Harry Potter - Series Fan Fiction ❯ Severus Snape y el Renacer de los Hollows ❯ Un Día de Descubrimientos ( Chapter 5 )

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Aclaración: Harry Potter y todo su universo es propiedad de J.K. Rowling, autora original del libro. Sólo los personajes originales me pertenecen, pero eso a nadie le importa xD Este es un trabajo hecho por fans para fans.
 
Fotolog oficial: www.fotolog.com/snape_fanfic (ahí voy subiendo los capítulos por parte a medida que los escribo)
 
 
Capítulo 5 - Un Día de Descubrimientos
 
Las vacaciones de Navidad estaban cada vez más cerca y el inmenso castillo de Hogwarts se encontraba completamente decorado con velas multicolores, anillos de muérdago, copos de nieve mágica que caían en los pasillos e inmensos árboles navideños en el Gran Salón. A pesar que las clases continuaban con completa normalidad, los estudiantes de todas las casas estaban ansiosos por la llegada del primer descanso del año escolar, y en completo contraste con el paisaje gélido de los jardines de Hogwarts, cubiertos de una gruesa capa de nieve, los pasillos estaban llenos de risas cálidas y mucha algarabía. Sin duda, los alumnos de los primeros cursos eran los más entusiasmados con esta festividad, sobre todo porque su carga académica no era demasiado exigente, y era fácil verlos correr por los pasillos armando un gran bullicio o decorando alegremente las salas comunes de sus casas correspondientes.
 
En medio de ese espíritu navideño, Severus iba caminando junto a Evan Rosier hacia el salón de McGonagall, para la clase de Transfiguración; recién se habían escapado de su sala común, donde los Slytherin de primer año habían sido particularmente insistentes en solicitarles ayuda para colgar un enorme lienzo navideño en el techo de la mazmorra. Mientras caminaban, los dos alumnos de sexto año se burlaban del carácter infantil de sus pequeños compañeros de casa, y hacían planes para darles a conocer el verdadero espíritu Slytherin a la brevedad, hasta que ambos se toparon con un ruidoso grupo de alumnos de segundo año que pasaron corriendo a su lado, algunos de ellos ataviados con cornamentas de reno y otros llevando en sus manos partes de lo que parecía ser un trineo, sus capas negro con rojo ondeando tras ellos y la insignia del león Gryffindor muy clara en sus solapas. Severus sintió el súbito deseo de hacerse invisible cuando todo el grupo de sus alumnos de Pociones lo saludó con un ruidoso “¡Hola, ayudante Snape!” al pasar junto a él, y alcanzó a escuchar la risa burlona de Rosier ante semejante escena mientras divisaba a Eve corriendo a la cabeza del grupo, con un sombrero de Santa Claus sobre su cabeza y saludándolo alegremente con su mano derecha. Después de la pequeña conversación que habían tenido acerca de la esencia de la preparación de pociones, los experimentos de Eve y sus “rebeliones a la autoridad” (como las llamaba Severus) se habían hecho menos frecuentes, y el ayudante de sexto año ya no la acosaba clase tras clase para humillarla delante de sus compañeros (por lo menos, no más que al resto de los Gryffindor), por lo que la relación ayudante-alumna se había hecho mucho más saludable.
 
“Esa sangre sucia...” - dijo de pronto Rosier - “...es demasiado bulliciosa y se cree tan especial”.
 
Severus le dirigió una rápida mirada al chico que estaba a su lado, quien en ese momento también se encontraba mirando a Eve, y de pronto entendió a qué se refería su compañero de clase. Con tanta discusión acerca de la preparación de pociones y ante el carácter fuerte de la niña de segundo año, a Severus casi se le había olvidado por completo que ella era en realidad hija de muggles.
 
“No la tomes en cuenta” - respondió finalmente Severus. “Yo me encargo de bajarle los humos todas las semanas...”
 
Rosier dejó salir una breve carcajada antes de volver a hablar.
 
