Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ El Arte de Sobrevivir ❯ Primer día ( Chapter 4 )
Capítulo IV
Primer día
La oscuridad era total en la habitación de los saiyayíns. Vegeta descansaba boca abajo, apenas vestía un pantalón azul de uniforme y su rastreador verde se empujaba de una forma incómoda sobre su cabeza mientras roncaba apaciblemente. Se había instalado en un sueño profundo hacia veinte minutos después de despertar agitado cada media hora más o menos. Un silencio sepulcral reinaba en la base de Frízer; con más de la mitad de los hombres desmayados en sus cuartos por el consumo de alcohol, casi podría pasar como pacífico.
No duró mucho tiempo.
Los tres saiyayíns se sentaron al unísono cuando una alarma comenzó a sonar por toda la base lo suficientemente alto como para que solo los muertos no se dieran cuenta. Esa alarma se tocaba en las raras ocasiones en que Frízer convocaba a todos sus hombres y llegar tarde por lo general era una sentencia de muerte. Ellos ya estaban retrasados para las normas. Vegeta maldijo, se incorporaron de un salto y comenzaron a vestirse a toda prisa.
—¡Mierda!, ¡dónde está mi rastreador! —gritó Raditz consternado mientras Nappa tiraba a toda prisa de una bota y saltaba con la otra pierna.
—¡Será mejor que lo encuentres! —gruñó Vegeta, él ya se había puesto su armadura y estaba agarrando sus guantes blancos—. ¡Uniforme completo, imbécil!
—¡Lo dejé justo aquí…
—¡No hay tiempo! —replicó Nappa.
Él no había terminado la frase antes de que Vegeta saliera corriendo por la puerta, no obstante, pronto estuvo pisándole los talones. Ellos se unieron a la manada de soldados que corrían directamente hacia el salón de reuniones Cold, la sala más grande en la base. Aunque Vegeta no tenía idea de porqué Frízer los convocaba, ya sabía que no sería bueno. Nunca era bueno. Sin querer, su mente se dirigió a la sensación de malestar de la noche anterior. Tomó el riesgo de echar una rápida mirada por encima de su hombro. Nappa estaba justo detrás de él, al igual que Raditz, pero al último le faltaba su rastreador. Parecía que Raditz había decidido que el castigo por no llevar el uniforme completo era preferible a llegar tarde.
Vegeta desaceleró un poco hasta que estuvo corriendo junto a otro soldado, un corto y fornido alienígena amarillo de largo cabello blanquecino que ya parecía sin aliento por la corta carrera. Era obvio que no tenía rango y se hallaba en muy mal estado. Un blanco fácil.
El príncipe saiyayín tomó una rápida e impulsiva decisión y atacó de improviso: le propinó un fuerte puñetazo en la sien. El alienígena chilló por la sorpresa, salió de curso a tropezones y solo se detuvo cuando se estrelló contra el suelo haciendo que los hombres que corrían detrás de él estuvieran a punto de caer. Vegeta arrebató con facilidad el rastreador rojo que voló de la cara del soldado y luego se lo lanzó por encima del hombro a Raditz, quien lo cogió sin ningún esfuerzo y se lo puso.
Unos segundos más tarde, los saiyayíns entraron corriendo en el salón de reuniones Cold, justo en el momento en que algunos de los lugartenientes de Frízer gritaban la instrucción de alinearse correctamente. Los soldados se formaron en filas pulcras y ordenadas, en orden de rango. Vegeta se alineó en la última fila con Nappa y Raditz a cada lado de él. Tan pronto como lo hicieron, los portones metálicos a sus espaldas se cerraron y la alarma a todo volumen se detuvo al fin.
Vegeta tragó saliva y miró al frente. Sabía a simple vista que casi una cuarta parte de los hombres de Frízer estaban en el lado equivocado de esas puertas. El pensamiento no se había terminado de formar en su mente, cuando escuchó los gritos fuera del salón. Los gritos de la masacre. Al parecer, el castigo por llegar tarde esta mañana era una muerte dolorosa, lo cual dejaba entrever el estado de ánimo de Frízer.
El joven príncipe miró de una manera sutil a su alrededor y captó a un soldado aún con resaca siendo arrastrado a la fuerza fuera de la habitación para unirse a los otros. Armadura, botas y rastreador siempre eran requeridos en las reuniones con Frízer, y a este alienígena en particular le faltaba su rastreador. La muerte parecía ser el castigo para eso también. El soldado gritaba perdón por la transgresión menor. Sus gritos se amortiguaron cuando fue sacado de la habitación y luego se detuvieron por completo. Vegeta miró hacia adelante de nuevo, pero podía sentir varios ojos furiosos sobre él. No había escapado a su atención que el soldado cuyo rastreador robó no estaba presente. No es que le importara haber sentenciado inadvertidamente al hombre, al fin y al cabo, era mejor que muera él a Raditz.
Por último, todos los gritos fueron silenciados. Frízer salió caminando por la entrada lateral con absoluta tranquilidad seguido de Zabón y de Dodoria. Cuando se detuvo en frente de sus hombres, todos en simultaneo se hincaron sobre una rodilla. Se encontraban tensos por el miedo, sin embargo, nadie se atrevió a mostrarlo. El tirano los miró con unos fríos ojos ilegibles.
—Fui generoso ayer al concederles toda la noche libre para descansar. Parece que algunos hombres pensaron que ese descanso se extendía hasta hoy. Estoy seguro de que todos oyeron lo que les sucedió, vamos a dejar sus cuerpos en los pasillos por el resto del día como una especie de recordatorio de que la tardanza es inaceptable. Cuando los convoco aquí, espero que estén a tiempo y vestidos de una forma apropiada. No se tolerará nada menos, ¿está claro?
—Sí, Gran Frízer. —Todo el mundo respondió al unísono.
—Me alegro de que hallamos aclarado eso —dijo Frízer sin expresión, su cola azotando tras él traicionaba su irritación. Vegeta bajó la cabeza para evitar el contacto visual cuando el tirano miró en su dirección. Estaba lejos de ser el único soldado que lo hizo. Frízer comenzó a caminar lentamente a lo largo del frente con el fin de estudiar a cada hombre, como si hiciera un inventario de aquellos que habían muerto fuera de las puertas.
—Ha llegado a mi conocimiento que los hombres en las filas de Cooler superaron a todos los míos en cada categoría significativa en los informes anuales de mi padre. No puedo expresar mi decepción por esto, vamos a trabajar para remediar las deficiencias a partir de este instante. Mi ejército galáctico es superior a cualquier otra fuerza militar en todo el universo, especialmente la de mi hermano, y ya es hora de comenzar a elevar nuestro estándar de nuevo.
Vegeta y Nappa intercambiaron una mirada cautelosa. Eso no le sonaba bien a nadie.
