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Capítulo 15

Todos necesitamos en quien confiar

Los sueños continuaron llenando sus noches día tras día, los dolores en su brazo eran constantes y sin embargo le aterraba que alguien lo supiera. No, mantendría su agotamiento y molestias en secreto hasta que fuera absolutamente necesario. Sin embargo, cuando salió esa mañana de la cabaña y vió a Van sentado en la rama del árbol; se dio cuenta que algo molestaba al pequeño y comprendió que al menos tendría que confiar en alguien aunque fuera a medias.

"Rin?"

"Hola Bebé como estás?"

"Quiero saber…porque duermes tan inquieta en la noche…?"

"Ah? Pero porque dices eso? No tengo idea de lo que estás hablando!" -Rin trataba de aparentar indiferencia y salud pero el pequeño estaba convencido que a su amiga le pasaba algo muy malo. Decidido a averiguar que era, entrecerró los ojos y con un leve gruñido empezó a hablar.

"Te puedo escuchar cuando te quejas en la noche!"

"Pero...Van yo…discúlpame…tienes razón no he podido dormir bien estos últimos días, me duele un poco el cuerpo"

El pequeño hanyou se lanzó de la rama donde estaba justo enfrente de Rin. Sus tiernos ojos endurecidos por la falta de confianza, los brazos en la cintura en actitud desafiante y los labios en un furioso puchero. Rin tuvo dificultada para contener la risa al verlo con aquella pose por de más arrogante, pero al notar el gran parecido con el príncipe, la risa se ahogó en su garganta de un solo golpe.

"Como que te duele, porque, te hiciste daño de alguna forma?"

"No pero no te preocupes es un dolor pasajero es porque como no duermo bien…"

"Tienes pesadillas no es así?"

"Ah! Pero…si, he tenido sueños extraños y por eso me cuesta descansar, pero por favor prométeme que no le dirás a nadie, no quiero preocuparlos!"

"Okasan dice que no estás comiendo bien, dice que es porque estás triste… Rin lo extrañas mucho?"

Los ojos de Rin se aguaron al instante y tragó en silencio, tratando de aparentar que ninguna de aquellas palabras era cierta. Ofuscada apretó los labios con fuerza y miró al niño frente a ella, el enorme parecido con su tío hacía más difícil el sonar convincente.

En ese momento se sintió acorralada y con una necesidad muy grande de poder desahogar su angustia. Algo dentro de ella se resistía a confiar en alguien, pero al ver la preocupación que embargaba a Van, supo que no era justo para el pequeño. Le acarició la mejilla un momento antes de arrodillarse frente a él. Cuando le habló la voz le salió debilitada y prácticamente inaudible.

"Demasiado…perdóname Van me siento bien aquí contigo, es solo que…"

El pequeño dejó que ella terminara de vocalizar la última palabra, los dulces ojos ámbar estaban muy abiertos y una insipiente sonrisa se dibujaba en sus infantiles labios.

"No importa, ya lo sabía, es que en las noches siempre dices su nombre!"

"…"

El color de las mejillas le subió tan rápido que Rin sintió como la sangre le calentaba la cabeza. Con una sonrisa resignada se sentó frente a él rodeándolo con sus brazos.

"Van que voy a hacer?"

"No puedes regresar verdad que no?"

"Imposible!"

"Y si encuentras un novio?"

"Ja ja ja ja ja eso sería un milagro encontrar alguien que me hiciera olvidar!"

"Pero tu no quieres olvidar o sí?"

"Oye! Estás seguro que solo tienes 8?" - Rin rió divertida la agudeza emocional de aquel niño mitad bestia era tan acertada que parecía un sabio y viejo hanyou. Como estaban tan cerca el pequeño sujetaba la cara de Rin con ambas manos, él no dijo nada pero su amiga estaba fría al tacto y su piel se veía marchita, escondiendo la desagradable sensación que eso le daba con una sonrisa, le preguntó que soñaba.

"Hai…Rin me puedes decir que sueñas?"

