Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Indomable ❯ Capítulo 1 ( Chapter 1 )

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Capítulo 1
 
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
 
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La noche ya había convertido la hermosa sabana en vasta oscuridad cuando Bill salió a tomar algo de aire. El sereno, mejor dicho, porque ya enfriaba la noche. El cielo estaba despejado y había una luna creciente muy hermosa ocultando a la mayoría de las estrellas.
 
A esas horas de la noche, parecía que nada más importara en el mundo tan sólo aquella luz incierta que lo cubría todo con uniformidad dándole un aspecto encantado a la oscura tierra. El olor de la sabana, una mezcla de árboles florecidos, se colaba en la brisa que le llegaba. De vez en cuando le llegaba el perfume de las orquídeas de su madre y el olor del ylang-ylang florecido que alguna vez había plantado su padre cerca de la casa.
 
Pero la noche no traía claridad a sus pensamientos. Un moreno de ojos verdes la ocupaba la mayor parte del tiempo. El hijo del antiguo dueño de la Doble G. El mismo al que alguna vez había tomado sobre sus hombros para jugar a los caballos cuando aún era demasiado niño para montar, Harry James Potter.
 
El problema era… que Harry ya no era un niño y Bill se sentía culpable por pensar en él de otra forma. No que estuviera enamorado. Si lo hubiera estado habría sido su perdición, pero no podía dejar de pensar en el cuerpo joven que ya comenzaba a dar sus primeros signos de hombría. Donde antes había un cuerpo estirado y estrecho, ahora comenzaban a ensancharse los hombros y a fortalecerse las piernas. Y el trasero… Bill prefería no llegar a ese punto, simplemente el trasero del moreno le había provocado más de una mañana húmeda.
 
“¿Qué haces aquí tan tarde?” Preguntó Harry al ver a Bill recostado de la cerca exterior del establo. El pelirrojo se tensó al ver aparecer de la nada al mismo que le estaba quitando el sueño en esos momentos.
 
“Harry.” Respondió a modo de saludo. “¿Qué haces aquí afuera?”
 
“Sentía que me faltaba uno de mis favoritos.” Comentó Harry con cierta desfachatez que hizo poner en alerta al pelirrojo.
 
“¿Uno de tus favoritos? Lo dices como si estuvieras coleccionando.” Musitó Bill con algo de sarcasmo ante la indolencia del moreno.
 
“Tal vez…” El pelirrojo sonrió de aquella forma condescendiente que si bien Harry alguna vez había adorado, ahora odiaba con pasión porque le decía que Bill aún lo veía como a un niño y no como el hombre que era.
 
“Es tarde, ve a dormir.” Le dijo volviendo a su posición sobre la cerca.
 
“¿Y si no quiero?” Le dijo con lentitud y un tono que Bill jamás le había escuchado antes haciéndole voltear a ver a Harry con más atención.
 
“No es como si te lo estuviera sugiriendo.” Comentó Bill.
 
“Lo sé.”
 
“¿Qué es lo que te pasa, Harry? No estoy para juegos, ve a dormir. No me hagas decírtelo otra vez.”
 
“¿Si no qué?”
 
Bill terminó por enderezarse de nuevo, entre sorprendido y molesto, intentando descifrar qué sucedía con el joven que tenía de frente y que siempre le había obedecido en todo. Se acercó y el moreno retrocedió unos pasos en actitud traviesa. “Harry.” Le dijo a modo de advertencia en un tono que no admitía reparos.
 
“No, no más Harry. Estoy cansado de que me veas con esos ojos.” Le dijo plantándose finalmente para encarar al pelirrojo. “Esta es la última vez que me llamas de esa forma.” Bill reconoció el reto de inmediato pero aún así se le hacía difícil aceptarlo. Aquel era Harry, el pequeño que había visto crecer, riendo, corriendo, haciendo travesuras por toda la finca. Sí, era el dueño, pero aún no era un hombre, al menos no en lo que a él concernía. Se puso frente al joven, esperando. Si Harry no estaba bromeando entonces aquel era un asunto que ameritaba toda su atención y seriedad.
 