“A todo esto, ¿has sabido algo de Malfoy? Antes de irse dejó todas esas instrucciones y lo último que supe de él es que...” - el chico bajó el volumen de su voz - “había logrado contactarse con el Señor Tenebroso...”
 
“¿Y qué fue lo que le dijo?” - preguntó Severus con genuino interés, también bajando el volumen de su voz y mirando alrededor, para asegurarse que nadie los escuchaba.
 
“Lo único que sé es que el Señor Tenebroso sigue aceptando aliados... y la oferta de Malfoy le pareció más que agradable, pero no he sabido más detalles...”
 
“Supongo que Malfoy habrá hecho las modificaciones que le sugerimos” - comentó Severus, con un poco de preocupación.
 
“No lo sé... yo también lo espero, es decir... el precio... me pareció un poco alto...”
 
“Quizás sea hora de interrogar al chico Black...” - dijo Severus, haciendo una leve mueca de desagrado al mencionar ese apellido.
 
“¿Regulus? ¿Crees que él sepa algo?”
 
“Narcisa y Bella son sus primas... sólo espero que no haya sido tan idiota como para comentarle lo que sepa al imbécil de su hermano...”
 
“No lo creo, el chico es un niño mimado por su madre, pero sabe quiénes son dignos de confianza... Regulus sabe que con su hermano Sirius no se puede contar”.
 
Severus iba a comentar algo a su compañero cuando, al fondo del pasillo y afuera de la sala de Transfiguración, divisó a Lily Evans y James Potter apoyados contra la pared y conversando animosamente. Aunque Severus ya se había dado por vencido en sus intentos por llamar la atención de la linda pelirroja, de todas maneras sintió un feroz nudo en el estómago al ver esa escena, y súbitamente recordó el humillante episodio que había sufrido el año pasado, por culpa de James Potter y Sirius Black.
 
“Ah, el amor está en el aire...” - dijo de pronto la ronca y burlona voz de un chico. “¡Quejicus, veo que tú también te conseguiste una novia!”
 
Sirius venía saliendo del salón de Transfiguración junto con Remus y Peter, y señalaba hacia Severus y Evan con una expresión maliciosa en su rostro.
 
“Eres un imbécil y un sucio traidor a la sangre, Black... no te atrevas a dirigirme la palabra...” - dijo Evan, con su rostro crispado de furia.
 
“Lindas palabras, Rosier, pero créeme que no moría de ganas por hablarte...”
 
“No podía esperar más de alguien que siente celos de su hermano menor porque se lleva todas las atenciones de mamita Black...”- dijo Severus, con una sonrisa malévola en su rostro. De pronto a Sirius se le borró la risa de sus labios; durante las vacaciones había tenido una discusión increíble con su madre, precisamente porque se sentía incomprendido por su familia (todos ellos magos con tendencia a la magia oscura), y finalmente se había fugado de su casa. Sirius sólo pudo imaginar cómo llegó esa información a oídos de Severus y odió intensamente a su hermano menor, Regulus.
 
“¡Vuelve a decir eso, Quejicus, y lamentarás haber puesto tus asquerosos pies en este castillo...!”
 
Sirius había sacado rápidamente su varita del bolsillo de su túnica, sin importarle que Remus intentara detenerlo y le suplicara que no hiciera nada estúpido. Algunos alumnos que pasaban por el pasillo lo miraron asustados, y James de inmediato se puso en guardia, recibiendo una mirada sumamente fría y llena de reproche por parte de Lily.
 
“¡Sr. Black!”
 
De pronto, todos los alumnos giraron sus cabezas y se encontraron con la Profesora McGonagall observándolos con un rostro muy severo. Sus labios estaban sumamente tensos, señal de que un gran enojo se había apoderado de ella.
 
“Pro... Profesora McGonagall...” - dijo Sirius, y rápidamente guardó su varita en su túnica.
 
“Sr. Black, ¿no le bastó la conversación que tuvimos el año pasado? ¿No le bastó que Gryffindor perdiera todos esos puntos y la Copa de las Casas por su comportamiento infantil?”
 
“Pero...”
 
