Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Severus Snape y el Renacer de los Hollows ❯ Regalo de Cumpleaños ( Chapter 6 )

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Aclaración: Harry Potter y todo su universo le pertenece a J.K. Rowling, al autora original del libro. Sólo mis personajes originales son de mi propiedad, pero eso a nadie le interesa ;) Este es un trabajo de fans para fans...
 
 
Capítulo 6 - Regalo de Cumpleaños
 
 
Las clases se reanudaron rápidamente después de las celebraciones de Año Nuevo, y todos los alumnos regresaron a su rutina habitual en Hogwarts el primer Lunes de Enero, retomando sus estudios y preparándose para las próximas evaluaciones del trimestre. Las ayudantías en Pociones para los alumnos de segundo año continuaron con completa normalidad el día Jueves, pero Severus no pudo ridiculizar a ningún Gryffindor en esa ocasión, debido a que el profesor Slughorn decidió permanecer ese día en la sala de clases, para entregar personalmente las instrucciones de su próximo trabajo práctico.
 
 
“Muy bien, jóvenes” - dijo el profesor con una amplia y entusiasta sonrisa - “Espero que hayan tenido unas excelentes fiestas y hayan aprovechado de descansar y reponer energías para seguir con las clases... Porque supongo que no todo habrá sido celebración, ¿verdad?”
 
 
Slughorn guiñó un ojo con complicidad y todos los alumnos rieron; evidentemente, lo último que habían hecho durante las fiestas era descansar y pensar en regresar a Hogwarts.
 
 
“¡Pero es hora de seguir aprendiendo y adentrándonos en esta hermosa disciplina que es la preparación de Pociones!” - continuó Slughorn, subiendo el volumen de su voz mientras caminaba hacia el amplio pizarrón al final del salón, consiguiendo la atención de los chicos de segundo año. “Y para eso, hoy comenzaremos a ver algunas de las bases teóricas más elementales para la elaboración de pociones avanzadas, bases que los acompañarán a lo largo de sus vidas, así que pongan mucha atención...”
 
 
Slughorn se pasó la primera mitad de la clase explicando las Tres Teorías Fundamentales de Magia Natural de Agrippa, mientras Severus recorría los estantes en la parte de atrás del salón recolectando los ingredientes necesarios para la realización del ejercicio práctico. Cada cierto rato, el joven Slytherin ponía atención a las palabras de Slughorn mientras hacía clases.
 
 
“...Entender, entonces, que todos los elementos no metales de la naturaleza, tienen una conexión mágica fundamental que puede expresarse mediante el siguiente enunciado...” - Slughorn apuntó con su varita hacia el pizarrón y una frase escrita con letras doradas apareció en su superficie, mientras los alumnos anotaban a toda prisa con sus plumas en sus cuadernos. “El enunciado: el enlace mágico entre elementos no metales presentes en la naturaleza...”
 
 
...Es covalente en forma directamente proporcional a su potencial mágico, el cual se calcula usando la tercera columna de la tabla sub-lunar...” - repitió Severus en sus pensamientos, mientras separaba raíces de asfódelo en pequeños montones. El joven Slytherin conocía las leyes fundamentales para la elaboración de pociones de memoria, hasta podía citar las referencias bibliográficas para cada una de ellas con completa exactitud, y sonrió al comprobar que el profesor usaba exactamente las mismas palabras para explicar la materia a sus alumnos. Por un momento, a Severus le pareció que quizás no sería tan difícil para él llegar a enseñar Pociones en Hogwarts con sus conocimientos, pero mientras observaba a los alumnos realizar intentos desesperados para demostrar de forma práctica la primera de las teorías de Agrippa, y tras tener que hacer desaparecer por lo menos cinco pociones antes de que explotaran sus respectivos calderos, el joven Slytherin terminó mucho más convencido que lo suyo, definitivamente, no era la docencia.
 
