Yu-Gi-Oh! Fan Fiction ❯ Show me Love ❯ Chappy 18 ( Chapter 18 )

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Todos en la casa de los Ishtar, corrieron al encuentro de los tres jóvenes. A Bakura lo recostaron en el sofá y lo taparon con una frazada, para ir calentando su cuerpo. A Ryo lo sentaron en uno de los sillones y le dieron chocolate caliente mientras que Isis lo tapaba con una manta. Dreigon se sentó en una de las sillas, respirando profundamente. Al fin había acabado todo. Sólo restaba contar la historia.

-Y eso es todo.-respondió Ryo, tomando su último sorbo de chocolate.

-¿Entonces los humanos pueden hacer eso?-dijo el rubio sorprendido.

-No, no pueden. Deben tener un espíritu o alguna clase de forma sobrenatural, para poder recibir la inmortalidad.-explicó Dreigon.-Sólo así se logra.

-Mmmm....Entiendo...-respondió Joey.-Pero, ¿Cómo van a saber cuándo deben ir?

-La Muerte les avisará. Ella así me lo dijo, antes de marcharnos.-respondió Dreigon.

Habían pasado ya tres días de lo sucedido. Bakura se estaba recuperando poco a poco de sus heridas. Muy lentamente pero lo estaba haciendo. Ryo le daba toda su atención y ver si necesitaba algo.

El espíritu estaba recostado en su cama, con sus ojos cerrados, mientras que sentía cómo su pequeño jugaba con su cabello, que se encontraba del lado de la pared, igualmente con sus ojos cerrados. Bakura tenía vendas en el cuello, manos, antebrazos, muslos, tobillos y pecho, dónde había sido herido.

/¿Pequeño?/

-¿Si?

/Te amo/

-Yo igual, `Kura.

Bakura abrió sus ojos, y tomó la mano libre de su amado, besándola suavemente. Luego comenzó a acariciar suavemente la mejilla de Ryo, haciéndolo reír levemente.

/Es hermoso volver a oír tu voz/

-Yo igual, aunque no puedas mover tu boca.

Ryo se agachó y besó a su espíritu tiernamente.

Yugi tocó el timbre de la casa de Dreigon. Junto a él se encontraba Malik, mirando asombrado el tamaño de su casa.

-¿Qué se les ofrece chicos?-dijo ella mientras abría la puerta.

-Queremos hablar contigo.-respondió el moreno.

-Claro. Pasen.-dijo haciéndose a un lado para dejar pasar a los chicos y cerrar la puerta.

Yami y Marik salieron de sus artículos para estar al lado de sus hikaris, y tomarles de las manos fuertemente. Ella los guió hasta su sala y les ofreció asientos en el sofá para cuatro que tenía, mientras que ella lo hizo en un

sillón cerca de ellos. Un Ojos Azules Caricatura entró cargando una bandeja que la depositó en la mesa ratona.

-Gracias.-dijo ella, mientras el dragón hacía una reverencia y desaparecía.-

¿Quieren un poco de té?

-No, yo no quiero.-dijo Yugi.

-Yo tampoco.-dijo Marik.

-Bueno, entonces les daré a Yami y Malik, si quieren.-ellos negaron y Dreigon se preparó una taza para ella.-Y, ¿Qué se les ofrece?

-Queríamos intentar lo mismo que la Muerte les dijo a Ryo y Bakura.-explicó Yami.

-¿Lo del descansar?

-Si.

-Claro que pueden hacerlo. Sólo tienen que dormir en un árbol sagrado y darle un hechizo para que los despierte luego de mil años.

-No sabemos dónde encontrar un árbol sagrado.-dijo Malik.

-En el cementerio de la ciudad. Allí hay varios.-dijo tomando un sorbo de su té.

-¿Cuándo deberíamos ir a descansar?-preguntó Marik.

-¿Para qué quieren hacer lo mismo que los albinos?-dijo ella.

-Porque, queremos estar juntos toda la vida.-declaró Yugi, un poco sonrojado igual que Malik.

-Ahhhh...Ya veo...En cuanto al cuándo, es a gusto suyo.

-O sea, ¿Qué podemos ir en este instante?-dijo Yami.

