Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Junto a ti ❯ Capítulo 8 ( Chapter 8 )

[ A - All Readers ]

JUNTO A TI
Por Daulaci Serv
Con los personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
Parte en combinación con la trama de la novela de Elizabeth Graham, Farsa Dolorosa.
Con una especial agradecimiento a Crystal23quien a sido toda una inspiración y un gran apoyo como beta en este fic.
CAPITULO 8
 
A la mañana siguiente Tomoyo no tuvo ningún problema para levantarse temprano y preparar el desayuno consistente en bistec huevos y tocino que sirvió. Aunque estaba preparada para cualquier comentario sarcástico de parte de Touya este no parecía de humor para eso y se mantuvo callado mientras desayunaba.
 
Por otro lado Yukito mantenía una conversación animada con la chica.
 
-¿Sabes montar, Tomoyo?
 
-Oh… bueno, no. Alguna vez monte un pony cuando era niña pero… -se detuvo un momento a meditar y pensó: “Si claro el pony que me regalo papá cuando cumplí 8 años-. Muy poca gente tiene posibilidades de montar en la ciudad -respondió evasiva.
 
-Lo supongo -comentó Yukito y agregó animado-: ¡Tal vez podría enseñarte!
 
Ahora Touya pareció volver a la vida y lo interrumpió con frialdad:
 
-Me parece que ya tienes demasiado trabajo como para pensar en lecciones de equitación, y Tomoyo también tiene suficiente para mantenerse ocupada o debería tener -terminó con énfasis-. ¿No lo creen así? -preguntó a ambos con ironía.
 
-De cualquier forma, no estoy interesada en montar -dijo ella a la ligera, y después sonrió al joven-. No soy muy buena en las actividades físicas, seguramente me caería del caballo o algo así. ¡Pero, gracias Yukito!
 
-Vámonos, hay mucho que hacer durante el día -dijo Touya poniéndose de pie antes de que Yukito pudiera decir algo más.
 
-Y todos los días -dijo Yukito en voz baja, al ponerse de pie también. La sonrisa que lanzó a Tomoyo era como una disculpa-. Gracias por el desayuno, Tomoyo, estuvo de primera.
 
Cuando los vio salir, se sentó para saborear tranquila una taza de café recién hecho. Reflexionó sobre los dos hombres, ambos eran muy apuestos y pensó que Yukito era el de mejor carácter; caballeroso, amable y con un atractivo aire de timidez. Esperaba que su novia, Mina, fuera el tipo de joven que apreciara todas esas cualidades.
 
Pero prefirió no pensar en ese carácter tan pesado de Touya Kinomoto así no arruinaría la mañana.
 
Después de disfrutar de su desayuno de dispuso a realizar todas las tareas que le habían encomendado. Esta vez no le daría a Touya la oportunidad de criticar su trabajo. Tras unas horas de intenso trabajo el pasillo brillaba igual que el mobiliario que recibió una enérgica pulida. Tomoyo observó con satisfacción el resultado de su obra.
 
Se dirigió a las habitaciones para cambiar las sábanas y hacer las camas. Primero fue a la habitación de Yukito, el chico era muy ordenado y no había necesidad de hacer gran cosa, así que simplemente quito las sábanas de la cama y puso unas limpias, cuando termino sacó el cesto con la ropa sucia y salió al pasillo, decidió dejar el cesto del cuarto de Yukito al pie de las escaleras cuando sacará el de la recamara de Touya se dedicaría a bajar los dos botes y llevarlos al cuarto del lavado.
 
Nunca en toda su vida, había hecho tanto trabajo pero por alguna razón, aun no sentía cansancio. Debía de sentirlo: En una sola mañana había limpiado la residencia ella sola. Notó en un instante como sus manos, antes siempre limpias, arregladas a la francesa ahora lucían afectadas por la labor e incluso ásperas. Pero el sacrificio valía la pena.
 
Era su vida en peligro o sus uñas. No había discusión al respecto
 
En el cuarto de Touya si había que hacer un poco de más trabajo, recogió lo que encontró tirado en el suelo, acomodó la ropa que había en los cajones y procedió ha hacer lo mismo que en la otra cama, cambiar las sábanas y arreglarla. Se sonrojó un poco al recordar la forma en que Touya le había aclarado que no usaba pijama.
 
Salía del cuarto de Touya con el enorme cesto de ropa sucia y se sorprendió al ver que Touya se encontraba al final del pasillo observándola con cinismo. Con aquel porte tan distintivo de él: con sus brazos cruzados y apoyado a una columna.
 
-¿Qué haces aquí? -preguntó a la defensiva-. ¿Pensé que no te vería hasta la cena?
 
-Y supongo que no te alegra mucho mi presencia -respondió él levantando una ceja-. No, no te molestes en contestar, solo vine a ver si mi ama de llaves estaba realizando su trabajo.
 
-Pues como vez, eso es lo que estoy haciendo -respondió con la misma frialdad que él usaba, mientras caminaba con dificultad hacia las escaleras debido al cesto de ropa-. Ahora si me permites tengo que llevar esto allá abajo.
 
-Permíteme ayudarte -dijo Touya en tono impaciente quitándole el cesto de ropa.
 
Tomoyo se sorprendió.
 
-Gracias -respondió-. Pero no hace falta.
 
Ella se aproximó para quitarle la cesta, pero el no parecía dispuesto a ceder.
 
-Déjame -dijo él aún más impaciente.
 
-No es necesario -le dijo Tomoyo realmente sorprendida.
 
-Claro que lo es.
 
Lo vio bajar las escaleras rápidamente y llevando el cesto como si este no pesará nada. Era un hombre extraño. Pasaba de un humor a otro sin motivo aparente y en cuestión de segundos. Se volvió para buscar el otro cesto de ropa, pero este no estaba.
 
-¿Y el otro cesto? -dijo en voz alta para que Touya la escuchara.
 
-En el cuarto de lavado -fue la respuesta que escuchó a lo lejos.
 
Tomoyo bajó corriendo las escaleras para alcanzarlo, cuando llegó a la cocina él ya regresaba de dejar el cesto.
 
-Me voy -anunció Touya caminando hacia la puerta, Tomoyo lo seguía todavía perpleja por la actitud del hombre-. Solo vine a dejar algunas cosas, por cierto… -dijo él deteniéndose tan repentinamente que la chica casi choca con él.
 
Touya aprovechó el desconcierto de la chica para sujetarla por los brazos y mantenerla muy cerca de él. Suavemente podía alzarla en puntitas de sus pequeños pies sin esfuerzo por su parte. Él se detuvo a observar el rostro de la chica con detenimiento.
 
-Tomoyo, te ves un poco mal. ¿Estás bien? -la miró con el ceño fruncido.
 
-No estoy mal -se defendió incómoda por la cercanía de Touya.
 
-¿De verdad no estás enferma? -preguntó sorprendiendo a la chica-. ¿Siempre pareces tan cansada? -dijo pasando el dedo índice por las sombras debajo de los ojos-. ¿Y tan pálida? -y acarició la suave piel de la chica-. ¿Qué pasa Tomoyo? ¿Acaso el trabajo está siendo muy estresante para ti?
 
