Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ El Arte de Sobrevivir ❯ Reclutamiento ( Chapter 7 )
23-11-2020: Hola a todos, han pasado varios años desde que pensé que terminé de traducir este maravilloso fic, pero ahora tenemos la gran noticia de que Niteryde ha vuelto a escribir y debido a eso estoy contenta de poder brindarles el capítulo 7 de El arte de sobrevivir traducido al español. Disfrútenlo. Con respecto a la maquetación del libro, actulizaré un archivo pdf con los añadidos del capítulo7 hasta el último que suba Niteryde una vez que ella termine de escribir la novela.
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Capítulo VII
Reclutamiento
La multitud del torneo en Nioren no estaba sedienta de sangre como otras que había visto en sus viajes, pero aun así eran ruidosos y exigentes, tenían ansias por que comenzara la acción. Había mucho en juego para el ganador y los espectadores no eran escasos, el enorme estadio al aire libre estaba lleno a rebosar. Sin querer llamar la atención más de lo necesario, Vegeta se abrió paso cojeando sutilmente entre la multitud mientras esquivaba los asientos en su camino hacia los otros saiyayíns que le reservaron un lugar al frente. Había muchas razas alienígenas diferentes allí, por lo que nadie le prestó atención, lo cual era bueno. Cuanto más bajo perfil pudiera mantener, más fácil sería evaluar el "talento" que se iba a exhibir.
Finalmente llegó al frente, a nivel del suelo, e inspeccionó el campo de batalla en el centro del estadio. Un gran óvalo de arena azul se extendía ante él, con el viento agitando parte de la arena. El adolescente frunció el ceño cuando vio a Manzín frente al foso del estadio, también a nivel del suelo y mirándolo. Vegeta lo observó por un momento y luego cojeó hasta donde lo esperaban Nappa y Raditz.
—Está a punto de empezar —le informó Nappa.
Vegeta asintió y se sentó entre los dos saiyayíns mayores en un elegante banco metálico de color negro que les daba una buena vista de la acción, a la vez que les proporcionaba un espacio por atrás para que nadie pudiera acercarse demasiado a ellos. En el fondo, el príncipe también estaba agradecido por la oportunidad de sentarse y descansar. Se relajó lo máximo que se permitió, que no era mucho. Un guerrero siempre tenía que cuidar sus espaldas, después de todo.
Miró a su alrededor, pero al no poder ver a Jhainer ni a Cui, activó su rastreador. Él y Jhainer se habían separado en el camino. Cuando al fin ubicó a los dos adolescentes mayores estratégicamente sentados en dos lados opuestos de la arena, cruzó los brazos sobre su pecho y se volvió hacia la acción que comenzaba. Vio como los jóvenes luchadores del torneo salían e iniciaban sus estiramientos. Cuatro de ellos estaban disfrutando de los últimos momentos que tendrían de libertad antes de ser violentamente introducidos en ejército galáctico de Frízer.
Vegeta, memoricé todo el informe de exploración de Trika, el planeta natal de Jhainer, escuchó la voz de Raditz decir en su cabeza. Vegeta frunció el ceño mientras lo miraba por el rabillo del ojo, lo quieres ahora.
Todavía no, más tarde, ni bien volvamos a la base, envió el príncipe como respuesta. Raditz asintió sutilmente justo cuando la multitud rugió al anunciarse los primeros concursantes.
—¿Quieres algo de beber, Vegeta? —le ofreció Nappa mirando a su alrededor—. Creo que vi a un debilucho caminando por aquí con algunas bebidas.
Vegeta puso los ojos en blanco.
—No hemos examinado las bebidas de aquí. Podemos correr el riesgo de envenenarnos, así que no.
—Ay, pero tengo sed —se quejó Nappa.
El príncipe adolescente se rio por lo bajo.
