Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ A la Orilla del Nilo ❯ Un día en el mercado II ( Chapter 14 )

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30, 30, 30 reviewssss, oh RA, sagrado seas sol que nos alumbras, jamás pensé llegar a tener 30 reviews.. Mil gracias!.

Hikaru: Ojalá te guste el pequeño momento Kodak entre Seth y Jouno.

Kaiba: Mi Ra, si me dedicaste un fic!!. Me siento demasiado alagada, T.T lloraré de emoción, juro que te abrazaría si no estuvieras tan lejos. Me has animado a publicar algo muy fluffy YB/YY, esperó poder subirlo pronto, ese va para ti.

Y para todos.. capítulo 14, algo lento, si, el siguiente mejorará, lo prometo!!!

***Capítulo 14: "Behu"

La caminata por el Mercado continuó tras el pequeño incidente entre el cantante y Atemu, una situación que no sería olvidada fácilmente; por una parte, era chistoso ver a Atemu en tal estado de estupefacción al punto de no saber reaccionar a una simple invitación, y por otro, la experiencia había sido algo bonito, muy especial y no pasaría fácilmente a los recuerdos inconscientes.

"Guarden silencio, o los enviaré a ya saben donde". Se dirigió Atemu al sonriente y bullicioso grupo que conformaban Yugi, Jouno y Akenamon.

"Si… entonces …te invito… a…. bailar". Logró contestar Yugi entre risas, caminar y evitar caer en la calle producto de sus espasmos abdominales; lágrimas adornaban sus ojos y sus mejillas estaban sonrojadas por una razón muy diferente a las de su hermano.

"En serio Yugi querido, deberías dejar en paz a nuestro lindo Atemu". Interrumpió Akenamon con su rostro de hermano mayor que todo lo sabe, mientras caminaba al lado del susodicho príncipe." Ya llegará un día en que tu caigas por la misma vereda, ya verás que cuando el amor toque tu puerta estarás aún más bobo que él... cierto Atemu?". Finalizó con una gran sonrisa abrazando los hombros del peliblanco.

"Ya, mejor no me ayudes Ake". Contestó Atemu en signo de derrota. "Prefiero enfrentar al enemigo antes que huir de él".

"Tu y tu orgullo Atemu". Esta vez fue Seth quien se acercó por la izquierda de Atemu, caminando con sus pasos largos y brazos cruzados sobre el pecho. "Pero sinceramente primo, creí que tenías gustos más refinados… bueno hay que admitir que es obvio que ninguna mujer se fijaría en ti, eres pequeño, molesto, feo, idiota y muchas cosas, pero esperar que un simple viajero lo haga… uuhh, estas desesperado, porque mejor-".

"¡¡YA CÁLLENSE TODOS!!". Le cortó Atemu, un grito de exasperación que hizo que todos los transeúntes voltearan a verle con curiosidad.

Atemu se sonrojo, lo que provocó más risas, esta vez en todo el grupo. Con un suspiro, el príncipe aceptó su destino… sería molestado con el mismo tema por lo menos un mes.

"Vaya, en Menfis no nos va tan mal como cuenta cuentos". Comentó el muchacho rubio al lado de Bakura, en sus manos estaba las monedas que habían recibido por parte del público. "Con esto podemos pagar un hospedaje para nosotros y los caballos… a propósito Bakura, cuándo veremos a Keone?".

Bakura observó a su banda completa, 15 egipcios que habían sido abandonados en el desierto de pequeños o esclavos fugitivos, ahora convertidos en los mejores ladrones de tumbas de toda la región. Los 15 hombres que seguían sus ordenes sin siquiera preguntar, lealtad absoluta al más joven del grupo, el más joven y el mejor.

"El trato es para el atardecer, en las afueras de Menfis… ahora ese cerdo debe estar tratando de vender algunos esclavos". Contestó Bakura, mientras caminaban hacia los sectores más bajos de Menfis. "Pasaremos el resto del día aquí, hagan cuanto les plazca, cuidado con los guardias… váyanse".

