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Capítulo 9
Limando asperezas
……………………… 8230;
A la mañana siguiente, Rin despertó mas tarde de lo normal y sin muchos deseos de levantarse. Había soñado con su familia y el desprecio de Sesshoumaru, y eso la desanimó para disfrutar aquella soleada mañana. Lo mas extraño de todo, era que en su sueño escuchó la voz de su amo tranquilizándola, se había sentido tan real que le daban ganas de llorar.
“Que tonta, él me odia. Sukime esta equivocada, igual que Toki, solo quiere hacerme sufrir por decirle mounstro y ser rebelde!”
Dando varias vueltas en la cama incómoda, decidió quedarse un rato más antes de ir al huerto. Cuando finalmente se decidió caminó hasta sus `dominios' sin mucho entusiasmo, atormentada por el recuerdo tan real de la voz de su amo.
Iba tan distraída que no se dio cuenta que Sesshoumaru la estaba esperando caminando entre sus flores y vegetales. Estaba detallando el trabajo de su protegida, era visible el gran amor y dedicación que le ponía aquel pedazo de tierra, y aunque no se reflejaba, estaba impresionado.
Al verlo de pie frente a sus amadas flores y vegetales, Rin soltó sus herramientas y corrió para enfrentarlo, cualquiera que fueran sus intenciones. Sin inmutarse, la vio ponerse frente a él con una actitud muy agresiva, tanto que sus ojos brillaban intensamente.
“Que hace aquí?”
“Como dije hace unos días, es `mi' castillo!”
“Pero es `mi' huerto!”
Sesshoumaru no dijo nada por un par de minutos, pero Rin se mantuvo firme, le daba horror que fuera a destruir su preciado huerto a manera de venganza. Algo confundida por la actitud extraña del youkai, la pequeña bajó los brazos y trató de relajarse. La verdad es que no quería pelear con su amo, no después de haber tenido sueños tan amargos.
El youkai la observó atentamente, el cambio de actitud fue tangible al instante, permitiéndole a él hacer lo mismo. Dando un suspiro liberador, Rin se movió para recoger sus herramientas y ponerse a trabajar.
“Va destruir mi huerto?”
“Porque habría de hacer algo parecido?!”
Rin no le contestó, solo se encogió de hombros mientras se acomodaba las mangas del kimono para que no le estorbaran al trabajar. Luego se hizo una cola se arrodilló y en pocos minutos estuvo absorta con sus quehaceres.
Caminando sigilosamente, Sesshoumaru se sentó en un tronco caído que había no muy lejos y así tenerla cerca pero sin invadir su espacio. En medio de su faena, Rin miró por encima de su hombro al youkai sentado cerca de ella, sintió un escalofrío porque era como estar de vuelta en su niñez, cuando su amo la protegía y se preocupaba por ella.
(Que le pasará? Soyomi me dijo que…es mejor no pensar estupideces…él me odia!)
Mientras ella trabajaba, Sesshoumaru recordaba todos los momentos de su vida juntos. Eran tantos que no se imaginaba como había podido suprimirlos todos juntos. Las horas pasaron silenciosas y pronto fue la hora del almuerzo.
Dejando de lado sus herramientas, Rin se limpio las manos con un poco de agua que llevaba en un recipiente y sentándose a la sombra de un árbol, sacó su comida y viendo de reojo al visitante impávido, se llevó pequeños bocados a la boca.
De pronto, Rin recordó algo que siempre la había tenido con la duda. Consciente que Sesshoumaru la escucharía aún cuando susurrara, no se esforzó en alzar la voz.
“Porque nunca come nada?”
Sesshoumaru la miró con los ojos entrecerrados, sintiendo un agradable escalofrió en toda su piel, en ese momento no podía percatarse que aquella sensación era por recibir la amabilidad femenina. Por un instante, meditó con los ojos cerrados sobre su respuesta y luego con voz serena le dijo que si comía de vez en cuando.
Rin lo miraba con sus hermosos y expresivos ojos sin decir nada, le parecía un sueño que le hubiera respondido y eso le alegró el resto del día. Durante todo el tiempo que estuvo en el huerto, Sesshoumaru no se movió de donde estaba; porque cuidarla lo llenaba dándole sentido a su vida.
