Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Junto a ti ❯ Capítulo 11 ( Chapter 11 )
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JUNTO A TI
Por Daulaci Serv
Con los personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
Con una especial agradecimiento a Crystal23quien a sido toda una inspiración y un gran apoyo como beta en este fic.
CAPITULO 11
Ese fue un día muy atareado para Tomoyo. Touya le había avisado la noche anterior que su padre llegaría al día siguiente y que esperaba que pudieran recibirlo con una gran cena. También le había entregado el libro de cocina de su madre donde ella había guardado los platillos favoritos de cada miembro de la familia Kinomoto, para que así Tomoyo pudiera preparar alguno de los platillos favoritos de su padre. La chica sintió como si le estuvieran entregando un valioso tesoro y junto con el una misión importante. Fue tanto su entusiasmo que olvidó mencionarle a Touya la visita de Eriol.
Se había levantado más temprano de lo usual, preparó el desayuno y adelantó algunas de sus tareas. Yukito pasó por ella un poco antes de medio día para llevarla al pueblo a hacer algunas compras para la cena. Aunque su visita al pueblo, no estuvo exenta de conspicuas miradas a su persona. No era para menos, gracias al porte de dama y su físico, era una preciosa desconocida en un lugar donde prácticamente, todo el mundo, sabía toda la vida de todos sus conocidos. Pero Tomoyo no respondía preguntas a nadie y las evadía; Yukito refirió (a quienes se acercaban a preguntar), que trabajaba en la hacienda Kinomoto como ama de llaves, lo que no dejó de sorprender a varias jóvenes y sobre todo a las que luchaban por el interés de Kinomoto o Tsukishiro.
En cuanto regresaron Tomoyo se puso manos a la obra, se había propuesto hacer la mejor cena que había preparado en el rancho y sobre todo evitar el fiasco de la primera cena allí.
Por otro lado no podía evitar sentirse mal al pensar que habría una persona más en casa a quien debía mentirle y se sentía todavía peor sabiendo que esa persona era nada menos que el padre de Sakura y Touya.
Ya había adelantado mucho de la cena cuando apareció Touya más temprano de lo acostumbrado pues debía prepararse para estar listo a la hora en que debía recoger a su padre en el mismo sitio donde lo había recogido a Tomoyo el día de su llegada. Ese día no había ningún pronóstico de lluvia así que al menos el señor Kinomoto llegaría sin ningún problema. Ya le habían comentado a Tomoyo que al señor Kinomoto no le gustaba manejar cuando salía en sus viajes y prefería usar los transportes públicos.
Touya entró a la casa por la cocina y saludó a Tomoyo quien apenas lo volteó a ver al parecer demasiado concentrada en lo que estaba haciendo. Durante toda esa semana apenas había hablado y Touya no estaba seguro de que eso le agradara aunque también de esa manera había podido evitar el tema del beso de la otra noche. Touya todavía no comprendía que era lo que había sucedido con él.
Después de bañarse y cambiarse se dirigió a la cocina, todavía tenía tiempo para tomar un café. Al pasar por el comedor Tomoyo ya había puesto la mesa y al entrar en la cocina la encontró sentada ante la mesa tomando un café, se veía pensativa.
-Veo que te haz esmerado -dijo él dirigiéndose a la cafetera para servirse un café-. Todo se ve muy bien Tomoyo.
-Gracias -dijo Tomoyo un poco sonrojada ante el inesperado cumplido-. ¿A que hora llega el señor Kinomoto?
-En una hora más o menos -contestó él consultando su reloj mientras se sentaba en la mesa frente a la chica.
Durante unos cinco minutos reinó el silencio. Era la primera vez que se encontraban solos desde aquella mañana en ese mismo lugar. Tomoyo había hecho todo lo posible para evitar esa situación, no sabía de qué podría hablar con él, sobretodo cuando con incómoda insistencia el recuerdo del beso aparecía en su mente. De pronto recordó lo que había olvidado decirle el día anterior.
-¿Touya? -le habló un tanto insegura pues no sabía cual sería su reacción, el simplemente levantó la vista de la taza que tenía enfrente y la miró fijamente-. Ayer… ayer olvide decirte que… que Eriol Hiragizawa estuvo aquí.
-¿Cómo? -los rasgos de Touya se tensaron y cerró los puños con fuerza-. ¿Y qué hacía aquí?
-Bueno… vino a disculparse personalmente y también me trajo… -Touya siguió la mirada de Tomoyo hacia un extremo de la cocina donde se encontraba otro arreglo de flores igual de costoso que los anteriores.
Aspiró profundo y tomó un sorbo del café esperando que esto lo ayudara a tranquilizarse. Malditas flores, estaban por toda la casa, escucho que Tomoyo suspiraba y levantó la vista para verla; ella seguía contemplando las flores. Esa mirada soñadora era la que lo ponía más furioso, la había visto todos esos días cada vez que ella pasaba junto a las flores y también había escuchado una conversación entre Tomoyo y Yukito en la que esta le decía que nunca antes alguien había tenido tantas atenciones con ella y sin siquiera conocerla.
Tomoyo volvió la mirada a Touya y pudo ver que como esperaba él estaba muy enfadado como siempre que veía un arreglo de flores nuevo en la casa.
-¿Y entonces qué paso? -preguntó Touya con dureza, sin levantar la vista.
-Bueno… hablamos durante un rato, él me dio toda clase de explicaciones respecto a su comportamiento de esa noche…
-¿Y…?
-Y… finalmente le dije que aceptaba sus disculpas y que todo estaba olvidado. Me pareció muy sincero al respecto así que creo que era suficiente…
-Ya veo… -la interrumpió con rudeza.
-También me dijo… -Tomoyo dudo un momento pues no sabía si debía entrometerse en el asunto pero dado que también le había afectado a ella se decidió a hablar-. Eriol mencionó que estaba esperando el momento adecuado par hablar contigo y disculparse, él sabe que tú estás molesto.
-¿Con que `Eriol' dijo eso? -preguntó con voz mas gruesa aun, que Tomoyo pudo distinguir a la perfección.
-Él insistió en que nos tuteáramos -aclaró ella temerosa, consiente de que había cometido un error.
-Pues `Eriol' puede esperar a que se congele el infierno -respondió Touya poniéndose de pie para llevar su taza al lavadero.
-¿Por qué no le das una oportunidad? -preguntó ella acercándose a él-. Ya se ha disculpado bastante y es alguien que admite que cometió un error y...
-¿Te pidió que intercedieras por él? -dijo él con ironía interrumpiéndola mientras se cruzaba de brazos-. Ahora son muy amigos ¿no?
-¡No! Él no me pidió nada. Yo se que ustedes son buenos amigos y…
-Corrección, éramos buenos amigos.
-No seas tan duro Touya. Ya debes saber porque estaba en esas condiciones. Si llegó hasta aquí tal vez fue porque necesitaba alguien con quien hablar…
-¿Él te dijo eso? -preguntó Touya suavizando su expresión intrigado por la preocupación de Tomoyo al respecto.
-No, pero no es difícil imaginar sus razones cuando lo escuchas hablar al respecto. Su situación sigue siendo la misma y aún necesita de sus amigos ¿no crees?
-Tal vez -aceptó él reflexionando.
-Por favor Touya -dijo ella agarrándole el antebrazo sin percatarse de esto-. Tú mismo debes saber lo que se siente estar en una situación así, tú…
Él desde un principió notó la mano de la chica e igual que la otra noche, sintió aquella corriente eléctrica ante el contacto; era algo inexplicable, pero sus palabras sus últimas palabras, lo hicieron permanecer en tierra esta vez.
-Y TÚ pareces estar muy bien enterada del asunto.
Tomoyo no sabía que decir, no se había dado cuenta de la imprudencia que cometió, quiso retirar la mano del brazo de Touya y salir corriendo pero éste la retuvo con ambas manos.
-¿Por qué te interesa tanto que hable con Eriol? -preguntó con suavidad mientras acercaba su rostro a ella y al mismo tiempo acariciaba sus manos con los pulgares.
-Bu… bueno… yo… -tartamudeó confundida con el corazón acelerado-. Bueno… creo… creo que… es solo que yo… -aspiró profundo y habló con rapidez-. Siento que si yo fui la más afectada, y él ya se disculpó pues yo creo que no hay razón para terminar una amistad de tantos años.