“¡Nada de peros!” - lo interrumpió McGonagall. “De mis alumnos de sexto año espero un comportamiento de acuerdo a su edad... ¡Por todos los cielos, Black, Ud. ciertamente ya no es un niño que no sabe controlar sus emociones!”
 
Sirius bajó su cabeza y no siguió discutiendo con la profesora. El año pasado habían tenido una conversación larguísima después de que él y James humillaran públicamente a Severus, y dentro de todas las promesas que le habían hecho a su Jefa de Casa, estaba el no volver a empañar el nombre de Gryffindor con sus rencillas. Severus sonrió tranquilamente, y junto con sus demás compañeros de Slytherin disfrutaron enormemente la escena; la imagen de Sirius Black recibiendo un sermón de McGonagall delante de todo el curso, era algo que guardarían para siempre en sus memorias.
 
La profesora miró con su rostro muy severo a todos sus alumnos de sexto año, como advirtiéndoles que esperaba un comportamiento maduro de todos y cada uno de ellos, y entró rápidamente al salón de clases. Mientras los estudiantes entraban ruidosamente a la sala, Sirius aprovechó que McGonagall no lo veía y aferró firmemente a Severus por la manga de su túnica.
 
“La próxima vez no tendrás tanta suerte, Quejicus, ya me las pagarás”.
 
Severus hizo un rápido y brusco movimiento de su brazo para liberarse de Sirius y lo tomó firmemente del cuello de su túnica, empujándolo contra la pared del pasillo con una fuerza desconocida por el joven Gryffindor, que lo miró un poco sorprendido. Severus era bastante alto, pero Sirius lo superaba por lo menos en unos diez centímetros de estatura, aunque esa diferencia parecía no importarle al joven Slytherin.
 
“La próxima vez, Black” - dijo Severus con sus dientes apretados y el rostro lleno del más puro odio - “las cosas serán muy diferentes... ya sé qué tan bajo puedes caer atacando a los demás, así que la próxima vez yo también voy a jugar sucio...” - Severus soltó rápidamente a Sirius antes de que éste intentara hechizarlo, y entró al salón de clases antes de que McGonagall sospechara que estaban comenzando una nueva pelea.
 
Temblando de rabia, Severus se sentó en su puesto al lado de sus compañeros Evan Rosier y Ben Avery, y casi no prestó atención a lo que decía la profesora. Al contrario, se pasó toda la clase pensando en mil maneras de vengarse de Sirius y James por la horrible humillación que había sufrido el año anterior, y demostrarle a ellos y a todo Hogwarts quién era él en realidad. Cada cierto tiempo hacía unas cuantas anotaciones en su cuaderno de forma casi automática, pero su mente estaba puesta en sus increíbles ansias de poder. “Si fuese suficientemente poderoso, no tendría que volver a aceptar humillaciones ni recibir órdenes de nadie”, pensaba, y el recuerdo de todas sus experiencias pasadas lo atormentó como una vil tortura. Movía su pluma con vehemencia, anotando lo que la Profesora iba dictando con rapidez, pero no podía sacarse de la cabeza las imágenes de su pasado, y una intensa rabia y frustración hizo latir con fuerza su corazón en su pecho. “Ya verán... ya les demostraré a todos... cuando él me reciba como discípulo...”. Una sonrisa malvada se dibujó en sus labios y su corazón latió con más fuerza, por la ansiedad que le producía saber que, si todo salía bien, muy pronto se encontraría con alguien que sabría apreciar todo su talento, y Severus se juró a sí mismo que no acabaría ese año sin vengarse de Sirius y James, calmando de esa manera su ira.
 