De vez en cuando, Rin miraba sobre su hombro para comprobar, con el estómago hecho un nudo, que su amo continuaba ahí. Nerviosa, empezó a pensar que probablemente la equivocada era ella y los demás tenían razón. A pesar de la emoción de aquel cambio de actitud, una parte de sí se negaba a ceder tan fácilmente después de todo lo que él le había dicho.
(Tengo que…que hacer? Y si sigue comportándose de esta manera, significara que me quiere o algo así? Mmm, no sé que pensar!)
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de su amo, y tragando grueso ella se volteó para mirarlo.
“Rin termina ya, pronto va llover!”
Ella miró un segundo hacia el cielo y pudo notar unas nubes negras algo alejadas. Cerrando los ojos un instante respiró profundo y luego empezó a recoger sus cosas. Se sobresaltó cuando sintió al youkai junto a ella, pidiéndole que le entregara las herramientas.
“Dame las herramientas!”
“Yo puedo sola!”
“Dámelas, tienes una cortada en la mano derecha!”
Incrédula, Rin observó su mano y vio que la tenía ensangrentada; estaba tan abstraída por el comportamiento de su amo, que no se había percatado de la gran cortada en su palma. Limpiando la sangre directamente sobre su kimono, se puso de pie y caminó junto a su amo en silencio.
Una vez en el ala sur, ella pensó que su amo la dejaría sola pero le tenía preparada otra sorpresa más. Sintiendo el ardor de la cortada escocer su piel, Rin se apresuró a buscar el ungüento que Rua le había dejado días atrás, una tela limpia para el vendaje y un poco de agua.
Una vez que tuvo todo eso, salió de su habitación y se sentó en el piso dispuesta a curarse. Estaba a punto de meter la mano en el agua, cuando se dio cuenta que Sesshoumaru seguía ahí, en silencio y con una expresión algo suavizada, el youkai se sentó frente a ella.
Con los ojos desorbitados, Rin lo observó enterrando en su interior el deseo de rebelarse contra la ayuda de su amo. Era mas fuerte la emoción que sentía sin contar que los latidos de su corazón eran ensordecedores. Sin decir nada, Sesshoumaru tomó la mano y la limpió cuidadosamente sumergiéndola completamente en el agua.
Aunque carecía de una mano, su habilidad era admirable y en un abrir y cerrar de ojos, la herida estuvo completamente limpia. A ella se le escapó un suspiro cuando su amo secó el exceso de agua con la manga de su kimono, como si fuera la cosa más natural del mundo.
Una vez que la herida estuvo completamente seca, cubrió la cortada con el ungüento y la vendó. Cuando llegó el momento de hacer un nudo, Rin lo ayudó sin que tuviera que pedírselo.
“Gracias!”
Sesshoumaru no le contestó nada, solo se puso de pie y se alejó caminando hacia el castillo, dejando a Rin más confundida que antes. Para el youkai aquella tarde había sido esclarecedora, no había duda que la amaba más que antes, más que a nada en el mundo y ahora su vida tenía un solo propósito, ser feliz a su lado.
Al llegar a su habitación se dejó caer en el suelo abatido, dejando que sus emociones se esparcieran por todo su cuerpo, cerró los ojos y una sola lágrima se escapó mejilla abajo. En completa armonía con sus sentimientos, esa noche pudo dormir toda la noche, despertando descansado y tranquilo.
……………………… 8230;…
Rin se había pasado todo el día con Sukime en el castillo, conversando y haciéndose mutua compañía, como era casi hora de cenar, se levantó y le dijo a su nana que iba buscar flores para alegrar el ambiente.
Sesshoumaru había permanecido oculto, pendiente de Rin en todo momento; quería probar que su fortaleza no era solo cosa de un día y tenía la idea perfecta para hacerlo.
Mientras ella recogía unas cuantas flores del suelo, el youkai se acercó sigilosamente y al estar cerca, la llamó por su nombre con voz firme. En el acto Rin se petrificó y aferró las flores en su mano, tomando aire para calmarse, se volvió para ver a su amo de frente.
Sesshoumaru se acercó a ella mirándola con los ojos llenos de brillo pero Rin no supo como interpretar semejante despliegue de emoción, por lo que parpadeó algo confundida, decidida a no desmayarse de la emoción.
Era dificultoso no ceder al temblor en sus piernas, porque tenerlo tan cerca, hacía que su corazón latiera enloquecido. Feliz de percibir la agitación de su protegida, Sesshoumaru le habló con voz grave y sedosa, en completa conciencia de que estaba dando una orden más que haciendo un pedido amable.
