Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Junto a ti ❯ Capítulo 16 ( Chapter 16 )

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JUNTO A TI
Por Daulaci Serv
Con los personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
Con una especial agradecimiento a Crystal23quien a sido toda una inspiración y un gran apoyo como beta en este fic.
 
CAPITULO 16
 
 
A la mañana siguiente para el desayuno no vieron a Tomoyo, la chica parecía haberse levantado temprano y había dejado todo preparado y servido para los dos hombres, para no dar la cara a Kinomoto. Aunque ninguno dijo nada sabían que no podían culparla, en especial Touya. Supuso que ella se encontraría en su cuarto era muy temprano para salir a cualquier parte.
 
Había pasado gran parte de la noche pensando en lo absurdo de su comportamiento, lo atormentaba el saber que la había lastimado y recordar su expresión y su mirada no hacía más que provocarle una opresión dolorosa en el pecho. Tendría que disculparse pero aún no sabía como, pues estaba consciente que su acción no requería un simple “lo siento” y él, no acostumbraba a disculparse y mucho menos a comportarse como lo hizo. Su mirada se encontraba enfocada en el pasillo que llevaba a la habitación de Tomoyo como si esperara que ella apareciera en cualquier momento.
 
- Si estás pensando en disculparte, puedes hacerlo más tarde -declaró Yukito atrayendo la mirada de su amigo.
 
- ¿Qué? -preguntó Touya confundido.
 
- Estás pensando disculparte ¿cierto?
 
- Eh… bueno… si -aceptó Touya con cierta incomodidad.
 
- Puedes hacerlo más tarde, es evidente que ella no quiere verte en este momento.
 
- ¿Hablaste con ella anoche? -preguntó murmurando.
 
- Si.
 
Los dos bebieron su café en silencio. Touya hubiera querido preguntarle que fue lo que habló con ella, pero Yukito no le diría nada, al menos no lo que él quisiera escuchar.
 
- No puedes seguir así -dijo Yukito repentinamente mirándolo directamente a los ojos-. Esto no puede continuar. Tú sabes a lo que me refiero.
 
- No -respondió Touya recostándose en el respaldo de la silla y cruzándose de brazos-. No lo sé.
 
Yukito negó con la cabeza pero no se rindió.
 
- No puedes seguir actuando como si ella te perteneciera. Ella no es de tu propiedad, Touya.
 
Touya se asombró por al declaración de Yukito, no esperaba que fuera tan directo.
 
- Tomoyo es solo tu ama de llaves y si lo quisiera, y lo permitieras podría ser tu amiga -Touya iba a replicar pero Yukito levantó la mano para impedírselo-. Ya sé lo que vas a decir, que Sakura la mandó para atraparte, pero sinceramente dudo que haya sido así. Ella misma ha explicado sus circunstancias, y tonto aquel, que no las acepte. Además nunca te portaste así con las otras chicas. Tú mismo debes reconocer que ella es diferente.
 
Touya ahora miraba a Yukito atento a lo que decía, era como si su amigo le abriera los ojos a una verdad que él ya sabía que existía pero que no estaba dispuesto a reconocer.
 
Yukito intuyendo lo que sucedía continuó su alegato con nuevas esperanzas.
 
- Tomoyo ya no sabe como actuar contigo y en verdad, no la puedo culpar. Ella no ha hecho nada malo, tiene derecho a hacer lo que quiera con Eriol o con quien sea. Y tú no puedes decirle nada al respecto. Deberías estar agradecido de que en este momento no este preparando sus maletas para irse hoy mismo -los ojos de Touya se oscurecieron y su mirada voló hacía el pasillo para volver de nuevo a posarse en Yukito, interrogante-. No, no creo que lo haga -respondió este a la pregunta silenciosa, sonriendo se puso de pie caminando hacia Touya y puso una mano sobre el hombro de su amigo-. Pero debo recordarte que ella vino aquí de manera temporal y tal vez no le quede mucho tiempo, así que te recomiendo que si vas a hacer algo lo hagas pronto -finalizó Yukito dándole unas palmadas-. Vamos, debemos trabajar -Yukito se sintió satisfecho, era la primera vez en años que el decía esas palabras antes que su amigo.
 
Touya se puso de pie de forma mecánica, su mente procesaba lo dicho por Yukito, tomó su sombrero y se lo puso, aún ausente miró de nuevo al pasillo que lo llevaría a Tomoyo si el decidiera hablar con ella; pero después de meditarlo un segundo pensó que Yukito tenía razón debía darle más tiempo a la chica y a si mismo para pensar lo que iba a decirle. Camino a la puerta y salió.
 
En ese momento Tomoyo apareció por el pasillo con cautela, se recargó en la pared mientras veía a los dos hombres a través de la ventana alejarse en dirección a los establos. Cuando los perdió de vista exhaló un suspiro.
 
*******************
 
Había salido del mercado de abarrotes portando por lo menos cuatro bolsas que pesaban demasiado. Notó a su alrededor que el vehículo donde había dejado a uno de los chicos que le acompañaban aun no había vuelto. Comenzó a buscar en sus bolsillos (estaba vestida con un overol color negro y un suéter color rojo sobre este), el móvil para llamar a Sumeragi y exigirle que saliera de donde se había metido, cuando una de las bolsas, para su desgracia, se rompió.
 
- ¡Oh! -exclamó ella agachándose y colocando las otras en el suelo-. Lo juro Sumeragi, estás muerto... -viendo todas las latas de frijoles en conserva y jugos, salir desparramados por doquier.
 
Comenzó con paciencia (y deseándole a Sumeragi una muerte súbita), cuando observó unos zapatos cerca de ella y su dueño se agachaba con latas en sus manos.
 
- Gracias... -dijo sin mirarle.
 
- De nada -dijo la voz del caballero quien juntaba con las otras bolsas los abarrotes recolectados.
 
Eriol habló observando su rostro.
 
- ¿Eres de por aquí? Me parece conocido su rostro... -ella alzó su rostro recibiendo la última lata.
 
- ¡Hiraguizawa! - exclamó. Fue entonces cuando él reconoció su rostro claro, que en aquel entonces, era mas joven y por supuesto, tenía el cabello largo ahora estaba corto-. ¡Que sorpresa! -dijo poniéndose de pie con ayuda del hombre.
 
- ¡Takeshi! -exclamó el sujeto reconociéndole y ella sonrió aun mas-. ¿Cuándo llegaste? ¿Qué haces aquí? ¿Vino tu padre contigo? ¿Qué haces aquí? -impresionado ante la presencia de la muchacha que conoció años atrás-. Ya había dicho eso ¿no? - rió sorprendido.
 
- Gusto en verte también. Ya le había preguntado a Kinomoto por ti... ¿cómo está Kaho? ¿Siempre se casaron? -instintivamente, buscó en sus manos, la señal de una sortija, pero levantó su mirada para encontrarse con cierta nostalgia momentánea en los ojos azules que le miraban y esa fue la respuesta-. ¡Oh lo siento! No lo sabía...
 
- Está bien. No has estado aquí bastante tiempo para saberlo. O enterarte... eso supongo... -haciendo un ademán con sus brazos y cambiando de tema-. Disculpa que lo diga, Takeshi pero ¡te ves genial! -la muchacha se sonrojó sutilmente-. Eras una chiquilla cuando te marchaste de aquí, al terminar tu investigación... y ahora ¡Mírate! Debes de tener a dos o tres de donde laboras, en el suelo por ti...
 
- ¡Que cosas dices! -declaró ella con simpatía. Él se sonrió-. ¡Para nada! -recogiendo las bolsas, pero Eriol se le adelantó tomándoselas de la mano-. ¡Gracias! Andaba con alguien que se suponía que vendría por mi... -viendo por la calle-. Pero no ha venido... ¡Lo voy a matar!
 
- ¿Alguna persona especial que deba de preocuparse?
 
- Nada que ver... es mi asistente... -sorprendiéndole-. Así es. Soy jefa de investigaciones. Estoy proponiendo un proyecto de abrir una central geológica de investigación aquí, para ser mas exactos... tengo un campamento levantado justo en la inmediación más próxima a la hacienda Kinomoto. ¡Touya se sorprendió cuando me vio!
 
- Vamos al jeep -invitó cortésmente-. Te llevaré a tu campamento y mientras, nos ponemos al día.
 
