Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Junto a ti ❯ Capítulo 19 ( Chapter 19 )

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JUNTO A TI
Por Daulaci Serv
Con los personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
Con una especial agradecimiento a Crystal23quien a sido toda una inspiración y un gran apoyo como beta en este fic.
 
CAPITULO 19
 
Nakuru aún estaba durmiendo cuando el teléfono sonó. Vio la hora. Era demasiado temprano para que alguien conocido le llamase, pensó. Con molestia, levantó su teléfono y contestó la llamada-. ¿Bueno?
 
-Si, ¿Nakuru?
 
-¿Quién habla? -preguntó con fastidió.
 
-Es Keiju -dijo la voz. Nakuru se incorporó al reconocerle; era un trotamundos como ella. Aunque en los últimos meses se había perdido tanto así de no saber casi nada de él-. ¿Dónde estás?
 
-No estoy en la ciudad, si a eso te refieres. Estoy en la casa de mis parientes.
 
-¿El famoso Rancho?
 
-Así es. ¿Qué haces llamándome? Lo último que supe de ti, pretendías a un joven heredera, ¿cómo se llamaba? ¿Daidouji?
 
-Ni me lo recuerdes -dijo con desprecio-. La mujer se ha desaparecido... -Nakuru hizo una mueca de sorpresa-. Como si se la hubiera tragado la tierra. Y en su casa, me niegan a dar su paradero...
 
-¿Qué piensas hacer?
 
-¿Yo? Nada. Bien sabes que una de las razones por las cuales la pretendía es la más obvia después de su belleza: y esa es su fortuna.
 
-No se nada de su belleza. No la conozco en persona.
 
-Claro que la conoces -dijo el sujeto-. Han coincidido en varios eventos. Pero eso fue antes de que nos involucráramos y después, andaba yo de viaje.
 
-Eso no explica que haces llamándome.
 
-Es que me harté -explicó con desesperación-. No pienso insistir por llamar su atención o que alguien de su casa se digne a decirme donde está. Aunque su padre esté amenazado de muerte y todo lo demás...
 
-¿Cómo que amenazado?
 
-Ya te contaré cuando nos veamos...-prometió con desgano-. Es una historia un tanto larga. El asunto es que, no la he vuelto a ver ni nadie dice nada. ¿Puedo ir a visitarte? Pienso desaparecerme un buen tiempo. Haber que puedo idear para todo este asunto.
 
-Claro -aceptó con confianza-, puedes venir. Estaré por aquí todavía un rato... después, pretendo irme a Europa con Fiori...
 
-Ya me contarás de tus planes... -dijo el sujeto aliviado que hubiese aceptado-. Dame la dirección....
 
-Muy bien. Presta atención... ¿cuándo vienes?
 
-Probablemente mañana...
 
Nakuru procedió a proporcionarle la dirección al sujeto. Poco sabían ambos que, estaban más cerca de Daidoujij de lo que ellos pensaban.
 
*******************
 
Tomoyo cerró sus ojos unos segundos sin poder creer lo maravilloso de ese día. Touya la había llevado a la colina en que estuvieron días antes. Era un día soleado, pero no demasiado caliente con una brisa fresca soplando entre los árboles.
 
Touya la ayudó a bajar del caballo tomándola con pocesividad por la cintura, antes de que sus pies tocaran el suelo, él ya la estaba besando y ella se dejó llevar rendida por la suave y cálida sensación de su boca contra la suya.
 
Mientras susurraba su nombre, Touya le acarició el rostro con una mano y, con la punta de la lengua la hizo entreabrir los labios. Tomoyo no pudo permanecer pasiva y le devolvió todas sus caricias.
 
-Nunca me cansaré de esto -murmuró Touya contra sus labios mientras ella lo veía con una mirada soñadora y volvió a besarla.
 
Hubieran continuado así durante un tiempo eterno hasta que Tomoyo sintió un ligero golpe en la espalda acompañado de un relincho enérgico de “Sultán”.
 
-Creo que alguien está celoso -dijo Tomoyo con una sonrisa, volviéndose al caballo para acariciarle la cabeza que momentos antes la había empujado.
 
-Tienes razón -dijo él sonriendo-. Solo que no sé hacia quien estarán dirigidos esos celos -Touya liberó de su abrazo a Tomoyo para acariciar a “Sultán” y tomar las riendas para atarlo aun lugar cercano donde estaría protegido contra el sol.
 
Tomoyo se obligó a disfrutar del paisaje, ese sitio era estupendo, la vista era maravillosa.
 
-¡Ah, que vista tan encantadora! -Tomoyo señaló el valle frente a ella, se volvió hacia Touya cuando ya estaba cerca de ella, se dio cuenta que llevaba su cuaderno de dibujo y un paquete de carboncillos en una mano y bajo el brazo una manta-. ¿De dónde…? -exclamó sorprendida mientras tomaba el cuaderno entre sus manos-. ¿Cómo es que tienes mi cuaderno?
 
-Eso es un secreto -respondió extendiendo la manta bajo un árbol-. Pensé que te gustaría dibujar el paisaje mientras estamos aquí -dijo mientras se sentaba sobre la manta, apoyando la espalda contra el tronco del árbol-. Y a mi me encantaría ver trabajar a la artista que tengo en casa.
 
Touya extendió una mano hacia ella. Tomoyo tomó su mano y se arrodilló ante él, con una mirada traviesa en su rostro.
 
-¿Eso es lo que quieres?, ¿verme trabajar mientras estamos aquí?
 
-Solo te quiero cerca de mi.
 
Tomoyo giró y se acomodó enfrente de él apoyada en su pecho. De inmediato, los brazos de Touya la rodearon y la estrecharon. Tomoyo suspiró feliz y descansó la cabeza sobre el hombro de él. Se quedaron ahí sentados un rato en silencio, observando el paisaje frente a ellos arrullados por el ligero sonido de la brisa al pasar entre las hojas de los árboles.
 
-“Así debe ser el cielo” -pensó felizmente, mientras se acurrucaba contra el amplio pecho de Touya. Había sólo una pequeña preocupación en su mente para estropear la perfección del día. ¿Qué reservaría el futuro para ellos? ¿Tendrían siquiera un futuro? Hasta ahora, había tenido éxito en desecharla cada vez que surgía recordándose a si misma que ya había aceptado lo que le deparara el destino, que sencillamente trataría de disfrutar el momento presente. Más tarde ese mismo día solo esperaría el momento adecuado para decirle la verdad a Touya.
 
-Un centavo por ellos -murmuró Touya al fin.
 
Ella volvió la cabeza y le sonrió.
 
-Todo es tan perfecto, Touya. Odio que termine.
 
-¿Por qué tiene que terminar? -preguntó él oprimiendo su cintura. La beso sutilmente-. ¿Crees que podrías morir al minuto que te vayas de aquí?
 
-Quizás algo así. Quiero decir, supongo que aprendí a desconfiar de la felicidad -Tomoyo rió.
 
-¿Eres feliz, Tomoyo?
 
Ella asintió.
 
-Muy feliz -pensó un momento y preguntó-. ¿Y tú?
 
-Si. Me haces sentir cosas que nunca pensé que lograría ninguna mujer…
 
Tomoyo espero que él continuara, pero en lugar de eso, la beso de nuevo, luego, inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Ella lo observó un momento, las amadas facciones de su cara se dibujaron en su mente.
 
-“Te amo, Touya Kinomoto” -susurró Tomoyo en su corazón. Sólo rezo porque yo te importe la mitad de lo que tú me importas, y que puedas perdonarme por haber entrado a tu vida con mentiras.
 
Así estuvieron durante mucho tiempo hasta que juntos ojearon el cuaderno de dibujo de Tomoyo. Touya observaba cada dibujo con interés y preguntaba sobre ciertos detalles en cada uno de ellos. Tomoyo respondía feliz de poder compartir eso con él. Así continuaron hasta llegar al retrato que ella hiciera de él. Aun tenía dibujado los cuernos que le habría agregado días atrás. Aunque para Tomoyo parecían siglos.
 
-Voy a deshacerme de este -aseguró Tomoyo de inmediato.
 
-No, no lo hagas.
 
-¿Por qué no?
 
-Creo que expresa muy bien tus sentimientos.
 
-Tal vez -aceptó sonrojada-. Pero puedo hacer uno nuevo ahora.
 
-¿Tú crees? -preguntó Touya recogiéndole el cabello detrás de la oreja.
 
-Si -suspiró Tomoyo al sentir el leve roce de sus labios recorriendo los contornos de su oreja.
 
-Creo que voy a asegurarme de que así sea -susurró Touya contra la mejilla de la joven al tiempo que le quitaba el cuaderno de las manos para dejarlo a un lado y después tomarla por la cintura y girarla hacia él para poder besarla en los labios.
 
Se sentía tan bien ahí, segura al fin en brazos del hombre que amaba; la mano de Touya comenzó a moverse rítmicamente sobre la espalda de ella. Él inclinó la cabeza para mordisquear con suavidad el cuello de Tomoyo.
 