 
Una vez terminada la clase, los alumnos tuvieron que esperar a que Slughorn les diera como trabajo escribir treinta centímetros de pergamino sobre los usos prácticos de las dos teorías restantes, antes de poder retirarse, exhaustos, a sus respectivas salas comunes. Justo en el momento en que Eve lograba encontrar un sillón vacío en la poblada sala de Gryffindor, y se preparaba para leer tranquilamente un ejemplar de El Profeta que había encontrado tirado en la alfombra, divisó a su amiga Daisy Hookum, que se acercaba a ella con paso decidido, seguida por la mayoría de sus compañeros de curso.
 
 
“Eve, eres nuestra única esperanza” - le dijo la niña, con un tono de voz muy serio y grave. Daisy era una chica más bien regordeta, de cabello rizado de un color rojizo y una personalidad un tanto brusca, pero divertida. “Necesitamos que nos hagas un favor...”
 
 
“Qué... ¿Qué pasa?” - preguntó Eve, con recelo. En los dos años que conocía a Daisy, sabía que ese tono de voz no indicaba nada bueno.
 
 
“Tenemos un serio problema con la tarea de Slughorn” - dijo su amiga. “Los alumnos de tercero también están viendo las teorías de Aripa (o cómo se llame), y estamos sin libros sobre el tema hasta el próximo Viernes...”
 
 
Apenas Daisy terminó de hablar, el resto de sus compañeros comenzaron a reclamar por la falta de organización del curso, los problemas que tendrían por no poder acceder a la bibliografía necesaria, la poca voluntad por parte de los alumnos de tercer año y un sinfín de otras circunstancias que Eve no alcanzó a entender muy bien porque todos hablaban al mismo tiempo.
 
 
“¿Y qué quieren que haga?” - preguntó Eve. “No tengo el libro, si es eso lo que les interesa...”
 
 
“¿Pueden callarse un rato?” - Daisy le lanzó una mirada tan furiosa a sus ruidosos compañeros de curso, que se quedaron en silencio de inmediato. “No queremos el libro, boba... el problema es...”
 
 
La chica Gryffindor guardó silencio por un instante, al parecer insegura de la conveniencia de las palabras que estaba a punto de decir. Eve miró a su amiga con un poco de impaciencia.
 
 
“¿Bien?”
 
 
“El problema es, el profesor Slughorn acaba de salir hacia el Ministerio a entregar sus informes, y no regresa hasta el Miércoles en la tarde...”
 
 
Eve palideció levemente.
 
 
“Realmente estamos en problemas...” - dijo casi en un susurro. “No hay forma que podamos tener lista esa tarea antes del Jueves...” - De pronto, la imagen de Severus se le vino a la cabeza y comprendió la real gravedad del asunto; el ayudante Slytherin jamás perdería la oportunidad de descontarle puntos a Gryffindor por no presentarse con la tarea hecha, y era seguro que, con sus conocimientos, haría lo imposible por ayudar con la materia a los alumnos de su casa.
 
 
“Snape conseguirá que nos descuenten por lo menos diez puntos por cabeza si no llegamos con el pergamino escrito antes del Jueves” - dijo Andrew Ketterley, uno de los compañeros de Eve.
 
 
“Alguien debe hablar con él y convencerlo que nos ayude, o nos dé más plazo con la tarea” - dijo Jane Peakes, con desesperación.
 
 
“Y ahí es donde entras tú...” - dijo finalmente Daisy, con una pequeña sonrisa.
 
 
“¿Yo? ¡¿QUÉ?!” - Eve miró a su amiga con espanto. Aunque desconocía el plan que tenía en mente, sabía que no era nada bueno para ella.
 
 
“¡Vamos, Eve” - siguió Daisy - “¡Tú eres la única que puede hablar directamente con Snape sin temblar de pies a cabeza!”
 
 
Todo el grupo de los compañeros de Eve miraron a la niña y asintieron silenciosamente con la cabeza; era evidente que le tenían pánico al ayudante de sexto año y su personalidad maliciosa.
 
