Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ El Amor Después ❯ Acertijos ( Chapter 11 )
[ Y - Young Adult: Not suitable for readers under 16 ]
Disclaimer: al César lo que es del César, YGO no es mío.
Pairings: JxS
Warnings: yaoi y derivados
&&&&&&&&&&
EL AMOR DESPUES.
Capítulo 11. Acertijos.
Era el mismo sueño de nuevo, el Parque de Ciudad Domino a las cinco de la tarde, vacío de personas y lleno de resplandor. Los árboles se mecían lentamente y los pájaros cantaban alegres. Era una calma inquietante. A lo lejos divisó en el camino principal una figura, el brillo que reinaba alrededor no le permitía distinguir quien era, pero la persona parecía usar un pantalón y una chaqueta como las de la escuela…
Seto abrió los ojos, encontrándose en un lugar desconocido. Estaba recostado en una amplia cama mullida y suave. El techo tenía una lámpara que proyectaba una luz tenue. Por las paredes y vigas se dio cuenta de la naturaleza del lugar. Era una bodega. Entonces todos los eventos recientes vinieron a su mente… se había desmayado en los brazos de Joey Wheeler.
/Debió ser el cansancio/ se decía para sí /El perro no tuvo nada que ver. Tengo muchas presiones en el trabajo…/
Sus ojos miraron el cielo nocturno a través de las ventanas. Debía ser medianoche. De un salto se levantó. Estaba en la parte superior de la bodega pero escuchaba el ruido de un grifo de agua y el chocar de platos. Bajando rápidamente las escaleras se topó con el reloj de la pared. Con asombro y angustia miró su propio reloj como para confirmar lo que veía. El terror se apoderó de él.
Tenía que irse y pronto.
-Vaya, al fin despiertas, dulzura -habló Joey desde la cocina- Creí que dormirías toda la noche. Incluso estaba pensando en…
-Me voy -anunció el ojiazul corriendo hacia la puerta.
No había ninguna limusina esperándole.
Su temor comenzó a volverse pánico, con desesperación se volvió hacia el rubio que se acercaba secándose las manos con una toalla.
-¡ ¿Qué demonios hiciste, Wheeler? !
-Hey, no me culpes, Seto. Me asustaste cuando caíste en mis brazos pero revisé tus signos vitales y estabas bien. Cuando vi que ya llevabas más de dos horas sin despertar, le dije a tu chofer que se fuera porque tú te habías quedado profunda y lindamente dormido. Me dejó tu gabardina y tu portafolio -señaló una de las sillas en la mesa- Ahí.
Tomando sus cosas con prisa, el ojiazul buscó en su saco su celular caminando hacia la puerta, pero antes de llamar, reflexionó sobre el lugar donde estaba. Sería un grave error llamar desde la casa de Joey, que lo miró extrañando. Kaiba parecía alarmado por algún motivo.
-Tengo que regresar ahora mismo -se decía más a sí mismo que a Joey, buscando el número del taxi.
-Yo puedo llevarte -ofreció el rubio- Tengo un jeep afuera.
-¡Es lo menos que puedes hacer, Wheeler! -exclamó agraviado- ¡Nadie te dijo que despidieras a Jubei!
Joey no contestó y buscó sus llaves del auto para salir por la parte posterior de la bodega con el ojiazul en los talones. Salieron del porche para tomar el camino hacia la autopista. El rubio se detuvo un momento para preguntarle a Seto que ocurría pero éste parecía cada vez más desesperado.
-¡Maldita sea, perro! Esta cosa sirve ¡ ¿sí o no? !
-Uh… claro. Oye ¿Cuál es el apuro?
Kaiba no le contestó, desviando su mirada hacia la autopista. Joey reanudó la marcha mirando de reojo al ojiazul. Lucía alterado y nervioso. El resto del camino fue en silencio, sólo el tamborileo de los dedos de Seto sobre su portafolio sin quitar su vista de la carretera como esperando ver la Mansión Kaiba en cualquier momento.
-Hombre, tranquilízate. Me pones nervioso -le dijo Joey suavemente.
Pero el otro no le respondía. Tenía la mente en otra parte.
/Por favor, que ya se haya dormido… por favor/
Con el ojiazul apurándole, llegaron a la mansión. Joey insistió en manejar hasta la puerta principal para evitar que Seto caminara tanto y ahorrara tiempo. Fue la desesperación y angustia de éste que le permitió hacerlo. Sin despedirse, salió del auto y con una carrera que a Joey le pareció que volaba, entró en la mansión. Nunca había visto que Kaiba se mostrara tan inseguro frente a ser viviente alguno. Un presentimiento le decía que tu terror tenía por nombre Atemu.
-Bueno, en la mañana lo sabré -murmuró resignado. Por ahora no podía hacer nada.
&&&&&&&&&&
La suerte parecía estar de su lado, porque las luces estaban apagadas y la servidumbre ya no estaba. Tratando de hacer el menor ruido posible, Seto subió con lentitud las escaleras hacia su recámara que estaba a oscuras como todas los demás cuartos. Con lentitud, abrió una de las puertas y se introdujo en la habitación.
/Esto estuvo demasiado cerca. Maldito Wheeler, en la mañana me las pagará/
-Es increíble como en cuestión de horas, Joey pasó de ser un perro a un amigo íntimo ¿O me equivoco, Mi Tesoro?
La voz del Faraón hizo detenerse en seco al ojiazul que perdió el valor de girarse hacia la dirección en donde se encontraba su esposo. Atemu caminó hasta quedar a sus espaldas permitiéndole a Seto percibir un enorme enojo en sus siguientes palabras.