Touya sonreía burlón, pero a Tomoyo no le importó. Se sentía perdida en un mar de confusiones, él no soltaba su mano y parecía atravesarla con la mirada como si analizara lo que ella había dicho o tratara de encontrar una intención “escondida” detrás de sus explicaciones. A pesar de sentir que no podía separar la vista de sus ojos, su mirada bajo lentamente hasta centrarse en los labios de él, sintió que un escalofrío recorría su espalda y trató con todas sus fuerzas de serenarse. A pesar que parecía, no poder hacerlo.
-Está bien -habló él de repente sobresaltándola-. Tienes razón, hablaré con él ¿contenta?
Ella sonrió nerviosa y él la miró con desconfianza.
-¿Qué te parece tan divertido?
-Nada, solo que me da gusto que decidieras hacerlo, espero que también hagan las paces -sonrió de nuevo y sus ojos brillaron intensamente.
-Preferiría que no hicieras eso -dijo él casi conteniendo la respiración y soltando su mano consciente de lo peligrosas que podían ser sus sonrisas.
-¿Hacer qué? -preguntó ella confusa.
-Sonreír -y sin decir más salió del lugar para dirigirse al jeep.
-Tomoyo lo observó subir al auto confundida. No sabía como actuar, pues hiciera lo que hiciera estaba mal. No tenía idea de porque Touya no quería que sonriera pero tampoco tenía interés en averiguarlo.
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Mientras tanto Touya manejaba el jeep pensativo, se daba cuenta del efecto que provocaba Tomoyo en él. La deseaba desde el momento en que la vio por primera vez y ello le hacia sentirse inexperto y vulnerable. No le gustaba tener esas sensaciones tan perturbadoras, pues pensaba que ya había tenido suficientes en la vida. Le gustaba verse como un hombre con control. De tener “él” el control de sus sentimientos y de que estos, no fueran expuestos con tanta facilidad.
Aquello, no era de su agrado
Desde muy temprana edad descubrió lo que el dolor de la pérdida de una persona amada significaba, y no se sentía capaz de pasar por una experiencia similar. Esa era la razón del porque protegía en exceso a Sakura, no le gustaba estar lejos de ella y no poder estar cerca para cuando lo necesitara, lo hacía sentir menos en control de su vida, de sus decisiones, que no necesitara la protección de alguien “Su protección”, lo sacaba de sus casillas y ahora... ella aparecía en su vida. ¡No era divertido!
Era, en una palabra: Peligroso.
Con el tiempo el dolor de la perdida de su madre fue disminuyendo y cuando se arriesgó a intentar una relación seria eligió a Nakuru. Ahora sabía muy bien que no había hecho la mejor elección pero la insistencia de una mujer tan hermosa como ella no pudo evitarla mucho tiempo. El resultado fue ese fiasco de compromiso con ella.
Hacia mucho tiempo que había decidido que solo se casaría con la mujer adecuada para él y la vida en el rancho que tanto amaba, aún si eso significaba que no hubiera amor de por medio. No pensaba que el amor fue motivo para el matrimonio. Pensaba que el amor te hacia vulnerable y te dejaba expuesto a los caprichos y deseos de otra persona. No era un sentimiento que Touya quisiera experimentar.
Por fin llegó a la parada del autobús, aun era temprano. Seguí reflexionando sobre su situación y pensó que quizá debería desechar lo que sentía por Tomoyo, por cierto temor a otra crisis en su vida.
Como si su corazón traicionara a su mente la imagen de Tomoyo apareció frente a él sonriendo y simplemente se dejó llevar por los recuerdos.
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Al llegar a la parada del autobús Fujitaka pudo ver el jeep de Touya estacionado en el mismo lugar de siempre, pero esta vez su hijo no había bajado de él enseguida viera llegar el autobús para saludar desde lejos con una mano en el aire a su padre. Ya habían sacado el equipaje de Fujitaka del maletero cuando Touya bajó por fin de jeep y se dirigió a él con aire ausente.
-¿Todo bien, papá? -preguntó distraído. Saludó a su padre de un abrazo que su progenitor correspondió.
-Si muy bien -declaró al separarse de él. Notó aquellos ojos que estaban “ausentes” era como si su hijo, estuviera en cuerpo ahí, pero no en espíritu-. ¿Cómo ha estado todo aquí?
-Algo tempestuoso... -declaró Touya tomando las maletas de su padre y depositándola en la parte trasera.
En el camino al rancho Fujitaka también esperaba el acostumbrado interrogatorio profundo acerca de su viaje, la visita a Sakura y si esta se encontraba bien; pero esta vez nada de esto ocurrió. Fujitaka supo entonces que algo había cambiado en su hijo, no parecía estar preocupado o molesto por algo, el ensimismamiento en el que se encontraba era algo nuevo en él. Trato de hacer plática respecto a Sakura y ni eso funciono. Lo único que lograba sacar de él eran monosílabos. Por fin se rindió y los últimos kilómetros los recorrieron en silencio.
Fujitaka se debatía entre estar preocupado y sorprendido y no se decidía a abordar el tema con él. Se tranquilizó pensando que si algo estaba mal, Touya encontraría el momento para confiárselo. Y por otro lado siempre podía optar por hablar con Yukito al respecto.
Al llegar al rancho Fujitaka se dio cuenta que dentro de su preocupación había olvidado preguntar por Tomoyo, él hubiera preferido conocer la opinión de Touya respecto a “la nueva ama de llaves” antes de conocerla y saber como le había ido a ella. Ojalá su hijo no hubiera sido muy exigente con la chica. El sabía de sobra lo duro que podía ser su hijo cuando se lo proponía.
Mientras tanto y ajeno a lo que pensaba su padre Touya seguía molesto consigo mismo por su comportamiento, pero sobre todo incómodo. Sabía que debió resultar raro para su padre su actitud, pero se sentía tan enfadado. ¿En que momento sus intenciones de alejar a Tomoyo de su mente desaparecieron? Cuando se dio cuenta ya estaba pensando en ella otra vez. El beso, el beso… el maldito beso venía a su mente en cualquier momento. Al llegar al rancho se sintió mal otra vez, pensando en que tendría que estar tan cerca de ella y durante un buen rato. Bajó del jeep y se encargo del equipaje para después dirigirse a la puerta. Parecía querer detener el tiempo y así nunca entrar en la casa y darle la cara a la muchacha. Pero era imposible: tarde o temprano tendría que entrar.
En cuanto entraron a la casa Fujitaka pudo ver la respuesta a todas sus preguntas parada frente a él. Yukito y Tomoyo lo esperaban para recibirlo, después de que Yukito lo saludara con un fuerte abrazo tal como lo había hecho su hijo, Touya hizo las presentaciones en un tono cansado.
-Papá, te presento a la señorita Tomoyo Matsube, nuestra nueva ama de llaves.
-Fujitaka Kinomoto, es un placer -dijo sonriendo calidamente y le extendió la mano-. Sakura me habló sobre ti.
-¿Vio a Sakura? -preguntó Tomoyo con los ojos esperanzados, tal vez había mandado noticias con él. Después pensó en lo que dijo el señor Kinomoto-. ¿Le habló sobre mi? -dijo finalmente un tanto pálida.
-¡Claro que si! Ella dice que son buenas amigas.
-¡Ah! -exclamó la chica con un suspiro de alivio-. Si lo somos…
-¿Qué les parece si seguimos esta conversación en la mesa? -interrumpió Touya un tanto molesto-. Lo siento, pero me estoy muriendo de hambre.
-Secundo la moción -exclamó Yukito en tono alegre-. Te ayudaré a subir las maletas Touya.
-Muchas gracias muchachos, mientras lo hacen yo iré a asearme.
Tomoyo vio a los hombres dirigirse en distintas direcciones y ella decidió al fin ir a la cocina y tener listo todo para servir la cena. Se dijo a si misma que no debía preocuparse. Sakura dijo que no le dirían a nadie cual era la verdadera razón por la que ella debía estar ahí y bajo otro nombre. Pero también pensaba que tal vez Sakura habría mandado un mensaje para ella. Tendría que esperar a que la cena terminara para saberlo.
