Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ El Arte de Sobrevivir ❯ No hay descanso para los malvados ( Chapter 8 )

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Capítulo VIII

 

No hay descanso para los malvados

 

 

Nappa frunció el ceño, llevaba los brazos cruzados sobre su armadura mientras observaba a Vegeta que estaba sumergido en un tanque de regeneración. El príncipe había tenido los labios sellados durante el trayecto de regreso a la base, solo los abrió para preguntarle a sus compañeros saiyayíns si habían capturado con éxito a uno de los niños drokanianos. Una vez que lo confirmó, su única otra pregunta fue si los tanques de regeneración ya estaban en funcionamiento. Tan pronto eso fue confirmado, el único interés de Vegeta había sido entrar en uno y no le dijo ni una palabra más a Nappa ni a Raditz. Ambos sentían curiosidad por saber qué había ocurrido con el hermano mayor de Manzín, si es que le sucedió algo. Sin embargo, comprendían que era mejor no meterse en el camino de Vegeta cuando el joven príncipe había decidido algo. Eso era en particular cierto por lo maltratado que se veía, ya que apenas podía caminar. Así que simplemente lo siguieron en silencio, reprimiendo su curiosidad por ahora en favor de asegurarse de que él llegara hasta la sala médica antes de desmayarse.

La puerta de la habitación se abrió con un siseo cuando Raditz entró. Observó a Vegeta por un instante, pero el príncipe estaba inconsciente, burbujas salían cada pocos segundos con su respiración de la máscara que usaba. Raditz se acercó a Nappa para ofrecerle al saiyayín una fruta grande que comenzaba a hongüearse.

—El suministro de alimentos que Frízer prometió finalmente acaba de llegar —dijo Raditz tratando sin éxito de ocultar su alivio.

Aunque las esclavas sexuales y el alcohol siempre estaban disponibles para los hombres de Frízer, la comida llegaba de manera impredecible. A veces pasaban días, otras veces semanas antes de que hubiera víveres en la base, algo que no molestaba a Frízer, que no necesitaba el alimento. Para él, el hambre era solo una forma de mantener a sus hombres bajo control. Como el tirano les había explicado a los saiyayín poco después de que se incorporaran a sus filas hace años, experimentar hambre fortalecía la fuerza de voluntad y los hacía más resistentes a la tortura potencial en caso de que fueran capturados por el enemigo. Además, el hambre también les daba una motivación para completar sus tareas con vigor, ya que dejar el planeta les ofrecía la oportunidad de conseguir algo para comer. Por supuesto, había un puñado de especies bajo el gobierno de Frízer que no se veían afectadas por el suministro de alimentos irregular; desafortunadamente, los saiyayíns no estaban entre ellos, todo lo contrario, habían sido maldecidos con un apetito enorme que nunca se sació durante todos sus años al servicio de Frízer.

A pesar de eso, el tirano había dicho durante la última sesión con la tripulación de la base en el salón de reuniones Cold, que les proporcionaría suficiente comida a todos diariamente. Nada como que los hombres de Cooler superaran a los suyos en puntuación para motivar un cambio de enfoque. Quedaba por verse si la tendencia duraría; la historia indicaba que no, sin embargo, por ahora, los saiyayíns no se quejarían.

Nappa frunció el ceño, pero le arrebató la fruta a Raditz. Rápidamente la devoró, sin inmutarse de que una parte estuviera rancia, había desarrollado un estómago de titanio en su tiempo de trabajo para Frízer. Comer ahora era solo para darle algo de combustible a su cuerpo, el gusto y la frescura se volvieron lujos que habían perdido hacía muchos años. Raditz sacó otra fruta en similar estado y la masticó con más lentitud que Nappa. Volvió a mirar a Vegeta.

—No hay registro de los movimientos de Ajox —comentó—. Zabón esta empezando a preguntar si alguien sabe donde está. Él quiere hablar con Vegeta una vez que salga de aquí.

