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Capitulo 10
Camino al amor
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Rin no había dormido tan bien en muchos días y al levantarse se sintió renovada. Cuando salió de su habitación para ver como estaba el día, se sorprendió cuando escuchó la voz de su amo dándole los buenos días. Con una sonrisa Rin le devolvió el saludo.
No se imaginaba que su amo había pasado la noche en vela pensando en ella y la forma de cómo conquistarla. Dando un paso para acercarse más, le dijo que dejaría el castillo por unos cuantos días. Aunque se sintió un poco triste, estaba feliz de que su amo se hubiera tomado la molestia de avisarle personalmente que estaría ausente.
“Quisiera que mientras estoy fuera te trasladaras de nuevo al castillo!”
Rin no dijo nada, solo analizó aquellas palabras, se había acostumbrado a estar sola pero no se sentía capaz de rechazar el pedido de Sesshoumaru. Notando que ella dudaba un instante, el youkai le dijo que había pensado que la habitación junto a la suya era la mejor opción. Por un momento, Rin dudó que hubiera escuchado bien y sin darse cuenta se le escaparon un par de palabras que resumía a la perfección las intenciones del príncipe.
“Estaremos muy cerca!”
La respuesta a las palabras de Rin fue una sonrisa tenue antes de elevarse y abandonar el castillo. Eso era justamente lo que Sesshoumaru quería, tenerla cerca para poder conquistarla y ser digno de su amor. Como si reaccionara de un encantamiento, Rin levantó la vista para ver a su amo en el aire, sin pensarlo levantó la mano y le gritó que se apresurara en volver.
Desde el aire, Sesshoumaru la miró y permitió que una expresión de felicidad fuera visible para Rin. Era muy reconfortante que ella recuperara su habitual vitalidad y le dijera que se apurara. Una vez que la figura del youkai desapareció en el cielo, Rin se sentó en el corredor a pensar en el pedido de su amo. No estaba segura si lo hacia porque la quería como ella deseaba, o si era una forma de pedirle perdón por haber sido grosero que no implicaba amor hacia ella.
Totalmente confundida, se dirigió hacia el castillo para hablar con Toki. Encontró al youkai descansando fuera del establo de A UN, con una expresión de felicidad iluminando su rostro. Al verla, Toki abandonó sus pensamientos y le dedicó una gran sonrisa mientras la estrechaba en un firme y cariñoso abrazo.
“Cómo estas pequeña?”
“Bien gracias…Toki quiero preguntarte algo!”
“Claro, lo que sea!”
Sin disimular su emoción, Rin le contó lo que el príncipe le había pedido. Toki escuchó sin interrumpirla, y cuando terminó le preguntó que pensaba ella de todo eso. Resoplando como escogiendo sus palabras, Rin le confesó que estaba emocionada.
“Y haces bien, aunque presiento que desearías que te lo dijera más abiertamente…tu sabes que él no es así!”
“Ya sé…”
Toki sonrió y la acarició en la cabeza como dándole ánimos. Feliz de haberle contado a alguien, se quedó con él todo el día. Los días se acumularon y Rin resolvió no mudarse del ala sur. Había conversado con
Soyomi y le aconsejó mudarse solamente si ella quería, no porque el príncipe se lo pidiera sin darle mayor explicación de sus razones. Cuando finalmente Sesshoumaru regresó de su viaje, lo primero que hizo fue preguntar donde estaba Rin.
“Debe estar en el ala sur mi Lord, porque no la he visto por aquí hoy!”
Sesshoumaru caviló un segundo, comprendiendo que su protegida no se había mudado como él quería y sin más, se encaminó a buscarla. Al llegar al ala sur, detectó el aroma femenino en la huerta. La encontró concentrada en sus plantas y cantando. Rin se percató de su presencia hasta que lo tuvo a su lado.
“Sesshoumaru…hace mucho que está ahí?”
“Llegue hace un rato, Rin porque no hiciste lo que te pedí?”
Torciendo los ojos al ver que su acostumbrada dominancia salía a flote casi sin querer, Rin suspiró preguntándole exactamente porque deseaba tenerla cerca. Entrecerrando los ojos levemente, Sesshoumaru supo que la pregunta de su protegida era justificada y buscó las palabras para hacerle entender que pretendía cambiar las cosas entre ellos definitivamente.