Durante la cena las sospechas de Fujitaka se vieron confirmadas, el lugar que Tomoyo ocupaba en la mesa no podía ser más que obra de su hijo. Las miradas que se dirigían el uno cuando el otro no se daba cuenta eran casi graciosas. Una mirada rápida a Yukito le dijo que este también se había dado cuenta, pero al parecer estaba tan asombrado como él, lo que le decía que eso era algo nuevo esta noche.
Fujitaka se tomó unos minutos para observar a Tomoyo de forma más discreta que su hijo. Su atuendo era sencillo pero de alguna manera elegante, llevaba una falda amplia por debajo de las rodillas de color azul y uno blusa blanca tejida, el cabello negro suelto pero sujeto con una diadema, el maquillaje discreto. Trataba de hablar con ella de manera que se sintiera en confianza con él.
La segunda impresión que tuvo de ella confirmó la primera. Ella era una chica hermosa pero no vacía, educada, sencilla y dulce, con un aire sutil de elegancia y refinamiento, cuya cara se iluminaba cada vez que sonreía. También notó que Touya parecía tensarse cada vez que esto sucedía, lo cual le pareció muy curioso, nunca había visto a su hijo actuar así delante de una mujer, casi siempre era ellas las que perdían el control.
Observó una vez más a Tomoyo y sintió un poco de pesar al notar las ojeras y la palidez en su rostro, producto de las preocupaciones, más aun estando él al tanto de las circunstancias por las cuales la pobre chica estaba refugiada allá. El estar alejada no le había restado peso a la situación en la que se encontraba. Sakura le había advertido de ello. “Ella necesita de alguien con quien hablar, alguien con quien desahogarse”, le había dicho su hija. Fujitaka podía sentir que su sentido paternal afloraba y deseaba ayudar a esta joven cuyas circunstancias la tenían alejada de quienes amaba y de todo lo que conocía.
Ahora imaginaba como se sentiría si no conociera la situación de esta chica y entendía el porque había llamado la atención de su hijo. Si Sakura supiera que sin proponérselo había mandado a la chica perfecta para su hermano.
Pero notaba sin temor a equivocarse que departe de Tomoyo había un cierto interés aun no claro en su totalidad. Y es que su experiencia le había enseñado que aquellas muchachas enamoradas ó interesadas en su hijo, no hacían otra cosa que reírse tontamente, mirarlo durante interminables horas o en todo caso, acercarse tanto a él, que era asfixiante. Esta muchacha era todo lo contrario: miraba a su hijo pero por microsegundos, y hablaba solo cuando Fujitaka o Yukito decían algo.
Touya, aquella noche, no habló más de dos silabas.
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Tomoyo recogía la mesa pensativa mientras recordaba los acontecimientos durante la cena.
El señor Kinomoto era una persona tal cual la había descrito Sakura. Era una persona gentil y con una calidez muy especial, en ningún momento la hizo sentir incómoda o fuera de lugar, no hizo ningún comentario respecto al lugar que ocupaba en la mesa y habló con naturalidad al dirigirse a ella, como si fuera un miembro más de la familia con quien compartían la mesa. En un momento se sintió acongojada pensando que debía engañar al señor Kinomoto, siendo él tan amable y aceptándola en su casa sin preguntar nada.
De alguna manera agradeció que la conversación se centrará en el viaje que había realizado y el trabajo que hizo, temía que en cualquier momento alguien tocara el tema de Sakura y Touya se lanzará a hacer preguntas respecto a ella y lo que había dicho Sakura sobre Tomoyo, en fin el acostumbrado interrogatorio de Touya acompañado de sus miradas burlonas y comentario irónicos, pero no sucedió. Lo más sorprendente fue que Touya prácticamente no habló, un par de veces fue consciente de que la miraba fijamente, afortunadamente Tomoyo fue capaz de controlar el rubor que amenazaba con aparecer en sus mejillas.
Una sola vez sus miradas se cruzaron y fue como sentir un golpe fuerte en su pecho al notar la intensidad de su mirada, pero antes de que se formulara cualquier pregunta entre los dos, desviaron la mirada. Tomoyo esperaba que ni el señor Kinomoto ni Yukito hubieran notado nada, pero esto no fue así.
Después de la cena todos se levantaron de la mesa para hacer sus acostumbradas labores, Touya iba revisar unas cuentas en el estudio, Yukito iba a llamar a Mina y el señor Kinomoto dijo que quería desempacar cuanto antes. Tomoyo cansada se dijo que era mejor esperar hasta mañana para poder preguntarle sobre Sakura.
Se encontraba en la cocina y se disponía a lavar la vajilla cuando el señor Kinomoto entró por la puerta con un enorme sobre en sus manos. Tomoyo no dejaba de mirar el sobre un tanto nerviosa.
-¿Me permites un momento Tomoyo? -dijo Fujitaka con una sonrisa-. Espero que no te moleste que te llame así.
-Cla… claro que no -dijo conteniendo la respiración y los dos se sentaron en la mesa.
-Primero que nada, Sakura me ha pedido que te entregue esto, al parecer adentro vienen varias cartas para ti -le tendió el sobre a la chica que lo recibió con las manos temblorosas-. También me pidió que te dijera que todo estaba bien, al parecer tu madre ya salió del coma y mañana saldría de terapia intensiva.
-¿De… de verdad? -preguntó Tomoyo sosteniendo la respiración, Fujitaka le tomó las manos apretándolas suavemente en un gesto paternal que conmovió a la chica.
-Creo que querrás leer esas cartas de una vez, parece que también hay una de tu madre ahí -dijo Kinomoto mientras la ayudaba a ponerse de pie.
-Muchas gracias señor Kinomoto -dijo Tomoyo con voz entrecortada-. No sabe lo que significa para mi…
-Eso es otra cosa -la interrumpió-. Si se lo que significa para ti.
-¿Cómo? -su corazón dejó de latir un instante. Instintivamente, miró a la puerta, cerciorándose que nadie escuchara nada.
-Sakura me contó la verdad -respondió suavemente y al notar la preocupación en sus ojos se apresuró a continuar-: No debes preocuparte, Sakura me explicó, y por mi no hay ningún problema en que permanezcas aquí, me doy cuenta que has hecho una gran labor en la casa y te lo agradezco.
Los ojos de Tomoyo se nublaron, se sentía abrumada pero al mismo tiempo aliviada y feliz. Por un lado su mamá estaba mejor y por el otro no tendría que mentir al señor Kinomoto.
-Muchas gracias -dijo la chica ahogando un sollozo, Fujitaka como respuesta la abrazó, de la misma manera que hacía cuando abrazaba a su hija tratando de reconfortarla, y pensó que Sakura tenía razón ella necesitaba de alguien con quien hablar.
-Tranquila, todo estará muy bien.
En ese momento fueron interrumpidos por Touya que entraba a la cocina y los miraba desconcertado.
-¿Qué…? -pero antes de terminar su pregunta Kinomoto levantó una mano para evitar que hablara.
-Mañana hablaremos con más tranquilidad ¿de acuerdo? -dijo mirando a Tomoyo y esta asintió-. Ahora ve a tu habitación a leer tu correspondencia. ¡Ah! Casi lo olvido, también esto es para ti -y sacó del bolsillo del pantalón una cajita de terciopelo negro y se lo entregó.
Tomoyo no necesitaba que le dijeran de parte de quien era el pequeño obsequió. Le dedicó una de sus mejores sonrisas al señor Kinomoto; tomó la cajita y el sobre, y sin volverse a mirar a Touya salió rápidamente del lugar. Ahora más que nunca agradecía la presencia del señor Kinomoto, por lo visto era el único que podía calmar el carácter de su hijo.
-¿Qué fue todo eso? -preguntó Touya señalando el lugar por donde se había ido Tomoyo.
-Nada en particular -contestó Fujitaka con serenidad-. Sakura me dio algunos recados para ella eso es todo.
-Pero estaba llorando -exclamó Touya irritado.
-Si -suspiró Fujitaka recordando la sensación que le provocara Tomoyo-. Esa chica está… -se detuvo antes de cometer una indiscreción-, ha pasado por momentos difíciles.
-¿Qué quieres decir?
-Su madre esta enferma ¿lo sabías?
