Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Atrapando al Pelirojo ❯ Capítulo 8 ( Chapter 8 )

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Capítulo 8 Epílogo (PWP)
 
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
 
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Blaise levantó los ojos hacia la puerta cuando escuchó un leve sonido pero de inmediato lo achacó a su imaginación. Aceleró el ritmo por una fracción mientras su boca se hundía nuevamente en la de su amante. Las manos del pelirrojo lo atacaban por todas partes y demandaban fuerza en las embestidas. Poseerlo nunca le había sabido tan delicioso como en este día, justo cuando se cumplían dos años del suceso del vino de frambuesas. Y hablando de dicho vino… sus ojos captaron la botella a medias sobre la mesita al lado del sofá y entrecerró los ojos con placer al saborear en la boca del pelirrojo el dulce néctar. Su pelirrojo gemía y gritaba arqueándose mientras su carne se estrechaba sobre su erección y lo acariciaba sedosamente.
 
Separó el pecho del pelirrojo abajo suyo y de un tirón lo levantó sobre sus caderas, un sorprendido grito de placer acarició sus oídos. “Blaise.” Las rodillas de Ron tocaron el sofá y prontamente se elevó sobre el moreno para dejarse empalar violentamente provocándole a Blaise un grito gemelo. “Te amo.” Gimió el pelirrojo con ojos cerrados mientras lo tomaba del rostro y lo besaba apasionadamente entre jadeos, su vientre tenso y sus muslos contraídos con cada empujón que se daba para luego dejarse caer.
 
La tensión ya era demasiada y el orgasmo comenzaba a extender sus blancos brazos de luz sobre ambos cuerpos cuando Blaise tomó una de las manos del pelirrojo y la chupó sugestivamente haciendo que Ron gimiera con sólo pensar lo que le estaba pidiendo. Sacó los dedos de su boca y sujetó con firmeza la nuca del moreno para no permitirle escapatoria contra sus labios mientras los dedos humedecidos viajaban al sur entre los glúteos de su amante. Con un movimiento firme lo penetró con el dígito haciendo que Blaise gritara en su boca y que se viniera en calientes chorros en el interior de su cuerpo. Lo sentía querer escapar, intentar retorcerse con las oleadas de placer pero no se lo permitió y ese mismo sentido de poder sobre el Slytherin lo hizo venirse sobre el bronceado vientre mientras se apretaba lo más posible, penetrándose casi dolorosamente mientras continuaba eyaculando.
 
Finalmente los jadeos fueron controlándose, las respiraciones calmándose y los labios se soltaron hinchados y enrojecidos. Los brazos de Blaise lo mantuvieron en su lugar, ninguno de los dos queriendo moverse aún.
 
“Blaise…” Susurró con voz ronca por los gritos de placer.
 
El moreno parecía ronronear en lo profundo de su pecho hasta que finalmente se dignó a proferir sonido. “¿Ummhh…?”
 
“He estado pensando.”
 
“¿En qué, cachorro?” Susurró con aterciopelada voz.
 
“En que me gustaría sentirte crecer dentro de mí una vez más.” Susurró en el oído de su amante.
 
“Ron, te amo, no sabes cuánto.” Lo abrazó con más fuerza y con repentina alegría. “Eres lo mejor que me ha pasado. Y quiero todo lo que tú quieres, no dudes eso jamás. Ven aquí.” Lo besó con ternura y con el deseo de volver a poseerlo justo en ese momento aunque sabía perfectamente que tendría que descansar al menos unos minutos.
 
“Blaise… ¿cuándo cerraste la puerta?”
 
“No la cerré, la dejé… abierta.” Entrecerró los ojos con sospecha y Ron al verlo comenzó a desenredarse del moreno.
 
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Draco había llevado a Harry pasillo abajo en dirección a una de las habitaciones de huéspedes, de hecho, era la habitación que solía usar cada vez que venía a visitar a sus amigos y le pedían que se quedara. El moreno que traía de la mano parecía atontado y algo más que desorientado. Luego de la noche en que había descubierto de forma algo fuera de lo común que el ojiverde al menos sentía algo por él, cosa que jamás se hubiera imaginado por estar pendiente de Neville, las cosas habían ido progresando.
 
