Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Junto a ti ❯ Capítulo 21 ( Chapter 21 )

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JUNTO A TI
Por Daulaci Serv
Con los personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
Con una especial agradecimiento a Crystal23quien a sido toda una inspiración y un gran apoyo como beta en este fic.
 
CAPITULO 21
 
Tomoyo no había dormido bien y después de un largo rato de dar vueltas en la cama decidió levantarse y vestirse. Estuvo a punto de salir cuando vio el reloj y se dio cuenta de que a esa hora Touya todavía debía estar en la casa y decidió esperar hasta que lo escuchara salir.
 
Así que ahí estaba sentada en el centro de la cama abrazando una almohada, pensando en lo corta que había sido su felicidad y en los pocos momentos agradables que pasó junto a Touya. Por otro lado también pensaba en Sakura y rezó en silencio esperando que ella se encontrara bien y que pronto estuviera a salvo.
 
Después de un rato escuchó cuando Touya salía y esperó unos minutos más hasta estar segura de que no regresaría.
 
Al fin salió de su cuarto y caminó rumbo a la cocina. Entre tristes suspiros preparó el desayuno absorta en sus pensamientos.
 
Sentía miedo, mucho miedo y también sentía frío, vio su reflejo en la ventana y pudo notar su palidez y las ojeras que resaltaban alrededor de sus ojos. A pesar del maquillaje que empleó esa mañana nada podría ser suficiente para ocultar lo que sentía en ese momento.
 
Por mucho que se esforzara por alejar los pensamientos negativos, ellos volvían una y otra vez a su mente.
 
Sakura, Sakura ¿cómo estará ella? ¿Dónde? Por mucho que su situación fuese complicada y penosa nada asemejaría lo que podía estar pasando ella en esos momentos.
 
Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando pensó que para esa noche de no cambiar las circunstancias tendrían que contarles la verdad a Touya y Yukito.
 
La opresión que sentía en el pecho se acentuaba al penar en la reacción de Touya. ¿Qué pasaría? Seguramente ella ya no sería bienvenida. ¿Cómo culparlos? Ya se podía ver saliendo de la casa… acompañada únicamente de la fría mirada de Touya que…
 
-“Basta, basta Tomoyo” -se reprendió en silencio-. “Deja de pensar en eso”.
 
Y así continuó durante algún tiempo mientras terminaba de preparar el desayuno.
 
-Buenos días -saludó Yukito entrando por la puerta, sonriendo como siempre, ajeno a todo lo que sucedía. Como envidió Tomoyo en aquellos instantes la ignorancia en que él vivía.
 
-Buenos días Yukito -respondió ella obligándose a sonreír.
 
-¿Te sientes bien Tomoyo? -preguntó Yukito preocupado-. Te ves un poco pálida.
 
-“Maldito maquillaje” -pensó Tomoyo con pesar-. Estoy bien Yukito, es solo que anoche no pude dormir bien. Debe ser eso.
 
-Como tú digas -dijo Yukito no muy convencido-. ¿Y el señor Kinomoto?
 
-No ha bajado todavía -respondió Tomoyo comprendiendo el estado en que debía estar Fujitaka.
 
-Tal vez deba ir a ver si está bien -ofreció Yukito caminando hasta la puerta-. Anoche no se veía muy bien.
 
-Tienes razón -dijo Tomoyo después de meditarlo unos segundos-. Si no siente ganas de bajar a desayunar yo podría llevarle algo.
 
-Buena idea, regreso pronto -y salió de la cocina.
 
Tomoyo se mordió el labio preocupada, ¿se encontraría bien el señor Kinomoto? “Seguramente si”, pensó tratando de animarse. “Tal vez tampoco pudo dormir bien”.
 
Entristecida todavía más se dispuso a poner la mesa. No podía hacer otra cosa.
 
Touya entraba a la casa por la puerta principal, cosa que rara vez hacía, pero esa mañana tuvo el impulso de hacerlo de esa manera. Tal vez con la intención de retrasar el encuentro con Tomoyo, la chica que lo había mantenido en vela toda la noche, luchando contra el enojo que sentía contra ella y su maldito secreto.
 
Ese mismo sentimiento amenazaba con salir de nuevo a flote con tanta fuerza que Touya estuvo a punto de darse la vuelta y salir de ahí… pero al llegar a la puerta de la cocina la imagen que vio dentro desvaneció todo lo que sentía y un nuevo sentimiento empezaba a emerger.
 