Muy pocas personas conocían el pasado de Severus con algún detalle; la mayoría de sus compañeros de generación sólo sabía que vivía en casa de sus tíos, unos magos de clase alta, y que su padre era un muggle. Pero aún entre sus propios compañeros de casa, los detalles de su vida familiar eran un verdadero misterio. Sólo algunos, como Lucius Malfoy, habían entablado una verdadera amistad con el joven que, aunque varios años menor, había logrado demostrar unas habilidades mágicas tan excepcionales que lo hicieron digno de ser aceptado en un selecto grupo de magos de sangre pura, aprovechándose de su origen familiar como el miembro más joven de la antigua y respetada familia de los Prince. Pero esos pocos amigos de Severus ya se habían graduado de Hogwarts, y él ya no contaba con su protección y consejo, dejándolo completamente solo. Aunque ahora Evan y Ben, sus compañeros desde primer año, parecían compartir sus mismas aspiraciones, Severus no los consideraba dignos de conocer todo su pasado, y siempre mantenía una barrera entre su vida personal y su vida en compañía de los Slytherin.
 
Sin embargo, los tres compañeros habían encontrado un importante punto en común hacía un par de años, cuando el nombre de Lord Voldemort comenzó a hacerse más frecuente en la comunidad mágica. El Señor Tenebroso, como lo llamaban comúnmente, era un mago excepcionalmente malvado y poderoso, que buscaba limpiar la comunidad mágica de todos los sangre sucia, es decir, los magos nacidos de familias muggles, y por sobre todas las cosas, deseaba convertirse en el mago más temido y respetado por todos, en directo contraste con el liderazgo ejercido históricamente por el Ministerio de Magia, ganando muchos adeptos, sobre todo entre las familias de magos más antiguas, que veían con creciente desagrado cómo cada año, más hijos de muggles se convertían en magos importantes y poderosos. La idea de poder formar parte del grupo más cercano de colaboradores de Lord Voldemort significaba para sus seguidores uno de los más grandes honores, y a la vez, la posibilidad de acceder a poderes y privilegios inimaginables, pues para todos era sabido que el Señor Tenebroso era terrible, pero generoso con quienes lo ayudaban. Mientras Evan Rosier y Ben Avery sólo buscaban acceder a una posición social importante para enorgullecer a sus familias y sentirse superiores al resto, Severus deseaba por sobre todas las cosas demostrar su verdadero potencial y tener el poder suficiente para rebelarse y hacer pagar a todos aquellos que se le habían opuesto a lo largo de su vida.
 
Sin imaginarlo siquiera, Severus y Lord Voldemort tenían muchísimas cosas en común.
 
***
 
Los días pasaron rápidamente, y con la llegada de la Navidad, todos los alumnos de Hogwarts se preparaban para regresar a sus casas a pasar las fiestas, y darse unas merecidas vacaciones después de los primeros meses de clases. Muy pocos alumnos permanecían en el castillo en esas fechas, la mayoría de ellos por asuntos familiares, y entre ellos se encontraban los Merodeadores, aunque sus motivos eran muy particulares.
 
“Amigos, en serio, no tienen para qué quedarse...” - insistía Remus.
 
“No digas tonterías, Lunático” - lo interrumpió Sirius. “Nosotros nos quedamos acá y no se habla más de este asunto...”
 
“Pero, chicos, sus familias...”
 
“Remus, ya te lo dijimos, nuestras familias podrán descansar tranquilos al fin sin nosotros en esta Navidad” - dijo James, con una sonrisa - “¡Además, tenemos grandes planes para la ocasión!”
 
Sirius, Remus y James se encontraban sentados en un rincón de la Sala Común de Gryffindor, apartados del resto de alumnos que ruidosamente sacaba sus bolsos de viaje de las habitaciones y se dirigían rumbo al hall de entrada.
 
“¡Aquí traje el pergamino y la tinta!” - dijo de pronto Peter, que venía bajando las escaleras de la habitación de los hombres.
 
“¡Excelente! Ya tenemos todo, entonces” - dijo James. “¡Con esto podremos comenzar a hacer nuestro mapa de Hogwarts!”
 
“Y para eso será esencial poner en práctica eso-que-ustedes-saben” - dijo de pronto Sirius, bajando el volumen de su voz. “Colagusano, ¿seguro que ya lo puedes lograr a la perfección?”
 
Peter asintió con su cabeza y una leve sombra de inseguridad se asomó a sus diminutos ojos.
 