—Sobrevivirás —le informó antes de sonreír burlonamente, luego miró a Raditz por el rabillo del ojo—, pero si de verdad quieres tomar algo, podemos hacer que Raditz sea el sujeto de prueba para asegurarnos de que las bebidas no estén envenenadas, a fin de cuentas, su vida es insignificante.
Raditz gruñó un poco, más no pudo decir nada, no fuera a hacer enojar a Vegeta sin darse cuenta. Sin embargo, Nappa y Vegeta se rieron en voz alta de su incomodidad y, una vez más, se lamentó de ser el más débil de los tres.
Aún riendo, Vegeta le hizo una seña con los dedos a Nappa.
—Muy bien, dame el evaluador. Es hora de aprender más sobre estos mocosos.
Nappa hizo lo que le dijeron, sacó de su armadura un pequeño dispositivo electrónico negro con una pantalla de vidrio y una pequeña señal luminosa incorporada en ella. Obedientemente se lo entregó a Vegeta, quien lo tomó con un gruñido. El príncipe lo activó e ingresó su contraseña personal para acceder a la red de búsqueda galáctica de Frízer. El dispositivo era una forma móvil de obtener una lectura sobre diferentes especies exóticas; no sería tan completo como los informes de exploración disponibles en la base, pero le daba lo suficiente por el momento.
Vegeta alzó la mirada cuando comenzó la primera pelea, la multitud rugía su aprobación. Era tan fuerte el sonido que probablemente solo confiaría en su telepatía para conversar con sus compañeros, a pesar de que estaban sentados a su lado. El príncipe miró por unos segundos antes de gruñir y bajar la mirada. Los dos chicos que peleaban no eran ni la mitad de buenos que los que él y Jhainer habían encontrado, así que se aburrió rápido.
Agradecido de estar sentado, el adolescente sin darse cuenta se secó un poco del sudor de la frente mientras reconsideraba vagamente la posibilidad de beber algo. Estaba exhausto, deshidratado y todavía tenía un considerable dolor que solo iba aumentado. El torneo apenas comenzaba y aún debía completar una purga. Además, seguía el tema no tan pequeño de Ajox... pero, ahora tenía un plan ideado en su camino hacia el torneo. Sonrió, sabía que ese pequeño problema se solucionaría pronto.
Vegeta volvió a alzar la vista cuando algún movimiento hizo que la multitud se levantara; sin sentirse impresionado, bajó los ojos hacia su dispositivo mientras activaba la señal luminosa. Mirando hacia el frente ahora, examinó a todos los luchadores del torneo que estaban en fila a un lado del ruedo viendo la acción. Solo le tomó un momento ubicar a Raum y a Adriel, los niños que él junto con Jhainer habían encontrado, y sintonizó la señal luminosa directamente hacia ellos.
Parpadeó para quitarse el sudor de los ojos justo cuando la señal luminosa pulsaba en la pantalla —muy similar a cierto radar de las esferas de dragón en otra galaxia lejana—. Finalmente, el dispositivo emitió un pitido y apareció un informe resumido. Frunció el ceño mientras lo leía en silencio.
Especie exótica confirmada. Informe de lectura autorizado solo a: Vegeta, soldado rango previo.
Nombre de la especie: Drokaniano.
Planeta de origen: Drokania, galaxia número sesenta y seis en el sector oeste.
Detalles del planeta: Vegetación abundante y de tamaño mediano, hay muchas ciudades grandes, tiene tres lunas.
Detalles de la especie: Telépata, sin habilidad natural de control del ki, raza guerrera que se especializa en las artes marciales y la guerra explosiva.