Primero habían comenzado a pasar tiempo estudiando juntos, algunas veces saliendo del Instituto a hurtadillas. Luego el ojiverde había comenzado a ser más obvio en sus intenciones cosa que antes no se había arriesgado porque toda la atención del rubio se concentraba en su amigo Neville.
 
Draco era aún cauteloso. La decepción con Neville aún la sentía reciente y a decir verdad no salía de ella del todo. Su único consuelo era el pequeño candado que no podía cerrar cada vez que Harry estaba cerca. Ahh… cuando sus amigos se enteraran seguramente iban a reír de buena gana por lo absurdo de su comportamiento. El pequeño candadito sufría y sufría cuando por pura manía el rubio lo obligaba a cerrar con un click para verlo saltar abierto una vez más.
 
Justo antes de entrar el ojiverde lo detuvo, lo pegó contra la pared del pasillo y le dio un beso. Por unos instantes permanecieron así, disfrutando calmadamente hasta que Draco lo hizo separarse. “Espera un segundo.” Susurró con seriedad para luego levantar una mano y removerle los lentes. Harry parpadeó con lentitud, sus ojos verdes continuaban siendo grandes y expresivos a sus diecinueve años y sus pupilas se fijaron en aquellas azules oscurecidas.
 
“Draco…” El rubio arqueó una ceja esperando a que continuara mientras sus manos subían sin prisa por los planos de su pecho y su vientre. “…yo nunca… antes…”
 
“Ssshhh… no te estoy pidiendo nada de eso.” Sonrió con malicia al saber que el ojiverde había dejado volar su mente más allá de lo que él mismo esperaba. Si lo había pensado significaba que lo había considerado, no para ese momento pero a futuro y eso lo complacía sobremanera. “Sólo quería un poco de privacidad para nosotros y para nuestros amigos. Aunque no niego que me gustaría estar igual de ocupado.” Harry se sonrojó nuevamente al recordar la escena y sin poder evitarlo su sexo se endureció otra vez. Draco suspiró al sentir la excitación contra la suya. “Vamos.” Lo empujó con suavidad devolviéndole los lentes y abrió la puerta de la habitación.
 
Encendió la luz y fue a donde había guardado la botella de vino de frambuesas que no se había abierto el día del cumpleaños de su ahijado. La sacó triunfante mientras hacía aparecer dos copas con su varita. “¿Has probado el vino de frambuesas?” El ojiverde negó y Draco procedió a abrir la botella, llenando las copas con el vino de color rojo frambuesa. “Este vino es bastante costoso a pesar de su procedencia.” Comenzó a decirle mientras le extendía la copa. “Los arbustos de los cuales proviene son cuidados por hadas de rocío que sólo pueden sobrevivir cerca de pequeños saltos de agua en las montañas cubiertas de bosque tropical lluvioso. Esas frambuesas son amargas y muy pequeñas hasta que logran madurar y se necesita un mínimo de cien frambuesas por botella.” Levantó la copa para que la luz iluminara el líquido dejando notar lo concentrado que era cuando apenas dejaba pasar la luz. “Los arbustos apenas logran quince o veinte frambuesas por cosecha y cada una es colectada el día justo en que la fructosa alcanza su máximo desarrollo y dulzor. El producto se deja reposar por un año sin ver la luz y su sabor es perfecto para cubrir la cantidad de alcohol que contiene o cualquier otra sustancia que quieras añadir. Este sin embargo, no está adulterado.”
 
El ojiverde sonrió divertido. “Ahora conozco un dato que podría salvar mi vida.”
 
“Te sorprenderías de su importancia. Yo me hubiera ahorrado par de vergüenzas de haberlo sabido a tiempo.”
 
“Me gustaría escuchar esas historias.”
 
“Prefiero perder el tiempo bebiendo de tu boca.”
 
“¿Y qué esperas para calmar tu sed?” Los ojos verdes lo retaron y no se resistió. Unió sus labios con aquellos otros sintiendo el deseo de devorarlo completo, de tomar de su boca lo que su alma necesitaba para cerrar sus heridas. Muy despacio pegó sus caderas a las del moreno y comenzó a disfrutar del sensual momento. Aunque las cosas habían estado prosperando entre ambos no se habían dado tiempo para acercarse físicamente de esa forma por lo que esos primeros contactos en el pasillo y allí en medio de la habitación se sentían como algo demasiado grande. Como el primer beso o el primer roce de amor, inolvidables. Draco le dio vueltas en su cabeza al concepto… ¿cómo saber si eso era lo que sentía Harry era eso? A pesar de tener el candado este no decía si lo que el moreno sentía con sinceridad era amor.
 