“Quiero verte en mi habitación después de cenar!”
“Como dice…en su habitación, para que?”
“No me cuestiones, solo haz lo que te digo!”
Ella sintió el estómago en la boca, pero le enfureció el tono agrio y golpeado que estaba utilizando. Apretando la boca para resoplar con furia, le lanzó una mirada rabiosa y le dijo con un tono seco y agresivo que se negaba.
“Me niego!”
“Te atreves a contradecirme?”
“Claro, no me gusta que me hable golpeado! Ya sabía yo que esa amabilidad era algo pasajero. Tráteme bien o déjeme tranquila, no pienso poner un pie en su habitación me escuchó? Mounstro loco de remate!”
Rin giró sobre sus talones y empezó a caminar indignada por la actitud de Sesshoumaru, un día era amable y el otro se volvía a comportar como un salvaje sin compasión. El príncipe la observó alejarse sintiéndose complacido, realmente le encantaba que le hablara de esa forma, como si fueran iguales sin miedo y con altanería.
Desde la seguridad de una rama, Toki había observado todo y se sentía como un padre orgulloso de ver a su hija defenderse como una pantera. Era claro que Sesshoumaru trataba de ganarse el afecto de la pequeña a su forma, pero quería estar seguro.
De pie con la vista fija por donde Rin se había alejado, Sesshoumaru resopló divertido, luego girando sobre sus talones, se acercó en silencio hasta estar justo debajo de Toki.
“Otra vez espiándome insolente?”
“Tiene una actitud muy recia!”
“Solo cuando trato de darle órdenes”
“Ósea que la estabas probando?”
“Tu que crees infeliz?”
La sonrisa en el rostro de Toki le iluminó el rostro y supo que pronto la pequeña tendría lo que mas anhelaba en el mundo, el amor de su testarudo amo. Con una expresión suavizada, el príncipe se perdió entre las sombras del atardecer y subió a su habitación.
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Sesshoumaru estaba en su futón completamente despierto, su cuerpo desnudo era cubierto solamente por una sábana de seda negra. Miraba insistentemente hacia la puerta, albergando la posibilidad de que Rin apareciera en el umbral en cualquier momento, vistiendo su delicada yukata verde claro con el cabello suelto, cepillado y oloroso.
Felizmente, ese momento no llegó y el youkai se encontró esperando por su protegida en vano. Al comprender que ella había hablado en serio, se permitió sonreír. Respirando profundo, llevó su mano para hacer presión sobre si mismo y así evitar que su piel se hinchara motivada por los pensamientos de Rin.
La fortaleza y altanería de su protegida se habían convertido en rasgos muy estimulantes y atractivos. Desde el día que curó su mano, había dejado el paso libre a los deseos que una vez tuvo con ella. Deseos de besos, abrazos y contacto íntimo.
Años atrás se había desvelado durante noches enteras, imaginando lo que se sentiría hacerle el amor, besarla y dormir con ella todas las noches. Ahora, era como si el tiempo se hubiera detenido porque seguía enamorado de ella y deseaba hacer sus deseos realidad.
Deslizando su mano bajo la manta, calmó el ardor de su piel diciéndose a si mismo que pronto la tendría a su lado calentado sus noches. Una vez que logró controlar sus impulsos físicos, se puso de pie cubriéndose con el kimono púrpura junto a su futón y salió en dirección al ala sur.
Al llegar a la habitación de Rin, entró sin hacer ruido y la contempló mientras dormía. Se había rendido al sueño tan solo un par de horas antes, pensando en el pedido de su amo. Lloró en su lecho hasta el cansancio, convencida que se burlaba de ella.
Sesshoumaru se sentó para verla de cerca y así detallar todas y cada una de sus facciones, arrepintiéndose de haberle dicho que era fea e insignificante. Rin era tan bella que le quitaba el aliento, una de las mujeres más hermosas que él hubiera tenido la suerte de ver en toda su vida.
Verla dormida removía tantos recuerdos que no pudo controlarse y con delicadeza, le apartó varios mechones que caían suavemente sobre su frente tibia y delicada. Aprovechando que estaba ahí, llevó sus dedos sobre el apacible rostro y la sonrisa volvió asomarse tímidamente en sus labios.
Inclinándose un poco más, dejó que el aliento femenino rozara su piel; se sentía maravilloso poder estar junto a ella, por lo que suponía iba ser mejor cuando pudiera disfrutar de sus demostraciones de amor.