—A partir de ahora, habrá una política de tolerancia cero para el fracaso de cualquier tipo o cualquier ausencia de disciplina. El castigo será severo para cualquiera que trate con mi paciencia, así que no se los recomiendo. Los débiles serán eliminados de las filas tarde o temprano y sangre fresca enseguida será traída para reemplazarlos. Zabón está preparando varias misiones de reclutamiento que la mayoría de ustedes recibirán en los próximos días. Pero por favor, no crean que no me preocupo genuinamente por todos y cada uno de ustedes. Este es un entorno propicio y quiero que todos aquí sobresalgan y alcancen su pleno potencial. Por consiguiente, me aseguraré de que haya suficiente alimento todos los días y que los tanques de regeneración sean actualizados con la última tecnología para una curación más rápida. Asimismo, después de concluir diez misiones en fila, tendrán una noche libre para hacer lo que les plazca. Estos cambios de mi parte muestran mi compromiso con cada uno de ustedes. Espero el mismo compromiso a cambio, ¿entendido?
—Sí, Gran Frízer.
—Excelente. Ahora, la última orden del día es el hombre en la parte de atrás.
Todo el mundo se dio la vuelta, a solo unos pocos pasos detrás de Raditz estaba uno de los técnicos de Frízer. El alienígena era una bestia negra, encorvada y con picos emergentes por todo su cuerpo peludo. Se habría visto amenazante si no fuera por el terror en sus tres grandes ojos grises. Él levantó una mano y mostró un extraño dispositivo que Vegeta no reconoció.
—Su nombre es Rion, ustedes se reunirán con él durante unos segundos a la salida. El dispositivo en su mano nos dará una lectura más profunda de sus estados psicológicos. Aquellos que tengan una puntuación por debajo del cuarenta por ciento, preséntense ante Zabón después de esto. En una muestra de mi buena fe, vamos a diseñar un plan para ayudarlos con cualquier deficiencia mental. Esperemos que con todos estos cambios, puedan demostrar que son mejores que todos los hombres de Cooler combinados. Retírense.
—¿Estados psicológicos? —le susurró Nappa a Vegeta cuando ambos se levantaron y se pusieron en fila para reunirse con Rion. Puesto que ya estaban en la parte de atrás, serían de los primeros en ser analizados—. ¿Y eso qué significa?
—No lo sé —admitió Vegeta, pero frunció el ceño al recordar la evaluación que le hizo Shimdro. Recordó en particular el shock en la cara del alienígena redondo ante algunas de sus respuestas a las preguntas psicológicas. Eso no era una buena señal.
—Creo que se refiere a las tendencias suicidas. —La suave voz de Jhainer habló desde detrás de él.
Todos los saiyayíns miraron hacia atrás y Vegeta parpadeó un poco ante la imagen del joven trikan. Aunque trataba de ocultarlo con valentía, Jhainer tenía claramente una cantidad sustancial de dolor. No podía evitar la mueca en sus rasgos y su caminar era un torpe y doloroso arrastre de los pies. Más revelador, su larga y espinosa cola también estaba siendo arrastrada, como si no tuviera la fuerza para levantarla.
—¿Qué demonios te paso? —le preguntó Raditz alzando una ceja.
—Me caí de la cama esta mañana —respondió Jhainer con un filo en su por lo normal suave voz.
Vegeta resopló incrédulo.
—Conseguiste una paliza de Zabón por ese truco que hiciste, ¿verdad?
Jhainer se alineó detrás de él, luego dirigió su blanca mirada tuerta sobre el príncipe.
—Manzín averiguó lo que hice —admitió en voz baja—. Me delató a Zabón, pero no te emociones demasiado, saiyayín, esto no me frenará hoy.
—No contaría con eso, trikan.
—De todas formas, recuerdas lo que le dijo Shimdro a Frízer, ¿verdad, Vegeta?, ¿acerca de que las tasas de suicidio son altas? Pues bien, cuando Zabón tomó un descanso de golpearme hasta acabar con mi vida, los escuché a él y a Dodoria hablar. Resulta que la tasa de suicidios de los hombres de Cooler es casi cero. Sabes, eso probablemente enfureció un poco al señor Frízer.
Vegeta frunció el ceño pensativo y miró hacia adelante de la línea donde ahora se ubicaba Raditz. El saiyayín tuvo que agacharse hasta Rion, quien puso el dispositivo en su ojo que no estaba cubierto con el rastreador. Se mantuvo allí durante unos segundos y poco después el dispositivo sonó. Raditz revisó su número y salió haciendo una pausa para esperar a su compañero saiyayín. Nappa caminó a continuación.
—¿Qué pasa si la maldita cosa no funciona y da un número equivocado por error? —susurró Vegeta mirando por encima del hombro a Jhainer.
—No creo que importe —respondió el otro chico en un tono tranquilo—. Dijo que no mataría a nadie más, a menos que esté dispuesto a matar a más de la mitad de los hombres aquí...
Raditz y yo nos quedamos contigo, pero al día siguiente, la mitad de los hombres en la base fueron convocados por Zabón para ser asesinados...
Vegeta apartó la mirada al recordar las palabras de Nappa la noche anterior, no había nada que pudiera hacer si esa maquinita emitía un número equivocado. Después de que Nappa terminó, el príncipe dio un paso adelante y permaneció completamente inmóvil mientras Rion ponía el dispositivo en su ojo. Era un cilindro oscuro con una luz azul parpadeante al final. El parpadeo se detuvo y una luz demasiado brillante analizó el ojo de Vegeta.
Él se apartó y revisó el número: 48.
Vegeta exhaló aliviado y salió del salón de reuniones Cold solo para ser recibido por la visión de la matanza de la mañana. Había extremidades de cuerpos tiradas por doquier y sangre salpicaba las paredes de otra manera prístinas. La nariz del príncipe se crispó ante el espectáculo de toda la sangre derramada. Esos hombres habían trabajado duro para Frízer por mucho tiempo y así fue como terminaron. Un recordatorio poco sutil de que sus vidas no significaban nada y que un día él podría estar salpicando las paredes también.
—Gracias por lo de antes, Vegeta —dijo Raditz con sinceridad. Vegeta solo gruñó para mostrar su indiferencia mientras los otros soldados salían caminando despacio detrás de él. No le importaban ni Raditz ni Nappa, pero todavía estaba agradecido de que no hubiera sangre saiyayín pintando las paredes. No había muchos saiyayíns más por aquí, después de todo.
—¿Qué hora es? —preguntó Vegeta mirando a Nappa.
—0709, todavía tienes un poco de tiempo.
—Quizás no. —El príncipe se quejó y de una forma cautelosa volvió la vista a la pared ensangrentada junto a él—. La puntualidad es el tema del día.
—Seguramente quieres irte pronto —dijo Raditz con la mano sobre su rastreador activado. Miró a un lado—. Dodoria ya está en movimiento, se dirige al sur. Supongo que es donde comienza.
—Sí —intervino Jhainer mientras arrastraba los pies hacia los saiyayíns—. Le mencionó eso a Zabón esta mañana cuando hablaban. El entrenamiento es en el extremo sur.
El rostro de Vegeta permaneció indiferente, sin embargo, su cola se apretó alrededor de su cintura. Casi nadie se aventuraba hacia el extremo sur del planeta y por buenas razones. Hacía mucho frío allí, pero si era donde tenía que ir, entonces que así sea.
