Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Libre mi corazón ❯ Capítulo once ( Chapter 11 )

[ X - Adult: No readers under 18. Contains Graphic Adult Themes/Extreme violence. ]

 

Exención de responsabilidad: No soy dueña o me beneficio de DBZ.
Nota de Tempestt: Gracias, chicos por todos sus maravillosos comentarios, realmente los aprecio. Me gustaría recibir sus opiniones, ¿cuántos de ustedes estarían interesados en una historia de Gohan y Videl juntos en un universo contra todo pronóstico?
 
 
Libre mi corazón
 
 
Capítulo once
 
 
Él lideraba el camino sin molestarse en comprobar si Bulma lo seguía. Sabía que no era estúpida y no existía ninguna razón para que ella se rezagara ahora que habían pasado con seguridad su último obstáculo. Llegó a la entrada de Ingeniería y quedó desconcertado cuando  vio la puerta cerrada. Intentó abrirla, pero no se movió. Frustrado le dio un puñetazo y se enfureció al ver que el acero ni siquiera se abolló.

—No todo requiere fuerza bruta, Vegeta.

Bulma se arrodilló frente al panel de control para apalancar la tapa de plástico duro con una pieza delgada de metal que encontró. Al notar lo que hacía, Vegeta se paró a su lado, plantó las piernas a lo ancho y cruzó los brazos. Esperó pacientemente a que ella manipulara el tablero eléctrico poniendo a prueba los circuitos hasta que ubicó el adecuado. Bulma le dio una amplia sonrisa cuando la puerta se abrió y él no pudo evitar la pequeña curva que se formó en sus labios como respuesta. Satisfecha, se levantó para situarse junto a la puerta y Vegeta siguió adelante a fin de comprobar si había peligro. Al ver que la habitación estaba vacía, le hizo una señal. Sus ojos negros destellaron al verla quedarse sin aliento ante la pletórica tecnología. Ella se precipitó de un lado al otro mirando todo a la vez y descubrió las herramientas que necesitaba casi de inmediato.

—Ahora sácame este puto collar, mujer, tengo negocios que atender.

Ella puso los ojos en blanco, sostenía un pequeño destornillador que encontró en un armario cercano. Caminó hacia él con una sonrisa deliciosamente malvada en sus labios mientras hacía girar la herramienta entre sus delgados dedos.

—Di por favor —ronroneó guiñándole un ojo azul.

Él le agarró la mano, tiró de esta hacia su pecho para así poder inclinarse hacia abajo hasta que estuvieron nariz con nariz.

—Ahora —gruñó con suavidad mordiendo los labios color rosa que tenía en frente. Ella se estremeció y sus ojos entornados se volvieron pesados. Amaba su sabor y la sensación de él contra su piel. Era un poco adicta al hombre.

Bulma retrocedió burlonamente, pero él no la dejó ir muy lejos. La cogió por la cintura y la sentó sobre una mesa para que pudiera llegar con facilidad al collar. Dio un paso entre sus muslos abiertos y se apoyó en ella.

—Trabaja ahora, jugaremos más tarde. —Era una orden que se vio en apuros de cumplir. No quería nada más que empujarla de espaldas sobre la mesa y disfrutar de la invitación que ella le hacía curvando los labios para besarla con desenfreno, no obstante, su poder todavía estaba restringido por el collar y no tenía idea de qué peligros esperaban para saltar sobre ellos en cualquier momento. No podía protegerla si seguía preso.

Ella frunció la nariz y su delicioso labio inferior sobresalió.

—Está bien, más tarde, pero recuerda que lo prometiste.

Aunque él mantenía el rostro frío, sus ojos negros se iluminaron. Bajó la cabeza en reconocimiento antes de volverse para dejarla trabajar.

Mientras Bulma escudriñaba el collar, Vegeta poco a poco se dio cuenta del desplazamiento de un texto verde en el terminal de la computadora al otro lado de la habitación. Estaba demasiado lejos para leerlo, a pesar de eso, un lento temor se arrastró hasta acumularse en el fondo de su estómago.

