Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ El Amor Después ❯ Primer Movimiento ( Chapter 9 )

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Disclaimer: al César lo que es del César, YGO no es mío.
Pairings: JxS
Warnings: yaoi y derivados
 
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EL AMOR DESPUES.
 
Capítulo 9. Primer Movimiento.
 
 
 
-Señor Kaiba ¿Lo dejo pasar?
-Sí, Misao. No tardaré.
-Sí, señor.
 
Seto esperó con impaciencia a que se abriera las puertas de su oficina para hablar.
 
-Eres un fenómeno, Wheeler, además de un perro inútil. ¿Se puede saber a que has venido aquí? Si bien me parece, Yugi está llorando ríos de lágrimas por ti. ¿No deberías estar con él?
 
Joey tomó con indiferencia el comentario, ahora que tenía una estrategia todo lo que le dijera el ojiazul no le importaba. Sonriendo y con suma confianza se paró de frente al escritorio de Kaiba.
 
-Vengo a hacerte una propuesta que hará crecer tu compañía.
-No me digas, Wheeler. ¿Una idea del perro? Me haces reír… -comentó con desgano- Si eso era, estoy perdiendo mi tiempo…
-Debería interesarte porque puede ayudar a Mokuba en su futuro…
 
Eso sí llamó la atención del CEO que fijó sus ojos en Joey.
 
/¡¡Bingo!!/
 
-Explícate mejor, perro -demandó el ojiazul- y más vale que no sea una broma tuya o te arrepentirás.
-¡Ah! ¡Ah! -negó con el dedo índice el rubio- sólo la muestra es gratis, si quieres conocer la historia completa, tendrás que estar aquí a la hora indicada, -señaló dejando una tarjeta en el escritorio- recuerda que si lo dejas pasar, la oportunidad de Mokuba de tener una vida mejor se perderá.
 
Sin darle tiempo a Kaiba de replicar, Joey salió silbando de la oficina, guiñando un ojo a la asistente que se sonrojó.
 
-Señor Kaiba… los directivos esperan.
-Gracias, Misao. Diles que ya voy para allá.
-Sí señor.
-Y por favor cambia mi agenda. Tengo una nueva cita.
-¿Con el Señor Wheeler?
-Hazlo Misao.
-Sí, señor.
 
/Maldito perro/ rumiaba Seto mientras bajaba a la sala de juntas /Me hace perder mi tiempo, pero no puedo pasar por alto algo que tenga que ver con Mokuba/
 
Aunque la verdad era que tenía una extraña sensación desde que Joey había regresado y aumentaba cada vez que lo veía.
 
El resto del día se le hizo demasiado largo, terminando aprisa con los pendientes, tomó la limusina para dirigirse a la dirección que Joey le había dado. Su tolerancia estaba a punto de terminar la ver que se acercaban a la zona de los muelles, donde se encontraban varias bodegas abandonadas y casuchas mal construidas.
 
/No me extraña, un basurero para un perro/
 
-Esta es la dirección, señor -anunció su chofer deteniéndose frente a una bodega pequeña.
-Gracias, Jubei. Espera aquí, no tardaré mucho.
 
La portezuela se abrió de pronto haciendo respingar a Seto pues Jubei aún no se había bajado para abrirle. Pero una cabellera rubia apareció en el marco.
 
-Bienvenido, cariño. Veo que mi oferta sí te interesó -saludó Joey extendiendo una mano al ojiazul para ayudarlo a bajar.
 
Kaiba miró estupefacto al rubio ¿Se había golpeado la cabeza? ¿Cuándo le dijo a Joey que podía tratarlo de esa manera? A pesar de todos sus esfuerzos no pudo evitar sentir un calorcillo en sus mejillas que corrigió imponiendo la expresión del CEO de la Corporación Kaiba.
 
-Cuida tu hocico, perro -respondió sin moverse de su asiento.
-¡Oh, vamos bombón! ¡Sólo quiero ayudarte a bajar! Este suelo es resbaladizo y traicionero ¿sabes? -dijo Joey con la mayor inocencia.
 