Vegeta arqueó una ceja con curiosidad ante la última parte, sus ojos oscuros se movieron hacia los niños Raum y Adriel. “Guerra explosiva”, era interesante, lo anotaría para más adelante. Volvió a fruncir el ceño ante la falta de habilidad para controlar el ki, cualquiera podía aprender a aprovechar, manejar y manipular el ki, pero si no se nacía con la habilidad natural, llevaría años aprender las técnicas y la disciplina necesarias... desafortunadamente, no tenía esos años para enseñarle a uno de los pequeños cómo hacerlo para que ganara un punto en la competencia. Se frotó la barbilla con un poco de decepción, se estaba preguntando si debería examinar a otros reclutas que tuvieran más experiencia en el control del ki cuando la multitud volvió a rugir. Miró contento otra vez hacia la pelea que terminaba, ya que podría buscar nuevos luchadores pronto.
—Vegeta, por favor ¿me dejas tomar algo? —gimió Nappa—. ¡Las bebidas se ven tan bien!
Vegeta frunció el ceño enfadado mientras volvía la pantalla hacia otro niño alienígena que se preparaba para luchar y giraba la señal luminosa en esa dirección. Alzó la vista brevemente para mirar detrás de los niños luchadores hacia donde estaba sentado Jhainer, luego fue en sentido contrario a las agujas del reloj hacia Manzín y luego hacia Cui. Todos hacían lo mismo, usaban sus propios dispositivos para tener una idea de con qué trataban.
—Bien —gruñó finalmente Vegeta y miró a su dispositivo que sonaba—. Pero si te enfermas, te rompo los dientes, y si te envenenan y mueres, dejaremos aquí tu cadáver —lo amenazó.
—No tendremos tanta suerte —se rio Raditz. Nappa le dio una mirada desagradable y se levantó rápidamente, antes de que Vegeta cambiara de opinión. Los dos lo vieron perseguir a alguien que atravesaba las gradas tratando de vender bebidas a la ruidosa multitud alienígena.
—¿Encontraste a alguien que te guste? —preguntó Raditz cuando estuvieron solos. Vegeta gruñó, miró hacia abajo e hizo una mueca ante el siguiente informe en la pantalla que apareció con un pitido y que nuevamente señalaba que no había habilidad natural para controlar el ki. Frunció el ceño pensativo, ya que se preguntaba si ninguno en esta galaxia tenía esa habilidad. Si ese fuera el caso, se quedaría con cualquiera de los niños drokanianos.
—Todavía no, pero será pronto —dijo de mala gana mientras comenzaba la siguiente pelea. Alzó la mirada solo unos instantes, los dos nuevos combatientes tampoco lo impresionaron, así que borró el informe para volver a intentarlo.
Vegeta estaba eligiendo a qué otro candidato podía examinar, cuando dos niños alienígenas pasaron de improviso justo frente a él y Raditz. El príncipe adolescente gruñó al sentir que uno de ellos chocó con el dispositivo que tenía en la mano y lo tiró al suelo, el niño también tropezó y se cayó. Vegeta se puso de pie al instante, su ira hizo que el rastreador de Raditz se iluminara en respuesta.
El saiyayín mayor inmediatamente lo agarró con fuerza por el brazo.
—Bajo perfil —le recordó a su príncipe.
Vegeta lo miró con desprecio y frustrado, tiró de su brazo para liberarlo. Abrió la boca para desatar algo de su rabia reprimida, cuando el niño rápidamente agarró el dispositivo, se paró y se lo entregó a Vegeta, quien se lo arrebató.
—Fíjense por donde diablos van, mocosos —dijo enojado. El niño que le había quitado la pantalla de la mano se quedó viendo a Vegeta por un momento, él estaba cubierto de pelaje blanco y tenía solo un ojo rojo en el rostro. La mirada del príncipe se estrechó al reconocerlo, pero no pudo ubicar la especie del niño en el lapso de tiempo antes de que lo viera alejarse corriendo con su amigo justo cuando la multitud rugió de nuevo.
—Te perderás la pelea, Vegeta —le recordó Raditz, sin gustarle la expresión en el rostro del príncipe. Vegeta finalmente gruñó y volvió a sentarse a regañadientes.
—¿Sabes de qué tipo de especie era ese niño? —preguntó maldiciendo el ya no tener contacto con pequeño. La señal luminosa del monitor necesitaba una línea de visión clara para funcionar.