 
“Pero, yo...” - balbuceó Eve. Aunque probablemente sus compañeros de curso lo ignoraban, ella sí temblaba de pies a cabeza cada vez que Severus se acercaba siquiera, aunque seguramente por motivos muy distintos a los de los chicos frente a ella. La sola idea de tener que ir a hablar con el joven Slytherin y encima pedirle un favor de ese tipo hizo que sintiera un terrible nudo en su estómago.
 
 
“¡Pero nada!” - protestó Daisy - “Te necesitamos, Eve, si tú no hablas con Snape... ¡Estamos perdidos! Y no quieres que perdamos la copa de las casas este año, ¿verdad?”
 
 
Eve intentó decir algo pero finalmente permaneció en silencio. Sus compañeros la miraban con ojos suplicantes, y de verdad le pareció que ninguno de ellos sería capaz de decirle apenas dos palabras a Snape sin salir corriendo lo más lejos que pudieran.
 
 
Se acercaba la hora del almuerzo y los pasillos de Hogwarts se encontraban atiborrados de alumnos que salían de sus respectivas clases. Mientras la mayoría se dirigía rápidamente al Gran Salón del castillo, Eve caminaba en sentido contrario y rumbo a la sala común de Slytherin, que se encontraba en dirección a las mazmorras. La chica iba con un rostro muy serio y más pálido de lo usual, acompañada de cerca por Daisy y un par de compañeros de curso que se atrevieron, por lo menos, a acompañarla en grupo hacia el territorio de sus adversarios naturales. Cuando ya llegaban a los últimos pasillos antes de la Sala Común, el grupo de alumnos Gryffindor se detuvo en seco al ver a un par de chicas Slytherin de sexto año dar la vuelta corriendo a toda velocidad en uno de los corredores y refugiarse detrás de una vieja estatua, mientras se reían a carcajadas. Casi de inmediato, otra chica Slytherin pasó caminando por el pasillo en dirección a su sala común, pero sus compañeras la tomaron de la túnica y la llevaron rápidamente a protegerse con ellas.
 
 
“¡Cuidado, Christine!” - gritó entre risas una de las chicas, de largo cabello rubio.
 
 
“¿Qué? ¿Qué pasa, Melanie?” - preguntó la muchacha, asustada.
 
 
De pronto, se escucharon unos gritos lejanos, y Melanie Wilkes y su amiga rieron a carcajadas.
 
 
“Son esos tontos...” - dijo finalmente Melanie - “Evan y Ted... intentaron hechizar a Severus en su cumpleaños...”
 
 
Casi de forma instantánea, Christine soltó una carcajada descomunal, contagiando a las otras muchachas con su risa, sin percatarse ninguna de las tres de la cara de espanto del grupo de Gryffindors que las observaban.
 
 
“¡No puedo creerlo!” - intentó decir Christine, mientras secaba sus lágrimas de risa - “¡Cómo pudieron siquiera intentarlo, están locos!”
 
 
En ese momento, un pequeño grupo de chicos pasaron corriendo a toda prisa y se refugiaron también detrás de una gárgola, mientras se escuchaban unos sonidos como explosiones provenientes de la sala común de Slytherin. Siguiendo su intuición, Eve empujó a Daisy y sus compañeros hasta que se pusieron a salvo detrás de una vieja armadura casi al final del pasillo.
 
 
“¡Corre, Ted!” - se escuchó de pronto la voz desesperada de un chico, y acto seguido apareció un muchacho con la cara llena de escamas de pez corriendo por el pasillo hasta perderse de vista, mientras que los Slytherin que presenciaban la escena estallaron en fuertes carcajadas. Poco después, otro chico pasó corriendo, esta vez con toda la piel de su cara y manos cubiertas de ampollas de aspecto asqueroso, y también se perdió de vista al final del pasillo, que retumbaba con las risas de sus compañeros. Eve intentó asomarse por detrás de la armadura para ver lo que ocurría, cuando escuchó a Melanie dirigirse a ella.
 
