Weiss Kreuz Fan Fiction ❯ Kitsune ❯ Pequeño Kitsune ( Chapter 1 )
Dedicado especialmente a Fi-chan, (Aunque ya se que Xellos siempre será más importante para ti) y a Karoru-chan.
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Los personajes de Weiss Kreuz no me pertenecen y no estoy recibiendo ningún tipo de compensación por esto.
Me es imposible describir una escena violenta cuyo final sea la muerte para cualquiera de los personajes de Weiss Kreus o para cualquier otro anime. Por esa razón me limito a los AU (Alter Universos). Es obvio que los personajes serán más OOC, pero no puedo evitarlo.
Este fanfic contiene referencias shounen-ai, Aya/Schuldrich, Ken/Omi.
La única intención de este AU es aligerar un poco la pesada atmósfera que siempre rodea a estos personajes y pasar un rato entretenido. Todo dicho, espero que disfruten tanto como disfruté yo escribiéndolo.
Por cierto, soy más fan de Slayers, pero esta serie me atrae la atención casi de la misma forma.
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Capítulo 1
Pequeño Kitsune
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Dos pequeñas cabezas se asomaron entre los arbustos.
"Shhh... Ken... nos vas a delatar." Susurró el pelirojo, dándole una significativa mirada a su compañero.
"Es que tarda demasiado Ran, ya debería haber pasado por nuestra trampa." Gimió el de cabellos marrón impaciente.
"¡Shhh! Ahí viene, escóndete." Le urgió el primero.
Un hombre cubierto con una capa, se acercaba por el estrecho sendero. Sus ojos de un verde intenso, cubiertos por mechones de cabello naranja y la capucha, estaban oscurecidos por los pensamientos que le venían a la mente. Maldecía coloridamente entre dientes mientras su paso tenso y apurado denotaba algo de molestia. De repente sintió que sus pies se tropezaban con algo y antes de poder ver qué era, un balde de agua fría le cayó encima, mojando por completo la capa y parte de su cabello.
El hombre tembló de coraje cuando escuchó unas risas semiahogadas tras unos arbustos al lado del camino. Como un relámpago estuvo frente al escondite de los agresores.
"¿Viste su rostro?" Comenzó a reir el de los cabellos oscuros.
"Sí." Asintió el pelirojo entre sonrisas ahogadas.
Ambos chicos, de siete y ocho años respectivamente, le habían dado la espalda al hombre que acababan de ofender.
"Los atrapé." Susurró una voz a sus espaldas.
"¡¡Upsss!!" Ambos se echaron a correr como pequeñas liebres por el bosque mientras el hombre tras ellos les gritaba toda clase de insultos. Entre chillidos, gritos y risas, los pequeños se adentraron en el bosque. El de los cabellos castaños iba adelante, con la poca de agilidad que le permitía su corta edad y el conocimiento del bosque donde se hallaban. El pelirojo no corría con tanta suerte, no conocía el bosque como su amigo, así que antes de darse cuenta, tropezó con una rama un poco levantada.
En un segundo el hombre estuvo sobre él y lo sujetó por la parte posterior del cuello de la camisa.
"¡Ken!" Llamó el chico mientras intentaba con todas sus fuerzas de deshacerse de las garras del hombre. Pero su compañero de travesura iba demasiado lejos para escucharlo.
"Tu amigo no puede escucharte ahora." Le dijo el hombre en un tono que lo hizo dejar de moverse.
"¡No importa! ¡No te tengo miedo!" Vociferó el pequeño con una expresión enojada en sus ojos púrpuras.
El hombre lo observó enfurruñar su carita y tuvo que contener la súbita necesidad de echarse a reir casi olvidando su previo estado de humor. Debía mantenerse enojado, las pequeñas alimañas acababan de jugarle una broma muy pesada.
"Con que eres valiente. Eso es porque no sabes quien soy." Comentó fingiendo enojo y asombrado ante la actitud del pequeño.
"¡No te tengo miedo! ¡No puedes hacerme nada!" Le volvió a espetar el crio.