- Te lo agradeceré -sonrió la chica emocionada. La verdad no sabía porque Eriol y Kaho a esas alturas ya no se habían casado. O mejor dicho ¿qué tenía Eriol de malo para cualquier mujer?
 
Desde que lo conoció, siempre lo vio como el hombre idóneo para cualquier relación. Pero después de la muerte de su padre, las aspiraciones por instalar el laboratorio y las investigaciones preliminares, absorbieron todo su tiempo y no tuvo oportunidad de pensar en él otra vez. Tomó la bolsa mas ligera para no dejarle toda la carga a él y ante las miradas de los que por allí pasaban (que sabían de todas las cosas entre Kaho y Eriol), observaban el trato desde un principio entre el par.
 
Pero nadie recordaba quien era la mujer que ahora, se iba en su jeep.
 
Iban ya saliendo de las inmediaciones del pueblo y Eriol preguntó-. ¿Y tu padre, como está?
 
- Papá murió a los tres meses de finalizada la investigación aquí, después de habernos ido a la ciudad.
 
- Lo siento Takeshi...-declaró Eriol sinceramente-. Era un gran hombre...
 
- Si lo se. Gracias. Aunque me sorprende... Vi a Nakuru tu prima dos años atrás en la ciudad, y me preguntó por él. Le conté lo que pasó. ¿Acaso ella no está aquí?
 
- Si aquí está -dijo Eriol con cierta decepción notada por la mujer. Ella le miró intrigada-. Es una historia muy larga. Pero Nakuru, no dice mucho de su vida en la ciudad.
 
- Eso me doy cuenta ahora. ¿Qué ha pasado con ustedes? Entre tu y Kaho me refiero... pensé que a estas alturas estarían, no se, casados...
 
- Kaho y yo rompimos recientemente. Nos dimos cuenta que, lo nuestro, no iba a ninguna parte...
 
- Lo siento. Siento preguntarte así Hiraguizawa. Parece que aun te afecta.
 
- Llámame Eriol, por favor. Y lo de mi relación, si supieras que no es así. Lo he superado. Más de lo que creerías -dio la vuelta hacia un lado.- ¿Me dijiste que es cerca de la propiedad Kinomoto?
 
- Así es -asintió ella. Y después de un silencio momentáneo ella lo rompió-. ¿Algo más de lo que deba de enterarme para ponerme al día?
 
- Dime tu a mi -dijo él sonriéndole-. ¿Qué has hecho en estos tres años?
 
- Ya te dije. Investigando y consiguiendo fondos patrocinados para el laboratorio geológico que pretendo instalar aquí...
 
- Pareces ambiciosa.
 
- Sonará demasiado altruista pero lo soy. Lo heredé de mi padre. Pretendo que el laboratorio lleve su nombre -y divagando preguntó-. ¿Aun te dedicas a la agricultura en tus propiedades?
 
- No las mías. De mi padre y su hermano. Y la respuesta es si. Ha sido un buen año y si todo sigue bien, invertiremos mucho para la cosecha. Duplicaremos los beneficios dado la carpeta de clientes que hemos conseguido -notó su reacción por observarla de reojo y su silencio-. ¿Que te sorprende tanto?
 
- Ustedes son los hombres mas extraños del mundo -declaró-. Hablo por supuesto de ti y Kinomoto -él la miró. Notó sus ojos grisáceos en su rostro-. Son guapísimos, tienen una fortuna en sus manos, son exitosos y ¿como es posible que no estén en la ciudad o viajando por el mundo gastando el dinero en bebida y mujeres...? -ocasionando una carcajada del sujeto que sonrojó a la joven y la abochornó. Ella se volteó hacia él-. ¿De qué te ríes? ¡Hablo en serio! ¡Otros hombres hacen eso! No estoy ciega para no darme cuenta y no soy una niña...
 
- Tu seriedad es lo que me hace reír -dijo con gusto.- ¡La verdad que no cambias Takeshi!
 
- ¡Si te llamo por tu nombre, llámame por el mío! -le gritó vergonzada.
 
- Está bien; Nagissa. -viendo el campamento del grupo-. Ahí está tu gente... -Nagissa pudo ver al sujeto que se suponía que iría por ella, en conversación con Nessa.
 
- Lo juro... -dijo ella exhalando haciendo notoria su exasperación-. ¿Sabes la desventaja de tener una de tus asistentes que sea un bombón como Nessa? Que los hombres poco caso te hacen... -señalando al par-. ¡Me dejó abandonada y ni siquiera debe de acordarse que su jefa venía con los abarrotes! -con una vena en su frente-. ¡Hombres!
 
- Dudo mucho que le presten atención a ella... -volteando su mirada y su figura a ella-. Teniéndote a ti... cerca... o por lo menos, no lo haría yo. Créeme se nota que ya no eres una niña.
 
El silencio se apoderó del vehículo y Nagissa se sonrojó. Eriol con naturalidad había dicho aquello pero Nagissa no sonrió y eso le hizo entender inmediatamente lo que había dicho tan espontáneamente, había sido un error.
 
- Lo siento, Nagissa -viéndole descender del vehículo en silencio y con el rostro bastante serio.
 
- ¡Vengan a ayudarme! -gritó ella a dos de los jóvenes evitando así responderle a Eriol. Cuando les pasó los paquetes a los hombres. Eriol insistió llamándole por su nombre aun sin descender del vehículo.- Nagissa... si te he ofendido de alguna manera...
 
- Olvídalo Eriol -pidió ella ahí mirándole y con un tono de voz, algo nervioso. Pero Eriol notó su mirada que lo que le había dicho, le había caído de sorpresa, se había dado cuenta de la atracción de la chica por él desde un principio. Y sus preguntas y comentarios.
 
¡Definitivamente Nagissa siempre había sido tan perceptible! ¡Hasta ese momento al menos! ¿O tan mala fue su intuición que se habría equivocado?
 
Cerró la puerta del Jeep y el descendió detrás de ella.
 
- ¡Oye Nagissa! -deteniéndose ella se volteó-. ¿Qué piensas hacer en estos días? -preguntó una vez se acercó a ella.
 
- Bueno tengo mucho trabajo. No se en verdad...
 
- Espero que, nos veamos de nuevo. Si necesitas ir al pueblo nuevamente, no dudes en llamar a la hacienda. ¿Aun tienes los números de todos?
 
- Me parece que si -extendiéndole su mano para despedirse agradeciéndole-. Gracias Eriol, por la ayuda -soltándole rápidamente-. Nos vemos luego... -avanzaó a donde estaban los demás.
 
- Bien hecho Hiragizawa -dijo Eriol irónicamente para si, cuando montó su vehículo y se colocó su cinturón de seguridad.- Muy bien hecho... -Dándose cuenta de la incomodidad que provocó con tal comentario.
 
 
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En el transcurso de la mañana Tomoyo no tuvo mucho tiempo para pensar. El señor Kinomoto apareció poco tiempo después del desayuno. Estaba muy contento porque había encontrado a unos conocidos que no veía en años en el pueblo y le había dicho a la chica que había invitado a una persona a cenar. Juntos planearon lo que podría ser la cena y fueron al pueblo a comprar los ingredientes para la misma.
 
Tomoyo pensó en comentarle lo que había dicho Yue respecto a sus salidas al pueblo pero el señor Fujitaka estaba tan emocionado que no quiso estropearle el ánimo.
 
Cuando regresaron los dos trabajaron en los preparativos para la cena, en la disposición de la mesa. Solo tendrían una invitada, pero el señor Kinomoto estaba de tan buen humor que contagio a Tomoyo. Prepararon algo sencillo para la comida de ambos y después de lavar todo lo que habían utilizado Tomoyo insistió en ocuparse de dar los últimos toques a la cena y preparar el postre dejando que el señor Kinomoto descansará un rato antes de prepararse para atender a su invitada.
 
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Para esa hora Tomoyo trabajaba con renovadas energías. Ahora no solo se sentía feliz por la alegría que le había transmitido el señor Kinomoto también había una razón más. Había escuchado por la radio que su madre había ido al hospital a realizarse unos estudios y el parte médico fue de un pronóstico favorable. Pronto estaría rehabilitada en su totalidad.
 
Touya había tardado más de lo que esperaba en el trabajo de esa tarde, su papá había mandado un mensaje diciendo que tendrían un invitado esa noche y tuvo que adelantar gran parte del trabajo, así que había tardado mucho en volver a la casa para hablar con Tomoyo. Yukito al percibir su preocupación lo convenció de que regresara temprano y aseguró que él podría encargarse de lo que faltaba.
 
