultura-. Interesante.
-Pero, ¿cómo supiste donde…?
-Muy fácil, fui a buscarte a tu casa, justo cuando llegaba tu salías, así que te seguí. ¿Por qué no vamos a otro sitio?
-Vine a ver a alguien.
-¿Ah sí? ¿A quién?
-Buenas noches -saludó Nagano llegando con Tomoyo de la mano-. Los vi aquí tan absortos en mi trabajo que decidí acercarme. ¿Qué les parece?
Eriol no contestó más concentrado en Nagano y la forma en que pasaba la mano por la cintura de Tomoyo quien miraba a Kaho con disgusto y después pasaba la mirada a Eriol.
Kaho tampoco dijo nada pues notó al instante la actitud hostil de Eriol y de inmediato supo porque. Observó a Tomoyo y entrecerró los ojos para después posar su mirada en la escultura.
-Tú eres la modelo -dijo al fin con indiferencia.
-Sí, ella es mi modelo -respondió Etsuya orgulloso y acercó más a la chica.
-Interesante -comentó Kaho quitándose los lentes y mirando a Eriol.
-Gracias -sonrió Etsuya malinterpretando el gesto-. Pero si… eres Kaho Mizuqui -exclamó encantado, logrando que la modelo sonriera al fin-. Es un placer conocerte -estrechó su mano-. Ojalá algún día accedas a posar para mí.
-No posó desnuda -negó Kaho.
-Lástima.
-No posé desnuda -aclaró Tomoyo molesta.
-Cariño eso no es de la incumbencia de los demás -la regañó Etusuya y volvió a abrazarla-. ¿Y quién es el afortunado joven que la acompaña, señorita Kaho?
-Hiraguizawa -respondió Eriol entre dientes-. Y no estoy con la señorita, llegamos separados -añadió mirando a Tomoyo.
-Pero Eriol que grosero eres, claro que estamos juntos -y se inclinó contra su hombro.
-Eriol Hiraguizawa -concluyó Nagano-. Tomoyo me ha hablado de usted, tengo entendido que son amigos desde hace tiempo.
-Algo así -respondieron Tomoyo y Eriol al mismo tiempo.
Nadie pudo agregar nada más pues justo entonces anunciaron el inicio de la premiación.
-Ven cariño -dijo Nagano tomando la mano de Tomoyo-. Tenemos que buscar un lugar mejor -y sin despedirse la arrastró a la tarima donde los jueces se reunieron.
Tomoyo apenas tuvo tiempo de mirar a Eriol y vio como Kaho se abrazaba a él.
El director de la universidad dio un largo y aburrido discurso sobre la creatividad de los alumnos. Por fin se fueron anunciando los premios de 2º y 3er lugar. Los jóvenes artistas subieron al estrado a recibir su premio y dar un pequeño discurso. Después de algunas felicitaciones y fotos se guardo silencio para anunciar al ganador.
-Vamos, vamos -murmuraba Etsuya moviéndose nervioso.
-El primer lugar -anunciaba el director-. Nagano Etsuya y su obra titulada “Mujer”.
-¡Sí, sí! -gritaba Etsuya brincando en su lugar, después de algunos alaridos, volvió a tomar a Tomoyo de la mano para llevarla consigo.
La joven sonreía y aplaudía mientras el director le entregaba una medalla a Etsuya y un cheque. Después de eso Etsuya se apodero del micrófono.
-Conforme fui creando mi obra -dijo emocionado-, sabía que sería mi mejor creación hasta el momento. Y todo gracias a mi modelo.
En el momento en que la señaló, Tomoyo se sonrojó y negó con la cabeza a Etsuya quien ya la jalaba para que subiera a su lado.
-Ella es mi musa, mi inspiración y la mujer que amo -entonces para asombro de todos la tomó entre sus brazos y la besó.
Sus manos se cerraron alrededor de los brazos de Tomoyo y la atrajeron de un tirón hacia su cuerpo. Presionó sus labios contra los de ella. La joven sentía un destello de curiosidad. Eriol era el único que la había besado, pero al instante su curiosidad se volvió asco. Etsuya no olía tan delicioso como Eriol. La tomaba de los brazos con demasiada fuerza y apretaba los labios de ella contra sus propios dientes. No sentía nada del maravilloso calor que había experimentado con Eriol. No, se sentía aburrida. Incómoda. Deseaba fervientemente estar en otro lugar. Cerró con firmeza los labios y deseó que terminara pronto.