Tomoyo estaba poniendo la mesa en ese momento. Una vez más tenía frente a él a la chica pálida y triste que había llegado al rancho semanas atrás.
 
¿Dónde estaba la mujer que apenas el día anterior sonreía con los ojos brillantes? ¿Dónde estaba la mujer que había temblado en sus brazos mientras la besaba?
 
Era obvio que algo la perturbaba. Touya se sentía capaz de hacer cualquier cosa por ella para que volviera a ser la mujer del día anterior. En lo único que podía pensar era en llevarse a Tomoyo lejos de ahí donde pudieran estar solos y hacerle el amor desaforadamente hasta que lograra hacer desaparecer esas ojeras y verla sonreír y susurrar su nombre.
 
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el ruido de unos pasos bajando las escaleras, se volvió para encontrarse con Yukito y su padre quienes caminaban hacia él.
 
-Buenos días -saludó Touya.
 
-Buenos días -respondieron los dos hombres. Touya se hizo a un lado para permitirles el paso.
 
Los hombres entraron cuando Tomoyo recién terminaba de servir el desayuno. Fue una alegría para ella cuando vio al señor Kinomoto, aunque su sonrisa despareció cuando descubrió detrás de este a Touya a quien se le veía muy serio.
 
-Buenos días Tomoyo.
 
-Buenos días Touya -respondió nervioso y bajo la mirada sentándose a la mesa seguida por los hombres.
 
-Te ves cansado papá, ¿no dormiste bien? -preguntó Touya después de observar a su padre preocupado.
 
-Estoy bien -aseguró Fujitaka sonriendo.
 
-Es cierto -dijo Yukito mirando a Fujitaka y a Tomoyo-, los dos se ven cansados y un tanto pálidos, ¿no estarán enfermos?
 
-No, no -dijeron los dos al mismo tiempo y se miraron.
 
-Estamos bien, no se preocupen -dijo Fujitaka.
 
Después de eso el desayuno transcurrió en paz, amenizada por algunos comentarios de Yukito y Fujitaka. Pero Tomoyo notaba que a pesar de todo el esfuerzo que hacía Fujitaka por parecer entretenido e interesado en lo que se hablaba, la mirada consternada en sus ojos no podían ocultar la verdad.
 
Touya permaneció callado la mayor parte del tiempo observando a Tomoyo quien era consciente de esto y no se atrevía a mirarlo.
 
Cuando terminaron Yukito agradeció el desayuno y ya se despedía cuando Touya lo interrumpió.
 
-¿Podrías adelantarte? -preguntó levantándose-. En un momento te alcanzo.
 
-Si claro -sonrió Yukito se despidió y salió de la cocina.
 
Tomoyo y Fujitaka veían a Touya esperando a que hablara y que tal vez lo hiciera para reclamar u objetar algo pero no lo hizo, caminó hacia Tomoyo y la tomó de la mano.
 
-Si nos disculpas papá necesito hablar con Tomoyo -y dicho esto salió de la cocina llevándose a la chica con él. La llevó hasta el estudio donde cerró la puerta una vez que estuvieron dentro.
 
Tomoyo permaneció en el centro de la habitación, incapaz de moverse o de hablar temerosa por lo que vendría. Touya caminaba de un lado al otro sin saber por donde empezar, hasta que repentinamente se detuvo frente a la joven.
 
-¿Sabes el infierno que me haces pasar al verte así? -preguntó desesperado.
 
-¿Así? ¿Así, cómo? -preguntó a su vez sin levantar la vista.
 
-Así… -dijo él tomándole el rostro con ambas manos para obligarla a mirarlo-. Así tan… triste, tan… cansada, tan fría -dijo al notar la temperatura de su piel-. ¿Por qué no puedo ayudarte con lo que te esta molestando? ¿Por qué no me dejas hacer algo por ti? ¿Por qué no confías en mi?
 
Tomoyo trató de responder pero Touya se lo impidió poniendo un dedo sobre sus labios mientras negaba con la cabeza.
 
-Ya se lo que dirás… dirás que no puedes contarme nada, que todavía no es el momento -se interrumpió desesperado-. Y yo prometí no presionarte y no hacer preguntas, pero… me desespera verte así y no poder hacer nada.
 
-Touya, tu has hecho tanto por mi, no te imaginas cuanto, es solo que yo no puedo…
 
-No digas nada -pidió Touya estrechándola entre sus brazos.
 
-Solo abrázame Touya, por favor, solo abrázame -pidió Tomoyo cerrando los ojos y lo abrazo con fuerza, dejándose envolver por su calor.
 