—Vegeta. —La voz de Jhainer cortó sus pensamientos. El príncipe adolescente le disparó una mirada impaciente—. Podríamos ayudarnos el uno al otro en las primeras etapas, ser aliados.
—Tu oferta es innecesaria, Jhainer, no necesito ayuda. —Vegeta se burló. Justo en ese momento, Manzín y su hermano pasaron por delante de ellos, los dos miraron al príncipe saiyayín con puro desprecio. Vegeta les devolvió la mirada de una forma amenazadora.
Jhainer rio por lo bajo.
—Muy bien. Haz lo que quieras, pero si te vas ahora, me iré contigo.
—Está bien, necesito aire fresco de todos modos —dijo Vegeta de mala gana dándole la espalda y se alejó por el pasillo. Despreocupadamente pateó la cabeza decapitada del soldado que había golpeado más temprano. Jhainer lo siguió logrando mantener el paso a pesar de sus lesiones mientras sorteaba los cadáveres.
—Vamos a averiguar lo que Zabón tiene para nosotros y luego iremos a verte —le gritó Raditz a Vegeta. El príncipe solo hizo un movimiento indiferente con la mano sin darse la vuelta. La competencia estaba abierta y a cualquier persona se le permitía asistir. A él no le importaba si Raditz y Nappa iban.
—Tenemos el tiempo justo para llegar —dijo Jhainer después de activar su rastreador sobre su ojo bueno una vez que salieron al exterior—. Manzín y su hermano ya están en camino.
—Sí, y Cui regresó con Frízer —observó Vegeta que también activó su rastreador en el momento en que echaba una mirada hacia atrás a la base.
—¿Vamos?
—Hmm. —Vegeta levitó un poco—. Trata de seguir mi ritmo, trikan. —Él se mofó antes de que su poderoso ki azul se encendiera a su alrededor.
El príncipe despegó hacia el cielo y se dirigió al extremo sur del planeta. Su rastreador hizo una señal sonora cuando captó a Jhainer siguiéndolo. Vegeta no echó un vistazo hacia atrás, pero siguió su recorrido en el rastreador, preparado para defenderse si el trikan se atrevía a atacarlo por la espalda. Los segundos pasaron a minutos y ningún ataque se produjo. Vegeta no bajó la guardia, solo se relajó un poco. Por otra parte, estaba impresionado de que Jhainer pudiera seguirle el ritmo a pesar de sus lesiones.
El príncipe levantó el brazo hasta su rastreador y dio la orden en la pantalla para mostrar la hora actual. Llegaría temprano a esta velocidad y se quedaría perdiendo el tiempo. Una sonrisa de suficiencia tiró de sus labios mientras desactivaba el rastreador y se apartaba de su camino. Jhainer se congeló en el aire, la confusión era evidente en su ojo sano al observar como Vegeta se desviaba hacia el suroeste.
—¿Qué estás haciendo? ¡Vas a llegar tarde! —gritó Jhainer tras de él. Vegeta no le hizo caso o tal vez no lo oyó en absoluto. El joven trikan gruñó un poco y negó con la cabeza—. Saiyayín loco —murmuró antes de reanudar su vuelo hacia el extremo sur.
Varios minutos después, Vegeta aterrizó frente a la taberna de Ozo. Como sospechaba, ninguno de los hombres de Frízer estaba allí, pero eso no significaba que el lugar permaneciera desierto. Se asomó por la ventana sucia y captó un movimiento en el interior. El saiyayín se retiró para perderse de vista, a continuación, se aseguró de que su capa negra estuviera bien sujeta a su armadura de plata y se pasó las dos manos por su cabello flameado, como si intentara domarlo lo mejor posible. Cuando estuvo satisfecho, entró.
Aradeen estaba ocupada limpiando enérgicamente el piso mientras murmuraba en voz baja algunos pensamientos relativo a los soldados ebrios. La pálida piel verde de sus manos, tan suaves e impolutas antes de que fuera ofrecida a Frízer, se hacían cada día más y más callosas. Sin embargo, había cosas peores para las mujeres al servicio de Frízer. Entre ser violada todos los días durante el resto de su vida y servir a desagradables soldados ebrios, trató de no quejarse.
Aun así, ella no pudo mantener el destello de exasperación en su rostro cuando un par de botas blancas se instaló justo frente a ella ensuciando el piso que limpiaba. Aradeen levantó la vista e hizo contacto visual con Vegeta, él le sonreía mostrando un aire de superioridad.
—¿Sí? —preguntó ella de una forma cautelosa, su incomodidad era clara. Manzín había amenazado con matarla si siquiera miraba al saiyayín más joven, pero ¿cómo era posible no mirarlo ahora? Él era el único allí y de seguro la asesinaría en el acto si le faltaba el respeto ignorándolo.
—Nos interrumpieron bruscamente ayer por la noche, así que no recuerdo si te lo dije, hoy es mi primer día de entrenamiento para alcanzar el rango. —Vegeta se jactó cruzado de brazos—. Pensé que tal vez querrías desearme la buena suerte de antemano, esclava.
—Ah, sí, buena suerte —respondió Aradeen haciendo todo lo posible para no mostrarle su miedo. Cuando ella se inclinó para recoger su trapo de limpieza, Vegeta lo pateó lejos de su alcance.
—Y solo para que quede claro —dijo Vegeta con total tranquilidad luego de ponerse de cuclillas delante de ella. Se inclinó y le intrigó que no se apartara de él—. Los días de Manzín están contados. Voy a matarlo lo antes posible y una vez que esté muerto, tal vez... pueda conseguir de ti un poco más que “la buena suerte”.
—Creo que deberías irte... —contestó Aradeen incómoda mientras apartaba la vista de esos intensos ojos oscuros—. No querrás llegar tarde a tu primer día de entrenamiento.
Vegeta gruñó y escrutó sus delicados rasgos faciales. Ahora comprendía porqué Raditz y Nappa a veces tomaban mujeres por la fuerza. Hacerlo de otra manera llevaría tiempo. Pero, maldita sea, sería gratificante ver la expresión del rostro de Manzín si conseguía que esta mujer se entregara a él por su propia voluntad. El príncipe soltó una sonrisa de suficiencia y se puso de pie.
—Sí, no quiero llegar tarde. —Él estuvo de acuerdo—. Y será mejor que pienses en lo que te dije. Este es un gran honor para ti, después de todo. Seré un hombre de rango 5 pronto y tú siempre serás una esclava, no lo olvides. —Como si probara su punto, Vegeta empujó el contenedor del líquido limpiador con una bota para derramarlo en el piso. Se rio entre dientes del destello de ira en los ojos de Aradeen, no obstante, ella sabiamente se mordió la lengua—. Vuelve al trabajo, chica, nos vemos pronto.
Aradeen miró enojada la espalda de Vegeta mientras salía, luego negó con la cabeza y retomó la tarea de limpieza. El príncipe no reparó en ello al elevarse en el aire moviéndose tan rápido como pudo para llegar a su entrenamiento a tiempo. Sin embargo, no logró resistir la sonrisa que se arrastraba sobre su rostro. Seguramente había puesto a la esclava en su lugar al hacerla darse cuenta de cuan afortunada era que alguien de su poder siquiera mirara en su dirección. Pronto la tendría. Ella sería su recompensa personal después de obtener su rango.