—No, no he visto su tipo antes.
—Hmm —gruñó Vegeta antes de encogerse de hombros y negó con la cabeza. Volvió a mirar el dispositivo y frunció el ceño cuando sintió algo extraño en la parte posterior del objeto. El príncipe le dio la vuelta y arqueó una ceja. En la parte posterior del dispositivo había una nota que no estaba allí cuando Nappa se lo entregó inicialmente.
La nota decía: Servicio higiénico abandonado debajo de la arena. Venga solo, sin rastreador.
Vegeta instantáneamente miró a su alrededor, buscando una señal de los niños, pero ya se habían ido. Frunció el ceño confundido mientras volvía a mirar la nota. ¿Podría ser una trampa, de Ajox, tal vez? No, dedujo rápidamente. Ya habría captado el nivel de poder del soldado mayor. Se quedó en silencio meditando por unos momentos. Cuando la multitud rugió de nuevo al final de la pelea, se puso de pie, tomó la nota y la arrugó en un puño antes de entregarle el dispositivo a Raditz. El saiyayín mayor lo miró sorprendido.
Avísame si alguno de estos niños tiene habilidad con el ki, le ordenó Vegeta, no pierdas de vista a los drokanianos, mira hasta donde llegan.
Está bien, pero ¿a dónde vas?, preguntó Raditz y se preparó para proporcionarle respaldo.
Tengo que orinar, respondió Vegeta que ya se retiraba cojeando. Raditz resopló y se conectó al dispositivo con su contraseña justo cuando Nappa regresaba desde la otra dirección, haciendo malabarismos con varias jarras de madera que contenían bebidas alcohólicas verdes.
Tomó un poco de tiempo antes de que Vegeta finalmente encontrara el camino hacia el nivel inferior de la arena. Al llegar, rompió sin problemas una puerta de madera encadenada para bajar y activó su rastreador por última vez como precaución mientras sus ojos se adaptaban a la oscuridad. Por encima de él, podía escuchar los atronadores rugidos de la multitud. Su rastreador no registró amenazas, así que alzó la mano y lo desactivó por completo.
Comenzó a caminar a paso lento, un brazo inconscientemente cogía su costado y sus sentidos estaban en alerta máxima. Desde atrás, una puerta de madera se abrió poco a poco, haciendo que el príncipe girara en esa dirección con una mano extendida, listo para producir una ráfaga de ki en un santiamén. Miró la puerta, expectante, pero cuando nadie entró ni salió por ella, lentamente se volvió y siguió avanzando. El adolescente vaciló un poco justo fuera de la siguiente puerta antes de recordarse que no tenía miedo. Asintiendo una vez para sí mismo, la abrió y pasó a la habitación oscura.
—Nos complace que haya recibido nuestro mensaje, príncipe Vegeta.
Los ojos de Vegeta se ajustaron instantáneamente a la habitación del todo oscura, pero no pudo distinguir más que una pequeña silueta mirándolo. Frunció el ceño ante el uso de su título real, a pesar de que por una vez no detectó ninguna burla.
—¿Quién eres?, ¿qué quieres? —preguntó con dureza.
—Mi nombre es Felsin, del planeta Pilaz. Puede que no me recuerde, pero estaba en la sala de reuniones ayer cuando Frízer lo trajo ahí para amenazarnos, usándolo a usted y a su historia.
Vegeta se dio cuenta entonces, ahora comprendía por qué el niño que le había quitado el dispositivo de las manos le parecía tan familiar. Asintió lentamente.
—Sí, ahora lo recuerdo. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Pilaz y este planeta, Nioren, son viejos aliados. Hacemos negocios aquí a menudo, como ambos tenemos tecnología avanzada, comerciamos entre nosotros. No inusual que esté en este lugar.