—Ajá, yo sabía que tenía que ver con las luces intermitentes. Solo necesito programar los circuitos en una secuencia determinada. Este collar no es nada más que una cerradura electrónica y las luces están transmitiendo la clave.

El grueso collar pesado se abrió con un diminuto click acompañado del silbido de Bulma por el éxito. Él sintió un pequeño zap eléctrico en la base del cuello deslizándose hacia abajo a lo largo de su columna vertebral. Sabía por experiencia que podría tomar hasta una hora para que su fuerza entera volviera. Le llevaba tiempo a las sinapsis de los nervios funcionar, aunque su ki viajara a revitalizarlas. Suspiró profundamente aliviado y su grueso pecho se expandió cuando saboreó el aire a su alrededor recién aromatizado con la sal de la libertad.

Como necesitaba saber qué información se desplazaba por la pantalla, Vegeta ignoró a Bulma y se dirigió hacia allí, dejándola detrás con el collar apretado entre sus dedos y el comienzo de un ceño fruncido en su hermoso rostro.

—Un “gracias” estaría bien —dijo ella algo molesta—. Tal vez “buen trabajo por no volarnos”.

Cuando no le respondió, saltó de la mesa y la bordeó para acercársele. Él examinaba la pantalla que mantenía su total atención. La escritura era extraña para Bulma, pero estaba claro que era una lista de algún tipo.

—¿Qué es eso, Vegeta?

—Los muertos —respondió él distraídamente. En cada traje de los soldados había un biométrico que alimentaba la base de datos principal con los signos vitales de ellos. Por lo que podía ver Vegeta, casi todos los oficiales estacionados en la nave estaban muertos. Volteó el panel de la consola, lo que dio lugar a una pantalla táctil estándar y circuló a través de los comandos con una gran facilidad. Lo que vio sobre las funciones de la nave y los soldados de nivel inferior fueron descartados. Comprobó las cápsulas de escape y observó que quedaban varias. Ella lo miró de cerca y tiró hacia arriba de su propia pantalla para imitarlo. Pronto navegaba por varios paneles.

Vegeta siguió ignorándola, su entera atención se enfocaba en la pantalla, ya que buscaba a través de los decesos. Tanto Zabón como Jeice estaban muertos. Hizo una pausa y le echó un vistazo a Bulma. Ella asomaba la punta de la lengua desde la esquina de su boca mientras se concentraba en el desciframiento de la tecnología que tenía en frente. Era realmente hermosa y ahora estaría a salvo de al menos dos de sus verdugos. Algo de la opresión en el pecho que había estado cargando alrededor de los últimos días se liberó.

Volvió su concentración a la pantalla y tecleó más nombres. No podía dar crédito a sus ojos, todos los miembros de las Fuerzas Especiales Ginyu también estaban muertos. Vegeta no sabía cómo procesar la información. La euforia que sentía en su alma era abrumadora. No tenía más enemigos que los guardias personales de Frízer. Con ellos idos, no quedaba nadie que se interponga entre él y su destino de matarlo. Pronto sería lo suficientemente fuerte como para vengar a su pueblo, para al fin hacer que su padre este orgulloso de él.

—Gokú —susurró Bulma con asombro a su lado. Vegeta volteó la cabeza para mirar la pantalla que ella usaba. Vio a un hombre alto de cabello oscuro sobresaliente hablando con un grupo de prisioneros humanos. Existía un subnivel en la mazmorra justo por encima de donde fueron encarcelados. Ellos debieron haber pasado por debajo y debido al collar, Vegeta no había sentido un susurro de la presencia de su enemigo.

Lo miró de cerca, veía a su rival por primera vez. Él le sonreía al grupo, su mano rascaba la parte posterior de su cabeza. No parecía ser una gran amenaza. Su físico y el cabello hablaban de su herencia saiyayín, pero Vegeta no vio la cola. Sin esta, era impotente. La cola saiyanyín era la fuente de su poder y si no la tenía, no era más que un eunuco.