Bakura no prestó atención cuando sus hombres se repartieron por las calles, cada cual con una parte del dinero ganado. Su mente continuaba vagando en aquellos momentos que pasara con Atemu, ese niño y adolescente que significara tanto en su vida… le había visto, era su nueva inspiración… debía encontrar un lugar donde escribir.

"Bakura, estas muy distraído, hombre, qué te pasa?". Bakura volteo a ver a Mariku a su lado, parecía que no lograría deshacerse del chico, pero no le molestaba su presencia.

"Pues nada que te interese renacuajo de tercera". Contestó con su clásica sonrisa malvada.

"Entonces vamos por unos tragos". Mariku tomó su mano y le arrastró a la posada más cercana que tuviera un gran letrero con los símbolos de BAR… después de todo, era lo único que Mariku podía leer.

El camino por entre los puestos de esclavos había sido rápido, era una rutina para Seth, Karimu, Mahaado, Akenamon, Shaadi y Atemu; no así Jouno y Yugi, si bien las leyes de Menfis prohibían la esclavitud casi en su totalidad, era imposible erradicarla. Muchos incisos de los artículos se referían a la calidad de vida que debían llevar los esclavos antes y después de la venta, pero no siempre eran respetados.

Los tres primeros comerciantes dejaron pasar a los legisladores con saludos y les dieron el pase libre para revisar a los esclavos, mientras Akenamon y Shaadi hacían las preguntas pertinentes, todas con un extraño poder para saber lo necesario sobre los detalles de mantención de los esclavos, Mahaado y Atemu revisaban a los que parecían más jóvenes o más ancianos.

Jouno se estremeció, la vista de esas personas con cadenas en sus pies y manos le traía recuerdos poco agradables de su vida antes de que Isis le mandara a comprar. Él mismo había usado ropas raídas y cadenas pesadas, incluso alrededor de su cuello; había pasado hambre y frío, su amo nunca fue tan amable con ellos como lo eran los comerciantes que visitaban Menfis, al menos parecían agradar a Akenamon y de cierto modo, parecían conocerle desde hace mucho.

Seth observaba desde su posición tras Atemu, mientras este examinaba a una mujer que presentaba una curvatura en un brazo y al parecer le provocaba dolor moverlo. Jouno al lado de Yugi, el nerviosismo presente en él era algo demasiado obvio, bueno su condición de esclavo evidenciaba un maltrato por parte de quien le hubiera vendido, las leyes que tanto defendía la realeza de Egipto no siempre eran respetadas, y aunque la legislación fuera exhaustiva, no faltaban los inhumanos que nos las respetaban.

Ver a Jouno desolado, observando a quienes fueran sus compañeros en celdas, calaba en su corazón con grandeza. Su semblante sereno, esa dulzura que le caracterizaba estaba cubierta por un velo de miedo, melancolía, sensaciones poco placenteras. Tenía que ir a abrazarle, tenía que sostenerle entre sus brazos, borrar esas de angustia y dolor, besar sus miedos y espantarlos con sus manos tibias y verle sonreír… Yugi estaba a su lado, con un rostro bastante parecido al de Jouno, salvo porque él nunca había pasado por le experiencia de ser un esclavo… Atemu estaba muy ocupado con la mujer y Akenamon conversaba con el dueño… de los demás ni rastro.

Seth se alejó de Atemu lentamente, casi sin hacer ruido alguno, era su oportunidad de acercarse a su criatura de fantasía ganar terreno por sobre su primo.

"Mahaado, puedes venir un momento?". Seth inhaló bruscamente, aquella expresión le había asustado, pero no podía permitir que Atemu se percatara de ello… sólo le faltaba un par de pasos para llegar a Jouno, ahora si que su primo se las pagaría todas juntas… y con intereses.

"Mira el hueso se dobla aquí". Atemu señaló a Mahaado el brazo de la mujer, que sólo los observaba con curiosidad. "Es una fractura mal tratada".