Nappa gruñó y se secó bruscamente los labios con el dorso del antebrazo antes de volver a cruzarse de brazos. 

—Debería estar curado en un momento.

Raditz frunció el ceño mientras le daba otro mordisco a su fruta y preguntó mentalmente: 

¿De verdad crees qué Vegeta lo mató?

Quizás se transformó en ózaru. Si lo hizo, Ajox no tenía ninguna posibilidad.

Es cierto, pero si alguien se entera, está muerto.

Vegeta reclutó al niño y purgó su planeta como se le ordenó, envió telepáticamente Nappa encogiéndose de hombros, creo que es lo suficientemente inteligente como para haber cubierto sus huellas.

Raditz tomó otro bocado de su fruta, sin importarle el sabor rancio. Un ceño fruncido apareció en su rostro al estudiar a Vegeta, que estaba vestido solo con un pantalón corto suelto en el tanque.

—Este muchacho necesita comer más para que pueda crecer —comentó casi distante mientras masticaba.

—Pues dile eso a Frízer tú mismo —refunfuñó Nappa, aunque no estaba en desacuerdo. Los hombres saiyayíns tendían a ser altos, su crecimiento se aceleraba durante los últimos años de la adolescencia. Él mismo solo había sido un niño cuando el padre de Vegeta era el príncipe de su pueblo y, sin embargo, recordaba que ya lucía alto y musculoso para la edad actual de Vegeta. La dura vida al servicio de Frízer claramente estaba impactando en el crecimiento físico del príncipe, pero no había impedido que su fuerza aumentara. De hecho, a pesar de que el adolescente se hallaba por debajo del promedio de altura para un hombre saiyayín y a pesar de ser delgado hasta el punto de casi parecer desgarbado, ya lo había superado a él, a Raditz e incluso a su propio padre en poder. Era fuerte y la fuerza era lo único que importaba ahora.

Vegeta frunció el ceño, respiró hondo e hizo que los rastreadores que llevaban Nappa y Raditz cobraran vida. Los dos saiyayíns mayores retrocedieron por instinto, justo antes de que la luz azul del ki del príncipe llenara la habitación.

Un momento después, el vidrio se hizo añicos y el líquido cubrió la habitación. Raditz resopló cuando Vegeta se quitó rápidamente la máscara y salió del tanque. El adolescente parecía tenso mientras se examinaba el pecho, las manos y luego los pies. Apretó los puños, sentía una fuerza renovada fluyendo a través de él. Todo estaba bien de nuevo y lentamente exhaló aliviado.

—Sigues rompiendo los tanques cuando ya sabes que Zabón te va a golpear por eso —dijo Raditz sacudiendo la cabeza.

Los ojos oscuros de Vegeta se dispararon hacia el saiyayín, que tragó saliva y luchó por mantener el contacto visual. El muchacho ciertamente estaba desarrollando una mirada bastante intensa. Raditz se preparó para algún tipo de arremetida, pero no recibió nada, ya que el joven príncipe simplemente se dio la vuelta para revisar la habitación en busca de su equipo.

—Zabón puede irse al infierno —murmuró Vegeta. La verdad que nunca le confiaría a Nappa ni a Raditz era que todavía estaba afectado por el uso de los tanques de regeneración para otros “propósitos”. Al despertar en uno, había olvidado fugazmente que él mismo lo buscó, solo necesitaba salir de allí lo antes posible. En un breve y raro momento de pánico, pasó por alto que Zabón siempre le hacía pagar cada vez que destruía uno de los tanques, pero soportaría cualquier castigo que le esperara, como de costumbre.

Nappa y Raditz intercambiaron una mirada. Vegeta ya tenía algunas cicatrices en la espalda por las constantes y violentas palizas a manos de Zabón. Sin embargo, el joven y terco príncipe ciertamente no hacía su propia vida más fácil al preferir ser rebelde en lugar de paciente, mandando al diablo el castigo. Aquello hizo que sus compañeros saiyayíns se sintieran frustrados porque sabían que todo solo terminaría en dolor para Vegeta, pero maldita sea si no respetaban al muchacho por eso.