-Sss… si -Touya sintió una opresión en el pecho.
-Según Sakura la señora está mucho mejor, pronto saldrá del hospital.
Touya se quedó pensativo un momento, sospechaba que lo de su madre podía ser cierto y ahora que lo había comprobado se sentía un tanto culpable, pues a pesar de todo no sabía si creer todo lo demás de la historia que ella le había contado. Apretó los puños con fuerza luchando contra la necesidad de ir a su habitación y abrazarla con fuerza, quería estar a su lado en este momento, quería consolarla… quería… Touya negó con la cabeza y se volvió a su padre.
-¿Qué más te contó Sakura?
Fujitaka suspiró, sabía que llegaría este momento pero aún no se decidía a que actitud tomar al respecto, no quería mentirle a su hijo pero tampoco quería faltar a la palabra que le dio a Sakura.
-La verdad hijo, es que… Sakura me dijo muchas cosas pero… prometí no decir nada.
-¡Qué! -exclamó Touya sorprendido-. No puedes hacerme esto…
-Lo siento hijo, más adelante sabrás la verdad, lo prometo. Pero ahora no es el mejor momento. He preferido ser sincero contigo al respecto, no pienso mentirte, pero tampoco puedo decirte nada, es mejor que lo aceptes.
-Pero… -Touya miraba a su padre boquiabierto, no podía creer lo que le estaba diciendo, esta vez Sakura había llegado demasiado lejos-. Ese monstruo…
-Sabía que me entenderías -dijo Fujitaka sonriendo y le pasó un brazo por el hombro-. Vamos, creo que es hora de que todos nos vayamos a descansar.
*******************
Tomoyo mientras tanto había llegado a su habitación con rapidez, saco todas las cartas del sobre y revisó el remitente de cada uno de ellos. El señor Kinomoto tenía razón había una carta de su madre, también de su padre, Shaoran y por último Sakura. En ese mismo orden las leyó.
Conmovida comprobó que la carta de su madre era muy corta, la letra estaba un tanto distorsionada, seguramente producto del esfuerzo que le tomo escribirla. Su madre le limitaba a decirle que la amaba y que estaba feliz de saber que estaba en un lugar seguro, eso es todo. Su padre por otro lado se extendió un poco más explicándole los pormenores de la recuperación de Sonomi y diciéndole que pronto estaría en casa, le daba ánimos para seguir adelante y le aseguraba que si esto se extendía más de los dos meses que era el plazo que le había ofrecido Li, irían por ella y se marcharían los tres juntos a un lugar seguro. También le decía que esperaba le gustara el regalo que le había mandado, era una manera de mantenerse presente ya que ellos no podían estar junto a ella en estos momentos.
Al terminar esta carta Tomoyo tomó la cajita, sabía que tenía que ser un regalo de su padre y al abrirla no pudo contener más las lágrimas. Era una cadena con un relicario hermoso en apariencia sencillo pero muy costoso, dentro había una foto de sus padres.
Cuando se tranquilizó un poco se apresuró a leer la carta de Shaoran, como había prometido la mantenía al tanto de las investigaciones. No quería darle falsas esperanzas pero le aseguraba que ya tenían pistas más concretas respecto a la persona que los amenazaba. Nuevamente le recordaba las mismas indicaciones que le diera cuando ella partió para el rancho y era enfático en cuanto a la discreción que debía guardar. Fue entonces cuando Tomoyo se preguntó por que entonces el señor Kinomoto sabía todo respecto a ella. Terminó la carta y se dispuso a leer la de Sakura.
Había dejado la carta de Sakura al último a propósito pues sabía que de alguna manera su amiga le levantaría el ánimo como siempre y no estaba del todos equivocada. Empezó como una carta alegre y amena, preguntándole como la estaba pasando, esperaba que su hermano no hubiera sido muy descortés con ella. Le preguntaba si ya había hecho algún dibujo del lugar y le decía que haría lo posible por ir a verla pronto. Por último le explicó las razones de porque le había contado la verdad a su padre y se sintió feliz al ver cuanto era que Sakura la apreciaba y pensó que el sentimiento era mutuo.
Cuando terminó la carta la guardó en el sobre junto con todas las otras cartas. Tomó el relicario con la cadena y se lo colocó en el cuello, se observó un minuto en el espejo y pensó en sus padres. Después de unos minutos se dio cuenta que no podría mostrar el regalo a nadie pues cualquiera notaría que era un obsequio muy costoso y nadie creería que la hija de un hombre desempleado podría recibir un obsequio semejante de su padre. Supuso que con traerlo escondido debajo de la ropa sería suficiente, al fin y al cabo el regalo le fue dado esperando que lo tuviera con ella todo el tiempo. Y aquello, le haría sentir mas cerca de su hogar.
Se sentó en la cama y pensó que esa noche le sería difícil conciliar el sueño, a pesar de la tranquilidad que le producía el saber que su padre estaba mejor, estaba consiente de que todas las emociones de la noche no la dejarían dormir. En ese momento recordó que no había terminado de lavar la vajilla y feliz ante la idea de tener algo que ocupara su tiempo se dirigió a la cocina a terminar su labor.
Cual fue su sorpresa cuando al entrar en la cocina se encontró con Touya sentado en la mesa y el lavadero vacío sin uno solo de los platos de la cena.
Cuando Touya vio entrar a Tomoyo en la cocina la observó con cuidado. Se notaba cansada y melancólica. Aunque esta apariencia fue remplazada en seguida por la sorpresa, y a pesar de eso no podía ocultar que había estado llorando largo rato. Su palidez se acentuaba más y sobre todo las ojeras bajo los ojos. Ahora que lo pensaba se daba cuenta que esta apariencia había estado ahí todo el tiempo, desde que ella llegara. Touya se sintió molesto consigo mismo, pero enseguida apartó esos sentimientos para tomar la misma actitud burlona de siempre con la que se ponía a la defensiva, cada vez que sentía que sus sentimientos lo traicionaban.
-¿Tú… tú… lavaste la vajilla? -preguntó Tomoyo sorprendida señalando hacia el lavaba con un dedo.
-Si.
Tomoyo observó el lugar y se dio cuenta de la taza de chocolate caliente que humeaba frente a Touya.
-¿Hiciste chocolate?
-Si, es algo que me anima a veces. ¿Quieres probar? -y sin esperar una respuesta se puso de pie y le sirvió una taza a ella para después colocarla frente a la silla más cercana a la que el ocupaba-. Siéntate, no voy a morderte.
-Gra… gracias -dijo Tomoyo obedeciendo.
Tomoyo bebió el chocolate mientras pensaba que esta era la primera vez que Touya no le reclamaba por no hacer su trabajo y sobre todo después de haberlo hecho él, por que tuvo que haber sido él. Trató de serenarse, y lanzó una mirada a la silueta masculina que estaba junto a ella. La miraba analítico en una forma que ella no comprendió. Nerviosa bebió el contenido de su taza. Trato de pensar en algo diferente, así que de repente imaginó a Touya lavando los platos y haciendo el chocolate, debía admitir que la imagen era graciosa. Ella se rió.
-Te había pedido que no hiciera eso -dijo él.
Ella lo miró perpleja y desconcertada.
-¿A qué te refieres…?
-No importa -la interrumpió aún tenso-. Mi papá dice que te trajo buenas noticias. Me da gusto saber que tu madre está mejor.
-Sss… si lo sé, gra… gracias -Tomoyo sujetaba con ambas manos la taza. ¿Porque tenía que haber empezado la conversación con ese tema?
-También te trajo correspondencia. Supongo que tuviste que leer mucho, tardaste mucho en regresar.
-Si, yo… -Tomoyo pasó saliva sin saber que decir-. Lo siento, no debiste hacer mi trabajo, pero gracias… yo… yo… pensaba regresar… y hacerlo…
-Eso no tiene importancia. Empezaba a creer que tu tartamudeo había mejorado junto con tus habilidades domésticas -se burló con voz suave, y se aproximó a ella-. ¿Aún me tienes miedo?
-Ninguno -y lo miró a los ojos de forma fugaz, para fijarse después en el pecho que permitía ver la camisa abierta. Se puso de pie de repente y dejo su taza en el lavadero.