Cuando Etsuya por fin la soltó la multitud aplaudía emocionada. Ella buscó entre la gente pero ya no puedo ver a la única persona que le interesaba.
Eriol se había ido y Kaho con él.
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Tomoyo todavía no sabía cómo todo había salido tan mal y sobre todo como es que había terminado ahí, sentada en una silla sola, rodeada de gente extraña que reía, bebía y bailaba por todo el lugar.
Después del beso que Etsuya le había dado frente a todo el mundo y de la desaparición de Eriol y Kaho, Tomoyo se había sentido tan furiosa como triste y este último sentimiento fue el que al final la invadió completamente.
Tal vez por eso se había dejado convencer tan fácilmente por Etsuya para ir a celebrar a su casa con algunos amigos. Todo ellos eran un poco raros y escandalosos. Sobre todo Ochida quien primero estaba besando a una chica y después a otra, las dos tan ebrias como él. Esa era una señal, tenía que salir de ahí.
Camino por el lugar, evitando a los jóvenes que trataban de bailar con ella o de volver a llenar su vaso, sin importarles que el vaso en cuestión estaba casi lleno. Tenía que encontrar a Etsuya o por lo menos su abrigo, afortunadamente la bolsa la tenía con ella.
-Hola cariño, ¿me buscabas? -saludó Etsuya con un vaso en la mano.
-Sí, quiero mi abrigo, me voy a casa.
-No puedes irte todavía, es muy pronto.
-Lo siento Etsuya pero no me siento de humor, me voy.
-Como quieras -replicó Etsuya dando un buen trago de su bebida para después limpiarse la nariz con insistencia-. Acompáñame.
-Pero mi abrigo…
-Iremos por el.
Tomoyo lo siguió entre el tumulto de gente, Etsuya bailaba y bromeaba con todos mientras se abría paso. Al fin llegaron a la escalera y fueron subiendo, en su camino se encontraron con algunas parejas que se besaban sin pudor. Al llegar arriba Etsuya siguió hasta el final del pasillo a la última puerta y la abrió.
-Hola chicos, ¿se divierten?
Cuando Tomoyo se asomó contuvo una exclamación al ver a un hombre sin camisa y subiéndose la cremallera del pantalón, una chica sentada en la cama, con el maquillaje corrida se abrochaba el sujetador. Al ver su expresión sonrió con burla y se colocó la blusa con torpeza.
-Tienes una cama estupenda amigo -dijo el hombre pasando un brazo por los hombros de la mujer.
-Cuando quieras -sonrió Etsuya y los despidió.
En el momento que Etsuya cerró la puerta el ruido de afuera se amortiguó, el olor y el desorden de la cama ahora ocupaban toda la atención de la joven.
-¿Y mi abrigo?
-Debe estar por aquí -dijo Etsuya encogiéndose de hombros, Tomoyo recelosa empezó a buscar-. ¿Por qué no te quedas un rato más?
-Ya te dije que no estoy de humor.
-Es por el tal Hiraguizawa.
-No debiste besarme -dijo ella al fin.
-¿Por qué no? Prácticamente te declaré mis sentimientos frente a todos.
-Tú no me quieres Etsuya, fue la emoción del momento.
-Yo no lo creo, llevó sintiendo esto desde hace tiempo, desde que moldeaba tu figura con mis manos -sin aviso la abrazó por la cintura.
-¡Etsuya! -protestó ella.
-¿No lo sientes cariño? ¿No sientes el calor?
-¡No! -gritó Tomoyo y sintió que un escalofrío recorrió su espina dorsal.
Etsuya cubrió su boca acallando sus protestas con un beso duro y ardoroso. Tomoyo luchó como pudo pero solo logró que trastabillaran y su cabeza golpeó con fuerza la pared. Por un momento su vista se nubló y las piernas no le respondían, así que instintivamente se agarró a él con fuerza para mantenerse en pie.
-Muy bien -dijo él con voz profunda y grave-. Agárrate a mi cariño. Quiero sentir tu cuerpo.
Tomoyo tembló en respuesta y él la besó y le chupó el cuello. Ella casi se desmayó pero se mordió el labio con fuerza para conservarse lúcida.
-Bésame -le ordenó él con fiereza.
