Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Amor Eterno ❯ Capítulo 9 ( Chapter 9 )

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Capítulo 9
 
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“Severus. ¿Por qué no dijiste nada? Te has arriesgado demasiado guardándote estas cosas que ahora me dices y resulta que no tienes nada de qué preocuparte.” Lo amonestó Lucius en el momento en que Draco los dejó solos. Severus simplemente dejó los ojos cerrados y continuó recostado del respaldo de la cama ignorándolo. Lucius lo miró y movió la cabeza en señal de desaprobación. “¿Qué hubiera pasado esta vez si hubieran estado solos?” Preguntó en voz alta sin recibir respuesta. Pero como ya le había recordado su hijo, Severus no necesitaba disgustos por lo que decidió no presionar más el tema.
 
“Al menos algo bueno resultó de todo esto. Ya no tienes que preocuparte por la dichosa poción y hasta tienes una razón más para alegrarte.” Severus abrió los ojos con recelo y Lucius sonrió.
 
“¿Cómo supiste lo de la poción?” Preguntó curioso.
 
“¿Crees que podían engañarme realmente?” A esto Severus respondió con una sonrisa ladeada llena de humor. “Y Harry no sabe fingir. Sus ojos hablan demasiado. Lo supe el día de mi boda, pero en esos momentos no podía hacer nada en realidad. Aunque a final de cuentas no era la poción como ambos pensaban.”
 
“Por eso insististe en venir a tomar el té cuando intenté negarme.” Declaró con un leve resoplido.
 
“En parte.” Lucius se sentó en donde momentos antes su hijo había estado sentado y puso su bastón entre sus piernas, apoyando sus manos en la cabeza de la serpiente. “En realidad venía a ayudar a Harry a convencerte de que no te divorciaras de él.”
 
“¿Ayudarlo?”
 
“Sí. Me pidió ayuda. Aún cuando lo traté como si realmente hubiera vuelto a ser el mismo Harry Potter de hace seis años atrás. Pero ahora entiendo por qué lo hizo. Sin embargo... imagina lo que hubiera pasado si lograba su propósito. ¿Sabes lo que iba a intentar?” Severus ladeó la cabeza un poco a modo de pregunta por lo que Lucius continuó. “Iba a fabricar nuevamente la poción, así te obligaría a quedarte con él.”
 
“Pero eso...”
 
“Le hubiera hecho daño al bebé. Así es, Severus. Pero Harry no podía saberlo. ¿Recuerdas la cena un mes antes de mi boda? Eso fue dos semanas antes del incidente el día del aniversario. Si mal no recuerdo se divirtieron mucho esa noche.” Lucius sonrió al ver a Severus enrojecer levemente. “Si lo que el medimago nos dijo es cierto, entonces esa fue la noche en que Harry hizo su encargo.” Severus no tenía que mirarlo para saber que Lucius sonreía de lado mientras se hacía el inocente. “Te sugiero que en cuanto puedas aclarar este asunto con Harry lo hagas. Estoy seguro que será un alivio para ambos.”
 
“Tan pronto Harry comience a recuperarse, si lo menciona se lo diré.”
 
“Excelente. Ahora, Severus. ¿Has pensado en qué nombre le pondrás a las niñas?”
 
“¿Niñas? Serán dos niños.” Refutó de inmediato el moreno haciendo un leve puchero.
 
Lucius sonrió con picardía. “¿Estás seguro? Porque siento decirte, mi viejo amigo, que tienes cara de tener hijas y no hijos. Y yo no me equivoco en esos asuntos.”
 
“¿Cómo te atreves a insinuar eso? ¿Y quién dijo que tenías habilidad para ver el futuro? Si mal no recuerdo, apenas lograste pasar la clase de adivinación.” Le contestó refunfuñando el hombre.
 
Y Lucius se echó a reír al ver la cara de indignación de su amigo. “Me siento feliz por ti, Severus. Me sentiría feliz por Harry también, pero aún no he logrado decidir qué es lo que siento por él.”
 
“Es un chico listo. Aún bajo los efectos de la poción sigue siéndolo.”
 
