Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Huevos Revueltos ❯ Capítulo 2 ( Chapter 2 )
[ X - Adult: No readers under 18. Contains Graphic Adult Themes/Extreme violence. ]
*******
Capítulo 2
*******
Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
*******
“¿Dónde estamos?” Preguntó el rubio confundido cuando se aparecieron nuevamente. El pelirrojo se separó bruscamente de su lado, empujándolo en el proceso.
“¿Qué demonios me hiciste, Malfoy?” Rugió mientras le apuntaba con la varita pero tan pronto lo hizo tuvo que sujetarse el brazo. “Demonios.” La varita cayó al suelo y Draco sonrió levemente cobrando algo de valor.
“Eres mi guardián personal, Weasley. Aunque debo admitir que me sorprendiste allá afuera. No esperaba una demostración de tal magnitud.” Exclamó abriendo sus enormes ojos grises con apreciación.
“Vete al diablo, Malfoy. Nunca seré tu guardián.” Gruñó el auror acercándose al rubio con pasos amenazadores. Draco retrocedió de inmediato, Ron Weasley había alcanzado una altura bastante impresionante en su opinión.
“Ya lo eres, así que será mejor que te acostumbres. No puedes hacerme daño ni puedes permitir que me hagan daño. No hasta que yo te libere.” El tono en su voz rayaba en la burla infantil y Ron comenzó a enrojecer de la furia.
“Puras patrañas.” El auror lo tomó de las ropas y lo levantó del suelo echando atrás el puño, dispuesto a estampárselo sin piedad pero por más que lo intentó el brazo no le obedeció.
Draco se permitió sonreír levemente al ver la frustración del hombre pero se arrepintió cuando el pelirrojo lo soltó y fue a dar al suelo con su humanidad, sorprendiéndose. Pensaba que el collar impediría que su guardián intentara siquiera maltratarlo pero al parecer el asunto no iba de esa forma.
No hizo ningún comentario al respecto, no pensaba decírselo. Se levantó con lentitud observando al furibundo pelirrojo. “¿Qué piensas hacer?” Preguntó al verlo recoger su varita y dar varias vueltas por el lugar. Estaban en un apartamento aunque no sabía si muggle o qué, no parecía la típica casa de un mago.
Weasley parecía más inquieto que cuando habían llegado y a punto de cometer una tontería. Lo señaló amenazadoramente pero parecía estarse conteniendo. “¡No te muevas de aquí!” Le gritó con la cara roja antes de desaparecer y Draco se preguntó si le convendría hacer lo que le había dicho. Pero estaba seguro que el collar le impediría delatarlo por lo que suspiró aliviado.
Con algo más de confianza decidió echarle un vistazo al lugar y ver de una vez si había algo de comer en todo aquel espacio porque estaba tan hambriento que un hipogrifo no le serviría ni para empezar.
*******
Ron maldijo al aparecer nuevamente en su apartamento. Por más que había intentado no había podido ni siquiera insinuar que Draco Malfoy estaba allí en su apartamento, listo para ser capturado. Había estado bajo fuerte interrogatorio hasta entrada la noche cuando finalmente, sus compañeros, cansados y agotados lo habían dejado ir. Harry estuvo a punto de hacerle compañía pero para su propia sorpresa logró disuadirlo perfectamente por lo que ahora se hallaba regresando solo a su apartamento.
Muy en el fondo esperaba que el maldito hurón hubiera desaparecido tan pronto dio la espalda para ir al Ministerio pero tenía el presentimiento de que no lo había hecho tan sólo por fastidiarlo.
Sus sospechas fueron confirmadas cuando al entrar a su propia habitación encontró al rubio tirado en el mismo medio de la cama, con un pijama suyo puesta y tan cómodo como el ancho de la cama le permitía. Levantó su varita en dirección al rubio y de inmediato sintió el dolor en su brazo por lo que soltó el instrumento y maldijo quedamente. Sacando de su mente todo intento de maldecir al rubio logró tomar nuevamente la varita y se metió al baño donde se despojó de toda la ropa para abrir el grifo de agua caliente.
Se restregó con fuerza, con enojo, mientras maldecía a toda la genealogía de Malfoy que conocía, básicamente a Lucius y al propio Draco. Cuando terminó y salió envuelto en una toalla miró furioso hacia la cama donde el rubio todavía estaba completamente inconsciente de lo que sucedía a su alrededor. Tomó un pijama del ropero y salió del cuarto tentado a tirar la puerta con todas sus fuerzas. Pero el prospecto de tener que lidiar a esas horas nuevamente con el hurón era más de lo que podía soportar en un solo día y cerró la puerta con cuidado transformando uno de los muebles de la sala en una pequeña cama y los cojines en almohadas y colchas. En la mañana intentaría nuevamente de alguna forma dar la alarma para que pudieran capturar al rubio.
*******
Ron despertó muy temprano en la mañana y se sobresaltó al encontrarse en la sala de su propio apartamento. ¿Qué demonios hacía allí cuando tenía una cama en perfecto estado en su propia habitación? Se levantó amorriñado, estirando los brazos y las piernas en el proceso y dando un enorme bostezo antes de restregarse los ojos con fuerza. ¿Qué día era hoy?
Se dirigió a la cocina y buscó en el gabinete sobre el fregadero algo para desayunar. Harry le había enseñado cómo usar algunos alimentos muggle ya preparados. Hojuelas de maíz azucaradas y un poco de leche. Eso sería suficiente para comenzar. Se sirvió un tazón lleno hasta arriba, vertió la leche y se llevó el plato a la mesa. Las mañanas eran lo más difícil de toda su rutina. Pero después de un baño estaba seguro que despertaría correctamente.