-Me gustaría saber desde cuando te volviste tan flexible en tus opiniones, Seto.
Este contuvo la respiración.
-¡Y sabes cuanto detesto que no me contestes! -siseó el Faraón haciendo girar al otro bruscamente- Dos años de matrimonio son perfectos para que ya supieras lo que sí y lo que no puedes hacer ¿No es verdad? -preguntó sujetando con fuerza los brazos de Kaiba- ¡ ¿No es verdad? !
-Yo… yo… lo siento, Atemu -contestó tratando de contener lágrimas de terror- pero no fue mi culpa qu… ¡Ah!
El Faraón lo había tumbado a la cama con violencia. Por instinto, el ojiazul se hizo ovillo llorando abiertamente y temblando sin control.
-Por favor, Mi Faraón -suplicó- no ocurrirá de nuevo…
-Sin duda alguna, Seth -contestó el Faraón, quitándose la bata que cubría su cuerpo desnudo- Sin duda alguna.
Más lágrimas rodaron por las mejillas de Seto mientras Atemu prácticamente arrancaba sus ropas. Sabía por experiencia que era mejor no oponer resistencia si no quería tener golpes en su cuerpo que esconder ante Mokuba por la mañana. Un escalofrío recorrió su espalda cuando el Faraón separó sus piernas con furia para penetrarlo sin ninguna preparación.
Como solía hacerlo la mayoría de las veces.
-Recuerda bien cual es tu lugar, Mi Tesoro -susurró Atemu antes de besar con rabia los labios del ojiazul que apretó sus ojos al sentir la salvaje entrada del Faraón.
Ese doloroso beso se tragó su gritó de agonía que se mezcló con los gruñidos de placer de Atemu. Moviéndose a un ritmo frenético, el Faraón lamió las lágrimas frescas de Seto. Sus ojos violetas brillaban con regocijo al ver como su dragón mordía sus labios tratando de retener sus gritos de dolor. Pasando un brazo por su espalda y tomando una de las piernas de Seto con el otro, Atemu aceleró aún más provocando que el ojiazul arqueara su espalda para soportar las ahora profundas embestidas del Faraón, que sintiendo próximo su clímax se inclinó para morder el tenso cuello de Kaiba mientras terminaba dentro de él.
Sólo el llanto ahogado de Seto se escuchaba en la recámara. Atemu se había quedado dormido poco después de tomarlo. Aún sentía como el semen se deslizaba entre sus muslos. El Faraón lo trataba sin miramientos y sus encuentros eran siempre desagradables para Kaiba. Pero se tragaba su dolor -y orgullo- para no preocupar a Mokuba que apenas estaba recuperando su vida después de aquellos años de depresión.
Tomando una almohada, el ojiazul hundió su rostro en ella para ahogar sus sollozos, haciéndose de nuevo ovillo. De no haberse desmayado, hubiera estado a tiempo en casa y nada hubiera ocurrido.
Tal vez Atemu lo habría poseído con menos violencia.
/El `hubiera' no existe para mí. Además yo he aceptado vivir con él/
Y sin embargo, a Seto no le quedaba claro porque el Faraón se había disgustado tanto por haber cenado con Joey y luego llegar en su jeep. Después de todo era su amigo de duelos y aventuras.
Abrazando la almohada, prefirió dejar a un lado ese pensamiento y permitir que el agotamiento tomara su lugar. Quería soñar con algo que aliviara el dolor punzante entre sus piernas. En el camino a la inconsciencia le vino a la mente la imagen de Joey mirándolo como si fuera su mascota perdida. Recordar el tacto del rubio sobre sus dedos calmó sus sollozos. En ese momento se sintió tranquilo y seguro. Solo un leve contacto y Joey le hizo sentirse tan bien.
“Dame una oportunidad, Seto”
Le había llamado Seto y ni siquiera lo notó. Estaba muy ocupado en esos ojos dorados de Joey, en el calor de su mano rozando la suya como si fuera el diamante más preciado.
Una oportunidad. Joey Wheeler quería una oportunidad.
Riendo ahogadamente, Seto se dio cuenta de que estaba pensando en la persona más inútil que él hubiera conocido y curiosamente, se alegraba con ello.
Más relajado, el sueño prometía ser reconfortante.
/Tal vez deba darle una oportunidad/ pensó antes de quedarse dormido.
Aunque en realidad ya lo había aceptado -y deseado- desde el principio.
&&&&&&&&&&
Joey miraba pensativo el techo de su casa, recostado en su cama. Si su intuición era correcta, el Faraón no sólo no era gentil con Seto, sino que además lo tenía bajo un dominio de terror. No suficiente con usar sus poderes milenarios para borrar el amor que sentía por él, subyugaba al ojiazul con violencia y miedo.
Había salido de un infierno para entrar en otro.
/Angie tenía razón, el Faraón va a usar sus mejores cartas para retener a mi ojos azules/
El rubio buscó en su buró la carta que había dejado. No podía verla en la oscuridad pero sabía cual era.
El Dragón Negro de Ojos Rojos.
-Aún no sé como, Seto; pero el Faraón no vuelve a ponerte una mano encima. Voy a demostrarle que mi amor por ti es más fuerte que sus brujerías egipcias.
Su corazón le decía que al ojiazul le esperaba dolor en casa. Cosa que vería en la mañana al buscarlo en su oficina en la Corporación Kaiba.
-Ya no vas a llorar más por él, mi dragón. No más. Prometo enseñarte lo que es amar de verdad y sonreirás de nuevo. Como que me llamo Joey Wheeler.