Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ El Arte de Sobrevivir ❯ La fuerza de la voluntad ( Chapter 9 )

[ X - Adult: No readers under 18. Contains Graphic Adult Themes/Extreme violence. ]

Capítulo IX

 

La fuerza de la voluntad

 

 

Más tarde esa noche, los dedos de Vegeta tamborileaban ansiosos contra su bíceps mientras esperaba en el pasillo afuera de los aposentos de Frízer. Estaba de pie, con los brazos cruzados y apoyado contra la pared frunciéndole el ceño al niño drokaniano que tenía sentado al frente. Adriel mantuvo la vista baja; se había negado a mirar a Vegeta desde su tenso intercambio anterior, pero prácticamente irradiaba odio hacia él. Eso al príncipe no le interesaba, el niño lo oía ahora y era todo lo que importaba.

No por primera vez, Vegeta miró hacia el pasillo mientras se preguntaba dónde estaban Manzín, Jhainer y Cui. Había creído que todos se iban a encontrar con Frízer esa noche y, sin embargo, los otros miembros del escuadrón de clasificación para el rango aún no llegaban. Sus dedos comenzaron a tamborilear más rápido cuando vio la puerta metálica que conducía al lugar más odiado en su existencia, mentalmente volvió a la conversación con Jhainer hace solo un par de horas.

«Esta vida está vacía», había dicho el trikan. Los brazos de Vegeta se apretaron contra su pecho, su ceño se agravó y al mismo tiempo su pie derecho comenzó a marcar nerviosamente el ritmo de sus dedos de forma inconsciente. La venganza de la raza saiyayín descansaba únicamente sobre sus hombros; era su responsabilidad, su deber y carga destruir a Frízer como el actual y último príncipe saiyayín, eso no podía recaer en ningún otro. Pese a aquello y aunque no quería nada más que ser él quien destruyera al tirano, también sabía que le tomaría años, tal vez una década o dos, volverse lo suficientemente fuerte. Así que no odiaba por completo la idea de que alguien le ahorrara varios años de miseria… varios años de una vida vacía.

Jhainer tenía razón en que Vegeta quería que todo terminara: anhelaba con desesperación liberarse de la brutal dictadura de Frízer, vivir bajo sus propios términos, ser su propio dueño y no volver a recibir órdenes por el resto de su vida. Existían muchas razas alienígenas por ahí que querían vengarse de Frízer y si una era lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a él ahora, Vegeta con gusto se haría a un lado.

El problema era que había presenciado esto antes. El reinado de Frízer como tirano del universo no se logró sin que aparecieran movimientos de oposición y resistencia de vez en cuando. Frízer era despiadado y siempre aplastaba las rebeliones, él no permitía que ningún movimiento ganara el suficiente impulso como para representar una amenaza real. Vegeta no había visto nada que garantizara que esto no terminaría de la misma manera.

A menos que los ayude, reflexionó antes de parpadear ante su propio traicionero tren de pensamiento. Sus ojos oscuros se posaron de inmediato sobre Adriel, pero si el niño telépata lo escuchó, no lo demostraba. Vegeta levantó distraídamente una mano para masajearse la frente, cerró los ojos y tomó una respiración profunda para calmarse; su corazón latía con fuerza al mismo tiempo que comenzaba a sudar. La cordura exigía que se olvidara de todo: de Felsin, la oferta de Jhainer, de cada detalle de aquello. Era la única forma en que podría mantenerse con vida.

Vegeta se apartó de la pared cuando la puerta metálica se abrió para que Zabón saliera. El joven príncipe se volvió hacia él y cuadró los hombros por instinto mientras Adriel, nervioso, se ponía de pie. El niño drokaniano también enfrentó a Zabón, pero se mantuvo ligeramente detrás del saiyayín, como si él le ofreciera algún tipo de protección. Vegeta sintió una perversa diversión por eso, pensó que el niño había decidido que era mejor quedarse con el diablo que conocía, incluso si ese diablo había aniquilado a toda su raza sin la ayuda de nadie...

Zabón miró a Adriel con curiosidad antes de que su vista se posara en el príncipe saiyayín. 

—El Gran Frízer te quiere a solas, Vegeta.