Pero ella no podía. No podía besarlo, ni gritar, ni siquiera respirar, porque los dedos de Etsuya ya estaban sobre los botones del vestido, este cayó inerte a sus pies, él dio un pasó atrás y volvió a atraerla para después empujarla y hacerla caer en la cama.
Tomoyo ni siquiera tuvo tiempo de nada cuando él ya estaba encima. Sus manos impacientes subieron por sus brazos hasta los hombros y volvieron a bajar para sujetarle las muñecas.
-¡Basta! -gritó Tomoyo todavía con ropa interior puesta y Etsuya tocándola de forma tan íntima que su corazón latió acelerado por el pánico e intentó tomar un poco de aire.
Él volvió a besarla pero Tomoyo se apartó buscando aire. El corazón le golpeaba el pecho cuando él la levantó y la atrajo contra sí, empujando sus caderas contra las de él, de modo que su erección quedase colocada entres sus muslos, ella sintió escapar un sollozo.
Etsuya no pareció notar su pánico y en un segundo se quito la camisa para después tomar su rostro con las manos para obligarla a girar la cabeza e introducir la lengua en su boca, ella se puso rígida y golpeó sus hombros con fuerza.
Tampoco pareció notar eso y siguió apretando su pelvis contra la de ella y besándola en el cuello.
-Etsuya para.
Las lágrimas empezaban a aflorar de sus ojos y un verdadero sollozo se abrió paso por su garganta.
-¡Etsuya, por favor, detente! ¡BASTA! -gritó con fuerza y alcanzó a golpearlo con fuerza en el oído.
-¡Estúpida! -masculló él atontado por el golpe. Tambaleándose se puso de pie murmurando maldiciones.
-¡Perra estúpida! -escupió mareado-. Voy a ir por un trago y si vuelvo y te encuentro todavía aquí… Voy a enseñarte cómo se comporta una verdadera mujer.
Tomoyo ni siquiera esperó porque terminara de cerrar la puerta cuando ya estaba fuera de la cama poniéndose el vestido, tardó demasiado en abrocharse el mismo y en buscar su bolso. Abrió con cuidado la puerta, se limpió la cara con el dorso de la mano y corrió por el pasillo, voló escaleras abajo, rezando porque Etsuya no apareciera. Cuando llegó a la puerta escuchó que la llamaban y se apresuró a salir y siguió corriendo. Afuera estaba lloviendo pero a ella eso no le importó.
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Eriol estaba sentado en la sala de su casa, con una copa en la mano y Canela echada a su lado con la cabeza sobre sus piernas.
El mal humor que lo aquejaba comenzaba a desaparecer pero otro sentimiento le apretaba el corazón con fuerza, robándole el ánimo.
Bebió el contenido de su copa y acarició la cabeza de Canela.
“Tomoyo”
Tomoyo, Tomoyo se repetía una y otra vez en su mente. Tendría que haberse quedado, golpear a Nagano en la cara y quitarle la idiota sonrisa del rostro. Tenía que buscar a Tomoyo pensó decidido pero antes…
-¡Que noche tan aburrida! -Se quejó Kaho dejándose caer a su lado-. Vete de aquí fuera -le dijo a Canela.
Ella le respondió con un gruñido y no se movió ni un centímetro.
-Que perro tan corriente y tonto. ¿Por qué no vamos a otro lado? -preguntó restregándose a él y bajó su tono de voz-. ¿Por qué no vamos arriba?
-No -respondió Eriol sin mirarla y volvió a acariciar a Canela.
-Es por ella ¿verdad? -preguntó kaho y lo obligo a mirarla-. ¿Cómo puedes pensar en esa mocosa cuando me tienes a tu lado?
No hubo respuesta.
-Creo que has olvidado lo que es una mujer de verdad -replicó impaciente-. Pero ya me encargaré de recordártelo.
Y dicho esto se colocó sobre sus piernas ganándose un ladrido de Canela quien se alejó refunfuñando. Rodeó su cuello con los brazos y lo besó. Eriol recibió el beso con indiferencia pero poco a poco se encontró respondiéndole con la misma intensidad.
El señor Tarisume en ese momento apareció en la puerta pero de inmediato se giró sobre sus pies y agradeció al cielo que su esposa no se encontrara en casa porque pondría el grito en el cielo. Canela al parecer opinaba lo mismo pues salió del salón muy molesta y subió las escaleras para perderse en el piso superior.
Tarisume iba a regresar a la cocina cuando sonó el timbre de la puerta exterior y se apresuró a contestar el llamado.