Contaba con eso, porque aunque tenía claro que la amaba, no estaba seguro de poder satisfacer su necesidad afectiva. Tendría que aprender abrazar y esperaba que ella fuera paciente y en cierta forma se convirtiera en su maestra.
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A la mañana siguiente…
Rin abrió los ojos sin prisa, bostezando y sin percatarse que en su habitación había alguien más. Al girar sobre su costado reconoció al príncipe y se levantó de golpe. Sobresaltada, su primera reacción fue tratar de cerrar la yukata que estaba floja sobre sus hombros.
Estaba tan nerviosa, que en su intento por ajustar la seda, sus dedos la traicionaron y la tela más bien resbaló sobre su cremosa piel, dejando su hombro expuesto a los ojos youkai, que la miraban extasiado. La mirada de Sesshoumaru calentó a Rin por dentro, desde la punta de los pies hasta la cabeza.
Furiosa por aquella intromisión, se aclaró la garganta para pedirle que se fuera. Ignoraba que su cuerpo la estaba traicionando de forma silenciosa, se sentía excitada y eso se reflejaba en su aroma corporal que el príncipe percibía con claridad.
Apartando la mirada, finalmente movió sus manos calmadamente y la yukata cubrió su hombro. Luego, con voz pausada pero ácida le pidió que se fuera.
“Que hace aquí? Váyase!”
Sesshoumaru no le dijo nada, se limitó a admirar cada detalle de su rostro, regocijándose con la visión de hermoso cabello revuelto. Cuanto ansiaba poder acariciar aquella melena. Estaba decidido a hacerla suya sin importar el tiempo que le llevara.
Dándose cuenta que aunque vociferara, Sesshoumaru no se iría, respiró profundo y estiró la mano para tomar su peine. Sin embargo, sus dedos no encontraron el diminuto utensilio y ella lo buscó desesperada.
“Buscabas esto?”
Al levantar la mirada, Rin vio su peine en manos de Sesshoumaru que se lo ofrecía con la mano abierta. Haciendo una mueca de desconcierto, tímidamente tomó el peine y dándole la espalda empezó a cepillarse.
“Me parece que ese peine te lo regalé yo!”
Rin interrumpió su ritual de golpe, era prácticamente imposible que recordara aquel regalo. Se lo había dado un día cualquiera cuando tenía más o menos 11 años y para ella era un tesoro del que no se podía separar.
Olvidando por un instante que no estaba sola, cerró los ojos y recordó el momento preciso de aquel regalo, una tarde soleada en el jardín principal. Sin atreverse a darle la cara, le dijo que si, el peine era un regalo suyo.
Rin siguió peinándose bajo la mirada atenta del príncipe. Quería gritar y salir corriendo pero estaba decidida a mantener su ecuanimidad. Acongojada por que Sesshoumaru no daba indicios de irse, le preguntó cuanto mas pensaba quedarse ahí sentado.
“Se va quedar ahí? Deseo bañarme y no quiero que me vea!”
“Me gustaría verte pero será cuanto tu quieras. Te esperaré afuera!”
Rin no pudo evitar sonrojarse hasta las orejas al escucharlo, el tono de voz era tan sensual y cautivador que sintió escalofríos y de pronto imágenes de ella y el príncipe tomando un baño juntos, pasaron frente a sus ojos como un relámpago.
Todo el baño Rin repitió las palabras de su amo sin cesar, que significaba eso, porque estaba sentado viéndola como si la cuidara, con una mirada que la emocionaba. Mordiéndose el labio nerviosa, Rin terminó de bañarse, olvidando que el príncipe la estaba esperando.
Cuando salió un rato después, se sorprendió de verlo esperándola. Tenía el saco de herramientas en la mano y en cuanto la vio empezó a caminar hacia el huerto. No muy segura que no estaba en sueño, lo siguió en silencio. Una vez en el huerto, le puso las herramientas en el suelo y fue a tomar su lugar en el tronco. Una vez ahí, le dijo que en la tarde no trabajaría.
“Como dice, porque?”
“Saldremos después que almuerces en el castillo con tu nana!”
“Sukime estuvo de acuerdo?”
“Hai!”
Rin resopló y no dijo nada más; la cabeza le daba vueltas y sentía tanta emoción y nervios que las mejillas se le pusieron calientes. Sesshoumaru parecía una versión amable de si mismo, aunque conservaba su aire misterioso y frió que ella tanto amaba.
