Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Huevos Revueltos ❯ Capítulo 1 ( Chapter 1 )

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Capítulo 1
 
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
 
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No recordaba haber estado tan acorralado. Desde que fuera acusado en el Wizengamot injustamente hasta su escapada justo en el momento de ser trasladado a Azkabán jamás se había visto tan desesperado. Pero nadie lo iba a meter a esa prisión, se lo había jurado a sí mismo. Primero muerto…
 
“No, la muerte es un concepto demasiado permanente. Primero me arrastraré, suplicaré, me humillaré y lloraré… y… y… y pondré ojitos de cachorro apaleado.” Gimió por lo bajo mientras se pegaba más al muro de piedra tras el cual estaba escondido.
 
Y es que en Azkabán le esperaría sólo la misma suerte que a su padre, el beso de los dementores. Pero aún tenía una última carta y en cuanto tuviera a uno de esos aurores cerca todo sería pan comido… o eso se decía a sí mismo para animarse.
 
Sin embargo, Draco estaba cansado. Llevaba tres años huyendo, escondiéndose y en pocas palabras, llevando una existencia miserable. Tenía unas profundas ojeras y estaba algo flaco. Su piel que siempre había sido suave y tersa apenas estaba sobreviviendo y sus cabellos, aunque limpios, no tenían ni uno sólo de los productos que alguna vez habían sido indispensables para él.
 
Intentaba conseguir las pruebas que al menos podrían garantizarle una segunda audiencia pero el tener a los aurores a tres pasos tras de sí no le estaba dejando demasiadas alternativas.
 
Dobló la esquina y varios hechizos pasaron rozándola, bañándolo en una lluvia de estrellas multicolores. Escapar no sería tan sencillo y todo apuntaba a que tendría que utilizar aquel último recurso que había rescatado de la mansión poco después de su primera escapada. Ahora si tan sólo tuviera a la persona correcta en la cual utilizarla.
 
Buscó el objeto que guardaba celosamente en el bolsillo interior de su túnica ya algo raída y se asomó levemente. Una lluvia de estrellas fue la respuesta. “Maldición. Siseó entre dientes para luego hacer un puchero. Si no veía quiénes lo tenían acorralado no podría escoger al que mejor sirviera a sus propósitos.
 
Uno de los aurores sería buena elección. Tenían las destrezas y la experiencia necesaria para protegerlo. Así mismo, sería demasiado valioso para que sus compañeros intentaran atacarlo cuando se volviera en su contra. ¿Pero a quién podría utilizar?
 
El collar sólo le permitiría una oportunidad para un hacerse de un defensor pero eso no significaría que lo controlaría mentalmente. Si la persona se daba cuenta de ello podría estar en más problemas de los que ameritaba el uso del collar.
 
Decidió activarlo cuando sintió que los hechizos y maldiciones se iban acercando al lugar donde se escondía.
 
“¡Entrégate, Malfoy, estás completamente rodeado!” La voz de Harry Potter le llegó clara y precisa y por unos momentos quiso reír como un desquiciado. Claro que el Niño Que Había Vivido sería una excelente elección para el collar. Nadie osaría atacarlo y podría finalmente conseguir las pruebas que necesitaba. El problema estaba en que probablemente la comunidad mágica no podría ver más allá de ese incidente dado que se trataba nada más y nada menos que del Héroe que había vencido al Lord Tenebroso.
 
No, Harry Potter era un pez demasiado grande para sus ambiciones. Necesitaba alguien menos público, menos importante pero con las mismas características del joven. Alguien muy estimado, con suficientes conocimientos. “¡Ni lo sueñes, Potter!” Gritó asomándose a la esquina y una ráfaga de maldiciones volvió a pasar por su lado.
 
Cerró los ojos con fuerza e hizo todo lo posible por no salir gritando de donde estaba escondido. No podía evitarlo, ser cobarde era lo que lo había mantenido con vida durante esos tres años. Miedo a ser encerrado en Azkabán, miedo a morir a manos de los dementores, miedo a ser atrapado mientras dormía.
 
En el corto instante que se había asomado pudo ver a Potter y otras tres figuras. Un ruido en la dirección contraria de donde provenían los hechizos llamó su atención y levantó su varita con mano temblorosa. Sus ojos comenzaron a moverse nerviosos intentando estar atento a los demás aurores y al que aparentemente era lo suficientemente estúpido como para intentar atacarlo por la espalda.
 
“¡No tienes más alternativa, Malfoy! Esta noche vendrás con nosotros, eso es un hecho.” Se limpió el sudor de la frente. Sabía que el otro estaba cerca, muy cerca pero en la oscuridad no podía apenas verlo. Pero seguramente esperaría a que volviera a asomarse hacia los otros aurores para intentar atacarlo.
 