“Quiero que estés cerca porque…”
Rin lo miró con el corazón en la boca y al borde del desmayo, temía que le dijera algo que implicara agradecimiento pero en cambio, Sesshoumaru batalló consigo mismo por las palabras y entró en un mutismo desalentador. Sintiéndose desairada una vez mas, se levantó de donde estaba y en un murmullo le dijo que iría a buscar a Sukime.
“Espera un segundo…quiero que estés cerca porque no deseo estar solo!”
Rin se detuvo en seco al escucharlo y giró lentamente para verlo a los ojos sin sonriente. Había pasado tantos días fuera que verla sonreír fue como un elixir de alegría y se prometió a sí mismo no volver a salir. Soltándose su acostumbrada cola de cuando trabajaba, Rin le dijo que se pasaría mañana a primera hora.
“No!”
“No? Pero me acaba de decir que…oiga!”
“Recoge tus cosas ahora mismo!”
A Rin contuvo el impulso de decirle algo más, lo que realmente deseaba era poder abrazarlo, pero no estaba segura que esa demostración de cariño fuera bien recibido por el gélido youkai. Eso era otro asunto sobre el que había tenido mucho tiempo para pensar, no era tan ingenua como para no saber que ellos eran polos opuestos de la balanza. Ella suspiraba por cariño y contacto físico con el príncipe, y él, bueno…Sesshoumaru era el rey del hielo.
Rin no comentaba con nadie que pensaba en eso a menudo, todo aquel rechazo inicial y las cosas que Sesshoumaru le había dicho, analizándolas ahora, eran solo el reflejo de su personalidad. Con aquellos pensamientos empañando su felicidad, Rin caminó en silencio hasta su habitación, recogió sus cosas y se dirigió al castillo. Detrás de ella, Sesshoumaru se preguntaba que estaría pensando, porque la percibía tensa y triste.
En cuanto llegaron al palacio, Yoro les salió al encuentro. Al ver que Rin apretaba contra el pecho sus cosas, inmediatamente miró al Príncipe en espera de instrucciones. Con la cabeza baja y dominada por los pensamientos de la frialdad de Sesshoumaru, Rin esperó con el alma en vilo a que dijera algo.
“Prepara la habitación junto a la mía, ella dormirá ahí a partir de ahora!”
“De inmediato mi Lord…bienvenida pequeña!”
“Gracias Yoro-sama!”
Tímidamente Rin se volteó para ver a su amo y dedicarle una sonrisa más bien melancólica, antes de decirle que iría en busca de Sukime para contarle la buena nueva. Sesshoumaru no exteriorizó su preocupación por aquella sonrisa tan triste, era como si en un abrir y cerrar de ojos, una gran tristeza se hubiera apoderado de ella. Eso lo atormentaba porque estaba haciendo su mejor esfuerzo para cambiar las cosas entre ellos.
Rin encontró a Sukime tomando un té en su habitación y se puso tan feliz de verla que se sintió revitalizada y pudo olvidarse de sus preocupaciones. Después de estar un buen rato con su nana, fue al establo a visitar al dragón y de paso ver a su confidente. Sin embargo, lo que encontró fue al príncipe recostado a una de las paredes del establo.
“Sesshoumaru…me estaba esperando?”
“Supuse que vendrías a ver a tu mascota, que dijo tu nana?”
“Se puso feliz!”
“Y tu, estas feliz de vivir de nuevo aquí!”
“Si claro!”
Sesshoumaru se la quedó viendo detenidamente, porque era más que obvio que algo le pasaba y él no lograba descifrar que. Era bastante complicado tener que lidiar con sus nuevos sentimientos, para tratar de entender la mente de una mujer humana. Una vez que el dragón tuvo su dosis de mimos y palabras cariñosas, lo que Sesshoumaru deseó fuera para él, le sugirió dar un paseo por el jardín antes de cenar.
Tuvieron una cena silenciosa, solo ellos dos. Rin esperó que le hablara de algo, pero como Toki había dicho días antes, así no era él y ella se había enamorado de su amo con todos sus defectos y virtudes. Para el youkai, aquella cena fue una llamada de alerta, si no hacia algo y pronto, estaba claro que la felicidad se le escurriría entre los dedos.