—Quiere verte —le notificó Nappa mientras Vegeta se ponía a toda prisa su uniforme—. Están preguntando por Ajox. No se ha presentado a su próxima misión, su vaina espacial y su rastreador están fuera de la red.

El príncipe gruñó y frunció el ceño cuando recogió sutilmente el frasco que Felsin le había dado para que sus compañeros no se dieran cuenta. 

—¿Y eso qué tiene que ver conmigo? —dijo con voz neutral, luego pasó su armadura plateada por su cabeza y aseguró el frasco dentro.

—Solo se te está dando el mensaje —resopló Raditz.

—¿Dónde está el niño drokaniano? —preguntó Vegeta mientras se ponía un rastreador rojo y lo activaba.

—En nuestras habitaciones. Está aterrorizado, pero no irá a ninguna parte.

—¿A qué hora es el entrenamiento hoy?

—Cuando Frízer termine con sus asuntos —le informó Nappa. Vegeta lo miró con una ceja levantada—. Él dirigirá el equipo de clasificación para el rango hoy en lugar de Dodoria.

El príncipe se apartó de ellos, los rasgos de su rostro se tensaron mientras envolvía la cola alrededor de su cintura. No era inusual que Frízer, de vez en cuando, tomara el control de las competencias para ganar el rango. Vegeta sospechaba que lo había hecho por morbosa curiosidad; era “su” ejército, después de todo, y probablemente estaba interesado en ver quién iba a ser su hombre de rango más reciente. Aun así, fueran cuales fueran las razones personales de Frízer, Vegeta sabía que tendría que prepararse a nivel mental. Respiró hondo con el propósito de calmar sus nervios; no había descanso para los malvados, así que asintió aceptándolo.

—Llévale al niño un juego de armaduras de la sala de equipos —ordenó el príncipe con brusquedad, luego se puso unos guantes blancos y tiró del material más de lo necesario. Rápidamente se puso las botas, estaba agradecido de que su pie al fin se hubiera curado—. Lo veré pronto y... volveré a “presentarme” —agregó con una sonrisa de suficiencia—, pero por ahora, iré a ver a Zabón.

No esperó la respuesta de sus compañeros, solo salió abruptamente de la habitación, atravesó la sala médica adyacente y llegó al pasillo principal. Revisó su entorno por instinto, luego de lo cual fue a buscar a Zabón.

Se dirigía por el pasillo que conducía a las dependencias del lugarteniente de Frízer, cuando la puerta se abrió con un siseo antes de que él llegara para que Manzín la cruzara. El príncipe se detuvo al verlo y sonrió triunfalmente ante la mirada de odio asesino que recibió del muchacho mayor. Ambos se vieron el uno al otro por unos momentos hasta que Manzín decidió pasar por la puerta con los puños cerrados, Vegeta hizo lo mismo al entrar en las dependencias. Zabón estaba demasiado cerca para que los muchachos intentaran intercambiar una palabra sobre lo sucedido, aun así, fue suficiente para Vegeta que Manzín supiera que él era el responsable de la muerte de su hermano. Con la carta de triunfo de la forma ózaru, ni siquiera había sido una pelea justa, un hecho que estaba ansioso por lanzar en la cara del muchacho mayor tan pronto como pudiera.

—Vegeta —lo saludó Zabón con una voz fría al notar que el príncipe entraba. El adolescente se paró frente al lugarteniente, la mirada de triunfo que tenía desapareció con el fin de mantener su rostro neutral.

—Me llamaste —dijo inclinando un poco la cabeza. Zabón cruzó suavemente los brazos, sus ojos mostraban sospecha.

—Quería preguntarte si sabías algo sobre la desaparición de Ajox.

—¿Quién?

Enojado, Zabón entrecerró los ojos. 