Vegeta asintió y entró tratando de mantener su cuerpo bajo control mientras la puerta metálica se cerraba detrás de él. Sin embargo, su corazón latía con fuerza de nuevo y un sudor fresco brotaba de su nuca. Frízer estaba de pie frente a un ventanal que daba a la plataforma de despegue, con las manos cruzadas detrás de la espalda y la cola moviéndose perezosamente. Vegeta fue a pararse en el punto de atención habitual antes de arrodillarse sobre una pierna.

—Gran Frízer, usted me llamó —dijo mecánicamente y descansó el antebrazo en su rodilla mientras bajaba la cabeza. Se obligó a mantenerse calmado, a pesar de la ansiedad que lo embargaba.

—Así es —asintió Frízer y luego volvió ligeramente la cabeza hacia un lado—. ¿Sabes qué día es mañana, Vegeta?

El príncipe frunció el ceño al tratar de recordar, pero nada le vino a la mente. 

—No —admitió.

Frízer se volvió para mirarlo con una mezcla de sorpresa y lástima. 

—Mi querido príncipe, ¿has perdido la noción del tiempo? Mañana serás otro año mayor según el calendario Cold. Es el aniversario de tu nacimiento, ¿no me digas que lo has olvidado?

Vegeta frunció el ceño y alzó la vista a través de su flequillo. 

—El calendario no ha sido mi prioridad últimamente.

—Mmm, sí, has estado bastante ocupado, ¿no es así, Vegeta? No te culpo por olvidarlo. No es como si tus padres monos estuvieran vivos para recordártelo, después de todo. —Frízer se rio por lo bajo y chasqueó los dedos. Su asiento de levitación se acercó a él, Frízer se sentó cómodamente y levitó hasta quedar frente a Vegeta. El saiyayín había vuelto a mirar al suelo, con la mandíbula apretada.

—Bueno, mañana tengo mi agenda llena y tú también; tienes el entrenamiento con Dodoria y luego la misión que te he asignado en el planeta Pilaz. Pero antes de eso y antes de que cumplas otro año de edad, joven príncipe... Tengo que hacerte una pregunta y te sugiero que me contestes con la verdad.

Frízer hizo una pausa para dejar que un tenso silencio se estableciera entre ellos. Vegeta mantuvo los ojos fijos en el suelo, el suelo que le mostraba el contorno de la sombra del tirano.

—Sí, Gran Frízer, ¿qué desea saber? —preguntó finalmente Vegeta, su voz sonó ronca e indiferente, incluso mientras sudor frío corría por su espalda bajo el uniforme que llevaba.

—Mírame, muchacho —le ordenó Frízer. Vegeta al instante levantó la cabeza e hizo contacto visual con él—. Uno de mis hombres de rango 3 ha desaparecido, el hermano de Manzín. Solo te preguntaré esto una vez, Vegeta. ¿Tuviste algo que ver con la desaparición de Ajox?

—No, mi señor. —Fue la respuesta resuelta de Vegeta. Frízer lo miró fijamente, entrecerró los ojos y lo escudriñó. El príncipe obligó a su respiración a mantenerse normal e igualó su mirada.

De pronto, Frízer sonrió. Esta vez chasqueó los dedos dos veces, un esclavo entró apresuradamente para entregarle al tirano una copa y salió corriendo. Vegeta tragó saliva mientras observaba como Frízer inhalaba el aroma de la bebida.

—Bueno, tenía que preguntar, mi mascota. Estamos investigando el asunto y tú y varios más son... los sospechosos de su desaparición. Descubriremos la verdad, de una forma u otra, pero basta de hablar de negocios, ¡mañana es un día de celebración para ti! ¿Cómo vas a festejarlo?

Vegeta respiró hondo y miró a Frízer con un odio feroz incluso mientras mantenía su voz respetuosa.

—Cumpliendo su voluntad como de costumbre. Ya tengo mis órdenes.

Frízer tomó un sorbo de su copa y asintió. 

—Mmm, sí... mi voluntad. Te confiaré algo, Vegeta, ya que eres como un hijo para mí. Dirigir el universo es una tremenda responsabilidad para mi familia, que a veces puede ser bastante... aburrida, monótona. A veces, encuentro más divertido prestarle mayor atención a lo que sucede con mis hombres... como tú —dijo con una sonrisa siniestra—. Sé lo que has estado haciendo.