Harry no podía escoger a otro para hacerse hombre. Bill era quien estaba al mando, por ende, era a él a quien tenía que retar. Además, Harry era el legítimo dueño de todo, si quería el respeto de los peones, él era el indicado para otorgárselo o entregárselo, según fuera el caso. Lo único que lamentó fue que tuviera que escoger aquella noche en que se sentía tan melancólico.
 
“¿Y qué piensas hacer al respecto… Harry?” Le preguntó, provocándole a la acción. Se sorprendió cuando Harry se le abalanzó encima, golpeándolo en el pecho con los hombros y empujándolo contra la verja de madera. Maldijo por no poder detenerlo a tiempo pero logró empujarlo lo suficiente para ganar terreno y salirse de la encerrona de la cerca.
 
El moreno no perdió tiempo, volvió al ataque, esta vez lanzando una izquierda baja que lo dejó sin aire pero tuvo suficiente claridad para cubrirse del próximo golpe que rebotó en su brazo con fuerza.
 
Definitivamente Harry ya no era un crío tuvo que aceptarlo al sentir la fuerza de los golpes y lo vicioso de los mismos. Pero a Harry le faltaba la experiencia que a él le sobraba. Hermano mayor de seis varones, era lógico que tuviera mucho más conocimiento.
 
Lo volvió a pensar cuando esquivó con destreza el derechazo que iba dirigido a su rostro de forma algo insegura, permitiéndole asestar un golpe al estómago desprotegido de Harry. No aprovechó la oportunidad de asestar otro golpe sino que le permitió recuperar el aliento mientras él mismo ponía en orden sus ideas. Harry por su parte se sujetaba el estómago y lo miraba de forma calculadora.
 
“Si eso es lo mejor que tienes creo que es mejor que te vayas a dormir” Le dijo Bill jadeando un poco por el esfuerzo realizado en cuestión de minutos. Grave error de su parte ya que la determinación en los ojos verdes volvió en todo su apogeo. El cuerpo del moreno pareció cobrar toda la agilidad inicial de forma instantánea, como si no hubieran intercambiado ya un par de golpes. Metió su mano por el hueco del brazo de Bill y se lo torció hacia atrás en segundos, aplicándole una llave con una facilidad increíble.
 
“Apenas comienzo.” Fue la respuesta de Harry mientras ejercía presión en sus brazos. Bill no soltó sonido alguno pero cuando el moreno lo llevó de aquella forma a la entrada de los establos se sospechó algo.
 
Era cierto que Bill era mayor, pero ahora que lo había visto en acción, Harry parecía crecerse, dominando el espacio como si le perteneciera ya. Cómo era que no lo había notado… no lo entendía, pero Harry ya era más alto, más fuerte, más ancho. El moreno lo empujó al interior de los establos, en el pasillo y comenzó nuevamente su ofensiva. Ese fue el instante que Bill escogió para admirar al moreno y su tenacidad.
 
Pero mientras admiraba la fuerza de Harry, se dijo a sí mismo que era imposible que tuviera su misma agilidad. Bill no era el capataz de la hacienda por simplemente ser el mayor. Sus hermanos eran de temer pero él podía con ellos por su agilidad y experiencia.
 
Por mucha fuerza que tuviera Harry, Bill no había llegado al puesto que tenía por nada y si bien era cierto que el otro le ganaba en cuanto a constitución física el aún tenía mucha agilidad y una vasta experiencia en encuentros cuerpo a cuerpo de ese tipo por lo que una simple llave no iba a acabar con él tan fácilmente “No me hagas ser tan brusco contigo, Bill. Ríndete” le llegó la voz del moreno con cierto regocijo en el tono lo que hizo que sacará fuerzas de donde no las había y soltando el brazo izquierdo del agarre del sorprendido moreno le propino un codazo contundente en el pecho logrando que lo soltara por completo.
 
“Si piensas vencerme tendrás que ser más brusco que esto.” Dijo Bill retándolo con la mirada consiguiendo su objetivo al ver cómo el chico se abalanzaba hacía él lanzando golpes fieros que se dedicaba a esquivar buscando el cansancio del moreno de ojos verdes.
 
Qué equivocado estaba Bill al pensar que de esa forma conseguiría mermar la férrea determinación y el ímpetu del moreno. Mientras Harry estaba consciente de que Bill buscaba cansarlo más que vencerlo, él pensaba en la forma de atinarle el golpe que lo dejaría a su merced. Tuvo su oportunidad cuando finalmente pudo anticipar el movimiento del pelirrojo.
 
