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Capítulo 17
Un aura distorsionada
Era un día soleado, lleno de los sonidos matinales y con una brisa refrescante. Rin estaba de pie en el umbral de la puerta y se sentía relativamente bien.
Había podido dormir sin sueños extraños dos noches seguidas. Continuaba soportando el dolor de su brazo en silencio para evitarles la preocupación a sus amigos. Kagome le había preparado hierbas para ayudarla a recuperar sus fuerzas y eso le había ayudado mucho.
Rin recorrió el paisaje con la mirada, era una mañana hermosa y hoy no quería desanimarse pensando en lo mucho que extrañaba a Sesshoumaru.
A tan solo unos metros, Miroku se fijó en ella cuando empezó a caminar y le pareció que arrastraba los pies. Preocupado, se concentró para ver el aura de Rin. El cambio era alarmante, tenía un color extraño y parecía una gran fluctuación de energías ajenas a la de Rin.
Miroku sabía que desde que se había separado de Sesshoumaru, su tristeza empañaba ligeramente el aura, sin embargo lo que observaba en aquel instante era energía confusa, oscurecida y muy perturbada.
Cuando Rin lo vió, lo saludó con la mano y una sonrisa. Quería ir hasta el río cercano para refrescarse la cara y caminar un poco. A medio caminó sintió una violenta punzada en su brazo izquierdo, incapaz de aguantar el dolor se detuvo, esperando que la molestia desapareciera.
Lejos de ella Miroku se preguntaba porque se había detenido y con horror vió como una energía violeta rodeaba a Rin por completo. En ese momento ella trató de caminar pero cayó de rodillas completamente abatida.
Miroku casi no tuvo tiempo de reaccionar Rin estaba tendida boca abajo en el piso como muerta, el aura que la envolvía parecía cambiar de color entre dorado y violeta. En el momento que Miroku iba a ayudarla vio a Kirara abalanzarse sobre Rin.
La encontró acurrucada y respirando con dificultad buscando amparo a lado de Kirara.
"Rin que te pasa?"
"Miroku-sama me siento muy extraña no siento el brazo!"
"Que dijiste?"
"…no puedo mover el brazo, Miroku que me está pasando?"
Miroku se arrodilló frente a ella y con una mano pudo comprobar que Rin estaba helada y pálida, como si la sangre hubiera abandonado su cuerpo. Al mirarla más de cerca Miroku comprobó que Rin lloraba desconsoladamente.
Con todo el cuidado que pudo Miroku tomó a Rin en brazos y se sentó en el lomo del animal. Al llegar a la cabaña Keiko jugaba con Van, cuando los vieron la única que reaccionó fue Keiko. Van tenía una expresión de horror y parecía clavado al suelo.
"Keiko rápido, ve por tu madre!"
"Hai!"
Antes de salir corriendo en dirección a donde se encontraba su mamá, Keiko puso su mano en el hombro de su hermano y le habló dulzura.
"Oi enano, abre la puerta!"
"Hoishi-sama que le pasa? Porque…!"
El pequeño hanyou no se movía de donde estaba y sus ojos estaban arrasados por las lágrimas. Verlo tan perturbado conmovió a Miroku más al sentir que al escuchar la voz del niño Rin parecía reaccionar ligeramente .
"Tranquilízate pequeño sólo está cansada, creo que no durmió muy bien. No llores ayúdame con la puerta si?"
Una vez dentro de la cabaña Miroku depositó a Rin con mucho cuidado en el futón. En cuanto estuvo recostada Van se acercó a ella y después de acariciar sus mejillas puso su cabeza en el pecho de Rin, de tal forma que podía escuchar los latidos de su corazón.
La primera reacción del monje fue decirle que se apartara, pero sus palabras se desvanecieron en sus labios al ver que Rin reaccionaba fugazmente, suficiente para rodear a Van con un brazo. Le pareció muy extraño que fuera el derecho, el brazo izquierdo estaba como sin vida a su costado.
