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Capítulo III


Noche libre

 

 

Zabón estaba parado delante de una enorme pantalla digital negra, ignorando al joven príncipe de pie justo detrás de él en favor del avanzado mapa cartográfico del cuadrante del universo en el que se encontraban. Tocó el monitor y deslizó su dedo para traer otra pantalla que mostraba luces rojas parpadeantes en todos los planetas. Vegeta miró con curiosidad la visualización, esta ocupaba toda la longitud de la pared. Las luces rojas eran las vainas espaciales y venían siendo rastreadas. Detrás de los dos se ubicaba un equipo de técnicos que realizaban tareas apresuradamente en sofisticadas computadoras.

El príncipe les echaba un vistazo una que otra vez con envidia. Los técnicos nunca sufrían daño físico, solo hacían el trabajo de mantener a Frízer abastecido de lo mejor en tecnología y eran dejados en paz. A pesar de que hasta el último de ellos había perdido a su familia en una purga y aunque se enfrentaban a la muerte inmediata incluso por un único fracaso, todavía los consideraba afortunados. Comparados con él, vivían como reyes.

Vegeta frunció el ceño cuando volvió a mirar a Zabón, la exasperación que lo dominaba se leía en sus rasgos.

—Si estas demasiado absorto para ocuparte de mí, Zabón, entonces llámame a mi rastreador ni bien estés listo.

—¿Por qué tan impaciente? —Zabón se rio. Él cambió la pantalla de nuevo y esta vez había luces azules en los diferentes planetas. Vegeta levantó una ceja; las rojas eran vainas espaciales, pero no sabía lo que eran las azules. Zabón amplió un planeta en particular y luego agregó—. Hoy es un buen día para ti, saiyayín. Estás vivo y te encuentras en el equipo de clasificación para el rango. Deberías sonreír por una vez, podría hacerte lucir menos áspero a los ojos.

—¡Bah, olvídalo! Solo pierdo mi maldito tiempo —gruñó Vegeta y giró sobre sus talones dispuesto a marcharse; como respuesta, Zabón lo agarró por el brazo y lo hizo dar la vuelta. El príncipe instintivamente se preparó para recibir algún tipo de golpe físico que no vino.

—Te vas cuando te permita irte, príncipe mono, no olvides tu lugar —le advirtió Zabón. Vegeta le devolvió la mirada, apenas era capaz de contenerse de responder. Zabón se rio de nuevo y le dio una palmada en el hombro—. Estoy seguro que ya sabes todo esto, aun así vamos a refrescarlo. Puesto que estás en el equipo, se te concede el rango preliminar. Lo mantendrás hasta que un hombre salga victorioso de las competiciones. Ese hombre será ascendido al rango 5 y el resto de los miembros se quedarán sin rango otra vez, ¿entendiste? —preguntó de forma lenta, como si Vegeta fuera un niño.

—Sí, eso ya lo sabía —espetó el príncipe.

—Bueno, no eres tan estúpido como pareces, muchacho —se burló Zabón. Él se volvió de nuevo a la pantalla digital en la pared y cruzó los brazos sobre su armadura—. Como parte de tu rango previo, se te concede inmunidad. No puedes herir a ningún otro miembro del equipo fuera de los entrenamientos y competencias y ellos tampoco lo pueden hacer; además, ningún otro hombre sin rango te puede tocar. La única excepción es la autodefensa, cualquier persona que infrinja las normas responderá ante mí, ¿está claro?

—Sí —respondió Vegeta entusiasmado, una sonrisa de superioridad trepó a su rostro. Ya sabía que se le darían protección temporal solo por pertenecer al equipo. No era mucho, sin embargo, todavía se sentía como si hubiera ganado un premio.

—Ahora, solo porque estás en el equipo no significa que estés absuelto de tus responsabilidades habituales. Aun te daré a ti y a las bestias de tus compañeros monos asignaciones, y espero que cumplas todos mis plazos.

La sonrisa de Vegeta desapareció y sus cejas se juntaron por la confusión. El entrenamiento y las competiciones que iba a soportar eran legendarias en su brutalidad, ¿cómo siquiera terminaría sus tareas habituales al mismo tiempo?