Vegeta palideció visiblemente cuando su boca se secó. Sabe lo que estuve conversando con Felsin y Jhainer. Trató de hablar, pero no pudo encontrar las palabras. La sonrisa de Frízer aumentó al ver que Vegeta finalmente tartamudeó:

—Mi señor, yo… no estoy seguro de lo que… a qué se refiere.

—¿Por qué negarlo? Yo he confiado en ti, ¿y ahora no vas a confiar en mí, Vegeta? Vaya, si soy como tu padre, mi querido príncipe mono. Admítelo, es una orden.

La cara de Vegeta estaba cubierta de sudor ahora. Su corazón latía tan fuerte que sintió que iba a tener un infarto, ya que, sin saberlo, se hallaba al borde de un verdadero ataque de pánico. 

—Yo… yo no… Me abordaron, sí, pero yo… juro que no iba a…

Frízer echó la cabeza hacia atrás mientras se reía maniáticamente. 

—Oh, por supuesto que lo harás, Vegeta. Eres un adolescente y tu crecimiento no ha terminado. Es natural que tengas esas necesidades, ya que tu raza era bastante primaria, no, fueron animales brutos en realidad, criaturas simples. Serías incapaz de evitarlo, está en tu sangre.

Vegeta tragó saliva y frunció el ceño por la confusión.

—¿Mi señor?

—Obviamente me refiero a tu interés en mi adorable esclava mitad legan, la hermosa Aradeen.

—… Aradeen —repitió Vegeta mientras la ola de alivio que lo inundó, lo hizo sentir débil. Le zumbaron los oídos.

—Admítelo. Ella ha captado tu interés, ¿no es así?

Vegeta bajó la mirada y respiró hondo para obligarse a calmar. El desliz de su lengua pudo haberlo acercado a la muerte, pero parecía que el tirano no sabía sobre su reclutamiento en el movimiento de resistencia. El joven príncipe se tomó un momento más; se sentía alterado, aunque mantuvo la voz firme y fuerte cuando finalmente respondió.

—Lo ha hecho, mi señor, es una rara belleza.

—En efecto, lo es. He oído que está causando un gran revuelo entre los hombres en la taberna. Ah, estos seres impulsados por el deseo sexual parecen animales —suspiró y levantó su copa para tomar otro sorbo—. Mi raza superior ha evolucionado más allá de unas necesidades tan primitivas como el hambre, el sueño y el sexo, pero los de tu especie no lo han hecho, así que me parece prudente recordarte las reglas ahora que estás llegando a la mayoría de edad, querido príncipe. Puedes hacer lo que quieras con quien quieras, Vegeta, pero si alguna vez engendras un hijo, recuerda que debes dármelo si es hombre o destruirla si es mujer.

Vegeta apretó los dientes por unos segundos, sus manos se cerraron en puños y mantuvo la mirada en el suelo. 

—Soy consciente de las reglas. No tengo ningún interés en tener hijos.

—Ah, bueno, es una pena. ¡Me encantaría aumentar mi colección de mascotas monos! —Frízer se rio y luego se inclinó para estudiar al muchacho arrodillado ante él—. Aunque, sinceramente, Vegeta, es más sabio así. Un verdadero guerrero no tiene apegos ni nada que lo debilite. Es el único camino hacia la fuerza y ​​el poder real. Después de todo, nada hace a un hombre más débil que la familia. Estás de acuerdo, ¿no es así?

No tuvo que mentir esta vez, los pensamientos del príncipe fueron brevemente hacia sus padres. Sus rasgos se endurecieron. 

—Sí, estoy de acuerdo —respondió con un tono indiferente.

—Bien, ahora es el momento de hacer negocios —anunció Frízer y se acercó a su rastreador.

Vegeta miró hacia la puerta mientras se abría. Zabón lideró el camino y se situó al lado derecho de Frízer, lo siguieron Manzín, Jhainer y Cui, cada uno con un recluta pisándole los talones, Adriel cerró la retaguardia. Vegeta encontró interesante cómo se podía leer el miedo en el niño, aunque no tenía rasgos reales. Adriel luego de revisar la habitación, se dirigió rápidamente hacia Vegeta e imitó su posición arrodillándose junto a él a su izquierda. Todos los demás también se arrodillaron formando una fila ordenada ante Frízer y Zabón.