—Sabes muy bien de quién estoy hablando, muchacho. No pongas a prueba mi paciencia, Ajox era el hermano mayor de Manzín.

Vegeta se encogió de hombros, lucía indiferente. 

—Creo que lo vi el primer día de las competencias para el equipo clasificatorio de rango, estaba animando a su hermano idiota.

Zabón miró al adolescente. Vegeta se encontró fácilmente con su mirada, ya que se mantuvo disciplinado controlando su rostro mientras el lugarteniente lo estudiaba, él quería detectar indicios de mentira.

—Bueno, Manzín me acaba de informar que su hermano se suicidó y, como tal, ahora está muerto —le informó Zabón, sus ojos todavía escudriñaban intensamente a Vegeta en busca de una reacción.

La única reacción que obtuvo fue que el príncipe se encogió de hombros otra vez, como si no le importara. No estaba lejos de ser verdad, ¿por qué preocuparse por un hombre muerto, después de todo? 

—Parece que ya tienes tu respuesta —dijo Vegeta como si no pasara nada—. ¿Eso es todo lo que necesitabas de mí?

—Uno de ustedes está mintiendo —concluyó Zabón que enojado, continuó con su escrutinio, trataba de leerlo en vano. Se acercó a él, su postura era amenazante—. O tal vez ambos lo hacen. ¿Me tomas por un tonto, príncipe mono? Crees que no sé que tú y Manzín cortaron los enlaces de comunicación de sus rastreadores al mismo tiempo y, poco después, Ajox ¿sale de la red y ahora ha desaparecido? ¿Supuestamente se quitó la vida? Ten la seguridad de que descubriré la verdad de lo que sucedió, un hombre de rango 3 no muere sin respuestas y si descubro que tú participaste en esto, lo pagarás caro.

—¿Eso es todo lo que necesitabas de mí? —repitió Vegeta, imperturbable.

—¿Dónde está tu recluta? —preguntó Zabón.

En mi habitación, ¿voy por él?

—Todavía no. Tráelo contigo cuando te reúnas con el Gran Frízer esta noche. Tú y los otros tres se reportarán ante él a las 203X. Necesitarás una nueva capa negra de la sala de equipos.

Vegeta asintió.

—¿Y cuándo exactamente debo reportarme para la paliza que me prometiste antes de irme a la misión de reclutamiento? —preguntó en un tono casual, esperaba poder comer algo de antemano, estaba hambriento.

—Tus castigos han sido eliminados. —Esta vez Vegeta no pudo evitar la sorpresa en su rostro, lo que hizo que Zabón resoplara—. No me mires, son las órdenes del Gran Frízer. Te quiere en las mejores condiciones cuando te reúnas con él, dijo que esta vez pasaría por alto tu rebeldía —le informó con notable amargura. No era la primera vez que Frízer había anulado los castigos prometidos al joven príncipe saiyayín, esos eran los beneficios del favoritismo. Solo a un puñado de otros miembros del ejército se les concedía ese lujo. Era una lástima. Zabón había estado esperando darle una paliza a Vegeta a su regreso a la base, especialmente ahora con la desaparición de Ajox, pero no iba a suceder esta vez.

La nariz de Vegeta se crispó ante la noticia. Mientras que Zabón veía la superficie, Vegeta comprendió la verdad. Sabía que Frízer solo hacía borrón y cuenta nueva cuando tenía otros planes. Fuera lo que fuera, estaba seguro de que al final se encontraría deseando una de las palizas de Zabón.

Y con Frízer dirigiendo el escuadrón de clasificación de rango esta noche, Vegeta pensó que pronto sabría lo que el tirano tenía en mente.

—Bien, tienes una reunión con Frízer esta noche, mañana por la mañana tienes entrenamiento con Dodoria a las 070X. Después de que eso se complete, me informarás. Tengo otra misión para los cuatro fuera del planeta, otro desafío. Esta vez, irás al planeta Pilaz, mañana recibirás más información. Retírate.