Luego, Touya levantó la cabeza y estrechándola todavía en sus brazos, la miró a los ojos.
 
-¿Me perdonas querida, por todo lo que te hice penar? -murmuró él.
 
-No hay nada que perdonar -susurró Tomoyo.
 
Con un gruñido, le dio un beso fuerte y exigente al principio, luego con gentiliza, induciéndola a abrir los labios. Ella lo rodeó por el cuello con sus brazos y se ciñó contra él, respondiéndole sin reservas.
 
Pasó largo rato hasta que Touya decidió a regañadientes que debían marcharse pues ya era la hora de la comida. Se pusieron de pie y mientras Touya recogía las cosas Tomoyo dio un último vistazo alrededor.
 
-Al final no dibuje nada -comentó Tomoyo sin el menor remordimiento.
 
Después de sujetar las cosas a “Sultán”, Touya caminó hacia Tomoyo y la abrazó por la espalda.
 
-Será un buen pretexto para volver otra vez -dijo Touya dándole un beso en la mejilla.
 
Tomoyo simplemente asintió sonriendo y observó alrededor hasta que notó algo en lo que no había reparado antes.
 
-¿Qué es eso? -preguntó señalando una lejana estructura.
 
-Es una vieja cabaña -respondió Touya-. Hace muchos años que nadie la habita, creo que desde que recuerdo es así.
 
-¿Tanto?
 
-Bueno, no siempre está deshabitada -bromeó él.
 
-No entiendo.
 
-A veces se pueden ver adolescentes saliendo del lugar -explicó Touya-. La llaman “la casa de los besos”.
 
-Ah, ya veo -dijo Tomoyo riendo-. ¿Y alguna vez estuviste ahí? -preguntó con fingida seriedad volviéndose hacia él.
 
-Tal vez.
 
-¿Tal vez? -exclamó con fingida ironía-. Señor Kinomoto, es usted un hombre misterioso -Tomoyo guardó silencio un minuto-. ¿Me llevarías a conocer el lugar otro día? -preguntó con picardía.
 
-No -contestó Touya con firmeza-. No necesito un lugar para ocultarme y demostrarte lo que siento -la beso lentamente para demostrarle lo que había querido decir, besándola con pasión, haciéndola gemir-. Bueno, tal vez -dijo con voz entrecortada-, solo necesito un poco de intimidad -le dio otro beso fugaz-. Vamos, se hace tarde.
 
-Sakura nunca me mencionó nada sobre este sitio -dijo Tomoyo mientras subía al caballo.
 
-Tal vez, porque no tiene nada que contar -respondió Touya subiendo al caballo.
 
-¿Cómo lo sabes?
 
-Porque yo me aseguré de que así fuera.
 
Y mientras se alejaban Touya le explicaba a Tomoyo como se las arregló para que “el monstruo” nunca pisara “la casa de los besos”.
 
Tomoyo lo escuchaba feliz tratando de imaginarse como se las arregló su amiga en aquellas travesuras, sin poder siquiera sospechar, lo que en esos momentos estaban pasando Sakura y su propio padre.
 
*******************
 
Sakura llevaba tiempo pensando en la manera de salir de esa situación; había probado con las puertas pero estas tenían los seguros puestos, el vidrio que los separaba del chofer esta arriba, no importaría cuando gritara o golpeara Matsagi no escucharía.
 
La joven miró al señor Daidouji quien también hacia vanos intentos por hablar con el chofer. El auto era blindado y los vidrios polarizados impedirían que alguien pudiera verlos desde fuera.
 
Sakura pensó en Shaoran y rogaba porque él se encontrara bien. En ese instante recordó el celular y busco su bolso alrededor, al encontrarlo de inmediato sacó el teléfono y lo encendió tal y como Shaoran le había explicado para accionar el mecanismo del localizador. Una luz roja empezó a parpadear indicando su funcionamiento. Sakura levantó su mirada al señor Daidouji que la observaba curioso.
 
-No se preocupe señor Daidouji -logró decir Sakura con voz calmada y segura-. Todo estará bien, Li nos encontrará -Daidouji simplemente asintió.
 
-¿A dónde cree que nos lleve? -preguntó señalando hacia delante con la cabeza.
 
-No tengo idea -respondió con sinceridad-. Es obvio que no será a casa -suspiró Sakura mirando al exterior-. De haberlo hecho hubiésemos llegado hace 15 minutos. Lamento todo esto -se disculpó Sakura.
 
-No se disculpe señorita. Soy yo quien lamenta que usted se encuentre en esta situación -Sakura le tomó la mano tratando de confortarlo-. Después de todo él piensa que me tiene a mi y a mi hija.
 
-Lo sé -respondió Sakura pasando saliva, respiró con fuerza para controlar la angustia que la invadía-. “Piensa Sakura, piensa, ¿qué vas hacer?”
 
-Parece que nos lleva a las afueras de la ciudad-dijo Daidouji sin soltar la mano de la joven-. Estamos juntos en esto -declaró mirando a los ojos a Sakura.
 
-Estamos juntos en eso -replicó Sakura con una ligera sonrisa y apretando la mano masculina con fuerza.
 
Esperaron con aparente calma mientras el auto avanzaba, no salieron de la ciudad como imaginaban. Avanzaron por una zona en apariencia abandonada y se adentraron a un lote baldío anexo a un edificio en construcción cuyas obras estaban clausuradas.
 
Por fin se detuvieron, Sakura podía sentir el golpeteo de su corazón en el pecho. Escucharon que Matsagi bajaba del auto y cerraba la puerta, daba un par de pasos, se encontraba al lado de la puerta de Daidouji que en ese momento se volvió a Sakura, se miraron y apretaron sus manos tratando de infundirse valor. Sakura se colocó los lentes oscuros con cierto temblor, era mejor que creyera que ella era Tomoyo el mayor tiempo posible, de eso dependía su supervivencia.
 
La puerta se abrió dejando ver una mano enguantada sosteniendo un arma que apuntaba hacia ellos.
 
-Buenas tardes -saludó con burla Matsagi inclinándose un poco para verlos-. Espero que hayan tenido un buen viaje.
 
-Maldito traidor… -masculló Daidouji, pero se detuvo al sentir como apretaba su mano Sakura. La muchacha no creía que fuera conveniente provocar a Matsagi.
 
Matsagi no contestó nada y se incorporó nuevamente sin dejar de apuntar hacia ellos, busco en el bolsillo de su sacó de donde saco una pequeña botella y un pañuelo y lo arrojó al regazo de Sakura.
 
-Señorita Daidouji -se detuvo meditando un momento antes de continuar-, es decir, Tomoyo; hazme el favor de humedecer el pañuelo con el contenido de la botella. ¡Rápido! -ordenó con fuerza al ver dudar a la chica-. No tengo todo el día.
 
Sakura lo obedeció notando el olor a cloroformo al humedecer el pañuelo, se dio cuenta de inmediato de lo que pretendía.
 
-Ahora deberás colocárselo en la nariz al señor -explicó señalando con el arma.
 
-¿Cómo? -exclamó Daidouji-. ¿Qué pretende?
 
Sakura no se movía trataba de imaginar que sería exactamente lo que pretendía el chofer.
 
-Hazlo Tomoyo -al ver que no se movía, golpeó con el arma al señor Daidouji en la cien, solo lo suficiente como para lastimarlo sin que perdiera la conciencia y advirtió con rudeza-. Puedo hacer esto de otra manera -aseguró cortando cartucho y colocando el arma en una pierna del señor Daidouji-. Obedece Tomoyo sino quieres que tu padre salga herido.
 
Sakura se acercó temblando al señor Daidouji y le colocó el pañuelo en la nariz.
 
-Lo siento mucho “papá” -susurró Sakura.
 
-No luche señor Daidouji. No querrá que su pequeña sufra las consecuencias -amenazó colocando el arma en la cabeza de Sakura.
 
El señor Daidouji negó con la cabeza y miró a la chica para después aspirar el humedecido pañuelo. Previniendo el efecto del cloroformo Sakura tomó la cabeza de Daidouji con las dos manos y lo acomodó en el asiento.
 
-Bien hecho. Ahora sal de ahí Tomoyo -ordenó Matsagi haciéndose a un lado para dejarla salir.
 
-¿Qué pasara con él? -preguntó Sakura en un hilo de voz.
 
-Él se quedará aquí. ¡Sal de ahí de una buena vez! -exclamó impaciente.
 
Sakura lanzó una rápida mirada al interior del auto y tomó el celular en sus manos para colocarlo en el bolsillo del saco de Daidouji mientras se despedía de él con un beso en la mejilla.
 
-¡Rápido! -ordenó la voz desde fuera y Sakura se apresuró a salir.
 
Matsagi la tomó del brazo y la obligó a caminar con rapidez mientras mantenía el arma pegada a las costillas de la chica. Se dirigieron al edificio en construcción hasta llegar a un sitio techado donde se encontraba un auto con la cubierta puesta.
 