—Pero, no tendré tiempo…

—¿Te gustaría decírselo al Gran Frízer? —lo desafió Zabón. El príncipe adolescente frunció el ceño, ambos ya sabían la respuesta a eso. Nadie nunca quería tratar con Frízer si podían evitarlo y Vegeta no era la excepción. Permaneció en silencio, Zabón sonreía de manera burlona.

—Eso creí. Bien, tienes el resto de la noche libre, repórtate a Dodoria para tu primer día mañana a las 080X. Tendré una asignación de reclutamiento para ti en uno de estos planetas de la pantalla en pocos días. Por ahora, recoge un nuevo juego de armaduras en la sala de equipos. Pasará algún tiempo antes de que tengas otro día libre, por lo que te sugiero que disfrutes de esta noche mientras dure, príncipe mono. Retírate.

Vegeta bajó la cabeza un poco en fingido respeto y luego giró sobre sus talones murmurando cuando se alejaba, pensó que dejaría sus tareas ordinarias con el fin de dedicarse al entrenamiento y a las competiciones para ganar su rango, claramente se había equivocado.

Minutos después, el príncipe se estaba poniendo una nueva armadura. Se veía igual a la blanca original, excepto que era de plata con una capa negra adjunta. El indicador visual de que él no debía ser tocado. El adolescente puso el ceño adusto, no le gustaba como esta se sentía. Se encontraba debatiendo si abrocharse la capa de su armadura blanca cuando la puerta de la sala de equipos se abrió.

—¡Vegeta! —Nappa le dio la bienvenida, el alivio era evidente en su voz—. ¡Hemos estado tratando de comunicarnos contigo!

El príncipe frunció el ceño enojado, pero no dijo nada mientras se ajustaba la armadura. Había sentido tanto a Raditz como a Nappa insistirle por telepatía para saber si estaba bien, así que los bloqueó. En su mente, ellos solo se preocupaban porque si moría, serían los próximos. Pensar cuan inútiles eran sin él lo encolerizaba y esa ira era evidente por como los miraba ahora.

—Vimos a Jhainer salir antes, pensamos lo peor —admitió Raditz.

—Pensaste mal —respondió Vegeta con odio. Nappa y Raditz intercambiaron una mirada confusa, sin saber que tenía agitado al príncipe. Se veía indemne en su mayor parte. Por último, Nappa se le acercó.

—Así que estas en el equipo, ¿eh? ¡Eso es fantástico, Vegeta! —Nappa se echó a reír y palmeó al joven saiyayín en la espalda. La nariz del príncipe se crispó algo ante el contacto y Nappa tragó un poco de saliva antes de retirar la mano de un modo torpe.

—Era solo una cuestión de tiempo, idiotas —dijo Vegeta molesto—. No es nada fantástico.

—Oh, vamos. ¡Eres el más joven que jamás haya calificado! Eso merece una celebración. —Raditz se rio entre dientes—. Entonces, ¿qué te parece una mujer del sector de esclavos? ¿Alguien que te aligere el cuerpo antes de tu primer día? Puedes tener una ahora.

Vegeta parpadeó un poco y olvidó su irritación con ellos. Esa era una ventaja que había olvidado, de hecho, él todavía era considerado demasiado joven para reclamar una esclava —estaba apenas a meses de la edad mínima—, pero ahora que tenía el rango preliminar, podía pasar por alto esa regla. Los esclavos sexuales consistían en hombres y mujeres por igual, se les conservaba con la finalidad de ser usados cada vez que uno de los hombres lo quería y algunas no eran poco atractivas. El joven príncipe había presenciado su cuota, ya que Nappa y Raditz tomaron muchas mujeres en los últimos años dejándolo en privado para que no viera lo que él siempre consideró un acto repugnante.

Sin embargo, ahora que era mayor, más un hombre y debido a los cambios en su cuerpo, se produjo una variación en su percepción. Lo que antes era un acto repugnante a sus ojos, en este momento era una experiencia tentadora. Estaba intrigado en especial por la idea de que podía ser lo suficiente hombre como para tener una mujer por sí mismo y hacer que se someta de forma voluntaria a él. El príncipe se humedeció los labios, lo pensó por un segundo y asintió.

—Si me puedes encontrar una que no haya sido tocada por todos esos tontos... tal vez haga algún uso de ella —Vegeta accedió al fin y sonrió un poco en anticipación—. Nos han dado la noche libre, bien podría aprovecharlo mientras dure.