"¿Que no puedo hacerte nada? Ya veremos." Murmuró el hombre. Cerró los ojos y pareció concentrarse. Cuando volvió a abrir los ojos, el pequeño se quedó como hipnotizado. Los ojos del hombre se volvieron brillantes y comenzó a murmurar palabras que el niño no pudo entender. De repente se sintió muy mareado y con sueño. Las fuerzas comenzaban a abandonarlo y el pequeño no podía apartar la vista de aquellos ojos penetrantes. Finalmente, el sueño comenzó a reclamar su cuerpo y a pesar de sus intentos por no ceder, poco a poco se vio cayendo en la completa obscuridad.
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Su primer pensamiento cuando abrió los ojos fue hacia su compañero de juegos.
"Ken..." Murmuró. Abrió los ojos levemente y tuvo que cerrarlos con fuerza. Todo a su alrededor se movía vertiginosamente.
"Finalmente despiertas chibi." El niño trató de devolverle una mirada furiosa.
"No soy chibi." Le dijo tercamente mientras volvía a abrir los ojos aunque sin poder fijarlos en nada.
"¿Ah no?, ¿entonces qué edad tienes?" Le dijo con cierto sarcásmo.
"Tengo ocho años." Le respondió con aquella mirada enojada.
"Uff... si las miradas mataran..." Comentó con burla el hombre.
"Hum." Fue la respuesta.
El hombre se quedó en silencio un rato más. El pequeño Ran sintió la necesidad de asomarse más afuera de donde fuese que estaba suspendido. Estaba bastante lejos del suelo, moviéndose a una rapidez vertiginosa. La capa del hombre lo envolvía en parte y estaba muy cerca de su pecho.
"¿Por qué te ves tan grande?" Le dijo asombrado.
"Es porque te convertí en un kitsune." Dijo de lo más natural del mundo el hombre.
"En... un kitsune?" Lo observó incredulo.
"Sí. Ahora quédate quieto, podrías caerte." El chico se estuvo quieto por un rato, pero la curiosidad pudo más que su pequeña razón.
"¿Eres un hechicero?"
"Sí." Le dijo comenzando a impacientarse.
"¿Por qué me convertiste en kitsune?"
"Para que aprendas a no molestar a los extraños." Le dijo algo más enojado.
El pequeño no preguntó nada más. En esos momentos no le importaba que quizás fuera del tamaño de un gato, o que un extraño lo llevara a donde él no sabía. La idea no le parecía tan mala, al contrario, lo entretenía. Ya no habría más clases, ni más lecciones, ni más obligaciones. Sería libre de hacer lo que quisiera. Al sopesar los beneficios en su pequeña cabecita casi saltó de entre las manos del hechicero.
"¡Hey!, ya quedate quieto." Dijo furioso el hombre. El pequeño Ran no le prestó atención y continuó preguntando aunque en un tono más bajo.
"¿Cómo te llamas?"
"Schuldrich."
"Schudrich... ¿Y hasta cuándo seré kitsune Schur... rdr..?" Schuldrich dio un pequeño salto al escuchar al pequeño destrozar la pronunciación de su nombre.
"Schuldrich." Le corrigió. "Eso depende... Alguna vez te han dado un beso?" El pequeño animal hizo una mueca de disgusto. "Supongo que eso contesta en parte la pregunta."
"¿Por qué?"
"Porque el hechizo se romperá con un beso. Aún no estoy muy familiarizado con algunos conjuros, pero me parece que ese es el antídoto correcto."
"Entonces seré kitsune el resto de mi vida. No quiero que nadie me bese." Dijo con obstinación el pequeño kitsune.
"Ya veremos chibi." El kitsune gruñó entre sus brazos.
"Gggrrrr... no soy chibi."
El gesto hizo que Schuldich olvidara su enojo y riera de buena gana.
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Continuará...
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¿Qué les parece hasta aquí?, ¿sugerencias?, ¿comentarios?, ¿flamas? Siendo una Lady Dragon no me molestan las flamas, así que todo es bienvenido. Arigato mina-san y hasta la próxima.