“¿Qué quieres de mí, Harry?” Preguntó tratando de conservar su razonamiento lógico. “No tengo mucho que ofrecer, apenas unos meses atrás andaba tras Neville ciegamente y ahora que sé que no sentía lo mismo por mí no me siento capaz de arriesgarme de nuevo.” Harry cerró los ojos y permitió que su frente se uniera a la de Draco mientras lo tomaba del rostro.
 
“Es curioso que lo preguntes. No sé exactamente qué quiero de ti aún. Sólo puedo decirte que desde que te vi tras Neville te tomé interés.”
 
“¿Desde que me viste con Neville?”
 
“Ajá… Jamás te había visto interesado en nadie. Al principio pensé que lo estabas acosando, Neville estaba cansado de que lo estuvieras siguiendo. El… el… me contó lo que sucedió.” Draco se quedó helado y sus brazos se deslizaron de las caderas del moreno.
 
“Te contó…” Musitó incrédulo. “¿Qué te contó?” Preguntó con ansiedad y safándose de las manos de Harry.
 
“Me contó del vino y de la apuesta… y de cómo… de cómo te salió mal.” Draco sintió como si miles de agujas se le clavaran en el pecho. Neville había hablado… lo había expuesto. ¿A cuántos podía haberle contado el Gryffindor que se había cojido al arrogante de Draco Malfoy?
 
“Es por eso que estás tras de mí.” Declaró sin darle crédito a sus propios pensamientos. “Piensas que podrías hacerme lo mismo.” Se separó unos pasos y comenzó a hiperventilar mientras buscaba como perdido una salida de la habitación que se hacía pequeña repentinamente.
 
“¡No! Draco, eso no… tienes que creerme…” Harry no sabía lo que estaba pasando por la mente del rubio pero lo vio tambalearse levemente como mareado mientras buscaba en todas direcciones un escape. No, no, no, gritaba en su mente, había metido las patas con su bocota. No podía permitir que luego de casi dos años de suspirar tras el rubio ahora se le escurriera entre las manos. No cuando había llegado tan lejos.
 
Lo abrazó con fuerzas por la espalda y recostó su cabeza con ojos cerrados. “Draco, por favor, no te vayas.” La figura en sus brazos temblaba levemente.
 
“¿A cuántos le dijo Neville que… que…?”
 
“Sólo a mí.” Bajó los brazos hasta encontrar las manos del rubio y tomarlas con fuerza mientras las cruzaba sobre el tembloroso pecho. “Me lo contó cuando lo encontré escondido en uno de los invernaderos de la profesora Sprout. Estaba muy asustado por lo que había hecho y tú lo seguías a todas partes. Pensaba que lo ibas a delatar y que lo enviarían a Azkabán por eso.” Trató de tantear los ánimos de Draco para escucharlo, no podía verle el rostro pero al menos ya no intentaba safarse de su cercanía. “Le dije que si no lo habías delatado tendrías tus razones y que seguramente una de ellas era tu orgullo. Nunca me dijo nada más después de ese día pero comencé a observarte más de lo que era necesario. ¿Sabes qué descubrí?”
 
La voz del rubio era como una súplica rota. “¿Qué?”
 
“Que te gustaba Neville.” Un leve resoplido le respondió de vuelta mientras Draco agachaba la cabeza. “Realmente te gustaba y él no se daba cuenta.” Harry sonrió al recordar lo que día con día había ido descubriendo en el Slytherin. “No lo molestaste más y eras incluso amable con él. Podía ver en tus ojos la esperanza de que en algún momento se diera cuenta que estabas ahí, esperando.” Depositó un beso en la espalda y continuó. “No sé cuándo… no sé cómo pero comencé a envidiar a Neville. Muchas veces me sorprendí pensando en lo que haría si fuera él y te tuviera tras de mí de esa forma. Oh Draco, hubiera dado todo cuanto tenía por tener alguien como tú, sintiendo lo que tú sentías pero por mí.” Lo apretó contra su pecho hasta que sintió un leve sollozo. “Lo que pasó con Neville me da igual, por favor, sólo dame una oportunidad para demostrártelo.”
 