Tomoyo no contestó aturdida por las preguntas y las caricias que acompañaban a estas.
 
-Sakura no me mandó una chica enferma ¿verdad? -le estaba dando la oportunidad de confrontarlo y así ahorrarse la pena de tener que hacer tanto esfuerzo todos los días.
 
Pero ella no se dejaría influenciar por su insistencia.
 
-No… no estoy… en… enferma.
 
Touya la observó unos cuantos minutos más tratando de descifrar lo que sus ojos veían, después recordó lo que iba a decirle un momento antes.
 
-Te traje un presente -y volvió la cara hacía la mesa de la cocina.
 
Tomoyo siguió la mirada masculina hacia la mesa y vio que sobre ella había tres paquetes de guantes de plástico.
 
-¿Qué…?
 
-Para que protejas tus lindas manos -respondió él tomando una de sus manos para besarla. Aún no es tarde... nunca está de más una mujer con las manos arregladas. Siempre llaman la atención de los hombres...- mirándole con intensidad.- Aunque ellas no se den cuenta.
 
Tomoyo lo miraba abstraída, no podía creer lo que estaba sucediendo. Este hombre la sacaba de sus casillas y al mismo tiempo la trataba con una delicadeza poco común en él.
 
-Ahora quiero saber… -dijo abrazándola por la cintura-, si la señorita Matsube me lo va a agradecer -cruzando sus brazos en la espalda de la chica.
 
Tomoyo estaba tratando de controlarse ante las sensaciones que recorrían su piel y todo su ser. ¡Que decir de su corazón!: este latía a mil por hora.
 
-Gracias -balbuceó con rapidez-. Muchas gracias. Quizá… n… nos vere… mos más tarde... es decir… en, en la cena -trató de liberarse.
 
-¡Ya deja de tartamudear! -ordenó el suavemente-. Además no es a eso a lo que me refería. “Vamos a ver que haces... haber si eres quien dices ser” -frunciendo aun mas su mirada sobre la chica-. “Como te defiendes... aunque, no quiero que lo hagas”.
 
Él comenzó a acariciarle el cuello con una mano, lo cual provocó un cosquilleo por la espalda de Tomoyo. Una de sus piernas rozaba el muslo de la chica.
 
-Yo… ¿qué?... no -Tomoyo habló con incoherencia ante el aroma del hombre, su cercanía, y por las sensaciones nuevas que sentía. Trataba de liberarse de su abrazo, sin mucho esfuerzo con sus propios brazos. Incluso trataba de esquivar su rostro.
 
Pero era inútil: Su lógica decía una cosa. Su corazón otra.
 
-¿No, qué? -susurró él.
 
-No… no…
 
-¿Qué no te bese? Pero sí quieres que lo haga ¿no? -la abrazó con más fuerza acercándola más a él. Con aquello, prácticamente le quitó el poco aire que quedaba en sus pulmones.
 
-No… yo… -emitió un leve gemido-. No, Touya.
 
-¿Estás segura? Entonces, tú me tendrás que besar a mí ¿no?
 
Con desesperación deseaba que la besara, pero todo eso estaba mal. Touya era su jefe, un hombre que no le agradaba del todo, y que pensaba que ella estaba allí para atraparlo. Estaba haciendo todo eso, para demostrar que al igual que todas, lo deseaba por su dinero. Tal ves su físico era otra de las cosas que atrajeron a las demás mujeres. Su actitud y conducta era al mismo tiempo insoportable, tentadora y abrasante.
 
Tomoyo no lo debía besar por nada del mundo. Sin embargo, los labios de él ya casi le rozaban la mejilla; continuaba acariciándole el cuello. La joven gimió una vez más, vio los ojos de Touya brillando, lentamente volvió sus labios hacia él.
 
En ese momento se escuchó el sonido de unos cascos, un caballo y su jinete se acercaban a la casa.
 
-Te salvo la campana -dijo Touya separándose de ella lentamente, incluso no pudo evitar una mueca parecida a una sonrisa que dejó aturdida a la chica -. Nos veremos en la noche -y dicho esto salió de la cocina para encontrarse con la persona que bajaba del caballo.
 
-Buenos días Mina, que te trae por aquí, Yukito no se encuentra en casa.
 
-Buenos días Touya, si lo sé solo vine a conocer a tu nueva ama de llaves.
 
-Esta allá adentro -dijo señalando la puerta de la cocina-. Pasa, estás en tu casa, y no me la distraigas mucho, por favor.
 
-Gracias -respondió la chica un tanto desconcertada por la conducta del sujeto y se dirigió hacia la cocina.
 
Tomoyo mientras tanto trataba de controlar los latidos de su corazón. Se sentía acalorada y mareada, de momento no sabía que sentir demasiado preocupada por recobrar la serenidad para poder atender a la chica que ya entraba por la puerta.
 
Se volvió para encontrar frente a sí a una esbelta joven rubia. Parecía tener su edad, el sedoso cabello le caía en un fleco sobre el frente y el resto se ondulaba a la altura del mentón. Los ojos azules, aparentaban aguardar para sonreír en cualquier momento y su graciosa nariz estaba salpicada de pecas; vestía una camisa a cuadros y unos pantalones de mezclilla ajustados.
 
Si los ojos analíticos de Tomoyo mostraban sorpresa, los de la otra chica dos veces más mientras observaba el cabello negro que contrastaba con el delantal almidonado de trabajo que, a pesar de vérsele grande, no lograba ocultar as curvas de la joven. Y que decir de sus ojos amatistas.
 
Una muñeca de porcelana parecía la muchacha. Todo menos un ama de llaves.
 
-¿Eres … la nueva ama de llaves? -preguntó la rubia con voz tenue.
 
-Así es… Tomoyo D… Matsube -corrigió a tiempo-. ¿Y tú eres…?
 
-Mina Asurasaiko. Mucho gusto. Yukito y yo estamos comprometidos.
 
-Oh, qué fabuloso. Hace muy poco me preguntaba cómo serías.
 
-¿Por qué? -Mina miró sorprendida a Tomoyo.
 
-Yukito es tan agradable, que esperaba que tú también lo fueras -repuso Tomoyo ofreciéndole la mano y prosiguió-. ¿Puedes quedarte a tomar café?
 
-Bueno, pero… -la joven se volvió hacia fuera-. Touya dijo… es decir me parece que estás ocupada. Sólo quise pasar a presentarme.
 
-Ya estoy lista para una pausa -indicó Tomoyo alegremente, conectó la cafetera y preparó las tasas-. Vives algo retirado ¿verdad?
 
-Si estás acostumbrada a las distancias de la ciudad, supongo que sí -río Mina, y se sentó frente a la mesa-, pero aquí todos somos vecinos cercanos.
 
-Se me olvida -Tomoyo suspiró ya más relajada y volvió su atención a la hermosa yegua que estaba afuera-. Es una belleza -declaró entusiasmada y se volvió a Mina-. ¿La montaste hasta acá?
 
-Si. ¿Tú montas?
 