Touya también la abrazó con fuerza al tiempo que la mecía. Le rodeó con una mano la cintura y con la otra le tomó la cara. Ella levantó la vista y lo miró con la boca entreabierta. Tomoyo aguantó la respiración mientras sentía su mirada sobre ella y entonces él agachó la cabeza y posó los labios en los suyos.
 
¿En qué momento había deslizado ella la mano sobre la mandíbula de Touya? ¿Cuándo había abierto la boca para recibir la silenciosa pasión de sus besos?
 
La boca de Touya le quemaba los labios y sintió como el cuerpo de él temblaba mientras la apresaba más contra si, Tomoyo podía sentir el poder de aquellos músculos que la dejaban totalmente indefensa.
 
-¿Qué me has hecho para que me sienta así? -murmuró él.
 
Tomoyo sabía que aquellas palabras llenas de deseo podrían perfectamente haberlas pronunciado ella también. Sabía que si Touya insistiera no podría resistirse a la tentación que él le estaba proponiendo.
 
-Ahora mismo podría… podría -comenzó a decir Touya con voz entrecortada por la emoción.
 
No dijo más y volvió a besarla con infinita ternura. Después de un rato Tomoyo lo acompañó hasta la puerta y se despidieron. Tomoyo cerró la puerta y se recargó en esta sintiéndose realmente cansada. ¿Cómo era posible albergar toda clase de sentimientos al mismo tiempo?
 
Volvió a la cocina donde encontró al señor Kinomoto sentado a la mesa con una taza de café frió frente a él y la mirada perdida. Cuando notó su llegada sonrió con tristeza.
 
-¿Todo bien con Touya?
 
-Si, todo bien -contestó con un suspiro-. Aun insiste en querer saber lo que sucede pero dijo que cumplirá su promesa y no me presionará.
 
-Bien.
 
No volvieron a decir palabra durante un rato mientras Tomoyo preparaba más café y servía dos tazas.
 
-Creo que lo mejor es que me ponga a trabajar -dijo Tomoyo de repente-. Si no lo hago creo que me volverá loca.
 
-Tienes razón -dijo Fujitaka-. Es mejor mantenerse ocupados.
 
Hablaron un poco más mientras terminaban el café y después se dispusieron a realizar las actividades del día.
 
Tomoyo se concentró con ahínco en realizar sus labores, agradeció el tener mucho trabajo pendiente.
 
Ya entrada la mañana el teléfono empezó a sonar llenando el silencio del lugar. Tomoyo con el cabello recogido y el sudor perlando su frente estaba puliendo el piso y se levantó rápidamente sintiendo que el corazón se detenía un instante.
 
Mientras caminaba hacia el salón escuchó que Fujitaka contestaba, se quitó los guantes al tiempo que entraba al lugar.
 
-¡Yue! -exclamó Fujitaka al reconocer la voz al otro lado de la línea.
 
-Señor Kinomoto, hemos recuperado a Sakura -informó el detective sin preámbulos.
 
-¿Si? -suspiró Fujitka dejándose caer en el sillón más próximo; se volvió hacia Tomoyo con una enorme sonrisa y los ojos anegados de lágrimas-. ¿Ella está bien?
 
-Si, esta muy bien -contestó Yue y Fujitaka asintió a Tomoyo.
 
La conversación entre los dos hombres continuó pero Tomoyo ya no escuchaba. La sensación de alivio que la inundó fue tan grande que de inmediato se relajó, con la sensación de que su cuerpo era de gelatina.
 
En ese momento Yukito entraba por la cocina acompañado por Mina a quien llevaba tomada de la mano y ambos sonreían.
 
-Que raro -dijo Yukito extrañado-. No hay nadie aquí -caminó hacia el recibidor-. ¡Tomoyo! ¡Señor Kinomoto!
 
Avanzaron en dirección al salón y se encontraron con Tomoyo quien estaba recargada contra el marco de la puerta con los guantes de plástico en la mano.
 
-¡Aquí estás! -exclamó Yukito.
 
Tomoyo se volvió y trató de responder al saludo sonriendo pero con la mirada nublada cosa que extraño a Mina.
 
-¿Te sientes bien Tomoyo? -preguntó Mina preocupada.
 
No hubo respuesta, la chica empezó a deslizarse por el marco de la puerta hacia el suelo. Afortunadamente no chocó contra el piso gracias a los rápidos reflejos de Yukito.
 