—Vuelvo entonces —dijo Raditz sonriendo por lo bajo también. Se dio la vuelta y se dirigió a la zona de los esclavos para buscar a una mujer digna de su príncipe, Nappa se quedaría con Vegeta.

—Le han dado a todos esta noche libre —le informó Nappa al joven príncipe—. Eso no me termina de convencer.

Vegeta parecía desconcertado.

—¿Al ejército entero?, eso es imposible.

—No, no, no a todo el ejército, solo a los hombres que permanecen en la base esta noche. Están en la taberna de Ozo hacia el suroeste. Si Raditz no puede encontrar una mujer decente para ti, tal vez podamos ir a buscar algunas bebidas allí en su lugar.

—Tal vez podamos disponer de tiempo para ambas cosas —sugirió Vegeta luego de activar su rastreador, deseaba ver si podía detectar a los que estaban en la taberna—. Sería bueno conocer quién más está en el equipo además de Jhainer y evaluar a la competencia.

—Sé que Cui es uno de ellos.

Los ojos del príncipe se estrecharon un instante por la molestia. Él y Cui habían sido rivales desde que eran niños y estaban casi muy iguales en poder. La única diferencia notable era que Cui adulaba a Frízer todo el tiempo mientras que Vegeta solo mostraba la mínima cantidad de respeto para no ser asesinado. Cui era un canalla, un sujeto sórdido incluso menos confiable que el típico hombre del ejército de Frízer. Tendría que mantener una estrecha vigilancia sobre él.

—¿Sabes quién es el cuarto hombre?

—Ni idea, aunque lo averiguaremos bastante pronto.

De improviso unas luces comenzaron a brillar intermitentemente en el rastreador de Vegeta. Él alzó la mano y apretó un botón para captar el enlace de Raditz.

—Vegeta, te encontré una puta que no ha sido tocada.

—Traerla a nuestra habitación —le ordenó Vegeta y cortó el enlace. Nappa sonrió un poco en señal de aprobación. Esta era la primera vez que veía a Vegeta mostrando abierto interés en tener a una mujer y estaba agradecido por eso. Era bueno ver al príncipe experimentar algo que no implicara violencia y brutalidad por una vez.

La ansiedad de Vegeta crecía conforme se dirigía de nuevo a su habitación con Nappa muy cerca. Él ya estaba en el estado de ánimo adecuado y se imaginaba a diferentes bellezas femeninas esperándolo. Pero cuando dobló la última esquina y vio a la chica que Raditz agarraba del brazo, se estrelló contra la realidad.

—¿Esto es lo que tienes? —Vegeta le reclamó enfadado dando un paso hacia ellos antes de que Raditz pudiera entrar en la habitación.

—Bueno, ella es la única que está intacta —le explicó Raditz y miró hacia abajo a la pequeña muchacha alienígena que temblaba de terror. El cuerpo de la chica era de un plateado brillante, como si estuviera hecha de metal. Llevaba harapos sucios que apenas la cubrían.

Vegeta la agarró del otro brazo y tiró de ella hacia él. La chica soltó un grito de terror, pero él fue indiferente mientras sus ojos recorrían su pequeño cuerpo. Su oscuro cabello púrpura estaba sucio y tenía contusiones producto de varias palizas. Sus ojos se elevaron para encontrar a los enormes, negros y aterrorizados de la joven. Él se burló.

—Esta chica no es más que una niña, ni siquiera parece de la mitad de mi edad. —Vegeta hizo una mueca de asco. Ella apenas le llegaba a los hombros y para él ya estaba por debajo de su edad.

—La muchacha es un poco más joven que tú, es cierto, aunque no por mucho. —Raditz intentó razonar—. Ningún otro hombre la ha tenido hasta ahora, es perfecta para ti.

—No quiero una maldita niña. —Vegeta escupió las palabras furioso—. Soy un hombre ahora y quiero una mujer, ¿o es qué es demasiado difícil de entender?

—Es que no había nadie más, Vegeta —dijo Raditz casi suplicando. Tragó un poco de saliva al recordar que los tanques de regeneración estaban fuera de servicio y cualquier arremetida del príncipe, probablemente lo mataría.

—Hmm, que así sea entonces.