A diferencia de otras veces entró por el frente de la casa, era absurdo pero era la primera vez en su vida que sentía la necesidad de prepararse para enfrentar a alguien. Tomó aire y sin pensar más se encaminó a la cocina.
 
Tomoyo estaba de espaldas a la puerta cuando él entró, pero debió oír el vaivén de la puerta y supo que había entrado alguien.
 
- ¿Podría traerme unos huevos del refrigerador? -preguntó sin darse la vuelta.
 
Suponiendo que ella no se había dado cuenta que era él, Touya se dirigió al refrigerador y sacó una caja de huevos, se acercó a Tomoyo y la dejó junto a ella.
 
- Gracias, yo… -se detuvo de golpe al ver que era Touya quien estaba a su lado-. Lo siento, pensé que eras tu papá -la chica se ruborizó por completo.
 
- Pues no -respondió él-. Yo quisiera hablar contigo.
 
- ¿Te importaría si sigo preparando esto? -contestó ella en un tono extraño-. Lo necesitamos para la cena y…
 
- Tomoyo, estás temblando -murmuró el sujeto mirándola.
 
- Yo… estoy nerviosa porque tendremos un invitado -mintió-. ¿Lo sabías?
 
- Si, mi papá mandó a alguien a avisarnos -Touya hablaba mientras la veía moverse por la cocina-. Pareces contenta.
 
- Lo estoy -contestó ella-. Tú papá esta muy emocionado por esta cena y me ha contagiado un poco. Me ha dicho que es alguien que podría llegar a simpatizarme... y eso viniendo de él es toda una promesa.
 
Tomoyo agarró una sartén, la puso al fuego y lo miró. Antes de que Touya empezara a hablar un timbre lo interrumpió.
 
- Espera un momento -Tomoyo abrió la puerta del horno y sacó media docena de bases de ojaldre-. Perfectas -dijo satisfecha.
 
Touya se había dado cuenta de que era una extraordinaria cocinera. Eso acompañado de su gran lealtad y cálida personalidad, garantizaba que, en el futuro, sería una maravillosa esposa.
 
Touya se sorprendió de aquel inesperado pensamiento. ¿Qué le importaba a él qué tipo de esposa fuera a ser? Recordó las palabras de Yukito y suspiró resignado, ¿a quién engañaba? Si le importaba y le importaba mucho.
 
- ¿Te importa que use la batidora? -puso en marcha el aparato sin esperar su respuesta, hacia tiempo a propósito tratando de ordenar sus ideas y de estar preparada para lo que quisiera decirle.
 
A Touya no le molestó particularmente el tiempo perdido, el mismo estaba absorto en la contemplación de la chica.
 
- Ya está -dijo ella-. Ahora, ¿quieres café? Puedo terminar el merengue dentro de un momento -Tomoyo sonrió nerviosa y Touya se tensó-. ¿Qué… qué… pasa? -preguntó ella confundida ante la reacción de él.
 
Touya se sintió estúpido por haber reaccionado tan evidentemente. Ante la falta de respuesta, Tomoyo pensó que él no querría el café, había ido a hablar con ella después de todo, se sintió indefensa y desprotegida ante aquella mirada que parecía traspasarla.
 
- Dijiste que querías hablar conmigo -dijo ella de manera defensiva.
 
- Si, así es -Touya se tomó unos segundos y carraspeo-. Yo… mmm… no acostumbró disculparme…
 
- Por mi no lo hagas -lo interrumpió ella poniéndose seria y mirando hacia otro lado.
 
- Quiero hacerlo… debo hacerlo -declaró con firmeza-. Siento mucho lo de anoche, no debí interrogarte como lo hice.
 
Tomoyo hubiera querido reír enternecida, era obvio que no acostumbrado a disculparse, la miraba como un niño que no sabe como aceptar que hizo algo malo, aunque de inmediato cambio su opinión cuando él dio un paso hacia ella acortando la distancia entre los dos y mirándola directamente a los ojos.
 
- Lo siento mucho Tomoyo, lo de anoche no se volverá a repetir -aseguró él sin apartar los ojos de los de ella-. Te lo prometo.
 
- E… es… está bien -tartamudeó ella sonrojándose levemente-. Aceptaré tus disculpas con una condición.
 
- La que sea -respondió Touya sin pensarlo dos veces, aunque se arrepintió de inmediato, ¿y si lo que ella le proponía no le agradaba?
 
- No quiero que volvamos a hablar de lo que pasó anoche, bajo ninguna circunstancia, no quiere decir que lo olvidaré de una vez, porque eso no ocurrirá Touya -hablaba con una autoridad que sorprendió al hombre pero sabía que para como actuó, la muchacha estaba actuando tranquila-. Es notorio para ti, que me lastimaste... y mucho -el sujeto sintió esa opresión cada vez más familiar en su corazón e incluso la desvió de sus ojos avergonzados-. No puedes creer que Sakura y mucho menos yo nos reunimos en un complot para perjudicarte. No me presto a esas bajezas y mucho menos tú hermana... -ahí se sintió en verdad avergonzado-, y finalmente, no volverás a preguntarme que fue lo que hice el día de ayer. No puedes creer saber todo de mi y tampoco me has demostrado tanta confianza para que te cuente todos mis problemas. O secretos -Tomoyo contuvo la respiración esperando la respuesta de Touya-. Es todo lo que pido Touya.
 
- Está bien -aceptó Touya tenso-. Me parece justo.
 
- Muy bien -dijo Tomoyo volviendo a respirar otra vez-. Entonces todo queda olvidado -y sonrió satisfecha-. ¿Por qué no vas a prepararte para la cena?
 
Tomoyo vio salir a Touya de la cocina sintiéndose feliz, ya no tendría que preocuparse por lo que pudiera preguntarle Touya por lo del día anterior, y por lo visto el no recordaba y con suerte nunca recordaría que fue él quien había marcado su labio.
 
Touya mientras tanto pasaba por el recibidor y noto que junto a la mesita que había cerca de las escaleras y que antes ocupara alguno de los arreglos florales que Eriol había mandado estaba un cuaderno de dibujo, se acercó y vio que en la parte inferior estaba escrito el nombre de la chica que acababa de dejar.
 
Levantó el cuaderno y sintiéndose como un niño que hacía algo indebido miró hacía todos lados y después de asegurarse que no había nadie cerca se atrevió a ojear el cuaderno. Una a una fue pasando cada una de las creaciones de Tomoyo maravillado con la habilidad de la chica, no solo apreció los finos trazos sino que por momentos se sintió orgulloso de ella. En la última parte del mismo había algunos retratos, el de su padre, Yukito, Sakura… empezaba a preguntarse un tanto desilusionado si encontraría el suyo cuando lo vio.
 
Abrió los ojos como platos al notar los enormes cuernos que tenía su retrato, además de unas cejas demasiado pobladas y unos ojos maliciosos. Supuso que era algo que merecía por su comportamiento pasado, pero no se decidía a reír o a llorar por la desilusión. Tal vez con el tiempo podría hacer cambiar a Tomoyo de opinión con respecto a él. Mientras pensaba esto dejo el cuaderno en el lugar donde lo había dejado y siguió su camino.
 
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Sakura se encontraba sola en la oficina de seguridad trabajando en el escritorio de Shaoran. Se sentía un poco nerviosa esperando que todo hubiera salido bien con la salida al hospital con la señora Daidouji. Con frecuencia miraba su reloj esperando que fuera la hora prevista para el regreso a la mansión de la señora y su equipo de seguridad.
 
Cuando se dio cuenta que nada ganaría preocupándose se concentró en lo que estaba escribiendo en la computadora. Al poco rato aparecieron los agentes que habían acompañado a la señora Daidouji.
 
- ¿Cómo les fue? -preguntó Sakura en tono amable sin moverse de su lugar.
 
Todos le explicaron casi al mismo tiempo que las cosas habían ido bien. Y que Shaoran se encontraba hablando con el señor Daidouji en esos momentos. Uno de los agentes se animó a pedirle a Sakura que los dejara subir al departamento a tomar café y descansar unos minutos antes de que regresara “el jefe”.
 
- ¡Claro! -exclamó Sakura alegremente-. No necesitan mi permiso para eso. Cuando llegue Li yo les avisaré para que bajen.
 