-¡Tomoyo! ¡Tomoyo! -la llamaba Mina alarmada.
 
Fujitaka quien seguía hablando por teléfono se volvió al escuchar los gritos de Mina y vio al grupo en el suelo tratando de reanimar a Tomoyo.
 
-Yue tengo que colgar, Tomoyo se ha desmayado.
 
-¿Cómo?
 
-Yukito y Mina están aquí ¿podrías llamar más tarde? -pidió apresurado.
 
-Si, claro -y sin más cortaron la llamada.
 
Fujitaka de inmediato se apresuró a llegar donde la chica.
 
-Yukito ayúdame a llevarla a su cuarto -pidió Fujitaka y así lo hicieron.
 
*******************
 
Shaoran salía de la mansión Daidouji. Acababa de hablar con los señores de la casa. La noticia de la aparición de Sakura los había alegrado grandemente.
 
Ahora debían hacer planes para el pronto retorno de Tomoyo y la salida de la familia del país. Sin contar con las investigaciones del paradero de Matsagi que iniciaron desde que dejó dormida a Sakura la noche anterior.
 
Se sentía cansado. Pero la adrenalina de dar con el sujeto y cuidar de Sakura era lo que le mantenían activo. Shaoran aun estaba preocupado pues no sabía como darle la noticia, pero como sea eso tendría que dejarlo para después.
 
También estaba preparando una reunión con su equipo y el señor Sagara, quien personalmente, se haría cargo de la situación en cuanto Shaoran abandonara el país acompañando a los Daidouji. El destino de la familia solo lo sabrían Yue y el mismo.
 
-¿Todo bien? -preguntó Shaoran a Yamazaki al entrar a la oficina.
 
-Si, todo bien jefe.
 
-¿Hablaste al hospital?
 
-Si, el estado de Monohi es favorable y su recuperación lo será también según el doctor -informó Yamazaki.
 
-Bien, iré a verlo más tarde -hizo una pausa-. ¿Cómo está Sakura?
 
-Todavía durmiendo, subí hace unos quince minutos a darle una vuelta.
 
-Está bien, voy a subir un momento. Cualquier cosa puede esperar. No tardaré.
 
-Como tú digas jefe.
 
Y dicho esto Shaoran subió las escaleras, al entrar escuchó un ruido proveniente del cuarto de Sakura. Se dirigió a la puerta, abriéndola justo a tiempo para volver a oír aquel sonido. Era un lamento de dolor.
 
Cruzó el dormitorio a toda prisa hasta la cama, fue ahí cuando se dio cuenta que Sakura aún dormía, la tomó por los hombros llamándola, intentando despertarla, pero esto pareció reavivar la pesadilla pues empezó a golpearlo con los puños cerrados.
 
-¡No!, ¡no, por favor! ¡No! -gritaba Sakura entre sueños-. ¡Suéltame!
 
-Sakura, despierta -le gritó él para despertarla-. Soy yo, Shaoran.
 
-¿Shaoran? -gimió Sakura despertando por completo para descubrir que era él quien la sujetaba-. ¡Shaoran! -exclamó aliviada y se abrazó a él instintivamente.
 
-Fue solo un sueño cariño -la consoló acariciando su cabello y le dio un beso en la cien.
 
-Parecía tan real -dijo ella con voz entrecortada-. Creí que todavía estaba… -no pudo continuar.
 
-Calma, todo está bien ahora, esta aquí conmigo y no permitiré que nada te pase.
 
Sakura se abrazó más a él y cerró los ojos dejando escapar un suspiro. Shaoran podía sentir el miedo de la joven.
 
-Tal vez si me contarás lo que estabas soñando.
 
Sakura repasó el sueño en su mente y le fue difícil distinguir el sueño de la realidad. Se encontraba de nuevo en esa bodega, solo que en esta ocasión le había resultado difícil escapar de Matsagi y él desgarraba su ropa con los ojos inyectados de cólera mientras le aseguraba que la pasaría muy mal por haber intentado escapar.
 
-Vamos, cuéntamelo, te sentirás mejor después -dijo Shaoran con voz suave trayéndole a la realidad.
 
-No, no puedo -dejó escapar un gemido negando con la cabeza.
 
-Si lo haces, podrás olvidarlo -aseguró Shaoran conmovido.
 
-Ha sido un sueño espantoso -dijo Sakura temblorosa-. Soñaba… con… Matsagi.
 
