Rurouni Kenshin Fan Fiction ❯ De seres mágicos y bestias legendarias ❯ Epilogo ( Chapter 30 )
Bueno, ya conocen la rutina... No tengo NADA que ver con RK. Los personajes creados por mí, sin embargo son míos.
En este capítulo como en los anteriores, Enishi esta un poco OOC (fuera de personaje),
Espero comentarios al especto
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Epílogo: Despertares
Con los ojos entrecerrados, sentado sobre una esterilla en el pasto, la espalda apoyada contra un enorme árbol, estudiaba toda la actividad y bullicio ya extrañamente familiares a su alrededor.
Era sorprendente como podían cambiar las cosas... como podían cambiar las personas...
Si seis años atrás le hubiesen dicho que iba a estar rodeado de todas aquella gente y aún peor, disfrutando de su compañía, se hubiese echado a reír.
Pero allí estaba.
Seis años.
Parecía imposible...
Alguien se sentó en cuclillas a su lado.
- No eres del tipo de los que meditan... ¿Hay algo nuevo de lo que debamos ocuparnos, Enishi-san?
- No, a decir verdad, no. Solo estaba... pensando.
- ¿Recuerdos?- la mirada que el hombre recibió le dijo a las claras que eso era algo que nunca le sería revelado.- Lo siento...
- ¿ No tienes la sensación de que algo va a pasar, y muy pronto?
- No lo sé, tú dime... Tú y tu mujer son los expertos en esas cosas...
- Predecir el futuro ciertamente no está entre nuestras habilidades...
- Sí, lamentablemente. Si fuera de otra forma tú y yo nos hubiésemos llenado los bolsillos apostando.
- No necesito apostar para tener los bolsillos llenos... Pero eso me recuerda que anoche recibí la visita de alguien que reclamaba un pago de treinta guineas inglesas por una apuesta que aunque fue hecha en mi nombre, yo nunca realicé... Y debí pagarlas...
- Sabes que te las devolveré.
- Oh, claro que sí. Y con el interés correspondiente. Ya lo anoté en tu cuenta. Por supuesto, lo deduciré de tu salario de este mes. Y del que viene.
- ¡Oi! ¿No puedes dejarme pasar una de vez en cuando? ¡No necesitas ese dinero! Tengo otras cuentas que pagar y cuando lo haga no me quedará nada.
- Apuesto a que sí tienes otras deudas... Pero como no requieres dinero más que para tus vicios, supongo que un par de meses de abstinencia te vendrán bien. Después de todo, vives y comes aquí. No será un sacrificio mayor. Es cierto, no necesito el dinero y no lo hago por él sino para que te sirva de lección y seas más prudente la próxima vez. Y sobre todo, si vas a involucrarme en tus apuestas, al menos invítame.
- ¡Oi! Pero los tipos con los que juego te tienen miedo y no quieren apostar si tu estás ahí...
- Supongo que podríamos explorar nuevos territorios... ¿no te parece, Sagara?- Una sonrisa amplia y maliciosa se dibujó en sus facciones.- Detesto a los americanos, pero por tus descripciones el Oeste parece pura diversión...
- Tu mujer te matará si se entera...
- Oh no, te matará a ti... Yo sólo estaría participando para cuidar mis inversiones... - la sonrisa se amplió aún más.
- ¿Sabes? A veces me das miedo...
- ¿Solo a veces? Debo estar envejeciendo...
- Eres imposible.- la idea de borrarle la sonrisa de un puñetazo apareció claramente por un instante en el rostro del otro hombre. Pero seguramente éste se dijo que era mala idea al recordar con quien estaba hablando.
- Gracias por los cumplidos. Has hecho que mi día valga la pena...
- ¡Oi! Ya que te sirvo de diversión al menos podrías quitar el interés.
La mirada que le echó al otro le dijo claramente que eso nunca sucedería...
Sintió el fru-fru de la seda arrastrándose yendo hacia ellos. No necesitaba mirar ni utilizar sus agudos sentidos para saber quien era. El aroma a violetas la precedía.
- Hey, Uds. dos... ¿qué están tramando?
- Nada- dijeron al unísono ambos hombres.
- Mmmm... Esa coincidencia es aún más sospechosa. Me imagino que llegará el momento y ya lo averiguaré. ¿Vienen?
Asiyah le tendió la mano, y él la tomó, y se incorporó para seguirla.
Estaba esplendorosa.