“Por favor, chicos, no creo que sea tan buena idea...” - volvió a insistir Remus. Debido a la cercanía de la luna llena, parecía un poco más pálido de lo habitual, como si estuviese enfermo.
 
“Remus, no quiero volver a escuchar esas palabras o te echaré una Maldición del Silencio Eterno, ¿escuchaste?” - le advirtió Sirius apuntándolo con su varita. Remus, James y Peter entonces se echaron a reír, relajados, hasta que de pronto James vio pasar a Lily, arrastrando con dificultad su pesada maleta hasta la puerta de la Sala Común.
 
“¿Necesitas ayuda, Lily?” - preguntó el chico, poniéndose rápidamente de pie. Después del episodio en que Severus había insultado a la joven, James había aprovechado todas las oportunidades para acercarse más a su compañera y hacerle ver lo terrible que era el alumno de Slytherin, y lo increíblemente maravilloso que era él en contraste, y ya había conseguido, al menos, poder llamarla por su nombre.
 
“No te preocupes, James” - respondió la pelirroja, retirando nerviosamente su mano cuando James accidentalmente la rozó al intentar ayudarla a levantar su maleta. “Puedo moverla yo sola...”
 
“¡Pero qué estás diciendo, Lily!” - dijo de pronto Sirius. La joven lo miró y levantó una ceja; no recordaba haberle dado permiso a Sirius para que la llamara por su nombre. “¡Nosotros te ayudaremos!”
 
“¡Por supuesto que sí!” - dijo Peter, y corrió tras Sirius en dirección a la pelirroja.
 
“No estoy muy saludable, pero no puedo quedarme sin hacer nada...” - dijo Remus, y también fue hacia la joven.
 
De pronto, Lily se encontró sentada en una silla mientras veía perpleja cómo James, Sirius, Remus y Peter discutían sobre la mejor manera en que debían llevar la maleta de la muchacha para que llegara hasta el hall de entrada del castillo, y no pudo contener una melodiosa carcajada.
 
“¡Ustedes... son tan payasos!” - dijo finalmente la joven, y los cuatro amigos también rieron sonoramente. Finalmente, James tomó la maleta de la pelirroja y los cuatro acompañaron a la joven hasta el hall de entrada, bromeando y riéndose a carcajadas, sobre todo cuando tuvieron que escapar a toda velocidad de Peeves, el poltergeist, que se encontraba laceando a cuanto estudiante se le cruzaba en su camino con un largo cordón de guirnaldas, que había robado de uno de los árboles navideños del Gran Salón. Al llegar a la puerta principal, Lily tomó su maleta y ya comenzaba a despedirse cuando los cuatro amigos se pusieron uno al lado del otro delante de ella, y con una amplia sonrisa, le mostraban una de sus mejillas esperando un beso como recompensa. Lily también sonrió y los contempló unos instantes, divertida.
 
“Bien... ¡Adiós, muchachos, y Feliz Navidad!” - dijo finalmente, girando muy graciosamente sobre sus pies y caminando rápidamente hacia la salida del castillo, dejando a los cuatro amigos perplejos y decepcionados.
 
Mientras los Merodeadores se retiraban resignados hacia la Sala Común de Gryffindor, no se percataron que Severus había presenciado toda la escena y los miraba con intensa rabia, sobre todo a James, quien últimamente parecía demasiado cercano a la linda chica pelirroja. Aunque detestaba pensar en aquello, Severus sabía muy bien que él era el único culpable de esa cercanía entre James y Lily, y con los celos y la impotencia haciendo latir fuertemente su corazón, pensaba que debía encontrar pronto una manera de vengarse por la humillación sufrida el año anterior y, a la vez, alejar a la joven de su peor enemigo.
 
“Descuida, Eymundr, hemos hecho esto miles de veces acá en Hogwarts...”
 
“Lo sé, profesor Dumbledore, es sólo que... las medidas nunca son del todo suficientes, ¿verdad? Ya vio lo que ocurrió el año pasado...”
 