Vegeta inclinó la cabeza, luego giró sobre sus talones y rápidamente salió de allí, aunque su corazón latía con fuerza por las palabras de despedida de Zabón. Pilaz, ese era el planeta de donde venía Felsin. ¿Fue una mera coincidencia que acabara de ser reclutado como parte de un grupo de resistencia subterráneo contra Frízer en su última misión y ahora la próxima sería en el planeta natal de Felsin? No lo sabía, pero de pronto se sintió mal del estómago, la ansiedad se apoderó de él.

Lo sabe, pensó Vegeta de repente y su rostro palideció, Frízer lo sabe, por eso se ha hecho cargo esta noche y me ha absuelto del castigo. Me matará esta noche y luego hará que mañana los demás purguen a Pilaz.

Rápidamente regresó a su habitación, cuando llegó a la puerta puso su mano en el sensor para tener acceso. Necesitaba tiempo a solas para pensar. El príncipe entró al abrirse la puerta con un siseo, estaba agradecido de que Nappa y Raditz no estuvieran allí, sin embargo, la habitación no se encontraba vacía.

Por un momento, Vegeta se olvidó de su preocupación por Frízer cuando sus ojos oscuros se posaron en el pequeño y plateado niño drokaniano sentado contra la pared. Sus harapos negros ya no estaban, vestía el uniforme tradicional del ejército galáctico de Frízer, con un rastreador azul adaptado a su falta de orejas.

El niño se negó a alzar la mirada cuando Vegeta se paró frente a él. El príncipe cruzó los brazos sobre el pecho y frunció el ceño mientras estudiaba a su recluta personal.

—Dime, ¿qué hermano eres? — demandó saber. Se encontró con el silencio. Era imposible leer la cara del niño con esos ojos completamente negros y la falta de otras características. Aún así, el lenguaje corporal irradiaba una ira hirviendo. Vegeta gruñó—. No te lo volveré a preguntar.

El niño alzó la mirada y respondió por telepatía con voz fuerte. 

Mi nombre es Adriel.

—¿Entonces tu hermano, Raum, está muerto? —dijo Vegeta con indiferencia.

Sí, por tus órdenes, llegó la respuesta llena de odio.

Vegeta se quedó en silencio por un momento antes de agacharse con lentitud para estar al nivel de los ojos de Adriel. Se comunicó telepáticamente para que nadie pudiera escuchar por los rastreadores.

Bueno, Adriel, no sirve de nada que te lamentes por tu hermano caído. Está muerto y si no quiere unírtele, deja de lado tu necio vínculo con él, tu familia y toda tu raza. Todos se han ido y nunca volverán. Ahora eres mi recluta personal, te enseñaré lo suficiente para que puedas derrotar a los otros tres nuevos reclutas en una batalla de vida o muerte, cuando lo hagas serás un soldado del ejército galáctico de Frízer. Acepta tu nueva realidad, escúchame, aprende de mí y quizás sobrevivas a esto.

Adriel absorbió la información, él permaneció en silencio, incluso mientras sus ojos negros brillaban con lágrimas. 

No los mataste a todos. Hicimos muchos viajes interespaciales por mi galaxia. Hay supervivientes ahí fuera, compañeros drokanianos, estoy seguro de que vendrán por mí.

Vegeta sonrió indiferente. El niño ante él era el más fuerte que Drokania tenía para ofrecer junto con su hermano ahora fallecido. Ningún superviviente le iba a dar problemas.

Bueno, son bienvenidos a intentarlo. Pero ellos también morirán, si es que llegan tan lejos, Vegeta envió mentalmente la respuesta con una risita.

Eres como Frízer y espero que algún día mueras con él, replicó furioso Adriel.

La sonrisa de Vegeta vaciló frente a eso, una genuina expresión de sorpresa apareció en su rostro por un instante, pero rápidamente la reemplazó por su propia furia. Que el niño deseara su muerte era comprensible y, sinceramente, un cumplido. Sin embargo, la comparación con el tirano era lo que hacía que el pelaje de la cola de Vegeta se erizara.