"Ah? Bueno…sueño que él esta acostado porque se siente muy mal, le duele mucho el pecho y me extraña, por eso me llama a gritos…pero es solo un estúpido sueño, un deseo reprimido. Por favor no le digas nada a nadie."

"Pero…bueno si me prometes comer mejor"

"Trato hecho"

Pasaron el resto del día en el bosque ayudando a Kagome, perdida en sus pensamientos Rin no se daba cuenta que Van la vigilaba muy de cerca y tampoco podía saber que estaba más pálida que de costumbre, y por eso en la mente de la miko se estaban desarrollando un sin fin de preguntas y temores por su bienestar.

Al anochecer las imágenes se colaron nuevamente hasta sus sueños en la rutina de intranquilidad que se habían convertido sus noches. Rin no tenía idea que ahora tenía un nuevo protector, temperamental y dedicado. Van felizmente había faltado a su promesa, y le había contado todo a su padres.

Ahora, Inuyasha estaba en el techo de la cabaña, con colmillo de acero reposando en su hombro. Tenía los ojos cerrados pero estaba concentrado en la intranquilidad con que Rin dormía, al tiempo que hablaba entre dientes para sí mismo.

"Desde que llegó ha estado triste y llora prácticamente todas las noches. Few! Y ahora esto. Es una tonta porque no nos dijo nada antes, como si no fuéramos a notar que está tan pálida como el torpe ese. Hermano eres un maldito estúpido!"

Inuyasha se quedó en silencio porque de pronto sintió como si una ola de energía maligna se escurriera dentro de la cabaña. Tan pronto como desenvainó a Colmillo de Acero, escuchó los gritos de Rin. Saltó del techo y estuvo frente a ella sosteniendo su cabeza, rogando que nada le hubiera pasado.

Rin estaba aturdida y encorvada sobre su estómago. Tenía nauseas y le ardían los ojos. La mortificaba tener el mismo sueño una y otra y otra vez, como un interminable desfile de cosas que creía eran producto de su despecho. Junto a ella Inuyasha estaba turbado, la ola de maldad que había atacado a Rin era muy fuerte, y sin embargo ella solo parecía un poco cansada y sin ningún daño evidente.

Cuando el hanyou la sujetó por el hombro le habló con una voz suavizada por la preocupación. Al sentir la mano de Inuyasha la joven mujer se sobresaltó pero inmediatamente respiró aliviada.

"Que tienes Rin porque gritas así?"

"Inuyasha?"

"Dime que tienes, estás herida?"

"No es solo que…me duele aquí!"

Rin estaba lívida y se señalaba el pecho. Inuyasha la inspeccionó rápidamente con la mirada y se percató que la energía había desaparecido, con cuidado la ayudó a acostarse y le limpió el sudor con las mangas de su haori.

"Ya duérmete yo me quedaré contigo para asegurarme que no te pase nada!"

"P-pero Inuyasha estoy bien solo fue un sueño…"

"No molestes eres nuestra responsabilidad ahora"

Rin no dijo nada, las palabras de Inuyasha la conmovieron hasta las profundidades de su alma. Más tranquila al saberse protegida por Inuyasha, acomodó la almohada y se dejó caer en el futón.

Estuvo unos minutos pensando en su sueño, esta vez le había parecido tan real que la presión en su pecho era algo más que un dolor lejano, en ese momento se sintió como una amenaza muy real.

Durmió el resto de la noche tranquila, saber que Inuyasha la cuidaba le daba seguridad. Junto a ella el hanyou no dejaba de maldecir mentalmente a su hermano mayor. La noche transcurrió en paz.

**Eres un miserable está enferma porque esta lejos de ti. Rayos!! Como me gustaría que dejaras esa necedad de la sangre pura. No debías haberla dejado sola. Miserable malagradecido!**

/////

Al despertar Rin se encontró con 4 ojos ámbar que la miraban con una mezcla de enojo y preocupación. Rin se mordió el labio inferior y tragó en silencio avergonzada. Lentamente y en silencio, se acomodó sobre el futón mirando a sus protectores.