Nadie necesito que se lo dijeran dos veces y subieron agradecidos por el momento de descanso que les deparaba.
 
Veinte minutos después llegó Shaoran y con aire pensativo entró en la oficina.
 
- ¿Dónde están todos? -preguntó al notar el lugar vacío.
 
- Subieron a descansar un momento. ¿Quieres que los llame? -ofreció Saura poniéndose de pie.
 
- No -respondió haciéndole una seña para que siguiera sentada-. Déjalos otro rato más -la chica volvió a sentarse.
 
Shaoran se sentó sobre el escritorio a un costado del mismo y permaneció callado un rato.
 
- ¿Algún problema? -se animó a preguntar preocupada.
 
- No -respondió y tomó la mano de la chica que tenía más próxima a él.
 
- ¿La señora Daidouji está bien? -preguntó ella sintiendo un cosquilleo en la mano que Shaoran sostenía.
 
- Si, el doctor aseguró que pronto estará recuperada y podría… -Shaoran se detuvo, estuvo a punto de decirle a Sakura que la señora Daidouji podría viajar, y así sacarlos del país a ella, su esposo y su hija.
 
- ¿Y podrá?
 
- Y podrá… regresar a su rutina habitual.
 
- ¡Qué bien!
 
- Si -murmuró Shaoran y jaló a la chica para que se pusiera de pie. Aún sentado en el escritorio la acercó a él poniéndola entre sus piernas.
 
- ¿Qué… qué haces? -tartamudeó ella.
 
- Quiero abrazarte ¿no puedo? -preguntó acercándola más.
 
- Bueno, si pero… ¿y los chicos?
 
- Ellos no bajaran hasta que tú vayas a avisarles ¿no?
 
- ¿Cómo sabes…?
 
Pero Shaoran no respondió y la abrazó con fuerza. Estaba consciente de que pronto tendría que llevarla a su casa y dejarla ahí. Después de eso estarían separados un tiempo y eso lo angustiaba ¿cómo haría él para vivir sin su presencia?
 
Sakura se separó de él un poco. Colocó los brazos en sus hombros y lo miró preocupada. Peino su cabello con los dedos. Shaoran cerró los ojos disfrutando la caricia mientras continuaba abrazándola por la cintura.
 
- Pasa algo malo ¿verdad? -Shaoran abrió los ojos para mirarla enternecido al darse cuenta que ella notó su preocupación.
 
- No, no pasa nada -dijo él acercándose lentamente a ella mientras centraba su atención en sus labios.
 
- ¿De verdad? -volvió a insistir ella tratando de apartarse. Si la besaba la haría olvidar todo.
 
- De verdad -respondió él acercándola con fuerza a él para por fin besarla.
 
Shaoran oprimió su boca contra la de Sakura y ella sintió un cúmulo de sensaciones al mismo tiempo. La suavidad de sus labios, la dureza de su cuerpo, su aroma.
 
Pero más allá de las sensaciones sintió que hacían lo correcto y comprendió que una relación con Shaoran Li sería cien veces mejor que lo que había imaginado.
 
El beso pareció prolongarse como si los dos estuviesen rememorando sentimientos que no habían experimentado en años.
 
Cuando él abrió la boca de Sakura con su lengua, ella se acomodó a él plácidamente. Con el acto más sencillo, sintió que su cuerpo se inundaba de sensaciones y deslizó los brazos alrededor de su cuello. Estrechó su cuerpo junto al de él y notó que un suave gemido salía de su garganta.
 
Aquel sonido pareció liberar algo en Shaoran ya que profundizo el beso y acarició la espalda de Sakura con ansiedad.
 
Sakura se sintió inundada de deseo, la respiración se entrecortó en su garganta y no podía moverse. Ni siquiera fue consciente de estar besándolo hasta que oyó el suave sonido de sus bocas separándose y volviéndose a juntar con renovada desesperación.
 
Shaoran creyó escuchar un ligero sonido a lo lejos, pero a pesar de que su cerebro proceso la información, su corazón estaba a cargo de sus acciones y todavía no quería alejarse de ella, de su suavidad, su dulzura y la tranquilidad que sentía teniéndola en sus brazos. Volvió a escuchar el mismo sonido, como si alguien tosiera, arrugó el ceño producto de la concentración que necesitaba para reunir la fuerza de voluntad necesaria para apartarse de Sakura. Al fin lo consiguió y a unos centímetros de su rostro observó como levantaba los parpados lentamente para descubrir las preciosas esmeraldas que ocultaban. Sintió deseos de volverse a perder en los labios que se abrían invitantes para él pero…
 
- Buenas noches.
 
La fría voz los sobresalto a ambos y voltearon en dirección a esta. Sakura dejó salir una ligera exclamación y sintió como el calor subía desde su cuello a sus mejillas. Quiso apartarse de inmediato pero los brazos de Shaoran se lo impidieron, se volvió a mirarlo y estaba muy serio, se paro con lentitud de la mesa y aun con ella en los brazos devolvió el saludo.
 
- Buenas noches… Yue
 
 
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A la hora de la cena, todo estaba dispuesto para la llegada del misterioso invitado. Parecía que, Touya si sabía de quien se trataba, pero no así Yukito, quien le explicó que Touya fue quien tomó el recado del sujeto cuando vino departe de su padre a los predios informándoles del invitado.
 
A las siete y media en punto, escucharon un vehículo aproximarse. Tomoyo dudaba mucho que se tratara de Eriol, pues para ello, el señor Kinomoto no andaría con tantos misterios. Cuando fue a la puerta abrir ¡cuan grande fue su sorpresa al encontrar delante de ella una mujer!
 
- Buenas noches... -saludó la desconocida con una sutil pero nerviosa sonrisa. Se le quedó viendo como si fuera un fantasma, cosa que aturdió a Tomoyo-. No me he equivocado porque esta es la casa Kinomoto... -cuando Tomoyo iba a contestarle escucharon una voz detrás hablarle.
 
- ¡Bienvenida Nagissa! -exclamó el padre de Touya acercándose con su sonrisa de costumbre-. Permíteme que las presente... Nagissa Takeshi, esta es nuestra ama de llaves Tomoyo Matsube...
 
- Tanto gusto -declaró Tomoyo saludándole con cortesía-. Por favor, pase...
 
- Mucho gusto Tomoyo -declaró Nagissa-, y por favor, dime Nagissa. No me gusta tanta formalidad... -mirándole con intensidad-. Cuando el señor Kinomoto me informó que había una joven viviendo aquí, como ama de llaves, no me imaginaba esto... -mirando atrás a los dos hombres quienes se pusieron de pie y sonriendo agregó-. Lo que si me imaginaba era que Touya habría ido por su hermana a la ciudad... como siempre ha deseado... -mirando a Touya con una traviesa sonrisa y el hombre tosió incomodo. No le gustaba ser tan obvio.
 
Tomoyo mientras estaba sorprendida. Vio como Yukito le saludó y era como si saludasen a alguien que conocían de toda la vida. La muchacha parecía muy culta y a pesar de su cabello extra corto (cualquiera de espaldas la confundiría con un adolescente) le parecía conocida de algún lugar. Era toda una dama y se conducía con mucha familiaridad y cortesía con los hombres. Más aun, conocía la idea de Touya y su interés por dejar a Sakura en la granja.
 
- Nagissa es una vieja amiga de la familia -le informó Fujitaka mientras la joven saludaba a Yukito-. Vivió aquí un tiempo atrás y es geóloga... ahora me la he encontrado cuando regresaba del pueblo y me reveló que está haciendo investigaciones nuevamente... -Nagissa se volteó a el padre de Touya-. Si todo va bien, se instalará aquí en los alrededores.
 
- Esperemos que todo vaya bien -declaró la muchacha y observando a Tomoyo agregó-. ¡Así que tú eres la nueva ama de llaves! Pareces muy joven para tener experiencia como ama de llaves...
 
- Bueno si, es cierto pero la edad no determina en cierta forma la experiencia...- declaró Tomoyo y declaró inmediatamente-. ¿Les traigo algo de beber?
 
Cada uno pidió lo que quería y Nagissa no pudo dejar de notar la mirada que Touya le lanzó a la muchacha al retirarse. Por más sigiloso y reservado que pretendía ser Touya, era notable para ella, el interés que había en sus ojos. Pero fue la voz de Yukito que la hizo volver a la realidad.
 