Vegeta lanzó sin esfuerzo a la chica contra la pared opuesta moviendo apenas su brazo. Ella gritó de dolor una vez que colisionó produciendo un escalofriante golpe sordo. El sonido de agonía fue silenciado en un instante cuando Vegeta levantó una palma en su dirección y disparó, la luz de su ki centelleó a través del corredor. Después de que esta fue, la única cosa que quedaba de la chica era una mancha oscura en la pared donde el ki de Vegeta la había incinerado.

—Bueno. —Nappa empezó a hablar con indiferencia, como si nada hubiera pasado—. Ya que Raditz tiene por lo visto tan mal gusto, puedo ir a echar un vistazo al sector de esclavos, Vegeta. Encontraré a alguien más adecuada para un príncipe.

—Olvídalo. —Vegeta descartó la idea mediante un gesto brusco de su mano. Se volvió y empezó a alejarse con Nappa y Raditz caminando tras de él—. Vamos a la taberna de Ozo, la noche todavía es joven.

******************** 

Unas horas más tarde, los saiyayíns estaban sentados en una pequeña mesa contra la pared de la única taberna en el planeta base de Frízer. Era un lugar exclusivo para los soldados, lo cual venía a ser la principal razón por la que Vegeta odiaba ir allí. Él prefería otra taberna en particular, en un planeta diferente dirigido por un antiguo colaborador suyo llamado Uvi, donde pocos sabían quién era él y donde él raramente conocía a alguien más. Aquí, en la taberna de Ozo, nada de eso era verdad.

Aun así, quería identificar al que iba a ser el cuarto hombre en el equipo. Miró a su alrededor y vio a Cui en el lado opuesto de la taberna, bebiendo con los otros soldados mientras todos reían y hacían bromas de mal gusto. Jhainer no estaba por ningún lugar. El príncipe frunció el ceño y examinó la taberna de nuevo. Había una pelea sucediendo en la esquina más alejada, una pequeña refriega entre dos soldados ebrios. En otra esquina, dos hombres estaban involucrados en evidente sexo intenso. Vegeta deliberadamente evitó mirar en esa dirección. Nadie más aparte de Cui vestía la armadura y la capa que él usaba, parecía que el cuarto hombre no se hallaba allí.

—No creo que sea la gran cosa. —Vegeta oyó decir a Raditz. Él volvió su atención a sus hombres, Raditz continuó—. Nos merecemos una noche libre para variar, no significa nada.

—¿No recuerdas la última vez que Frízer les dio “a todos” en la base una noche libre? —cuestionó Nappa consiguiendo la atención de Vegeta.

—No me acuerdo de eso —dijo el príncipe con el ceño fruncido—. ¿Cuándo diablos pasó?

Raditz se echó sobre el respaldo de la silla y tomó un trago entero de su jarra de alcohol color verde oscuro. Nappa exhaló antes de volverse hacia el príncipe.

—Acabábamos de llegar aquí, eras todavía un niño. Él nos dio toda la noche libre, pero tú estabas en el tanque de regeneración recuperándote de la paliza que Frízer te dio. Raditz y yo nos quedamos contigo, pero al día siguiente, la mitad de los hombres de la base fueron citados por Zabón para ser asesinados. Recuerdo lo extraño que se sentía en ese momento, se siente igual ahora.

—Suena a coincidencia para mí. —Vegeta se encogió de hombros, estaba listo a desestimar la anécdota como algo sin importancia mientras examinaba la taberna de nuevo en busca de otra capa negra.

—¡Ja! ¿Ves? Vegeta está de acuerdo conmigo. —Raditz se jactó ruidosamente haciendo que Nappa gruñera—. Oh, no seas loco, calvo. Un día de estos uno de nosotros estará de acuerdo con tus teorías de conspiración…

—¿Quién es esa? —Vegeta lo interrumpió. Sus compañeros saiyayíns siguieron su línea de visión sin ver a nadie en especial.

—¿Quién? —preguntó Nappa tratando de averiguar lo que podría ser de su interés—. ¿Thonzin? Es un nuevo recluta…

—No, no él. “Ella”.