 
“¡Ni siquiera te asomes, sangre sucia, si no quieres terminar como ellos!”
 
 
La chica Slytherin le dirigió una mirada llena de desprecio a Eve y sus amigas soltaron una risita sumamente desagradable; de pronto, la alumna de segundo año recordó que se encontraba en terreno hostil.
 
 
“Vamos” - dijo Eve, haciéndole una seña a Daisy y sus compañeros. “Salgamos de aquí, fue muy mala idea venir...”
 
 
“¡Hey, Severus! ¿Qué tal tu regalo de cumpleaños?”
 
 
En ese instante, Eve giró su rostro y el nudo en su estómago que había desaparecido por breves instantes, volvió con más fuerza. Severus venía caminando tranquilamente por el pasillo, con su vara en su mano derecha y una sonrisa triunfal en su rostro.
 
 
Patético, Melanie, sinceramente...” - respondió el joven, evidentemente haciendo referencia al plan fallido de Evan Rosier y Ted Avery.
 
 
Los alumnos de Slytherin comenzaron a salir de sus escondites y volvían caminando a su sala común, comentando la divertida escena que acababan de presenciar; pero ninguno de ellos se acercó a Severus para felicitarlo por sus hechizos, mucho menos para saludarlo por su cumpleaños. Eve entonces aprovechó que el joven se encontraba solo, y se armó de valor para salir de su escondite detrás de la vieja armadura y hablarle.
 
 
“Ho... ¡Hola, Snape!” - balbuceó la niña, profundamente arrepentida por exponerse tan súbitamente delante de su ayudante, que se detuvo en seco y la miró con un rostro entre sorprendido y molesto.
 
 
“¿Se puede saber qué demonios haces aquí, Hollow?” - la interrumpió Severus, con voz monótona. “La sala común de Gryffindor queda en la dirección opuesta...”
 
 
“Ehm, no... la verdad es que...” - las mejillas de Eve se encendieron mientras hablaba - “Nosotros veníamos a hablar contigo...”
 
 
Severus pareció no comprender a quiénes se refería la niña, hasta que miró hacia la vieja armadura y pudo ver a los tres alumnos de segundo año que se escondían temerosamente. El joven dejó salir un suspiro.
 
 
“Mal momento para hablar” - dijo Severus, mientras comenzaba a caminar - “Ahora me voy al Gran Salón...”
 
 
“¡Por favor, necesitamos que nos ayudes!”
 
 
El joven se detuvo nuevamente y levantó una ceja mientras miraba a Eve.
 
 
“¿Qué los ayude?” - un esbozo de sarcasmo se asomó a sus labios, que se curvaban en una sonrisa. “Ah, cierto” - dijo, con sorna - “Yo soy su ayudante...”
 
 
Eve cada vez se arrepentía más de haber aceptado dar la cara por sus compañeros de curso, y le lanzó una mirada de enfado a Daisy, que sólo le envió ánimos levantando sus dos pulgares en aprobación. Eve giró sus ojos; estaba completamente sola en esto.
 
 
“Mira, es la tarea de Slughorn” - dijo la niña, finalmente. “Los alumnos de tercero también están viendo a Agrippa, y nos dejaron sin libros sobre el tema...”
 
 
“Hablen con Slughorn, entonces” - respondió Severus, y nuevamente reanudó su andar hacia el Gran Salón.
 
 
“¡Ese es el problema, el profesor Slughorn se marchó y no vuelve hasta el Miércoles!”
 
 
Severus entonces se detuvo y giró completamente para enfrentar a la niña. Una amplia y malévola sonrisa se asomaba en su rostro.
 
 
“Entonces, me temo que tendrán que apelar al compañerismo de los alumnos de tercer año... sería una lástima que Gryffindor se presente sin el trabajo la próxima semana, ¿no es así, Hollow?”
 
 
Eve entrecerró sus ojos y miró con rabia a Severus.
 