-Si, poder pueden, pero es mejor cuando ya un árbol sagrado halla sido activado con su poder. Les recomiendo que esperen hasta que la Muerte les avise a Ryo y Bakura. Luego, al día siguiente yo los acompañaré al cementerio y les diré dónde deben descansar.

-Gracias.-dijeron los cuatro.

-Por cierto, ¿Cómo se encuentran los albinos? No he podido ir a visitarlos ni llamarlos porque tuve mucho que hacer.

-Ellos están mejorando. Se encuentran más unidos que nunca. Nosotros y los demás los ayudamos con la comida y los vendajes.-declaró Yugi.

A una semana de lo ocurrido, Ryo despertó por un ruido que escuchó en su habitación que compartía con Bakura. Se unió a Bakura, para así poder ver qué ocurría. Se sentó en la cama, y se dio cuenta que la Muerte se encontraba allí de pie, mirándolo.

-¿Qué se le ofrece?-dijo amablemente Ryo.

-Vengo a decirte, que ya es hora.-respondió el esqueleto.

-¿Tan pronto? Vaya...-dijo mirando a la ventana, dónde los rayos del sol entraban suavemente.

-¿Vendrás?

-Por supuesto.-dijo levantándose de la cama.

-Sígueme.

Salieron de la casa, dirigiéndose al cementerio. Dreigon los esperaba en la esquina. Saludó a ambos y los tres dirigieron toda su atención al cementerio, que se encontraba cerca de la casa de los albinos. Habían dormido toda la tarde, por lo tanto al llegar, ya había oscurecido. La Muerte los guió a lo largo del cementerio, hasta detenerse en un gran roble, que tenía una cuerda atada a él. Bakura se separó de Ryo, y sin decir alguna palabra, traspasó el árbol, internándose en él. El menor se preocupó poco, pero lo hizo.

Bakura entró dentro del árbol, dónde todo era iluminado con la esencia de la planta, que era toda azul. Divisó una esfera semitransparente de un azul muy claro. Entró en ella, y a penas lo hizo, toda su ropa se desvaneció, dejándolo completamente desnudo, para que unas alas de dragón aparecieran de su espalda. Se ubicó en el centro de la esfera, y se acurrucó en una bola, tapándose levemente con sus alas. De las paredes, salieron unos hilillos, que se incrustaron sin dolor en el cuerpo de Bakura, comenzando a drenar su esencia para el espíritu que tenía que recuperarse.

-Ahora, te toca a ti.-se dirigió Dreigon hacía el menor.

-Si.

-¿Tienes miedo?-preguntó la Muerte.

-Un poco.

-No te preocupes. Todo estará bien. Debes entrar, y dirigirte hacía dónde está Bakura. Quedarás dentro de la esfera desnudo, y unas alas aparecerán en tu espalda. Si quieres puedes abrazarlo, para luego dormir. Cuando entres, tus ojos sólo podrán ver hasta que te acomodes bien. Una vez que los hayas cerrados, no los volverás a abrir dentro de mil años.

-Lo sé. Adiós Dreigon.-dijo abrazándola.

-Adiós pequeño. Te veré dentro de mil años. Probablemente yo estaré en Egipto, para cuando los seis despierten. Tendrán que volar hasta el aeropuerto y yo los recogeré para que vivan un tiempo en mi casa y luego se marchen.

-Eres muy amable.

Dicho esto, Ryo traspasó la pared del árbol, para reunirse con Bakura.

Al día siguiente, Dreigon pasó a recoger a Malik y Yugi, junto con sus espíritus. Los guió hasta el cementerio, y hasta sus respectivos árboles. En el primero entraron Yugi y Yami. Se despidieron de Dreigon, Malik y Marik, quienes les devolvieron el saludo, antes de desaparecer en el interior de la planta. Dreigon condujo a la última pareja hasta otro árbol.

-Gracias por todo Dreigon.-dijo Malik, abrazándola.

-No es nada.-respondió ella devolviendo el abrazo.-Ahora, entren.-dijo al separarse.

Los dos chicos la miraron una última vez, antes de entrar al árbol, y dormir durante mil años, para luego despertar en un año que les guardará muchas dificultades para poder volver a reunirse en Egipto.