Vegeta señaló con la cabeza a la única mujer en toda la taberna que estaba ocupada luchando por mantener a unos cuarenta soldados ebrios saciados con bebidas y comida. Era difícil para él adivinar su edad, aunque a ciencia cierta, parecía mayor que la niña esclava que había matado a principios de la noche. Su piel era de un color verde pálido, sin embargo, lo que más captó su inmediata atención fueron las largas alas de aspecto poderoso que recorrían toda la longitud de su espalda. Estas se encontraban plegadas, parecían parte de su ropa a cierta distancia, pero él notaba la diferencia. Daba la impresión de que tendrían una envergadura impresionante si las extendía. Estaba hipnotizado por el patrón de plumas verdes y azules en ellas. Era artístico y junto con sus firmes piernas femeninas, quedó cautivado.

—Ah, la mujer. —Raditz soltó una risa intencionada. Tanto él como Nappa sonrieron al ver la expresión en el rostro de Vegeta mientras miraba a la alienígena desde detrás—. No conozco su nombre, pero ella es mitad legan.

—Mitad guerrero aéreo —murmuró Vegeta, su atracción se incrementó exponencialmente solo ante el pensamiento de que pudiera tener la sangre de un guerrero en sus venas. Y ni siquiera había visto su rostro aún.

—Deberías presentarte —sugirió Nappa—. Pon tus manos en ella antes de que alguien más lo haga.

La sonrisa de Raditz desapareció y él bajó la mirada hacia su bebida.

—En realidad, podría no ser una gran idea.

Vegeta apartó los ojos de la mujer para mirar al saiyayín sentado a su izquierda.

—¿Por qué no?, ¿qué sabes? —El príncipe exigió una respuesta haciendo que Raditz se encoja de hombros incómodo.

—No estoy seguro, pero le oí decir a Manzín hace algún tiempo que la nueva trabajadora de aquí era suya.

—¿Ella le pertenece a Manzín? —preguntó Vegeta y miró hacia atrás a la mujer justo cuando ella corría en dirección a la parte posterior de la taberna para conseguir más bebidas alcohólicas. Frunció el ceño molesto, todavía no la había visto de frente.

—Parece que sí.

—Hmm. Bien, en ese caso, debo ir a presentarme.

Vegeta se levantó y fue en la dirección por la que vio a la misteriosa mujer alada marcharse, haciendo caso omiso de Raditz que le decía que esa no era una buena idea. Esquivó con facilidad a los otros en la taberna y luego puso el ceño adusto al llegar al mostrador. La mujer no estaba por ningún lado. Por último, el príncipe se sentó en una losa de mármol que levitaba cerca.

A pesar de su confiado paseo, la nuca de Vegeta cosquilleó por el sudor al darse cuenta de que no sabía lo qué le diría una vez que apareciera. En realidad, tenía muy poca experiencia en hablar con una mujer sin amenazar su vida o la vida de su familia por una u otra razón. Raditz era el más persuasivo de los tres saiyayíns; aunque no era de los que rehusaban tomar a una mujer por la fuerza, era bastante experto en conseguir que ellas hicieran lo que él quería. Pero el orgullo de Vegeta se negó a permitirse pedirle un consejo, así que allí estaba, preguntándose qué actitud seguir.

El joven príncipe se enderezó cuando la mujer finalmente surgió a través de una cortina de luces led en la parte posterior. Sus ojos le llamaron la atención en primer lugar, eran de un azul reptil hipnótico. Ella no había sido bendecida con los senos más grandes que él hubiera visto alguna vez y solo tenía unas pocas largas espigas de cabello color verde oscuro que caían a un lado de su rostro, sin embargo, Vegeta de inmediato se sintió atraído. En cualquier caso, ya se la imagina atrapada debajo de él, con las endebles tiras de su ropa blanca desaparecidas de su cuerpo mientras ambos trabajaban en un buen sudor.

La mujer colocó una copa en frente de un soldado de alto rango a pocos asientos de Vegeta y luego llegó a ponerse delante del príncipe saiyayín.

—¿Qué te gustaría beber? —le preguntó ella apoyando las manos de un modo casual sobre el mostrador. Su voz era muy sensual, ya le gustaba eso—. ¿Algo más de lo que tú y tus hombres ordenaron antes?

Vegeta no dijo nada, solo parpadeó mientras la miraba. Ella también parpadeó hacia él durante unos segundos y suspiró, supuso que estaba demasiado ebrio para hablar. La mujer le dio la espalda cuando Vegeta salió del trance.

—Espera, ¿sabes quién soy yo, mujer? —preguntó el príncipe luego de inclinarse hacia adelante con curiosidad.