……………………
Al finalizar la jornada, Sesshoumaru tomó las herramientas y caminaron de regreso. Una vez que dejó las herramientas en su sitio, el príncipe le dijo que su nana la esperaba en la cocina.
“Estaré en el jardín cuando termines!”
Aun sin comprender en que realidad estaba, asintió con la cabeza y se dirigió a la cocina con paso apresurado. Al llegar, todos estaban esperándola, Soyomi, Rua, Yoro, Yuma y Sukime.
“Hola!”
Todos sonrieron y casi al unísono le preguntaron que estaba sucediendo. Con el estómago hecho un nudo, les confesó que no estaba muy segura, porque a pesar de ser el mismo serio e impávido youkai, el príncipe parecía haber cambiando.
Uno a uno, todos coincidieron que lo del príncipe parecía una conquista. Avivando las ilusiones de Rin, Yoro le relató como le había pedido que preparara aquel almuerzo porque no quería que comiera sola.
Ella los escuchó como sumergida en su baño, sabia que se referían al príncipe y a ella, pero era demasiado hermoso para ser real, sin embargo, ahí estaba rodeada de sus amigos por orden del youkai.
Emocionada, dio un rápido vistazo a su herida pasando los dedos suavemente por la venda. La única que se percató de aquel gesto fue Soyomi, que no dudó en ponerla en evidencia
“Porque te tocas esa venda con el alma en vilo?”
“El me curó anteayer y me cambió la venda hoy!”
“Ha! Viste? Pronto tendrás a tu príncipe…ya era hora que ese sujeto reaccionara!”
Rin se echó una risita y puso la mano vendada sobre su pecho. Por el momento disfrutaría de su almuerzo ansiosa de saber donde la llevaría su amado príncipe.
En medio del animado almuerzo, entró Toki. Tomando asiento junto a la pequeña le preguntó si su amigo se estaba portando bien. Ella se puso tan roja que fue Soyomi quien se encargó de contarle al youkai lo atento que se estaba portando el príncipe testarudez.
“Ya veo, me alegro pequeña mas vale tarde que nunca. Estas feliz?”
“Aja mucho pero…”
“Durará no te preocupes!”
Aliviada, Rin suspiró y siguió comiendo. Cuando terminó se despidió de todos y cada uno con un beso. Antes de salir al jardín, se alisó el cabello, se pasó las manos por el kimono y caminó en busca de su amo con paso agitado.
Una vez en el jardín, miró en todas direcciones y al no ver a su amo, se quedó esperando nerviosa, estaría de pie un par de minutos más y luego se iría a su habitación. No había pasado ni un minuto cuando Sesshoumaru salió de entre las sombras y deteniéndose frente a ella le pidió que lo siguiera.
El castillo entero los vio salir caminando juntos, por un momento Rin había pensado que se elevarían del suelo pero esto era mucho mejor, porque le recordaba cuando viajaban en busca de Naraku. Antes de dejar el castillo, Rin alcanzó a ver en el corredor, a Jaken despidiéndola con la mano y una gran sonrisa.
Tímidamente Rin levantó la mano y sonrió emocionada. Con voz pausada, Sesshoumaru le pidió que no se rezagara porque los estaban esperando.
“Esperando? Quien, para que?”
Sesshoumaru siguió caminado por un sendero que se adentraba en el bosque alrededor de su castillo, era un camino iluminado y muy marcado, por lo que Rin asumió que era utilizado por todas las personas que viajaban entre los poblados que circundaban el palacio.
La caminata fue considerable, hasta que llegaron a un tranquilo grupo de casas a la orilla del camino. Había varios niños jugando y al verlos, uno de los pequeños salio corriendo como si se tratara de una plaga. Sin poder evitarlo, Rin se paralizó al recordar como la trataban los aldeanos las veces que se había aventurado fuera del palacio y no siguió caminando.
Al notar que ella se paralizaba de golpe, Sesshoumaru se aproximó hasta ella y tomándola de la mano le dijo que nadie le iba tirar piedras o decirle palabras ofensivas. Impresionada, le preguntó como sabía eso, pero él se limitó a tirar de ella para que siguiera caminando.
Algo indecisa pero tranquila de ir tomada de la mano con su amo, Rin caminó pegándose completamente a él en una actitud que al príncipe le recordó cuando era una niña.