—Bien, pero ¿qué quieres conmigo? Tengo un trabajo que debo atender —le informó Vegeta de mal humor y cruzó los brazos mientras su cola se agitaba con impaciencia.
—Estamos creando un grupo de resistencia y queremos que usted sea parte de él —dijo Felsin.
—¿Un grupo de resistencia? —preguntó Vegeta con cautela—. ¿Resistencia contra qué?
—Frízer. Estamos creando un grupo de resistencia para derribarlo.
Un escalofrío de miedo recorrió la columna vertebral del joven príncipe mientras daba medio paso hacia atrás. Tenía las palabras sentencia de muerte escrita por todas partes y no quería saber nada. Miró a su alrededor con ansiedad, como si Frízer fuera a emerger de las sombras para golpearlo justo donde estaba. Todos sus instintos le decían que saliera de allí; si Frízer tenía la menor idea de que participaba en ese tipo de conversación, significaba una ejecución dolorosa.
Sin embargo, por alguna razón, se quedó paralizado. Claro, hubo momentos en los que a él y a sus compañeros saiyayíns les gustaba fanfarronear sobre cómo un día mataría a Frízer, con los rastreadores desconectados, por supuesto, o a través de su telepatía. Pero nunca tuvo a alguien frente a él que discutiera tan descaradamente sobre derribar a Frízer. Había una parte muy real suya que estaba tentada a escuchar más...
Sacudió la cabeza para liberarse de aquella estupidez y finalmente encontró su voz.
—Esa es una misión descabellada —gruñó el adolescente—. Es demasiado fuerte. No podrás vencerlo.
—Tenemos que intentarlo.
Vegeta se burló.
—Puedes intentarlo, pero fallarás. Él los matará a todos.
—No imagina a cuántos estamos reclutando…
—Oh, me lo puedo imaginar —le aseguró Vegeta enojado—. Un montón de debiluchos de muchas galaxias, apuesto. ¿Esperas que se enfrenten a Frízer? Pues bien, buena suerte a todos, pero no apostaré mi vida por eso. Conspira todo lo que quieras, pero mantenme al margen.
—Él destruyó “su” hogar, príncipe Vegeta —trató de razonar Felsin con él.
Vegeta negó con la cabeza; no conocía la verdad de la destrucción de su planeta. Sospechaba que Frízer lo había hecho, aunque si era así, ¿por qué no se lo arrojó a la cara? Frízer seguramente se habría burlado de él usando eso, día tras día, para hacer su vida aún más miserable de lo que ya era. Aquel pensamiento fue suficiente para hacerlo dudar.
—No importa —soltó finalmente enojado—. El planeta se ha ido y mi único interés ahora es ganar mi rango y seguir con vida.
—Podemos ayudarlo a hacer ambas cosas.
Indignación apareció en los ojos oscuros de Vegeta.
—No necesito que nadie…
El príncipe de improviso alzó la mano cuando algo fue arrojado hacia su rostro. Cogió un pequeño frasco antes de que lo golpeara y frunció el ceño mientras le daba la vuelta para mirarlo.
—Esto no lo hará estar al cien por ciento, pero curará sus huesos rotos. Considérelo una muestra de respeto, un pequeño indicio de lo que podemos ofrecerle si trabaja con nosotros para derribar a Frízer.
Una mueca se escapó de los labios de Vegeta. Dudó por un momento mientras fruncía el ceño mirando el frasco. Sin embargo, su lado racional volvió a ganar y sus ojos se dirigieron hacia el hombre frente a él.
—No vuelvas a contactarme. Si lo haces, le contaré a Frízer sobre tus planes para que destruya tu maldito planeta. Tengo la intención de vivir y no vas a detener eso.
—¿A esto le llama vivir?
Vegeta empujó a Felsin contra la pared en un abrir y cerrar de ojos, su agarre de la garganta del anciano era despiadado. El príncipe se inclinó para acercarse más mientras lo miraba con desprecio.
—Debería matarte ahora mismo.