-Mansión Hiraguizawa, buenas noches.
-¿Se-señor Ta-tarisume? -tiritó Tomoyo.
-Señorita Tomoyo -exclamó el hombre mirando hacia el salón-. ¿Qué hace aquí a estas horas?
-E-está Eriol? ¿Po-podría de-dejarme entrar?
-Sí, si -asintió con nerviosismo-. Enseguida -y apretó el botón que accionaba la apertura de la puerta y se volvió a mirar en dirección al salón, temiendo una tragedia deseo que su esposa estuviera ahí.
Eriol deslizaba las manos por los brazos de Kaho pero al llegar a los hombros se detuvo, la agarró con firmeza y la alejó de él.
-No puedo -dijo sin aliento-. No puedo hacer esto -la apartó con todo el cuidado que pudo y se puso de pie para empezar a pasear por la habitación.
-¿Qué te pasa? -preguntó ofendida-. Nunca te habías comportado así.
-Kaho quiero que entiendas de una buena vez…
Se detuvo al escuchar unos ruidos en el recibidor, enseguida escuchó a Canela ladrar agitada. Sin mirar a Kaho caminó hasta la puerta para mirar asombrado la escena frente a él.
-Señorita Tomoyo -exclamaba Tarisume cerrando la puerta-. Debió decirme, creí que venía en auto.
-Yo-yo no te-tengo auto -intentó sonreír mientras veía el suelo mojado bajo sus pies, Canela jugueteaba a su alrededor y subía sus patas delanteras sobre ella-. ¿Y-y E-Eriol?
Al escuchar su nombre Eriol salió de su aturdimiento y se apresuró a acercarse a la joven.
-¿Qué ha sucedido? -preguntó tomándola por los hombros-. ¿Por qué vienes así? ¿Y tú abrigo?
En el momento en que lo vio, Tomoyo sintió un nudo en la garganta y contuvo a duras penas las ganas de abrazarlo y llorar. Tartamudeó tratando de explicarse pero hasta ese momento no había pensado en lo que le diría.
Cuando había salido corriendo de casa de Etusya no se detuvo a pensar en nada hasta que encontró un taxi. Y lo único que se le ocurrió fue dar la dirección de “La Casa de las Rosas”. Ya ahí afuera bajo la lluvia, tampoco pensó en nada más que entrar a la casa que consideraba su refugio.
-Tu-tuve un con-contratiempo -dijo con vergüenza. Como iba a explicarle a esos dos hombres lo que había ocurrido-. Yo… Etsu…
Se detuvo con los ojos muy abiertos mirando sobre los hombros de Eriol. Kaho Mizuqui estaba parada con actitud altanera en la puerta del salón. Los dos hombres se volvieron para ver lo que había silenciado a la joven aunque ya imaginaban lo que podía ser.
-Lo-lo siento -se disculpó, pasó saliva y continuó-. No sa-sabía, no pensé -evitó mirarlo a los ojos-. ¿Po-podrías pedirme un taxi?
-Nada de eso -replicó Eriol con firmeza-. Señor Tarisume lleve a Tomoyo arriba a la habitación de siempre, enseguida enviaré a una de las chicas para que le prepare un baño caliente.
-No-no quiero ser una mo-molestia. Tienes visitas.
-Ahora mismo subirás a quitarte esa ropa mojada -ordenó él mirándola a los ojos-, antes de que pesques una pulmonía, llamaré a los Kinomoto para decirles que te quedaras aquí.
-No, no voy a quedarme -negó ella mirando de soslayo a Kaho-. “No con ella aquí” -pensó con dolor.
-Señor Tarisume, llévela arriba -ordenó Eriol sin dejar de mirarla-. Subiré después.
Tomoyo no se sintió con fuerzas para seguir protestando y se dejó llevar por el señor Tarisume. Canela los siguió ya más tranquila, como si notara lo serio de la situación.
En cuanto empezaron a subir las escaleras se dirigió a la cocina para buscar a una de las chicas del servicio. Cuando salía de ahí minutos más tarde una joven pasó detrás de él para subir mientras otra ya sacaba artículos de limpieza para secar el piso mojado. Eriol caminó hacia su estudio e hizo la llamada a los Kinomoto, sin alarmarlos explicó lo sucedido y aseguró que al otro día el mismo la llevaría a casa.