-Mentirosa -dijo él acercándose a ella, arrinconándola entre el lavabo y su cuerpo; y con lentitud, elevó una mano para quitarle la diadema del cabello, ella se volvió de inmediato con la idea de recuperar su diadema pero era demasiado tarde, él ya la había arrojado sobre la mesa-. Así está mucho mejor -musitó al tiempo que recorría acariciante la negra cabellera. Después tomó el rostro de ella y lo elevó hacia el suyo-. ¿Por qué me has ignorado durante toda la cena?
-Yo… no… Yukito y… tu padre…
-Es cierto. Yukito y mi padre. Pero ninguno de los dos está ahora aquí.
En forma provocativa, él deslizó una mano hacia el cuello de la joven y ésta lo miró interrogante, mientras sus labios temblaban y un estremecimiento la invadía.
Ella pensaba en lo impresionante que él se veía. Sus amplios hombros parecían amenazantes, pero sonreía cuando se inclinó hacia ella y buscó sus labios temblorosos.
La respuesta de la chica fue tal, que sólo sintió que la pasión aumentaba cuando Touya metió sus manos por debajo de su blusa para explorar sus delicadas curvas. Le besó una mejilla, después llegó hasta su oreja y por último descendió a su cuello, donde se detuvo unos instantes. Sin embargo, en forma súbita Touya levantó la cabeza y la apartó.
-Eres demasiado pequeña para hacer el amor de pie -dijo con voz ronca. Sus ojos mostraban aún destellos de pasión, pero muy pronto se tornaron graves y elevó las manos para retirar los brazos de Tomoyo de su cuello con desdén. Hasta ese momento, ella se percató del íntimo abrazo-. Y por otro lado, llevarte a la cama -prosiguió él con una mueca-, seria caer en tu juego y en el de mi hermana, cosa que no pretendo. Sin embargo, debo confesar, ¡que casi lo logras! -y lanzó un profundo suspiro-. Has llegado mucho más lejos que las otras.
Tomoyo se acomodaba la blusa con torpeza. El enfado, que ahora suplantaba la pasión, era incontrolable. ¿Cómo se atrevía a compararla con las otras?
-Estás paranoico con respecto a tu hermana -declaró ella con frialdad, dirigiéndose a la mesa para alejarse de él-. Has tenido la misma ama de llaves durante años, ¿por qué entonces tratas de convencerme de que Sakura te ha enviado docenas de ellas?
-No como ama de llaves -corrigió él con calma, mientras se abotonaba la camisa casi abierta hasta la cintura. Tomoyo sintió vergüenza. ¿Fue ella quien lo hizo? La breve evocación del pecho desnudo bajo sus manos se lo confirmó y se ruborizó. ¿Qué la incito a hacerlo?
Touya retiró una de las sillas y se sentó con el respaldo de frente. La miraba con diversión.
-Sakura se vuelve cada vez más sutil en su estrategia. Las otras cuatro o cinco que envió antes a acecharme tenían razones más obvias: la muerte de un familiar, cuya pena podría aliviar la vida sana del rancho; exceso de trabajo que requería la misma cura; corazones rotos… sugiere lo que se te ocurra. Hemos tenido de todo. La única que realmente valía la pena, acabó casada con el maestro del pueblo. Ahora es la señora Terada.
-Te equivocas -declaró con la misma voz que él usaba-, y no te imaginas cuanto. Ignoro los motivos de Sakura para haber enviado a las otras, pero mi caso no es el mismo -repuso ella entre dientes-. ¡Yo vine a trabajar! En lo que a mi respecta puedes casarte con todas las Nakuru Akizuki del mundo -se contuvo al percatarse que Touya sonreía porque había caído en su trampa.
-Si las razones de mi hermana son tan claras como dices, entonces me sorprende la cantidad de detalles que te dio sobre mi vida personal. ¿Hace cuanto tiempo que la conoces?
-¿Sakura? Oh, no… hace mucho -repuso aturdida-. Poco antes que me sugiriera venir -confesó.
-¿Y por qué lo hizo? -puso ambos brazos sobre el respaldo de la silla para inclinarse hacia ella-. Nunca fuiste ama de llaves, y debió saberlo. Y no lo niegues... se nota primera vista que eres todo, menos ama de llaves -observando sugestivamente sus curvilíneas caderas. Una sensación parecida a descarga, recorrió su espina.
-Te lo dije… la primera noche, Sakura fue muy comprensiva para entender mis… mis circunstancias -hizo una pausa, y desvió la mirada de la de él quien la miraba analítico-. Circunstancias que no discutiré contigo.
-¿Quién eres, Tomoyo? Si acaso ese es tu nombre.
-¿Q… qué cosa? -le miró aturdida.
-¿En verdad tu padre trabaja en una empresa, y de momento está desempleado?
-Es… es… cierto -y esta vez lo miró a los ojos al responder.
-¿Y tus padres se sintieron muy contentos ante la idea de que vinieras a trabajar acá como ama de llaves, a pesar de que no sabían nada sobre nosotros? ¿A pesar que su hija no tenía ninguna experiencia como servicio? ¿Solo por la recomendación de una mujer que no tenías mucho de conocer?
-¿Y por qué no?
-Pude ser un aprovechado. Alguna clase de pervertido que se aprovecha de niñas inocentes.
-¿Y no lo eres? -irguió la cabeza al preguntar.
-Créeme, si lo fuera, no seguirías con tu aire inocente.
-¿Qué te hace pensar que soy inocente? -lo retó, mirándolo a los ojos.
-Es sólo un presentimiento -mirando nuevamente la figura delante de él, su intuición ante todo aquello, hizo que la siguiente pregunta surgiera de sus labios-. ¿Hace un momento te hubieras ido conmigo a la cama?
-¡No! -la inmediata respuesta fue instintiva-. Bueno, ¿por qué no? -añadió después encogiendo los hombros-. Te habrás dado cuenta que no eres del todo repulsivo para mi -y desafiándole agregó-. Pero supongo que pudiste haberlo hecho momentos antes de sacar a relucir tu trampa ¿no es así? Pudiste haberlo hecho, llevarme a la cama como dices y después, mandarme a volar como las otras... -desafió-. ¿O acaso me encuentras repulsiva a tus gustos? No soy Nakuru Akizuki ¿verdad?
El pareció divertido ante su respuesta y terminó su chocolate. Después se puso de pie, se detuvo frente a ella y le sostuvo el mentón.
-Y tú tampoco me resultas repulsiva, como debiste percatarte por mis reacciones. Pero no le des importancia a eso, soy tan normal como cualquier hombre.
Oh no, no lo eres, pensó la joven al verlo salir para dirigirse al estudio. Pero resultaba inútil dejarse afectar por su arrogancia. Si él estaba en lo cierto, y en realidad ella no tenía motivo para dudar, Sakura había estado enviándole un continuo número de candidatas, pero Touya no era el tipo de hombre que aceptaría una esposa elegida por su hermana menor. No, haría las cosas a su modo, y se casaría con quien le agradara… y parecía que, Nakuru Akizuki, a quien estaba construyendo la casa era la elegida.
De pronto, se percató de que la idea le desagradaba bastante. ¿Era posible enamorarse de un hombre a quien sólo había tratado unas semanas? Si, respondió sorprendida. ¿Y qué importancia tenía? Él ya estaba comprometido con alguien que debía significar mucho, si estaba decidido a abandonar la hermosa casa de sus padres, para vivir en lo que ella había llegado a considerar un monstruo moderno.
Decidió que en cuanto tuviera tiempo iría a visitar el futuro nido de amor de la próxima señora Kinomoto.
Mientras tanto Touya meditaba en el estudio fascinado ante la manera de responder de la chica, pasional y sin inhibiciones. Por un instante sintió cierto remordimiento. Tal vez como su padre le dijo ella tenía secretos. Tal vez lo que decía sobre quien era no era cierto. Pero ¿su padre se prestaría acaso para aquel juego de seducción? Imposible.
Cuando se separó de ella percibió cierto punzón en su alma al mirar en sus ojos amatistas cierto orgullo herido. O tal vez, sus sentimientos.