—Conocí a tu padre, muchacho. —Fue la respuesta asfixiante.
Vegeta se echó hacia atrás un poco, una mezcla de confusión, rabia y conmoción apareció en su rostro.
—Siempre fue un aliado de Pilaz. Se habría unido a nosotros, sin lugar a dudas, especialmente para alejarte de Frízer. Dioses, te pareces tanto a él que…
Fue interrumpido por el brutal puñetazo con el que Vegeta golpeó su estómago. El príncipe lo soltó, Felsin cayó e inmediatamente se acurrucó y tosió sangre.
—El viejo se habría unido a ti, ¿eh? Bueno, esa estupidez probablemente es la razón por la que está muerto —gruñó Vegeta. Con un pie volteó a Felsin sobre su espalda, ya que se estaba ahogando con sangre—. Te perdono en honor a la antigua alianza que tuviste con Vegetasei, por una vez y solo por una vez, pero si me vuelves a contactar para esto, te mataré.
Le dio una fuerte patada a Felsin en las costillas para asegurarse antes de girar y marcharse. Usando su ki, desintegró la nota que lo había citado, pero se aferró al frasco y lo metió en su armadura por si acaso. Lo haría inspeccionar antes de usarlo, para que no se envenenara. El príncipe reactivó su rastreador mientras regresaba al nivel del piso de la arena, su corazón latió con fuerza durante todo el camino.
Estaba tan enojado y alterado, que nunca notó los ojos que lo miraron todo el tiempo.
En lugar de volver a donde estaban sus compañeros saiyayíns, fue al lado opuesto de la arena donde se sentaba Manzín. Le tomó un tiempo encontrarlo, por lo llena de gente que estaba esa zona. Cuando lo hizo, notó que Manzín se tensaba al verlo. Vegeta lo fulminó con la mirada; como si fuera lo suficientemente estúpido como para arriesgar su vida después del fiasco con el desafío de las monedas. Vio como el muchacho mayor metía el dispositivo que cogía en su armadura y luego apretó los puños para luchar.
Eso no llegó a suceder. En cambio, Vegeta se acercó lo suficiente para hablar solo con él de modo que nadie más pudiera escuchar. Desactivó su rastreador y Manzín hizo lo mismo.
—Drokania, en esta galaxia, esta noche, a las 010Z horas —gruñó Vegeta—. Dile que esté allí y que no se deje rastrear.
—Ajox irá, no te preocupes por eso, saiyayín.
—Asegúrate de decirle adiós a tu hermano, porque esta noche morirá.
El príncipe sonrió satisfecho ante la expresión de odio en el rostro de Manzín y luego se marchó. Rodeó la primera fila del estadio, rodeó el óvalo del estadio y pasó por donde estaba Cui, allí se mofó de él cuando el alienígena le hizo un gesto obsceno con la mano. Mientras caminaba, Vegeta observaba la lucha que se desarrollaba en la arena y que tenía a todos cautivados. Uno de los muchachos drokanianos peleaba y hacia un trabajo rápido con la competencia. Se estaba formando una polvareda de arena azul entre ellos cuando Adriel hizo un movimiento acrobático para esquivar un ataque, se puso rápidamente detrás de su oponente y terminó la pelea con una patada brutal en el cuello. Vegeta arqueó una ceja. Los hermanos drokanianos eran sobresalientes, pero todavía quedaba por ver si tenían alguna competencia real.
Finalmente, se reunió con sus compañeros saiyayíns que se reían de alguna broma obscena que Raditz había hecho. El príncipe lo miró frunciendo el ceño mientras lo hacía.
¿Encontraste a alguien que sea bueno con su ki?
Ninguno de ellos lo es. Todos son expertos en artes marciales.
Vegeta asintió complacido con la noticia. Hizo un gesto para que Nappa y Raditz fueran con él, luego se volvió y salió de la arena. Se movieron silenciosamente a través de la multitud que vitoreaba hasta quedar ronca y podían escuchar la lucha cada vez más distante.