Lo mejor sería entonces adelantarse ese paso por lo que se giró completamente hacia donde estaban los otros y esperó con el corazón en la boca a que el otro auror atacara.
 
“¡Expelliarmus!” Exclamó el auror saliendo de su escondite al verlo distraerse pero como ya se lo esperaba el hechizo chocó contra la pared donde había estado hasta hacía unos segundos y su varita quedó apuntando directamente a las narices del hombre.
 
“¡Weasley!” Exclamó con sorpresa y decepción.
 
Los ojos azules lo observaron también con sorpresa por sido descubierto y luego con anticipación por ver lo que haría al tenerlo en esa posición.
 
Era ahora o nunca, pensó el pelirrojo. Malfoy estaba distraído, dándole la espalda al resto del equipo así que sería fácil atacarlo. Pero también sabía que dudarían al ver que estaba en la línea de fuego.
 
Draco pudo ver en aquellos ojos azules la jugada que le habían preparado. El Gryffindor se había puesto como carnada para distraerlo, había esperado ser capturado y ahora les daba la espalda a los otros pero él mismo sintió cómo dudaban en vez de atacarlo. Fue entonces que cayó en cuenta. Si tenía a Weasley, el que prácticamente era hermano de Potter, nadie osaría tocarlo por miedo a la reacción del moreno. El problema era que dudaba que Weasley tuviera el suficiente conocimiento o magia como para protegerlo. Pero no había otra opción ni mejor momento para hacerlo.
 
El movimiento nervioso de los ojos del pelirrojo le dijo que atrás suyo ya se aprestaban para atacarlo. No tenía alternativa. “Tendrás que servir.” Murmuró tomando el collar y deslizándolo por encima de la cabeza en un movimiento rápido que sorprendió al pelirrojo. “Yo, Draco Malfoy, te exijo a ti, Ronald Bilius Weasley, protección de todos aquellos que buscan mi mal y mi ruina.”
 
Recitó las palabras con rapidez y claridad. El collar brilló sobre el pecho del pelirrojo antes de desaparecer de la vista de todos menos de la suya.
 
Ron no tuvo tiempo ni de parpadear cuando sintió que una fuerza mayor que él, un sentimiento sobre protector lo envolvía. Levantó la varita en dirección a Draco y el rubio abrió los ojos cuan grandes eran pensando que el hechizo había fallado.
 
¡Protego!” Un escudo se formó a espaldas del rubio. Un escudo tan poderoso como jamás había visto alguno y los hechizos de los aurores que ya habían levantado sus varitas rebotaron como si nada. Draco se giró sobresaltado y al ver el escudo casi lloró de alivio. Los aurores se veían confundidos, especialmente Potter y cuando volvió a girar supo la razón. Weasley les apuntaba con la varita de forma amenazadora.
 
“¡No sé qué demonios me hiciste, Malfoy, pero no te saldrás con la tuya!” Rugió el pelirrojo sin embargo su varita no bajó de su posición defensiva. El pelirrojo se le acercó amenazante y lo tomó con brusquedad de las ropas para colocarlo a sus espaldas y poder protegerlo mejor. Draco se sujetó instintivamente de sus ropas y echó una mirada por el lado de su hombro para poder ver cómo iban las cosas.
 
“Eres mi protector, Weasley. Lo quieras o no. Así que será mejor que me saques de aquí en cuanto puedas porque podrías atacar a tus queridos compañeros si deciden que no eres lo suficientemente valioso como para salvar tu vida.” Uno de los aurores volvió a lanzarles otro hechizo y Ron se vio a sí mismo desviándolo y atacando al auror de vuelta.
 
“¡Ron! ¿Qué haces?” Exclamó su amigo con una expresión incrédula.
 
“¡Harry, no puedo detenerme! ¡Malfoy me ha puesto una maldición y no puedo controlar mi varita! ¡Deben detenerlo!” Gritó de vuelta pero sin cambiar la postura.
 
“¡Pero, Ron!”
 
“¡Nada de peros!” Otro auror, alentado por las palabras intentó nuevamente atacarlos y nuevamente Ron desvió el hechizo con una agilidad que le sorprendió incluso a él. “¡Harry, hazlo!”
 
“¡No puedo, Ron!” Gimió de vuelta el moreno con desesperación.
 
“¡Weasley, déjate de estupideces y sácame de aquí! ¡Ahora!” Como si aquello fuera una orden el pelirrojo se giró y tomándolo con fuerza de las ropas nuevamente desapareció del lugar rompiendo los hechizos anti aparición que habían puesto en la zona y dejando al grupo de aurores con un palmo de narices.
 
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Gracias por leer.