Muchas cosas habían pasado la noche del reencuentro.
Las consecuencias más directas del despertar de su esencia fueron el establecimiento de un lazo con ella a perpetuidad, un lazo que le permitía saber muchas más cosas sobre ella de las que Asiyah estaba conciente, la liberación de su papel de protegido de la magia de la Yinniyeh y el dominio completo sobre habilidades que ni siquiera ella sabía que tenía.
También las terribles cicatrices causadas en el cuerpo de ella por la lucha contra Shishio desaparecieron aquella noche. Lo hacía sentir menos culpable el hecho de haber sido él mismo, a través de su esencia mágica el que las había borrado. Pero lo que vio aquella noche sobre su piel nunca podría olvidarlo. Tampoco lo deseaba. Cada vez que estuviera a punto de hacer algo estúpido que la pusiera en peligro recordaría la imagen.
Y por último, quizás lo más inesperado... la concepción de los mellizos.
En un principio la mera idea de paternidad lo había aterrado, sobre todo porque no deseaba cometer los mismos errores que habían cometido con él.
Ella compartía los temores, y estaba tan anonadada con el hecho como él.
Por su largo período de vida, las mujeres Yinn controlaban exactamente cuando deseaban tener un hijo. Por eso el embarazo la había tomado totalmente por sorpresa.
Ambos desconocían que una vez despierta la Bestia, el primer imperativo era dejar descendencia que compartiera sus características, algo así como herederos que pudiesen continuar la tarea si algo les sucedía antes de tiempo. Y dada la peculiaridad y la extensión del período que se suponía debía durar la unión, era él y no ella el que decidiría la periodicidad de los futuros embarazos, según las épocas de peligro o la necesidad lo demandasen.
Supieron todo esto gracias al libro.
A Asiyah no le causó ninguna gracia no poder decidir sobre el uso de su propio cuerpo o ser considerada poco menos que una maquina de procrear hijos para la Bestia, así que llegó a un compromiso con ella y ambos decidirían cuando, donde y porqué tener un bebé después de aquellos hiperactivos diablillos que eran sus mellizos.
Sonrió. Se parecían mucho a él. Y por eso requerían una mano firme.
Asiyah era muy buena para eso.
Él no podía dejar de recordar el placer que sintiera cuando niño bajo el amor y la delicadeza de Tomoe, y se aseguraba que ellos disfrutaran del mismo afecto.
Por supuesto todos, excepto Asiyah y su padre, encontraban su comportamiento hacia los niños casi imposible de creer.
Asiyah decía que como nunca había terminado de disfrutar los mejores años de la niñez, ahora lo hacía en compañía de sus propios cachorros.
Y su padre... su padre, como él mismo, trataba de hacer las paces con su pasado.
Dos meses después de su propia boda, asistía a la del viejo.
Mei Lin pasó de ser su mejor y más confiable subordinado a convertirse en su madrastra.
Desde el momento en que Asiyah y Mei Lin comenzaron a llevarse bien, supo que en algún punto de su vida estaría en problemas con aquellas dos mujeres...
La última adición a la extraña familia que había formado después de tantos años de completa soledad era, irónicamente, el mejor amigo de su más odiado enemigo.
Sagara Sanosuke, antiguo peleador callejero, más conocido como Zanza.
Lo había recogido por casualidad en uno de sus excursiones a los Yinn del Clan de Mongolia, moribundo, perdido en el desierto.
Iba a dejarlo allí, cuando recordó su propia experiencia extraviado en un lugar similar, y se dijo que no era correcto que un guerrero fuerte y aguerrido fuese vencido por las inclemencias del tiempo.
Después de rescatarlo y curar sus peores heridas, lo había dejado en un pueblo de la frontera, pero dado a que era conocido en la región, logró rastrearlo hasta Isfahan, donde el muy tonto apareció para desafiarlo.
Obviamente no valía la pena perder el tiempo con él, pero en un punto acabó con su paciencia y le dio una paliza tal que lo dejó durante dos semanas al borde entre la vida y la muerte.
El chico no tenía la culpa.
Después de todo, él había amenazado y destruido la paz de su anterior hogar, puesto en peligro a sus amigos y familia adoptiva, y casi matado a su mejor amigo.
Así que, muy a su pesar y contra todo buen juicio, decidió hacerse cargo de él después del incidente.
Los meses se sucedieron, y del feroz rechazo inicial pasaron a un estadio menos severo de mutua desconfianza, para luego terminar muy lentamente aceptándose.