Sin embargo un minuto más tarde, Sesshoumaru sintió que ella trataba de separarse. Estrechando la mano entre la suya con suavidad, le habló pero sin verla, fijando la vista en el camino mas adelante.
“Me gusta como se siente tu cuerpo cerca del mío!”
A punto de desmayarse, Rin no siguió caminando obligándolo a detenerse. Cuando Sesshoumaru se volvió los ojos de Rin lucían tan brillantes que experimentó un agradable escalofrío, aferrándose a él con ambas manos, le habló con la voz quebrada.
“No juegue conmigo se lo suplico!”
Respirando profundamente Sesshoumaru buscó las palabras para responderle, sabía que permanecer en silencio no era justo para ella.
“No estoy jugando!”
Rin hizo cara de resignación y bajó la cabeza para esconder sus incipientes lágrimas. Su corazón le gritaba que todo era verdad, que no estaba soñando y ella deseaba creerlo con todas sus fuerzas. Inclinándose un poco hacia ella le levantó el rostro pidiéndole con gentileza que no llorara.
Torciendo la boca para no romper en llanto, Rin asintió con la cabeza y medio sonrió, al hacerlo Sesshoumaru le dedicó una mirada tan intensa que Rin se sonrojó al instante, no importaba que no le dijera nada, le bastaba con aquellas miradas para darse cuenta que como todos habían dicho, el príncipe trataba de conquistarla.
Siguieron caminando y el caminó se torció en una curva, justo detrás de unos árboles y por un sendero que se adentraba en el follaje había una casa. En la puerta los esperaba el niño que había salido corriendo antes, a su lado un anciano los miraba a la expectativa.
“Buenos días mi Lord! Tengo todo lo que me pidió!”
El anciano les sostuvo la puerta para que entraran, Rin parecía adherida a su amo sin saber que esperar de todo aquello. Estaba admirando la pulcritud de la casa, cuando sus ojos se toparon con una pila de sedas dispuestas en el piso, cada una más bella que la anterior.
Con los ojos desorbitados, Rin se soltó de Sesshoumaru y se arrodilló en el piso, pidiéndole permiso al anciano para tocar las telas. El hombre sonrió y con un movimiento de cabeza le dijo que para él sería un honor.
Sin entender muy bien aquellas palabras, Rin pasó sus dedos por las telas poniéndolas contra su mejilla para disfrutar de su suavidad. Todas eran telas oscuras con dibujos de flores, pájaros, hojas y formas geométricas haciendo contraste.
Complacido de verla, Sesshoumaru se aproximó hasta ella y casi pegados uno del otro, alargó la mano hasta rozarle el cuello y en un susurro le dijo que tenía una piel muy suave.
“G-gracias!”
“Te gustan? Serán tus nuevos kimonos”
“”
“Anciano, las llevaré todas!”
Ofreciéndole la mano para que se levantara, ambos se pusieron de pie, Sesshoumaru encontraba divertido ver la expresión emocionada de su protegida ante sus atenciones.
Era su forma de expresarle sus sentimientos. El anciano los miró un instante hizo un gesto de aprobación y luego extendió la mano. Mientras el pequeño empacaba las sedas el youkai le entregó diez monedas
“Un placer hacer negocios con usted de nuevo Príncipe Sesshoumaru! Hasta pronto”
Una vez que el paquete estuvo listo, el pequeño se aproximó a Rin y se lo entregó con una sonrisa, diciéndole que se iba ver muy linda con los nuevos kimonos.
“Gracias!”
Rin apretó el paquete contra su pecho y respirando profundo, salió de la casa hasta donde Sesshoumaru la esperaba. Dominada por sus sentimientos, caminó hasta pegarse a él y recostando su cabeza contra el pecho masculino, le dio las gracias en un suspiro.
Sin saber muy bien que hacer, disfrutó de aquella invasión de su espacio tan abrupta, como un manjar que le daban a probar por primera vez en su vida. Se quedaron así un par de segundos más y luego en silencio, Rin empezó a caminar estrujando el paquete como si de eso dependiera su vida.
Estaba un poco adelantada en el camino, cuando se volteó y le sonrió tan feliz que Sesshoumaru tragó grueso para soportar la emoción.
……………………… 8230;………
A/N: Que tal ese youkai haciendo el esfuerzo?
Besos y abrazos para todos. Gracias a Ceci, Stefi y Lou que siempre me apoyan. Gracias a todos por los saludos y felicitaciones por mi bebe!