-Oh, no sé nada acerca de caballos -repuso Tomoyo al tiempo que se sentaba frente a la rubia.
 
-Es una lástima. En una región como ésta se está perdido sin saber montar.
 
-Debe ser -repuso Tomoyo.
 
-¿Has tenido muchos… trabajos como éste? -Mina pareció dudar-. Es decir... disculpa que dude, pero, pareces demasiado joven para tener experiencia… y muy atractiva para ser tu modo de vida -de inmediato agregó-: Lo que quiero decir es que debe haber muchos hombres que desearían…
 
-Nunca conocí a nadie que me importara lo suficiente para casarme -replicó Tomoyo con firmeza, y se puso de pie para servir el café. Después de hacerlo se sentó de nuevo con una taza humeante. Forzó una sonrisa y empezó a decir-: Pero ese tampoco es tu problema, ¿verdad? Esta mañana estaba pensando que Yukito es muy gentil.
 
-¿Eso crees?
 
Tomoyo percibió el tono algo receloso de su compañera, y de inmediato añadió con franqueza:
 
-Escucha, lo que quiero decir es… bueno, que Yukito me gusta como amigo. Es muy amable y ciertamente, ha tratado de que me sienta en casa... además, se nota que te quiere mucho. Por eso deseaba que fueras la indicada para él. Y pienso que lo eres.
 
-Gracias -Mina sonrió relajada-. Espero que estés en lo cierto. He estado loca por él desde que tenía 15 años, y él ni siquiera sabía que yo existía -dio un sorbo al café y sonrió con una mueca-. Creo que tú serás igual que el resto de las jóvenes que vienen y caen con Touya. Es del tipo autoritario de quien se enamora la mayoría. Incluso una me confesó que cada vez que él la miraba sentía que le temblaban las rodillas.
 
-Quizá porque tenía interés en su fortuna -repuso Tomoyo, con rigidez-. ¿Acaso es millonario?
 
-Bueno, el rancho solamente vale millones, y aparte Touya tiene por su cuenta. Es muy hábil para las inversiones y cosas de ese tipo -arrugó el ceño pensativa-. ¿No crees que resulta atractivo?
 
-¡Oye, suena como si fueras a casarte con el hombre equivocado! -sonó la voz de Tomoyo algo afectada ante su comentario.
 
¡Oh, no! No me importa que Yukito no se parezca a Touya. De hecho… -dudó como si le faltaran palabras-, en cierta forma Touya me intimida. Es tan fuerte y enérgico. Debe esperar demasiado de una esposa: cerebro, belleza y un alto grado de capacidad en lo que realice… en fin, no sé qué más. Pero yo soy feliz con Yukito.
Touya es muy complejo y en lo personal, no creo que, hasta ahora, haya conocido a alguien que pueda llenar todas sus expectativas.
 
-Y así debe ser -comentó Tomoyo, poniéndose de pie-. Por cierto, aun si yo cayera con Touya, no me haría el menor bien. ¡Piensa que soy la criatura más incompetente del universo.
 
-¿Si?
 
-En definitiva. Sin duda Yukito te comentó que anoche serví raciones insuficientes a los hambrientos rancheros, y me enumeraron la lista de tareas, empezando por los botes llenos de ropa sucia. Fue muy concreto con que aun duda que soy capaz de hacerlo ¡mira que se apareció ahora para confirmar sus sospechas!
 
Mina no pudo evitar sonreír-. Ciertamente ese es el estilo de Touya Kinomoto. Tal vez ve lo mismo que yo.
 
-¿Qué cosa?
 
-Bueno, siendo totalmente franca; no pareces un ama de llaves -Tomoyo se miró las manos y el delantal que se puso-. Te ves como modelo de revista o algo parecido. No pareces tener el físico de hacer trabajos pesados y he ahí la duda de Touya.
 
-Supongo que ser eso -admitió la chica.- Pero he podido dominar esta casa, en lo que va del día, hacerles un desayuno como están acostumbrados y ahora, voy a cargar las maquinas de lavar.- señalando el montón de ropa acumulada.
 
-Cielos, permíteme ayudarte, Tomoyo -y agregó impulsiva-: Al menos puedo comenzar con la ropa de lavado. En serio, me encantaría -insistió.
 
-Bueno, si estás segura -Tomoyo parecía dudar. ¿Qué pensaría Touya de que la prometida de Yukito ayudara con las tareas domésticas.
 
-No tengo que regresar a casa durante un par de horas. Y no te preocupes -adivinando lo que pensaba-. Touya no se enterará por mi. Dudo que vuelva hasta el atardecer... -guiñándole un ojo.
 
Tomoyo no necesitó que la alentara más.
 
Cuando ambas se sentaron a comer algo que preparó Tomoyo, en el cuarto de lavado había aumentado en grandes proporciones la ropa limpia. Y las maquinas continuaban con la penúltima y ultima carga.
 
-Dime una cosa -dijo Tomoyo-. ¿Es cierto que han tenido muchas amas de casa aquí?
 
-No -respondió Mina confundida-. Durante muchos años la única que ha servido aquí es la señora Kaede, es viuda y tiene hijos casados que viven en el pueblo.
 
-¿De verdad?
 
-Si, tal vez hubo alguna otra ama de llaves antes de que Touya y Yukito terminarán la universidad, pero no recuerdo. La señora Kaede siempre había estado aquí, hasta que se fracturó una pierna cuando cayó por las escaleras cuando llevaba la ropa sucia.
 
-Que pena -dijo Tomoyo apenada al recordar la insistencia de Touya de ayudarla a bajar el cesto con ropa. Eso tal vez, explicaba la actitud de él más temprano.
 
-Me gustaría poder quedarme para ayudarte a planchar -comentó Mina afligida después de comer-, pero prometí a mi mamá que hornearía algo esta tarde. No ha estado bien últimamente, y la ayudo lo más que puedo.
 
-¿Tienes hermanos o hermanas?
 
-Dos hermanos, pero salen a trabajar con papá en el rancho la mayor parte del tiempo.
 
-¿Están casados?
 
- Ikade, el mayor, sí. Shonje todavía busca con quién divertirse -explicó a Tomoyo que el mayor tenía gemelos y otro hijo más-. Cuando los tres se juntan, deberías ver qué lío. Mi cuñada necesitaría tener ojos en la espalda. Tienes que ir en una ocasión para conocerlos a todos. Te garantizo una jaqueca al final de día.
 
-Me encantaría -repuso Tomoyo agradecida, y se sentía feliz por la nueva amistad en ese lejano sitio. Sin embargo, su rostro se ensombreció un poco-. Pero desconozco cuando estaré libre.
 
-Tienes que tener tiempo libre. Ni el mismo Touya puede mantenerte metida en la casa incluso los fines de semana. Le diré a Yukito que te lleve un domingo cuando la familia se reúna -y agregó pensativa-: Los domingos, Touya casi siempre está en casa de los Hiragizawa con Nakuru y Eriol, por lo tanto, podrás ir. ¿Quién sabe? Podrías interesarle a Shonje- guiñándole el ojo.- y tal vez por fin, se enserie contigo...
 