Vegeta y Jhainer hicieron un breve contacto visual que estuvo lleno de preguntas y respuestas: Jhainer supo con solo mirarlo que Vegeta no había dicho nada sobre su conversación, Vegeta también supo por la expresión del rostro de Jhainer que el muchacho mayor no revelaría lo que conocía sobre Ajox. De los dos, Jhainer rompió el contacto visual primero, ya que desvió la mirada.

—¡Mira esta sangre nueva! —Frízer se rio encantado y le dio vueltas al líquido en su copa mientras estudiaba a los jóvenes frente a él, luego los llamó con la mano—. Reclutas, den un paso adelante. Permítanme echarles un buen vistazo.

Vegeta vio como los cuatro más nuevos reclutas se levantaron y dieron un paso adelante. Frunció el ceño cuando se dio cuenta de que Adriel venía a ser el más bajo de todos. El recluta de Cui era un alienígena fornido con un cabello naranja salvaje y un gran cuchillo curvo como brazo izquierdo. El recluta de Manzín era una bestia reptil de cuatro brazos musculosos que rivalizaba en tamaño con Nappa. Finalmente, el recluta de Jhainer era un joven humanoide de piel pálida, cabello blanco y llamativos ojos rojos. Cada pocos segundos, un destello de fuego subía por el brazo derecho del niño.

—¿Cuáles son sus niveles de poder? —preguntó Frízer.

—Están todos muy igualados, los niveles de poder van entre 2300 y 2500 —respondió Zabón. Todos tienen entre diez y doce ciclos solares según el calendario frío.

—¡Ah, tenemos un futuro brillante! —dijo Frízer y se rio maniáticamente. Un momento después, bajó su copa, se levantó de su asiento y extendiendo los brazos en una cálida bienvenida mientras sonreía.

—Hijos míos, permítanme presentarme, soy el Gran Frízer, gobernante de este ejército galáctico, de más de cuarenta y tres galaxias diferentes y líder de la Organización Interplanetaria de Comercio. Bienvenidos a mi planeta base, el planeta Frízer número veintiuno. Todos ustedes tienen el privilegio de que les dé la oportunidad de unirse a la fuerza militar más selecta en todas las galaxias que existen. En diez días, tendremos un torneo donde los cuatro lucharán hasta la muerte —anunció con una sonrisa maliciosa.

El tirano juntó las manos en la espalda mientras lentamente los examinaba acercándose a cada uno de ellos. Todos los más nuevos reclutas evitaron temerosos su contacto visual; ninguno de ellos estaba allí por su libre albedrio y sabían que él era la verdadera razón del porqué de su situación. Frízer finalmente se detuvo frente a Adriel, el más joven y pequeño, y le sonrió. Adriel bajó la mirada temblando de miedo.

—Solo uno de ustedes sobrevivirá, así veremos quién merece entrar en mi ejército galáctico —les dijo el tirano con una sonrisa burlona en los labios—. El ganador otorgará a su reclutador un punto en su búsqueda por ganar el rango. Ahora, lo admito, se me conoce aquí por manejar las cosas a un ritmo un poco duro, pero es solo porque sé que todos ustedes pueden ser excelentes y no espero nada menos. Les deseo a los más jóvenes la mejor de las suertes y los veré a todos en diez días. Retírense.

—Síganme —anunció Zabón, que salía por la puerta—. Ustedes cuatro compartirán una habitación hasta el torneo. Vengan por aquí.

Adriel miró con ansiedad a Vegeta, quien se limitó a devolverle una mirada fría y sin emociones. El príncipe se preguntó con amargura si el niño volvería a establecer comparaciones entre él y Frízer, ahora que se había encontrado cara a cara con el tirano más brutal que el universo conocía. De alguna manera, lo dudaba. En cualquier caso, el niño solo sería su preocupación durante diez días y ni un segundo más.

—Todos ustedes hicieron bien su misión de reclutamiento en el planeta Nioren —los elogió Frízer mientras inspeccionaba a sus hombres de clasificación preliminar que estaban arrodillados ante él—. Hemos confirmado que los planetas de origen de los cuatro reclutas fueron purgados y que no hubo ningún alboroto en el planeta Nioren. Para agradecerles a los cuatro por un trabajo bien hecho, les voy a permitir a cada uno de ustedes sanar en un tanque de regeneración para que alcancen su cien por ciento y, además, yo mismo he relevado a Dodoria de su deber esta noche para poder organizar una competencia… personalmente —anunció con una escalofriante diversión en los ojos mientras llevaba la mano hacia su rastreador.