 
“¿Entonces no nos vas a ayudar? Pero apuesto que sí vas a ayudar a los Slytherin, ¿no?”
 
 
Daisy se llevó una mano a la frente y dejó salir un improperio, decepcionada. Lo que menos necesitaban en ese momento era que Eve se pusiera a discutir con el ayudante. Pero Severus no pareció particularmente alterado por el comentario de la niña y, por el contrario, mantuvo su sonrisa.
 
 
“¿Y qué harás al respecto, Hollow? Algo me dice que no te quedarás de brazos cruzados...”
 
 
La niña Gryffindor ya comenzaba a acumular su enojo para responderle a Severus, cuando una chica de largo cabello negro se acercó a paso veloz por el pasillo.
 
 
“¡Snape!”
 
 
Severus giró su cabeza y de inmediato se le borró la sonrisa de sus labios, haciendo una mueca de completo desagrado. Eve comprendió pronto la reacción del joven: la chica Slytherin que caminaba hacia ellos llevaba una insignia dorada con una elegante “H” en la solapa de su túnica.
 
 
Era la Alumna Delegada de Hogwarts.
 
 
“¡Snape, qué significa todo este escándalo!” - preguntó la joven, sumamente molesta.
 
 
“¿De qué escándalo hablas, Connor?” - dijo Severus, sonando muy inocente. “Me parece que todo está muy tranquilo por acá...”
 
 
“Sabes muy bien a qué me refiero” - lo interrumpió la chica. “¡Rosier y Avery están ahora en la enfermería con Madame Pomfrey, porque los hechizaste!”
 
 
Severus no pudo contener una breve risa.
 
 
“¿Fueron a llorar contigo?” - preguntó Severus, sin poder creer lo que escuchaba. “Cualquiera pensaría que ya estaban demasiado grandes para eso...”
 
 
“Escúchame muy bien, Snape” - dijo la chica, con un tono de voz muy severo y acercándose al joven de sexto año. “No me importa que estés aquí con la protección de tu tío, o que hayas querido divertirte en tu cumpleaños. No pondré en peligro la reputación de la casa Slytherin por tus jugarretas, ¿me escuchaste? Aunque supongo que no puedo esperar mucho más de un mestizo como tú...” - La joven le dio una mirada muy altanera a Severus, cuyos ojos brillaron por un breve segundo con intensa ira. “Agradece que no le diré nada a Dumbledore, por el momento... no quiero que nos descuenten puntos por tu culpa...”
 
 
Severus sostuvo firmemente la mirada de la joven, hasta que ésta se retiró caminando por el pasillo rumbo al Gran Salón. Eve permaneció en completo silencio observándolo, sin atreverse a decir ninguna palabra. El joven parecía estar luchando furiosamente contra su enojo, evidentemente afectado porque la Delegada lo había llamado un “mestizo”.
 
 
“¿Bien?” - dijo finalmente Severus, con su voz cargada de rabia. “¡¿Piensas quedarte ahí parada todo el rato?!”
 
 
Eve dio un paso atrás, un poco asustada por la violencia con que el joven se había dirigido a ella.
 
 
“Es que... yo...”
 
 
“¡Aprende a valerte por ti misma, Hollow!” - dijo Severus, levantando el volumen de su voz. “¿Acaso no conoces la biblioteca? ¡Busca bien y deja de molestarme!”
 
 
Antes de que la niña pudiera decir algo más, Severus se marchó a toda prisa por el largo pasillo de vuelta hacia la Sala Común de Slytherin, dejando atrás a los alumnos de Gryffindor completamente consternados.
 
 
“¿Mestizo?” - preguntó de pronto Daisy, que salía de su escondite tras la armadura para reunirse con Eve. “Siempre pensé que Snape era un mago de sangre pura...”
 
 
“¿Qué importancia tiene?” - la interrumpió rápidamente Eve. “No conseguimos nada viniendo hasta acá”.
 
 
“¿Y qué haremos ahora?”
 