Ella se detuvo. Sus ojos de reptil se desplazaron más allá de él antes de que respondiera en un tono vacilante.

—Sí, tú eres uno de los saiyayíns. Vegeta, ¿verdad?

—Eso es correcto. No soy cualquier saiyayín sin embargo, soy el Príncipe de todos los Saiyayíns. —Vegeta se jactó pensando que la impresionaría lo suficiente como para llevarla a un lugar privado.

—Eso es bastante agradable —dijo ella en un tono dócil, claramente trataba de alejarse de él, lo que hizo fruncir el ceño al príncipe otra vez. Ni siquiera estaba tratando de asustarla y ya parecía aterrorizada.

—No voy a matarte. —Vegeta intentó tranquilizarla antes de mostrar una sonrisa arrogante—. Hoy se me concedió el rango preliminar en el poderoso ejército de Frízer. Es una tremenda hazaña para alguien de mi edad, así que estoy de muy buen estado de ánimo…

—¡Felicidades, eso es extraordinario! ¿Sabes qué?, creo que voy a conseguirte a ti y a tus hombres algunas copas más —lo interrumpió ella haciendo que el joven príncipe haga un gesto de disgusto. Antes de que el adolescente pudiera decir otra palabra, la mujer prácticamente ya se había desvanecido detrás de la cortina de luces de nuevo.

Vegeta gruñó y se puso de pie para ir tras ella, cuando una mano muy fuerte de color naranja aterrizó en su hombro y lo obligó a bajar. El príncipe miró al frente, sabía quién estaba junto a él antes de verlo. Ese olor era inconfundible.

—Vegeta —saludó una voz lacónica.

—Manzín —respondió el saiyayín igualmente.

Él no se movió, a pesar de que vio al otro soldado sentarse junto a él a su derecha por el rabillo del ojo. El príncipe puso el rostro adusto ni bien notó la capa de color negro unida a la armadura plateada de Manzín. El cuarto hombre, por supuesto. Él miró hacia adelante y suspiro para sí mismo. Era solo suerte que uno de los hombres de Frízer que más lo odiaba fuera el último hombre en el equipo. La helada relación de Vegeta con Manzín hacia a Cui parecer como el mejor amigo del príncipe.

—Ella es una belleza, ¿verdad?, su nombre es Aradeen.

Vegeta se burló.

—Lo dices como si me importara.

—Parecía que te importaba antes de que viniera aquí. Estás haciendo un hábito de tomar las cosas que no te pertenecen, saiyayín. Aradeen es mi mujer, no la tuya y la última vacante en el equipo era de Wygen, no tuya.

—Wygen cometió suicidio, la vacante es ahora mía. Me imagino que el tonto está demasiado muerto para recuperarla.

Vegeta se obligó a no moverse cuando sintió la mano de Manzín tirar de su capa en son de burla. El príncipe gruñó bajo como advertencia, lo que hizo reírse entre dientes al otro soldado.

—Me enteré de lo que pasó con Tanus, así que solo por curiosidad, saiyayín. ¿Cómo lograste sobrevivir contra Frízer? ¿Por qué estás siempre a salvo, eh? ¿Por qué sigues siendo su favorito, cuando eres tan patéticamente débil?

La cabeza de Vegeta se volvió a toda velocidad hacia el soldado sentado junto a él y sus ojos se estrecharon de forma peligrosa. Su orgullo y su fuerza eran todo lo que poseía en esta vida y no apreciaba para nada que fueran insultadas. Le lanzó una mirada asesina, Mazín tenía unos ojos que cambiaban de color en un instante dependiendo de su estado de ánimo y sus pensamientos. En este momento, eran frías rendijas negras. Eso correspondía al odio y era la única mirada que Vegeta había visto en él.

—Veremos si me llamas débil cuando te arranque el corazón después de que gane el rango, Manzín —gruñó Vegeta lleno de malicia y sus ojos brillaron debido a su propio odio.

—Adelante, inténtalo —lo desafió Manzín e hizo un gesto con la barbilla hacia la parte posterior de la taberna. Vegeta giró la cabeza lo suficiente para ver a través de su visión periférica y volvió a gruñir al notar que el hermano mayor de Manzín se paraba contra la pared, de brazos cruzados, mirándolos—. Tengo algo de respaldo.

—Yo también —respondió Vegeta mirando hacia donde Nappa y Raditz se sentaban. Ambos saiyayíns observaban todo el asunto y estaban listos para intervenir.