Tomoyo no pudo evitar el sonreír ante el cumplido.
 
-Sí. Gracias -con un falso tono de ligereza, Tomoyo preguntó-: ¿No es Nakuru Akizuki la misma para quien Touya está construyendo la casa en la propiedad?
 
-Eso parece -Mina encogió los hombros-, pero siendo franca contigo, no entiendo por qué Touya desea casarse con ella, después de lo que pasó. Estuvieron a punto de casarse, ¿sabes? Cuando él terminó la universidad regresó al rancho y se hizo cargo de él, pero Nakuru no quería quedarse por aquí, ella creía que Touya iniciaría una nueva vida en la ciudad, junto con ella claro. Pero los planes de Touya eran otros y Nakuru no soporto la idea de estar casada con un ranchero y se fue a la ciudad unos años, después regresó, no se que la pudo hacerla cambiar de opinión. Peor es Touya quien parece haber olvidado el desplante de años atrás y la acepta nuevamente... -encogiéndose de hombros-. Llámalo amor o lo que sea... pero tampoco veo a Touya tan enamorado de Nakuru para casarse con ella.
 
-Yo si hubiera aceptado -declaró Tomoyo sin pensarlo.
 
-También yo -coincidió Mina-. Pero Nakuru es diferente. Lo que si hay que resaltar es que a pesar que no se ve enamorado de ella, ella si es todo lo que te mencioné que Touya necesitaría de una esposa: bella, inteligente, capaz. Monta a caballo mejor que cualquiera otra mujer de la región. Además, puede cerrar un trato con mayor rapidez que un comerciante ganadero, y en realidad es una belleza… dentro de su tipo, ¿me comprendes? Me alegra que haya puesto los ojos en Touya, y no en Yukito.
 
-Por los atributos que mencionaste, creo que no tienes de qué preocuparte -dijo Tomoyo con una sonrisa.
 
-No -suspiró la rubia, y se puso de pie-. Por fortuna, ni siquiera sus esfuerzos por traer cultura a la zona han impresionado mucho a Yukito.
 
-¿Cultura?
 
-Y con mayúsculas -repuso Mina con voz grave-. El año pasado fue un conocido pianista, el antepasado un conjunto que tocaba música isabelina. Escuché que este año será la exposición de un pintor renombrado.
 
-¿Un pintor? -preguntó Tomoyo, parándose en seco mientras seguía a Mina hacia la puerta.
 
-Mmm. Parece que a Touya le agrada mucho; de cualquier forma, siempre busca sus obras. Creo que lo hace por eso. Aunque no lo creas, Yukito y yo conversamos precisamente eso: los intentos de Nakuru; siempre aquellas atracciones culturales, tienen de una manera u otra, algo que ver con Touya: sabe tocar el piano y tiene inclinaciones musicales que no muchos conocen; y le gusta el arte.
 
-¡Oh! -exclamó Tomoyo sorprendida. Quien, si no fuera porque lo escuchaba de alguien cercano a los hombres, jamás lo creería. Más aun con esa actitud y vida de rancheros, tal vez, Touya, no estaba tan desconectado del mundo.
 
-¿Estás segura que no puedo ayudarte con algo más antes de irme? -ofreció la rubia sacándole rápidamente de sus profundos pensamientos -. Lamento no haberme quedado ha planchar.
 
Saliendo ambas al exterior de la casa.
 
-No hay razón para que lo hicieras, después de todo es mi trabajo. Pero gracias por todo, has sido de gran ayuda.
 
Tomoyo miró pensativa a la joven visitante que montaba en la yegua, sin dejar de sentir cierta envidia. Mina era el tipo de chica con quien sería fácil entablar una amistad… y lo que era más importante, resultaba ideal para Yukito.
 
 
*******************
 
Por la noche la cena se desarrollo tranquilamente. Para alivio de Tomoyo, Touya no lanzó ningún comentario sarcástico y no mencionó para nada el incidente de la mañana. Aunque tal vez se debía al hecho de que ella evitó estar a solas con él, y Touya pareció notar esto pues de vez en cuando lanzaba miradas burlonas a la chica cosa que la ponía nerviosa.
 
Y él se percataba de esto.

No solamente Touya: Yukito notó lo nerviosa que estaba la muchacha desde donde estaba y la mirada de su amigo. Touya, no tendría piedad con ella ¿cierto?
 
-Y… cuéntanos Tomoyo, ¿qué te pareció Mina, tu salvadora? -preguntó Touya repentinamente.
 
-¿Mina? -preguntó Yukito asombrado y se volvió a Tomoyo-. ¿Mina estuvo aquí? No me dijo que tuviera intenciones de venir.
 
-Si -se apresuró a contestar Touya-. Tal vez vino a medir a la competencia -sonrió burlonamente.
 
-No digas tonterías Touya. Mina no es las de ese tipo -mirándole con significado como pensando “no diría lo mismo de tu Nakuru”-. Seguramente vino a conocer a Tomoyo ¿verdad?
 
-Si, vino a presentarse -respondió con énfasis Tomoyo-. Es una chica muy agradable Yukito, eres muy afortunado -relajándose y dirigiéndole su atención a él.
 
-Lo sé, gracias. Sabía que se llevarían bien.
 
Continuaron hablando sobre Mina, Touya simplemente escuchaba.
 
-¡Oh! -exclamó Yukito de repente-. Acabo de recordar que Yue llamó esta mañana.
 
-¿Yue? -preguntó Touya sorprendido-. ¿A dónde llamo?
 
-A casa de Mina claro -respondió Yukito un tanto avergonzado-. Es increíble pero él siempre sabe donde encontrarme.
 
-¿Y que cuenta el buen Yue?
 
Tomoyo le limitó a escuchar. Desde el momento que Yukito mencionara al detective se tensó. Ya no se sentía capaz de probar bocado.
 
-Mandó un recado para ti Tomoyo.
 
Las miradas de ambos hombres fueron a dar a la figura de la chica.
 
-¿Ah si? -dijo la chica sin aliento y apretando las manos en su regazo.
 
-Aunque fue muy extraño -dijo Yukito confundido-. Me dijo: “dile que todo sigue igual”; solo eso, que tu entenderías.
 
-Si, yo entiendo -dijo en un murmullo.
 
-¿Conoces a Yue? -preguntó Touya muy interesado en todo aquello.
 
-¿Eh?... Ss… si… si lo conozco… muy poco… pero si -volviendo a tartamudear y esta vez no le pareció divertido a Touya.
 
-Supongo que lo conoces por Sakura ¿verdad? -dijo Yukito.
 
-Si, por Sakura -respondió la chica y se levantó bruscamente-. Perdón, iré a ver el postre -y salió rápidamente del lugar.
 
-Pero… aún no hemos terminado -dijo Yukito.
 
-Ella menos que ninguno -dijo Touya y los dos hombres observaron el plato casi intacto. A Touya todo eso lo extrañaba mucho, ¿qué había detrás de todo esto?-. ¿Qué fue exactamente lo que te dijo Yue?
 