Se estaba tornando más y más frío a medida que se acercaba al extremo sur. Vegeta apretó los dientes cuando la temperatura varió. Esta lo carcomía, ya que atravesaba su uniforme en los brazos y las piernas, y enfriaba su piel rápidamente debido a su velocidad de vuelo; eso lo obligó a elevar su ki tan alto como pudo para mantenerse caliente.
Unos minutos más tarde, Vegeta aterrizó donde estaba el resto del equipo. Fue el último en llegar y se alineó junto a Jhainer, quien se limitó a negar con la cabeza ante él. Manzín se inclinó hacia Cui y le susurró algo al oído. Cui sonrió y asintió. El príncipe frunció el ceño, se hallaba más preocupado por el suelo que por la competencia. Había una sustancia deslizante negra y fría distribuida en el hielo. No era confiable y también era difícil conseguir tracción con sus botas. Hacía mucho más frío aquí de lo que anticipó. Cada respiración que liberaba era visible en el aire helado.
—Llegas tarde, saiyayín —gritó la voz enojada de Dodoria, lo que consiguió de inmediato la atención de Vegeta. El príncipe puso el ceño adusto y comprobó la hora en su rastreador.
—No, no es así —argumentó—, llegué temprano…
—Eres el último en llegar —lo interrumpió Dodoria. Lentamente caminó delante de ellos y se detuvo frente a Vegeta—. Eso significa que estas retrasado, chico mono. Me ocuparé de que Zabón te castigue por ello más tarde.
Vegeta apretó los puños, pero se quedó en silencio. Dodoria se hizo un poco hacia atrás como si examinara a cada uno de ellos.
—Bien muchachos, estoy seguro de que todos conocen las reglas —comenzó al fin—. Zabón debe haberles informado lo básico, así que nos lo saltaremos. La forma en que esto funciona es simple. Todos los días hay entrenamiento, solo están excluidos si Zabón o el Gran Frízer les da una misión o están en un tanque de regeneración. Cada pocos días, en lugar del entrenamiento, habrá una competencia. Ganas la competencia, obtienes un punto; cero puntos para otra cosa que no sea el primer lugar. ¿No te puedes presentar a la competencia porque tienes una misión o te estás recuperando en un tanque?, obtienes cero puntos. El primer hombre con cinco puntos será reclasificado a rango 5, ¿todos lo comprendieron o alguien es demasiado estúpido para no hacerlo?
Nadie dijo nada. Dodoria asintió en señal de aprobación.
—Bueno pues, porque aunque suena fácil, las competiciones no lo serán. Cada uno de ustedes podrá disparar su ki. Que gran cosa, un niño retrasado puede disparar su ki. Sus habilidades de combate también son una broma, el objetivo es mejorarlas. Van a aprender cómo manejar una variedad de armas, van a aprender técnicas de infiltración, van a aprender habilidades de supervivencia en el desierto de un planeta que no conocen. Ustedes aprenderán todo lo necesario para manejar el tipo de tareas que vienen con un alto rango. Ahora, en promedio, una persona muere cada vez que dirijo esta maldita cosa; eso significa que hay un veinticinco por ciento de probabilidad de que uno de ustedes ya sea un cadáver. ¿Alguien quiere renunciar?
Todo el mundo negó con la cabeza. Vegeta miró a un lado cuando más y más soldados empezaron a llegar y formaron un semicírculo descuidado detrás de los cuatro jóvenes guerreros. El primer día siempre era el más popular. Dudaba que alguno estaría allí hasta el final.
—Bien, entonces vamos a empezar —murmuró Dodoria aburrido, acto seguido tomó un bocado de algo verde y crujiente que llevaba en una mano y luego estudió un dispositivo negro que tenía en la otra. Cuando este emitió una señal sonora, arrojó a un lado lo que estaba comiendo y levantó el brazo hasta su rastreador, lo activó y miró al saiyayín adolescente—. Debo ingresar los niveles de poder antes. ¿Qué tan fuerte eres, príncipe mono?
—Más fuerte que estos tres, sin duda. —Fue su respuesta arrogante.
—Eso ya lo veremos... 7100 para Vegeta.
Dodoria introdujo el número y dirigió su rastreador hacia Jhainer. El joven trikan estaba de pie, derecho, sosteniendo su cola mientras miraba sin emoción a Dodoria. El rastreador funcionó y luego sonó.
—7000 para Jhainer —anunció Dodoria asintiendo y lo registró. Después redirigido su rastreador a Manzín, Vegeta cruzó miradas con Jhainer.
—Débil —murmuró el príncipe sonriendo de un modo arrogante. Jhainer rio suavemente y miró de nuevo adelante.
—7500 para Manzín —gritó Dodoria. La sonrisa de superioridad de Vegeta desapareció, él le lanzó una mirada asesina al muchacho mayor al otro lado de Jhainer. El pecho de Manzín se hinchó de orgullo mientras miraba hacia el frente, sus ojos ahora eran de un azul brillante y una sonrisa tiraba de la comisura de su boca. Vegeta se preguntó de qué color se volverían sus ojos cuando él estuviera muerto.
—Y 7050 para Cui. —Dodoria siguió hablando y registrando los datos.
—Al menos no soy el más débil aquí. —Cui se rio en voz alta. Jhainer le dio una mirada que podría haberlo matado.
—Tranquilo, muchacho, vamos a ver quién de ustedes es en verdad un débil hoy —espetó Dodoria haciendo que la risa de Cui se detuviera al instante—. Ahora bien, porque hoy es el primer día y "oh", es tan especial, vamos a comenzar con una competencia. Eso significa que un bastardo afortunado conseguirá un punto primero que nadie. Síganme —ordenó antes de darse la vuelta para alejarse de ellos.
Los cuatro chicos detrás de él siguieron su ejemplo lo más rápido que pudieron. A pesar de que Vegeta intentó permanecer apartado, Manzín terminó caminando a su lado. Vegeta frunció el ceño cuando Cui se acercó por el otro lado.
—¿Qué está pasando con tu puntualidad, Vegeta? Si estás ansioso de que Zabón te haga tragar los dientes, podrías habérmelo pedido —comentó Manzín en un tono sarcástico—. Te hubiera hecho el favor de forma gratuita. Soy más fuerte que tú, después de todo.
—Aaah, piensa que es demasiado bueno para seguir las reglas —resopló Cui—. Estas tomando ventaja de que le agradas al señor Frízer, ¿no es así, Vegeta?
—En realidad, cabeza de pescado, yo estaba tomando ventaja de alguien más a mi gusto —le contestó Vegeta mirando a Manzín por el rabillo del ojo—. Una mujer, para ser exactos.
—¿De verdad? —gruñó Manzín, sus ojos azules cambiaron hasta que se volvieron rendijas negras y su pelo se puso de punta. Vegeta se encogió de hombros, pero no pudo quitarse la sonrisa de su rostro—. ¿Y quién es esa mujer?