“No estoy diciendo lo contrario. Pero con mi última reacción sólo pude comprobar que si llegara a encontrármelo siendo el verdadero Harry Potter volvería a odiarlo en segundos. Y me parece que tú tampoco estás tan seguro de lo que sentirías por él. Este asunto nos ha dado algo que deberíamos considerar con cuidado.”
 
“Pues te diré que no es la primera vez que pienso en todo este asunto. ¿Qué pasaría si la poción fallara? Eso algo que me estaba carcomiendo desde hace mucho tiempo.” Lucius le prestó mucha más atención a su amigo, a sus palabras y a la forma en que las decía. La suavidad y serenidad con la que hablaba le hacía pensar que Severus ya había tomado una decisión al respecto. “Desde que... dejé de engañarme con respecto a lo que sentía he temido que ocurra algo parecido a esto. Pero cuando supe que estaba esperando un hijo de Harry mis temores se convirtieron en crueles pesadillas.”
 
“Ver que tus pesadillas se vuelven realidad es suficiente para debilitarte no sólo mentalmente.” Severus asintió.
 
“¿Alguna vez has entregado tú corazón, Lucius? Sé que amaste a Narcisa, pero entregarle el corazón sin condiciones...”
 
“Eso es algo que no sabría cómo contestarte pero entiendo tu punto y veo a qué te refieres. Nunca fuimos hombres de arriesgar algo tan importante como el corazón. Arriesgamos muchas otras cosas... cosas que podíamos controlar. Pero algo que está tan gobernado por la incertidumbre es lógico que lo guardáramos con más celo.”
 
“Traté...”
 
“Lo sé. Pero ahora mismo, de alguna forma, tienes la oportunidad de comprobar lo que sucedería si realmente fallara la poción. Lo que pasaría si un día despertaras al lado del verdadero Potter.”
 
“No sé si quiera descubrirlo.”
 
“No tienes nada que perder, Severus. Si sucede lo mejor, entonces descansarás más tranquilo. Si sucediera lo peor entonces... todavía tienes la poción a tu favor.” Y Severus supo que Lucius tenía razón. Que no perdía nada con intentar saber si Harry Potter sería capaz de amarlo alguna vez en realidad.
 
“Lo pensaré.” Susurró al cabo de un rato.
 
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Draco regresó por la noche al hospital para llevarle a Harry lo que le había pedido. Había tardado un poco mientras intentaba sacarle a su esposo qué era lo que había ocurrido entre él y el pelirrojo. Pero Jovan no le había soltado ni una sola palabra en todo el camino de regreso. Cuando había regresado de visitar a Harry había encontrado a su esposo con Misha y Ronald conversando animadamente.
 
Por alguna razón que Draco no lograba comprender el pelirrojo había decidido no entrar a ver a su amigo. Además algo en los ojos azules le daba sensaciones encontradas. Era como mirar una foto donde los que estaban de frente intentaban ocultar lo que sucedía al fondo, muy al fondo donde los verdaderos protagonistas se hallaban.
 
Sin embargo ahora regresaba solo y sabía que su padre ya se había retirado por lo que quedaba de día. El tiempo que pasó buscando la túnica estuvo meditando en las palabras del pelirrojo. ¿Sería cierto que Harry había estado fingiendo todo ese tiempo? Pero entonces... ¿eso significaba que se había vuelto amigo del verdadero Harry? Cuántos momentos que atesoraba en su corazón habían sido reales o cuántos serían a costa de una mentira no quería ni comenzar a catalogarlos de esa forma.
 
Pero aún mientras lo pensaba una voz en su interior le decía que aquel joven a quien había adoptado como su amigo, que se había casado con su padrino y que reía mientras jugaba con sus niños tenía que ser real de alguna forma. Especialmente cuando lo visualizaba jugando con sus hijos, riendo limpiamente, corriendo tras ellos como si fuera un niño también.
 
Apretó el paquete que llevaba contra su pecho mientras se dirigía hacia el puesto de las enfermeras. Nunca en toda su vida había tenido un amigo como aquel Harry y recordaba una vez haber pensado que era demasiado bueno para ser verdad. ¿Qué pasaría entre ellos si confrontaba a Harry acerca de esa mentira que les había vendido a todos?
 
Comenzaba a entender el dilema de Severus.
 