-Eso, a mi también me asombró, pero él aseguró que Tomoyo entendería y ya sabes que a Yue es muy difícil sacarle detalles.
 
-Si, lo sé -aceptó Touya pensativo.
 
-Pero antes me preguntó por ella, que si había llegado sin problemas y si se estaba adaptando bien.
 
-¡Pero si solo lleva dos día aquí! -exclamó Touya irritado-. ¿Por qué Yue tiene tanto interés si llegó bien y todo lo demás? ¿Por qué su preocupación? -notándose crispado.
 
Eso no pasó desapercibido en su amigo.
 
-Increíble ¿no? Que muestre tanto interés por alguien.
 
-Si -musitó Touya volviendo su mirada al lugar vació que momentos antes ocupara Tomoyo.
 
Tomoyo tardó en regresar a la mesa, tanto que Touya empezaba a impacientarse y ya pensaba levantarse para ir a buscarla cuando ella apareció. Se veía más pálida y nerviosa de lo normal.
 
-¿Todo bien? -preguntó Touya.
 
-Sss… si, claro revisaba lo que estaba en el horno ¡ya terminaron! -Tomoyo recogió los platos incluso el de ella y volvió a la cocina, esta vez no tardó mucho y regresó con la tarta de manzanas y crema que había prometido la noche anterior.
 
La cena terminó con cierta tensión en el aire y Tomoyo se apresuró a recoger la loza para lavarla, Yukito amablemente se ofreció a ayudarla.
 
-Muchas gracias Yukito, aunque insisto en que no tenías que hacerlo.
 
-Es un placer -hubo un largo silencio y Yukito continuó-. ¿Dije algo que te molestara Tomoyo?
 
-¿Qué? No -aseguró la chica-. No creo que tú pudieras decirle a alguien algo que le molestara aunque te lo propusieras.
 
-Te noto triste. ¿Acaso el mensaje de Yue no eran buenas noticias?
 
-Pues… no exactamente -dijo Tomoyo con un suspiro-. Es solo que… bueno… mi madre esta enferma… así que debe ser ese el mensaje. Sigue igual. Yue muy amablemente me ha hecho llegar el recado.
 
-Lo siento Tomoyo -dijo Yukito sinceramente.
 
-Gracias.
 
Cuando terminaron Yukito le dio las buenas noches y también un abrazo que confortó mucho a Tomoyo.
 
-Todo estará bien Tomoyo.
 
-Gracias Yukito, por todo -dijo Tomoyo con una ligera sonrisa.
 
-¡Ah! Casi lo olvido -exclamó Yukito desde la puerta-. Yue también me pidió que te dijera que Sakura tardaría en comunicarse pues estaría muy ocupada. Que no te desesperes.
 
-Esta bien, gracias -respondió Tomoyo. Después de que saliera Yukito meditó en lo dicho por él-. ¿Por qué va estar tan ocupada?
 
 
-----------------------------
 
 
Para el viernes en la noche Sakura se sentía realmente aburrida. Shaoran le había prometido que ese sería el último día que tendría que permanecer escondida.
 
Se había realizado una investigación minuciosa de los empleados de la casa. El resultado: los empleados eran fieles a la familia Daidouji, todos ellos llevaban muchos años al servicio de la familia, algunos más tiempo del que podían recordar. Muchos de ellos se habían mostrado realmente preocupados por el estado de salud de Sonomi. También habían procurado que el señor y la señorita estuvieran bien atendidos.
 
Ese día uno a uno de los sirvientes fueron llamados al despacho de Daidouji donde este en presencia de Shaoran explicaba a cada uno la situación de Tomoyo y la importancia de que se guardara el secreto. Cada uno mostró sorpresa al saber que la señorita que estaba en la habitación de Tomoyo no era esta sino alguien que la suplió. Shoaran se sintió orgulloso del papel que desempeño Sakura a la perfección.
 
Después de un largo día Shaoran se dirigió a la habitación donde se encontraba Sakura para darle las buenas noticias. Aunque todavía debía seguir supliendo a Tomoyo, solo lo haría en el exterior, para seguir creando la idea de que la heredera de los Daidouji estaba en casa.
 
-¡Bravo! -gritaba la chica saltando de un lado al otro-. ¡Al fin podré salir de aquí!
 
-Siento haberte tenido aquí tanto tiempo Sakura.
 
-No importa -aseguró Sakura-. Además fue idea mía ¿no es cierto?
 
-Si lo sé, pero nos ha tomado mucho tiempo investigar a la servidumbre.
 
-Ya sabía que te tomaría tiempo.
 
-¿Ah si?
 
-Si -asintió ella-. Sabía que serías minucioso al respecto, conozco tu trabajo ¿recuerdas?
 
-Si claro -dijo sonrojado-. Todos los sirvientes están limpios y fuera de sospecha, la mayoría ha mostrado una gran lealtad a la familia y aseguraron que guardarían el secreto.
 
-Eso es un alivio.
 
-Si, aunque… solo me falta una persona -dijo pensativo-. Pero como él no entra en la casa no habrá ningún problema.
 
-¿Él? ¿Quién?
 
-Matsagi
 
-El chofer -exclamó sorprendida.
 
-Si, recuerda que los otros dos fueron heridos en el atentado contra la señora Daidouji -Sakura asintió-. Solo tenemos un chofer, es una fortuna que no necesitemos más, pues no podríamos contratar uno nuevo dadas las circunstancias.
 
-¿Por si quisieran infiltrar a alguien?
 
-Si, Matsagi es el empleado más reciente de la casa, los otros dos chóferes tenían 5 y 8 años respectivamente; Matsagi apenas va cumplir un año aquí. Los otros dos, tienen incluso impecables referencias e historiales de conductas además de sus años en servicio a la casa. Sin Embargo, Matsagi es el mas joven de los tres...
 
-¿Y desconfías de él?
 
-Si
 
-¿Por qué?
 
-No lo sé. Llámalo intuición, pero algo de él no me agrada -Shaoran no se atrevió a mirar a Sakura mientras decía esto último pues debía reconocer que muy en el fondo lo que le molestaba eran las intenciones que el chofer tenía con ella.
 
-Si tu lo crees así es que algo debe haber -dijo Sakura-. ¿Ya lo haz investigado?
 
-Si, pero esa es una de las cosas que me molestan de él. No hay mucha información -declaró serenamente-. No tiene familia, vive solo y solo tuvo dos empleos antes que este y no hay mucha referencia por ese lado...
 
-¿Por qué? ¿Los antiguos empleadores no quieren recomendarlo?
 
-No es eso... contactamos a una de sus referencias... tiene un perfil intachable y el otro, está fuera del país... nos tomará tiempo localizarle. Lo que hay es muy vago para sospechar y muy sólido para no confiar en él -mirando ahí a su interlocutora. Era claro para él, lo que era lo que afectaba su juicio: estaba parado justo delante de él.
 
Los dos se quedaron callados meditando en el asunto. De pronto Sakura se puso de pie de un salto, los ojos le brillaban.
 
-¡Ya está! -casi grito-. Se como puedes averiguar más.
 
-¿Cómo? -preguntó él un tanto confundido.
 