Sin dejar de abrazar a Rin Van le habló a Miroku que continuaba observando la fluctuación de colores en el aura de su amiga. El color violeta estaba prácticamente desvaneciéndose mientras que un suave resplandor dorado rodeaba a Rin como un capullo. El monje frunció el ceño realmente preocupado, lo que estaba presenciando era algo totalmente nuevo para él. Percibía un gran poder pero no podía decidir si era bueno o malo.
"Hoishi-sama que le pasa?"
"No sé pequeño…"
En la puerta de la cabaña estaba Kagome con la mirada desorbitada al contemplar el semblante de muerte de su amiga. Detrás de ella, Inuyasha, Sango Shippou y Keiko observaban el triste panorama que representaba Rin en aquel instante.
Arrodillándose junto a ella Kagome puso su mano en la espalda de su hijo que lloraba aferrado a Rin. Se inclinó para hablarle al oído tratando de reconfortarlo.
"Van…"
"Okasan…puedes ayudarla?"
"Claro que sí mi cielo, ya no llores no soporto verte triste, tienes que ser fuerte por ella anda!" - Kagome ocultaba su turbación con una sonrisa para no alterar más a su hijo, al ver el semblante tranquilo y sereno de su madre Van sintió un gran alivio.
"Lo que tu digas mamá!"
"Quédate aquí con ella está bien?"
"Hai!"
Van se apartó para que su madre pudiera acercase a Rin, al pasar la mano sobre su frente Kagome se asustó, la piel al tacto era tan fría que daba escalofríos. Con una actitud determinada Kagome le pidió a Shippou fuego para poder preparar una bebida con sus hierbas.
Secretamente no estaba segura que aquella mezcla la ayudara demasiado, pero era lo único que podía hacer para tratar de protegerla de lo que fuera que deseaba hacerle daño en aquel instante.
No se escuchó ninguna respuesta más que el chirrido del fuego sobre los troncos. Una vez que encendió el fuego Shippou salió de la cabaña, se sentó de espaldas a la pared y se quedó en silencio. Inuyasha lo siguió con la mirada conteniendo sus propias emociones.
Frente al fuego y ayudada por Keiko, Kagome mezclaba hierbas con el ceño fruncido. Sango estaba sentada junto a Miroku acariciando su estómago como si protegiera a su bebé. Inuyasha miró de reojo a la exterminadora y le habló de forma tal que solo ella y Miroku pudieran escucharlo.
"Sango, sal de aquí, no expongas al bebé a esto!"
Sango detuvo sus movimientos asustada y sin pensarlo obedeció la petición del hanyou en silencio. Miroku vio a Inuyasha perplejo, no era común que su amigo se mostrara tan preocupado y ácido al mismo tiempo.
Con cuidado Keiko y Kagome le dieron a beber a Rin lo que habían preparado, el líquido se escurrió por los labios que tenían un color azulado, frustrada Kagome recurrió a la ayuda de su hijo.
"Van dile que abra la boca!"
"Rin es la medicina de Okasan tómala por favor!"
Rin hizo un sutil movimiento de boca y finalmente el precioso líquido bajó por su garganta. Pero seguía sin abrir los ojos y con el cuerpo flácido. Lo único que se escuchaba era las maldiciones entre dientes del hanyou sentado detrás de ellos. La suave voz de Van interrumpió la retórica de palabrotas de su padre.
"Rin abre los ojos, no puedes estar enferma, prometiste cuidarte Rin!!!"
"Déjalo tranquilo!!"
La voz de Rin era apenas inaudible y tomó a todos por sorpresa, ninguno se movió esperando que Rin dijera algo más. Al pronunciar aquellas palabras la voz de Rin estaba matizada por el odio y la desesperación, Al mismo tiempo su cuerpo luchaba por moverse.
"Déjalo tranquilo!!"
"Rin que te sucede a quien hay que dejar, Rin soy yo Van!"
"Déjalo tranquilo!!...Amo!"
Enfurecido Inuyasha se acercó a su hijo y le susurró algo al oído.
"Rin con quien hablas? Pelea, dile que te deje!"
"Apártate, déjame tranquila!!"