Tal vez, ya no era seguro que Tomoyo Matsube fuera quien decía ser. Pero tal vez, tampoco era una de las “herramientas” de Sakura. Su padre tampoco se prestaría a esto. Por un instante, por un segundo, sintió cuando la besaba la necesidad de tenerla siempre a su lado. Pero, ¿qué le decía que ella no se sentía igual que él? ¿Qué le decía que si? Ya era demasiada su confusión. Fuera ella, quien fuera, la realidad era que, su padre sabía la verdad. Y ella, no era quien decía ser, pero había problemas en su vida. Serios problemas y él los complicaba más.
Pero quería que explotara. Que confesara quien demonios era y que hacía allí.
¿Eso le importaba? Demasiado. Mucho. No sabía medirlo en aquellos instantes. Porque saber en verdad que no era quien creía, traía muchas mas preguntas a flote. Su fragilidad momentos antes de separarla de él, le habían dado a deducir que era en efecto, una chica con un problema muy grande o complicado. Aquel problema fuera cual fuese, denotaban en él un deseo de tenerla en sus brazos, confortarla.
Pero el secreto, aquel misterioso secreto y su identidad, comenzaban a hacer que su defensa ganara a los deseos de su corazón.
*******************
Los siguientes días transcurrieron con tranquilidad de alguna manera la presencia de Fujitka en el rancho había traído cierta paz.
Tomoyo pareció revivir con renovadas energías, el manejo de la casa le pareció más sencillo, aunque también tenía que admitir que el señor Kinomoto ayudaba mucho, sobre todo a la hora de preparar la comida.
Desde la llegada del señor Kinomoto los hombres comían con más regularidad en la casa. Y eso daba un cálido ambiente familiar que Tomoyo acogía feliz, a pesar de saber que la situación de su propia familia era incierta y las cosas aún no se solucionaban. Tomoyo se mantenía optimista tal y como lo hiciera en un principio.
Con el paso de los días Tomoyo recuperó un poco de peso perdido, lo que la hacía ver mas atractiva, también su aspecto había mejorado mucho al desaparecer las ojeras y la palidez de su rostro. Mucho de aquello era gracias a la confianza que le hacia sentir Fujitaka Kinomoto, cuando estaban a solas hablaban sobre sus padres, sus estudios, sueños, y anhelos. También de lo que ocurría cuando se presentara la oportunidad de volver a casa. Fujitaka la escuchaba pacientemente y siempre le daba ánimos diciéndole que las cosas un día mejorarían y podría volver con ellos. Y aquello parecía surtir efecto. Los hombres de la casa se daban cuenta que se encontraban frente a la verdadera Tomoyo una chica alegre, amable y vivaz.
Conforme Touya se fue dando cuenta del cambio tuvo que admitir que se sentía cada vez más atraído por la joven. Había descubierto en ella una pasión escondida que solo asomaba cuando ella se percataba de sus miradas o cercanía, para después mantenerse oculta otra vez. Sabía que lo que impedía el completo acercamiento entre ellos era ese maldito secreto que tenía ella y la certeza cada vez más profunda de saber que ella mentía sobre algo.
Toda esa calma se vio interrumpida un viernes por la noche cuando después de la cena. Yukito había salido con Mina, Touya y Fujitaka se sentaron frente al televisor a ver el noticiero. Tomoyo había ofrecido llevarles café a la sala y cuando ella apareció en el lugar alcanzó a oír al comentarista mientras anunciaba la noticia.
“… como habíamos prometido aquí tenemos las primeras imágenes capturadas de la misteriosa heredera de los Daidouji, como ya les hemos informado la familia a tratado de mantenerla oculta de la prensa…
Tomoyo ya no podía seguir escuchando más, de espaldas a los dos hombres que veían atentos el televisor, ella esperaba conteniendo la respiración mientras aparecían las primeras imágenes.
Una chica muy elegante de cabello negro y unas enormes gafas oscuras salía por la puerta principal de un hospital acompañada por un hombre joven a quien Tomoyo inmediatamente reconoció como Li Shaoran, detrás de ellos había otros dos hombres a quien Tomoyo también identificó pues los había visto trabajar en la mansión Daidouji.
La prensa se arremolinó alrededor de la chica e inmediatamente el equipo de seguridad la rodeó para protegerla, antes de entrar al auto, la chica trastabilló un poco y fue sostenida por Shaoran, los lentes se le resbalaron un poco por la nariz, Shaoran prácticamente la sostenía por la cintura antes de meterla al auto.
Una vez que la chica se encontró dentro de la del auto, el equipo de seguridad se dirigió nuevamente hacia arriba para escoltar a otra persona, a quien Tomoyo reconoció en seguida, alcanzó a oír en la lejanía el nombre de su padre, se repitió la escena, el equipo de seguridad alrededor de Daidouji, su padre se veía cansado y después lo vio desaparecer dentro del auto. Shaoran se subió a la parte delantera mientras los otros hombres subían al auto de atrás, para después alejarse de la escena.
Tomoyo empezó a temblar y lanzó un gemido apenas audible a sus oídos, sentía pesar y alivio. Por un momento creyó que las imágenes serían de ella.
Fujitaka estaba absorto viendo las imágenes, reconoció la imagen de Li Shaoran de inmediato y otra más también. Mencionaron el nombre de la empresa de seguridad que protegía a los Daidouji, después pasaron una imagen en “close up” de Li dando su nombre y alguno de sus datos. No le costó mucho trabajo identificar a quien iba al lado de Li fingiendo ser la joven que ahora les servía en el rancho. Pedía en silencio que Touya no hubiera reconocido a Sakura. Aunque era difícil pues con la peluca y las gafas, era algo incómodo pero dadas las circunstancias, no le fue muy difícil conectar las ideas.
-Así que ese es Shaoran Li -se escuchó el tono de voz irónico de Touya. Fujitaka volteó a ver a su hijo para hacer un comentario y fue entonces cuando se dio cuenta de que Tomoyo estaba detrás de ellos, y por su apariencia se daba cuenta que había visto todo.
-¿Tomoyo? -la llamó Fujitaka poniéndose de pie de prisa para acercarse a ella. Tomoyo salió de su letargo y fijó la vista en el señor Kinomoto, el temblor de sus manos se volvió más perceptible y la charola que sostenía comenzó a temblar también haciendo sonar la vajilla que llevaba encima.
-¿Si? -contestó Tomoyo con un gemido al señor Kinomoto al acercarse a ella. Sintió que le quitaban lo que tenía en las manos, sus piernas ya no la sostenían.
Touya se volvió de inmediato hacia atrás en cuanto escuchó a su padre nombrar a la chica, pero no se esperaba la imagen que encontró frente a el. Tomoyo estaba más pálida que nunca y temblaba de una forma perceptible a la vista. Se puso de pie de inmediato y camino detrás de Fujitaka quien ya le quitaba a Tomoyo la charola con el café, justo a tiempo pues la chica comenzaba a desvanecerse. Touya de inmediato se arrojó hacia el suelo para caer de rodillas y sujetarla.
-Llévala a su cuarto rápido -ordenó Fujitaka-. Yo llamaré al doctor.
-No -dijo Tomoyo mientras sentía que Touya la levantaba del suelo sin dificultad-. No tiene que llamar a un doctor, estoy bien -dijo la chica casi sin fuerzas.
Era obvio que no se encontraba bien pues apenas podía mantenerse despierta, los dos hombres se voltearon a ver.
-Llévala a su cuarto, en un momento estoy ahí -dijo Fujitaka, ya estaban en la cocina.
Para cuanto un muy preocupado Touya la dejó sobre su cama Tomoyo ya había perdido el conocimiento, aunque no duro mucho en este estado pues Fujitaka entró pocos minutos después llevando unas sales aromáticas con él.
En cuanto Tomoyo despertó lo primero que vio fue la imagen preocupada de Touya y justo al lado Fujitaka con la misma expresión.
-Deberíamos llamar al doctor -dijo Touya muy serio.
-¡No! No llamen al doctor. Estoy bien de verdad -y trato de incorporarse pero la mano de Touya la detuvo.
-¡Claro que no estás bien! -exclamó un tanto exasperado y preocupado pero se controló de inmediato-. Y no deberías moverte por lo menos un rato.
Tomoyo se volvió a ver al señor Kinomoto y suplicó con la mirada. Él muy bien sabía la causa por la que ella se encontraba así, un doctor no serviría de nada.