……………………… 8230;………………
Dos semanas después…
Era de noche y Rin permanecía despierta pensando que entre ella y Sesshoumaru prácticamente era todo igual. Cenaban y paseaban por el jardín sin apenas hablar. La verdad era que la poca facilidad de Sesshoumaru para expresar cualquier sentimiento, estaban empujando a Rin a un abismo de desesperación que devoraba su alma, en pequeños bocados. Incorporándose del futón, se puso la yukata y salió de su habitación, una vez fuera y casi sin darse cuenta, empezó a caminar hacia el ala sur.
En la habitación contigua, Sesshoumaru tenía los ojos cerrados pero estaba concentrado en ella. Sabía de sobra que tenía días de insomnio y sospechaba que todo era su culpa. Al percibir que nuevamente se levantaba para caminar a oscuras, decidió que esa noche la traería de vuelta. Poniéndose de pie, anudó bien la yukata a su cintura y dando un leve suspiro salió.
Los últimos dos días el clima había estado ligeramente tormentoso y parecía que esa noche finalmente tendrían tormenta. Sesshoumaru no había terminado de bajar las escaleras, cuando el cielo se abrió y la lluvia arreció sobre el castillo. Apresurando el paso, llegó al ala sur en un santiamén, solo para encontrarla de pie bajo un árbol, empapada hasta los huesos. Al pararse frente a ella, Rin levantó la cara y el príncipe se dio cuenta que estaba llorando. Con delicadeza, le limpió las lágrimas y le preguntó que hacia ahí con semejante clima.
“Es que no podía dormir!”
En ese momento, el cielo retumbó con un trueno y Rin se sobresaltó. Era obvio que aunque era una mujer, seguía teniéndole miedo a las tormentas. Ofreciéndole su única mano como guía, Sesshoumaru le pidió que por favor regresaran sino quería enfermarse.
“Acaso importa si me enfermo?”
“Importa mucho, a mi me importa!”
Al escucharlo tan decidido, Rin sintió el corazón estrujado y se pegó a él, aferrándolo con firmeza. Una vez en el castillo, la condujo directo a su habitación. Ambos estaban empapados y Rin empezaba a estornudar. No se dio cuenta que estaba en el cuarto de su amo hasta que le alcanzó una de sus yukatas con una manta para que se secara y cambiara.
“Estaré afuera!”
Rin lo observó salir de la habitación boquiabierta, finalmente parecía comportarse como si le importara y eso la emocionaba mucho. Deshaciéndose de su pijama mojada, se secó y luego se cubrió con la yukata de su amo. No le importó lo holgada que le quedaba, porque era como un sueño vestir una prenda que fuera de él.
Una vez vestida salió de la habitación y encontró a Sesshoumaru en el corredor viendo la torrencial lluvia caer. Acercándose, le dio las gracias por ir a buscarla dándole las buenas noches y entrando a su habitación. Sesshoumaru la vio por el rabillo del ojo y se quedó un instante más donde estaba. Una vez que estuvo solo, entró a su habitación y con ropa seca, fue hasta el cuarto de al lado. Rin estaba echa un puñito en su futón completamente despierta.
Sentándose frente a ella, la tomó de la muñeca y la escudriñó con la mirada un instante antes de decir algo. Rin se estremeció ante semejante mirada, sin pronunciar palabra esperó aturdida que le explicara su comportamiento.
“Porque te vas en medio de la noche al ala sur?”
“Porque sí!”
“Eso no es una respuesta!”
“Es la única que tengo!”
“Mientes, quiero saber porque!”
Nerviosa, Rin tragó saliva, la miraba tan fijamente que no podía pensar con claridad. Había algo diferente en la voz de su amo y eso la erizaba, no porque fuera malo, sino porque sonaba a genuino interés en saber la razón de sus escapadas nocturnas. Sin inmutarse un ápice, el youkai siguió esperando una respuesta, lo emocionaba que la piel bajo su garra palpitaba, transmitiéndole la agitación que Rin sentía.