Draco no sabía si podría tenerse en pie de Harry soltarlo en esos momentos. Sus ojos azules estaban posados en aquellos brazos que lo sujetaban y de pronto se sintió sucio e inmerecedor de aquella comprensión. “Eso no fue lo único que sucedió esa noche. No pensarías igual de mí si supieras todo.”
 
“Pruébame.” Harry sintió la tensión y la renuencia, pero también podía sentir arrepentimiento. Lo había visto en los ojos azul grisáceo todos los días desde que se enterara de lo que había sucedido. Rogaba por no equivocarse y haber leído bien las reacciones del rubio durante todo ese tiempo. “Hay algo más, ¿cierto? Y eso te carcome el alma poco a poco. Aunque no se lo digas a nadie más, confía en mí. Te juro por mis padres que no diré nada a nadie.”
 
“Yo… Harry… no sé si lo sepas, pero yo no fui el único envuelto en la apuesta esa noche. Blaise estaba conmigo.” Pausó y tomó aire esperando alguna reacción de parte del ojiverde. Al no sentir nada continuó. “Yo lo ayudé a atrapar a otro Gryffindor… él estaba… en las duchas del campo de Quidditch puliendo su escoba.”
 
“Ron…” Draco asintió y esperó, pero nada sucedió.
 
“Blaise estuvo con él esa noche… y creo que ya sabes el resto. Él… Ron sabe que yo estuve con Neville… pero no sabe que fui yo quien ayudó a Blaise a dejarlo inconsciente… a amarrarlo a la cama… a… a desnudarlo… él no lo sabe.”
 
“¿Tienes miedo de su reacción? Pensé que no te importaba demasiado lo que pensara Ron.”
 
“Al principio no. Pero cuando vi a Blaise tan enamorado… y que Ron le hacía bien. Blaise estaba tan feliz y luego supe que Weasley estaba esperando un hijo de Blaise…” Levantó el rostro al techo para tratar de que las lágrimas no lo ahogaran. “Me siento culpable. Ron tuvo más madurez que yo… que Blaise… pudo haber terminado con la vida del bebé o pudo haber hecho sufrir a Blaise pero no lo hizo. Incluso se preocupaba por él. Y ahora resulta que se ha convertido en un amigo tan leal como Blaise para mí, alguien a quien quisiera guardar muy cerca de mi corazón y no puedo porque no sabe toda la verdad.”
 
“Debes decírselo entonces. Aunque dudo que eso haga diferencia entre la amistad que existe entre ustedes. Bueno… quizás debes cuidarte de la derecha de Ron pero nada más serio que eso.” Trató de animarlo haciendo que Draco soltara una débil carcajada que sonaba más a llanto. “Yo ya sabía que Ron había sido la otra víctima esa noche, pero sólo me lo podía sospechar porque él no me dijo nada, antes confió en ustedes dos.”
 
“Le tengo envidia.” Susurró avergonzado. Harry lo soltó y lo hizo voltearse.
 
“Yo también los envidio. Quiero lo que ellos tienen para mí, quiero lo que Neville hizo nacer en tu corazón pero para mí. ¿Es correcto querer eso?” Draco le dio una tímida sonrisa entre lágrimas e intentó aclararse la vista mientras daba un largo suspiro hacia arriba y sujetaba las manos de Harry balanceándolas de lado a lado.
 
“No puedes culparte por quererlo también. Siempre se desea lo que no se tiene…”
 
“Ya que queremos lo mismo… ¿crees que podríamos intentarlo juntos?” Susurró Harry con temor.
 
“Podríamos.” Murmuró Draco acercándolo a su pecho y aspirando el aroma de los cabellos del moreno. “Creo que podríamos.” Se unieron en un tímido beso cargado de miedo y deseo.
 
“¡Pero qué linda parejita de tórtolos tenemos aquí!” Exclamó Blaise desde la puerta de la habitación. Ambos jóvenes se separaron bruscamente como sorprendidos en el acto de cometer un delito. Tras el moreno se encontraba el pelirrojo dándoles una mirada fulminante.
 
“Ron… Blaise… Qué gusto verlos.” Exclamó Harry. “¿Cuánto tiempo llevan ahí?” Preguntó preocupado.
 