Al colgar el teléfono se dejó caer en la silla detrás de su escritorio, apoyó los codos en este y ocultó su rostro entre las manos.
Tomoyo había ido a buscarlo pensó con el corazón acelerado. Y si hubiera llegado un par de minutos antes, lo habría encontrado con Kaho. No podía creer lo estúpido que era y lo cerca que había estado de perderla. Él dolor que le habría provocado si ella los hubiese visto. El mismo dolor que él había sentido al ver que Etsuya cuando la besaba.
Algo había pasado concluyó más tranquilo y eso lo preocupaba. Miró hacia el techo pensando en su aspecto. Algo había pasado y lo averiguaría esta misma noche, pero antes… miró la puerta con resolución, había algo más que debía arreglar ya mismo.
Salió del estudio y camino al salón, antes de entrar se topo con Tarisume que llevaba a Canela con él.
-¿Qué pasó?
-Ya está tomando su baño.
-Bien, haga que le suban un chocolate caliente. No -titubeó un segundo-. Súbalo usted mismo y espere hasta que lo termine. Y no deje que se vaya.
-No tiene que preocuparse por eso, ya arreglé que se ocupen de su ropa mojada, no podrá irse no esta noche.
-Perfecto -miró al salón suspirando con fuerza.
-Buena suerte joven -dijo Tarisume, Canela lanzó un ladrido animándolo.
-Gracias, a los dos, la necesitaré.
Cuando entró al salón vio a Kaho sentada con las piernas cruzadas y una copa en la mano, no parecía muy feliz.
-¿Terminaste de ocuparte de tu amiga? -preguntó con sarcasmo.
-Todavía no.
-¿Podemos continuar con lo que habíamos comenzado? -preguntó señalando el sillón.
-Kaho he intentado que entiendas que lo nuestro ha terminado.
-¿Por qué? ¿Por qué tenemos que terminar? -Insistió ella con terquedad-. ¿Por ella?
-Si por Tomoyo, yo la…
-¡No lo digas! -Interrumpió levantando la mano, dejó su copa a un lado y se puso de pie-. No me interesa saber cuáles son tus sentimientos por ella.
Dio algunos pasos en silencio y al fin se decidió a continuar.
-Nunca me he engañado respecto a la naturaleza de nuestra relación. Siempre hemos sido buenos amigos -se acercó lentamente a él-. Y nos llevamos muy bien en la cama.
-Kaho.
-Permíteme terminar -pidió ella ya junto a él y jugo con las solapas de su chaqueta-. Sabía que llegaría el momento en que aparecería una mujer como… -hizo un gesto con la mano.
-Tomoyo -terminó Eriol con impaciencia.
-Si, como ella. Alguien a quien considerarás especial y con la que tal vez querrías casarte, ¿me equivoco?
-No. ¿A dónde quieres llegar?
-Nunca hemos sido una pareja como tal, así que no veo porque un detalle tan insignificante como el matrimonio deba separarnos.
-Kaho -dijo el tomándole las muñecas para detenerla.
-¿Si? -suspiró inclinándose hacia él, ofreciéndole sus labios.
-Cuando dije que habíamos terminado eso es lo que quise decir.
-Eres un idiota -susurró ella soltándose con fiereza-. Pero ya volverás a mí y me rogarás que te reciba en mis brazos.
-Arreglé que te pidieran un taxi, ya debe estar por llegar, tú me disculparas si no te acompaño, pero tengo asuntos más importantes que atender -se dirigió a la puerta y se giro para verla-. Adiós y buena suerte.
Salió justo antes de que un vaso se estrellara en la pared.
Eriol ya subía por las escaleras cuando se topo con Tarisume en el primer descanso. Volvía con la taza de chocolate vacía.
-¿Cómo está?
-La dejé con una de las chicas, le está ayudando a secarse el cabello, ya hemos preparado la cama, pero…
-¿Qué?
-Algo está mal. No parece la misma de siempre.
-Sí, yo también lo noté -dijo mirando hacia arriba-. Iré a verla -se miró y percibió el perfume de Kaho-. Pero primero me daré un baño rápido.
Antes de que Tarisume respondiera oyeron que algo se rompía en el salón.
-Tarisume, le agradeceré enormemente si acompaña a la señorita Mizuqui a la puerta, antes de que rompa la porcelana de mi abuela.
-Será un placer joven -sonrió Tarisume pensando que a su señora no le importaría perder algunas piezas si no volvía a saber de Kaho Mizuqui.