"Tienes razón". Comentó Mahaado. "Disculpe, podría decirnos cómo pasó el accidente?".

"No creo que te entienda Mahaado, es extranjera".

"¿Cómo lo sabes Seth?".

"Es muy simple Mago, no observa con demasiada curiosidad a Atemu, además, no es común que esclavas tengan los ojos de color verde".

Seth tenía un buen punto, sus observaciones parecían las correctas. Esclavos extranjeros eran algo que Menfis permitía, siempre y cuando no fueran mujeres ni niños.

"La fractura es reciente, pero ella es esclava hace tiempo". Dijo Mahaado antes de levantarse y caminar hacia Akenamon. "Tiene cadenas muy pesadas y malnutrición, es el sexto que encontramos en ese tipo de condiciones".

"Sin mencionar la falta de luz que tienen estas celdas"Agregó Atemu observando la frialdad y humedad que tenía la habitación, un compartimiento pequeño sin más luz que unas rendijas entre la madera que cubría la ventana.

"Terminemos pronto" Interrumpió Seth. "O al menos piensa en tu esclavo y tu hermano, no están acostumbrados a ver tanto sufrimiento o tal vez lo recuerdan demasiado bien".

"Quiero revisar un poco más": Contestó Atemu, los ojos de la mujer le indicaban algo en la oscuridad, parecía suplicarle por alguna razón, era un presentimiento, sin embargo, sus enseñanzas le indicaban siempre seguir sus presentimientos. "Hazme un favor primito y sácalos de aquí, Karimu está afuera, deja a Yugi con él y lleva a Jouno a un lugar más plácido".

Seth levantó una ceja en su sorpresa, Atemu le estaba otorgando permiso para estar a solas con su esclavo nuevo… conociendo su interés en él… esto era demasiado bueno como para ser verdad.

"Dile que en cuanto termine iré a verle y pasaremos la tarde juntos, no me agrada ver su carita tan linda sumida en tal angustia". Comentó Atemu, un sonrisa en su rostro."No te pasa lo mismo, primo?".

Si, era demasiado bueno como para que fuera tan simple.

"Es lindo, pero no quiere decir que sea tuyo". Dijo Seth sin pensar… grave error.

"Ah, entonces es cierto… tienes ojos para MI nuevo esclavo, el regalo que Isis me diera hoy". Atemu le miró con desafío. "Creo que deberás resignarte, aleja tus manos de él y vivirás".

"No me digas que hacer lombriz de tierra".

"Mas cuidado con sus palabras Sacerdote". Le advirtió Mahaado, el objeto del milenio resplandecía sobre su pecho. Seth no era rival para sus poderes, el objeto abría una brecha importante entre ellos.

La luz de la Sortija iluminó la oscura celda, las sombras de Akenamon y el comerciante se hicieron más nítidas desde la puerta, y los esclavos de las celdas vecinas observaron con curiosidad aquella luz mágica. Atemu volvió sus ojos hacia la mujer que estaban atendiendo, nuevamente su mirada intentaba decirle algo, con sus ojos le indicaba una esquina de la habitación, una súplica para que viera lo que ella le deseaba mostrar.

Atemu siguió la mirada de la mujer, la esquina de la habitación, húmedas tiras de paja podrida yacían allí, sobre ellas un pequeño cuerpo boca abajo. Sin pensar en lo que Mahaado o Seth dijeran, Atemu corrió hacia él, no le tomó mucho alcanzarle; era un niño, estaba sucio, cubierto por latigazos frescos, visiblemente se reflejaba su desnutrición en los huesos que sobresalían en su columna vertebral y costillas.

Con cuidado, Atemu le volteó, su rostro sonrojado por la fiebre, heridas frescas infectadas a lo largo de su cuerpo. Si no fuera por el brillo de la Sortija jamás se hubiera percatado de la presencia silenciosa del pequeño; no era más grande que Yugi, a penas un niño…

"En el nombre de Ra". Mahaado se acercó a Atemu, quien se percató de las miradas de Jouno y Yugi hacia ellos.