El mero hecho de pronunciar su nombre le provocó un violento escalofrío. Sintió que Shaoran se tensaba y levantó la cabeza para mirarlo y vio la ansiedad reflejada en sus ojos.
 
-Siento haberte preocupado -acertó a decir ella.
 
-¿Qué fue lo que pasó con Matsagi? -quiso saber.
 
-Na… nada -tartamudeó y se mordió el labio inferior. El estómago se le hizo un nudo cuando contempló la furia que desprendían los ojos de Shaoran al mirarla.
 
-Como te haya hecho algo… ¿Te lo ha hecho, Sakura?
 
Ella apartó la vista de él y Shaoran se maldijo a si mismo por la intensidad de su propia reacción. La había asustado, y Sakura ya había pasado suficiente miedo.
 
-Lo siento -dijo Shaoran tomándole las manos y se sentó en la cama frente a ella-. No quería asustarte.
 
-Tú no me asustas Shaoran.
 
-Cuéntame lo que pasó ayer -insistió esforzándose por parecer sereno.
 
Sakura asintió y bajó la mirada antes de comenzar su relato, en ciertas partes ella trató de suavizar lo sucedido, pero Shaoran pareció notarlo porque la interrumpió levantándole la cara y le colocó el cabello detrás de las orejas con ternura.
 
-No cambies nada, quiero saber TODO lo que pasó ¿de acuerdo?
 
-De acuerdo -asintió y continuó hablando pero esta vez sin apartar la mirada de sus ojos.
 
Así pasaron los minutos mientras Sakura continuaba y asombrada leía las facciones de Shaoran quien a medida que avanzaba Sakura pudo notar el cambio en su mirada. También se dio cuenta de lo mucho que el costó a Shaoran contenerse para no lanzar maldiciones.
 
-Eso es todo -dijo Sakura-. Después Tsugume me trajo para acá.
 
Shaoran guardó silencio unos minutos hasta que abrazó a la chica con fuerza.
 
-No volveré a dejar que algo así te suceda.
 
-Shaoran.
 
Se separó un poco de ella y la observó un momento antes de besarla suavemente en los labios.
 
-Antes de que lo olvide -dijo en cuanto de separó de ella-. Yue ha llamado a tu casa para avisarles que estás bien.
 
-Que bien -sonrió Sakura todavía con la sensación de sus labios.
 
-Otra cosa -dijo Shaoran aclarándose la garganta mientras apartaba la vista de los labios de la chica-. Te llevaré al rancho de tu familia.
 
-¡De verdad! -exclamó emocionada pero de inmediato cambio preocupada-. Pero… ¿por qué?
 
-Mereces unos días de descanso -aclaró Shaoran sintiéndose mal porque no le diría toda la verdad, al menos no en ese momento-. Lo necesitas. Además, ya es momento de que Tomoyo regrese, sus padres así lo prefieren.
 
-¿Ah si?
 
-Por cierto, los señores Daidouji quieren venir a verte. Han estado muy preocupados por ti.
 
-Puedes decirles que si lo desean pueden venir en la tarde -y agregó-. No quiero que me vean como estoy... -sonrió apenada-. Debo verme como espanto.
 
-¿Bromeas, cierto? -le sonrió. Ella pudo ver la sinceridad en su mirada-. Creo que te ves hermosa... -aseguró rozando momentáneamente sus labios.
 
-¿Cómo sigue Monohi? -preguntó Sakura recordando al hombre.
 
-Recuperándose, ya hablé con su esposa y al menos está contenta porque le daremos un tiempo de descanso para que lo pase en casa.
 
-Me da gusto escuchar eso ¿Monohi ya lo sabe?
 
-Supongo que si, dejé que ella le diera la noticia.
 
Guardaron silencio durante un minuto cada uno inmerso en sus propias preocupaciones.
 
-¿Shaoran?
 
-Si.
 
-Yo… quería preguntarte algo -Shaoran la miró esperando la pregunta-. Bueno… yo… -tartamudeó sonrojada-. Ayer pasaron tantas cosas que yo… bueno… me pareció que ayer tu… me dijiste…
 
-Que te amo -terminó él-. Si, te amo -y como queriendo darle peso a sus palabras la tomó entre sus brazos y la besó largamente mientras la acariciaba con ternura.
 
*******************
 
Tomoyo estaba preocupada y le pesaban los párpados. Intentó recordar que era lo que le preocupaba, pero no pudo. Abrió los ojos lentamente y se quedó un par de segundos tumbada, en paz. Empezó a reconocer el lugar donde se encontraba, su habitación, en su cama.
 