-Yo puedo hacerlo por ti.
 
-¿Qué? -preguntó observándole atónito.
 
-Si, hace días me invitó a salir, aunque yo le dije que no. Ahora puedo decirle que he cambiado de idea y así puedo averiguar más sobre él.
 
Mientras explicaba su idea Sakura daba vueltas de un lado a otro, alrededor de la silla donde estaba sentado Shaoran. Cuando terminó se detuvo frente a él esperando su respuesta.
 
-¿Qué te parece? -preguntó la chica.
 
Shaoran que había escuchado sin poder creer lo que decía Sakura no tuvo que pensar mucho para saber lo que le parecía. “Jamás, jamás le voy a dar la oportunidad a ese sujeto de salir con Sakura”.
 
-No -respondió simplemente cruzando los brazos.
 
-¿No, qué? -dijo Sakura dejando caer los brazos a los lados con desilusión.
 
-No voy a dejar que te involucres con el tipo solo para conseguir información. Es muy riesgoso. Ya estás mas involucrada de lo que deberías... y sobre todo, involucrarte con alguien que no tenemos la mas mínima idea de quien es verdad... -mirándole con intensidad-. No me gusta... no me gusta para nada.
 
-Pero no voy a involucrarme con él, solo saldré con él una vez… o dos. -contando con los dedos.
 
-¡No! -esta vez fue él el que grito sobresaltando a la chica-. Y no voy a discutir el asunto -dicho esto se levantó de la silla y se encaminó a la puerta.
 
Sakura estaba sorprendida por la reacción de Shaoran quien generalmente se tomaba las cosas con calma y discutía con ella las posibilidades de una idea suya ¿y ahora? De pronto, recordó algo que tenía que decirle.
 
-Shaoran, espera -lo detuvo antes de que abriera la puerta-. Olvidaba decirte que necesito salir mañana por la noche.
 
-¿Mañana por la noche? -repitió lo dicho por ella sorprendido. “Tendrá una cita” -¿Por qué? -preguntó frunciendo el ceño.
 
-Olvide decirte que mañana llegará papá a la ciudad y yo prometí que saldría a cenar con él.
 
-¡Ah, por eso! Esta bien -dijo Shaoran con alivio-. Pero recuerda que mañana temprano tienes que estar en el gimnasio de la agencia.
 
-Casi lo había olvidado -dijo Sakura. Había quedado en que en cuanto terminara su encierro al siguiente día empezarían a practicar técnicas de defensa personal. Shaoran no quería dejar pasar más tiempo-. Entonces te veo mañana ¿a que hora?
 
-A las 6 de la mañana, a esa hora no habrá nadie, no quiero que nos molesten.
 
-Perfecto. Entonces ¿puedo irme a casa ahora? No he ido desde hace varios días.
 
-Está bien -respondió él revisando su reloj-. Todavía es buena hora, le diré a Yamazaki que te lleve.
 
-¿Shaoran? -lo llamo una vez más antes de que este saliera-. De verdad no considerarás lo de Matsagi.
 
-No. Y hablo en serio Sakura -le advirtió él.
 
-Está bien -dijo con desgano-. Pero no estás enojado conmigo ¿verdad? -preguntó acercándose a él.
 
-Claro que no -aseguro tomándole la barbilla con los dedos-. No podría enojarme contigo.
 
Por un segundo, solo por un segundo, sus miradas se encontraron y a la mente de ambos vino un recuerdo que compartían y del que no habían vuelto a hablar. Shaoran se tensó y la soltó de inmediato como si el contacto lo quemara. Salió rápidamente igual que en aquella ocasión. Sakura solo suspiró y se volvió para recoger sus cosas e irse a casa.
 
A pesar de que ninguno de los dos lo deseaba no pudieron evitar recordar lo sucedido hace tiempo…
 
- Flash Back -
 
Sakura podía recordar a la perfección el día en que se dio cuenta que lo amaba. Habían terminado exitosamente uno de los trabajos de protección. Fue un día largo después de recoger parte del equipo de seguridad que habían empleado en la casa del cliente, el resto se lo había quedado este.
 
Después de llegar a la oficina. Shaoran había firmado los cheques para los chicos que participaron y se les otorgo una semana de vacaciones a todos.
 
Sakura recién había despedido al último cuando sacó de un empaque el pastel que compro para celebrar la ocasión. Shaoran como siempre se había matado trabajando y según suponía en este momento debía estar revisando algunas cuentas. Trabajo y trabajoera en lo único que el hombre pensaba e incluso se imaginaba que, aunque otorgó la semana de descanso a los otros miembros y que ella se quedaba en la oficina por si algo surgiese, no así el hombre tomaría aquella semana para descansar. Necesitaba que alguien lo consintiera y que mejor que con un trozo de su pastel favorito.
 
Sakura se dirigió a la oficina de Shaoran y entró después de anunciarse. Comprobó que tenía razón Shaoran se encontraba trabajando.
 
-Te he traído algo -le informo con entusiasmo.
 
Él levanto la vista de los papeles que revisaba y miró lo que llevaba en las manos.
 
-Es un trozo de pastel de chocolate -la chica sonreía mientras lo ponía delante de él-. Se que no haz probado bocado y me pareció adecuado para celebrar el éxito del trabajo.
 
Él dudó pero de pronto la tentación gano a la precaución. El estómago le gruñía de hambre. Total un poco de pastel no podía hacer daño a nadie. Tras el primer bocado él sonrió complacido.
 
-Muchas gracias. Está delicioso.
 
Ella le devolvió la sonrisa.
 
-Iré por un trozo para mi y te acompañaré -anunció Sakura y sin dar tiempo para que pudiera responderle, salió y volvió a entrar con otro trozo. Después se sentó y probó el pastel.
 
-Tienes razón esta delicioso.
 
Shaoran no pudo evitar mirarla. Ella era hermosa e inteligente. El hombre que pudiera tenerla sería realmente afortunado. Se sorprendió al descubrir que ella también lo estaba mirando, sus ojos se encontraron y, rápidamente, ambos bajaron la cabeza. Ella mientras pensaba que tonta había sido al quedársele mirando fijamente pero ¿por qué no pudo evitarlo?
 
Terminaron el pastel el silencio, inmersos en sus propios pensamientos. Hasta que Sakura miró hacia el reloj y se dio cuenta de la hora.
 
-¡Cielos! -se puso de pie de un salto -. Es tardísimo, ¿necesitas algo más? ¿Puedo retirarme?
 
-Si claro, ya todo esta terminado -respondió sorprendido por el cambio de actitud-. Tienes mucha prisa ¿no?, “¿tendrá una cita?”
 
-No es eso, hoy me he quedado sin auto y si no me apresuro no alcanzaré el autobús -le dijo mientras se acercaba a la puerta.
 
-Si quieres puedo llevarte a tú casa -ofreció el joven-. Yo también he terminado aquí -¿Por qué había dicho eso? Se preguntó. Necesitaba alejarse de Sakura, no acercarse.
 
-¿Estás seguro?
 
-Claro.
 
-Bueno… -sonreía Sakura-, en ese caso, estaré lista en un momento.
 