Seto se quedó un rato quieto e indeciso, no quería tocar a Joey pero el otro parecía no moverse de la puerta hasta que le diera la mano.
 
Y su corazón palpitando a mil por hora no le ayudaba.
 
/ ¿Qué me sucede? Sólo es el estúpido de Wheeler/
 
Finalmente tomó la mano de un jovial Joey que le ayudó a salir de la limusina y cerrar la portezuela. Contrario a lo que el ojiazul suponía, el rubio no lo soltó sino hasta que entraron a la bodega.
 
El lugar distaba mucho de su aspecto exterior. Las paredes estaban pintadas de blanco y los muebles eran de fina madera. Todo el sitio estaba ordenado y limpio. A Seto le parecía una especie de departamento/estudio. En una esquina se encontraba un equipo completo de fotografía. Había unas escaleras que daban a una recámara abierta y debajo de ésta tres puertas recién remodeladas, una de ellas parecía conectarse a la cocina del fondo. Durante su inspección, no se dio cuenta de que Joey seguía su mirada muy cerca de él, casi rozando sus cuerpos. Cuando Kaiba decidió mirar al rubio se tropezó con unos ojos claros que le miraban de manera peculiar.
 
-¿Te gusta, lindura?
 
Esta vez el sonrojo se apoderó por completo del rostro de Seto que trató de usar su mirada más intimidante para evitar más comentarios del rubio.
 
-Vuelve a dirigirte a mí de esa manera y te mato.
-Yo también te quiero, pero la cena está lista y se enfriará. Ven -Joey extendió un brazo hacia el mini comedor tratando de disimular la sonrisa en su rostro.
 
La expresión del ojiazul era para recordar…
 
-Yo no tengo hambre, sólo vine a…
 
A propósito, Joey se giró hacia Kaiba lo suficientemente cerca para que sus rostros casi se tocaran. El otro se dio cuenta de que el rubio era tan alto como Atemu y más fornido que él, lo que le dio cierta inseguridad. El rubor no dejaba a sus mejillas y sintió un sudor frío al escuchar la voz gruesa y aterciopelada de Joey.
 
-No te diré nada si no te sientas a cenar conmigo.
 
El rubio dejó a un perplejo Seto digerir sus palabras mientras se dirigía a la mesa para encender las velas y revisar la cena dispuesta en los platones.
 
-¿Gustas? -preguntó muy casual.
 
Recuperando la compostura, Kaiba caminó rápidamente hacia la mesa para de nuevo ser sorprendido por Joey que le tendía la silla para que se sentara. Lo hizo confundido mientras el rubio le daba su servilleta. Seto nunca había sido tratado así. Pero no sólo era eso, la extraña amabilidad del rubio le provocaba un hormigueo en su estómago.
 
/Es imposible. ¿Por qué el perro iba a ponerme nervioso?/
 
Pero otra parte de él estaba fascinado. Este trato lo había deseado de su esposo que no era el tipo romántico ni mucho menos tierno. Cierto era que Kaiba no gustaba de cursilerías pero varias veces imaginaba en cómo sería si su pareja tuviera algún detalle agradable con él. Atemu era posesivo y demandante, y Seto se sentía ahogado con su sobreprotección -violenta- , entre otras cosas…
 
Joey se divertía viendo la confusión en el rostro del ojiazul. Su plan había iniciado a la perfección. Su suposición de que el Faraón no era gentil con Seto se había confirmado.
 
/ ¡Estás perdido, Atemu! /
 
-Espero que te guste, es filete estilo francés -dijo como si fuera poca cosa.
 
Pero sabía que era la comida favorita de Seto -gracias a Yugi- y con regocijo vio como se iluminó la faz del ojiazul.
 
-No, está bien.
 
/No perros, no Wheelers… parece que al dragón se le acabó el fuego. /
 
Cenaron en silencio. Seto evadiendo la mirada de Joey y éste observándolo todo el tiempo. Su ojiazul era todo un paquete de cerca y era una tortura quedarse sentado ahí en su silla en lugar de devorar esos labios rosados que bebían delicadamente el vino o probar ese cuello suave y largo que se vislumbraba bajo la camisa azul marino.
 