La voz de Rin sonaba decidida como si estuviera siguiendo el consejo de Van. Inuyasha sacó a colmillo de acero que pulsaba en su cintura como suplicando la liberación de su funda. La espada se tiñó carmín al instante creando una ráfaga de energía.
Al ver a su padre con la espada en la mano Van se abrazó con fuerza a Rin suplicándole que peleara con todas sus fuerzas. Al mismo tiempo un exasperado Inuyasha levantaba su espada mientras vociferaba.
"Demonios Rin abre los malditos ojos y pelea o te juro que te partiré en dos!"
"Noooooo!"
Rin abrió fugazmente los ojos y el brazo izquierdo se cerró sobre Van con fuerza, ella respiraba con la boca abierta y a empujones. Inuyasha sostuvo su espada que nuevamente tenía la apariencia de una arma vieja, con una sonrisa arrogante atravesada en el rostro la guardó nuevamente.
Kagome & Keiko lo miraban sorprendidas. Miroku respiraba aliviado viendo que Rin recobraba la calma y el color parecía retornar a su piel. Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue a Van sonriéndole. La expresión de Rin era de agotamiento pero sonreía.
"No llores Bebé, gracias por ayudarme…Inuyasha arigato!
"Few!"
"Gracias a todos!"
Rin se abrazaba al pequeño con los ojos cerrados. Miroku pudo ver las lágrimas deslizándose por sus mejillas y ambos brazos llenos de vida. El aura era un gran capullo dorado alrededor de Rin y Van. El monje se levantó y fue a reunirse fuera de la cabaña con Inuyasha, dejando a Rin al cuidado de Kagome y Keiko.
"Rin ya te sientes mejor, recuerdas algo?"
"…lo último que recuerdo es a Miroku y Kirara, hasta que escuché las palabras de Van…después ví un resplandor rojo frente a mí y a un perro blanco enfurecido…había algo en cielo, algo muy grande!"
"Como dices, un perro blanco?"
"Hai, un perro blanco con un collar en el cuello…estaba muy enojado conmigo pero quería ayudarme!"
Kagome, Keiko y Van se miraron sonrientes aquel perro enfurecido no podía ser otro que Inuyasha. Rin se sentó en el futón limpiando el sudor de su rostro y se rascaba el pecho distraída.
"Kagome que me está pasando?"
"No tengo idea, pero hace cinco minutos estabas muy pálida, además parecía que hablabas con alguien diciéndole `Déjalo', recuerdas algo de eso?"
"…era otra el vez ese sueño que no me deja tranquila…parecía tan real…creo" -Rin se detuvo sobre sus palabras como si dejara que sus ideas y pensamientos se fortalecieran en su cabeza. Kagome y Keiko la miraban a la expectativa para tratar de comprender.
Van sin embargo, era la viva imagen del desacuerdo. El pequeño no quería que Rin terminara de hablar porque tenía un mal presentimiento.
"Por lo que mas quieras Rin dinos que pasa?"
"Kagome yo creo que debo regresar…necesito saber que está bien!" - Anticipando la reacción del pequeño Rin se volvió a mirarlo con una sonrisa - "por favor no te enojes conmigo, ya no quiero seguir sintiéndome mal. Solo iré a verlo para comprobar que está más feliz que nunca, volveré rápido"
"Pero Rin…y cuando vuelvas nunca más estarás enferma? Podrás olvidarte de él para siempre?"
"Van que te sucede, no le digas esas cosas a Rin!"
"Está bien Kagome, él tiene razón si voy y compruebo que está bien creo que podré…estaré tranquila!"
En silencio Rin se recostó con los ojos cerrados con el impacto de las palabras de Van martillando su cabeza. No podía ser de otra forma, ella tenía que olvidarse de él y tratar de seguir adelante con su propia existencia a pesar de su amargura.
Frente a ella, Van bajó la mirada ante la silenciosa derrota de Rin, no comprendía muy bien aquel sentimiento que atrapaba a su amiga pero podía darse cuenta que sus palabras la habían herido. Sin decir nada, y a forma de disculpa se acurrucó junto a ella para hacerle compañía.
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