—Mi hermano es un hombre de rango 3, puede matarte a ti y a tus hombres dormido.

—¿Ah, sí? ¿Y dónde estaba tu hermano el día en que los saiyayíns purgaron tu patético planeta? —Vegeta se burló.

Manzín se puso de pie en el acto y lo mismo hizo Vegeta, ambos se prepararon para una pelea. El mayor de los dos siseó y su lengua bífida parpadeó en su boca bajo unos afilados colmillos que lucían amarillentos. Tenía el cabello negro y corto en la cabeza que se parecía más a la dura piel de una naranja; ese cabello le recorría la nuca y le recubría el revés de los brazos y las manos. En la furia de Manzín, su cabello se erizó. Vegeta llevó una mano hacia atrás, sus dedos se contrajeron como anticipo para convocar su ki en cualquier momento.

Pero ambos dudaron en atacar primero. Quien golpeara inicialmente sería castigado con el otro absuelto en defensa propia. Ninguno de los dos quería cojear en el entrenamiento de la mañana siguiente, ya magullado y golpeado incluso antes de empezar el día. Ambos tampoco eran conscientes de que tenían la atención completa de toda la taberna ahora. Nappa y Raditz, en particular, estaban de pie, tensos por la batalla.

—¿Te atreves a burlarte de la purga y la destrucción de mi planeta a manos de tu asquerosa raza? —rugió Manzín, apenas parecía capaz de detener su rabia.

Vegeta se mofó.

—Lo único que lamento es que era demasiado joven para participar en esa purga. Me habría encantado asesinar a tu familia yo mismo.

—Todavía tengo a mi hermano, ¿a quién tienes, Vegeta? —le preguntó Manzín y quedó tremendamente satisfecho al ver que la sonrisa de Vegeta desaparecía. Una mirada de rabia desquiciada cruzó las facciones del joven saiyayín y más de treinta rastreadores se iluminaron en respuesta. Manzín se rio por lo bajo, sabía que había tocado una llaga y se deleitaba con ese conocimiento—. Oh, es cierto. Me enteré de la suerte de tus padres. Entre nosotros… ¿Quién crees que gritó más en sus últimos momentos? ¿Tu padre o tu madre? En realidad, debe haber sido tu madre, ¿verdad? Oí que la violaron antes de que la mataran…

Tanto Nappa como Raditz aparecieron en un instante y agarraron a su enfurecido príncipe por detrás, justo a tiempo para impedirle arremeter contra Manzín.

No, Vegeta. Él está poniendo un cebo para que estés en desventaja, Nappa envió el mensaje mientras utilizaba casi toda su fuerza a fin de mantener a Vegeta a raya con Raditz haciendo lo mismo. Incluso entonces, el príncipe hubiera podido liberarse de forma fácil, pero dejó de luchar al escuchar la lógica de Nappa, a pesar de que temblaba de rabia.

Manzín rio otra vez y luego sonrió, su lengua bífida se agitó de nuevo.

—No importa, supongo. Ninguno de los dos superará lo fuerte que su hijo gritará cuando destruya al último príncipe de los saiyayíns…

—¿Qué diablos está pasando aquí? —La voz de Zabón resonó llena de rabia. Todo el mundo se volvió hacia la puerta de la taberna por donde el lugarteniente de Frízer estaba entrando, su capa blanca fluía detrás de él. Nappa y Raditz rápidamente dejaron ir a Vegeta que ahora le daba toda su atención a Zabón, al igual que Manzín. Zabón miró a todos antes de venir a colocarse delante de los dos jóvenes soldados en el corazón del conflicto—. ¿Ustedes, par de tontos, no oyeron mis instrucciones?

—Discúlpame, Zabón —dijo Manzín de inmediato. Sus ojos estaban muy abiertos y púrpuras ahora por el miedo mientras inclinaba la cabeza con respeto. Zabón movió los ojos hacia Vegeta, quien le devolvió la mirada, luego resopló y se dio la vuelta.

—¡Todo el mundo a la base de inmediato! —ordenó—. Su noche se acabó.

Los soldados murmuraron, algunos apenas eran capaces de soportarlo, no obstante, hicieron todo lo que se les dijo a prisa. Manzín le disparó a Vegeta una última mirada de odio, sus ojos negros le prometieron miseria al príncipe si ganaba su rango. Después le hizo un gesto a su hermano de que viniera con él y los dos salieron de la taberna.