-Quítale la cubierta -le dijo sin dejar de apuntarle con el arma. Sakura lo obedeció no sin cierta dificultad, la cubierta tenía mucho polvo encima, lo que significaba que el auto llevaba un buen tiempo ahí.
 
Matsagi sacó unas llaves del pantalón y abrió la cajuela del auto.
 
-Ven aquí -le ordenó a Sakura-. Más te vale no hacer ninguna tontería porque te pesará -la advirtió al tiempo que guardaba el arma en su espalda.
 
Matsagi buscó dentro de la cajuela y sacó unas esposas y se las colocó a Sakura. Después sacó una pañoleta e intento amordazar a la chica. Fue entonces cuando se dio cuenta que llevaba una peluca.
 
-¿Qué? -exclamó sorprendido con la peluca en la mano, observó el cabello castaño y arrojó la peluca a un lado dentro de la cajuela. La miró con detenimiento y le quitó los lentes bruscamente-. Sakura -dijo entre dientes.
 
Sakura levantó la barbilla con desafío ya había sido descubierta pero no le daría el gusto de hacerle ver su miedo.
 
-Ahora entiendo todo -dijo Matsagi comprendiendo ciertos detalles en los que no había reparado antes-. ¿Desde cuando te has hecho pasar por Tomoyo? -ella no respondió-. ¿Dónde esta ella ahora? -preguntó tomándola por los hombros.
 
-No diré nada -aseguró Sakura orgullosa de su aparente calma, hizo un gesto de dolor cuando sintió que las manos la apretaban con fuerza.
 
-Estúpida -soltó Matsagi con aspereza-. No sabes lo que has hecho. Vas a decirme donde esta ella o lo lamentarás.
 
-No te diré nada, no importa lo que hagas -casi gritó y lo empujó como pudo para que la soltará.
 
-Niña estúpida -repitió Matsagi con los ojos encendidos por la rabia-. No pensarás lo mismo cuando termine contigo -y haciendo una pausa agregó con una mueca-. No tienes idea de lo que has hecho...
 
A Sakura no le dio tiempo reaccionar, se había quedado helada al notar la mirada decidida en los ojos del chofer y el cambio en sus facciones que mostraron al verdadero Matsagi. Aprovechando esto Matsagi la golpeó con tal fuerza que la dejó inconsciente, la cargó y la metió en la cajuela del auto. La amordazó con fuerza seguro de que Sakura no sería tan fácil de dominar como lo hubiera sido Tomoyo Daidouji. Cerró la cajuela dejando en la oscuridad a la chica para después subir al auto y alejarse tranquilamente del lugar con su presa.
 
*******************
 
Tomoyo y Touya entraban a la casa tomados de la mano, los dos se veían muy felices. Fujitaka apareció por una puerta y los saludó con entusiasmo pero no sin antes notar la familiaridad con que se trataban los jóvenes.
 
-¡Qué bueno que llegan hijo! -dijo Fujitaka-. Yukito estuvo por aquí hace menos de una hora, al parecer dos vacas se encuentran enfermas.
 
-¿Ah si? ¿Llamó al veterinario?
 
-Si, ahora esta allá esperándolo, aunque estaba atendiendo otro trabajo cerca de aquí, pero dijo que en cuanto terminara vendría directo hacia acá.
 
-Está bien -respondió Touya mirando a Tomoyo-. Tendré que ir para allá.
 
-¿No te quedarás a comer algo? -preguntó Tomoyo desilusionada.
 
-No puedo, debo atender esto -respondió con una mueca de desagrado que mostraba lo mucho que le molestaba alejarse de ella-. Sabes que no quisiera... - acariciando su mechón que caía en su rostro.
 
-Está bien -suspiró Tomoyo.
 
Touya se volvió recordando que su padre estaba ahí, pero él no se encontraba en ninguna parte. Al parecer les había dejado solos para que pudieran despedirse. Touya agradeció en silencio su tacto.
 
-Muchas gracias por el paseo. Me divertí mucho -dijo ella atrayendo su atención.
 
-Yo también me divertí -dijo Touya enmarcándole el rostro con las manos-. Te veo en la cena ¿si? -susurró Touya acercando lentamente su rostro al de la chica.
 
Tomoyo asintió y cerró los ojos esperando por sus labios. Fue un beso suave y largo. Touya le acariciaba el largo cabello, mientras Tomoyo le abrazaba por la cintura, cuando por fin se separaron Tomoyo lo veía con adoración y él volvió a darle un beso fugaz y sin más salió de la casa con rapidez.
 
Tomoyo se quedó parada en ese mismo lugar sorprendida de sus propias reacciones. Nunca creyó posible que ella pudiera amar con tal intensidad, el simple hecho de sentirlo cerca la hacia feliz, sentía como si antes de ese día hubiese permanecido en un letargo interminable, y ahora Touya la había despertado y se sentía viva, viva por primera vez.
 
Por fin se movió y se dirigió a la cocina donde encontró que el señor Kinomoto ponía la mesa, este al verla entrar la recibió sonriendo.
 
-Iré a lavarme y en un momento regreso a ayudarle -prometió dirigiéndose a su habitación.
 
-No te preocupes, tengo todo bajo control -respondió Fujitaka.
 
Ya en su habitación Tomoyo se lavó y cambió los vaqueros por una falda y un blusa a juego. Se cepillo el cabello sintiendo que flotaba en una nube, hasta que reparó en la imagen que le devolvía el espejo… los ojos brillantes y las mejillas sonrosadas decía mucho sobre su estado de ánimo, pero sobre todo sus labios hinchados evidenciaban lo sucedido entre Touya y ella. Se llevó las manos a la cara que enrojecía todavía más. “Qué habrá pensado el señor Kinomoto”. Era imposible que hiciera algo contra eso, tendría que salir así y afrentar al señor Kinomoto. Respiró profundo tranquilizándose y esperando lo mejor.
 
Cuando regresó a la cocina la comida estaba servida y el señor Kinomoto la esperaba.
 
-Muchas gracias señor Kinomoto, siento mucho que haya tenido que hacer todo esto solo -se disculpó Tomoyo quien no se atrevía mirarlo a los ojos.
 
-No te preocupes Tomoyo, para mi fue un placer.
 
-Como siempre, es usted muy amable -y continuaron comiendo en silencio hasta que tomaron el café.
 
-Quiero agradecerte Tomoyo -dijo al fin Fujitaka.
 
-¿A mi? ¿Por qué? -preguntó confusa haciendo sonreír a Fujitaka.
 
-Porque hace mucho que no veía a mi hijo tan feliz.
 
-Señor Kinomoto -exclamó Tomoyo sonrojándose.
 
Fujitaka continuó explicándole a Tomoyo que llevaba muchos años sin ver a su hijo tan animado. Tomoyo le contó parte de lo que había sucedió entre ellos; y sin revelarle demasiado que Touya había terminado su relación con Nakuru y que quería intentar algo con ella.
 
Fujitaka se mostró muy complacido al escuchar esto último, confiándole lo poco que le agradaba esa relación y que siempre se mostró reacio a aceptar que su hijo se casara con Nakuru.
 
-¿De verdad esta de acuerdo con que Touya y yo…?
 
-¡Claro que si! -exclamó Fujitaka tomándole las manos-. Desde que regresé a la casa noté que Touya estaba diferente y me di cuenta que tu eras la causa -explicó sorprendiendo a Tomoyo-. Solo esperaba que él se diera cuenta de lo que sentía antes de que fuera tarde.
 
-¿Usted cree que de verdad le importe tanto a Touya? -preguntó cautelosa.
 
-Estoy seguro -respondió sin pensarlo.
 
-¿Y cree que Touya comprenda porque tuve que mentirle?
 
-Yo creo… -dijo Fujitaka suspirando-, no voy a mentirte… que tal vez se moleste un poco al principio.
 
Tomoyo se entristeció recordando el carácter explosivo de Touya… un poco no era la manera en la que ella lo describiría cuando se enojaba.
 
-Pero estoy convencido de que a la larga el comprenderá -dijo tratando de animarla-. ¿Cuándo se lo dirás?
 
-Hoy mismo -suspiró ya no tan convencida-. No puedo dejar pasar más tiempo. No se cuanto más estaré aquí; el plazo que Sha… que Li le puso a papá casi termina y aunque temo la reacción de Touya no puedo esperar hasta el final… -Tomoyo se mordió los labios nerviosa-. ¿Y si no me perdona? ¿Y si no quiere volver a verme?
 
-No pienses en eso -la consoló Fujitaka-. Mi hijo tiene su carácter pero es justo y tiene un buen corazón él comprenderá que no tenías mas remedio.
 
-Eso es lo que más deseo -confesó Tomoyo agradecida por sus palabras.
 
Continuaron hablando mientras recogían la mesa. Tomoyo lavó los platos y al terminar encendió la radio como siempre acostumbraba. Estaba preparando la cena cuando escucho algo que la dejó helada.
 