Los cuatro adolescentes alzaron la vista y se miraron inquietos entre ellos antes de volver su atención a la puerta metálica que se abrió. La cola de Vegeta presionó más su cintura cuando vio al capitán Ginyu, a Rikkuum, a Jeice y a Burter entrando.

—Su primera competencia fue una prueba de fortaleza que ganó Manzín. En diez días, probaremos su liderazgo y su capacidad de entrenamiento con los nuevos reclutas. Esta noche... pondré a prueba su fuerza de voluntad. En muchas asignaciones como hombre clasificado y en muchas batallas por delante, cada uno de ustedes enfrentará un dolor extremo. Lo que hace que los soldados de mi ejército galáctico sean invencibles es su capacidad para soportarlo y seguir luchando.

Las fuerzas especiales Ginyu se alinearon frente a cada uno de los adolescentes que estaban arrodillados. Con Ginyu a la cabeza y Vegeta como primero, el príncipe se encontró mirando al capitán, que le sonrió. Vegeta tragó saliva.

—Ahora bien, mi fuerza élite Ginyu que es de rango 1 me ayudará esta noche. Las reglas son simples. Cada vez que chasqueé los dedos, el hombre de las fuerzas especiales Ginyu frente a cada uno de ustedes los atacará una vez para romperles los huesos. Esto continuará hasta que solo haya un hombre de pie... Permitiré que bajen una rodilla, siempre que se paren sobre ambos pies antes de que vuelva a chasquear los dedos. Quien quede parado al final ganará un punto. —Levantó un dedo, como si sermoneara a sus propios hijos—. Recuérdenlo, mis queridos muchachos, el dolor está solo en sus cabezas. Soportarlo es simplemente una cuestión de fuerza de voluntad.

Frízer tomó asiento de nuevo para levitar a una posición en la que podía ver a todos por igual. Volvió a tomar su bebida, con una mirada siniestra en los ojos. Fue solo entonces que Vegeta se dio cuenta del porqué se le había exonerado de su castigo con Zabón; Frízer lo quería en su mejor forma antes de destrozarlo nuevamente. El tirano les hizo señas con los dedos para que se pusieran de pie y los cuatro adolescentes lo hicieron.

—Quítense los rastreadores, las armaduras, los uniformes y los guantes. Debemos poder ver el alcance total de las heridas —ordenó Frízer. Sus ojos se entrecerraron cuando comenzaron a desnudarse—. Muévanse un poco más rápido —se burló mientras los jóvenes soldados se desnudaban rápidamente.

—Bueno, esto será divertido —se rio el capitán Ginyu—. No podría haber pedido que me emparejaran con alguien mejor.

La nariz de Vegeta se crispó por la molestia, pero su ansiedad había terminado, ahora estaba tranquilo y listo. Como sabía que la muerte lo había pasado por alto esta noche y con Frízer encargándose de la competencia, su confianza era alta. Al fin y al cabo, de los cuatro, nadie recibía una paliza con tanta frecuencia como él, gracias a su terquedad en general y a su boca inteligente. Y apostaría su vida a que nadie tenía una voluntad más fuerte para soportar el dolor que él. Eso significaba que no solo iba a sobrevivir, sino que iba a igualar el juego con Manzín. Eso, en su mente, era una buena noche, sin importar cuántos de sus huesos se rompieran en el proceso. Después de todo, al equipo de clasificación para el rango siempre se le permitía curar luego de las competencias y los entrenamientos cuando era necesario, lo que sería esta noche.

Los cuatro jóvenes soldados se prepararon mientras las fuerzas especiales Ginyu caminaba para pararse detrás de ellos. Vegeta miró a Frízer, su mirada aumentó de intensidad al sentir que el capitán Ginyu llegaba detrás de él.

Frízer alzó su copa para tomar un sorbo, después de lo cual levantó la otra mano.

—Uno —anunció y chasqueó los dedos.