—Me parece que he olvidado su nombre —dijo Vegeta de un modo inocente, su sonrisa de superioridad se propagó—. Cuan grosero de mi parte. Le preguntaré después de que la haya hecho gritar el mío.
Manzín se veía más allá de la ira, era evidente que contemplaba si una pelea en este momento con Vegeta podría valer el castigo que recibiría más tarde. Antes de que se pudiera decidir, Dodoria les llamó la atención. Los cuatro jóvenes soldados se alinearon correctamente cuando Dodoria se dirigió a ellos de nuevo.
—A cada uno de ustedes se les ha entregado un dispositivo diferente para mejorar sus habilidades. La primera competición es para recuperar el dispositivo, quien lo recobre primero ganará un punto. Los cuatro dispositivos se hayan escondidos ahí. —Dodoria señaló detrás de él y se encontró con cuatro miradas confusas. Suspiró mientras ponía los ojos en blanco—. Putos niños estúpidos —gruñó en voz baja—. ¡Miren abajo!
Todos lo hicieron y entonces vieron la negra sustancia resbaladiza deteniéndose justo detrás de Dodoria, luego había un tramo grande de líquido oscuro que parecía sin fondo. Podría haber sido el agua, aunque era difícil de decir. Vegeta intentó conseguir un poco del olor de eso, pero no captó nada.
—El color de Vegeta es el azul, Jhainer el blanco, Manzín el rojo y Cui el verde. El dispositivo tiene una luz intermitente de su color en ella. Todos han sido bien escondidos, así que espero que pueden nadar. —Dodoria rio sádicamente—. ¿Entendieron lo que dije?
—Sí —respondieron.
—Bueno, ahora desnúdense. Sin armaduras, sin botas, sin guantes, sin ningún rastreador. ¡Dense prisa! —Dodoria les gritó, cada uno se desvistió lo más rápido que pudo dejando apenas sus pantalones, a pesar de que él mismo vestía capas de uniformes adicionales para mantenerse caliente.
Vegeta rechinó los dientes cuando sintió al frio viento morder su piel desnuda mientras se quitaba la parte superior de su uniforme. Tenía una limitada exposición a este tipo de clima, en especial sin su equipo. Le costó mucho esfuerzo no empezar a temblar y mostrar debilidad. Miró por encima a su competencia y vio que Cui evidenciaba sentir frío. Se había desvestido como ordenaron y ahora intentaba soplar aire caliente en sus manos heladas. Manzín parecía que no podía estar más cómodo. Con el espeso cabello negro que podría pasar como pelo de animal recubriendo su pecho y espalda, no había duda de que estaba cálido. Jhainer tampoco parecía molesto en absoluto por el frío. Trika era helado y las escamas en su cuerpo eran una adaptación para mantenerlo caliente.
Los cuatro se alinearon derechos a lo largo del borde del líquido oscuro que los saludaba. Vegeta intentó atisbar algo en busca de luces parpadeantes. No vio nada excepto la oscuridad y terminó por tomar un aliento tan profundo como pudo manejar.
—No será permitido el uso de ki, ¿entendido? —preguntó Dodoria. Todos asintieron y los cuatro se inclinaron hacia adelante. Vegeta ya estaba conteniendo la respiración—. ¡Fuera! —gritó Dodoria.
Los jóvenes se zambulleron al mismo tiempo y desaparecieron bajo el líquido. Vegeta sintió como si hubiera sido apuñalado por miles de cuchillos todos a la vez —definitivamente era agua, pero estaba helada y casi le hizo perder el aliento—. Intentó ignorarlo tanto como fue posible mientras nadaba a toda velocidad más y más profundo. Podía sentir a los demás nadar con él, cada uno de ellos lo hacía sin descanso. Nadaron sin interrupción por algunos minutos y luego, al parecer, uno de ellos no pudo contener la respiración más y se dio la vuelta nadando lo más rápido posible de nuevo a la superficie. Vegeta no sabía quién era y no tuvo tiempo para mirar. El frío le producía una sensación de entumecimiento en el cuerpo, pero podía contener la respiración durante bastante tiempo, así que se centró en la búsqueda de la luz azul intermitente.
Estaba tan concentrado en su tarea que nunca vio venir a Manzín hasta que el muchacho mayor se disparó hacia él y lo golpeó en el estómago. Vegeta instintivamente abrió la boca y de inmediato lo lamentó. La cerró de golpe cuando se estrelló contra una pared de rocas, pero fue demasiado tarde. Tenía la boca llena de agua y aunque se obligó a tragar, ya había perdido la mayor parte del aire en sus pulmones. Si antes podía haber durado casi media hora conteniendo la respiración, ahora sería afortunado si duraba un par de minutos.
Vegeta se dio la vuelta para luchar contra Manzín, apenas conseguía frenarse de usar su ki. Le dio un puñetazo en la cara y se encontró con una dura rodilla en el estómago. Los dientes de Vegeta rasgaron su labio inferior por completo al obligarse a permanecer con la boca cerrada. En la fracción de segundo que le llevó recuperarse, sintió algo cerrarse alrededor de su tobillo antes de que Manzín se alejara a nado. El saiyayín de inmediato fue tras él, pero la cerradura en su tobillo lo impidió.
Vegeta se dio la vuelta, aunque trató de ver qué demonios le había puesto, no logró hacerlo a través del agua oscura. Tiró tan duro como pudo, sin embargo, lo que sea que Manzín trabó alrededor de su tobillo no se movió. El príncipe se detuvo y se inclinó para sentirlo. Era una cadena de metal y por la sensación de esta, llevaba allí bastante tiempo. Una revisión rápida a la pared rocosa le mostró que había un montón de cadenas enganchadas. El hermano de Manzín debió haber compartido esa información valiosa, sin duda descubierta durante su propio entrenamiento para conseguir su rango.
Cuando la mano de Vegeta dio con lo que solo podrían ser los huesos de alguien que hace mucho tiempo murió en la misma situación, el pánico se apoderó de él. Comenzó a arañar frenéticamente la pared para liberar la cadena a la estaba sujeto. Golpeó sus puños contra esta una y otra vez, sin sentir que la piel de sus nudillos se trituraba como resultado. Los pulmones empezaron a quemarle por dentro y los ojos a dolerle. Por último, el desesperado príncipe dijo al infierno con todo; usaría su ki y se abriría camino con una explosión. Aborrecía perder esta competencia, pero mejor perder eso que su vida, sobre todo porque habría otras oportunidades.
Justo en el momento en que se alejaba de la pared rocosa para reunir el ki necesario, Vegeta lo vio. Encajado por encima de él en un pequeño agujero había algo azul parpadeando.
Eso tenía que ser su dispositivo. ¿Cómo demonios lo pasó por alto? Apartó ese pensamiento de su mente. Lo llegó a encontrar, ahora lo que necesitaba era liberarlo, luego liberarse él mismo y terminar por largarse de allí. Vegeta se apoderó del mango de su dispositivo tan fuerte como pudo y tiró; aun así, este no cedió. Entonces, puso ambos pies contra la pared y se echó hacia atrás con toda la fuerza bruta que poseía. Después de diez segundos liberó el mango, nada más que un mango, no obstante, no había equivocación en la luz azul parpadeando al final del mismo.