Severus de pronto salió de sus pensamientos vengativos hacia los Merodeadores y giró su cabeza al escuchar a los dos hombres que pasaban caminando a su lado. De inmediato, el chico Slytherin reconoció al hombre joven que iba junto a Dumbledore hacia la puerta de entrada; era el mismo mago misterioso de cabello rubio que había visto ese humillante día del año anterior, el mismo que había detenido el ataque de James Potter.
 
El mismo que parecía estar relacionado de alguna manera con Evelyn Hollow.
 
“Es cierto” - siguió hablando Dumbledore, con un tono de voz muy casual -“hay ocasiones en que todas las medidas parecen ser insuficientes, pero este no será el caso, mi buen amigo”.
 
“De todas formas, ya estoy impaciente” - respondió el hombre. “¿Dónde está ella?”
 
Dumbledore esbozó una sonrisa comprensiva y miró alrededor.
 
“Me temo que en estos momentos, debe estar intentando pasar entre la multitud y llegar hasta la puerta de entrada, Eymundr...” - respondió finalmente el profesor. El hombre de cabello rubio entonces pareció darse cuenta de la gran cantidad de alumnos que se encontraba en esos momentos en el hall de entrada, y se calmó un poco.
 
Severus aprovechó el instante en que ambos se quedaron de pie en la entrada del castillo para observar con más detenimiento al misterioso hombre que acompañaba a Dumbledore, intentado descubrir algo que le diera una pista sobre su relación con Eve, cuando de pronto apareció el Señor Filch con paso apresurado y se acercó al profesor.
 
“¡Ah, Argus! Llegas justo a tiempo” - dijo Dumbledore. “¿Están todos los preparativos listos?”
 
“Sí, Profesor, el coche está esperando afuera del castillo”.
 
“Excelente, ¿no te lo dije?” - Dumbledore le dirigió una sonrisa amable al hombre de cabello rubio, que asintió con la cabeza. “Y mira, ahí viene una carita conocida”.
 
En ese momento, Severus distinguió entre la multitud de alumnos a Eve, que llegaba caminando con un gran bolso de viaje en su espalda, un poco despeinada y con sus mejillas acaloradas por el difícil acceso al hall de entrada del castillo. Al ver al hombre de pie junto a Dumbledore, la joven esbozó una sonrisa y apresuró el paso hasta que llegó a su lado.
 
“Entonces, ¿todo en orden, Eymundr?” - preguntó Dumbledore.
 
“Perfectamente” - respondió el hombre con una amplia sonrisa, mientras tomaba el bolso de Eve con una de sus manos y con la otra acariciaba la cabeza de la joven, desordenándole el cabello.
 
“Argus” - Dumbledore se dirigió hacia el cuidador de Hogwarts - “este es Eymundr Hollow, tutor de nuestra alumna, la señorita Evelyn Hollow”.
 
Filch le dirigió una mirada escrutiñadora a Eve, evidentemente intentando recordar si había visto a la alumna de Gryffindor metida en algún problema que mereciera castigo. Cuando finalmente pareció convencerse de la total inocencia de Eve, Filch volvió a prestarle atención a Dumbledore.
 
“Necesito que lleves a Eymundr y a la señorita Hollow hacia el coche y le des las direcciones hacia Hogsmeade. Conoces el camino desde ahí, ¿verdad Eymundr?”
 
“Sí, desde ahí no hay problema” - respondió el hombre.
 
“Muy bien, entonces. ¡Que tengan unas felices fiestas!”
 
Dumbledore se despidió alegremente del hombre y la joven, que salieron del castillo siguiendo a Filch con mucha prisa entre la multitud, y se retiró del hall de entrada del castillo tarareando un curioso villancico, mientras Severus seguía de pie en el mismo lugar, sorprendido por lo que acababa de descubrir.
 
Es su tutor...” - pensó Severus, más intrigado que antes - “El tutor de esa chica muggle es un mago, y conoce a Dumbledore...
 
“¿Severus, te irás con nosotros entonces?”
 
El joven Slytherin giró rápidamente su cabeza y se encontró con Ted Avery y Melanie Wilkes, sus compañeros Slytherin.
 