"Ahora Seth, sácalos de aquí". Ordenó Atemu.

El sacerdote salió a pasos largos de la celda, tomó la mano de Yugi y la Jouno y los dirigió hacia la salida más cercana, Atemu tenía razón, no podía permitir que los ojos inocentes de Yugi y los recuerdos de Jouno vieran tal espectáculo, al cual sólo le había dado una mirada y ya estaba horrorizado. Al menos el niño estaba en buenas manos, junto a los mejores sanadores de todo Khemeth…Ra, había dicho que Atemu tenía la razón y que era un buen sanador??... lo había pensado, pero era igual… qué demonios le estaba pasando?... desde cuándo pensaba tonterías?.

"Disculpa Seth". La voz de Yugi interrumpió sus pensamientos. "Creo que estas apretándole el brazo a Jouno.. y le duele".

Seth soltó inmediatamente a ambos, sus ojos centrados en Jouno, quien inconscientemente cubrió su muñeca derecha con sus dedos izquierdos y la atrajo a su pecho. Yugi quedó olvidado por un momento, toda la atención centrada en la piel que, ahora, llevaba marcados los dedos largos del sacerdote, una impresión rojiza de su mano completa alrededor de la pequeña muñeca.

"Yo iré con Karimu, los dejo solos". Comentó Yugi antes de continuar su camina, claro que ninguno de los dos le prestó atención.

"Siento mucho lo de tu muñeca". Comenzó Seth, los ojos de Jouno le observaron con sorpresa, pues ahora dejaba de ser esa figura autoritaria y arrogante. "¿te duele?".

Sin pensarlo, aún sumido en lo más profundo de los ojos zafiros del sacerdote, Jouno asintió. Cuando las manos tibias y suaves del alto sacerdote acariciaron la piel maltratada, el muchacho se dio cuenta de lo que había afirmado. Abrió la boca para protestar, pero recordó que no estaba con Atemu, y ahora era un simple esclavo.

"Que no te detenga el que seas esclavo, puedes hablar cuando gustes". Seth le sonrió, un gesto cálido, brillante, una sonrisa cargada con sinceridad y ternura, dos cualidades que el sacerdote aparentaba carecer.

Jouno no pudo articular palabra alguna, sólo permaneció sumido en medio de su nuevo mundo, en un océano de azul cristal, mientras Ra brillaba sobre sus cabezas. Todos sus miedos y angustias, habían desaparecido.

Yugi sonrió desde su escondite tras unas cajas, al parecer las cosas mejoraban para cada cual. Hace varios meses que Seth no sonreía, se limitaba a sus comentarios sarcásticos entorno a Atemu y nada más, ahora le había visto feliz, ese rostro que tenía sólo cuando Kisara le observaba con sus ojos amorosos; y había perdido todo rastro de esa humanidad cuando ella murió… el último recuerdo de sus miradas tibias provenía de los sucesos anteriores a la escena que su hermano le relatara… Seth cargaba fuera del Templo de Anubis el cuerpo de su amada Kisara.

Yugi decidió darles un poco más de privacidad… aunque Jouno era el esclavo de su hermano, si Atemu le había pedido a Seth que los sacara de allí, tenía sus razones para hacerlo y debía conocer las consecuencias, partiendo por la atracción de Seth hacia el joven y finalizando donde Seth haría todo lo posible por acercarse a él.

Si, Yugi era un niño de no más de 10 inundaciones sobre sus hombros, pero sabía distinguir el sentimiento a penas si lo veía en los ojos de las personas; esa era su gran habilidad sobre natural. Akunamekanon era capaz de leer mentes, Akenamon las lograba manipular, Atemu podía predecir el futuro, y el podía leer a las personas como un libro abierto. Seth y Jouno tenían el síndrome… cómo decía Mahaado?... eso, Síndrome del Amor a Primera Vista, tenía que hablarlo con Atemu, Seth merecía alguien que lo quisiera por lo que es, tanto o más que el amor que Kisara le dio, y obviamente Jouno recientemente había logrado conocer un poco de felicidad, amor y paz.