- ¡No puedo creer que no nos dijeras que estabas aquí o que venias! Pensé que éramos amigos...
 
- ¡Y por supuesto que lo somos! -declaró-. Pero, quería darles una sorpresa... el pueblo tal vez no cambie pero las personas si... -dijo cortésmente agregando-. Por ejemplo, me enteré que estas por casarte Tsukishiro...
 
- Así es... -sonrió no evitando sentirse algo avergonzado-. Aunque no hemos hecho el anunció oficial, me casaré muy pronto con Mina. Creo que la recuerdas...
 
- ¡Claro que la recuerdo! Es una jinete de primera... la recuerdo montar una yegua y tenía pecas...
 
- ¿Y tu Touya? -observándole-. Te escapaste el otro día... ¿cómo van las cosas con Akizuki?
 
Touya fue observado por los dos hombres y la mujer y en ese instante Tomoyo entraba con las bebidas. Colocó la de la chica enfrente y colocó la de Touya en su mano y así hizo con los demás.
 
- Va bien... ¿por qué no te sientas y nos acompañas a tomar algo? -dijo observando que la mujer se marchaba nuevamente a la cocina y con aquello le detuvo.
 
- Tengo que sacar unas cosas del horno y preparo la ensalada... -mirándole a los ojos. Yukito y Fujitaka se observaron furtivamente; Tomoyo ya no tartamudeaba ante el hombre-. Con permiso -se disculpó marchándose a la cocina.
 
Nagissa murmuró dirigiendo la mirada a Kinomoto.
 
- ¿Cuánto tiempo hace que está trabajando con ustedes?
 
- Unas cuantas semanas- declaró Fujitaka.
 
- ¿De donde vino? Me parece alguien... interesante... -buscando una palabra encubierta para no decirle a Touya en su cara “¡Como vives con Nakuru y ella aquí!” pues notaba a simple vista que Touya se sentía atraído por la muchacha -Eriol no me comentó nada...
 
- ¿Eriol? -murmuró Touya ahora observándole conspiradoramente. La muchacha se sonrojó- Según recuerdo le llamabas Hiragizawa...
 
- Me lo encontré en el pueblo después de encontrarme con el señor Kinomoto -explicó tomando un sorbo de su bebida.
 
- ¿Eriol no te contó de Tomoyo? -preguntó Yukito observándole extrañado y mirando a Touya.
 
Ella negó con la cabeza.
 
- Eso es extraño.- declaró Touya moviéndose en su sillón. -Eriol y ella son “Muy cercanos”
 
Nagissa se quedó extrañada ante aquel comentario. La cena transcurrió sin percances y Nagissa se percató que la muchacha era una excelente cocinera y más aun cuando se apareció con unas peras cocidas en almíbar de chocolate y con unas hojas de menta en la copa, notó que era alguien que conocía las artes culinarias mas elegantes, pues le recordó las grandes cenas entre su padre y las jurisdicciones universitarias mas importantes, que se realizaban semestralmente. Pero lo que navegaba en su cabeza era aquello de que si la muchacha y Eriol eran “cercanos” como Touya declaró ¿por qué Eriol actuó aquel día como un hombre sin compromiso? El no era de los que coleccionaban mujeres. Es mas, lo consideraba un hombre recto y honesto. Como Kinomoto.
 
Trataba de no pensar en ello para así no arruinar su noche. Pero algo que le sorprendió era que Tomoyo se sentara en la mesa con ellos y al lado de Touya, que era la silla que, usaba Nakuru.
 
Los hombres después de la cena, se entretuvieron charlando sobre el pasado con la muchacha y Tomoyo terminó de limpiar la cocina y colocando la ultima carga de loza sucia en el lavaplatos, salió a tomar un poco de aire fresco creyendo ella, que nadie lo notaría.
 
Para su sorpresa, segundos después salió Nagissa sonriéndole.
 
- ¿Por qué no viniste a sentarte con nosotros a la sala? Me estaban mostrando unas fotos de una temporada que estuve aquí... te divertirás.
 
- No quiero interrumpir... o molestar.
 
- No molestarías -aseguró sonriéndole-. Conozco a casi todos los que viven en el pueblo desde hace mucho tiempo. También a todos los dueños de propiedades. Mi padre era originario de aquí así que la relación con los Kinomoto es legendaria... tu mientras, no vives en el pueblo y estás muy sola y muy lejos de la ciudad, debes de extrañar a tus parientes...
 
Tomoyo le extrañó su conducta o su manera de iniciar conversación pero asintió en silencio.
 
- Recuerdo a Sakura. Touya siempre trataba de dominarla haciéndole creer que las cosas estaban mal para que se quedara por siempre aquí. Me alegro que se haya marchado... si fuera por Touya, la dejaba sin pretendientes aquí. Me comentó Yukito hace un instante, que, Sakura te recomendó.
 
- ¿Tanto conoces a todos aquí?
 
- A todos y cada uno -bajando su mirada-, aunque algunos me veían como una chiquilla. “La hija de Takeshi”, otros me trataban como adulta. Me agrada estar aquí... pero lo que me sorprende es que, entre las novedades, no aparecieras tú, hasta ahora... en el pueblo, todo se sabe...
 
- No ando mucho por el pueblo. Y si he ido es siempre acompañada...
 
- ¿Por Eriol? -interrogó mirando al horizonte.
 
- En una ocasión, si. En las otras, solo he ido con el señor Kinomoto -respondió con honestidad.
 
- ¿Cuánto tiempo tienes con Eriol?
 
- ¿Qué, que? -preguntó Tomoyo aturdida. Nagissa le observó con intensidad y ella declaró inmediatamente-. Estás confundida. Eriol y yo solo somos buenos amigos.
 
- Me contó que rompió con Kaho, su ex novia... y Touya dijo que... -pero Tomoyo le interrumpió.
 
- ¿Conociste a Kaho?
 
- Conozco a todas las parejas de aquí... o las que eran en aquel entonces... parece entonces, que fue reciente la ruptura, ¿pero tú la conoces...?
 
- En un principio, no. Pero después, si. Unos días atrás, la conocí.
 
- No se ve tan inconsolable para haber sido reciente -murmuró ella.
 
- Puedo asegurarte que le dolió. Pero no por eso se derrumbaría -declaró Tomoyo-. Es un hombre fuerte... -Nagissa bajó su mirada no evitando sonreír sutilmente.
 
- Si, lo se -declaró-. ¿Entonces son solo amigos?
 
Tomoyo asintió en silencio y sonrió. Desde un primer instante, había notado que Nagissa no tenía ningún interés particular en Touya y era eso bueno. ¿Por qué lo consideraba bueno? No lo definiría en aquellos instantes. Pero Nakuru no tenía competencia en ella. Tal vez lo que la turbó fue que Touya parecía un poco mas abierto con la muchacha de ojos grises que con nadie. Entonces observándole nuevamente mientras ella narraba la historia de cómo hizo su tesis en la geología de la zona, se percató que tenía cierto aire parecido a Mina, la novia de Yukito. Que parecía ser buena persona, y más aun una buena amiga.
 
Entonces la reconoció. Nagissa Takeshi había conducido a su corta edad dos seminarios en la misma Universidad donde Tomoyo cursaba su carrera y pudo cruzarse con su foto en algún afiche en el campus o en la revista universitaria. Era alabada por muchos expertos pese a su corta edad. Era inteligente y trabajadora. No le sorprendía que en el futuro fuera mucho más famosa.
 
Tomoyo sentía que podrían llegar a ser amigas en verdad. Y cuando la muchacha se marchó aquella noche, quedaba comprobado cuando en su despedida, le extendió una invitación para visitar el campamento de investigaciones que instaló no muy lejos de allí.
 
Para los hombres quedó claro, que, ambas muchachas, congeniaban a la perfección.
 
*******************
 
Ese día como todos Touya se había levantado y se preparaba para hacer sus labores de primera hora antes de el desayuno, se encaminó al cuarto de la botas y antes de tomar las suyas escuchó una alarma sonando insistentemente. Se volvió hacia la puerta del cuarto de Tomoyo, la alarma seguía sonando, caminó un par de pasos y al darse cuenta que la chica no la apagaba se preocupó, tocó y espero que ella le contestara y nada ocurrió, se animo a entrar y por la luz que se filtraba por la puerta pudo ver a la chica que dormía placidamente en la cama. Se acercó hasta la cama y pulso el botón de la alarma, el ruido cesó.
 