Bill tenía puesta su atención en los movimientos de sus brazos. Cada vez que Harry movía el brazo para tirar un golpe, Bill lo esquivaba hacia el lado contrario, impulsando su cuerpo. Minimizó el siguiente movimiento, no movió su brazo demasiado, al menos no el que usaría, sino el contrario y esperó el predecible movimiento.
 
Apenas Bill le esquivó hacia el lado contrario, lanzó el repentino golpe, consiguiendo colarse en su defensa y sorprendiéndole en la boca del estómago. Cuando el pelirrojo intentó cubrirse el vientre Harry le atinó en las costillas varias veces y finalmente, dada su postura para cubrirse, le atinó cerca del oído. Fue ese golpe el que lo tiró al suelo. Rodó un poco, intentando pasar el dolor pero Harry no se lo permitió sino que puso su bota en su pecho, aprisionándolo contra el suelo del establo en un acto que lo declaraba como vencedor.
 
Bill lo observó desde el suelo, jadeando, con ojos azules distantes. “¿Y ahora qué, Harry?” El nombre, dicho por primera vez con un aire de respeto en la voz de Bill hizo que el corazón del moreno se acelerara sin saber por qué.
 
“No te entiendo.”
 
“¿Qué era lo que querías con esta pelea?” Insistió Bill.
 
“Yo… quiero que dejes de verme como a un crío. Sólo eso.”
 
“¿Sólo querías mi respeto? Lo tenías. Esta pelea significa más que mi respeto, Harry. Si no quieres que te vea como a un crío, entonces tienes que demostrarme que eres un hombre. Eso no es simplemente mostrarme que puedes ser más fuerte que yo. Si no tienes idea siquiera de lo que quieres después de ganarme la pelea entonces tu esfuerzo no ha valido de nada.” Comentó Bill sobándose el pecho de uno de los viciosos puños del joven.
 
Harry se quedó pensativo un buen rato. Bill tenía razón, pero no estaba muy seguro de cómo proceder. Había querido mostrarle a Bill, pero ahora que lo había vencido se daba cuenta que lo que acababa de hacer implicaba muchas otras cosas que no había tomado en consideración. “¿Qué harías si estuvieras en mi lugar?” Preguntó finalmente.
 
Bill sacudió la cabeza en desaprobación. “No estoy en tu lugar, Harry. Debes tomar tus propias decisiones si quieres dejar de ser un crío con fuerza.” Apenas las palabras estuvieron fuera de la boca de Bill cuando Harry se le abalanzó encima, tumbándolo al suelo cuan largo era y atrapándolo bajo su cuerpo con efectividad.
 
“Te dije que no soy un crío.” Gruñó con un coraje que Bill nunca le había visto mostrar. Su rostro se suavizó repentinamente y sonrió en su mente. Harry lo respetaba a él más que a nadie. Si cualquiera de los peones le hubiera dicho que era un crío, no se habría molestado. Dio un suspiro mental, preparándose para lo que podría suceder y selló su sentencia en un susurro.
 
“Entonces… demuéstramelo… Harry.”
 
Harry gruñó antes de sujetar sus muñecas con una mano y abrirle la camisa de un tirón con la otra. Bill no pudo evitar el grito cuando Harry le mordió justo en la tetilla derecha. El moreno se enderezó repentinamente para atrapar la boca de Bill y cortar el grito, luchando a la vez por introducir una rodilla entre las piernas del pelirrojo.
 
En su enojo, no pudo darse cuenta de lo fácil que le era dominar a Bill. Sólo estaba consciente de la lucha por mantenerse pegado a sus labios. Luego de un rato el pelirrojo le dio entrada en su boca por completo y eso pareció calmarlo. Para cuando recobró sus sentidos y perdió el enojo, Bill gemía levemente bajo su cuerpo. De pronto deseó que Bill no estuviera simplemente gimiendo. Quería escucharlo gritar de nuevo. Y quería que Bill gritara su nombre una y otra vez.
 