Al final, solo Zabón y los tres saiyayíns permanecieron. El primero poco a poco se volvió para mirar a Vegeta y esbozó una sonrisa. El príncipe le sonrió de lado en respuesta.

—Es bueno ver que todavía estás vivo, saiyayín. —Zabón pronunció las palabras con calma.

—Es bueno estar vivo, trikan. —Vegeta se rio, su ira se había ido—. Vas a conseguir una buena paliza por esto.

—Bueno —comenzó a decir Zabón justo antes de que una tenue luz amarilla lo recorriera de la cabeza a los pies. Cuando la luz se fue, Jhainer estaba de pie en su lugar, también vestido con la armadura plateada y una capa negra; su escamosa cola azul se levantaba detrás de él. Una lenta sonrisa burlona se extendió sobre su cara—. “Técnicamente”, ayudé a cumplir las órdenes de Zabón.

Vegeta levantó una ceja.

—¿Pero en realidad?

—En realidad, no quería que tú ni Manzín recibieran una paliza demasiado pronto. —Jhainer habló con su voz suave—. Quiero que ambos entren al cien por ciento, así cuando gane mi rango, la victoria será mucho más dulce.

—Hmm, lo veremos.

—Tengo curiosidad, sin embargo. ¿Cómo supiste que era yo?

Vegeta miró a Nappa, quien respondió.

—Puedes suplantarlo en apariencia y voz, pero no puedes hacerlo en aroma. Zabón apesta y tú no.

Jhainer rio de un modo afable antes de asentir.

—Información muy útil. Gracias, Nappa.

—No hay de qué.

Jhainer se volvió de nuevo hacia el saiyayín más joven y le hizo un gesto de respeto.

—No deseo dañarte, Vegeta, pero ganaré mi rango sin importar el costo. Si eso significa tu muerte en el proceso, entonces no lo dudaré. Espero que lo entiendas.

Vegeta le devolvió el saludo. A pesar de que no llamaría a Jhainer un amigo, tampoco lo llamaría un enemigo, y en su mundo, eso era lo más cercano que alguien estuvo a la amistad.

—Lo mismo va para ti, Jhainer. Si tengo que matarte para conseguir lo que necesito, entonces que así sea.

—Que así sea, en efecto —El joven trikan concordó, luego giró para alejarse—. Hasta mañana a las 080X.

—Hmm.

El príncipe esperó hasta que el destello del ki de Jhainer se encendiera y despegara hacia el cielo. Vegeta entonces salió de la taberna para entrar en el aire nocturno con Nappa y Raditz flanqueándolo.

—¿Crees que podemos confiar en Jhainer, Vegeta? —preguntó Raditz en voz alta.

—Un poco, aunque no demasiado —respondió—. Su capacidad de cambio de forma puede ser mortal si lo desea. A partir de ahora, primero confirmaremos si de verdad estamos hablando entre nosotros —dijo tocando su sien para significar el uso de la telepatía. Sus compañeros saiyayíns asintieron.

—Hey, Vegeta, ¿cómo te fue con esa nena antes de que Manzín interrumpiera todo? —le preguntó Nappa con curiosidad.

Vegeta gruñó ante el recuerdo de ese fracaso y le disparó una mirada furiosa.

—¡Cállate, Nappa! ¡Tenemos cosas más importantes por delante que alguna esclava inútil! Ahora regresemos a la base. Zabón dijo que este sería nuestro último descanso por un tiempo. Será mejor que durmamos mientras podamos.

A pesar de que los saiyayíns volvieron a su habitación y apagaron la luz para dormir, el príncipe se mantuvo despierto toda la noche mirando hacia el techo. La mente de Vegeta estaba llena de visiones de él subiendo de rango hasta ser el más fuerte del ejército. Luego llegaría el día en que sería más fuerte que el propio Frízer. Entonces lo mataría a él y a su familia, y por último se levantaría para tomar su lugar como el líder del universo. El pensamiento trajo una pequeña sonrisa a su rostro. Tendría el poder, las mujeres y la gloria en la batalla. Lo tendría todo.

El joven príncipe finalmente cayó dormido después de unas horas deseando que llegue el día siguiente por primera vez en años.