 
“Volver a buscar en la biblioteca, supongo” - respondió Eve, mientras comenzaban a caminar de vuelta por el pasillo. “No tenemos otra alternativa”.
 
 
Apenas llegaron al Gran Salón para el almuerzo, Eve y sus compañeros se toparon con los Merodeadores, que veían riéndose a carcajadas. Daisy fue de inmediato a buscar un asiento, pero Eve permaneció un instante observándolos, pensativa. De pronto, una idea genial se le vino a la cabeza.
 
 
“¡Remus!”
 
 
El chico de cabello castaño claro se separó de sus amigos un instante al ver que Eve lo estaba llamando, y aunque Sirius parecía tener la intención de acompañarlo, no logró liberarse a tiempo del brazo de James, que lo arrastraba hacia uno de los asientos en la mesa de Gryffindor.
 
 
“Hola, Eve, ¿ocurre algo?”
 
“Remus, tú eres el único que nos puede ayudar...”
 
 
En cuanto la niña le expuso el dilema con los libros de Pociones a Remus, comprendió que desde un principio debieron acudir al Prefecto de su casa. Bastó con que Eve le relatara brevemente sobre la tarea de Slughorn, la falta de compañerismo de los alumnos de tercer año y la completa falta de voluntad de Severus, para que el joven se molestara lo suficiente como para hacer uso de sus privilegios como Prefecto, y antes de lo que hubiesen imaginado, los alumnos de tercero dejaron libres dos de las cinco copias del Libro Básico de Pociones, Tomo II que tenían en su poder, luego de haber recibido un duro sermón por parte de Remus.
 
 
Sin embargo, mientras Daisy y Jane anotaban rápidamente en la biblioteca las dos teorías de Agrippa, basándose en una de las copias del libro que Remus había conseguido, Eve pasó el resto de la tarde buscando entre las estanterías algún otro texto que pudiera servirles para la tarea de Slughorn, completamente decidida a demostrarle a Severus que podía salirse con la suya sin necesitar de su ayuda.
 
 
Debe estar en alguna parte... debe existir otro libro...” - pensaba la niña, mientras se paseaba revisando los títulos de cada uno de los ejemplares. “Pociones Curativas... Manual Básico de Calderos para Pociones... 101 Pociones para Usos de Jardinería...
 
 
Pasaron varias horas hasta que Eve finalmente encontró, metido entre dos gigantescos tomos de Preparación Avanzada de Pociones, Tomo III y Tomo IV, un pequeño y viejísimo cuaderno, tan delgado que recién en ese instante, cuando por tercera vez revisaba esa estantería, la niña había logrado divisarlo. Eve lo tomó con mucho cuidado, pues daba la impresión que con sólo mirarlo el cuaderno se desarmaría por completo, y con un poco de esfuerzo logró leer el título que aparecía en la portada, escrito con una letra muy fina y elegante.
 
 
Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería
E.X.T.A.S.I.S. de Pociones - Junio de 1957
Manual Básico de Enseñanza Didáctica de Pociones
Para Alumnos de Primer a Tercer Nivel
Eileen A. Prince
 
 
Eve observó con curiosidad el pequeño manual que tenía en sus manos, pasando con mucha delicadeza cada una de sus páginas. Efectivamente, y tal como indicaba el título, la autora del pequeño cuaderno había creado un manual sencillo pero muy didáctico para la enseñanza de Pociones, con ilustraciones muy bellas y explicaciones fáciles de comprender. Sin darse cuenta, Eve se entretuvo leyendo las explicaciones que Eileen Prince daba sobre las materias que había visto en primer año, y se preguntaba por qué Slughorn no adoptaba parte de lo que aparecía en ese práctico manual para hacer sus clases, hasta que de pronto, al dar vuelta una página, Eve casi da un salto de alegría al leer el título “Magia Natural, Las Tres Teorías de Agrippa en Tres Conceptos Básicos”. Completamente convencida que Severus se refería a ese texto escondido al decirle que “buscara bien”, la niña volvió casi corriendo a la mesa donde se encontraban Daisy y Jane para contarles la noticia.
 