Inuyasha se le acercó y la miró de cerca un instante como buscando algún vestigio de la energía que había atacado a Rin la noche anterior. Cuando comprobó que era la misma de siempre, se dejó caer en el piso con las manos cruzadas sobre el pecho.

"Y bien, quiero oírlo de tus labios!"

"Ahem!...Inuyasha gracias por ayudarme anoche!"

"Few! Eso no!! Quiero saber que demonios te pasa?"

Inmediatamente Rin se volvió hacia Van como si quisiera reclamarle por no guardar el secreto de su malestar, pero el pequeño se adelantó abrazándola con una gran sonrisa, imposible de resistir.

"Disculpa Rin, no iba a quedarme callado mientras te enfermas poco a poco. Además mi papá ya sabía que algo raro te estaba pasando. Verdad que si Otosan?!"

"mm! Estoy esperando Rin, que rayos fue lo que sucedió anoche?"

"No lo sé, discúlpame por favor no quiero ser una molestia… si es necesario puedo buscar otro lugar donde vivir!"

"NO!"

Van estaba de pie con los ojos entrecerrados y apretando los dientes, Inuyasha miró a su hijo asombrado y conmovido por aquella reacción tan intensa. El cariño que su primogénito sentía por Rin era único. Con una mano lo atrajo hasta él para que se sentara a su lado tratando de calmarlo.

Rin tenía una risa divertida dibujada a medias en el rostro, estaba consciente que no debía demostrar demasiado lo adorable que le resultaba ver al pequeño hanyou tan enojado con ella.

"Mira Van como esta medio enferma y ha vivido toda la vida con el torpe de tu tío se lo vamos a perdonar. No sabe lo que esta diciendo es una humana necia igual que tu madre ves?"

"Hai…Rin tu no te puedes ir entendiste?"

"Van…es que yo solo les causo molestias, ustedes son muy buenos conmigo y… Inuyasha no tengo idea de lo que me pasa!"

"Es culpa de el miserable ese no es cierto? Van dice que tienes sueños donde lo vez sufriendo!"

Rin se contrajo visiblemente afectada por la mención de Sesshoumaru y eso la hizo sentir débil y patética.

"Sí, pero también le dije a Van que era un sueño estúpido, él jamás podría estar sufriendo de esa manera, mucho menos extrañar mi compañía. Mi debilidad nada tiene que ver con los sueños que tengo. Es que últimamente no he tenido apetito pero prometo comer mejor de ahora en adelante"

Inuyasha no dijo nada, escudriñaba el pálido rostro buscando una explicación a la energía maligna que había presenciado tan solo horas antes. Había sido una energía poderosa y sin embargo, ella no mostraba ningún tipo de malestar y eso era muy intrigante. Apartando esa preocupación se levantó con un solo movimiento.

"Muy bien, creeré en tus palabras…por ahora!"

"Gracias Papa! Y Rin ya no andes hablando de irte de aquí!"

"Bebé que haría yo sin ti!"

"No sé, no lo averigüemos nunca!"

Durante los días siguientes Inuyasha vigiló de cerca a Rin para que respetara su promesa de comer bien. Cumplía esa promesa que sin ánimo porque lo que en realidad deseaba era quedarse a descansar en su cama. Aquellos deseos eran pasajeros porque Van siempre estaba a su lado para levantarle el ánimo y eso era lo que le daba fuerzas para seguir adelante.

Sentirse querida de aquella forma tan incondicional e intensa llenaba su corazón de esperanza. Quizás con el pasar del tiempo y llevando una vida tranquila en aquella aldea, los sentimientos por su amo podrían dejar de apresar su corazón y permitirle un poco de felicidad.

En las noches Rin lograba conciliar el sueño menos inquieta porque los sueños parecieron disminuir. Sin embargo, su brazo y falta de energías repentinas, se habían transformado en una dolorosa y constante agonía.