El príncipe volvió su atención a la cadena que lo sujetaba. En su desesperación se armó de valor y le dio un puñetazo tan fuerte como pudo a su tobillo para romperlo. La cara se le puso roja mientras trataba de no respirar, luego terminó el trabajo rompiendo su pie para no correr riesgos. El dolor se disparó por toda la pierna y subió a su columna vertebral, Vegeta no logró evitar el siseo instintivo que se escapó por su nariz. Retiró la cerradura de su tobillo lo más rápido posible y comenzó a nadar con desesperación hacia arriba.
Notó un movimiento rápido debajo de él y supo que alguien también estaba nadando hacia la superficie. Pero cuanto más se esforzaba, peor era la presión en sus pulmones que lo hacían sentir como si fueran a estallar dentro de su cuerpo. En contra de su voluntad, sus brazadas se hicieron más lentas y poco a poco comenzó a perder el conocimiento.
Jhainer alcanzó al príncipe unos cuantos segundos después; al darse cuenta de que el otro adolescente no iba a hacerlo por sí mismo, enganchó su brazo alrededor del pecho de Vegeta por detrás y los impulsó a ambos de regreso con su poderosa cola. Medio minuto más tarde, atravesaron la superficie del agua oscura.
Jhainer jadeó desesperado en busca de aire y ni bien pudo volver a respirar, nadó de vuelta hacia la orilla tirando a Vegeta junto con él. Cuando llegó allí, arrojó al adolescente saiyayín cojo a la tierra usando un brazo y luego salió él mismo. Vegeta sin darse cuenta rodó hasta estar boca abajo, él comenzó a escupir y a toser, su cuerpo empapado tembló por la exposición al frío.
—Lo siento, chicos, no hay puntos para el segundo y tercer lugar. —Manzín se mofó antes de reírse. Jhainer lo miró furioso mientras lentamente se paraba.
—Eres un maldito cobarde, Manzín —siseó Jhainer a través de sus dientes afilados—. ¡Me atacaste por detrás cuando trataba de liberar mi dispositivo!
—Presta más atención, trikan. —Dodoria se rio entre dientes—. Las reglas que Zabón te dio era que no se podía atacar a los demás “fuera de los entrenamientos y competiciones”. Yo no di ninguna regla para esta competencia, solo dije que quien quiera que regresara primero con su dispositivo ganaría. Aunque Cui regresó antes que nadie, no tenía nada. Manzín fue el siguiente con su dispositivo, así que Manzín gana y ahora está adelante por un punto. Felicidades, chico.
—Gracias —dijo Manzín, sus ojos brillaron azules otra vez al mismo tiempo que sonreía triunfante. No parecía perturbado en lo absoluto por el frío, a pesar de que él también estaba empapado.
—Todos ustedes tienen un breve descanso, pero no se vistan, permanezcan como están. Comenzaremos el día de entrenamiento dentro de poco. —Hizo saber Dodoria y se apartó con la intención de buscar un pequeño recipiente que tenía a un lado lleno de alimentos y bebidas calientes solo para él.
Manzín se alejó hacia su hermano que ya lo esperaba para felicitarlo. Sentado a un lado se hallaba Cui, él parecía enojado de ser el único ahora sin un arma. De los cuatro, era el peor en contener la respiración y por lo tanto, estaba condenado al fracaso desde el principio. Jhainer hizo un gesto de dolor mientras se sentaba con cautela e inspeccionó la herida al costado de su abdomen que Manzín le había infligido. Era un corte profundo y sangre color azul oscuro goteaba de ella.
Entre tanto, Raditz y Nappa estaban agachados junto a un Vegeta tirado de espaldas. Si estuvieran solos, hubieran tratado de cubrir al joven príncipe con algo para darle calor, que era lo que necesitaba de un modo urgente. Ya había comenzado a formarse hielo en su cola y su cabello, y lucía anormalmente pálido. Pero ofrecerle ayuda ahora donde otros podían ver era una pésima idea, una que podría incurrir en la ira de Vegeta después, así que no hicieron más que mirar como el príncipe empezaba a ponerse en pie con lentitud.
—¿Qué pasó? —preguntó aturdido y entrecerró los ojos hacia sus compañeros saiyayíns.
—Manzín ganó, él tiene un punto ahora —respondió Nappa—. Jhainer te sacó.
—Maldita sea. —Vegeta se quejó sentado ahora. Él sacudió la cabeza rápidamente para quitarse el exceso de agua como si fuera un animal y luego elevó su ki tanto como pudo para calentarse un poco. Apenas ayudó. Estaba congelado y era incapaz de detener sus temblores. Mirando hacia abajo, se estremeció ante la visión de su pie derecho. Se encontraba muy hinchado a pesar del frío y era una mezcla enferma de rojo y azul. Dudó que sería capaz de meterlo al interior de su bota. Con cautela, levanto el pie hasta ponerlo sobre su rodilla izquierda e inspeccionó el daño—. Manzín me atrapó como a un jodido idiota cuando no lo veía. Fui un estúpido, debería haberlo esperado —gruñó sin saber si estaba más enfadado con Manzín o consigo mismo—. Tenían cadenas ahí abajo.
—Sí, su hermano se jactó de darle esa información y además, Manzín también hirió a Jhainer. Parece que su hermano le dio un muy buen consejo sobre cómo jugar esto— añadió Nappa molesto.
—Hmm —gruñó Vegeta, luego tocó su pie fracturado con los dedos y se estremeció—. Está bien, todavía hay un largo camino por recorrer.
—Entonces, ¿qué sacaste? —preguntó Raditz sentado ahora al lado del príncipe—. Manzín tiene una capa de invisibilidad.
Vegeta bajó la mirada hacia su mano izquierda que todavía agarraba el mango que había liberado. Le tomó algo de esfuerzo relajar su puño lo suficiente para examinarlo. No ayudó que sus manos estuvieran temblando por el frío. El joven príncipe frunció el ceño y le dio la vuelta un par de veces. Era un mango metálico negro con una luz azul parpadeante en la punta. Lo sacudió, lo apretó, intentó presionar la punta, pero no pasó nada.
—¿Qué clase de maldita arma es esta?, ¿se supone que debo tirarle esto a mi enemigo y esperar a que lo mate o algo? —Se burló.
—Todos tienen el mismo aspecto —lo interrumpió Jhainer. Vegeta lo miró, sin saber qué hacer con el muchacho que lo salvó. Estaba agradecido de estar vivo, aunque no agradecido de ser salvado, así que no dijo nada mientras lo miraba irritado. Si el joven trikan se sintió molestó por la falta de agradecimiento, no lo mostró. Se puso de cuclillas y les enseñó a los saiyayíns lo que había recuperado—. Mira. Se parece al tuyo, Vegeta, excepto que el mío tiene una luz blanca. Si lo mantengo apretado e imaginó a dónde quiero ir...