 
“¿Pretendes hacer la tarea con eso?” - preguntó Jane, al observar con desdén el envejecido cuaderno que Eve les mostraba con entusiasmo.
 
 
“Está todo aquí” - le respondió Eve, sonriente, y luego se dirigió a Daisy, que observaba el cuaderno con cierta curiosidad. “Snape tenía razón, bastaba con que buscáramos un poco más y no habríamos necesitado el Libro Básico de Pociones”.
 
 
“Pero éste no es un libro oficial, Eve” - respondió su amiga, con un poco de preocupación. “Mira, es parte del examen de una alumna de séptimo año...”
 
 
“¿Ya viste su calificación? ¡Tiene un Sobresaliente! Y muy bien merecido...”
 
 
“¿Por qué no le preguntas a Snape, directamente?” - dijo Jane, con un tono de voz desafiante. “Ahí viene”.
 
 
Eve miró rápidamente hacia la puerta de la biblioteca y, efectivamente, Severus venía entrando con cara de pocos amigos. Sin darse cuenta que la niña lo observaba, caminó con paso decidido hacia una de las mesas vacías al fondo de la biblioteca y se dejó caer perezosamente en la silla. Jane le hizo señas a Eve para que fuera a hablar con él, pero la niña miró a su amiga Daisy, que se encogió de hombros con una expresión insegura en su rostro; las dos habían visto que el joven se encontraba particularmente de mal humor después del sermón de la Delegada de Hogwarts. Finalmente, Eve se armó de valor, y tras darle un último vistazo al delgado cuaderno que tenía en sus manos, caminó decidida hacia su ayudante.
 
 
“Ehm... ¿Snape?”
 
 
Severus dejó de escribir su ensayo de Encantamientos en el largo pergamino que tenía extendido en la mesa y levantó su mirada, con un dejo de hastío.
 
 
“¿Qué quieres ahora, Hollow?”
 
 
“Es que... yo...” - Eve se maldijo a sí misma por el súbito nudo que sintió en su estómago - “Me preguntaba si este texto me sirve para la tarea de Slughorn” - dijo, finalmente, y le pasó con una cierta brusquedad nerviosa el pequeño cuaderno al joven.
 
 
Severus tomó con cuidado el delgado manual que le entregó la niña y lo observó durante unos instantes; a Eve le pareció que un extraño brillo apareció en los ojos de su ayudante al leer el título del cuaderno, y que lo hojeaba con mucha delicadeza, como si se tratara de un tesoro invaluable.
 
 
“¿Dónde encontraste esto?” - preguntó finalmente.
 
 
“¿No lo conocías?” - se sorprendió Eve. Ella daba por seguro que Severus se sabía de memoria todos los textos existentes en la biblioteca de Hogwarts.
 
 
“Ciertamente, no. ¿Estaba en la biblioteca?”
 
 
“Así es, noveno estante a la izquierda... entre dos libros gigantescos de Pociones Avanzadas...”
 
 
“Eso explica porque no lo había visto...” - dijo Severus, más para sí mismo que para la niña Gryffindor. “Ni siquiera yo busco libros en esos estantes, ahí dejan los textos que ya están obsoletos en sus contenidos...”
 
 
Eve agradeció que Severus se encontrara tan absorto observando el pequeño cuaderno y no la mirara, porque no podía evitar sonrojarse furiosamente al darse cuenta que había estado buscando material para su tarea de Pociones entre un montón de libros descontinuados.
 
 
“Entonces... ¿no es ése el texto que querías que encontráramos en la biblioteca?” - preguntó finalmente Eve, al ver que el joven parecía más interesado en leer el manual que en responder su pregunta.
 