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Apenas le tomó 10 minutos a Eriol quitarse todo el rastro de Kaho. Con unos jeans, un suéter y el cabello todavía húmedo llamó a la puerta de la habitación de Tomoyo, pero nadie contestó, giró el picaporte y se adentro en la en la oscuridad.
-¿Tomoyo?
El silencio y un amortiguado sollozo fueron su respuesta, sintiendo una opresión en el pecho se acercó a la cama donde distinguió la figura de Tomoyo que le daba la espalda.
-Tomoyo.
-No tenías que venir a verme -dijo ella con voz trémula-. No descuides a tu visita por mí.
-Kaho ya se fue -dijo sentándose a su lado y comenzó a acariciarle el cabello-. Le dije que prefería estar contigo y me despedí de ella para siempre.
-¿Ah si?
-Sí -asintió él apartando el cabello que cubría las húmedas mejillas-. Tomoyo, ¿te sientes mal?
-No.
-Estás llorando -afirmó él.
-No.
-Pasaré por alto esa mentira tan obvia -le susurró al oído-. Te ofreceré mi hombro para llorar en él.
Tomoyo pareció pensarlo unos segundos y lentamente se volvió hacia él. Apenas y podía verlo pero sabía que sonreía.
-Eriol - sollozó abrazándose a él-. Eriol.
-Shh, tranquila princesa. Todo está bien, prometo que no volveré a ver a Kaho otra vez, la he despedido esta vez. No me buscará más.
-Yo no quería besarlo -dijo ella hipando-. Te lo juro que no.
-Ya lo sé princesa, lo sé. Cuando vi que te besaba me sentí tan celoso y furioso que tuve que salir de ahí.
Eriol siguió abrazándola y susurrando palabras que la tranquilizaran pero nada parecía funcionar.
-Hay algo más ¿verdad? - Tomoyo se tensó pero asintió temblorosa-. Puedes decírmelo -la animó-. Sabes que puedes decirme lo que sea.
-Es que... no te enojes conmigo, por favor -sollozó aferrándose a él con fuerza.
-No, no voy a enojarme contigo -prometió sinceramente-. No podría.
Tomoyo siguió llorando sin decir nada más. Eriol sintió miedo y desesperación pero se esforzó en no demostrarlo.
-Toma, bebe esto -se incorporó para ofrecerle el vaso de agua que habían dejado en la mesita de noche, ella se sentó y bebió obediente.
Encendió la luz de la lámpara y la observó con cuidado. Estaba pálida y temblorosa, con los ojos rojos e hinchados. Seguía bebiendo agua lentamente evitando su mirada.
-Ahora vengo -le dijo besando su frente y fue al baño donde tomó una toalla y la metió bajo el agua para humedecerla.
Cuando volvió Tomoyo ya había dejado el vaso en la mesita y se limpiaba la nariz con un pañuelo desechable, Eriol le ofreció otro y se sentó a su lado. Con mucho cuidado le limpio la cara con la toalla. Ella todavía hipaba pero estaba más tranquila.
-¿No vas a decirme lo que pasa? -preguntó tomando su cara entre las manos y buscando su mirada.
Tomoyo asintió pero no dijo nada, él la soltó pero siguió sentado a su lado tratando de no presionarla.
-Es que… -empezó ella con un suspiró trémulo-. Etsuya me llevó a su casa, había una fiesta con mucha gente extraña -en ningún momento levantó la vista-. No quise beber nada y después de un rato lo busqué para decirle que quería irme, me dijo que subiéramos a buscar mi abrigo y…
Eriol sintió mucho frío y después un golpe de calor sofocante. No podía respirar, ni moverse, agradecía que ella no lo mirara pues no podía ocultar todo el miedo y el odio que sentía. La dejó continuar.
Tomoyo continuó reviviendo lo sucedido, tartamudeaba y se mordía el labio por momentos, pero a pesar de la vergüenza y el miedo también sintió cierto alivio al contarle todo. Al terminar volvió a acostarse y se acomodó de lado hacia él pero evitó mirarlo.
-Tenías razón, respecto a él. No quise escucharte, fue mi culpa, no debí ir con él.
Al escucharla hablar así algo despertó en él y al fin pudo moverse y mirarla, se acostó a su lado apoyándose en un codo para mirarla.
-No fue tu culpa.
-Sí, sí -insistió cerrando los ojos con fuerza mientras las lagrimas volvían a brotar.