Jhainer apretó el mango y desapareció. Todos los saiyanyíns parpadearon y luego saltaron del susto cuando Jhainer reapareció de repente justo detrás de Nappa.
—Es un teletransportador —dijo extendiendo una pequeña sonrisa en su rostro—. Tienes que jugar con él y averiguar lo que hace el tuyo, pero definitivamente hace algo.
—Hmm.
En ese momento Dodoria les gritó para que se alinearan. El príncipe se obligó a pararse y trató de descansar su peso sobre el pie derecho con mucho cuidado. Como no pudo, levitó hasta que estuvo en la línea y poco a poco descendió sobre la pierna izquierda. Él y Cui se estremecían a ojos vista de tanto frío que sentían por más que trataban de ponerlo bajo control. Jhainer no era capaz de pararse del todo debido a la herida en su costado combinado con la paliza que había recibido temprano en la mañana de Zabón; las marcas seguían frescas en su espalda escamosa. Se vio forzado a colocar una mano sobre esta para mantener el sangrado bajo control. Solo Manzín permanecía de pie con facilidad, pero el hielo comenzaba a asentarse en el vello de su cuerpo. Las partes que no estaban cubiertas —sobre todo su rostro, sus manos y sus pies— empezaban a ponerse blancas.
Dodoria los examinó a todos mientras bebía algo caliente de una pequeña taza de madera, luego se rio.
—¿Qué pasa? ¡Parece que todos ustedes han atravesado el infierno y ni siquiera hemos comenzado! —les gritó en un tono burlón. Hizo una pausa para tomar otro trago—. Muy bien, niños, es el momento de ver lo que han conseguido. Cada uno va a aprender a utilizar sus nuevos dispositivos de batalla y les enseñaré una nueva técnica de combate cuerpo a cuerpo. Esto solo va a seguir siendo más y más frío hoy, así que mejor aprenden a aguantarlo y arreglárselas como puedan. —Vegeta resopló con sorna, eso atrajo la atención de Dodoria—. ¿Tienes algo que decirme, niño mono?
El príncipe gruñó.
—Me gustaría verte lidiar con este frío, gorda masa de manteca de cerd…
Dodoria se movió demasiado rápido para que Vegeta lo siguiera, pero el dolor que de inmediato se encendió por su pierna derecha fue intenso. El joven saiyayín se desplomó, instintivamente agarró su pie roto y se mordió el labio para no gritar; olvidó que su labio inferior estaba muy desgarrado por su lucha con Manzín bajo el agua. Rodó hecho un ovillo y presionó su cara palpitante contra la fría sustancia negra del suelo deseando que el insoportable dolor en su pie se detuviera.
—Solo te ganarás una peor paliza de Zabón, niño —dijo Dodoria con indiferencia, ya de regreso donde había estado parado—. La próxima vez que me faltes al respeto, te mataré yo mismo. El señor Frízer podrá tener una debilidad por ti, pero yo no. Ahora levántate antes de que me asegure que nunca lo vuelvas a hacer.
—Este, ¿Dodoria? —Cui llamó haciendo señas torpes—. No tengo una de esas cosas mecánicas... ¿voy a conseguir una?
—Claro, chico cara de pescado. Salta de nuevo y consigue una tú mismo. Ahora, todos ustedes vengan aquí.
Por más que lo intentó, Vegeta apenas pudo mantener el ritmo del entrenamiento que siguió. El frío viento era implacable y este sobre su húmedo cuerpo medio desnudo, lo entumecía y desaceleraba. Él encontró que era cada vez más y más difícil centrarse en lo que Dodoria le decía, incluso cuando estaba justo en su cara explicando algo. La fatiga era abrumadora y en el instante en que empezó a sentirse caliente, supo que el frío ya lo afectaba. El príncipe apenas podía mantener el agarre sobre su arma cuando Dodoria le gritó al oído que la usara. Potenciador de Ki, eso es lo que era, diseñado para enseñarle más disciplina con la manipulación de su ki. Pero, a pesar de que intentó seguir las instrucciones de cómo usarlo, no salía nada de este. Por último, frustrado, el adolescente gruñó que era un pedazo roto de mierda.
Dodoria entonces se lo quitó de la mano y dirigió el mango hacia los otros participantes que estaban practicando nuevas técnicas de lucha. Tres hebras de brillante ki color naranja surgieron del dispositivo como si fueran cuerdas. Las cuerdas ki se dispararon en un torbellino y se apoderaron de Jhainer, de Manzín y de Cui por el cuello, los levantó sin esfuerzo y los arrojó de nuevo al agua oscura, a casi treinta metros de distancia. Vegeta pasó algún tiempo tratando de reproducir la demostración sin ningún resultado.
Terminaron el día con peleas. En este punto, todos estaban agotados. Incluso Manzín alcanzó los límites de lo que su cuerpo podía protegerlo y ahora temblaba visiblemente. Vegeta había perdido la capacidad de concentrarse en la más simple de las tareas. La respiración de Cui salía entrecortada y le castañeteaban los dientes. Jhainer apenas podía estar de pie, las heridas que le dieron Zabón y Manzín empeoraban a medida que pasaba el tiempo. Las peleas se hicieron demasiado lentas incluso si Dodoria les gritaba que se movieran más rápido, pero no podían. Al final, cuando Jhainer y Manzín necesitaron más de quince segundos para volver a levantarse después de chocar entre sí durante una pelea, Dodoria ya había visto suficiente.
—¡Muy bien, terminamos! —gritó Dodoria por último—. ¡Cada uno de ustedes es una maldita vergüenza, no son capaces de manejar un poco de frío! Tendrán suerte si no le digo al Gran Frízer que disuelva el equipo de clasificación para el rango de este ciclo solar, porque ninguno de ustedes merece ser un hombre con rango. Todos preséntense aquí mañana a las 070X para el entrenamiento y no lleguen tarde. Lárguense.
Vegeta cayó de rodillas aliviado. Mañana estaría avergonzado de no durar más tiempo, pero hoy solo quería largarse de este infierno. Su habitación en la base de Frízer no era lujosa, sin embargo, estaba caliente y en este momento sonaba como a cielo puro. Raditz y Nappa llegaron a su lado poco después, Raditz sostenía sus guantes, botas y armadura. El príncipe no se resistió cuando lo ayudaron a ponerse de pie ni se resistió cuando ellos pusieron sus manos sobre las suyas para tratar de calentarle los dedos que tenían un color azul oscuro en las puntas, a pesar de que no se veían ni remotamente tan mal como sus pies.
—Te llevaremos a un tanque de regeneración y nos haremos cargo de todo. Zabón dijo que estarían funcionando toda noche, así que no creo que haya ningún problema —le informó Nappa.
Vegeta asintió con la cabeza sin procesar nada de eso. Él entendió lo esencial en el momento que tomó vuelo y no pensó en lo absoluto, Raditz y Nappa lo seguían. En algún lugar del camino, su vista comenzó a desvanecerse. Lo último que notó antes de desmayarse fue que Nappa lo arrojó sobre su espalda y que elevó su ki para calentarlo.