Con voz pausada, le preguntó otra vez porque dejaba su habitación, lo que más deseaba era lograr que ella durmiera a su lado la noche entera, como cuando era niña. Para él, sería el principio de cosas más agradables y gratificantes entre ellos.
Aturdida, Rin quería liberarse pero al mismo tiempo su cuerpo se negaba a obedecer. No se atrevía a confesarle sus miedos, prefería caminar hasta el ala sur para llorar como una niña desconsolada hasta el amanecer. Comprendiendo que no lograría liberarse sin dar una explicación clara, respiró profundo para empezar a hablar.
“Nada es diferente, yo sigo enamorada y usted no…!”
Ella contuvo las lágrimas con dificultad y mantuvo la penetrante mirada. Estaba como petrificada y todo su cuerpo pulsaba, los latidos de su corazón eran erráticos y sentía seca la garganta. Sesshoumaru la miró largamente antes de decir algo, pero cuando lo hizo, se esforzó por transmitirle los sentimientos que plagaban su corazón por primera vez en su vida.
“Quiero que te quedes toda la noche en mi misma cama, me gusta como se siente tenerte cerca, tu olor y la suavidad de tu piel…porque tu corazón late tan rápido justo ahora?”
Rin todavía estaba saboreando las palabras de su amo, cuando aquella última pregunta, le recordó exactamente con quien estaba hablando. El podía percibir todo a su alrededor, sin el más mínimo esfuerzo, por lo que saber cuan rápido latía su corazón, no era gran cosa.
“Estoy emocionada, nerviosa, asustada…todo al mismo tiempo!”
“Pero eso es felicidad?”
“Si!”
“Humanos!”
Sesshoumaru lo dijo sin ningún desprecio o mofa, era simplemente una expresión que reflejaba lo diferente que era una raza de la otra. Dando por terminada aquella discusión, la obligó a levantarse y la condujo a su habitación. Acostándose en el futón, la atrajo hacia él. Tímidamente y con el estómago en la garganta, Rin se pegó a él apoyando la cabeza en su pecho. Se estaba quedando dormida al calor corporal de Sesshoumaru, cuando escuchó la voz de su amo en un susurro.
“Me gusta tu rostro cuando sonríes, tus ojos se iluminan!”
Rin comprendió que eso era lo más cercano a un cumplido y no pudo controlar las lágrimas. Sintiendo la humedad en su pecho, el youkai alargó la mano y acarició la espesa cabellera de su protegida hecha mujer. Mujer que ahora era la causante de un placer físico y emocional que el demonio jamás pensó encontrar o necesitar.
A la mañana siguiente cuando Rin despertó, pensó que dormir con Sesshoumaru había sido un sueño. Sin embargo al moverse y sentir el peso de alguien más detrás de ella, ahogó un suspiro. Lentamente giró sobre su costado para contemplar el rostro dormido del príncipe. Se veía tan sereno y bello que se le hizo un nudo en la garganta.
Incorporándose sin hacer ruido para no despertarlo, se acomodó muy cerca para poder contemplarlo, como si fuera un espejismo que en cualquier momento iba desaparecer. Mientras lo veía, recordó cada detalle de la noche anterior y cerró los ojos emocionada. En ese momento, Sesshoumaru abrió los ojos y lo recibió la sonrisa de Rin. Durante la noche, la había visto dormir y las palabras de Toki habían resurgido en su mente como una grata sentencia, realmente era un placer inesperado dormir al calor de Rin.
Algo nerviosa, le dio los buenos días con una expresión tan feliz que el príncipe se sintió profundamente cautivado y se sentó para estar frente a ella. Al tenerlo tan cerca, el pulso en sus venas se aceleró y comenzó a hablar nerviosa, dándole las gracias por haber ido a buscarla, prestarle su yukata, preocuparse por su salud y dejarla dormir con él. En medio de aquella emocionada retahíla, Sesshoumaru le acarició la mejilla y le dio un beso en la frente, murmurando que hablaba demasiado. En ese instante, se escuchó la voz de Sukime llamando a Rin, volviéndose acostar, Sesshoumaru siguió durmiendo.
“Ve con tu nana!”
“C-claro!”