“Ah... sí, es decir... estoy esperando a Evan...” - respondió finalmente Severus, recordando de pronto por qué había permanecido todo ese tiempo de pie en el hall de entrada del castillo.
 
“¿Evan? Todavía ni termina de arreglar su bolso” - dijo Ted, un poco molesto. “Mejor esperémoslo afuera, vamos por un coche”.
 
Severus se echó la mochila al hombro y salió del castillo siguiendo a Ted y Melanie, que conversaban animosamente. Afuera caía una suave nieve, y la mayoría de los alumnos se encontraba subiendo sus equipajes a los carros que los llevarían de vuelta a Hogsmeade, para abordar el Expreso de Hogwarts.
 
“¿Verás a Malfoy en Navidad, Severus?” - preguntó Ted, mientras caminaban.
 
“Supongo... todos los años termino en su casa de una u otra manera... reuniones de negocios...” - respondió Severus, con voz monótona.
 
“Bien, tú nos traerás noticias sobre tú-sabes-qué, entonces...” - dijo Ted, bajando el volumen de su voz.
 
“Los Prince hacen muchos negocios con los Malfoy, ¿verdad?” - preguntó Melanie, con curiosidad.
 
“¿Bromeas? ¡Los Prince son los que manejan la mayor parte de las acciones en Gringotts!” - comentó con entusiasmo Ted. “Todas las familias de clase alta que se precien, deben tener algún negocio con los Prince...”
 
“¿Acciones en Gringotts?” - preguntó la chica, sorprendida. “¡Severus, debieras conseguir un par de esas acciones!”
 
“¿Quién dijo que no lo he hecho ya?” - respondió Severus, con una sonrisa burlona.
 
Ted y Melanie miraron a Severus con gran asombro y codicia.
 
“Cielos... ¡Cuando salgas de Hogwarts serás millonario!” - comentó finalmente Ted.
 
Los dos compañeros de Severus siguieron hablando sobre negocios, fortuna y familias adineradas, mientras el joven los seguía sin prestarles atención, hasta que de pronto divisó a Lily, que intentaba subir su pesada maleta a uno de los coches que los llevaría de vuelta a Hogsmeade. La chica finalmente pareció rendirse y ya buscaba su vara mágica en uno de los bolsillos de su chaqueta, cuando Severus levantó la maleta con una de sus manos y la dejó con facilidad dentro del coche.
 
“Snape...” - Lily miró al chico Slytherin, sorprendida. “Gracias...”
 
“¿Pensabas usar tu vara mágica, Evans? Sabes que está prohibido...”
 
“Bueno, técnicamente, seguimos en los terrenos de Hogwarts, ¿no? Y aún no comienzan del todo las vacaciones...” - Lily le dio una sonrisa pícara a Severus, quien también sonrió un poco ante la astucia de la joven. Los alumnos menores de diecisiete años tenían prohibido realizar magia fuera de los terrenos del colegio, eso incluía también realizar magia en período de vacaciones. Pero tal como señalaba Lily, en ese momento seguían oficialmente en clases, y aún no abandonaban los jardines de Hogwarts.
 
“Ciertamente, pero... ¿Sabías que Filch acaba de pasar por aquí cerca?”
 
“¿En verdad?” - Lily miró rápidamente alrededor y pareció asustarse un poco ante la idea de haber sido descubierta por el rígido inspector del colegio. “Entonces... supongo que debo agradecerte por salvarme de un castigo seguro...”
 
“La verdad...” - Severus de pronto se puso serio y demoró un poco en seguir hablando, escogiendo muy bien sus palabras. “La verdad, soy yo el que debe agradecerte, Evans...”
 
Lily miró al chico un poco extrañada.
 
“No... no entiendo, ¿a qué te refieres?”
 
“Tú sabes... el año pasado...” - Severus giró un poco los ojos, evidentemente incómodo ante el recuerdo de su humillación pública. “No te he agradecido por intentar ayudarme esa vez...”
 