“Todo parece indicar que las amenazas contra el empresario Takedo Daidouji al fin fueron cumplidas. Esta mañana secuestraron al empresario frente a su atónito equipo de seguridad…”
 
La noticia continuó pero Tomoyo no pudo seguir escuchando más, se había cortado un dedo con el cuchillo que estaba utilizando, dejó caer el mismo. Fujitaka que también estaba ahí tomó una toalla y envolvió la mano de Tomoyo.
 
-Cubre tu dedo con esto -ordenó preocupado y se volvieron hacia la radio para seguir escuchando.
 
“…las imágenes que trasmite la televisión son contundentes, nadie cercano al empresario a querido dar su declaración, pero tampoco niegan la noticia…”
 
-Vamos -dijo Fujitaka tomando a Tomoyo del brazo para dirigirse al salón donde sentó a la temblorosa chica frente al televisor para después encenderlo. Regresó a sentarse junto a ella con el control remoto en la mano y empezó a buscar por todos los canales hasta encontrar uno donde en ese momento pasaban un corte informativo.
 
A Tomoyo le pareció estar viviendo la peor de sus pesadillas, al ver a su padre junto a Sakura saliendo del edificio. Brincó en el sillón al sonido del primer disparo, las imágenes se volvieron confusas, el sonido en cambio era cruelmente explicito. Apenas se podía ver a Shaoran empujando a su padre y a Sakura dentro del auto y después como salía este disparado perdiéndose en el tráfico. Shaoran gritaba algo, pudo reconocer a Monohi quien permanecía en el suelo herido. Enfocaron las llantas del otro auto con los disparos.
 
Shaoran se arrodillaba en el suelo junto a Monohi y apretaba la herida con las manos mientras gritaba pidiendo una ambulancia y después ordenaba que consiguieran otro auto.
 
De nuevo aparecía la imagen del locutor explicando las imágenes.
 
“Tenemos datos confiables de que el auto del señor Daidouji jamás llegó a la residencia del mismo. El movimiento dentro del lugar es espectacular. Nadie del equipo de seguridad ha querido dar declaraciones. Es imposible comunicarse con la señora Daidouji que aún permanece convaleciente…”
 
Tomoyo no sabía como pero se encontraba de pie junto a Fujitaka quien también veía hacia el televisor en estado de shock. La chica se llevó las manos a la boca tratando de ahogar un gemido de angustia. Miró a Fujitaka quien lucia pálido y apretaba el control remoto con fuerza. Su vista se volvió hacia una de las repisas de la habitación, Tomoyo siguió la mirada hacia donde estaba una fotografía de Sakura cuando era niña, al lado una parecida pero con Touya y en el centro de la repisa otra más resiente con Fujitaka acompañado de sus hijos.
 
-¡Dios mío! -gimió Tomoyo con pánico-. ¡Dios mío! -repitió caminando de un lado a otro-. Lo siento mucho señor Kinomoto.
 
Al oír su nombre Fujitaka salió de su asombro y miro en dirección a Tomoyo que era el reflejo de su propia angustia.
 
-No… no se… que… decir… no sé… que hacer -tartamudeó Tomoyo apretando sus manos.
 
Fujitaka caminó hacia ella y la abrazó con fuerza, rogando en silencio porque donde quiera que estuviera su hija, se encontrara bien. Tomoyo temblaba sin control en sus brazos, pero muy a su pesar Fujitaka no puedo decir nada para tranquilizarla cuando a él mismo le costaba mucho mantenerse sereno. Apagó el televisor esperando encontrar un poco de sosiego en el silencio.
 
Pasaron unos minutos sin que ninguno de los dos fuera capaz decir o hacer algo, hasta que el sonido del teléfono rompió el silencio sobresaltándolos. Corrieron hacia el mismo, deteniéndose frente a el sin que ninguno tuviera el valor de tomar el aparato. Al fin, Fujitaka contestó la llamada.
 
-Diga -dijo sorprendido al notar lo extraño de su voz.
 
-¿Señor Kinomoto? Habla Yue.
 
-¡Yue! -exclamó Fujitaka mirando a Tomoyo-. ¿Es cierto?, ¿es cierto lo que dicen? -soltó esperanzado en que le dijeran que era una mentira, pero no fue así, después de un largo silencio escucho lo que tanto temía.
 
-Si -respondió Yue, Fujitaka se llevó una mano a la frente y cerró los ojos con fuerza-. Todavía no los encontramos.
 
-¿Qué va pasar ahora? -preguntó Fujitaka con voz trémula.
 
-Li los está buscando. Sakura llevaba un localizador con ella, estoy esperando noticias, pues me han prohibido mis superiores el ingresar también en la búsqueda -Fujitaka escuchó en su tono de voz que en verdad prefería estar buscando a los desaparecidos ¿Tomoyo ya lo sabe?
 
-Si, está aquí conmigo.
 
-¿Podría comunicarme con ella?, después volveré a hablar con usted.
 
Fujitaka le tendió el teléfono a Tomoyo y se tomó ese momento para sopesar lo dicho por Yue, el peso de la cruel realidad lo rodeo. Cerró los ojos con la imagen de Sakura el último día que la vio, la última vez que había hablado con ella.
 
-“¡No!” -gritó su corazón-. “Volveré a verla, volveré a hablar con ella”
 
Tomoyo tomó el teléfono y se dedicó a observar unos segundos al señor Kinomoto, el remordimiento y la culpa la envolvieron sofocándola.
 
-Habla Tomoyo -contestó con tristeza.
 
-Tomoyo, siento mucho lo que ha pasado. Pero puedes estar segura que estamos haciendo lo posible por encontrarlos pronto.
 
-¿Qué…? ¿Qué debo hacer?
 
-Nada, quedarte ahí y esperar noticias…
 
-¡Qué! -casi gritó la chica atrayendo la atención de Kinomoto-. No puedes hablar en serio, no puedo quedarme aquí sin hacer nada… yo debería ir allá… y… y… hacer algo.
 
-No puedes hacer nada Tomoyo, solo esperar. No creo que sepan donde estás, ese es el lugar más seguro ahora…
 
-¡Pero…! -y se dio la vuelta para darle la espalda a Fujitaka y habló en voz baja-. ¿Qué pasará cuando se den cuenta que no soy yo?
 
Yue la escuchaba y podía sentir el pánico en sus palabras. Sabía que ella apreciaba mucho a Sakura, pero no podía imaginar que fuera tanto su cariño por ella como para preocuparse más por la chica que por su propio padre.
 
-¿Yue? -insistió al no obtener respuesta-. ¿Qué pasará? -el detective notó su voz entrecortada.
 
-Tienes que calmarte Tomoyo…
 
-¡No!, no puedo calmarme, tu no entiendes, le debo mucho a esta familia… a ti. -Tomoyo pasó saliva con dificultad-. No puedo quedarme aquí con los brazos cruzados…
 
-¿Qué crees que puedes hacer?
 
-No lo sé -respondió más alterada-. Me cambiaría por ella si es necesario, si ellos lo piden lo haré.
 
-No nos apresuremos -pidió Yue tratando de calmarla, conmovido por el ofrecimiento-. Primero debemos averiguar que es lo que ellos pretenden, recuerda que también tienen a tu padre.
 
-¿Cómo olvidarlo? -exclamó levantando la voz-. ¿Y… y mi madre? ¿Cómo está ella?
 
-Ella está bien, al principio se alteró pero ahora lo esta tomando con calma. Ella es una mujer fuerte.
 
-Lo sé. Debo ir…
 
-¡No! Por favor Tomoyo quédate ahí y espera noticias.
 
-No lo sé, no me convences…
 
-Tienes que hacerme caso, aquí no puedes hacer nada -Yue esperó pero no hubo respuesta-. ¿Tomoyo?
 
Yue escuchó algo de ruido y después fue el la voz de Fujitaka la que respondió.
 
-¿Yue? ¿Qué pasó?, ¿qué le dijiste?
 
-¿Dónde está ella?
 
-Dejó el teléfono a un lado y salió del salón.
 
-Por favor señor Kinomoto hable con ella y convénzala de que se quede ahí. No puede permitir que se vaya, si es necesario traerla a nosotros iremos por ella.
 
-Está bien lo haré -Fujitaka tomó aire-. Yue, por favor…
 
-Le avisaré de cualquier cosa de inmediato -prometió adelantándose a él-. Si no pasa nada en el transcurso de la noche, lo llamaré a primera hora de la mañana. No le digan nada a nadie.
 
-No decirle nada a Touya -murmuró Fujitaka para si.
 
-Se que es difícil, pero no tiene caso preocuparlos todavía. Mañana decidiremos-. Yue guardó silencio y cuando volvió a hablar lo hizo con otro tono de voz, uno que mostraba su preocupación-. Lo siento mucho, es culpa mía, yo no debí permitir…
 
-No es culpa de nadie -aseguró Fujitaka-. Ella esta feliz con su trabajo, no debes preocuparte por eso… solo encuéntrala por favor.
 