Ella rozó los dedos sobre la pantalla de visualización y tocó la cara del hombre casi amorosamente. Los labios de Vegeta hicieron una mueca de disgusto mientras la miraba. Despidió al hombre como un rival físico, aun así, el afecto aparente de Bulma hacia él le retorció las entrañas, volvió el rostro con un gruñido y reenfocó su atención en la consola. Necesitaba liberarse de la posesividad animal que sentía por ella. Eran libres ahora y no tenía que sufrir su presencia si no quería. Era libre de dejarla en cualquier momento.

Cerró los ojos contra la ola de dolor en cascada que lo atravesó. Se dijo a sí mismo en repetidas ocasiones que sus emociones no eran más que un subproducto de la privación de sueño. La frialdad se deslizó a sus huesos y ni siquiera su reavivado ki parecía poder calentarlo. Necesitaba concentrarse en lo que era importante para él, lo que era necesario. Tenía la expectativa de toda una raza para mantenerlo caliente, el orgullo de su familia.

Jadeando anticipadamente y con las entrañas contraídas por el temor desplegado a través de sus venas, escribió el último nombre.

—Oh, Dios mío. —Bulma se quedó sin aliento en el momento exacto en el que Vegeta se sobresaltaba por el shock. Podía sentirla vibrar con una intensa emoción a su lado, pero no conseguía arrancar los ojos de las palabras en su pantalla.

No fue hasta que ella se desplomó de rodillas con las manos apoyadas en el panel y con la frente presionada contra el frío acero de la consola que Vegeta movió los ojos y agarró la pantalla de visualización a su lado. Todo lo que vio fue un vasto campo de asteroides, grandes trozos de rocas que flotaban lánguidamente en el espacio. Bulma soltó un gemido de lamento que sacudió la atención de Vegeta hacia ella.

Él reaccionó por instinto alzándola del suelo por los brazos. Esperó a que se pusiera de pie, pero ella solo colgó sin fuerzas en sus manos. Bulma no lloraba, no habían esperados ríos de lágrimas inundando su rostro. Sus ojos estaban cerrados y su cabeza colgaba hacia atrás mientras gemía. El sonido era ensordecedor, tan triste que encogía el alma. Era el sonido de la pérdida, el sonido de un inigualable dolor.

—¿Qué diablos es lo que te pasa, mujer? —le gruñó Vegeta sacudiéndola para obtener su atención. Ella cayó hacia adelante en su pecho con la cabeza debajo de su mentón mientras tomaba una estremecedora respiración profunda. Lo abrazó por la cintura usándolo como un apoyo.

—La Tierra se ha ido, ha desaparecido por completo.

Ella se hundió contra él y Vegeta instintivamente la sostuvo para que no cayera al suelo. Él volvió la vista hacia la pantalla de visualización y vio como otro trozo de tierra iba a la deriva. Su planeta se había ido, podía entender su pérdida. Era una cosa terrible darse cuenta de que nunca podrías volver a casa, que te hallabas perdido y solo en un universo inhóspito. Que no había nadie para consolarte.

Lo entendía y, aun así, no tenía tiempo para eso. No sabía cómo ni por qué, pero era una realidad que apareció en verde y negro en la pantalla de visualización, tan claro como podía ser. Frízer estaba muerto y junto con él, el destino de Vegeta había sido destruido. Antes de que fuera hecho prisionero por el lagarto tirano, su padre le dijo que si la rebelión saiyayín fallaba, entonces sería su deber vengar a su pueblo y matar a Frízer. Vegeta nunca olvidó las últimas palabras de su padre. Las vivió y las respiró durante más de veinte años, pero ahora su enemigo había fallecido y no estaba la voz de su padre en el fondo de su mente para decirle qué hacer.

Los brazos de Vegeta estrecharon más a Bulma mientras ella exhalaba contra su pecho, la sostuvo sobre su corazón y comenzó a pensar en lo que su padre haría en esta situación. Los oficiales de más alto rango en el ejército de Frízer sin contarlo a él estaban muertos. Los millones de soldados que quedaban aun esperaban sin rey y pronto sin ley, si alguien no intervenía. El universo necesitaba un nuevo gobernante. Su padre fue un rey, el líder de toda una raza, era lógico que quisiera lo mismo para su hijo. No existía nada que Vegeta pudiera hacer con respecto a la muerte de Frízer, había perdido ese destino, pero si se movía rápido podía cumplir con su destino de gobernante. Era lo que su padre hubiera querido de él.