“Ah... te refieres a eso...” - Lily bajó un poco su mirada. Al parecer, el recuerdo de ese día también la incomodaba un poco. “No te preocupes, no es nada...”
 
“Tampoco me he disculpado por lo que te dije...” - Severus buscó la mirada de la joven, en un acto de valentía que él mismo desconoció en sí. Lily lo miró un poco ruborizada.
 
“No te preocupes, Snape, en serio...” - Lily sonrió amablemente al joven, y entonces Severus se dio cuenta que estaba bastante cerca de ella. La contempló un par de segundos, sin saber qué decir; la chica era realmente muy bonita.
 
“Bien...” - dijo finalmente el joven - “Sólo me pareció... que debía decírtelo...”
 
“Está bien, es decir...” - Lily dejó salir un pequeño suspiro de resignación. “Mira, no eres el primero que me llama sangre sucia en este colegio, ¿sabes? Pero está bien, ya no me importa...”
 
“Ah... bien, entonces...” - dijo Severus, sin saber qué más decir. Escuchar a Lily decir esas horribles palabras lo había hecho sentir súbitamente avergonzado, y a juzgar por la actitud cortante de la muchacha, no era del todo cierto que no le importaran esa clase de insultos.
 
“Dime, Snape” - preguntó de pronto la joven - “¿Pasarás la Navidad con tus parientes magos o con tu familia muggle?”
 
Severus le dio a la joven una mirada de increíble asombro. No podía creer lo que acababa de escuchar, ¿cómo sabía ella sobre su familia? Lily seguía sonriendo, aunque Severus logró detectar un brillo victorioso en sus ojos verdes. Al parecer, la muchacha había estado esperando una ocasión propicia para mencionar el origen muggle del joven Slytherin.
 
“¿Cómo...?” - balbuceó Severus, todavía sin lograr reponerse del asombro. “¿Cómo sabes esas cosas?”
 
Lily dejó salir una pequeña risita melódica.
 
“Sé más cosas de las que te imaginas, Snape...” - Lily permaneció en silencio unos instantes, pensativa. “Por eso... me llamó la atención que usaras esas palabras conmigo...”
 
Severus se alejó un poco de la joven; se sentía sumamente vulnerable, una sensación que no le agradaba en absoluto.
 
“Mi madre era una bruja” - dijo de pronto, muy serio y casi molesto. “Y yo vivo en casa de mis parientes, todos ellos magos puros. No tengo nada que hacer con los muggles... de otra forma, no estaría en Slytherin...” - el joven esbozó una sonrisa sarcástica.
 
“Ya veo...” - dijo la muchacha, sonando un poco decepcionada. “Le das mucha importancia a esas cosas, ¿verdad?”
 
Severus no dijo nada. Estaba completamente impactado porque la chica delante de él estaba acertando en todos sus comentarios.
 
“Pero, ¿sabes qué?” - continuó la joven - “No importa que seas mago, muggle o Slytherin...”
 
De pronto, Lily miró a Severus directo en sus ojos.
 
“Yo creo que tú eres una buena persona, Snape...”
 
Severus mantuvo su mirada fija en los verdes ojos de Lily durante un rato. Jamás habría esperado un comentario así de parte de la joven, mucho menos después de haberla insultado, pero una pequeña luz de esperanza pareció iluminar sus intentos de conquista.
 
“Pero no te contagies con el espíritu Slytherin, ¿de acuerdo? O ya no pensaré que eres bueno...” - dijo Lily, riéndose, mientras se subía al coche donde ya la esperaban sus amigas, y luego se marchaba rumbo a Hogsmeade.
 
Severus caminó lentamente hacia el coche donde se encontraban sus compañeros de Slytherin (Evan Rosier había llegado corriendo, con su maleta a medio hacer), se acomodó en uno de los asientos y permaneció en completo silencio durante todo el camino, meditando profundamente sobre las palabras de Lily, sin poder sacarse de la cabeza los verdes ojos de la joven y su hermoso rostro.
 
Definitivamente, debía hacer algo para alejarla de James Potter.