Hablando de Atemu, un aura de furia le cubría completamente, todo indicaba que l estado de los esclavos era deplorable. Seguramente Keone cumpliría una larga condena por sus faltas.

Apresuró sus pasos hasta alcanzar a Karimu en la siguiente esquina, allí vio a su hermano montar sobre Infirima, llevando un bulto en sus brazos. Con un simple gesto la yegua blanca comenzó su suave galope por entre las polvorientas calles.

"Hemos conseguido a tu amiguito Yugi". Fue todo lo que le dijo antes de desaparecer de la vista.

"Atemu tiene que atender al pequeño". Explicó Karimu. "Parece que estaba muy herido y el niño no tiene a donde ir, creo que Mahaado ha estado de acuerdo en que sea tu nuevo amiguito pequeño príncipe".

Yugi sonrió, su nuevo amiguito le estaría esperando muy pronto.

El camino por entre las calles menos transitadas de Menfis era complicado para cualquier jinete, incluyendo a Atemu en la lista, sinuosas calles delgadas, cajas y obstáculos en la vía, era posible saltarlos sin mayor problema, pero llevaba una carga muy frágil en la montura y eso no debía olvidarlo.

No sabía porque el niño que había encontrado allí le inspiraba un sentimiento de absoluta protección, casi tan ferviente como el que le inspiraba Yugi. En una de las vueltas el pequeño se quejó de dolor y Atemu pudo sentir como a capa con que lo cubriera se humedecía con un líquido espeso, el olor metálico de la sangre fresca le hizo pedir más velocidad a Infirma, quien accedió a la petición silenciosa de su amo.

La carrera por entre las calles principales fue toda una aventura, le habría recordado tiempo más felices si tu objetivo no fuera tan importante ni el tiempo corriera tan en contra suya. Saltar a los vendedores, subir por rampas entre las casas y bajar por cornisas fue todo un espectáculo para quienes le observaban y le dejaban el paso libre, era casi como bajar por la orilla del acantilado sur del Nilo. Muchos niños aplaudían las hazañas y le seguían con la vista, hasta que desaparecía tras otra intersección.

El plano laberíntico de Menfis quedó atrás, las puertas de palacio se abrieron de par en par al verle llegar a tal paso apresurado. De un salto bajo corriendo con el niño en brazos unos guardias tomaron las riendas de Infirima y otros le siguieron abriendo las puertas a su paso.

"Harther necesito agua caliente, Sulvi tráeme las hierbas para el dolor". Anunció a penas si abrieron las puertas de la sala de los sanadores, allí tendió al pequeño en una de las camas altas y le quitó la capa, ahora manchada con barro y sangre.

"Ra, es sólo un niño". Exclamó Harther al llegar con el material requerido.

"Por eso debemos trabajar rápido". Diciendo eso Atemu se arremangó la túnica y lavo sus manos. Sulvi le extendió la mezcla de Opiácidos y Amapolas para dormir las zonas heridas.

"Deberías darle un calmante a beber". En ese momento entró Mainhenk, la esposa del Faraón, Reina de Khemeth.

"Dudo que sea buena idea, no sé cuanto ha comido y puede que no lo resista si está tan débil como presumo". Contestó Atemu mientras trabajaba en cerrar varias heridas que habían estado cubiertas por la pus de la infección, cicatrices, heridas, nuevas y viejas, el trabajo sería arduo, así que Mainhenk se sumó a la ayuda.