Logró sobornar a la enfermera que estaba de guardia con una de sus más encantadoras sonrisas hasta que finalmente se encontró en la habitación de Harry. El moreno le sonrió al verlo y Draco suspiró un poco más tranquilo.
 
“Te traje lo que me pediste.” Los ojos verdes se iluminaron con ilusión mientras le entregaba el paquete donde había envuelto la túnica. Harry lo abrió con cuidado y observó extasiado los broches. Algo tenían que lo fascinaban. Draco lo observó con una sonrisa. “Es la túnica que usó Severus cuando renovaron sus votos.”
 
“Es hermosa.” Susurró y luego sus ojos se iluminaron aún más como el mismo día en que había sucedido el evento. “¿Cuándo los renovamos?”
 
“Un año después y debo decir que esa ceremonia fue mucho más hermosa que la primera. No sé cómo explicártelo pero fue más importante que la primera.” Harry extendió la túnica sobre la cama aún admirándola.
 
“La gente se casa todos los días y celebra también sus aniversarios. Pero muy pocos vuelven a casarse con la misma persona. Eso debe ser razón suficiente para hacerlo más especial.”
 
“Tienes razón.” Draco lo vio pasar los dedos con reverencia sobre los broches varias veces. Quizás Harry no se daba cuenta, no sabía si era o no a propósito, pero parecía contarlos una y otra vez acariciando cariñosamente el último de arriba.
 
“Quizás no me dejen conservarla conmigo en la habitación.” Suspiró con pena. Draco sintió como si fuera el mismo Harry la tristeza de no poder quedarse con ella pero también la aprehensión de que el día siguiente no la recordara y le pasara algo a la pieza.
 
“Puedo traértela mañana de nuevo.” Sugirió admirando también la túnica y cómo la luz se reflejaba casi mágicamente de los diamantes.
 
“Te lo agradecería mucho, Draco.” Luego de un rato sabía que pronto la enfermera iría a buscarlo a la habitación para pedirle que se retirara y no quería que la próxima vez que necesitara el favor se lo negaran simplemente por no haber cumplido su palabra.
 
“La enfermera no me dio mucho tiempo, le dije que sólo estaría unos minutos pero puedo tratar de estar un poco más si quieres.”
 
“No te preocupes, sólo espero poder recordarte mañana y que me dejen ver a mi esposo.”
 
“Severus pronto estará lo suficientemente recuperado como para venir a verte. No está muy lejos de este cuarto pero no debes salir de aquí para así evitar que alguien más se contagie.”
 
“No, eso jamás. Esta enfermedad... como se llame, me parece muy cruel. No se la deseo a nadie.” El rubio se acercó y lo abrazó brevemente.
 
“Nos veremos mañana.” Y Harry sonrió devolviéndole el abrazo. Sin pensarlo y sin querer a un gesto del moreno la túnica se dobló y quedó empacada nuevamente.
 
“Lo siento... es como si no pudiera controlarla.” Musitó apenado.
 
“No te preocupes, después que no salgas de aquí no pasará nada demasiado grave.” Tomó la túnica y se dispuso a salir.
 
“Draco... ¿Si ves a mi esposo puedes decirle que lo extraño?”
 
“Claro, Harry. No olvidaré decírselo a Severus. Se alegrará mucho de saberlo.” Y salió sintiendo que el Harry verdadero, el que pensaba era fingido, y el desmemoriado eran en esencia, una sola persona.
 
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Habían pasado dos días desde que ingresaran a Harry en San Mungo y no fue hasta entonces que a Severus se le permitió ir a visitarlo, más por su propia condición que era mucho más delicada de lo que había pensado.
 
Además, la habitación de Harry era el único lugar seguro para evitar que la enfermedad se propagara, fuera del mismo no había hechizos mágicos que pudieran impedirlo y por ende existía el riesgo de contagio todavía. Por eso su esposo no había recibido permiso para visitarlo.
 
Era por eso que Severus se hallaba de pie frente a la puerta de la habitación, vigilado de cerca por una de las enfermeras que no lo había dejado ir solo hasta allí pero que le había asegurado que le permitiría estar a solas con su esposo por unas horas.
 