El otro hombre estaba consciente de sus cambios, así que, como él mismo la recibiera decidió darle otra oportunidad.
Finalmente, comenzó a trabajar para él. Con él a decir verdad, pero ambos preferían mantener oficialmente los roles de jefe y empleado. Lo entrenó, y encontró en él al discípulo perfecto para su estilo de kenjutsu. Quien podía levantar y mover con agilidad un Zanbatou, no tendría problemas en ser un maestro con el tachi del Watoujutsu.
Si alguna vez decidía regresar a Japón, cierto ex capitán del Shinsengumi se llevaría una sorpresa.
Desagradable, por cierto, pensó mientras sonreía. El Watoujutsu y el Futae no Kiwami hacían una combinación mortífera.
Y así, Sagara terminó viviendo bajo su propio techo.
Era fastidioso, aprovechado y comilón. Pero era un hombre que como él había vuelto de la ira y el dolor.
Y era confiable.
Entendía porque su antiguo enemigo lo había tenido siempre cerca. Valía la pena mantenerlo... por ahí.
- Estás pensativo... - dijo Asiyah
- Eso mismo le decía yo hace un rato- Sagara hablaba con la boca llena. La mirada que le echó sirvió para que el otro se levantara y fuera a donde estaban los niños-
- Huelo tiempos de cambio... - le dijo cuando estuvieron a solas.
Asiyah lo miró, pero no estaba sorprendida.
Una de las cosas que había adquirido Enishi desde el despertar había sido un extraño sentido premonitorio. Tal vez sus sentidos, de por sí más agudos que los de los humanos promedio antes de la transformación, habían trascendido ciertas barreras de tiempo y espacio.
Porque en verdad se aproximaban épocas de grandes cambios. Ella lo sabía bien. Sin embargo ese no era el momento de las revelaciones.
Enishi había hecho grandes avances pero sólo sabrían que tan lejos había llegado en las semanas por venir.
Ahora, Asiyah ya no quería pensar en ello.
- Toma lo que tienes ahora y disfrútalo. Algunas de esas cosas no siempre estarán ahí.
Enishi enfocó la mirada a la escena que se desarrollaba a poca distancia suya.
Sí.
Su padre, Mei Lin, Sagara...
Tarde o temprano, ellos desaparecerían.
Su mortalidad trascendía la suya.
Asiyah tenía razón. Después de años de soledad, la buena compañía debía disfrutarse cuando se tenía tan al alcance de la mano.
Se resignó a ser guiado por ella, y como la mayor parte de las tardes de los últimos seis años dejó de ser por un rato el depredador solitario y participó reluctantemente, como siempre, de la algarabía de niños, abuelos y visitantes hogareños a perpetuidad.
Por fin, después de tantos años podía decir que estaba vivo.
De manera imprevista, la vio.
Suspendida en el aire, casi posada en la copa de un árbol cercano, estaba ella, Tomoe, contemplando la escena familiar de la cual él mismo estaba participando.
No estaba sola. Kyosato Akira estaba a su lado.
Le sonrió, por fin, después de tantos años.
Y esta vez no era una sonrisa velada por la tristeza, era una sonrisa feliz.
Y llena de orgullo.
Luego, tanto ella como su prometido hicieron una ultima inclinación de despedida, dieron la vuelta y desaparecieron en medio de la luz.
Supo que esa sería la última vez que la vería mientras viviese.
Ella por fin estaba libre.
Sonrió y musitó en un murmullo inaudible casi, que solo Asiyah, que contemplaba la escena en respetuoso silencio, comprendió:
- Adiós, 'neesan. Yo los cuidaré por ti.
Fin
Nota Final:
Hay una secuela, Tejiendo la trama del Destino, donde van a volver a aparecer los personajes de RK, algunos otros que se presentaron a lo largo de este fic, y muchos nuevos.
En cuanto a lo que pasa con Kenshin y los que quedan en Japón, bueno, se verá en el fic que viene. Básicamente, como vemos en el capítulo 26, Kenshin y Kaoru están en el comienzo de una relación, Saitoh vuelve a casa, Sano termina en el Continente después de much viajar, y trabajando para Enishi (oh, ironía de ironías) y del resto se sabrá en la secuela.
Espero que hayan disfrutado esto como yo.
Gracias por el apoyo y dejen sus reviews, siempre es reconfortante leerlas.