Al fin, papiro, tinta y pinceles, eso era todo lo que Bakura había estado buscando. Tenía la inspiración en su punto máximo y no podía desaprovechar una oportunidad de escribir una nueva canción… Mariku aún cometía con unos guardias sobre la cerveza y el licor más fuerte de Egipto, era obvio que le muchacho ganaría, su resistencia al alcohol era muy buena.. o tal vez sólo era bueno simulando estar sobrio… aunque ha decir verdad, con Mariku nunca se sabía si estaba en su completa facultad mental o no.

Con una sonrisa perdió su mirada en el paisaje que le ofrecía la ventana más cercana, la planicie de las afueras de las murallas del Menfis, el valle jade y oro que alimentaba la prospera ciudad. Los hilos de plata que adornan las aguas del Nilo, hebras de cabello que danzan en el viento.

"Hay veces que.

Mi alma danza con la soledad.

Y necesito de tabla tu amor.

Para asirme a ella en mi tempestad".

Rápidamente Bakura escribió las primeras líneas de una nueva canción la inspiración estaba allí, las palabras que guardara en su garganta antes de susurrarlas a Atemu durante el baile.

"Pensando en ti.

Paso el día pensando en ti".

Se acercaba el atardecer, los papiros estaba secos y por tanto podría guárdalos pronto.

Ra se levantó en lo alto del cielo una vez más, el amanecer había pasado hace varias horas, por lo que Yugi se apresuró en su preparación matutina. Atemu no le despertó temprano, de seguro estaba tarde de nuevo para alcanzar el desayuno. A penas le viera lo ahorcaría con todas sus fuerzas hasta que su rostro se tornara azul.

Con ese plan malvado en mente, Yugi se apresuró ala cocina, en el comedor principal, a esa hora, sería imposible encontrar lago para comer.

"Así que te llamas Behu". La voz de Atemu sonaba cansada y a la vez entusiasmada. "Es un nombre muy extraño en Egipto, no te parece?".

"Si lo es, mi papá me dijo que era de las tierras más allá del mar". Contestó una voz infantil, una entonación tímida.

"¿Dónde están tus padres?". Preguntó Atemu, sentado frente a la figura de un niño no mayor que Yugi, frente a el un desayuno a medio terminar, el pequeño tenía una fruta en sus manos y la mordisqueaba con alegría.

"Ellos murieron, soldados los mataron". Yugi vio a Atemu fruncir sus cejas ante la respuesta. "Al igual que a Bausuru".

"Dime Behu, tienes algún familiar con quien quedarte?". Volvió a inquirir Atemu.

"Mi hermano mayor vendrá por mi, eso me dijo antes de irse". Contestó Behu, por un momento perdió ese toque infantil que tanto le caracterizaba, su alegría se transformó en melancolía. "Hace dos años atrás nos separaron los mercaderes de esclavos, él siempre fue más fuerte que yo… desde entonces espero que cumpla su promesa de sacarme de allí".

Un momento de silencio cayó entre ambos, Behu continuaba comiendo la fruta que hace un rato tomara de la bandeja. Atemu observaba unos papiros sobre la mesa.

"Behu, hay algo que realmente muero por preguntarte". Comenzó Atemu, una sonrisa pequeña en su rostro.

"Dígame príncipe". De inmediato Behu levantó su mirada para prestar atención a Atemu.

"Bien, pero primero, sólo dime Atemu… eso de príncipe es un fastidio". Al comentario ambos rieron.

"Bien… Atemu, dime…". Repitió Behu, corrigiendo la oración con un poco de incomodidad. "Lo siento, es que nunca pensé estar frente a la realeza de Egipto en una conversación tan terrenal… no ni siquiera pensé que alguna vez la conocería… es extraño".

Atemu le sonrió una vez más, con su mano le despeinó al igual que lo hacía con su cabello, un gesto de hermano mayor fastidioso.

"Quisiera saber un poco sobre tu hermano mayor".

"Bueno, el es muy valiente, es alto, muy fuerte y tiene mal carácter". Behu rió ante la imagen mental que conjuro de su hermano mayor cuando se enfadaba. " Se que es extraño, pero tiene el cabello igual que yo… bueno, pelos blancos son extraños en cualquier lugar".