Tocó y entró quedándose parado cerca de la puerta donde la enfermera le permitió seguir solo mientras cerraba la puerta. Harry miraba por una de las ventanas hacia el exterior y no fue hasta que Severus se aclaró la garganta que su esposo volteó a verlo.
 
“Tú eres Severus.” La declaración hizo que el hombre sonriera y se acercara con un poco más de confianza.
 
“Definitivamente. ¿Cómo lo supiste?” Harry frunció el ceño levemente antes de contestar, como si se concentrara con todas sus fuerzas.
 
“Draco... creo, me ha hablado de ti. Dice que lo ha hecho todos los días porque le pregunto todos los días si él es Severus. Pero esta mañana me trajo esto.” Le dijo mostrándole una libreta. “Anoté en ella todo lo que es importante que no olvide y por qué. Dice que así puedo sentirme menos desorientado.”
 
“Entonces has anotado lo más importante.”
 
“Sí.” Le extendió la libreta para que la tomara y Severus no pudo negarse. No sólo por la mirada inocente que le daba sino porque él mismo sentía curiosidad de leer lo que había allí. La letra de Harry no era tan espantosa. Era obvio que se había esmerado esta vez. Cada párrafo estaba enumerado, como si fuera un listado. Pero cada cosa enumerada tenía su debida explicación. Y aunque Severus no era el primero en la lista no pudo evitar sonreír al leer lo que decía el número uno. Estoy esperando un hijo. Sí, los magos pueden tener hijos propios. Sí, soy un mago y lo más importante, estoy casado con uno. Por eso debo cuidarme, comer bien, dormir bien y descansar apropiadamente.
 
El segundo párrafo se encabezaba Severus Snape. Severus Snape es mi esposo. Estoy esperando un hijo suyo. Ambos nos amamos, por eso estamos casados el uno con el otro.
 
“¿Cómo sabes que nos amamos?” Severus pensó que aún con la pérdida de memoria la poción estaría funcionando lo suficiente para que Harry siguiera enamorado de él ciegamente. El hombre de ojos verdes sonrió a su esposo con inocencia y le dio la misma respuesta que le había dado a Draco cuando preguntó lo mismo.
 
“Porque te extraño. Porque olvidamos lo que no nos interesa y recordamos lo cotidiano. Pero cuando perdemos un recuerdo precioso sentimos un vacío aquí en el corazón y yo puedo sentir ese vacío. Así que debo amarte mucho.” Y le sonreía satisfecho de haber llegado a aquella conclusión.
 
Severus se acercó y se detuvo a su lado pero dándole la espalda para mirar por la ventana lo que antes Harry había estado mirando. Era un paisaje encantado porque sabía que en San Mungo ninguna ventana daba al exterior y sin embargo desde allí podían ver un hermoso jardín.
 
“Una vez me dijiste que sabías qué era lo que te faltaba. Que sabías qué era lo que te causaba ese vacío.” Susurró el maestro de pociones recordando aquel momento en el que Harry le había dicho que podía llegar a amar al Severus en el que se había convertido.
 
“¿Qué era entonces? Así podré anotarlo en las cosas importantes que debo recordar.”
 
“No sé si quieras recordarlo, no es algo que pueda decir con palabras.” Harry se acercó aún más a sus espaldas, notando cómo el hombre era un poco más bajo que él y cómo le hubiera sido fácil envolverlo en sus brazos cómodamente. Siguiendo lo que sus instintos desmemoriados le indicaban acarició los brazos de Severus con lentitud de abajo hacia arriba, probando cómo se sentía aquel cuerpo en sus manos cual si fuera primera vez.
 
“Sea lo que sea... si llena este vacío que siento ahora mismo, necesito saberlo.” Severus se giró con lentitud y levantó un poco la barbilla para mirar a su esposo a los ojos. Nunca los había visto tan claros y hermosos como ese día en que lo miraban llenos de la inocencia que el mundo mágico y él mismo le habían arrebatado poco a poco en su momento. Lo amaba tanto y él mismo lo necesitaba tanto que en esos momentos no le importaba si no lo recordaba, si era efecto o no de la poción o cualquier otra cosa. Simplemente quería mostrarle. Aprovechar esa oportunidad única en que parecía haber olvidado la poción y el rencor que alguna vez le había guardado. Una oportunidad de página en blanco.
Con mucha cautela elevó su mano al rostro de Harry y lo inclinó hacia su cuerpo dándole un beso casto, apenas un roce. Harry se quedó quieto, muy quieto. Tanto que temió haber obrado demasiado pronto.
 