El dolor de Bulma era sofocante. Tenía que alejarse de eso, tenía que distanciarse ahora o nunca sería libre. No había lugar en su vida para una mujer como ella, tan frágil y vulnerable. Su existencia era la sangre y el caos, la carnicería y la muerte. Sin duda alguna no era una vida de la cual quisiera que formara parte.

Se desenredó de Bulma ignorando el frío glacial que se filtró en su pecho. Ella se acurrucó contra la consola y miró ciegamente los restos de su planeta. Su amigo se hallaba en la nave, incluso ahora estaba liberando a su pueblo. Estaría protegida, todos los que intentaron amenazarla fallecieron. La persona más peligrosa en la nave era él, si se iba ahora ella estaría a salvo.

Sabía que este día llegaría. Su tiempo juntos no fue más que un entrelazamiento de paso. Su sorprendente afecto hacia ella era un efecto secundario de la privación del sueño, nada más. Debían tomar diferentes caminos. En su futuro no había ningún lugar para una mujer, sin importar cuan tentadora fuera.

Se dio la vuelta dejándola atrás antes de que pudiera cambiar de opinión.

Bulma salió de su estupor con una perspicaz claridad. Vegeta no se encontraba en la habitación y ella sabía en el fondo, donde solo el instinto y el conocimiento primario reinaban, que él la estaba abandonando.

Se puso de pie, se precipitó fuera de la habitación y lo capturó en el otro extremo del pasillo. No podía dejarla, no ahora, no cuando más lo necesitaba.

—¡Vegeta! —gritó con desesperación. Él llegó a un punto muerto en la puerta de espaldas a ella. No respondió a su llamado y solo se limitó a esperar sin emoción a que expresara su sentir. La luz en el pasillo parpadeaba dejándola dentro de las sombras, pero él se mantuvo en un charco de luz. Bulma vio el brillo de bronce de su piel mientras se paraba varios pasos detrás, sabía que no le daría la bienvenida más cerca. Honestamente, no estaba segura de si conseguiría resistirse a tocarlo. Podía humillarse a sí misma aferrándose, rogándole que se quedara con ella para siempre. Hubo un momento entre el orgullo y el dolor en el que tuvo que decidir si contaba con la fuerza para alejarse con la cabeza en alto o se desplomaría bajo el diluvio de una agonía tan intensa que no parecía posible poder sobrevivir. Bulma se situó en la cúspide de ese momento mirando la espalda de Vegeta.

»Lo prometiste. —Ella se quedó sin aliento y la tensión dolorosa en su pecho apretó todo el aire de sus pulmones—. Me lo prometiste. —Él prometió quedarse con ella, hacerle el amor, mostrarle las maravillas de su ki danzando sobre su piel. Era una promesa débil, pero estaba dispuesta a adherirse a cualquier cosa para mantenerlo a su lado. No quería verlo irse, no quería que la abandonara. Eran enemigos unidos por las circunstancias y ahora no había ninguna razón para que estén juntos. Ninguna razón a excepción de su inexplicable necesidad de él, ninguna razón excepto por el calor que formaba un arco entre ellos.

Ella observó cómo los bellos músculos de su espalda se contraían. Se empapó de eso viendo cada diminuta danza, sabía que sería la última vez que vería su respuesta tácita. Él tenía las manos en puños a los costados, pero se negó a girar y enfrentarla.

—Las promesas se hacen para ser rotas. —La voz de Vegeta era hueca, sonaba tan muerta como ella se sentía. El dolor en el pecho de Bulma se expandió envolviéndose alrededor de sus costillas hasta que la columna vertebral le dolió y los pulmones le quemaron. Sus labios se abrieron mientras respiraba por la boca en un intento de empujar las lágrimas hacia abajo. Apretó la palma de la mano entre sus senos y masajeó su corazón embargado de tristeza. Se le hizo un nudo en el estómago y cada respiración parecía ser una lucha.