Después de que salió Shaoran notó que ella había dejado su delicioso aroma flotando en el aire y él inhalo sin pensar. Segundo después se arrepintió de haberlo hecho.
 
-“¿Qué es lo que esta pasando conmigo?” -se preguntó dándose en la cabeza con sus manos.
 
Después de que su padre muriera Shaoran decidió seguir sus pasos. Su madre a quien nunca le gustó el estilo de vida de su esposo puso el grito en el cielo al saberlo; pero no tuvo más remedio que aceptar los deseos de su hijo al notar su determinación al respecto.
 
Su padre se había hecho de una gran reputación de guardaespaldas en su natal China, y a Shaoran le pareció demasiado sencillo simplemente heredar el negocio de su padre. Por otro lado había quienes lo consideraban demasiado joven y falto de experiencia, y dudaron de su capacidad.
 
Por lo tanto después de meditarlo decidió irse del país y empezar de nuevo en otro lugar. Gracias a sus conocimientos y habilidades fue contratado muy pronto en la agencia del señor Sagara; y fue ascendiendo con rapidez hasta tener su propio equipo y estar a cargo de los casos más complicados.
 
En China Shaoran estuvo a punto de comprometerse, pero Meiling no estuvo dispuesta a seguirlo. Ella quería que él trabajara de ejecutivo en las empresas de su padre, con un gran sueldo y fiestas continuamente. Nunca comprendió su deseo de formar parte de la justicia.
 
Después de que ella rompiera su relación, Shaoran se dio cuenta de que era demasiada suerte encontrar a una mujer que pudiera soportar su profesión. Si, ni su madre aceptaba totalmente la elección de su profesión, cómo podía esperar que lo hiciera otra mujer.
 
De una cosa estaba seguro: no buscaba amor. Salía ocasionalmente con mujeres, pero ninguna de ellas deseaba comprometerse. Shaoran se había convencido que no necesitaba una esposa ni una familia para ser feliz. El amor era para masoquistas, por eso se volcaba en el trabajo.
 
Hasta tropezarse con alguien tan radiante e interesante como Sakura Kinomoto y empezar a fantasear.
 
-Ya estoy lista -anunció Sakura desde la puerta sacando a Shaoran de sus pensamientos.
 
Shaoran la llevó al estacionamiento y le abrió la puerta del auto permitiendo que ella entrara mientras él le sujetaba la puerta.
 
-Gracias.
 
Shaoran cerró, rodeó el auto y se sentó al volante. Hacía mucho tiempo que no estaba en un coche a solas con una mujer, y no sabía cómo comportarse.
 
-No se tú, pero yo todavía tengo hambre -le dijo él mientras sacaba el auto del estacionamiento para tomar la calle.
 
-Si, yo también.
 
-¿Qué te parece si te invito a cenar? Así podremos celebrar con propiedad -ahí estaba otra vez creando una situación para compartir con ella cuando sus intenciones eran otras.
 
-Me parece bien -aceptó ella encantada.
 
Después de unos minutos estaban entrando en un discreto y agradable restaurante en el que al parecer Shaoran frecuentaba pues el gerente lo saludo con familiaridad y los condujo de inmediato a una mesa.
 
Después de ordenar se quedaron a solas sin saber que hacer o decir. Shaoran sentía un poco de calor, se pasó un dedo por el cuello de la camisa. “¿Por qué estaba tan nervioso?”
 
Sakura por su parte también se encontraba intranquila pero emocionada. Era la primera vez que salía con Shaoran a algún sitio que no fuera por trabajo. Lo miró fijamente notando lo increíblemente guapo que se veía. Bajo la cabeza en un gesto de súbita timidez que no pasó inadvertido para Shaoran lo que provocó que este se relajara.
 
-Dime Shaoran -dijo Sakura rompiendo el silencio-. ¿Cómo fue que te decidiste a tomar esta profesión? -preguntó adoptando una actitud de verdadero interés.
 
Shaoran le relato la historia de su familia y como fue que tomó la decisión de elegir su profesión y de alejarse de su país para empezar de cero y crearse una reputación propia.
 
-De alguna forma -continuó él-, me enorgullece saber que estoy poniendo mi granito de arena para que el mundo sea mejor.
 
-Eso es admirable, Shaoran.
 
La respuesta de Sakura lo impresionó al grado de hacer que se ruborizara. Agradeció que en ese momento el camarero interrumpiera llevando la comida y le diera tiempo para recobrar la compostura.
 
-Mi trabajo es todo para mi -siguió Shaoran-. Todo. Ahora es mi turno de preguntar, ¿Cómo fue que te interesaste en entrar a la policía?
 
-La verdad, es que tenía una idea muy romántica de lo que es ser policía, atrapar a los ladrones, ayudar a las personas y luchar contra la injusticia, pero… descubrí que es más complicado que eso.
 
-¿Te resultó muy pesado el entrenamiento? -preguntó Shaoran sabiendo la respuesta, pues Yue se lo había dicho con anterioridad, pero no había tenido oportunidad para hablar del tema con Sakura y escuchar su punto de vista de una manera mas personal.
 
-El entrenamiento fue difícil, sí; aunque no fue problema para mí, se me dan muy bien las actividades físicas.
 
-¿Entonces…?
 
-Es que yo… -dudo Sakura un poco avergonzada.
 
-Si no quieres, no tienes que decírmelo.
 
-¡Si quiero! -respondió Sakura con vehemencia, y después bajo la voz-. Es solo que me da un poco de vergüenza -hubo un corto silencio-. No puedo utilizar un arma contra alguien, no puedo lastimar a una persona, el solo pensamiento me enferma. “Ya esta, lo dije” -se dijo en silencio Sakura mientras tomaba un sorbo del vino que había ordenado Shaoran.
 
-No veo nada vergonzoso en ello -aseguró Shaoran.
 
-¿De verdad? -preguntó sorprendida.
 
-Cualquiera que haya disparado un arma contra alguien lo sabe. Cualquiera con sentimientos por supuesto.
 
-¿Tú crees?
 
-Claro que si. La primera vez que lo hice no fue fácil para mi. Y después, me costó mucho trabajo sacar las preocupaciones e inquietudes de mi. Luego, se vuelve una costumbre dado con el trabajo.Que tú tengas esos sentimientos habla muy bien de ti.
 
-Gracias -dijo Sakura sonrojada-. ¿Sabes?, siento como si me hubiera quitado un peso de encima.
 
-Me alegra oír eso.
 
La cena continuó tranquilamente y los dos pasaron un momento agradable conversando sobre temas importantes para cada uno. Hablaron sobre sus familias, su niñez, ninguno de los dos recordaba haber hablado con alguien más así.
 
Cuando Shaoran la llevó a su casa la acompañó hasta la puerta, ambos reían por algo gracioso que había dicho ella.
 
En el momento en que llegaron a la puerta la luz eléctrica dejo de funcionar, dejándolos a oscuras, únicamente iluminados por la luz de la luna.
 
-Espero que tengas velas -dijo Sharoan burlón.
 