Al fin salieron del estadio libres de sospecha. Vegeta se detuvo y se volvió hacia sus hombres que lo miraban expectantes.
—Ustedes dos quédense aquí, tomen a cualquiera de los dos niños drokanianos que avance más en el torneo y regresen a la base con él en mi nombre, asumiendo que lleguen a las semifinales, claro —ordenó—. Si no llegan tan lejos, entonces tomen al que llegue en segundo lugar en la final. Aunque tengo el ojo puesto en esos dos niños. Su estilo de lucha es diferente al de cualquiera en el ejército de Frízer y es probable que la diferencia me ayude a ganar un punto.
Nappa y Raditz asintieron.
—¿Y qué hay contigo? —preguntó Nappa.
—Voy a Drokania para purgar el planeta. Parte de las órdenes, recuerden, eran purgar el planeta del nuevo recluta —les recordó Vegeta, pero deliberadamente se guardó para sí mismo que iba a enfrentar a Ajox allí en una pelea a muerte. Eso le daba una coartada plausible al tener una razón real para estar en ese planeta. Cuanto menos supieran sus compañeros saiyayíns sobre ese asunto, mejor, así Zabón no podría sacárselos a golpes.
—¿Y qué hacemos con el otro hermano drokaniano, el que no elijamos? ¿Quieres que lo matemos? —presionó Nappa.
Vegeta negó con la cabeza.
—Jhainer se llevará al otro hermano —dijo, pero se detuvo ante el pensamiento.
De hecho…
—Sabes qué, pensándolo bien... sí, mata al hermano que no fue elegido —le ordenó, su tono era frío mientras pensaba en ello—. Mi recluta necesita estar preparado para una batalla de vida o muerte, y si Jhainer toma al otro hermano, ninguno tendrá el estómago para eso. Neutralizaremos la situación matando al niño que no llegue tan lejos en el torneo.
—¿Y si ambos llegan lejos?
—Lanza una moneda, no me importa, están casi igualados. Ahora regresa y ocúpate de ello, los veré a los dos y al niño en la base.
Sin otra palabra, Vegeta despegó hacia el cielo en dirección a sus vainas espaciales. Nappa y Raditz lo vieron irse y luego intercambiaron una mirada de complicidad entre ellos. No eran estúpidos, habían visto a Vegeta caminar hasta Manzín y también el odio casi visceral que Manzín mostró después. La pelea con Ajox estaba a punto de suceder, pero sabían que era mejor que no conocieran los detalles.
—Muy bien, grandote, regresemos y veamos qué pasa con esos niños drokanianos —dijo Raditz finalmente antes de comenzar a dirigirse hacia los pequeños luchadores que no tenían idea del infierno en que estaban a punto de convertirse sus vidas. Nappa frunció el ceño, miró a Vegeta por un momento más y le envió mentalmente un mensaje de buena suerte al príncipe.
Si iba a luchar contra Ajox, la iba a necesitar.
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Los únicos momentos en que podía experimentar verdadera paz y tranquilidad era justo después de una purga.
Vegeta se sentó solo más tarde esa noche con su armadura plateada cubierta de sangre. Era el único ser vivo en el planeta Drokania. Los ojos del adolescente estaban cerrados mientras respiraba profundamente, mientras estaba sentado con las piernas y los brazos cruzados sobre el pecho en medio de una ciudad que fue arrasada por las llamas. El olor después de una purga era tan íntimo para el joven príncipe como su propio aroma: la sangre, el fuego, el humo de las explosiones y la carne quemada de los cadáveres. Eso calmaba sus nervios, despejaba su mente y aliviaba su eterna rabia. Le gustaba completar una purga él solo por la tranquilidad que seguía una vez que cesaban los aterradores gritos. Con el silencio absoluto además de los remanentes del fuego que aún ardían en el planeta purgado, no tenía que fingir ser nada, no tenía que inclinarse ante nadie, arrodillarse ante nadie ni ser humillado por nadie. No tenía que tragarse su rabia, ya que podía desatarla como acababa de hacer en el desprevenido planeta Drokania, castigado porque tuvieron la audacia de producir dos luchadores demasiado talentosos. Desgraciadamente, así era la vida.