Cuando se hubo acabado el cereal lavó el plato y guardó todo antes de ir a su cuarto. Se metió al baño y se duchó tranquilamente y no fue hasta que volvió a salir que notó que su cama estaba desarreglada como si hubiera dormido en ella. “¿Qué rayos?” Murmuró acercándose para doblar las sábanas y tender la cama correctamente.
Se acercó y tiró de las sábanas que no cedieron y parecieron moverse. Abrió los ojos asombrado y buscó en sus pijamas sólo para darse cuenta que no recordaba dónde había dejado su varita. ¿Y si se le había metido un boggart al apartamento? Corrió a buscar su varita y cuando regresó la apuntó al bulto bajo las sábanas. Apenas lo hizo sintió un fuerte dolor en el brazo y dejó caer el instrumento. Pero no dejó escapar ni un sólo quejido con tal de no poner sobre aviso a lo que fuera que estaba bajo las sábanas.
Apretó la mandíbula y entrecerró los ojos, enojado. Lo que fuera que estaba ahí comenzaba a ponerlo de mal humor. Tomó nuevamente una esquina de las sábanas y comenzó a tirar de ellas con cuidado. El bulto gruñó levemente, se retorció, tiró de las sábanas pero finalmente las dejó ir.
“¡Malfoy!” El aludido despertó tan sobresaltado que antes de abrir los ojos quedó sentado y apuntando con su varita en varias direcciones. “¿Qué demonios haces en mi cama?”
Draco parpadeó, fijó la vista en el iracundo pelirrojo y bostezó. “Ahh, eres tú.” Bajó la varita y se dejó caer nuevamente en la cama.
“¿Cómo que soy yo? ¿Qué carajos haces aquí, cómo entraste?”
“Tú memoria empeora con el tiempo, Weasley. Eres mi guardián y ahora, por favor, si no vas a traerme el desayuno entonces al menos deja de gritar para que pueda seguir durmiendo. Estoy muerto.” Bajo la mirada sorprendida y muda del pelirrojo se volvió a acurrucar bajo las sábanas. Ron intentó varias veces decir algo, cualquier cosa, pero la sorpresa y la impresión lo tenían sin palabras hasta que cayó en cuenta de lo que le había dicho el rubio.
“¿El desayuno? ¿Quién te has creído que soy, tu elfo? ¡Primero escupo babosas una semana completa antes de traerte el desayuno a la cama!” Gritó indignado hasta que también cayó en cuenta de lo que decía. Estaba negándose a traerle el desayuno a la cama a uno de los mortífagos más escurridizos del mundo mágico quien para colmo, estaba cómodamente acurrucado en su propia cama. Tomó las sábanas con fuerza y tiró de ellas. El rubio quedó entonces completamente desnudo sobre la cama y pegó un grito.
“¿Qué demonios crees que haces?” Exclamó intentando cubrirse con la almohada mientras Ron se ponía tan rojo como la grana. “¡Algo de privacidad!” Y se levantó levemente para arrebatarle las sábanas al pelirrojo quien las dejó ir de inmediato.
“Lo siento.” Estuvo a punto de salir de la habitación cuando dándose cuenta de lo que hacía casi rechinó los dientes. “Malfoy, te quiero fuera de mi cama. ¡De inmediato!” Gritó haciendo énfasis de quién le pertenecía el mueble. “¡De echo, te quiero fuera de mi cuarto y si posible de mi vida en este instante!”
“Weasley, ¿no sabes que es de mala educación tratar así a tus huéspedes?” Le reclamó Draco haciendo acopio de todo su valor para permanecer en la cama aún cuando todo le decía que si no salía de ella pronto el pelirrojo no tendría miramientos para tomarlo de los cabellos y sacarlo a patadas. “¡Además, eres mi guardián!”
“Qué guardián ni que ocho cuartos, Malfoy. Será mejor que te vayas vistiendo porque voy a entregarte a los aurores y si en diez minutos no estás listo... ¡te llevaré en pelotas al Ministerio!” Exclamó con veneno antes de tirar la puerta de la habitación.
Draco brincó al escuchar cómo la puerta casi se salía de sus goznes. Tan cómodo que había estado. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba siquiera de una cama barata con la tranquilidad con la que había dormido la noche anterior, siempre temiendo ser encontrado o que alguien lo fuera a vender. Nunca durmiendo en el mismo lugar dos veces. Pero la noche anterior, si bien había despertado de madrugada, desorientado y temeroso, apenas había visto que el pelirrojo estaba de regreso dormido en la sala todos sus temores se habían disipado por completo. Estaba seguro y con tan sólo saberlo el sueño le había llegado de inmediato, un sueño que hacía tiempo le debía a su cuerpo.
Se estrujó sobre las sábanas con una sonrisa. Aunque quisiera hacerlo el pelirrojo no podía venderlo ni entregarlo a los aurores. “¡Malfoy! ¡Te dije que te vistieras!” El grito lo hizo levantar nuevamente.
“Weasley, realmente tienes un problema de actitud.” Exclamó con una mano en el pecho pero sin levantarse.
“El problema que tengo no es de actitud, mi problema tiene nombre y apellido. Se llama Draco Malfoy. Y me estoy cansando de dicho problema.” Esta vez el pelirrojo le apuntaba con la varita y Draco se fijó en ella, parpadeó y supo que estaba en problemas.
“¿Por qué me estás apuntando con la varita, Weasley?” Preguntó nervioso. Lo miró de arriba a abajo, todavía tenía el collar puesto. ¿Había dejado de funcionar tan pronto? “No puedes dañarme.” Le dijo ya no tan seguro.
“Ahh, pero es que no te voy a dañar. No mucho de todas formas.” Un chorro de agua fría salió de la punta de la varita y Draco apenas tuvo tiempo para gritar.
*******
Gracias por leer.