-Dejemos que descanse un poco hijo -dijo Fujitaka poniendo una mano sobre su hombro-. Tal vez eso es lo que necesita…
-¡Pero papá!
-La vigilaremos, si sigue mal llamaremos al doctor. ¿Está bien? -y dicho esto se volvió a Tomoyo quien asintió agradecida-. ¿Por qué no vas a la cocina a preparar un té para Tomoyo?
-No es necesario…
-Te traeré el té -la interrumpió Touya decidido y salió de la habitación iracundo.
-Gracias señor Kinomoto -después de un par de segundos-. Lo siento mucho.
-No tienes porque disculparte, entiendo perfectamente lo que pasó…
-No, no entiende… no me refiero a esto -dijo señalando la cama-. Usted la vio, vio las imágenes.
-Si, si las vi.
-La reconoció ¿no es cierto? -preguntó angustiada.
-Si la reconocí.
-Lo siento mucho señor Kinomoto, yo no sabía que ella seguía haciéndose pasar por mi.
-No te preocupes, no es tu culpa.
-Pero es que yo…
-Es parte de su trabajo, y yo lo entiendo -dijo sonriendo-. Ahora descansa un momento, mira que nos has dado un buen susto y no te disculpes más -añadió antes de que ella lo hiciera. Creo que mañana tendrás el día libre, solo así Touya se sentirá tranquilo y no insistirá con lo del doctor ¿de acuerdo?
-De acuerdo -aceptó ella, sonrojada recordando como se sintió en lo brazos de Touya-. Gracias señor Kinomoto.
-De nada, descansa -y salió de la habitación.
Mientras tanto en la cocina Touya se disponía a preparar el té cuando entro Yukito.
-¿Qué pasó? ¿Dónde están todos? Dejaron el televisor encendido y nadie estaba por ningún lado.
-Tomoyo se desmayó.
-¿Cómo? ¿Qué pasó? ¿Ella está bien? -dijo volteando así el pasillo que iba a la habitación de Tomoyo.
-Creo que si.
-¿Llamaron al doctor?
-Ella no quiere ningún doctor.
-Pero…
-No me preguntes, yo tampoco entiendo nada -respondió molesto-. Mi padre le sigue la corriente y no me ha permitido llamarlo. Toma llévale esto por favor -y le tendió la taza con el té.
Yukito tomó la taza y después vio salir a Touya hacia fuera, se veía realmente molesto, caminó hacia la habitación cuando vio salir a Fujitaka.
-¿Cómo esta ella?
-Bien, ella está bien, creo que solo necesita descanso, mañana le daremos el día libre. Tendrá todo el fin de semana para descansar.
-Si claro, entraré a llevarle esto -levantó la taza-. Y la saludaré.
-Eso le hará bien, asegúrate que se lo termine.
-No saldré hasta que lo haya hecho.
-¿Y Touya?
-Salió, se veía molesto.
-Si me imagino.
*******************
Pasaba la medianoche y Tomoyo todavía no podía conciliar el sueño, se levantó de la cama y camino por la casa a oscuras, después de asegurarse que no había nadie despierto, salió a la terraza y se sentó en uno de los sillones. Era una noche un tanto fresca, pero agradeció el frío pues este despejo su cabeza. Aquel silencio de la noche que solo se rompía por el sonido de a los grillos y la brisa cruzar por las hojas, le relajaba. Era una paz que no se podía adquirir en la ciudad ni con todo el dinero del mundo. La noche estaba estrellada y había luna nueva.
No podía dejar de pensar en las imágenes del noticiero. ¿Por qué no le dijeron lo que planeaban hacer? ¿Y por qué Sakura seguía haciéndose pasar por ella? ¿Era acaso una clase de señuelo? ¿Por qué tenía que hacer eso? ¿No le debía ya demasiado a la familia Kinomoto como para que ella se arriesgara así? Tomoyo sintió un escalofrío y se abrazó con fuerza.
Sacó el relicario de debajo de su bata y lo sujetó entre sus manos, recordando la imagen de su padre. Supuso que había ido a visitar a su mamá, ¿Cómo estaría ella? ¿Estaría mejor?
-¿Qué haces aquí? -escucho una voz bien conocida que la sobresaltó.
-¿Qué? -se puso de pie de un salto-. ¡Touya!
Touya había estado fuera todo ese tiempo, había dado una vuelta por las instalaciones del rancho esperando calmar su molestia. Pero parecía imposible, la sangre le hervía al recordar lo indefensa que se veía Tomoyo al recostarla en la cama. La impotencia que sentía al no poder ayudarla… ¿Qué fue lo que la puso así? ¿Qué? Se preguntaba una y otra vez, mientras caminaba de un lado a otro en la caballeriza, siendo observado únicamente por lo caballos.
Y ahora que la tenía frente a él el sentimiento volvía a él, justo ahora que creía que se había alejado.
-¿Te pregunte que qué haces aquí? ¿No se supone que deberías estar descansando?
-Bueno… si… yo… no podía… dormir.
-Además hace un frío de los mil demonios aquí. ¿Quieres pescar un resfriado?
-No hace tanto frío -replicó ella a la defensiva, como respuesta él se acercó a ella de forma amenazadora-. ¿Qué haces? -preguntó dando un paso hacia atrás.
El no respondió y la tomó entre sus brazos, Tomoyo estaba demasiado aturdida para replicar.
-¿Qué haces? -consiguió decir al fin.
-Te llevo a tu habitación.
-Pero… yo… yo… puedo caminar…
-No quiero arriesgarme, además sí hace mucho frío, estás temblando.
Si, estaba temblando admitió Tomoyo para sus adentros, pero no era por el frío. Touya la depositó con suavidad sobre la cama y la cubrió con las cobijas. Tomoyo pensó que después de eso se marcharía pero en vez de hacerlo se sentó en la cama muy cerca de ella y colocó una mano al otro lado de las piernas de Tomoyo acorralándola, tal vez temía que ella saliera corriendo o algo por el estilo. Después de eso se inclinó sobre ella y la miró con detenimiento.
-¿Qué pasa Tomoyo? -preguntó con voz cálida.
-¿Qué… qué pasa? No… no entiendo.
-El tartamudeo otra vez -dijo Touya agachando la cabeza en señal de derrota para después levantarla más decidido que nunca-. Si, ¿qué pasa? ¿Parecía que estabas bien? Te veías mucho mejor últimamente. Hasta has lucido mejor que nunca...- sin advertir lo que dijo agregó-, y ahora esto...
-No entiendo…
-Tomoyo… -dijo él en tono de advertencia.
-No pasa nada Touya de verdad, no se que me pasó -y se mordió el labio, odiaba seguir mintiendo así, sobre todo a él.
Touya bajó la vista exasperado y dirigió su atención a la cadena que colgaba del cuello de la chica y después al relicario.
-Es un bonito regalo -dijo él, volviendo su vista hacia la mesita de noche, donde encontró la cajita negra que había visto que su padre le entregaba la otra noche. Regresó su vista a la chica que también había seguido la mirada de Touya y ahora lo mirada un tanto preocupada.
-No te preocupes -dijo el adivinando sus sentimientos-. No voy a preguntarte quien te lo dio, aunque creo que es obvio ¿no? -no hubo respuesta, solo un exasperante silencio-. Es algún admirador ¿cierto?
-Tal vez -respondió Tomoyo bajando la vista, era mejor que pensara lo que quisiera a tener que responderle. No podía decirle que había sido su padre.
-¿Y qué pasó? -continuó él en tono hiriente-. ¿Cometió algún grave error y esta es su forma de disculparse? -no hubo respuesta, solo unos ojos suplicantes que le pedían que se detuviera, pero esto pareció animarlo más-. ¿Y qué harás ahora? ¿Regresaras corriendo a sus brazos ahora que compró tu afecto y tal vez, tu perdón, con caros objetos y regalitos...?
-No quiero hablar de eso Touya.
-¿Regresarás y te casarás con él?
Tomoyo lo miró con sorpresa. ¿En realidad le importaba si ella se casaba con otro hombre o era solo curiosidad? Suspirando, decidió que se trataba de lo segundo.