El miembro semi endurecido de Bill se sentía bajo su muslo, el mismo muslo que había logrado forzar entre sus piernas, tan cálido que parecía arder. Sus manos fueron de inmediato a la correa, deshaciéndola al igual que el botón del pantalón. Hundió sus dedos tras la banda elástica de la ropa interior y con repentino cuidado la bajó, estirándola para no lastimar al pelirrojo. La dejó descansar justo bajo el miembro que ahora cobraba vida ante sus ojos. Acarició el vientre desnudo hacia arriba antes de volverlo a cubrir con su cuerpo. “¿Es así como puedo demostrarte que ya no soy un crío?” Susurró al oído de Bill mientras se movía lentamente.
 
Bill salió de su trance con la pregunta y sus ojos volvieron a la realidad de ver encima suyo a Harry. Tragó por reflejo, humedeciendo sus labios maltratados. Por unos segundos se mantuvo así, sin hablar. Decidiendo lo que tenía que hacer empujó a Harry lejos de su cuerpo, haciendo apenas espacio para poder voltearse. Harry soltó sus manos y quitó su pierna para permitírselo. Cuando estuvo boca abajo el pelirrojo acomodó su cabeza en los brazos y extendió las piernas un poco.
 
Dio gracias de que Harry entendiera sin palabras porque no se sentía con voz suficiente como para explicárselo. No tardó mucho en sentir el sexo del moreno empujando contra su entrada antes de que irrumpiera en su interior. Gritó. Jamás había permitido a nadie que lo poseyera y no tenía idea de cómo podría hacerlo Harry, sólo había seguido una corazonada pero ahora se preguntaba si habría sido lo más sabio. Cuando el moreno lo hubo penetrado completamente y se detuvo, dejó escapar un tembloroso suspiro de alivio. No se había equivocado entonces al sentir que Harry tenía algo de experiencia.
Un beso en su cuello lo distrajo de su dolor.
 
“¿Bill, me enseñarás?” Le preguntó el moreno en el oído mientras hacía un esfuerzo por no moverse. “Ahora que soy un hombre… ¿me enseñarás lo que necesito saber?” Bill sonrió a pesar de todo. Aquella era la petición más acertada y eso era lo que había estado esperando, eso le bastaba para saber que su sacrificio no era en vano.
 
“Sí.” Respondió intentando voltearse un poco para verlo. “Te enseñaré lo que necesitas saber… y lo que no.” Harry lo besó a modo de respuesta para luego acariciarle con suavidad la espalda y la cintura, masajeándole y elevándose levemente para quitar el peso de su cuerpo. Las piernas de Harry empujaron las suyas dejándole expuesto.
 
“No puedo esperar para comenzar.” Susurró en más de un sentido y su cuerpo empezó a moverse con fuerza y ritmo para poseer a aquel que en su día había admirado y ahora sentía adorar con pasión. Apenas sentir que se movía, Bill apretó la mandíbula. Harry no se había equivocado al decirle que ya no era un crío.
 
Era una sensación cálida y nueva para él y aún no podía decir que fuera lo mejor del mundo. Era más aguantar que otra cosa. Aguantar la invasión y aguantar los deseos de cerrar las piernas y volver a luchar cada vez que el moreno le embestía. Si aquello era todo lo que iba a sacarle a la experiencia era mejor no repetirla.
 
Fue entonces que sintió a Harry en su cuello, mordiéndole la piel y haciéndole estremecer. El calor se regó como fuego en su cuerpo y suspiró ruidosamente. Ladeó la cabeza para permitirle continuar y era como si Harry quisiera devorarlo por completo. Las manos del moreno subieron a su espalda, sometiéndole, acariciándolo, demandando su completa rendición y poco a poco, sin saberlo, la tensión se fue evaporando.
 
Se encontró tomando profundos suspiros cuando la carne que le penetraba se deslizó con menos presión gracias a la excitación del moreno. Deslizó una de sus manos a la entrepierna mientras se levantaba un poco en sus rodillas para hacer espacio. El moreno aprovechó la oportunidad para ajustar su postura y un leve estremecimiento lo recorrió, como una sensación que despertaba, nueva y deliciosa. Gimió con suavidad y Harry gruñó satisfecho, sonriendo de lado sin que Bill pudiera verlo.
 