-Lo haré señor Kinomoto, lo prometo.
 
-Confío en ti.
 
No se dijo más y cortaron la llamada. Fujitaka se quedó rodeado por el silencio, observando la foto de Sakura, después miró el retrato de su adorada Nadeshiko.
 
-Por favor, no dejes que le pase nada malo a nuestra hija.
 
********************
 
Shaoran iba dentro del auto a un lado de Yamazaki, quien iba al volante. En su mano observaba el localizador.
 
Llevaba mucho tiempo localizando el paradero de Sakura. Después de que el auto con el señor Daidouji y Sakura se alejó Shaoran se apresuró a dar órdenes; pidió una ambulancia y consiguieron un auto de la empresa para poder moverse y alcanzar el otro auto.
 
Quince minutos, quince minutos preciosos fue lo que perdió. Dejó a Monohi encargado con el personal de seguridad de la empresa, dos personas más habían resultado heridas durante el tiroteo, afortunadamente nada de gravedad, era obvio que lo que querían era una distracción para darle oportunidad a Matsagi de actuar.
 
-Maldito Matsagi -murmuró Shaoran, Yamazaki lo escuchó pero no dijo nada, todos estaban preocupados por Sakura y comprendía muy bien lo que sentía su jefe.
 
Shaoran mientras tanto seguía observando el localizador y le daba instrucciones a Yamazaki sobre la dirección a tomar. Le estaba resultando sumamente difícil controlar su rabia y angustia. Desde un principio tuvo el presentimiento de que Matsagi no se dirigiría a la mansión, pero aún así mantuvo el contacto con los agentes que se encontraban en ella para que le informaran en caso de que aparecieran ahí, pero eso nunca pasó. Por otro lado Sakura tardó mucho más tiempo en activar el localizador y el tráfico actuaba en su contra.
 
Hasta ahora, la única buena noticia era que no se había dirigido al aeropuerto, sino en sentido contrario y hacia muy poco que se habían detenido. Shaoran sintió un vuelco en el estómago pensando en lo que pasaría cuando Matsagi se diera cuenta que no tenía a Tomoyo. Su teléfono empezó a sonar solo podía ser una persona.
 
-Diga.
 
-¿Hay alguna noticia?
 
-El auto se detuvo. Pero aún no hemos llegado al sitio donde se encuentra.
 
-¿Cuánto tardarás en llegar ahí?
 
-No estoy seguro… 20 minutos.
 
-Necesitarás refuerzos.
 
-Es posible, en cuanto lleguemos ahí te llamaré para darte la dirección exacta de momento solo puedo decirte que voy en dirección al norte hacia las afueras.
 
-Prepararé todo.
 
-¿Tuskishiro?
 
-¿Si? -Yue escuchó a Shaoran carraspear.
 
-¿Hablaste con el señor Kinomoto?
 
-Si.
 
-¿Y con Tomoyo?
 
-Si, estaba un tanto alterada, pero el señor Kinomoto cuidará de ella. Le prometí que la encontraría.
 
-La encontraremos -aseguró Shaoran y cortó la comunicación de inmediato sintió el tenso ambiente dentro del auto.
 
Aparte de Yamazaki, había otros dos agentes con él, y estaba seguro que todos estaban preocupados por Sakura, después de todo era uno de ellos. Incómodo miró el localizador y levantó la vista buscando un punto dentro de la zona en la que el auto avanzaba.
 
-Da la vuelta aquí -ordenó señalando a la derecha-. Tal vez podamos alejarnos del tráfico y retomar en aquella dirección -y señalo adelante-, hacia el edificio en construcción que se ve a lo lejos.
 
A medida que se acercaban al edificio Shaoran comprendió porque Matsagi escogió ese lugar. La zona estaba prácticamente abandonada, un lugar perfecto para ocultarse, pero aún Shaoran no podía confiarse, no se sentiría seguro hasta tener a Sakura en sus brazos.
 
Rodearon el edificio en construcción para descubrir que estaba clausurado y a lo lejos justo a la barda que separaba la construcción del terreno baldío estaba el autos, en aparente calma.
 
Shaoran llamó a Yue dándole indicaciones, lo informó también del panorama de la situación. Al terminar su llamada dejaron el auto fuera de vista y dio instrucciones para acercarse al auto de Matsagi.
 
-Es posible que están en el edificio, desde aquí no se ve a nadie, deben estar abajo del otro lado de la barda, primero revisaremos el auto en silencio.
 
Todos asintieron y sacaron sus armas se acercaron sigilosamente, en la parte delantera no había nadie pero no podían estar seguros respecto a la parte trasera, los vidrios polarizados no permitían ver nada.
 
Al llegar al lado del carro Shaoran vio la puerta abierta, su corazón empezó a latir desbocado, se acercó a el lentamente. Cuando alcanzó a ver el cuerpo del señor Daidouji recostado en el sillón imaginó lo peor, se apresuró a llegar a él guardando el arma.
 
Al acercarse a el señor Daidouji lo observó y buscó su pulso; aliviado se dio cuenta que estaba vivo. Tenía un golpe en la frente y un hilo de sangre bajaba por su cabeza ensuciando la ropa del empresario. Observó el interior buscando algo que le indicara donde podía estar Sakura, su bolso estaba ahí, le dio vuelta comprobando que el celular no estaba ahí. “Tiene que seguir con ella” pensó esperanzado.
 
-Quédate con él -le ordenó a Yamazaki-, ustedes dos conmigo.
 
Y así avanzaron sigilosamente en dirección al edificio.
 
-Hay pisadas por aquí jefe -indicó uno de los hombres señalando el piso-. Son las únicas huellas.
 
-Y son de un hombre y una mujer -dijo Shaoran después de examinarlas-. Vamos a seguirlas.
 
Llegaron al lugar donde había estado el auto, la cubierta seguía en el suelo donde Sakura las había dejado, las huellas del auto saliendo del lugar hablaban por si mismas.
 
-No entiendo -dijo Shaoran-. El localizador dice que no se ha movido de aquí -observó alrededor y fijó su atención en las huellas, algo brillante llamo su atención se agachó a recogerlo y descubrió uno de los aretes que llevaba Sakura.
 
Apretó el arete en sus manos, su corazón latía acelerado en su pecho con un mal presentimiento cerniéndose sobre él.
 
-Busquen adentro -ordenó señalando el edificio-. Tengan cuidado aunque no creo que encuentren a nadie.
 
Esperó hasta ver a los dos hombres entrar y corrió hacia donde estaba el auto, Yamazaki lo observó llegar.
 
-¿La encontró? -preguntó cuando lo tuvo cerca.
 
-No -respondió Shaoran y se inclinó sobre Daidouji quien seguía inconsciente, por fin encontró lo que estaba buscando, se incorporó con el celular de Sakura en la mano.
 
-Eso es… -Yamazaki no se atrevió a continuar.
 
-Si -Shaoran arrojó con fuerza el aparato contra la barda-. Le dije que no se separara de el.
 
-Ella debió…
 
-Si -lo interrumpió Shaoran furioso-. Ella lo dejó para que encontráramos a Daidouji. Huele a cloroformo allá adentro.
 
-Si, encontré esta botella en el piso -Yamazaki se la estregó a Shaoran.
 
Oyeron un ruido dentro del auto, el señor Daidouji parecía volver en si, Yamazaki se inclinó para auxiliarlo.
 
Shaoran miraba a su alrededor, con la imagen de su Sakura en su mente. Observó el celular destruido en el suelo.
 
-“No te preocupes” -había dicho ella con una sonrisa-. “Haré que te sientas orgulloso de mi”
 
-“Matsagi” -pensó Shaoran-. “Si le haces algún daño a Sakura, no descansaré hasta encontrarte”
 
********************
 
Todos se encontraban sentados a la mesa disfrutando de la cena, aunque dos personas en particular hacia grandes esfuerzos por actuar con naturalidad.
 
A Tomoyo en especial le costaba mucho trabajo mostrarse tranquila, la culpa y el miedo no la dejaban pensar por momentos. Pero de vez en cuando miraba al señor Kinomoto quien le infundía valor con la mirada.
 
Fujitaka por su parte se esforzaba por llevar una conversación agradable. Convencido de que todo saldría bien y que no había porque preocupar a Touya y Yukito sin antes esperar noticias de Yue. De vez en cuando miraba a Tomoyo buscando animarla, sabía que la chica cargaba sobre sus hombros un peso muy grande. Hasta ahora solo él podía notar la palidez oculta detrás del maquillaje y lo difícil que resultaba para ella mirar a cualquiera de los otros dos hombres a los ojos.
 
Fujitaka miró a su hijo quien aparentemente aún no había notado el estado de la chica quien por mucho que se esforzara no era ni la sombra de la mujer enamorada que era por la tarde cuando regresaron juntos. Si su hijo no había notado esto no tardaría en hacerlo. Tendría que platicar otra vez con ella para tratar de animarla y advertirle sobre esta situación. En esos momentos recordó la conversación con ella esa tarde.
 