-Eso sería difícil -declaró ella y se sorprendió de la facilidad con que aumentaban las mentiras.
-¿Es casado?
-No quiero hablar de eso Touya -respondió ella horrorizada, ¿qué podía contestarle? ¿Qué pensaría él de ella, si la creía capaz de salir con un hombre casado?
Pero él quería saber más. ¡Oh si, mucho más! No era tan fácil detenerse ahora.
-Es eso ¿no? ¿Descubriste que era casado y por eso estas aquí, de eso es de lo que estás huyendo? ¿Es por eso la tanta complicidad con mi padre? ¿Él lo conoce? ¿Te está protegiendo de él? ¿Qué es lo que te hizo? ¡Habla!
Tomoyo lo miró con los ojos empañados, no podía seguir así no quería seguir mintiendo.
-Basta Touya, no quiero hablar de eso -las lágrimas corrieron por sus mejillas-. No quiero pensar en nada de lo que dejé allá. Por favor, basta... basta.
Touya levantó la mano, sus dedos se deslizaron sobre el rostro de Tomoyo y con el pulgar enjugó las lágrimas.
-Él no lo merece -dijo Touya.
Tomoyo empezó a temblar y el calor la invadió. Su piel ardía donde él la tocó. Se estremeció de nuevo y no se dio cuenta de que ambos se movían. Luego no hubo distancia entre ellos. El brazo de Touya la ciño contra él y le acarició el cabello con ternura.
Con un estremecimiento Tomoyo levantó la vista para mirarlo a la cara. No comprendía lo que motivaba esa intimidad, esa preocupación por ella.
Tomoyo descubrió que al enfocar la boca de Touya, ya no podía apartar la mirada.
La garganta se le secó, y sus pulmones parecían incapaces de captar el aire suficiente. Entonces entreabrió los labios, mientras que todo su cuerpo palpitaba.
Touya murmuró:
-Tomoyo…
Cuando los labios de Touya se apoderaron de los de ella, no fue más que una suave sensación, una caricia, pero ésta sensibilizó tanto a Tomoyo que su cuerpo tembló.
De inmediato, Touya dejó escapar un gemido contra su boca. Y con la lengua acarició los labios de Tomoyo. Ella por instinto intentó acercarse más a él. Lo rodeó con los brazos, aunque no tenía conocimiento de cómo llegaron a esa situación. En un momento le interrogaba, luego le consolaba y a lo próximo, era prisionera de aquellos labios que le ansiaban como nunca antes había logrado alguien llegar sacar a flote, aquellas sensaciones y deseos en ella.
Touya no podía pensar en nada más en ese momento, llevaba días esperando que algo así sucediera, buscando sin desearlo el pretexto para estar cerca de ella. Tomoyo le respondía con la misma pasión que recibía, podía sentir sus manos acariciando su espalda y sus hombros, deseando algo más íntimo, y aquello le emocionaba. Los músculos de Touya se tensaron y sus sentidos reaccionaron cuando imaginó lo que ella podría hacerlo sentir. Lo que allí podía ocurrir.
Touya llevaba puesta una chaqueta y, bajo sus dedos, Tomoyo podía percibir la firmeza de su pecho. Dominada por la respuesta física de él permitió que sus emociones y deseos la controlaran. Unos deseos que ella sabía que existían en ella, pero nunca había experimentado con nadie.
Cuando Touya apartó su boca de la de Tomoyo para acariciarle el cuello, ella dejó escapar un sonido de pesar. Pronunció el nombre de Touya, casi de inmediato él volvió a besarla más no de la misma manera como lo hizo antes, con suavidad y explorando. Ahora la besaba con tal intimidad que el cuerpo de Tomoyo se arqueó. Él se estremeció. Ella se apretó más a él, dejando que Touya sintiera la tímida seda de su bata y su figura, tibia, femenina y sensible.
Afuera se escuchó un sonido y eso provocó que Tomoyo se diera cuenta de lo que hacía.
Al sentir la tensión, Touya la soltó y habló en voz baja:
-Lo lamento. No fue mi intención… No quise -pero el sabía que mentía, se miraron a los ojos con tal intensidad, que Touya sabía que si no se iba en ese momento al día siguiente lo lamentarían-. Será mejor que me vaya -dijo poniéndose de pie con renuencia. Aquellos ojos amatistas le incitaban a más. Tanto, que temía lo que podía pasar si no dejaba de mirarle.
-Si -asintió Tomoyo nerviosa.
La miró una vez más, parecía que quería decirle algo, pero se arrepintió enseguida.
-Buenas noches Tomoyo.
-Buenas noches -respondió ella mientras lo veía salir por la puerta. Aún no entendía lo que había pasado esa noche, pero debía admitir que sentía cierta felicidad, pero esta se vio opacada por el recuerdo de la conversación que habían tenido unos minutos antes.
Después de tranquilizarse arregló los cojines de la cama. Frunció el ceño pensativa, ¿por qué Touya no la sacó del rancho la primera noche cuando comprobó sus antecedentes y concluyó que no era lo que decía ser? Sobre todo, si desde el principio pensó que era otra esperanza matrimonial enviada por Sakura.
Evocando el rostro amable de Sakura, Tomoyo pensó en la conversación que sostuvo con ella sobre Touya. ¿Hubo el menor indicio de que Sakura tuviera en mente una doble intención para mandarla a su casa?
No, estaba segura de ello. No obstante, Sakura no trató de ocultar su antipatía hacia la mujer con quien pensaba que se casaría su hermano. Y Tomoyo también había notado el mismo sentimiento de parte de Yukito hacia Nakuru Akizuki.
Pensando con más calma Tomoyo se dio cuenta que la causa por la que Touya la retuvo es que debió creer la parte de su historia sobre su madre enferma y su padre desempleado.
La primera era cierta pero… la joven tragó con fuerza, sintiéndose culpable ¿Qué haría Touya si se enteraba de la verdad? La misma Sakura le dijo que no permitiera que Touya se enterara, porque no soportaba la mentira.
Hasta ahora, ella tampoco la toleraba. ¿Pero y el mismo Touya? Su actitud de enamorarla estando comprometido con otro chica, estaba muy lejos de ser ética, pero quizá en esta tierra de hombres rudos, los valores respecto a las mujeres se pasaban por alto.
Cualesquiera que fueran sus motivos, Tomoyo reconoció con honestidad los propios, y el hecho de que se estaba enamorando de Touya Kinomoto. Y que no tenía la más mínima posibilidad.
Sacudió su cabeza y se cubrió con las mantas apagando la luz. Miró a su lado y recordó lo que momentos antes ocurría entre ellos, lo que provocó que aquella corriente en su cuerpo le estremeciera. Pensó en todos los prospectos que tuvo alguna vez en la ciudad. Hubo propuestas de noches de pasión y locura. Pero nadie, nadie le atraía y le hacía sentir lo que este hombre cuando le tocaba con tal intensidad, tal deseo de poseerla. Incluso con su mirada le hacía temblar de pies a cabeza y aquello había sido desde un principio.
Pero ella le mentía. ¿Si le decía la verdad, quien era ella y que hacía ahí, la desearía menos? Últimamente, ya no eran tan molesta la mirada de Touya, porque parecía sentir lo mismo que ella. ¿O era una estrategia para como él decía “llegar todo el camino con ella”?
-No -murmuró-. Tengo la impresión que no es así -se respondió a si misma-. Pero está comprometido... -suspiró-. ¿Por qué me dejo llevar cuando se que se casará y de seguro ama a Nakuru? ¿Por qué caigo en su trampa? ¿Por qué?
Y con esto, se durmió pocas horas después.
*****Continuara…
Nota de autora: ¿Qué les pareció? Tremendo ¿eh?, hasta yo me he emocionado, la verdad es que no tenía pensado que nada de esto último sucediera, pero me salio de repente, aunque debo admitir que la inspiración me salió de algo que leí por ahí. Pensaba poner algo más sobre Sakura y Shaoran pero la inspiración no me dejo para más, estoy… en fin…. en fin… estoy muy emocionada por como me quedo este capítulo, creo que hasta ahí quedó bien. Espero con ansia sus comentarios, sobre todo de esta última parte. Un poquito subida de tono ¿no es así? Pero yo termine suspirando.