"Aquí no".

Ambos rieron ante el comentario.

"Me preguntaba sobre su nombre". Atemu miro sus manos durante unos segundos. "Me recuerdas a alguien muy especial para mi… eres su viva imagen, te pareces a él cuando era niño".

"¿En serio?".

"Si, solíamos jugar juntos todo el día" Continuo Atemu, esa mirad soñadora que sólo estaba dedicada a esos recuerdos con su amigo de infancia. "Él me enseñó muchas cosas, era muy valiente".

"Si, Bakura también tenía un amigo con quien jugaba todo el día". Comentó Behu. "No recuerdo su nombre, pero jugaban en las orillas del Nilo… él decía que era un duendecillo de agua".

"¿Bakura?". La voz de Atemu sonó con demasiad emoción e incertidumbre para el gusto de Yugi, el tema era bastante delicado para el mayor… no dejaría que el pequeño esclavo dañara a su hermano.

"Si, le decía Baku, porque no podía pronunciar el nombre completo, pero se molestaba mucho conmigo". Behu rió. "Luego le comencé a decir".

"Kura". Le cortó Atemu completando la oración que Behu trataba de formar.

"Si, así le decía.. pero cómo lo sabes?".

"Porque yo también le decía Kura". Fue todo lo que dijo Atemu, su mirada perdida en sus pensamientos. " Todos estos años he cargado con su muerte, le ví en Kuru Eruna…".

"Bakura me sacó de Kuru Eruna, no creo que haya sido él a quien vieras". Cortó Behu, sus ojos chocolate brillaban con lágrimas." Debió ser Bausuru…".

"Ra, quieres decir…".

"Si, Bakura está vivo, se supone que vendría por mí algún día". Behu limpió una lágrima de sus mejillas. "Cuando juntara el dinero que le debía a Keone por mis medicinas".

"Ra, Behu, yo jugaba con tu hermano hace 10 años". Una sonrisa iluminó el rostro de Atemu, se apoyó en la mesa para dar un beso en la frente de Behu. "Yugi, acompaña a Behu en su desayuno mientras tomas el tuyo.. será mejor que se conozcan bien, Behu se quedará en palacio un tiempo".

A penas si terminara de dar instrucciones a Yugi, Atemu desapareció por el corredor, sus piernas que le llevan rápidamente por entre las lozas de los pasillos. De pronto, el pasillo se vio bloqueado pro la figura más alta de Mahaado.

"¿Por qué tanta prisa?, Acaso Teana llegó sin anunciarse?". Preguntó Mahaado.

"No!!!, Mahaado, Bakura está vivo!!!!". Gritó Atemu con felicidad.

"Pues claro que está vivo, estuviste bailando con él ayer".

"Si claro… ¡¿QUÉ?!". Está vez Atemu elevó dos octavas su voz al exclamar. "¿Cómo lo sabes?, confiesa!".

"Es que era Bakura, o sea, no sé si le leíste el aura..".

"¿Y por qué demonios no me dijiste?".

"Pues… pues…".

"Arg.. después te mando al reino de las sombras". Atemu se despidió de Mahaado con un gesto de su mano.

Siguió corriendo, vio a Seth y Jouno sentados en los jardines, no les prestó mayor atención, debía llegar al Templo de Horus y buscar a Bakura por medio de su aura… creía recordar la tibieza de la presencia del otro como si fueran los tibios rayos de Ra sobre su piel.

Bakura estaba vivo, en algún lugar de Menfis, en busca de su hermano que estaba en palacio… sólo tenía que encontrarle…

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Notis:

Lo sé, me demoré… qué quieren que les diga, eL viernes tuve carrete y el sábado fui al concierto de Mägo de Oz en el Estadio Chile, estuvo de mil maravillas, tocaron mis temas favoritos, incluso los que he puesto en los fics.

Críticas, etc, review me, please???.