Un dolor ardiente estalló en el brazo izquierdo de Vegeta cuando los huesos de su antebrazo se rompieron, haciéndolo rechinar los dientes mientras el capitán Ginyu se daba la vuelta para enfrentarlo. Los otros tres adolescentes también recibieron el mismo golpe en el brazo izquierdo. Nadie gritó, aunque alguien silbó de dolor, Vegeta no estaba seguro de quién. Los cuatro adolescentes permanecieron de pie. Frízer los miró sonriendo aprobatoriamente.

—Dos —continuó y chasqueó los dedos de nuevo.

Vegeta movió un pie hacia atrás como para mantener el equilibrio cuando sintió el golpe en su pecho que rompió varias costillas de su lado izquierdo. Resopló mientras la sangre le subía por la garganta para llenarle la boca. Cui cayó sobre una rodilla por el golpe que recibió de Jeice y Vegeta supo que no volvería a levantarse, él tenía la menor fuerza de voluntad del grupo. Como Vegeta, Manzín y Jhainer también se tambalearon por un instante. Manzín tosió un poco, pero él junto a los otros dos jóvenes se mantuvieron en pie.

Y así, quedaron tres.

—Tres —dijo Frízer con una amplia sonrisa y chasqueó los dedos.

El tercer golpe hizo añicos las clavículas. Manzín lanzó un grito de dolor mientras caía de rodillas. Vegeta se tambaleó hacia atrás un par de pasos doblándose y jadeó de dolor, pero de alguna manera consiguió mantenerse de pie. Jhainer se agarró el pecho al dejarse caer sobre una rodilla. Cuando vio que Frízer levantaba la mano de nuevo un momento después, se obligó temblando a levantarse, sangre azul oscura goteaba de su boca. Las piernas de Manzín temblaban, ya que apenas logró pararse a tiempo.

—Cuatro —dijo Frízer, los ojos le brillaban cuando volvió a gritar.

El siguiente golpe hizo añicos los esternones de todos. Manzín cayó de espaldas gimiendo mientras rodaba y tosía una alarmante cantidad de sangre. Vegeta y Jhainer gritaron y cayeron de rodillas, con Vegeta inclinado hacia adelante hasta que su frente estuvo en el frío suelo mientras envolvía un brazo alrededor de su torso. Jhainer se atragantó, tosió y puso su brazo sano frente a él.

—Vaya, vaya, ¿ya se dieron por vencidos los tres? —preguntó Frízer con una risa y tomó un sorbo de su copa con diversión. Manzín no hizo ningún esfuerzo por levantarse, solo se rindió mientras yacía temblando en el suelo. Vegeta miró a Jhainer que se estaba levantando e inmediatamente se obligó a hacer lo mismo cuando Frízer levantó la mano de nuevo.

Jhainer y Vegeta volvieron a ponerse de pie e intercambiaron una mirada; los ojos de Vegeta estaban llenos de ira y resentimiento mientras se burlaba de su antiguo aliado. Jhainer se limitó a mirarlo, pero levantó el brazo temblorosamente para limpiarse la sangre de la boca. La mano de Vegeta llevó su brazo lesionado hasta sus costillas lesionadas, lo sostuvo allí y escupió una bocanada de sangre al suelo, más sangre corría por su barbilla. Todo su cuerpo brillaba por el sudor y ya eran visibles los moretones que empezaban a formarse. Ambos adolescentes se volvieron hacia Frízer con una determinación obstinada que hizo que el tirano sonriera aprobatoriamente mientras levantaba la mano otra vez.

Y entonces quedaron dos.

—Cinco —continuó Frízer y chasqueó los dedos de nuevo.

De pronto, una luz blanca explotó en la visión de Vegeta, que soltó un grito de dolor que apenas reconoció como el suyo. Durante unos segundos, debió desmayarse, porque lo siguiente que supo fue que estaba boca abajo balbuceando y ahogándose en su propia sangre. Le zumbaban los oídos y tardó un momento en darse cuenta de que le habían roto la cola. Levantó la cabeza con los ojos nublados; vio que Jhainer estaba en una posición similar a la suya en el suelo, su cola también había sido rota. El joven trikan temblaba luchando valientemente por volver a ponerse de rodillas.

«El dolor está solo en sus cabezas», Vegeta se recordó al repetirse las palabras de consejo de Frízer, «soportarlo es simplemente una cuestión de fuerza de voluntad».