Cuando el príncipe despertó más tarde esa noche, estaba acostado sobre una mesa dentro de la sala médica, cubierto con una manta gris gruesa y vestido con un uniforme seco y caliente. Los tanques de regeneración se ubicaban en la habitación contigua, pero ese cuarto se utilizaba para el trabajo preliminar, para cuidar de los problemas de salud inmediatos si todos los tanques permanecían ocupados. Vegeta frunció el ceño, arrojó a un lado la manta y se sentó lentamente. Su pantalón estaba remangado hasta arriba de sus rodillas, lo que le permitió examinar sus pies. Ya no tenían ese enfermo tono azul más y ahora estaban cubiertos con una loción curativa que al parecer logró hacer el truco, aunque su pie todavía lucía muy mal. Por lo visto no había loción para eso.
Vegeta levantó la mirada justo cuando la puerta que conducía a los tanques de regeneración se abrió y elevó una ceja al ver emerger a Jhainer. El muchacho trikan tenía un grueso vendaje alrededor de su lado y los latigazos de Zabón en su espalda estaban cubiertos con un gel de curación. Su cola azul azotaba furiosa mientras ponía su atención en Vegeta.
—No seremos curados esta noche —le dijo Jhainer sin rodeos. A pesar de que no tenía una pupila, Vegeta vio la rabia en el blanco del ojo—. Será mejor que volvamos a nuestras habitaciones hasta la próxima asignación o hasta el entrenamiento de mañana, porque permanecer aquí no tiene sentido.
—Ya lo veremos —gruñó Vegeta luego de forzarse a sí mismo a pararse sobre sus pies. Él cojeó y empujó a Jhainer fuera de su camino—. Se supone que seremos sanados después de los entrenamientos. No voy a ir mañana con un maldito pie roto.
—Vegeta... —le advirtió Jhainer en un tono suave. Él solo apartó la mirada y suspiró, ya que el príncipe irrumpió de todos modos.
Vegeta se congeló al ver lo que le dio la bienvenida. Había ocho tanques de regeneración allí y todos se encontraban llenos de fluidos y de soldados. Ellos en lugar del fluido azul de curación, estaban sumergidos en un líquido verde. Confundido, el joven príncipe frunció el ceño e ignoró su instinto de alejarse mientras cojeaba hacia el tanque más cercano para ver mejor.
Se echó hacia atrás cuando un hombre en el interior se sacudió producto de unos espasmos ante su acercamiento. Una mano salió disparada en dirección de Vegeta y el príncipe de inmediato se apartó cojeando del alcance de una potencial explosión de ki, pero nada vino nunca. Se acercó más otra vez. De repente Vegeta se sintió enfermo al darse cuenta de lo que en verdad ocurría.
El hombre no estaba siendo curado, estaba siendo desintegrado vivo con ácido. Tenía la mayor parte de la piel ya disuelta y sus desesperados ojos se fijaron en él como si pidieran ayuda. Vegeta había visto cosas horribles en su vida, aunque nunca nada como esto. Tragando saliva, el príncipe exploró los otros tanques y vio que también todos estaban llenos de soldados siendo lentamente disueltos hasta la muerte. Debieron haberles mentido diciéndoles que iban a ser sanados. Era cobarde, incluso para sus estándares.
Su estómago se revolvió con abrumadoras náuseas al mirar de nuevo al primer hombre que aún estaba consciente, a pesar de que ahora exhibía algunos huesos. Debieron haber sido administrados con fuertes paralizadores a través de sus máscaras para evitar mucho movimiento. El joven saiyayín hizo contacto visual con él y vio una expresión de desesperación y agonía que lo perseguiría por años en sus sueños.
Él sacudió la cabeza y se dio la vuelta, solo para chocar directo con Zabón.
—No se supone que estés aquí. ¿Necesitas algo príncipe mono? —preguntó Zabón. Vegeta al instante lo negó. De ninguna maldita manera se metería en un tanque en el corto plazo; lidiar con su pie roto y sus otras heridas de repente ya no fue un problema. Los ojos de Zabón se estrecharon al mirar los tanques.
—Estos hombres son los últimos de aquellos que obtuvieron una puntuación por debajo del cuarenta por ciento esta mañana. Todos eran altamente suicidas, solo les estamos dando lo que querían —explicó con indiferencia. Le dio una palmada a Vegeta en el hombro haciendo que el joven saiyayín se encoja de repugnancia ante el contacto—. Sin embargo, estoy bastante contento de encontrarme contigo, Vegeta. Dodoria me dice que esperas una paliza por llegar tarde y fanfarronear hoy. Ya sabes a dónde ir, así que espérame en diez minutos.
Vegeta asintió y luego observó cómo Zabón salía. Echó un vistazo otra vez a los tanques con una mueca, ya que comenzaban a ponerse más y más ensangrentados. Se sintió enfermo de nuevo y medio arrastrando los pies, medio cojeando, salió del lugar lo más rápido que pudo manejar.
Jhainer todavía estaba junto a la puerta apoyado contra la pared cuando Vegeta apareció.
—El trabajador médico me dijo que esperara hasta que fueran liberados los tanques y que lo más probable era que eso sería en un largo tiempo —explicó—. Cuando salió, fui a ver por qué tendría que esperar tanto. Intenté sacarlos, pero...
Jhainer se encogió de hombros y apartó la mirada. Vegeta miró hacia el piso. Hubo un tenso silencio por un momento mientras cada adolescente contemplaba la sombría situación en la habitación de al lado y cuan fácilmente podían haber estado allí. Por último, Vegeta levantó la mirada y los dos hicieron contacto visual.
—¿Manzín te atacó también? —preguntó ansioso por dejar de pensar en eso.
—Sí, el muy cobarde —murmuró Jhainer en voz baja frunciendo el ceño—. Nunca lo vi venir.
—Escucha... con respecto a tu oferta anterior... —Vegeta comenzó a hablar torpemente. Él apartó la mirada y se aclaró la garganta—. Tal vez tener un aliado no sería la peor decisión que podría tomar.
Jhainer sonrió de un modo burlón.
—Sin duda podrías tomar peores decisiones, saiyayín.
—Es nula y sin efecto si estamos en competencia directa, solo para que quede claro.
—Bien por mí.
—Bien —asintió Vegeta y luego volvió a mirar a la puerta—. Vas a esperar hasta que ellos terminen… de... usar los tanques?
—Todavía no estoy seguro, ¿y tú?
—No. —El príncipe guardó para sí el hecho de que no confiaba en que alguien no le diera el mismo destino que a los de la habitación de al lado—. Parece que es mi turno para una paliza.
—Tal vez si no fanfarronearas tanto, no las conseguirías tan a menudo.
Vegeta soltó una risita y acto seguido, comenzó a cojear alejándose.
—Fanfarronear es la única diversión que puedo tener, trikan.
Jhainer resopló, sacudió la cabeza y murmuró en voz baja en su lengua materna sobre cuán loco estaba el otro muchacho. Vegeta no le prestó atención mientras lentamente iba cojeando a recibir su castigo de Zabón.
Al mismo tiempo, esperaba que esta alianza con Jhainer no resultara ser un error.