No soy como él, pedazo de mierda drokaniano, el príncipe envió acaloradamente como respuesta a través de su enlace telepático, así que cállate sobre las cosas que no entiendes.

Conocemos la reputación de Frízer y la crueldad de sus hombres. Has hecho aquello por lo que es famoso: me alejaste de mi familia, los mataste y luego destruiste a mi pueblo. Y ahora no sirvo a Frízer, te sirvo a “ti”.

El impulso de agarrar al niño para golpearlo hasta hacerlo sangrar era abrumador, a Vegeta le dolía la mandíbula por lo fuerte que la apretaba al resistir el impulso. Compararlo con Frízer era la cosa más estúpida y ofensiva que había oído en su vida, pero el niño tenía que permanecer ileso físicamente, así podría estar preparado para entrenar y luchar. Más que eso, era consciente de que golpearlo no ayudaría a su argumento de que no se parecía en nada a Frízer.

La mirada de Vegeta se volvió helada. 

Si quieres sobrevivir, tienes que adaptarte, adaptarse significa seguir órdenes. Todos tenemos que hacerlo, tú no eres una excepción... y yo tampoco. Lo que te hice a ti, a tu familia y a tu planeta fue solo porque seguí órdenes. No tuve elección, eso no me hace igual a él.

Siempre hay una opción.

No si quieres vivir.

Entonces eres un cobarde.

Esta vez, Vegeta no pudo evitar su reacción violenta. Agarró rápida y bruscamente al niño por la armadura mientras se levantaba llevándolo con él. Tan rápido como Adriel fue levantado, se estrelló contra el suelo después de recibir un brutal golpe en la cara que casi lo deja inconsciente y destroza su rastreador. Las lágrimas volvieron a sus ojos negros al mismo tiempo que gimoteaba con un dolor profundo que no era de naturaleza física. El niño se acurrucó lentamente en una posición fetal sobre el suelo de espaldas a Vegeta, lágrimas blancas brotaban de sus ojos negros mientras lloraba en silencio abrazando sus rodillas contra su pecho.

Vegeta estuvo tentado a patear al niño por ser tan débil, pero fue momentáneamente impactado por la actual reacción y posición en que lo vio. Estaba muy, muy cerca de cómo él mismo había reaccionado una década antes cuando al fin se quedó solo luego de enterarse de la muerte de su padre, así como de la eliminación de todo su pueblo menos Nappa y Raditz. El atisbo de una emoción que no podía nombrar amenazó con surgir en su pecho, pero después de años de práctica, Vegeta la canalizó en rabia, una de las pocas emociones que entendía bien.

¿Crees que eres el único que ha perdido a alguien? Crece de una puta vez, niño, TODOS aquí han perdido a alguien. No eres nada especial y tu pueblo tampoco fue nada especial. Ahora puedes escucharme y luchar, o puedes morir, de cualquier manera, tu vida solo vale un punto para mí en la competencia para ganar mi rango. Y habrá otras competiciones, así que si no me das mi punto, alguien más lo hará. Eso es lo poco que significa tu vida para mí, así que es tu elección cómo actuar a partir de ahora.

El príncipe se cernía amenazadoramente sobre el niño, con los puños apretados a los costados como si desafiara a Adriel a responder. Sin embargo, ahora solo había silencio, el vínculo entre ellos se cerró. Adriel se acurrucó más cuando el príncipe lo miró con ira y asco. El drokaniano era un niño estúpido, pero aprendería, como él mismo lo había hecho años atrás. Vegeta estaba contemplando sacar al pequeño enano afuera para darle una lección de lucha adecuada y endurecerlo, cuando Jhainer apareció de repente en la habitación, sobresaltándolo.

—Como odio los teletransportadores —le dijo Vegeta con un tono desagradable al adolescente mayor. Había perfeccionado bien sus sentidos a lo largo de los años para detectar a cualquiera que se acercara a él, pero no existía ninguna defensa contra alguien que literalmente apareciera de la nada.