Por solo algún tiempo se había dejado caer en la fantasía infantil de “felices para siempre” con el héroe guapo y amenazador. Pero esto era la vida real y en la vida real la gente te abandona. Ya fuera el último baile de alta sociedad o el próximo gran invento, ellos siempre se iban. La gente nunca se quedaba a menos que hubiera algo: dinero, fama, tal vez un polvo rápido. Las relaciones eran bajas y sucias, con el único propósito de satisfacer cualquier necesidad egoísta que cada persona tuviera, porque no había tal cosa como el verdadero amor. Por mucho que ella quería creer lo contrario, las almas gemelas no existían tampoco. Eran solo personas pasando el tiempo con otras antes de continuar. Era por eso que todos desde sus días en la universidad se divorciaban. Daba igual cuan fervientemente afirmaran haber encontrado al “indicado”, esto era solo por unos pocos años antes de empezar a buscar la siguiente mejor cosa. Alguien más bonito, más joven, más rico. Al final, no importaba cuan duro buscaras, todo el mundo terminaba solo, así que tal vez era el momento de dejar de buscar, de dejar de esperar.

Cuando Bulma no respondió, él dio un paso para alejarse ensanchando el abismo entre los dos.

—Nunca me dijiste cual era el deseo más profundo de tu corazón —susurró ella través de la distancia, pero él podía oírla con claridad, Vegeta movió la cabeza hacia un lado y sus músculos se contrajeron. Se quedó en silencio durante un largo rato y Bulma sintió que la esperanza nacía en su interior. Ella se mordió el labio inferior y apretó la mano en un puño entre sus senos mientras esperaba.

—Yo no tengo corazón —declaró él finalmente antes de irse. Bulma lo observó salir con unos conmocionados ojos muy abiertos y miró la puerta cerrada tras la que desapareció.

—¡No voy a llorar por ti! —gritó con todas sus fuerzas, sabía que la iba a oír. Cayó de rodillas y contuvo los sollozos. Había llorado tantas lágrimas en las últimas semanas que estaba seca y en carne viva por dentro. Vacía y vasta como el desierto. La única humedad que tenía era la sangre que incluso mermaba en sus venas. Se quedó arrodillada en la oscuridad atrapada por siempre en el momento entre el orgullo y el dolor.

»No voy a llorar. —Ella sollozó con sequedad preguntándose si alguna vez sería capaz de derramar lágrimas de nuevo.

 

 

 

FIN ~

 

 

Nota de Tempestt: Asegúrense de revisar la secuela Free My Soul (Libre mi alma) este verano.

Nota de la Traductora: Libre mi alma se encuentra totalmente traducida, la pueden encontrar aquí en mi página de fanfiction, también en AO3 y mediaminer.

Nota de la traductora (2): Si les gustó la historia, la pueden bajar maquetada como libro con carátula y contracarátula en archivo pdf, en la siguiente dirección de google drive:

https:(//drive.google.com)/file/d/15R2g4CchzTPNjlc7V3eURJf1xPJE5Aux/view?usp=drive_link

Retiren los paréntesis.


La anchura de las hojas es de 150 milímetros y la altura es de 230 milímetros.
Las letras de la carátula son:
-Tempestt: Cinzel Decorative regular (primera letra mayúscula, el resto minúsculas)
-Libre mi corazón: Ophélia Script
Es el archivo que yo he usado para imprimir esta historia como libro de tapa dura, lo bueno es que está maquetada, así que casi no hay errores de huerfanas, viudas, etc. (aunque es imposible sacarlas todos), así que está con un formato libro.
Quiero dejar en claro que este archivo no tiene fines comerciales, la historia le pertenece a su autora y esta traducción a mí, y únicamente lo hago para que todos disfrutemos de una agradable lectura, me dicen a mi correo de fanfic si hay problemas para descargar el archivo.
Muchos saludos.
Chicamarioneta