 
“A decir verdad, no” - respondió Severus, sin despegar sus ojos del cuaderno. “Me refería a una copia del Libro Básico de Pociones que está en el cuarto estante a la derecha, sin cubiertas... casi nadie sabe de su existencia...”
 
 
“Oh... entonces, ¿ese cuaderno no me sirve?” - preguntó la niña, levemente decepcionada; el manual le había parecido sumamente entretenido y práctico.
 
 
“Sí sirve” - respondió Severus. “La bibliografía de este manual está correcta, y tiene un Sobresaliente... pero no podrás usarlo, Hollow. Se queda conmigo”.
 
 
¿Qué?
 
 
“Ya me escuchaste” - dijo Severus, cerrando con cuidado el cuaderno - “Me lo quedo como regalo de cumpleaños” - el joven le dirigió a la niña una amplia sonrisa llena del más puro sarcasmo.
 
 
Eve tomó aire y estuvo a punto de responderle muy acaloradamente a su ayudante, pero se contuvo; la forma en que los ojos de Severus brillaban al mirar el cuaderno le dieron a entender que para él, ese pequeño manual era algo muy importante. El joven Slytherin pareció adivinar el torrente de palabras que Eve pensaba lanzarle por apropiarse del cuaderno, y levantó una ceja como esperando que la niña lo sorprendiera.
 
 
“Está bien” - dijo finalmente Eve, con una sonrisa. “Si tanto te interesa, quédate con él... será mi regalo de cumpleaños para ti, por ser tan... amable conmigo” - Eve dejó salir una risita. “Sólo espero que Madame Pince esté de acuerdo...”
 
 
Definitivamente, esas palabras sorprendieron a Severus; no se esperaba una reacción tan agradable por parte de la niña.
 
 
“Bien, supongo que ahora tendré que buscar ese libro de pociones en el cuarto estante...” - Eve hizo ademán de retirarse de la mesa donde se encontraba Severus, y el joven esbozó una sonrisa.
 
 
“Te hará bien guiarte sólo por lo que dice el libro, Hollow...” - Severus entonces cambió su sonrisa por una mueca burlona - “No quiero volver a encontrarme con los Datos Prácticos de Hollow en tus ensayos...”
 
 
Súbitamente, el rostro de Eve se puso tan colorado como el rojo de su corbata Gryffindor.
 
 
“Eso... eso se lo escribí al Profesor Slughorn...” - dijo la niña, casi susurrando e inclinando levemente su cabeza, intentando desesperadamente ocultar su sonrojado rostro con su largo cabello ondulado. Severus giró sus ojos y sonrió sarcásticamente.
 
 
“¿De verdad piensas que Slughorn es el que lee todas esas tareas aburridas, Hollow?” - preguntó Severus, casi riendo. “Yo soy el que tiene que tragarse todas las estupideces que escriben en sus ensayos hechos a última hora... y déjame decirte, tus Datos Prácticos dejan bastante que desear...”
 
 
“Yo... no sabía...”
 
 
“La próxima vez, Hollow” - dijo Severus, mientras guardaba rápidamente el viejo cuaderno debajo de sus libros - “acuérdate de mí cuando hagas tus ensayos... y, por favor, escribe algo un poco más interesante...”
 
 
Eve se sintió tan avergonzada al enterarse que era Severus el que revisaba todos los ensayos que ella escribía para Pociones, sobre todo al recordar la gran cantidad de comentarios sobre la materia que ella solía agregar en cada una de sus tareas, que ni siquiera se despidió de su ayudante y se retiró rápidamente a la mesa donde la esperaban Jane y Daisy, ambas con un rostro de mucha preocupación al ver la cara de espanto con la que regresaba su amiga.
 
 
Sin embargo, cuando la vergüenza de tal descubrimiento se alejó rápidamente de la mente de Eve, en parte gracias a la complejidad de la Tercera Teoría de Agrippa, la niña comenzó a darle vueltas a la curiosa petición que le hiciera Severus, y pronto se le ocurrió una manera muy especial de cumplir con las expectativas del joven Slytherin.