“El suficiente.” Gruñó Ron dándole una significativa mirada al rubio quien retrocedió unos pasos presa de una mortal palidez. El pelirrojo salió de atrás del moreno y caminó en dirección a Draco aún con la misma mirada. El rubio se estremeció y cerró los ojos esperando lo peor. De pronto sintió que lo abrazaban con fuerza. “Tienes suerte que eres el padrino de Michael.” Draco abrió los ojos y se encontró con aquellos azules tan diferentes a los suyos. “Y que eres uno de mis mejores amigos.” La sonrisa del pelirrojo terminó por desgarrarle el poco control que había conseguido luego de la confesión y sin poder contenerse un minuto más se aferró al pecho de Ron y comenzó a llorar amargamente. “Ohh, Draco, ¿quién hubiera podido imaginar que las serpientes eran tan sentimentales.” Murmuró sin rastro de malicia. Blaise sonrió desde su posición mientras Harry se abalanzaba sobre ambos y los apretaba con fuerza.
 
“¡Oye, compañero! Que me duele todo el cuerpo.” Exclamó el pelirrojo con grandes ojos de cachorro. Harry y Draco lo soltaron de inmediato al recordar lo que habían visto momentos atrás y se sonrojaron a la vez al captar el olor a sexo que permeaba la piel del joven. Harry no pudo menos que observar de arriba a abajo a su amigo y darse cuenta finalmente del estado de desnudez en el que se hallaba, encima de eso podía ver claramente las “marcas de amor” que su esposo le había dejado lo que le provocó un sonrojo aún más profundo.
 
“Siempre supe que le habías echado el ojo.” Comentó juguetón el moreno de largos cabellos. Harry pareció atragantarse. Al mirar hacia su amigo entrecerró los ojos. “Y no creas que no me he dado cuenta cómo lo miras, Dray.” Esta vez fue el turno del rubio. “Será mejor marcar el territorio.” Comentó como al descuido mientras se abrazaba de la espalda del pelirrojo que sólo llevaba unos calzones cortos y algo ajustados evidenciando que no le pertenecían. “Será mejor que se consigan el suyo si es que gustan de los pelirrojo porque este es mío.”
 
“¡Blay!” Exclamó indignado Draco mientras Harry continuaba atragantado en las palabras. Ron echó a reír de buena gana mientras se apoyaba contra el pecho del moreno.
 
“¿Y qué fue lo que los hizo venir hasta acá el día de nuestro aniversario?” Preguntó el pelirrojo con picardía. “¿Buenas noticias?” Les dio una mirada escrutadora que a las claras decía que lo sabía todo.
 
“Nosotros…”
 
“Si son las buenas noticias que imagino entonces les tengo un regalo a los dos.” Dijo con una sonrisa torcida que de inmediato puso en alerta a los dos jóvenes. “Ahh… no se preocupen, estoy seguro que les va a encantar.” Se sacó la única prenda que tenía y tomando las manos de ambos abrió el medallón. Un pequeño rubí cayó del interior sobre la mano de Harry y con la mano de Draco cubrió la del ojiverde. “Quiero sentirme seguro.” Murmuró al tiempo que soltaba las manos y ambos jóvenes sentían cómo eran enganchados por el estómago y transportados a otro lugar.
 
“¿Por qué hiciste eso?” Preguntó Blaise mientras lo abrazaba.
 
“Hemos estado planeando esto durante semanas y aún nos queda un día.” Blaise arqueó una ceja con incredulidad y su pelirrojo le dio una sonrisa lobuna que lo hizo estremecer. “Además… es mi turno. Y creo que esta vez te quiero atado a los postes… indefenso… suplicándome que te coja.”
 
“Rroonn…” Ronroneó Blaise como única respuesta mientras su Gryffindor lo llevaba cautivo por los pasillos de la mansión.
 
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“Woaa… ¿Dónde estamos?” Preguntó Harry confundido. Draco ya sabía a dónde iban a llegar puesto que conocía el propósito del medallón de los Zabini.
 
“Es la casa refugio de Blaise.” Tomó aire intentando despejarse de las emociones que le pulsaban a flor de piel cuando Harry lo abrazó con suavidad.
 
“¿Sólo para nosotros?” Draco arqueó una ceja y asintió algo vacilante al notar un brillo travieso en los ojos verdes. “¿Quieres que lo intentemos?”
 