Maravillado Touya observó que Tomoyo apenas se había movido un poco volviendo la cabeza hacia él, la chica lanzó un suspiró como si aprobara el silencio que ahora llenaba el lugar. Touya también suspiró, pasó saliva y titubeante alargó la mano para apartar un mechón de cabello que caía sobre la cara de la chica impidiéndole admirarla en su totalidad. Solo cuando colocó el cabello detrás de su oreja pensó que tal vez podría despertarla pero nada de eso sucedió. Debía estar muy cansada, Touya se arrodilló al lado de la cama y observó a la chica con detenimiento, “Tan cerca y tan lejos” pensó él, pronto tomaría una decisión y la primera en saberlo sería ella. Se puso de pie lentamente y sin poder contenerse besó la frente de la chica con suavidad, para después salir en silencio.
 
Touya caminó en dirección a la cocina con sus botas puestas y en ella se encontró con Fujitaka.
 
- Papá, ¿qué haces levantado tan temprano?
 
- Ah, Buenos días Touya, creí que Tomoyo necesitaría ayuda esta mañana, ayer trabajo mucho para tener todo listo para la cena y quería agradecérselo ayudándole con el desayuno.
 
- Estoy de acuerdo contigo -asintió Touya-. Acabó de pasar por su habitación y he apagado su reloj despertador, ella siguió dormida, debe estar muy cansada.
 
- ¿Ah si? -respondió Fujitaka tratando de reprimir una sonrisa-. Está bien, entonces yo prepararé el desayuno.
 
- Te veo en un rato -se despidió Touya y salió de la cocina.
 
Fujitaka observó a su hijo salir se sentía complacido por la actitud de este para con Tomoyo, ya había notado que algo había pasado el día que estuvo ausente, pero nadie parecía querer comentar algo, así que viendo el resultado actual y la tranquilidad con que transcurrió la noche anterior, que decidió que todo había sido para bien.
 
*******************
 
Cuando despertó por la mañana, supo que era mucho más tarde que de costumbre. La habitación ya estaba inundada de luz, a pesar de las espesas cortinas que cubrían las ventanas. Miro parpadeante el reloj despertador.
 
¡Las diez de la mañana! Debió seguir dormida a pesar de la alarma, pero cuando palpó el botón estaba en la posición de apagado.
 
Alguien debió haber entrado y apagó la alarma para que la joven siguiera durmiendo. Debía estar muy cansada para no darse cuenta de nada, y si era sincera realmente necesitaba de ese descanso.
 
En la distancia escuchó que el teléfono llamaba una vez… dos… y después era colgado repentinamente. En el momento que corrió las cortinas, y parpadeó debido a la luz brillante del sol, escuchó unos pasos que cruzaban el pasillo, llegaban a la cocina y terminaban con un fuerte portazo en la parte trasera.
 
Cuando por fin se presentó en la cocina, recién bañada y ataviada con unos jeans ajustados y una blusa suelta en tono lila, vio que ya habían desayunado; el café seguía caliente, y sin esperar más se sirvió una taza.
 
Se dedicó unos minutos a meditar de nuevo en lo extraño que resultaba Touya Kinomoto, y que nunca conoció otro igual.
 
Hasta ahora, había procurado no pensar mucho en los besos que se dieron. Resultaba claro que era poca cosa para él, porque se recuperaba muy pronto, y cualquier pasión que pudo sentir era reemplazada de inmediato por una mueca burlona. Y eso le dolía, debido a su propia reacción emocional, pero ahora ya no sabía que esperar de él. A veces parecía tan molesto con ella, y ayer mismo se mostró muy amable con ella al disculparse y aceptar sin protestas su condición. Suspiró resignada, tal vez nunca entendiera a Touya, de repente decidió que saldría a dar un paseo y que tal vez era hora de conocer la famosa casa que estaba construyendo.
 
Sabía en qué dirección estaba la casa nueva, porque había visto su silueta rodeada de árboles, y escuchado el ruido de los hombres trabajando en la construcción. Era un poco más de un kilómetro a pie, hacia la parte sur del rancho. Cuando llegó cerca de la casa vio que Touya había elegido un buen lugar para esta, porque quedaba a la cabeza del extenso valle y su vista era magnifica. Desde ahí notó las furgonetas millas adelante que se veían como puntos y supuso que eran las del campamento de Nagissa. Observó a su alrededor, que era una fortuna que el día de hoy no hubiera nadie trabajando, no entendía porque, pero aprovecharía para darle un vistazo más a fondo.
 
Tal como le habían platicado. La casa en cedro rojo, era ultramoderna, con amplios ventanales y desniveles. Y por todos lados se aspiraba el agradable aroma a cedro.
 
- Eres hermosa -dijo en voz alta frente a los ventanales de la sala-, pero en realidad, prefiero la antigua.
 
- ¿De verdad? -se dejó escuchar la voz como eco.
 
La joven brincó sobresaltada por la voz que tenía detrás de ella hacia su derecha. Se volvió y vio atónita a Touya reclinado con indolencia en uno de los postes.
 
- ¿Qué pretendes sorprendiéndome en esa forma? ¡Pude sufrir un ataque cardiaco!
 
- Todavía no tienes edad para eso -repuso él con tranquilidad y se apartó del poste para aproximarse a ella-. ¡Y fuiste tú quien me sorprendió!
 
- Pudiste hacerme saber que estabas aquí -dijo tranquilizándose un poco, y notó que Touya estaba más atractivo que nunca.
 
- ¿Cómo iba adivinar que no eras un ladrón que se llevaría lo que encontrará?
 
- ¿Cómo qué? -preguntó irónica, mirando a su alrededor las habitaciones desnudas-. ¿Pedazos de madera para mi colección?
 
Él esbozó una sonrisa ante su respuesta y no respondió, en su lugar se paró junto a ella para mirar el extenso valle.
 
- ¿Así que no te gusta la casa? -preguntó con tono suave.
 
- No dije eso -musitó ella incómoda, y giró la cabeza para mirarlo con el ceño fruncido. Hubiera preferido no tenerlo tan cerca porque había algo en él que la hacia estremecer-. Me doy cuenta que es muy moderna. Comenté que era bella.
 
- Pero, que prefieres la antigua.
 
Ahora, Tomoyo hubiera deseado que él siguiera mirando el valle, en vez de fijar los ojos en los de ella, porque estaban tan próximos, que podía percibir chispas doradas en los oscuros ojos.
 
Como si le costará un gran esfuerzo desvió la mirada y se apartó de él, sin embargo, aún percibía ese algo inquietante entre los dos.
 
- No importa lo que yo opine, ¿o me equivoco? -preguntó con una sonrisa forzada, que trató de ser espontánea.
 
- Podría importar.
 
- ¿Por qué? Con seguridad, para ti solo es importante lo que piense tu novia.
 
- La opinión de una mujer es muy parecida a la de las demás -repuso él.
 
- ¡Es el comentario más arrogante que he escuchado e mi vida! ¡Para tu información, a mi no me gustaría esta casa, pero sin duda, Nakuru tiene su “propia” opinión! ¡Ya ves que me gusta más la otra! Me gusta el aire antiguo de la vieja casa... sus pisos son viejos pero le dan ese sentimentalismo e historia que la casa lleva impregnada.
 
La única respuesta masculina fue una sonrisa de satisfacción, y la joven se dio cuenta que la hizo caer en otra trampa.
 
- Nakuru todavía no conoce este lugar -comentó él después a la ligera y ella se volvió a mirarlo.
 
- Bueno, supongo que… debe ser una sorpresa para ella -algo parecía oprimirle el pecho.
 
- Si, debe ser toda una sorpresa.
 
- ¿No crees que debiste consultarle antes? Es un riesgo demasiado costoso.
 
- Cuando se conoce bien a una persona -dijo él encogiéndose de hombros-, es fácil determinar su gusto.
 
- Lo… supongo -repuso ella y se alejó-. Y creo que es lo más correcto después de tantos años de relación -observando el sol-.Bueno, es hora de que regrese a la casa.
 
- ¿Oh? -parecía pensativo-. Si, es lo mejor -se acercó a ella y la tomó de un brazo para ayudarla a caminar entre las vigas-. Te veo mejor, esta mañana te veías muy cansada.
 