- Flash Back -
 
Fujitaka se dirigió a la habitación de Tomoyo, entró a la cocina y se dio cuenta del estado en que habían dejado todo, apagó las parrillas y recogió el cuchillo que aún permanecía en el suelo.
 
Cuando llegó a la habitación la puerta estaba abierta y el torbellino que pasaba dentro era más que explicito.
 
Tomoyo había colocado su maleta sobre la cama y abría cajones solo para vaciarlos con rapidez y arrojar las prendas dentro de la maleta, algo parecido había sucedido con el closet. La chica arrojaba todo cuanto podía visiblemente alterada.
 
-¿Tomoyo…? ¿Qué haces? -preguntó Fujitaka sin salir de su asombro. La joven se detuvo de repente y observó a su alrededor y después miró al señor Kinomoto.
 
-Tiene razón -respondió con la respiración alterada-. No se que estoy haciendo, nada de esto es mío -pasó la lengua por los labios resecos y una mano por su cabello-. Debería estar pensando como irme, ¿dónde puedo tomar el autobús? ¿Usted puede llevarme? ¿Cuánto costará el boleto?
 
Fujitaka se acercó a la joven y la observó preocupado. Ella evitó su mirada y siguió con su verborrea incontrolable.
 
-¿A qué hora cree que llegue allá? Tendré que tomar un taxi. No creo poder llegar por la puerta principal, debe estar lleno de reporteros ¡la peluca!, ¡Si, la peluca!, todavía la tengo -caminó hacia el closet para buscarla, pero Fujitaka la detuvo tomándola por los hombros.
 
-Tomoyo tienes que calmarte no puedes ir a ninguna parte.
 
-¡Claro que puedo! -exclamó Tomoyo casi histérica-. No puedo quedarme aquí señor Kinomoto, tengo que hacer algo.
 
-No podrás hacer nada allá.
 
-No puedo quedarme aquí -gimió la chica con pesar-. ¿Cómo podría? -unas cuantas lágrimas escaparon de sus ojos y de inmediato las seco-. Ni siquiera tengo derecho a llorar, yo debería decirle algo…
 
-No tienes que decir nada -dijo Fujitaka conmovido-. Estamos en la misma situación.
 
-¡No! No estamos en la misma situación. Si ella no hubiera tomado mi lugar, usted no estaría pasando por esto. Yo debería estar allá con mi padre no Sakura.
 
-Tomoyo esto no es tu culpa -aseguró Fujitaka-. Este es su trabajo y es un trabajo que la hace muy feliz. Fue una decisión que tomó Sakura no tú.
 
-Pero yo… no puedo ni mirarlo a los ojos… -confesó-, si algo le pasa no podré perdonarme jamás.
 
-Debemos ser optimistas. Nada malo pasará. Sakura puede cuidarse -Tomoyo lo escuchaba sin comprender.
 
-¡Touya! -exclamó la chica llevándose las manos a la cara-. ¿Qué le diremos? Él me odiará… Yukito, usted mismo… no podría culparlos…
 
-No has escuchado nada de lo que te estoy diciendo -dijo Fujitaka tomándole el rostro con las manos para obligarla a mirarlo-. Todo saldrá bien, debemos esperar noticias aquí, no puedes ir allá ahora, todo podría complicarse con tu presencia, aquí estás segura y tendrán la oportunidad de trabajar mejor sabiendo eso.
 
Tomoyo bajó la mirada y negó con la cabeza. No quería admitir que no podía hacer más que esperar. Quería hacer algo para ayudar a Sakura.
 
-Debes comprender que no puedes hacer nada por ahora -dijo Fujitaka abrazándola.
 
-Pero… que pasará con Touya… con Yukito -titubeó un momento-. ¿Cómo se los diremos?
 
-No diremos nada.
 
-¡Qué! -exclamó casi sin aliento-. Pero… -observándole a los ojos incrédula.
 
-Yue dice que es mejor esperar, solo un poco. Cree que es mejor esperar a averiguar que es lo que esta pasando exactamente antes de decirles algo.
 
-Pero yo no podré… Touya -murmuró pensando que no podría mentirle aun más. No se encontraba con fuerzas para mas mentiras. Para más secretos.
 
-Por favor Tomoyo, solo será hasta mañana -insistió Fujitaka-. Necesito que me ayudes con esto.
 
Tomoyo lo veía con ojos angustiados, pues no sabía como podría mentir a Touya, él siempre parecía averiguar cuando algo estaba mal con ella. Pero no podía negarle nada al señor Fujitaka y asintió aceptando lo que le pedía, era lo menos que podía hacer por él.
 
Fin de Flash Back -
 
Los pensamientos de Fujitaka fueron interrumpidos por el inesperado sonido del teléfono. De inmediato se puso de pie lo mismo que Tomoyo sorprendiendo a los dos hombres que los acompañaban.
 
-Yo contestaré -dijo Fujitaka con una sonrisa nerviosa y salió del comedor.
 
Tomoyo se sentó mientras seguía a Fujitaka con la mirada hasta que lo vio salir por la puerta. Aún tenía el tenedor en la mano y lo apretaba con fuerza conteniendo las ganas de salir corriendo y alcanzar al señor Kinomoto.
 
-¿Tomoyo? -la llamó Touya.
 
-Si… -respondió sobresaltada.
 
-Yukito te preguntaba si esperas alguna llamada.
 
-¿Qué? -se volvió a Yukito quien esperaba la respuesta-. ¡Ah, no! No… no -tartamudeó un poco-. No espero… ninguna llamada -y dicho esto se dispuso a comer, aunque sin antes esta no tenía ningún sabor ahora parecía tener uno muy desagradable.
 
Touya la observó con interés ya se había dado cuenta que parecía distraída y tal vez cansada, pero ahora notaba algo más que no podía definir.
 
Aunque Fujitaka tardó unos minutos en regresar, cuando lo hizo parecía un poco decaído y volvió a sentarse a la mesa.
 
-Es para ti Tomoyo.
 
-¿Ah si? -dijo la chica tratando de no atragantarse e hizo un esfuerzo por no parecer ansiosa al levantarse-. Con permiso.
 
Cuando estuvo fuera de la vista de todos corrió hasta llegar al teléfono.
 
-Diga -contestó temblorosa.
 
-Tomoyo…
 
-¿Mamá? -preguntó con el corazón acelerado.
 
-Si, soy yo.
 
-Mamá ¿qué ha pasado? -Tomoyo temía lo peor.
 
-Encontraron el auto… -Sonomi dudó un momento pero de inmediato continuo-. Tú papá está bien aunque lo encontraron inconsciente y con un golpe en la cabeza, pero está bien -al escuchar aquello sintió como un enorme peso era levantado de su cuerpo. Pero algo no estaba bien: su madre hablaba solo de su padre.
 
-¿Y Sakura?
 
-Ella no estaba ahí.
 
-¡No! -jadeó Tomoyo con desesperación.
 
-No la encontraron hija. Pero están haciendo lo posible… todos aquí la aprecian mucho y están haciendo todo lo que está en sus manos.
 
Tomoyo luchaba por entender lo que estaba pasando, se sentó en el sillón más próximo sintiéndose mareada.
 
-…ya revisaron la habitación de Matsagi -continuó su madre-, parece que tienen una idea de a donde pudo haberla llevado.
 
-¿Matsagi? ¿Hablas del chofer? -preguntó asombrada-. ¿Estaba involucrado? -preguntó sin dar crédito a lo que escuchaban sus oídos.
 
-Si. El señor Li piensa que, en todo este tiempo, estuvo trabajando con los verdaderos responsables -dijo con prudencia-. Pero ya tienen una idea... de cómo hallar a Sakura.
 
-¿De verdad?
 
-Si -hizo una pausa para agregar lo siguiente-. Hija me pidieron que hablara contigo y te recordara que debes permanecer allá.
 
En esos momentos Touya quien estaba preocupado por la tardanza de Tomoyo se acercaba a la puerta pero se detuvo al escuchar la desesperación en la voz de la chica.
 
-¿Quedarme aquí? ¿Hablas en serio? -Tomoyo ya se había puesto de pie y caminaba de un lado a otro-. Mamá, tú tienes que comprender, yo no puedo estar aquí sin hacer nada…
 
A pesar de la distancia a la que se encontraba, Touya pudo escuchar levemente la voz que hablaba del otro lado de la línea, lo que demostraba que también la madre de Tomoyo estaba alterada y hablaba muy fuerte. Entonces, decidió que lo mejor era dejar a Tomoyo hablar a solas pensando que ya tendría oportunidad de enterarse de lo que sucedía.
 
-¿Mamá, sabes todo lo que le debo a esta familia? ¿Por qué sabes que es la familia de Sakura verdad?
 
-Si, hija, lo sé. No eres la única que está en deuda con ellos.
 
-Bueno, entonces comprendes que no puedo quedarme aquí sin hacer nada.
 