“Hazlo de nuevo. Aún siento este vacío.” Fue apenas un suspiro pero pudo escucharlo y entender lo mucho que lo necesitaba en esos momentos su esposo. Esta vez no tuvo que inclinarlo hacia sus labios porque Harry, al ver que se preparaba nuevamente para besarlo se inclinó primero encontrándolo a mitad de camino.
 
Esta vez al roce de labios le siguió el de sus lenguas y sus cuerpos acercándose el uno al otro en busca de calor. Los brazos de Harry lo envolvieron con suavidad como si temiera romperlo y cuando el beso terminó no lo soltaron.
 
Una sonrisa tímida en los labios de Harry le hizo querer tener cosas que nunca había tenido antes, querer que Harry, el verdadero, lo amara verdaderamente como él había aprendido a amarlo. “Sabía que te amaba, y que te amaba mucho. Y cuando salga de aquí te amaré más.” Severus se reclinó sobre su pecho y dio un largo y tembloroso suspiro. Sintió los dedos de Harry acariciarle los cabellos y cerró los ojos sintiéndose finalmente en casa.
 
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El día que Harry salió de San Mungo tenía todo un contingente esperándolo en la sala del primer piso y al verlos su mano se aferró férreamente a las ropas de Severus quien suspiró con resignación. Quizás los Weasley no tenían una noción correcta de lo que era solamente familiares inmediatos o quizás simplemente era que no se les podía pedir más. Con todo sonrió para tranquilizar a Harry quien se había rezagado levemente quedando atrás suyo.
 
Pero Severus también tenía el presentimiento que no era tan solo por Harry que habían ido al hospital. Especialmente cuando Molly se limpió una lagrimita al comprobar que Severus se notaba algo frágil. Hubiera querido demostrarle a la mujer lo contrario pero no era como si pudiera desmentirla. Se sentía algo débil aún y es que el último episodio aún le pesaba.
 
De haber podido estaba seguro que todos lo hubieran acompañado hasta la casa, pero dio gracias que no se atrevieron a preguntarlo. Sin embargo, hubo uno del cual no pudo deshacerse aunque quiso.
 
“Señor Weasley.” Lo saludó al verlo en la sala esperándolos. El elfo que había estado tratando de echarlo de la mansión se detuvo en el acto y Severus le pidió a la criatura que fuera preparando la cena incluyendo al huésped sorpresa. Draco también los acompañaba aunque su esposo se había quedado con los niños para no importunarlos con los pequeños ya que ambos necesitaban descanso. “¿Por qué no nos acompaña a cenar? Siéntase como en su propia casa.”
 
Severus escuchó una risita atrás suyo y no era precisamente Draco el que reía. Pero el tono rojo en el rostro de Ronald Weasley hacía resaltar demasiado sus mejillas cual si fuera un enorme bombillo, especialmente sus orejas. “¿Es uno de los Weasley?” Preguntó Harry asomándose por sobre el hombro de Severus nuevamente y Ron emitió un gruñido bastante pintoresco.
 
“Es uno de tus amigos, Harry. Pero ya aprendí a aceptar todo de ti, hasta los errores de juicio de tu niñez.”
 
“Gracias, Severus, siempre tan lleno de humor.” Respondió secamente el pelirrojo.
 
“No recuerdo su nombre... no recuerdo haberlo visto en el hospital.”
 
“Ya lo recordarás, Harry. Te aseguro que ya lo recordarás.” Añadió Draco con una sonrisa. “¿Por que no van y descansan un poco mientras es hora de cenar. Yo entretendré al señor Weasley.”
 
“No quiero descansar.” Exclamó Harry con un brillo inusitado en sus ojos. “Quiero ver toda la casa, quiero ver si puedo recordar algo.”
 