“Dijiste que…”
 
“Lo sé… pero siento que puedo confiar. Hazme el amor, Draco, por favor.” El rubio lo observó a los ojos por unos segundos buscando en ellos algún rastro de arrepentimiento o miedo pero sólo encontró una confianza indescriptible. Lo besó suavemente, mordiendo los complacientes labios, recorriendo con la punta de sus dedos el esbelto cuello hasta bajar y comenzar a quitarle la camisa. Con tortuosa calma estudió los planos del cuerpo del ojiverde memorizando cada curva, ángulo y declive. Besó su rostro y permitió que Harry lo desvistiera hasta que finalmente estuvieron piel con piel de pie en medio de la sala donde se habían aparecido. El fuego de la chimenea se había encendido al momento de aparecer. Una suave alfombra de piel cubría el suelo frente a la misma y Draco empujó al joven hacia ella con sutileza.
 
Dulcemente lo fue doblegando hasta hacerlo acostar sobre la piel. “Piel de león… qué adecuado.” Murmuró mientras besaba el pecho y le daba suaves mordidas. “¿Dónde era que estaba el lubricante la última vez?” Se encogió de hombros. “Accio lubricante.” Desde uno de los pequeños cofres que adornaban la repisa de la chimenea salió un tubo de lubricante que fue a parar a los finos dedos de Draco. Destapó el frasco y tomó una pequeña cantidad con la que cubrió sus dedos. “Está algo fría.” Susurró en su oído mientras una de sus manos acariciaba con suavidad el sexo semi erecto de Harry y la otra comenzaba a acariciar su entrada. Harry comenzó a jadear mientras luchaba por no cerrar las piernas ante el ataque de nuevas sensaciones.
 
“Duele un poco, pero si estás tenso duele más. Si confías en que no te haré daño te será más fácil relajarte.”
 
“Sé que no me harás daño.” Susurró con convicción el moreno y Draco asintió. Sus dedos se deslizaron con lentitud al interior del excitado joven y Harry emitió un gemido asombrado.
 
“Se siente extraño.” Murmuró mientras sus manos se aferraban a los hombros de Draco. Cada caricia que le hacía en el interior la repetía sobre su piel y sobre su sexo hasta que tuvo tres dedos en su interior y Harry movía sus caderas con desesperación por sentir más. Podía ver cada estremecimiento reflejarse en los músculos de su vientre, de sus piernas, de su cuello. Lo veía arquearse suavemente y echar la cabeza hacia atrás cada vez que las oleadas de placer se volvían intensas con lo que bajaba el ritmo de sus caricias hasta que lo veía calmarse para volver a comenzar.
 
“Draco…” Gemía una y otra vez y el rubio aprovechaba para morderle los labios y acariciarle los endurecidos pezones. Poco a poco se fue acomodando entre las piernas ahora entreabiertas en puro abandono, poco a poco sus caderas fueron alineándose con aquellas otras que se movían inquietas plagadas de sensual movimiento. Sin perder control de lo que hacía tomó una cantidad mayor de lubricante y cubrió con ella su sexo endurecido. Se posicionó aún más cerca y retiró los dedos provocando un mohín de decepción. Besó el tierno puchero y permitió que la cabeza de su pene reposara contra la ya preparada entrada haciendo que Harry suspirara largamente y probara presionarse contra ella.
 
Separó aún más las piernas y las levantó contra sus costados mientras comenzaba a mover sus caderas rítmicamente, penetrándolo apenas un poco en cada movimiento, punzándolo más fuertemente cada par de veces. Harry jadeaba fuertemente y sus manos se habían sujetado con fuerza de sus brazos que descansaban a cada lado de su pecho para mantener el balance. De aquella forma penetrarlo le tomó una eternidad pero había disfrutado cada centímetro de su sexo hundiéndose en la estrecha cavidad. Su nombre aún estaba en los labios del ojiverde que había cerrado los ojos mientras su boca semi abierta intentaba respirar.
 
Se detuvo cuando sintió sus caderas pegadas completamente al apretado trasero y Harry abrió los ojos nublados de deseo. El también jadeaba al sentir cómo el moreno lo estrechaba en pulsantes ondas que de repente lo poseían contra su voluntad. “Draco… tómame, poséeme, por favor. Hazme tuyo ahora.” El rubio volvió a besarlo para luego salir casi por completo y penetrarlo de regreso haciéndolo gritar su placer. Luego ya no se detuvo, no podía, tenía que… necesitaba hacer lo que le pedía.
 