-¡Tomoyo! -exclamó Sonomi en tono autoritario-. Comprende que no puedes venir aquí. Por lo menos no por ahora.
 
-Mamá escúchame…
 
-¡No! Escúchame tú a mi -dijo Sonomi impaciente-. No puedes venir, debes esperar a que Li decida lo que debemos hacer. Entiende que si descubren donde estás, podrías echar a peder la única oportunidad de recobrar a esa chica con vida.
 
Tomoyo se quedó helada y no podía articular palabra.
 
-Mañana por la noche se decidirá que hacer -continuó Sonomi más tranquila-. Asegúrale a esas personas que no se escatimará en nada para recuperar a Sakura, nosotros también la estimamos mucho. Ella había sido un gran consuelo para mi ahora que no has estado a mi lado -confesó Sonomi conmovida.
 
-Si mamá -respondió Tomoyo sin fuerzas.
 
Sonomi continuó dándole recomendaciones a Tomoyo un par de minutos más a lo que la chica respondía solo con monosílabos. Al terminar la llamada Tomoyo permaneció en el lugar recordando lo que su mamá le había dicho. Se dijo así misma que no lloraría que haría lo posible por apoyar al señor Kinomoto, espero un poco más para serenarse y volvió al comedor.
 
Cuando llegó ahí no estaba el señor Kinomoto y Yukito y Touya habían terminado, era obvio que la estaban esperando.
 
-¿Y el señor Kinomoto? -preguntó al acercarse a la mesa.
 
-Dijo que estaba cansado y que prefería retirarse.
 
-¿No se sentía bien? -de inmediato se arrepintió de haber hecho esa pregunta.
 
-Él aseguro que si, y se veía bien -fue la fría respuesta de Touya, quien la miraba analítico-. No se puede decir lo mismo de ti, pareces un poco pálida.
 
-¿Qué? -dijo la chica llevándose una mano a la cara-. Te equivocas, yo estoy muy bien. Traeré el postre -y de inmediato recogió los platos, incluyendo el suyo y el de Fujitaka que estaban casi intactos.
 
-¿Quién te llamó? -preguntó Touya cuando la joven regresó con el postre.
 
-Mi mamá -contestó Tomoyo al tiempo que se sentaba.
 
-¿Todo bien?
 
-Si, claro todo bien -dijo sintiendo frió.
 
Terminaron la cena tranquilamente y eso gracias a la animada conversación de Yukito y de los grandes esfuerzos de Tomoyo por mantener la charla con él. Touya por otro lado permaneció callado y en apariencia un tanto molesto. Ninguno quiso tomar café.
 
Al final Touya se ofreció a ayudar a recoger la mesa. Yukito entendiendo la indirecta se despidió. Tomoyo suspiró resignada, cruzó los dedos esperando no decir o hacer algo que pudiera alertar a Touya.
 
Recogieron la mesa en silencio y lo mismo sucedió al lavar la loza, Touya la ayudó secando, por momentos el temblor de las manos de Tomoyo era notorio, un par de veces estuvo a punto de romper un plato. La joven se mordía los labios reprendiéndose en silencio por su torpeza.
 
-Muchas gracias por tu ayuda -dijo Tomoyo suspirando cuando terminaron-. Creo que estoy un poco cansada y quisiera… -se interrumpió al sentir que la tomaba por los brazos para atraerla hacia si con brusquedad.
 
Él gimió su nombre antes de rodearla con sus brazos y besarla.
 
Tomoyo experimentó un impacto salvaje, su cuerpo tembló bajo las manos que la acariciaban con urgencia mientras sus labios se entreabrían con ansia exigente.
 
Se dejó llevar por la emoción buscando en esos brazos el consuelo que necesitaba “respondiendo con intensa espontaneidad física al deseo que emanaba del tenso cuerpo masculino que la abrazaba.”
 
Cuando Touya se separó de ella y la miró con los ojos suavizados por el deseo, hubo una ronquera en su voz cuando pidió:
 
-Ahora, vas a decirme lo que pasa.
 
-¿Qué? -fue como una cubetazo de agua fría, se tensó y de inmediato sus ojos mostraron miedo haciendo comprender a Touya lo que antes no había logrado definir en la actitud de la chica.
 
Tomoyo se separó de él de inmediato y caminó unos pasos para darse tiempo a encontrar las palabras adecuadas.
 
-No se de que hablas, no pasa nada -dijo dándole la espalda.
 
-Escuche cuando hablabas con tu madre.
 
-¡Como! -exclamó palideciendo mientras se volvía hacia él sus caderas chocaron con el fregadero-. ¿Qué escuchaste?
 
-¿Por qué tú madre no quiere que vayas allá? ¿Por qué tú no quieres estar aquí?
 
Tomoyo sintió un alivio momentáneo al darse cuenta que no había escuchado todo. Pero de inmediato la angustia la invadió ¿qué iba a decirle? Miró en dirección a la puerta, pero adivinando sus intenciones Touya la acorraló colocando ambos brazos a cada lado de la chica, atrapándola entre el fregadero y él.
 
-No irás a ningún lado hasta que me digas la verdad -le advirtió decidido-. No más mentiras Tomoyo.
 
-No pasa nada -susurró-. Nada -se atragantó con un sollozó y empezó a llorar. Ya no importaba. Desde el principio, trató de enfrentarse a una situación imposible.
 
-Vamos, Tomoyo, deja de mentirme -rugió. La tomó de los hombros y la sacudió tanto, que la tranquilizó de inmediato-. Así está mejor -observó sombrío.
 
Entonces la besó, con insistencia y dureza, y entreabrió la suave vulnerabilidad de sus labios para iniciar una violenta exploración.
 
Como si respondiera a una droga potente que borraba la realidad, Tomoyo se rindió a la necesidad que despertó en su interior y enredó sus dedos en el oscuro cabello. Y casi perdió el conocimiento cuando él le acarició los senos y la hizo experimentar fuertes oleadas de deseo. La suavidad fue sustituida por la urgencia de sus dedos y la chica se estremeció tanto, que lo hizo gemir de ansiedad.
 
Cuando se separó de ella, ésta volvió a sentir todo el peso de la realidad.
 
-Es extraño -declaró Touya con voz ronca-. La única vez que estoy seguro que no estás mintiéndome es cuando estás entre mis brazos.
 
Mintiendo, pensó la chica con cansancio. Tomoyo sacudió la cabeza para aclararse las ideas pero no lo logró. De hecho, recordó que, desde aquel día en que llegara a esa casa, él la miraba con cierta sospecha. Algunas personas saben cuando alguien les miente. Touya era una de ellas. Y era probable que Tomoyo le hubiera contado más mentiras desde que lo conoció que en toda su vida. Si ella hubiera podido confesarle su secreto desde el principio, no hubiera sido necesario mentir.
 
-Olvida cualquier cosa que puedas estar tramando, Tomoyo -le informó brusco-. A partir de ahora, responderás con la verdad a todas mis preguntas.
 
Tomoyo lo miró a los ojos sintiéndose rendida, no le quedaba más que confesar, pero ¿por donde empezar? Cerró los ojos al pensar en Sakura, como podría verlo a los ojos cuando él la mirara con odio cuando ya había descubierto que había dulzura en ellos.
 
-Dime la verdad Tomoyo -pidió con suavidad-. ¿Qué es lo que pasa?
 
-Yo… yo soy… -sus labios temblaron y una lágrima escapó de sus ojos-. Yo soy Tomoyo Dai…
 
-¡Tomoyo! -exclamó una voz desde la puerta, era Fujitaka-. Tomoyo ve a tu habitación por favor.
 
-No -dijo Touya deteniéndola por el brazo.
 
-Basta Touya, ya fue suficiente… Tomoyo -la chica asintió y salió corriendo de la cocina.
 
-¿Se puede saber porque hiciste eso? -preguntó a su padre realmente molesto. Ambos escucharon la puerta de la alcoba de la muchacha cerrase estrepitosamente.
 
-Porque ya era suficiente. Ella tiene sus razones para no contarte toda su vida...
 
-¡Claro! -lo interrumpió explotando-. Tú sabes que pasa con ella ¿no es así? -Fujitaka miró a su hijo de una manera que Touya entendió que él tenía la razón-. ¿Porque la proteges de lo que pueda averiguar? ¿Qué es lo que tanto esconden ella y tú?
 
-¿No estarás tranquilo hasta que sepas hasta el más mínimo detalle? Te dije no hace mucho tiempo que ella había pasado por ciertos problemas... ahora mas que nunca necesita nuestro apoyo, no que la estés presionando con tus cuestionamientos.
 
-¿Crees que para mi es sencillo? Desde el primer día se que esconde algo... su salida aquella ocasión, tanto misterio. En todo este tiempo, solo ha recibido dos llamadas de sus familiares. Y esta noche, fue la gota que colmó el vaso... -sorprendiendo a Fujitaka.
 