Reconoció la ironía de aferrarse a las palabras de la criatura responsable de su agonía actual, pero estaba tan cerca de lograrlo. Agarrándose el costado lesionado y luchando por respirar, se incorporó sobre una mano, aunque siguió de rodillas. Se hallaba tan concentrado en levantarse que ni siquiera se dio cuenta de que las fuerzas especiales Ginyu los estaban animando, habían hecho apuestas de quién ganaría la competencia esta noche.

—Les aseguré que sería Vegeta, el muchacho tiene espíritu —se rio Rikkuum.

—Todos me pagaran los tragos, porque el trikan se está levantando —dijo el capitán Ginyu con una amplia sonrisa. Miró a Vegeta con aire de suficiencia—. Lo siento chicos, pero golpeé al saiyayín lo suficientemente fuerte como para mantenerlo en el suelo.

Eso bastó. Con una oleada de ira y la profunda fuerza de voluntad de no darse por vencido, Vegeta gruñó y se obligó a ir más allá. Se puso de rodillas y luego de pie. Se tambaleó hacia atrás, con la cola caída, pero se mantuvo erguido apretando su puño sano mientras miraba a Ginyu como si pidiera más.

Paralelamente, Jhainer también se puso de rodillas y se levantó lo mejor que pudo, aunque terminó cayendo jadeando de dolor.

Y al fin quedó solo uno.

—¡Tenemos a nuestro ganador! ¡Vegeta tiene un punto! —Frízer prácticamente soltó una carcajada de placer. Rikkuum y Jeice chocaron las manos, aplaudieron y luego comenzaron a bailar para celebrar. Burter gimió, pero el capitán Ginyu solo se cruzó de brazos y miró a Vegeta con un ligero enfado mientras el príncipe caía de rodillas, aliviado.

—Eso fue entretenido —se rio Frízer—. Ginyu, tú y tus hombres pueden retirarse. Gracias por hacerme pasar un tiempo tan encantador, como siempre. Ven a verme mañana por la mañana, tengo otra asignación para ti, ah, y trae a Guldo.

Vegeta tiró de su cuerpo tembloroso para sentarse en el suelo donde se curvó sobre sí mismo mientras observaba a las fuerzas especiales Ginyu salir caminando prácticamente con el pecho hinchado. Su respiración era congestionada e irregular, el sabor de la sangre, intenso en su garganta, pero no pudo evitar una breve sonrisa a pesar de todo. Ganar algo que probaba su tenacidad y fuerza de voluntad a él mismo, a sus compañeros competidores y a Frízer era profundamente satisfactorio.

De pronto, el tirano se puso de pie, juntó las manos detrás de la espalda y observó a los cuatro jóvenes soldados frente a él que luchaban por respirar. Su mirada era fría, dura e intransigente mientras estudiaba sus heridas, una a la vez. Finalmente, la mirada fría de Frízer se dirigió a Cui, quien se hallaba sentado, agarrándose las costillas rotas con su brazo lesionado. Cui se echó un poco hacia atrás con temor y tragó saliva. Estaba temblando, pero Vegeta no sabía si era por el dolor o por el miedo.

—Cui, ya que eres el más inútil en esta habitación, quiero que limpies todo mientras voy a tener una reunión virtual con mi familia para discutir asuntos de negocios. Hay tanta sangre, Dios, qué desastre. —Frízer suspiró al mirar la sangre a su alrededor con desaprobación—. Quiero que mis pisos estén tan limpios que brillen antes de que regrese, luego podrás ir a un tanque de regeneración. En cuanto al resto de ustedes, pueden ir ahora mismo a los tanques. Recuerden que deben presentarse ante Dodoria mañana por la mañana para entrenar, tengo una misión fuera del planeta para todos ustedes después de eso. Retírense.

Manzín no perdió el tiempo. Ahora que había recuperado algo de su fuerza y enojado por no poder hacerlo cuando realmente importaba, se obligó a levantarse y salió tropezando de la habitación. Cui también se obligó a levantarse de mala gana y arrastró los pies detrás de Manzín para dirigirse a la sala de equipos donde había algunos artículos de limpieza.