-No te preocupes, claro que las tengo -respondió Sakura con seguridad, aunque la verdad era que no recordaba tenerlas. El sistema del edificio ha sufrido fallos las últimas semanas. Espero que ahora, la reparen definitivamente...
 
-Me iré después de que hayas entrado.
 
-Muchas gracias pro todo Shaoran -dijo Sakura abriendo la puerta-, ha sido una velada maravillosa -y se volvió con tanta rapidez que tiro las llaves.
 
Los dos se agacharon a recogerlas al mismo tiempo golpeándose la cabeza.
 
-¡Oh! lo siento -dijo Sakura asiéndose hacia atrás y perdiendo el equilibrio. Shaoran la sujetó por los brazos con rapidez, los dos se observaron en silencio.
 
-“Es tan hermosa” -pensó Shaoran con el corazón acelerado, su mente dejo de pensar.
 
Sin previo aviso, Shaoran bajó la cabeza y capturó su boca.
 
El tiempo se detuvo y, de repente, Sakura se sintió en las nubes. Se sentía mareada. Sus labios cálidos y firmes le quitaron el aliento. Los brazos de él la estrecharon con fuerza. Sakura dejo de pensar, absorta en una sensación maravillosa que la hacia flotar.
 
El beso se fue haciendo más y más exigente. No se podía negar la atracción entre ambos. Sakura le devolvió el beso con el mismo fervor que recibía. Ella no sabía que podía reaccionar así.
 
Entonces con la misma rapidez con la que había empezado el beso terminó, Shaoran la miró.
 
La mirada castaña se cruzó con la verde. Sakura se derritió.
 
-Cielos -dijo ella con voz ronca.
 
-Buenas noches -se apresuró a decir Shaoran y prácticamente salió corriendo del lugar dejándola más desconcertada que nunca.
 
Fue en ese momento cuando Sakura se dio cuenta de que lo amaba. Desde el primer día en que empezó a trabajar para él supo que lo admiraba y esa admiración creció hasta convertirse en respeto y el respeto en amor.
 
-“Lo amo” -pensó Sakura tocándose los labios con los dedos.
 
La desilusión llegó al día siguiente. Cuando Shaoran le pidió muy seriamente que hablaran. Se veía molesto y cansado, aunque su voz sonaba tranquila.
 
Aun no habían hablado de lo ocurrido. Aunque para Sakura, era en realidad un sueño hecho realidad. Siempre se imaginaba alguien que la hiciera tocar el cielo con solo un beso y Shaoran la noche anterior, hizo que en efecto tocara aquel cielo. Soñó toda la noche con aquel beso que le robó el aliento y la puso a volar.
 
Ahora le correspondía aquel día, pisar la tierra y volver a una realidad.
 
-Sakura, debemos hablar -repitió él.
 
-¿Hablar? ¿De que?
 
-De eso de anoche, yo… -Sakura se sonrojó, “qué irá a decir”. Shaoran se puso de pie y se volvió hacia la ventana.
 
-Mi trabajo es lo más importante para mi -se detuvo un momento para tomar aire-. Me gustas mucho Sakura.
 
El corazón de Sakura latía a mil por hora.
 
-Pero no quiero y no puedo permitir que esto siga adelante -dijo cortante. Doliéndole pero en efecto, sereno o tratando de aparentarlo.
 
-No, no lo comprendo -dijo Sakura sintiendo una opresión en el pecho.
 
-Estoy casado con mi trabajo. No hay sitio en mi vida para nadie; me refiero a una relación seria, estable y tú mereces algo mejor que una simple aventura. Además no quisiera que algo así estropeara la relación que ya tenemos. Tu trabajo aquí es importante y creo que no encontraré una asistente que cumpla con mis expectativas como lo has hecho tu y ciertamente, no creo que buscaré otra... nuestra relación de trabajo debe de ser solo eso. Claro, podemos ser amigos. Pero no cruzaré esa línea y tu tampoco... ¿quedó claro?
 
Sakura sintió un nido en la garganta pero no quería que la viera llorar.
 
-Está bien -dijo ella forzando una sonrisa-. Gracias por ser tan sincero conmigo, te lo agradezco.
 
A Shaoran pareció sorprenderle que Sakura se tomara tan bien su negativa.
 
-¿En serio te parece bien?
 
-Si claro, yo tampoco quiero que se estropee la relación que tenemos.
 
-Gracias por comprenderlo.
 
-De nada -Sakura se encogió de hombros, aunque por dentro sintió que el corazón se le desgarraba-. ¿Me disculpas un momento?
 
Shaoran asintió.
 
Haciendo un esfuerzo por no echar a correr, Sakura se refugió en el cuarto de baño y cerró la puerta con llave. Dio rienda suelta a sus lágrimas. Se tapó la boca con una toalla para que nadie escuchara sus sollozos y lloró hasta que no le quedaron lágrimas. Después de un rato se sonó la nariz con un pañuelo desechable y se lavó la cara con agua fría.
 
Al final del día entró de nuevo en la oficina y le pidió a Shaoran unos día libres para visitar a su familia. Lejos de Shaoran y refugiada en casa podría pensar bien las cosas y regresar al trabajo más tranquila.
 
Shaoran por su parte se odio a si mismo por tratar así a Sakura. Pero sabía que era lo mejor para los dos. El no podía (o no creía poder) ofrecerle todo lo que ella merecía. Un hombre que la amará y se casara con ella para formar una familia. Un hombre que le ofreciera una vida tranquila que seguramente era lo que ella deseaba
 
-“Si” -pensó Shaoran-. “Un tipo sofisticado y rico se la llevaría un día y él no volvería a verla -Shaoran, sintió el filo de los celos. -¡Maldición! -gritó Shaoran golpeando el escritorio, molesto ante aquella idea. ¿Y entonces, si su nuevo esposo no le gustara la idea que ella trabajara? Era lo mas lógico que se fuera... se fuera y no la volvería a ver.
 
Ya no volvieron a tocar aquel tema. Los días pasaron y Sakura volvió a la oficina mas descansada y con su sonrisa tan particular que poseía antes de aquel beso. El asunto no fue nunca tocado por ninguno de los dos. Como si nunca hubiera pasado. Y así se mantuvo. Pero había algo distinto: Shaoran buscaba en cada chica que veía a Sakura y Sakura no salía con nadie porque simplemente, nadie sería como Shaoran.
 
 
- Fin Flash Back -
 
 
 
*********Continuará…
 
Nota de la autora: Bueno por fin aquí esta, el primer beso de Sakura y Shaoran, ¿Qué tal? ¿Les gusto? Espero que si pues a mi me fascino escribir esto. Como verán Shaoran se va hacer mucho del rogar, pero al mismo tiempo lo vamos hacer sufrir un poco. Yo se que esto último que le dijo fue muy duro pero Sakura se portará un poco más decidida en lo siguiente capítulos. ¿Y que les pareció Touya? Lindo ¿eh?, yo en lo personal lo adoro, casi tanto como a Eriol. Touya traerá loca a la pobre de Tomoyo con sus insinuaciones, pero todo tiene su precio y el hombre tendrá que pagarlo.