-¿Acaso te atreviste a espiarle? -Fujitaka no podía dar crédito a sus oídos-. ¿Touya?
 
-¿Y qué esperaban ustedes? Tú la proteges... sabes algo que yo no... ¡Eso me vuelve loco!
 
Fujitaka guardó silencio un segundo. Recordó las palabras de Yue y también las de Tomoyo; pronto la chica revelaría la verdad. Pero después de lo ocurrido, no podía ser esa noche.
 
-Tomoyo es una chica con problemas Touya. Ahora mismo su familia pasa por un momento verdaderamente difícil... no quiere quedarse aquí pero tampoco sus padres la quieren allá. Porque no encuentran necesaria su presencia. Pero compréndela... tampoco quiere dejarnos a nosotros, pero su vida... su vida ahora mismo es un completo caos.
 
Touya sentía un punzón en su corazón ante aquellas palabras. No era la verdad con sus puntos y comas. Por ahora, tenía que conformarse con aquello.
 
-¿Tan grave es? -preguntó Touya sintiéndose de lo peor cuando la acorraló momentos antes por la respuesta.
 
-Así es. Aun no tiene fuerzas de revelar la verdad... pero estoy seguro que, un día de estos lo hará... te dirá la verdad -aligerando su tono de voz-. ¿Qué es más importante para ti Touya? ¿Te interesa Tomoyo por quien es, por los sentimientos que ella siente por ti o tu por ella, o por los secretos que puede tener?
 
Touya se quedó en silencio en la cocina. Observó a su alrededor. Fujitaka se retiró. Yendo a la habitación de la chica, Tomoyo abrió despacio ante los suaves toques. Se sorprendió que era Fujitaka.
 
-¿Qué ocurre? -preguntó alterándose.- ¿Han llamado, nuevamente?
 
-No. Vine a entregarte esto -mostrándole una píldora que llevaba en sus manos-. Bajé a entregarte este tranquilizante... pensando que estabas sola. Por eso escuché que Touya te interrogaba...
 
-Iba a decirle todo.
 
-Lo se -declaró el padre de Sakura-. Pero ahora, no es el mejor momento dadas las circunstancias. Cuando decidas decirle la verdad, no será por obligación. Será por deseo de que él se entere. Estás demasiado alterada. Además, decírselo en estos momentos, arrojarían mas preguntas que ahora mismo ni tú o mucho menos, yo, somos capaces de responder.
 
-Odio esto -dijo entre sollozos Tomoyo abrazándose a él-. Odio por lo que está pasando Sakura. Odio mentirle a él...
 
-Lo se mi niña -declaró con un gesto paternal-. Lo se. Tengamos fe. Cuando sepamos que Sakura está a salvo, entonces, hablarás con él. No creo que te vuelva a inquietar con sus preguntas.
 
*******************
 
Touya salió de la cocina un largo rato después. No encontraba sitio en toda la casa y ni siquiera su habitación le conformaría. Paseo por la casa, sin lograr sentirse tranquilo, de alguna manera fue a parar frente a la puerta de la habitación de la chica. Hizo ademán de tocar en ella, pero los sollozos en su interior, le indicaron que no era el mejor momento. Desistió. En vez de aquello, se dirigió a su estudio y se encerró allí.
 
Tomó un vaso y la botella de escocés que descansaba en el minibar. Se sirvió un trago. Pero no lo bebió. Vinieron a su mente sus lágrimas... la tristeza en su voz y en su ser. La voz de la madre de Tomoyo y de ella misma cuando conversaron más temprano por el teléfono.
 
-¿Quedarme aquí? ¿Hablas en serio? -Tomoyo caminaba de un lado a otro-. Mamá, tú tienes que comprender, yo no puedo estar aquí sin hacer nada…
 
Aquellas palabras taladraban en su mente. Se llevó las manos a su cara y maldijo por lo bajo. Tomó un cigarrillo que estaba la cajetilla en la gaveta del escritorio y lo encendió. Observó el vaso de escocés aun sin consumir.
 
Pensó en los momentos juntos esa mañana.
 
-Todo es tan perfecto, Touya. Odio que termine.
 
-¿Por qué tiene que terminar? -preguntó él oprimiendo su cintura. La besó sutilmente-. ¿Crees que podrías morir al minuto que te vayas de aquí?
 
-Quizás algo así. Quiero decir, supongo que aprendí a desconfiar de la felicidad -Tomoyo rió.
 
-¿Eres feliz, Tomoyo?
 
Ella asintió.
 
-Muy feliz -pensó un momento y preguntó-. ¿Y tú?
 
-Si. Me haces sentir cosas que nunca pensé que lograría ninguna mujer…
 
-“Aprender a desconfiar de la felicidad” -dijo en voz alta repitiendo lo dicho por ella aquella mañana-. Tomoyo... Dai... -repitió al momento recordando que ella le iba a decir su nombre-. Dai... Matsube... no...
 
Volvió a tomar una bocanada de su cigarrillo y el resto lo dejó en el cenicero. Ciertamente no dormiría aquella noche. Su mente estaba divagando demasiado en los recuerdos de los momentos más raros desde que la conoció. Se sentía confundido y saturado. ¿Cuál era su secreto y que era lo que en verdad escondía?
 
Pero por los sentimientos que tenía hacía ella, se aguantaría las ganas de hacer preguntas a la mañana siguiente. No era algo que le gustara. ¡Claro que no! Pero por lo menos pensaba que sus sentimientos por ella, la manera que ella le miraba, la manera de responder a sus besos, todo aquello no era falso, como su apellido.
 
Ahora no estaba del todo seguro que se apellidara Matsube. Tomó el teléfono pensando que tal vez, llamando a Sakura, a ella le sacaría toda la verdad, aunque tuviera que rogarle a su hermana (odiaba esa opción), esperaba que le dijera todo acerca de la mujer. Pero lo pensó dos veces. Si ella estaba en problemas como decía su padre, Sakura estaba enterada de aquellos problemas y a lo mejor, se pondría igual que su padre y se negaría a informarle. Con aquello, estrelló el teléfono a su base.
 
Le dolía la cabeza. Por primera vez en su vida no sabía que hacer. Tal vez... un pensamiento fugaz vino a su mente. Si hacía lo que su padre le había solicitado. No presionarle por información... tratarle del modo mas normal posible... no interrogar mas.
 
Salió decidido del estudio y se dirigió a la puerta de la chica. Tocó dos veces, y no hubo respuesta. Una tercera vez, ahí la muchacha mostró su rostro; el cual estaba manchado por el llanto, con los ojos rojos. Se sintió terrible al verla en ese estado. Pero lo que llamó más su atención era que, Tomoyo tenía en sus manos el famoso relicario que alguna vez él mismo culpó de ser el obsequio de algún amante casado de la chica. Prefirió sacar aquellos pensamientos de su ser, para tratar de llevar las cosas con calma.
 
Pero solo por ella.
 
-Tú ganas... -declaró con intensidad.
 
-¿Qué? Touya... ahora mismo yo no... -dijo confundida pensando que continuaría interrogándole, y ella no se sentía con fuerzas para responder sus preguntas.
 
-He dicho que tú ganas -declaró rendido. Tomoyo limpió su rostro. Ante su incertidumbre él continuó-. No te presionaré más. Esconde lo que quieras esconder... has lo que quieras... Cuando llegue el momento, solo estará en tus manos el querer decirme la verdad... pero te pido que cuando ello llegue, no escondas nada -hizo una pausa-. Se que estás en problemas -sorprendiéndole. ¿Acaso Touya lo sabía? Pero su siguiente declaración la sacó de sus dudas-. No se de que se trata pero tiene que ser grave... para que estés tan alterada y que mi padre y de seguro Sakura, te protejan tanto. Así que trataré de contener mis ganas de sacarte todo lo que escondes... -cruzándose de brazos-. Para que te des cuenta... que me interesas tu... no lo secretos que puedas tener...
 
-Touya, yo...
 
-No me digas nada. No quiero saber nada... por lo menos, no está noche -viendo su rostro-. No estás en condiciones. Descansa... -besándole en la frente con cierta lejanía. Ciertamente al hombre no le agradaba aquello de darse por vencido, Tomoyo lo sabía. Pero estaba abierto a la oportunidad-. Buenas noches...
 
Tomoyo cerró la puerta. Viendo a su alrededor se sintió un poco mejor ante aquello. Pero después pensó que si algo... si algo llegaba a pasarle a Sakura, Touya jamás de lo perdonaría.
 
Continuará…
 
Nota de autora: ¡Hola a todos! Siento muchísimo haberme tardado pero pues, ni modo, no me quedo de otra, el muso inspirador viene y se va, viene y se va; y no he podido adelantar mucho. Espero les haya gustado este capítulo. Ya saben un poco más sobre Sakura y Shaoran. Seguro pensaron que Tomoyo iba revelar todo en este capítulo ¡pues no!, jajaja que mala soy, lo sé, lo sé. Pero recuerden que de a poco a poquito es mucho mejor.