Cuando Rin salió de la habitación del príncipe, vistiendo una de sus yukatas, Sukime se quedó helada. Riéndose ante la expresión de su nana, le contó lo sucedido al borde del desmayo. La anciana la escuchó igual de emocionada y no dando crédito a sus oídos, el príncipe sin duda se estaba comportando como un youkai enamorado y eso solo significaba que tendría a su niña feliz.
Viendo a Rin emocionada, Sukime se preguntó si ella comprendía que dormir juntos era solo el principio de la relación y si todo marchaba bien, pronto serían una pareja en todo el sentido de la palabra. Sin embargo, la anciana se guardó aquellas preguntas para si misma, permitiéndole a Rin disfrutar de su momento.
“Ay nana perdona es que estoy tan emocionada, me venías a buscar para algo en especial?”
“Ahh claro, ya terminé dos de tus kimonos nuevos!”
“En serio? Que bueno!”
Sukime le entregó los vestidos y Rin suspiró emocionada. Con una expresión que reflejaba su felicidad, entró a la habitación para probarse los kimonos. Ambos la hacían lucir hermosa, conservando los tonos oscuros que tanto le gustaban al príncipe.
“Luces hermosa!”
“Gracias nana…verdad que no estoy soñando?”
La youkai se rió y le dijo que estaba bien despierta, disfrutando de las atenciones del amor de su vida. Llevándose la mano a la mejilla, Rin saboreó esas palabras y luego le pidió a su nana que la acompañara a comer algo.
“Yo encantada desayuno contigo, pero y él?”
“Está durmiendo, volveré en cuanto termine!”
Sukime la siguió contagiada de felicidad, en camino hacia la cocina, Rin evocó el calor corporal de su amo y dejó escapar un gran suspiro, sonriendo sin darse cuenta. Una vez que comió, fue al establo para contarle a Toki las buenas noticias. Al llegar, el youkai la recibió con la mas brillante de las sonrisas, escuchando con atención mientras la pequeña le contaba de la noche anterior.
“Me alegra que entre ustedes las cosas vayan tan bien!”
Rin notó un dejo como de nostalgia y le preguntó si pasaba algo malo. Con una sonrisa melancólica, Toki le contó que en la tarde dejaría el castillo por un tiempo; tenía algo muy importante que hacer lejos del palacio.
“Pero que es tan importante?”
“No puedo decirte pequeña, me llevaré a A-UN así que te prometo volver!”
Rin solo bajó la cabeza presa de la tristeza. La súbita partida de su amigo le enturbiaba la felicidad pero notando que Toki estaba animado, no dijo nada más y se esforzó por sonreír.
“No te pongas triste pequeña!”
“En serio vas a volver?”
“Si!”
“Esta bien…!”
Como resignada, Rin sonrió sinceramente y le dio un gran abrazo. Luego caminó hasta su habitación y se sentó en el corredor a admirar el día soleado y tibio. Pronto, la temperatura subió y Rin empezó a cabecear, estaba a punto de recostarse en el suelo, cuando sintió el apoyo de una mano fuerte con garras.
“Que haces aquí afuera? Si tienes sueño deberías estar adentro…!”
Sesshoumaru no siguió hablando, sin avisar, Rin se acomodó en su regazo buscando el confort de su pecho. El youkai sintió un hueco en el estómago al sentir que ella deslizaba las manos entre sus ropas, como cuando niña, murmurando algo de que Toki se iba. Aflojando todo su cuerpo, el youkai dejó que ella se pegara completamente a él en un abrazo desesperado.
Estaba enterado del viaje de Toki y sabía que Rin reaccionaria con tristeza, lo que no se esperaba era que aquella triste noticia, le generara placer. Con Rin acurrucada a su pecho le aseguró que su amigo regresaría. Con una vocecita apenas audible, le preguntó desde cuando estaba enterado.
“Me lo dijo hace dos días…pero Rin?”
Adivinando lo que trataba de decirle, Rin se movió para darle un beso en la mejilla y asegurarle que estaba feliz con él.
“Perdón, es solo que me tomó por sorpresa!”
“Entiendo…te ves hermosa con tu kimono nuevo!”
La respuesta fue estrujarse un poco más contra él haciendo las delicias de Sesshoumaru, que estaba encantado de tenerla así, demostrándole como era que una mujer humana expresaba su amor.
……………………… 8230;……