Tanto Vegeta como Jhainer permanecieron sentados en el suelo, sin poder pararse aún. Frízer vio a los otros dos adolescentes salir y luego se volvió para ir a encargarse de la llamada rutinaria a su familia en la que discutirían los últimos tratados en la Organización Interplanetaria de Comercio. Sin embargo, hizo una pausa y giró para mirar al príncipe saiyayín que se estaba limpiando la sangre de la boca con su brazo sano.

—En realidad, para ti, Vegeta, no habrá tanque de regeneración esta noche —le informó el tirano como si no pasara nada. Al instante, Vegeta lo miró consternado, su rostro perdió el color.

—Pero… —comenzó el príncipe antes de bajar la cabeza y toser más sangre. Oh, hablar era brutalmente doloroso, podía sentir los huesos rotos moviéndose en su pecho con cada respiración y sabía que necesitaba meterse en un tanque pronto o las cosas empeorarían. Vegeta tomó un respiro tembloroso y luego solo pudo balbucear—. Pero… necesito…

—No, muchacho, déjame decirte lo que “yo” necesito. Necesito que dejes de romper mis tanques de regeneración, especialmente cuando acabo de actualizar los modelos para el beneficio de todos ustedes. ¡Eso me exaspera! —Frízer suspiró—. La única forma de que aprendas, príncipe mono, es si te enseño disciplina. Puedes meterte en un tanque mañana después de tu entrenamiento, asumiendo que tus genes saiyayíns te mantengan activo hasta entonces... —Hizo una pausa para examinar al muchacho que le estaba devolviendo la mirada con un feroz odio en sus ojos oscuros. Frízer echó la cabeza hacia atrás y se rio de eso—. Tranquilo, mi preciosa mascota mono, no te enfades, esto te hará más fuerte al final. Ah, y por favor disfruta de tu día mañana, es especial, después de todo.

Frízer se rio por lo bajo antes de salir de la habitación agitando la cola tranquilamente, de manera que Jhainer y Vegeta se quedaron solos. Los dos muchachos se miraron. Jhainer estudió al adolescente saiyayín con una expresión sin emociones mientras la de Vegeta ardía con un odio salvaje. El príncipe temblaba y aunque Jhainer no era capaz de percibir el ki ni los niveles de poder, prácticamente podía sentir su rabia.

Después de un momento de silencio, Jhainer habló.

—Ganaste esta noche, Vegeta, pero dime, ¿valió la pena? —le preguntó, su voz suave sonaba ronca por sus propias heridas.

Vegeta rompió el contacto visual, ya que miró hacia otro lado enojado. Las heridas que le infringieron lo estaban debilitando y mareando a cada segundo, pero su vida significaba poco o nada para Frízer. No habló durante un rato, aunque se sintió repentinamente abrumado por la maldita injusticia de todo aquello. Si hubiera tenido la fuerza, habría gritado, habría destruido algo o matado a alguien, cualquier cosa para deshacerse de la frustración. Miró su torso que estaba comenzando a mostrar unos moretones de color azul oscuro, todo su cuerpo temblaba mientras se llevaba una mano al pecho. Presionó suavemente dos dedos allí y siseó de dolor.

El único camino para él ahora era tomar el frasco que Felsin le había ofrecido, el cual sabiamente dejó en su habitación antes de reportarse a Frízer. Vegeta no sabía si el líquido lo mataría o lo ayudaría. En cualquier caso, un fuerte golpe en el entrenamiento de mañana por la mañana probablemente lo mataría, así que no tenía otra opción.

Volvió a mirar con frialdad a Jhainer a través del flequillo que le cubría la cara. El trikan estaba volviendo a pararse con vacilación. Le tomó un momento más estar de pie de una forma incómoda, pero de pie.

Unos segundos después, se encontraba frente a Vegeta, extendiéndole la mano de su brazo sano. El príncipe la miró y luego alzó la vista para encontrarse con los ojos de Jhainer. Sabía que él le estaba brindando algo más que la ayuda para poder levantarse. Sin palabras, el soldado de Trika le preguntó una vez más si se iba a unir a la resistencia. Le estaba ofreciendo una salida.

Vegeta vaciló durante varios segundos. Pensó por unos instantes en su propio padre y el dolor en su pecho se agudizó. Finalmente asintió, luego se acercó y tomó la mano de Jhainer. Sus manos ensangrentadas sellaron un acuerdo que significaría una muerte segura si fallaban.