Mientras meditaba en lo que vendría a continuación, sus pensamientos comenzaron a volverse involuntariamente hacia Felsin y su oferta. No era que se opusiera a la idea de un grupo de resistencia, simplemente sabía que no sería suficiente, otros lo habían intentado durante años y fallaron. Frízer siempre se enteraba, “siempre”, y todos los involucrados eran ejecutados sin piedad. Vegeta también sabía que con el tiempo, podría volverse lo suficientemente fuerte como para derrotar a Frízer, pero por ahora, tenía que permanecer en el lado ganador. Era la única forma en que sobreviviría el tiempo suficiente para vengar a su pueblo y desafortunadamente, el lado ganador en este momento venía a ser el lado de Frízer. Tendría que esperar su oportunidad.
Vegeta abrió poco a poco los ojos, alzó la mirada para ver una vaina espacial volando hacia la atmósfera, observó y esperó. Su rastreador estaba desconectado y abandonado en su propia vaina espacial para evitar escuchas. Gane o pierda, viva o muera, sea lo que sea que pasara a continuación, nunca formaría parte de algún registro.
Finalmente, vio a Ajox volando a la distancia, dirigiéndose en dirección suya. El príncipe sonrió de satisfacción antes de que lenta y dolorosamente se levantara, justo cuando Ajox se dejaba caer frente a él.
—Así que apareciste después de todo —dijo Vegeta, cuya su sonrisa creció. Con confianza cruzó los brazos sobre el pecho—. Pensé que tenías dudas.
—Podría decir lo mismo de ti. —Fue la respuesta altiva de Ajox, que también cruzó los brazos sobre el pecho. Tenía el mismo tipo de pelaje naranja que cubría a Manzín, solo que el suyo era de un tono más claro. También tenía una cicatriz desagradable que le recorría un lado de la cara. Era un guerrero curtido, uno de los mejores de Frízer, y ambos lo sabían. Ajox negó con la cabeza debido a la incredulidad—. Eres realmente estúpido, saiyayín, si piensas que puedes vencerme en una pelea cuerpo a cuerpo.
—No creo que pueda, “sé” que puedo —respondió Vegeta con aire de superioridad.
—Bueno, ya que estás tan ansioso por morir, no quiero hacerte esperar —gruñó Ajox y cambió a una postura de lucha.
El joven príncipe se rio entre dientes mientras asumía su propia postura. Apretó el puño que llevaba hacia atrás y fuego blanco lo rodeó de inmediato.
—Tu turno. —Se mofó.
Vegeta inmediatamente se movió cuando Ajox lanzó un feroz ataque frontal que obligó al saiyayín a retroceder mientras se apresuraba a ponerse a la defensiva. El príncipe se disparó al aire para ganar ventaja y luego arrojó una esfera blanca de energía hacia el cielo nocturno. Ajox lo alcanzó un latido después y golpeó el estómago de Vegeta con su rodilla. El príncipe se dobló de dolor, pero Ajox al instante lo agarró bruscamente por el cabello y lo tiró hacia atrás con una mano, su otra mano se curvó en un puño lista para estrellarse en la cara de su enemigo.
Sin embargo, Ajox vaciló cuando Vegeta se rio, a pesar de que su boca estaba llena de sangre.
—Ya gané.
Ajox miró al adolescente que tenía agarrado con cautela, se preguntaba si realmente se había vuelto loco, cuando Vegeta extendió una mano hacia la esfera blanca de energía que aún se elevaba en el cielo.
El príncipe apretó el puño y la luz estalló.