“Amor, no te esfuerces demasiado. Recuerda lo que dijo el medimago. Todo volverá a su tiempo.” Harry hizo un leve puchero que hizo que Severus sonriera a su vez. “Pero puedo mostrarte nuestro cuarto, quizás te traiga algunos recuerdos.” La media sonrisa de Severus hizo que Ron volviera a ponerse rojo y que Draco carraspeara levemente.
 
“Eso sería maravilloso.” Susurró con cierta emoción pobremente disimulada el ojiverde mientras ignoraba las reacciones de sus acompañantes. Severus lo tomó de la mano y Harry accedió de inmediato a ir tras su esposo. Era como ver a un par de jovencitos recién casados a los que no les importaba si estaban o no a solas. Pero no era como si pudieran decir algo puesto que eran Draco y Ronald quienes invadían el espacio de ambos y no al revés.
 
Los vieron subir las escaleras como dos chiquillos a punto de hacer una travesura y Draco tuvo que reír al ver la expresión del pelirrojo. “¿Qué miras tanto, Weasley? Están casados así que cierra la boca.” Con un golpe seco el pelirrojo hizo lo que se le decía y cerró la boca despegando finalmente los ojos de las dos figuras que desaparecían por el pasillo del segundo piso.
 
“Es... un poco difícil para mí... aún cuando sé lo que sé. ¿Entiendes?”
 
“Claro que te entiendo. Pero deberías hacer lo que yo.” Ron arqueó una ceja mientras seguía al rubio que se movía en dirección a la cocina.
 
“¿Y qué es eso?”
 
“Aceptar a los amigos tal cual son. Incluyendo sus decisiones.” El auror lo miró algo sorprendido por la respuesta y el aplomo con el que admitía que no dejaría de ser amigo de Harry.
 
Draco se reclinó de la barra de la cocina y se cruzó de brazos mirando al pelirrojo con detenimiento. “No sé por qué pensaste que sería buena idea recibir a Harry aquí en la casa, pero ya que estás aquí tengo un par de preguntas que hacerte.”
“Sabes perfectamente que puedo soportar cualquier interrogatorio y no decir nada. Así que espero no albergues demasiadas esperanzas en que conteste todo.”
 
“Pues al menos podrías tener la decencia de decirme qué fue lo que hablaste con mi esposo en el hospital.” Draco fue testigo de cómo Ronald Weasley perdió levemente el color y comenzó a tartamudear un poco. “Jovan no quiso decirme qué fue lo que hablaron pero sé, y no intentes negarlo, que hay algo extraño. Jo nunca se ha ofrecido voluntariamente a entretener antiguos compañeros de clases míos, mucho menos los que pertenecían a la casa de Gryffindor.”
 
“Ahh... ese... pequeño asunto... Pues verás...” A cada momento el pelirrojo perdía más el color y la capacidad de hablar hasta que finalmente Draco lo hizo callar con un gesto de la mano. Un gesto que incluía su varita.
 
“Weasley, o hablas claro y vas al grano o te prometo que encontraré una forma de que haber escupido babosas sea un buen recuerdo en tu cabeza.”
 
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Severus entró con cautela a la habitación de ambos y observó con deleite la expresión de asombro en el rostro de Harry.
 
“Perder la memoria tiene una ventaja. Puedes volver a apreciar las cosas que se habían vuelto cotidianas.” Le dijo con serena admiración en su voz. “Todo es tan hermoso.”
 
“Me halaga que te guste. Tú mismo lo decoraste.” Severus sonrió ampliamente con la sonrisa de sorpresa que le devolvió su esposo.
 
“Seguramente parezco un tonto.”
 
“Nunca. Eres el chico más listo que jamás conocí.” Le dijo al tiempo que lo abrazaba y le daba un corto beso.
 
“Me gusta cuando haces eso.” Susurró el ojiverde en un tono más bajo y Severus se sintió derretir de felicidad. “Hazlo de nuevo.” Y Severus no le negó el pedido.
 
Aquellos brazos lo rodearon de inmediato y lo pegaron completamente con un suspiro.
 
“Sé que te amo, Severus. Yo sé que te amo.” Susurraron aquellos labios con inocencia y se sintió revivir de inmediato.
 
“Espero que sepas que yo también te amo, pase lo que pase, Harry. Pase lo que pase.” Y esa era una promesa que cumpliría sin importar lo que le costara.
 
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Gracias por leer.