El joven soldado de Trika solo sonrió de un modo burlón luego de mirar al niño acurrucado en el suelo. Asintió al reconocerlo. 

—Ah, entonces conseguiste a uno de ellos. Me di cuenta de que su hermano fue asesinado antes de que nadie pudiera reclutarlo. Es curioso cómo sucedió —señaló.

—Es cierto, ¿cuáles son las probabilidades? —resopló Vegeta cruzando los brazos. Miró al niño con desaprobación—. Aunque si hubiera sabido que este mocoso era tan débil mentalmente, me habría llevado a su hermano. Al menos ese niño tenía algo de fortaleza.

—Bueno, tenemos varias horas antes de que debamos reportarnos ante Frízer. —Jhainer se volvió hacia el saiyayín a su lado y señaló a su rastreador azul mientras agregaba—. Quizá podamos visitar la taberna entre tanto. ¿Qué dices, saiyayín? Creo que Nappa y Raditz ya están allí.

Vegeta levantó una ceja con sospecha, sabía que lo que Jhainer quería en realidad era estar con él a solas y sin rastreador. Frunció el ceño antes de volver a mirar a Adriel.

—Te enviaré a buscar más tarde, niño, para presentarte adecuadamente a Frízer. Prepárate, porque si actúas así frente a él, no sobrevivirás a la noche —le advirtió Vegeta.

Volvió a fruncir el ceño y miró cuando Jhainer se acercó a él. El joven trikan puso una mano firme sobre el hombro del saiyayín y luego ambos desaparecieron.

Lo siguiente que supo Vegeta fue que estaba parado en el extremo sur del planeta, donde habían comenzado la competencia. Miró a su alrededor, pero al ver que se hallaban solos, alzó la mano para desactivar su rastreador mientras Jhainer hacía lo mismo. El saiyayín exhaló poco a poco, su aliento era visible en el gélido aire nocturno y su cola le apretaba fuertemente la cintura. La última experiencia que tuvo allí no había sido agradable por decir lo menos y ciertamente no extrañaba ese frío intenso.

—¿Qué pasa? —preguntó volviendo toda su atención a Jhainer. El muchacho mayor le dio la espalda a Vegeta y enfrentó el negro abismo de agua que se extendía detrás de ellos. El príncipe cruzó los brazos sobre el pecho, más como un esfuerzo por mantenerse caliente. Estaba levemente impresionado de que Jhainer hubiera logrado una teletransportación tan lejana. Parecía que había estado practicando—. ¿Bien? —insistió Vegeta con impaciencia cuando Jhainer se quedó callado—. No todos estamos adaptados a este maldito frío, trikan —comentó en un tono despectivo.

—¿No te has preguntado por qué el Gran Frízer dirige el equipo hoy? —dijo Jhainer en voz baja, agitando lentamente la cola.

Un escalofrío recorrió a Vegeta por su paranoia de pensar que Frízer sabía de su conversación con Felsin. Se frotó los brazos, resopló y forzó la voz para que sonara desinteresada. 

—¿Importa? —respondió con brusquedad.

Jhainer vaciló un instante, pero se volvió de lado para mirar al adolescente saiyayín detrás de él. 

—Sé lo que hiciste, Vegeta.

El príncipe se puso rígido ante eso. Bajó los brazos, ahora estaba en guardia y su expresión era de desconfianza. 

—¿De qué estás hablando, trikan?

Jhainer sonrió exponiendo sus caninos plateados. 

—No te hagas el tonto conmigo, saiyayín. Te vi salir de la habitación con el pilaziano, Felsin. Te reclutó para la resistencia, ¿no? —Vegeta no pudo evitar la sorpresa en su rostro, lo que hizo que la sonrisa de Jhainer se ampliara—. Sí, eso pensé.

Los ojos de Vegeta se entrecerraron mientras estudiaba al adolescente mayor. 