-Mírame Tomoyo -pidió él limpiando sus mejillas.
-No puedo.
-Mírame -insistió besando suavemente sus labios-. Abre los ojos.
Ella obedeció encontrándose con su cálida mirada, lo que la hizo suspirar con alivio.
-Te amo -confesó Eriol suavemente-. Te amo con todo mi corazón.
-Oh Eriol -sollozó ella-. Yo también te amo.
Eriol limpió sus lágrimas y se acercó más a ella. Sus labios rozaron los de ella suavemente, luego con más decisión. La abrazó. Escuchó un suave suspiro al mover la cabeza para cambiar el ángulo y seguir besándola. Sintió que lo abrazaba por el cuello, sus dedos vagaban por sus cabellos produciéndole calor.
El beso fue más profundo, tanto que ella se sintió mareada. El beso de Eriol fue tan suave, que fue apartando la terrible experiencia con Etsuya de su mente.
Él no la apresuró en ningún momento, fue ella la que apartó las sabanas buscando sentirlo más cerca, se apretó contra él y sintió sus manos vagando por su espalda de forma tranquilizadora.
Se separaron apenas lo necesario y únicamente porque necesitaban respirar.
-Besarte siempre ha sido como estar en el cielo -dijo él con una sonrisa.
-Eriol -gimió ella buscando sus labios.
-Espera -pidió pegando su frente a la de ella, cerró los ojos y volvió a abrirlos-. Necesito saber, ¿me contaste todo lo que sucedió? ¿No me estás ocultando nada? -Él sintió su miedo-. Nada cambiará lo que siento por ti, nada; pero necesito saber…
-Te lo dije todo, te juro que si, no pasó nada -aseguró desesperada.
-Tranquila princesa -susurró abrazándola-. Voy a cuidar de ti siempre.
-No quiero volver a verlo -dijo ella ocultando la cara en su hombro.
-No lo verás -prometió él.
Estuvieron así durante algunos minutos, Tomoyo empezó a sentir sueño pero recordó algo y no quiso esperar para preguntar.
-Eriol.
-Mmm -murmuró él mientras acariciaba su cabello.
-Me habías dicho que hoy hablaríamos.
-Si -asintió él para mirarla-. Quería decirte que te amo y que quiero que seas mi novia.
-Eriol -exclamó ella sonriendo por primera vez esa noche.
-¿Y bien? ¿Quieres ser mi novia?
-Sí -asintió sonriendo aún más-. Sí quiero -y buscó sus labios para besarlo, pero él la detuvo.
-No nos ocultaremos -aclaró él muy serio, ella estuvo de acuerdo-. Todo el mundo sabrá que eres mía, mi novia.
-Y tú mío, solo mío.
-Sí -sonrió él antes de besarla.
Mientras sentía sus labios y abría la boca para recibirlo, Tomoyo deseó que el tiempo se detuviera y que esa noche durara para siempre.
Continuará…
Nota de autora: Bueno, ahora no podrán quejarse, actualice más rápido que la vez anterior y puedo decirles que ya he empezado con el siguiente capítulo. ¿Qué les pareció? Ya sé que pensarán que soy mala por dejarlo ahí pero déjenme decirles que estuve tentada en cortar el capítulo mucho antes, como por ejemplo cuando Nagano la llevo a su habitación, o cuando Tomoyo llegó y descubrió a Kaho en casa de Eriol, pero decidí seguirle (estaba demasiado emocionada escribiendo), hasta este final. La primera parte fue un poco más difícil porque no tenía ni idea de que poner, aunque estaba segura de que quería poner a Nakuru y Touya y a Shaoran y Sakura, espero que a todos les haya gustado. Las que temían que Nagano se propasara con Tomoyo pues verán que tenían razón. Pero no se preocupen, Eriol encontrara la manera de hacerlo pagar, mi mente ya está trabajando en ello. Como dije, nos estamos acercando al final y es muy emocionante.
Un beso a mis betas Crystal23 y Pami, sin su ayuda este capítulo hubiese quedado horrible. Un saludo para sabaku no marian, disculparas mi mala memoria pero no entendí porque debía mencionarte :P
Antes de despedirme, nuevamente les pregunto sobre algunos nicks que llegaron a mi msn: ely_zhang95, soycool_aderb. Si no son de alguien conocido no los aceptare en mi msn.
Hasta pronto