“Harry.” Susurró mientras continuaba acelerando el rítmico placer de penetrarlo. Sintió las oleadas de lujuria enroscarse apretadamente en su vientre y se separó levemente de Harry para tomar su erección en su mano y masturbarlo a la misma vez. Harry gritó y gimió su nombre tantas veces que ya apenas se le entendía entre jadeos. Finalmente las sensaciones fueron tantas que se vino en blancos chorros en la mano de Draco quien gritó su placer cuando las entrañas de Harry lo aprisionaron con espasmódica fuerza. Gritó el nombre del moreno hasta que colapsó sobre su pecho.
 
“Creo… creo que vale la pena intentarlo.” Susurró Harry en su oído. “Te amo.”
 
“¿Cómo puedes decirlo tan pronto?” Preguntó Draco con genuina curiosidad.
 
“Es porque lo sé desde hace tiempo. No podía esperar para decírtelo pero sí puedo esperar todo el tiempo que haga falta para escucharlo de tus labios.”
 
“Creo… creo que puedo llegar a decirlo.” Murmuró contra su pecho para luego cerrar los ojos y sonreír satisfecho. Harry acarició los rubios cabellos mientras recitaba un hechizo de limpieza y finalmente cerraba los ojos con una sonrisa gemela.
 
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Molly Weasley se hallaba en la cocina de la madriguera cuando escuchó el sonido conocido de alguien entrando por la chimenea de la casa. Al volverse su rostro se llenó de sorpresa al reconocer a su tercer hijo a quien no veía desde hacía más de cuatro años cuando decidiera cortar lazos con la familia. Tuvo que sujetarse de la mesa de la cocina para no perder el balance de la impresión. “Percy.” Susurró con voz trémula al verlo. Su hijo, como siempre, con su postura muy erguida la observaba con mirada algo temerosa. “¿Qué sucede?” Preguntó de pronto sintiendo que algo no estaba bien con su tercero.
 
“Mamá… yo… necesitaba hablar con alguien.” Musitó tan bajo que de no haber sido por sus instintos maternales no lo hubiera escuchado, esos instintos de madre que le dicen a una lo que pasa por la mente de su pequeño.
 
“Ven aquí.” Susurró Molly abriendo los brazos. No bien su hijo se había abalanzado a ellos escuchó el sonido de la puerta. Le costó trabajo soltarlo, el momento era demasiado sagrado para ella como para querer ser interrumpida, sin embargo ante la insistencia del visitante no tuvo más remedio que pedirle que la esperara un segundo.
 
“Buenas tardes en qué puedo… ayudarle.” Parpadeó varias veces al ver al hombre de elegante presencia y ojos claros de pie frente a su puerta. Entrecerró los ojos con sospecha. “Señor Malfoy. ¿A qué se debe esta visita?”
“Buenas tardes, señora Weasley. He venido hasta aquí para tratar un asunto relacionado con su hijo, Percy Weasley.”
 
“¿De Percy? ¿Y qué asunto podría ser ese?” Preguntó con más desconfianza.
 
“¿Podría pasar?”
 
“Claro… ¿sería tan amable de esperar en la sala?” Lucius asintió y pasó al interior de la madriguera. Molly se regresó a la cocina y le dio una mirada escrutadora a su hijo. “¿Percy? ¿Podrías explicarme qué hace Lucius Malfoy en mi casa?”
 
“Pues mamá… yo… de eso quería hablarte.” El corazón de la señora Weasley se detuvo unos segundos y cuando volvió a latir se apresuró hasta el comedor donde colgaba el bendito reloj de la familia. Efectivamente la flecha que indicaba dónde se encontraba Percy señalaba la madriguera. Se acercó un poco más y sin lugar a dudas vio una pequeña y fina aguja marcando el mismo lugar sobre la aguja de Percy. Se llevó una mano a la boca intentando contener la sorpresa hasta que de repente su cara comenzó a ponerse más roja que un tomate y apresuradamente fue a la chimenea y tomó un puñado de polvos flu. “¡Arthur Weasley!” Cuando el rostro del señor Weasley se asomó en las llamas la mujer dio su mejor grito banshee. “¡Te dije que los previnieras a todos!”
 
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Owari