-¿Vas a decirme tu idea o te me vas a quedar mirando toda la noche?
 
Esta vez fue el turno de Joey para sonrojarse, lo que provocó una mueca de diversión a Kaiba.
 
-¿Y bien? -le preguntó tomando un sorbo de vino.
 
Terminando su último bocado, el rubio recargó sus brazos en la mesa mientras que jugueteaba con el tenedor.
 
-He estado pensando…
-¿Pero es que por fin lo haces?
-… que puedo usar mi habilidad como fotógrafo -siguió haciendo a un lado el comentario- para documentar la historia de la Corporación Kaiba desde que Gozaburo la construyó hasta la fecha. Sería una narración visual de cómo una compañía que ayudaba a la guerra y contribuía a destruir vidas se convirtió en una de juegos que hacen realidad los sueños de chicos y grandes. Te dije que era para ayudar a Mokuba, porque si aceptas el proyecto, cuando todos vean y conozcan tu historia, el pequeño será considerado como icono juvenil y las puertas se le abrirán… y digo todas las puertas. La ganancia sería que aquellos que no son seguidores de los juegos y parques de diversiones, por considerarlos superficiales o nocivos, se darían cuenta del alma de tu compañía y ganarías un mercado que no podías considerar antes -terminó Joey su discurso con un suspiro de alivio- ¿Qué opinas?
 
Nunca había pensado en la posibilidad pero Seto consideraba factible caerse de su asiento de la impresión. Joey hablaba en serio. La idea no era tan mala. La publicidad le vendría muy bien ahora que estaba por terminar un nuevo proyecto, y Mokuba tendría un respaldo extra para su solicitud en Ontario…
 
-Pero ¿Cómo piensas hacerlo si se destruyeron los archivos de al antigua…
-Tú serás el narrador -replicó Joey mirándolo a los ojos- será tu punto de vista. Desde que Gozaburo los adoptó hasta ahora. mostrarás como fuiste capaza de cambiar lo incambiable.
Kaiba lo miró extrañado.
-No vamos a exponer tu vida privada, sólo la parte que te involucra con la empresa. Créeme, cuando sepa la gente como luchaste por hacer un sueño realidad, el mundo de verdad de adorará.
-¿Cuándo comenzarías? -preguntó el ojiazul bajando su mirada hacia su copa. De aceptarlo, significaba dejar entrar al rubio en su vida.
-A partir de mañana -contestó rápidamente Joey acercando una mano a la que tenía Seto en su copa- Es un proyecto largo y cansado, y voy a necesitar mucho de tu guía.
-No puedo darte tanto tiempo…
-No es necesario. Sólo quiero un momento juntos.
 
Kaiba se removió incómodo. La forma en que el rubio había pronunciado `juntos' le hacía sentir nervioso, invadido.
 
Inseguro.
 
Como una guía buscó con su mirada su anillo de bodas, pero Joey acarició de forma sutil su otra mano provocando que regresara de nuevo a esos ojos color miel que no le dejaban ni un minuto.
 
-Dame una oportunidad, Seto -rogó Joey, poniendo todo su corazón en esas palabras.
 
El corazón del ojiazul latió con fuerza y sin saber por qué un miedo le invadió. Se levantó bruscamente y con paso veloz se dirigió a la puerta sin mirar atrás, pero antes de poder abrir, una mano callosa y fuerte se cerró sobre la suya en el picaporte y un aliento perturbador tocó su cuello.
 
-Por favor…
 
Seto sabía que sus piernas iban a fallarle. Un extraño mareo ya se apoderaba de él. Apretó sus párpados tratando de juntas fuerzas pero éstas lo abandonaron. Todo comenzó a dar vueltas y tornarse oscuro, sintiendo como su cuerpo caía pero unos brazos lo atraparon para evitar que tocara el suelo.
 
- … Joey