Aquella nueva sensación comenzó a sustituir la incomodidad y lo extraño del contacto haciéndole elevar más las caderas y empujando levemente hasta quedar en una posición que le provocaba mayor placer. “Harry.” Gimió sorprendido mientras el moreno se aferraba a sus caderas, con la piel húmeda y caliente.
 
“Dilo otra vez.” Y Bill lo complació, susurrando su nombre al principio hasta arquearse repentinamente y gritarlo. Harry no se detuvo sino que aprovechó la súbita estreches para echar la cabeza hacia atrás con un grito extasiado. Se mantuvo rígido hasta que terminó de correrse para luego dejarse caer con lentitud sobre la espalda del pelirrojo. Tardaron en recuperar el aliento, exhaustos tras obtener su placer. Finalmente Harry se deslizó a un lado con cuidado y le obligó a voltearse boca arriba, dándole un beso sin prisas mientras jugaba con su lengua. Correspondió, envuelto en la deliciosa neblina de lo que acababa de suceder.
 
No fue hasta varios minutos más tardes, ya vestidos y en pie que Harry buscó su mirada. “Ve a dormir, Bill. Mañana tenemos que madrugar.” Esta vez Bill no protestó, sólo sonrió con algo de complicidad. Mañana en la mañana, los peones estarían bastante confundidos… pero ya tendrían que acostumbrarse. Harry era el dueño de la Doble G y acababa de reclamar su lugar.
 
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Draco empujó al silencioso moreno contra la pared del pasillo. “Blaise.” El moreno tan sólo le permitió un beso antes de volver a empujarlo y buscar las llaves en el bolsillo del rubio con una expresión algo vacía. “Te voy a coger tan fuerte que vas a gritar como el puto que eres.” Gruñó cuando Blaise abrió la puerta y entró al apartamento. Apenas le dio tiempo para tirarla de regreso y que se cerrara.
 
El rubio se dedicó a empujarlo en dirección a la alcoba, tirando de sus ropas con abandono. Apenas tenerlo desnudo lo empujó a la cama. Blaise se volteó y se puso sobre sus manos y sus rodillas, esperando con una expresión lejana lo que habría de venir. No tardó mucho en sentir a su jefe agarrarle las caderas y meterse de un empellón a su interior. Se estremeció y gimió, entre dolor y placer para luego bajar la cabeza a la cama.
 
Draco comenzó entonces un ritmo rápido y casi superficial que lo llevó demasiado pronto al orgasmo mientras el moreno gemía con abandono a pesar de todo. Apenas terminar el rubio se salió de su interior y se tiró sobre las almohadas. “Cómo es que terminaste como mi guardaespaldas sigue siendo un misterio para mí. Te pasas más tiempo dándome el trasero que vigilando mi espalda.” Le dijo Draco con una risilla borracha.
 
Blaise estaba cansado. Draco lo había hecho acompañarle a la discoteca. Luego le había hecho bailar, se lo había llevado al baño donde le había obligado a hacerle un fellatio para luego meterlo a uno de los excusados y cogérselo. Luego lo había obligado a regresar a la pista de baile donde entre el rubio y un desconocido le habían dejado en claro a todos los presentes que Blaise era fácil, que ya el rubio se lo había hecho y que no importaba si un desconocido prácticamente se lo cogía en plena pista.
 
El pequeño golpe en su pecho lo hizo volver su atención al rubio. Un rollo de billetes, envuelto en una liguilla, del a misma forma en que se lo entregaría a una prostituta había caído en su pecho. “Ve a dormir. Mañana tengo trabajo temprano en la mañana.” Le dijo el rubio y no se hizo esperar. Se levantó de la cama y recogió su ropa sin dejar el rollo de billetes, llegando desnudo a la sala donde se vistió, se arregló los cabellos y se aseguró que no hubiera ninguna mancha más extraña de lo normal en sus ropas.
 
Salió dejando la puerta del apartamento cerrada con su propia llave y bajó en el ascensor en completo silencio, sin importarle si la gente que lo acompañaba podía o no notar el olor a sexo y sudor en su cuerpo. Los inquilinos del hotel ya estaban acostumbrados a sus apariciones. Más que nada, estaban acostumbrados a los amantes de Draco Malfoy.
 
Al llegar al estacionamiento se dirigió a su mercedes negro que lo esperaba con toda la tranquilidad de siempre, como noche tras noche.
 
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Gracias por leer.