—Tú también fuiste reclutado —dijo después de un momento de escrutinio. Ante esas palabras, Jhainer apartó la mirada, su sonrisa se desvaneció al contemplar el agua negra con su ojo muerto. De pronto el príncipe detrás de él lo comprendió todo, la fría noche se sintió aún más fría mientras exhalaba—. De hecho, estás de acuerdo.

—¿Por qué no lo estás? —preguntó Jhainer en voz baja.

—Has estado aquí tanto tiempo como yo, es una misión descabellada. No hay forma de vencerlo, lo sabes —contestó Vegeta con el ceño fruncido, aunque carecía de la convicción en su voz que había mostrado con Felsin. Todavía estaba tratando de superar su propia sorpresa, trataba de digerir que el soldado adolescente de Trika frente a él, a quien conocía desde hace más tiempo que incluso a sus propios padres, hubiera aceptado tal locura.

Jhainer se encogió de hombros con indiferencia antes de mirar hacia el cielo nocturno para buscar a su planeta de origen que no había visitado en más de una década. 

—Vale la pena intentarlo para escapar de todo esto —comentó suavemente.

—Es traición. Eres hombre muerto.

—¿No lo somos todos? —lo desafió Jhainer. Se volvió para mirar completamente a Vegeta y lo estudió con intensidad—. Cuanto más estemos aquí trabajando para él, más nos vamos a convertir en monstruos como él. ¿Es eso lo que quieres?

La mirada de Vegeta se volvió dura, apretó los puños con fuerza. Las palabras de Adriel resonaron en su cabeza, lo que lo hizo también apretar los dientes. 

—Puedo hacer que te maten por esto, trikan —gruñó—. Serías una persona menos en mi camino para conseguir mi rango.

—Y yo puedo hacer que te maten por lo que le hiciste a Ajox —respondió Jhainer sin alterarse; al oírlo, los ojos de Vegeta se oscurecieron—. No eres el único al que Frízer favorece, saiyayín. ¿Pero por qué destruirnos entre nosotros cuando podemos trabajar juntos? La resistencia es de un tamaño impresionante. Tomará tiempo, sí, tal vez incluso tome años acumular los recursos y la fuerza necesarias, pero ¿qué más tenemos, Vegeta, si no es tiempo?

Vegeta se estremeció cuando Jhainer se acercó a él con el propósito de volver a poner una mano en su hombro. 

—Felsin y sus aliados han hecho arreglos a través de sus canales políticos para que nuestra próxima misión sea en el planeta Pilaz. Te preguntarán de nuevo y será tu última oportunidad de unirte, Vegeta. No pueden arriesgarse a otra reunión sin levantar sospechas.

El príncipe apartó la mano que Jhainer puso sobre él, mirándolo con desdén mientras lo hacía. 

—Diles que se guarden su aliento, trikan. Y en lo que respecta a ti y a mí, nuestra alianza se ha terminado. Ora para que no te traicione esta noche con Frízer y así pueda matarte de una vez por todas.

La cola azul de Jhainer se levantó al tiempo que tomaba una respiración profunda, su inexpresivo ojo blanco estudió a Vegeta. El príncipe mantuvo sin problemas la mirada, pero estaba tenso, preparado para una pelea. Finalmente, Jhainer solo sonrió de un modo burlón.

—No lo harás.

El joven príncipe gruñó en voz baja.

—¿Qué te hace pensar eso?

—Porque quieres que tengamos éxito —afirmó Jhainer con calma. La respuesta atrajo la mirada de Vegeta que era una mezcla de rabia y algo más que el soldado de Trika no podía leer—. Pero si insistes, hazlo, díselo a Frízer, haz que me maten. ¿Qué diferencia hay? Obtenga mi rango o no, moriré. Esta vida está vacía. Tal vez no hayas llegado a ese punto todavía, Vegeta, pero lo harás y cuando lo hagas, ven a buscarme.

Luego se desvaneció en el aire, dejando a Vegeta solo en el frío.