- ¡Fuiste tú! -exclamó tambaleándose un poco, por lo que Touya la sujetó con más fuerza-. Tú… tú apagaste… la alarma -sin atreverse a mirarle a los ojos.
 
En ese momento salían al exterior y el brillo del sol les dio en el rostro, pero Tomoyo pensó que la chispa en los ojos de Touya significaba que se tomó su tiempo para observarla dormir. El solo pensamiento la hizo ruborizarse.
 
- No te preocupes -dijo él burlón-, casi no roncas.
 
- ¡No ronco! -replicó indignada y por la expresión masculina se percató de que la atacaba de nuevo.
 
- Sólo tu esposo lo sabrá con seguridad.
 
- ¿En esta época? -Tomoyo logró sonreír irónica-. En verdad vives lejos de todo, ¿no es cierto?
 
Como respuesta, Touya frunció el ceño y cambió el tema sorprendiéndola.
 
- Eso me recuerda que hay algo que deseo hablar contigo -no le soltaba el brazo-. Puedes montar conmigo en “Sultán” para regresar.
 
- ¡No! -Tomoyo liberó el brazo y se detuvo-. No gracias... -controlando su tono de voz-, se me hace tarde... ¿podemos hablar luego?
 
- ¿Qué pasa? ¿Me tienes miedo? -y extendió una mano bronceada para sostenerle el mentón mientras la analizaba divertido-. Ya hace mucho que raptaba chicas a caballo estando tan cerca el rancho.
 
- Engreído -dijo ella con sequedad no quería saber historias del pasado y las conquistas de Touya que terminarían seguro en aquella vieja cabaña a pocos pasos de la casa y caminó hacia “Sultán”. Ya estando junto al caballo, Tomoyo titubeó un poco, hasta ahora las lecciones que le había dado Eriol las había tomado con una yegua muy mansa que el señor Kinomoto le prestara, pero “Sultán” era otra cosa, aspiro con fuerza y decidida trato de montar. Levantó el pie izquierdo y lo metió en el estribo de metal, con una mano se agarró a la silla, pero descubrió que era incapaz de alzarse. El caballo retrocedió, Tomoyo soltó la silla, pero siguió con el pie en el estribo.
 
- ¡Eh, quieto!
 
Casi podía verse a si misma arrastrada por ese caballo por el valle.
 
Touya sonrió.
 
- ¿Qué te parece si te echo una mano?
 
Antes de que le diera tiempo a darse cuenta de lo que estaba pasando, Touya dobló las piernas, le puso las manos en la cintura y la levantó hasta la silla como si pesara lo que un bebé.
 
- Arriba.
 
La voz de Touya le resonó en los oídos cuando se encontró sentada en el enorme caballo Tomoyo volvió la cabeza, y, bajando la mirada, vio el rostro de Touya. En ese momento el mundo pareció transformarse y contuvo la respiración.
 
- Muévete hacia delante -dijo él.
 
Tomoyo obedeció y Touya subió al caballo, sentándose a espaldas de ella. Los largos brazos de él la rodearon, rozándole los senos, cuando se extendieron para agarrar las riendas. Pronto el caballo obedeció el tirón de Touya y se encaminó hacia el rancho.
 
- ¿No te sientes a gusto? -escucho la voz burlona junto a su oído, y se puso tensa, aleándose un poco del pecho detrás de ella. Sin embargo, sentía como un brazo de Touya le oprimía la cintura mientras el otro también la rodeaba para controlar la rienda.
 
- Pensé que querías cabalgar con calma -dijo con rigidez cuando el caballo comenzó a ganar velocidad. Esto último lo dijo con cierto temor pues el corcel se movía con más rapidez y seguro era más difícil de detener que la yegua que ella montaba. Pero lo que le ponía los pelos de punta y su corazón a latir vigorosamente era la posición posesiva en que Touya le llevaba en el caballo.
 
- Eso hago -le aseguró él, pero volvió a atraerla hacia si-. Será mucho mejor si te relajas.
 
- De acuerdo -aceptó ella, reclinándose apenas en él.
 
- Mientras cabalgaban, el pecho de Touya le rozaba la espalda. Tomoyo tragó saliva, las mejillas se le encendieron, y se alegró de que Touya no pudiera verle la cara.
 
- Gracias por llevarme -murmuró Tomoyo sin saber que otra cosa decirle. Notó que el caballo iba más lento.
 
- No es ningún problema.
 
El aliento de Touya le acarició la mejilla. No pudo dejar de lanzar furtivas miradas a los musculosos brazos que la rodeaban para sujetar las riendas.
 
- “Por todos los cielos Tomoyo, cálmate” -se ordenó así misma. Pero no podía controlar la reacción de su cuerpo. A pesar de intentarlo, Tomoyo no logró aminorar los latidos de su corazón, ni hacer que las piernas dejaran de temblarle.
 
- ¿De qué deseabas hablar? -preguntó Tomoyo esforzándose por pensar en otra cosa.
 
- ¿Quiero que me cuentes sobre Sakura?
 
- ¿Sakura?
 
- ¿Conoces a ese…? ¿Li Shaoran? Debiste de escuchar hablar de él o verlo en alguna ocasión, siendo tan amigas.
 
- Si -Tomoyo vislumbró el rancho en la distancia-. Así es. Lo conocí y nos vimos… un par de ocasiones más después...
 
- ¿Qué clase de tipo es?
 
- Me pareció… alguien responsable, dedicado con su trabajo y siempre muy correcto con Sakura -Tomoyo sintió que no era necesario mentirle a Touya mientras no tuviera que decir algo que la conectara con él.
 
- ¿Qué tan unida esta Sakura a él? Es decir, fuera del trabajo.
 
- Sinceramente, no lo sé. Nunca vi a Shaoran fuera de su trabajo, solo a Sakura -Tomoyo contuvo la respiración esperando que Touya se conformara con su respuesta.
 
Nada sucedió.
 
- Pero no creo que debas preocuparte, Sakura tiene veinticuatro años, edad suficiente para saber lo que hace.
 
Sorprendida, sintió que el mentón de él frotaba su cabello.
 
- ¿Crees que cometo un error al preocuparme por la felicidad de mi hermana? -preguntó el con voz ronca.
 
- No, por supuesto -parpadeó aturdida-. Pero una vez que tengas esposa e hijos, dejarás de preocuparte tanto por Sakura.
 
Sintió como Touya la tomaba del rostro y lo volvía hacía el suyo.
 
- Podrías tener razón -musitó-. Y también, convertirte en un buen jinete.
 
- ¿Cómo puedes saberlo? -se burló estremecida cuando él le soltó la barbilla. Supo que estuvo a punto de besarla, pero de lo que no estaba segura era de su propia ansiedad por sentir sus labios sobre los suyos. De pronto se dio cuenta que ya no iban en dirección hacia el rancho.
 
- Creo que vas en la dirección equivocada -dijo Tomoyo con sorpresa.
 
- No, es solo que recordé que debo echarle un vistazo a “algo”, y no puedo dejarlo para después.
 
- Puedes dejarme por aquí, el rancho está cerca no tendré que caminar mucho -sugirió ella con cierta decepción, pensando que el paseo había sido muy corto.
 
- Nada de eso -se negó él rotundo-. Solo me tomará un momento, a menos que tengas algo más importante que hacer.
 
- No, en realidad no -respondió ella con una sonrisa.
 
Touya estaba mintiendo, no tenía que “checar” nada, solo que de momento sintió la necesidad de alargar un poco más el paseo, pues sentía que en ese momento todo encajaba muy bien en su vida, como si el hecho de poder estrechar a Tomoyo tan cerca de él y poder conversar con ella le llenara de tranquilidad. Tranquilidad que no obtenía con ninguna otra.
 
Pronto estaban en la cima de una colina, la vista era espectacular. Desde ahí se podía ver algunas de las propiedades cercanas al rancho. Tomoyo se dio cuenta que ese era el lugar del que le hablara Eriol antes y que por una y otra razón no habían podido visitar. Pero se sintió feliz de poder ir esa primera vez con Touya. En la cima de la colina había un gran árbol, Touya desmontó y espero a que Tomoyo hiciera lo mismo.
 
Tomoyo tuvo problemas para manejar sus piernas que habían quedado rígidas después del paseo. Touya la detuvo antes de que se hiciera daño al pasar la pierna sobre el caballo.
 
- Inténtalo de la otra forma -dijo, con una sonrisa acercándose a ella.
 
- ¿De qué otra forma? -preguntó ella, mirándolo con sorpresa desde la silla.
 
- Balancéate un poco y pasa la pierna por delante de ti girando en sentido opuesto a las manecillas del reloj -explicó él.
 
Tomoyo hizo lo que le indicaba, pero una vez tuvo las dos piernas juntas al costado del caballo, su pie izquierdo se enganchó con el estribo y quedó atascada. Touya la liberó rápidamente, pero sin estribo en el que apoyarse Tomoyo empezó a deslizarse por el cuerpo del animal. Touya la alcanzó sosteniéndola con la mano en la cintura hasta que estuvo a salvo en el suelo. De forma instintiva, Tomoyo puso sus manos en los anchos hombros de Touya.
 
En cuanto llegó al suelo quitó las manos de los hombros de él, pero sus piernas se negaban a sostenerla. Asustada buscó el brazo de Touya, pero fue la firmeza de sus manos en su cintura las que evitaron que cayera al suelo.
 
- No te preocupes -dijo Touya al notar la consternación de ella-. Las piernas se entumecen después de montar un largo tramo.
 
Tomoyo pudo sentir cómo se tensaban todos aquellos músculos bajo la palma de sus manos y el calor en su interior comenzó a subir.
 
- Pero no hemos dado un paseo tan largo -dijo.
 
- Lo suficiente. Pronto volverás a sentir las piernas.
 
Tomoyo se dio cuenta de que sus piernas flojeaban por algo más que el paseo a caballo. Todavía estaban juntos, rozándose, y el contacto con aquello fuertes brazos la hacía ceder cada vez más. Tal y como estaba con la espalda contra el costado del caballo no había manera de separarse de él y si seguían así mucho más, se derretiría allí mismo.
 
- Ya estoy bien -dijo Tomoyo poniendo la mano en el pecho de Touya para tratar de mantenerlo a distancia, al tiempo que desviaba la vista con fingida despreocupación.
 
Afortunadamente para ella, Touya la dejó ir, y acto seguido, ató las riendas del caballo al árbol. Mientras tanto Tomoyo se obligó a mirar el maravilloso espectáculo frente a sus ojos.
 
- Es maravilloso -dijo lanzando un suspiró-. Es un sitio muy hermoso.
 
- Imaginé que te gustaría -escucho decir a Touya a sus espaldas-. Supongo que algo así te inspirara para algunos dibujos.
 
- ¿Cómo sabes que me gusta dibujar paisajes? -le preguntó sorprendida cuando lo tuvo a un lado.
 
- Ayer después de que hablamos en la cocina encontré tu cuaderno de dibujo en el recibidor, y me tomé la libertad de ojearlo. Aunque no solo te concentras en paisajes, según noté.
 
Tomoyo contuvo el aire avergonzada, sabía muy bien lo que había en ese cuaderno.
 
- Lo… los retratos… no se me dan muy bien -tartamudeó a modo de disculpa.
 
- Pues a mi me pareció todo lo contrario -dijo el con una sonrisa-. Aunque aún tengo una duda.
 
- ¿Ah si?
 
- Si me hubieras dibujado de cuerpo entero… ¿me habrías puesto cola y tridente?
 
- Pues, no lo sé -respondió ella siguiéndole el juego-. Los cuernos te quedaron muy bien-. ¿No lo crees? -sonriendo divertida.
 
- Tal vez después podamos regresar -dijo él cambiando el tema repentinamente, la miraba fijamente.
 
- Si, tal vez -dijo ella volviendo la mirada al paisaje.
 
Subieron al caballo nuevamente y siguieron en silencio por el mismo camino por el que habían llegado.
 
- ¿Deseas ir más aprisa?
 
- ¿Por qué no? -respondió ella, aunque pensó que tal vez lo mejor hubiese sido que le dijera que no y que el paseo durara mucho más. En ese momento “Sultán” inició el trote bajo la suave rienda de su amo.
 
- ¿Está bien así? -musito él junto a su oído.
 
- Si.
 
Tomoyo comenzaba a experimentar cierta emoción cuando el caballo ganaba velocidad. A continuación pareció que en realidad volaban. El cabello de la joven se escapaba de la pañoleta blanca que lo detenía, y la fuerza del viento la hizo contener el aliento e inclinarse hacia donde estaban los brazos de Touya.
 
Para Tomoyo nada podía estar más cerca del cielo, y sintió una gran desilusión cuando “Sultán” aminoró la marcha porque llegaban al rancho.
 
- ¡Oh, Touya, fue fabuloso! -y se volvió para mirarlo, con las mejillas arreboladas-. Gracias.
 
Touya se concentró en retirar del rostro de Tomoyo algunos mechones de cabello. A Tomoyo le gustó la forma como la miraba. Touya bajo del caballo y le sonrió. Fue una sonrisa que la encendió y la desarmó. Tomoyo pensó que era bueno que él racionara sus propias sonrisas porque, en el lugar y momento adecuados, las consecuencias habrían sido devastadoras.
 
Touya alzó los brazos y la levantó de la silla del caballo. Tomoyo contuvo la respiración al verse presa de un centenar de sensaciones maravillosas. Cuando puso los pies en tierra y Touya la soltó, Tomoyo estaba tan turbada que no pudo mirarle a los ojos.
 
- Será mejor que vaya a dejar a “Sultán” al establo -murmuró Touya-. Tengo que ir a hablar con Yukito.
 
- Bien. Hasta luego -declaró ella despidiéndole-. Vio como de espaldas el sujeto se marchaba acariciando al corcel y llevándole por las riendas. No entró en la casa hasta que, lo vio perderse de vista. Suspirando largamente, y mas contenta aun que días anteriores de estar allí, ingresó pensando que tal vez, podría borrarle los cuernos dibujados en el bosquejo.
 
Solo esperaba poder borrarlos de manera permanente y que todo aquello no fuera solo cosa de momento. Aunque unos minutos después no estaba tan segura de ello, cuando Nakuru apareció repentinamente en la casa.
 
- Buenas tardes -saludó la mujer con frialdad, cuando Tomoyo le abrió la puerta-. ¿Quieres decirle a Touya que estoy aquí? -ordenó cortante.
 
Antes de que Tomoyo pudiera decir algo, Touya apareció en el recibidor.
 
- Llegaste adelantada, Nakuru -fue el saludó del hombre.
 
- Acabé antes de lo que esperaba -la voz de Nakuru se suavizó al dirigirse a Touya-. Cuando llamé, papá todavía discutía con Radishori.
 
- “Así que ella fue la que llamó en la mañana” -pensaba Tomoyo con cierta decepción. Estaba tan absorta en sus pensamientos que apenas alcanzó a escuchar lo que Touya respondía.
 
- …cuando regresemos de donde deseas que te lleve -dijo Touya con poco entusiasmo.
 
- Ya te lo dije, cariño -repuso Nakuru apenas simulando su enfado-, iremos a la subasta de Shoshimire.
 
- Ah, es cierto. Pobre viejo Shoshimire -suspiró Touya-. Es una pena que tenga que vender después de cuarenta años de trabajo duro.
 
- Es un tonto, y siempre lo fue -contestó Nakuru, cortante-. Si Shoshimire hubiera sabido jugar sus cartas, tendría una valiosa propiedad.
 
- Supongo que no le importaron demasiado los valores materiales después de la muerte de su esposa -repuso Touya también cortante.
 
- ¿Y porqué? -preguntó Nakuru dando la espalda a Tomoyo-. Porque no tuvo el valor para levantarse y continuar, ¡esa es la causa! Ninguna mujer puede sentirse feliz casada con un hombre que no tenga ambiciones.
 
- Si me disculpan -Tomoyo aprovechó una pausa-. Tengo trabajo pendiente.
 
La hermosa pareja pareció no darse cuenta de su partida, meditaba Tomoyo, dirigiéndose a la cocina. ¿Cómo pudo Touya pensar alguna vez comprometerse con una mujer como esa, aparte de construir una hermosa casa que habitarían después de su matrimonio?
 
Pero la compasión de Tomoyo estaba en el desconocido Shoshimire, quien mereció los terribles comentarios de Nakuru. Quizá su esposa fue del mismo tipo que ella, pensó enfadada al entrar en la cocina. ¿Cómo podría Touya estar tan preocupado por la felicidad de su hermana, y ciego con la suya?
 
 
Continuara…