Escuchó unas voces a lo lejos, solo reconoció una, la del señor Kinomoto, movió la cabeza para buscarlo, estaba al pie de la cama, junto a un hombre a quien no reconoció.
 
Cuando los dos hombres notaron que había despertado se acercaron a ella.
 
-Veo que ha vuelto en si -comentó con voz tranquila el desconocido.
 
-Tomoyo -suspiró Fujitaka aliviado.
 
-¿Qué pasó? -musitó Tomoyo confundida.
 
-Te desmayaste -respondió Fujitaka.
 
Tomoyo empezó a recordar lo que había sucedido, la llamada telefónica y la llegada de…
 
-¿Mina y Yukito están aquí?
 
-Si -asintió Fujitaka-. Yukito trajó al doctor -dijo señalando al otro hombre que le tomaba el pulso.
 
-Nagorikasi, Setsegui; pero todos me dicen Doctor Kasi. Es un placer conocerla señorita Matsube -sonrió el doctor-. Todo está bien, solo se desmayó a causa de la tensión nerviosa a la que ha estado sometida. El señor Kinomoto me explicó…
 
-¡Le explicó! ¿Qué le explicó?
 
-Le dije que habías recibido malas noticias de casa -se apresuró a explicar Fujitaka tomándole la mano al tiempo que se sentaba a su lado-. Pero ahora todo está bien.
 
-Será mejor que permanezca en cama el resto del día -aconsejó el doctor-. Se tomará unas pastillas que voy a recetarle y todo estará mejor mañana. Y se tomará las cosas con calma.
 
-Gracias doctor -dijo Fujitaka.
 
-Vendré en un par de días para ver cómo se encuentra -explicó mientras tomaba su maletín-. Quédate con ella Fujitaka -dijo al notar que este se ponía de pie-. Ya conozco el camino.
 
-Gracias -sonrió Fujitaka-. Yukito te llevará de regresó -y el doctor salió dejándolos solos.
 
-Lo siento señor Kinomoto -dijo Tomoyo avergonzada-. Sólo le causo preocupaciones.
 
-No te preocupes por eso, lo importante es que estás bien.
 
-¿Qué fue lo que le dijo Yue? -preguntó Tomoyo incorporándose con la ayuda de Fujitaka que le acomodó las almohadas.
 
-Dijo que Sakura está a salvo en tu casa -Tomoyo suspiró aliviada y un par de lágrimas escaparon de sus ojos, Fujitaka sonrió confortándola-. Todo estará bien ahora -aseguró dándole unas palmadas en la mano.
 
-Pero… ¿qué sucedió?
 
-No pudo darme detalles, pero si me dijo que Sakura vendrá en un par de días -exclamó sin poder ocultar su emoción-. Li la traerá.
 
-¿Li? ¿Shaoran vendrá? -preguntó sin aliento.
 
-Si
 
Los dos callaron por un minuto. Tomoyo era consciente de lo que eso significaba, si Li en persona se presentaba en el rancho era para llevarla de regreso a casa.
 
-No me queda mucho tiempo -murmuró Tomoyo.
 
Fujitaka solo sonrió y apretó la mano de la joven con afecto. Iba a decir algo cuando un toque a la puerta lo interrumpió.
 
-¿Puedo pasar? -preguntó Mina asomando la cabeza.
 
-Claro que si, adelante -respondió Fujitaka y se puso de pie.
 
Mina sonrió y entró llevando consigo una bandeja con una taza.
 
-Te he traído té -explicó Mina-. Ordenes del doctor.
 
-Gracias Mina.
 
A lo lejos se escuchó el sonido del teléfono.
 
-Deber ser la llamada que espero -dijo Fujiaka guiñando el ojo a Tomoyo y se acercó a la puerta-. Te la encargo un momento Mina.
 
-Claro señor Kinomoto, vaya sin cuidado que no me despegaré de esta jovencita.
 
-Gracias -dijo Fujitaka antes de salir apresurado por la puerta.
 
-¿Cómo te sientes? -preguntó Mina al tiempo que se sentaba en la cama y le ofrecía la taza de té a Tomoyo-. Nos diste un buen susto a todos…
 
-Bien creo… gracias -dijo tomando la taza con manos temblorosas-. Un poco cansada creo -se excusó por el temblor-. Lamento haberlos preocupado.
 
-Ya ves -la reprendió gentilmente-. Te dije que no debías tomarte tan a pecho lo de los quehaceres de la casa.
 
Tomoyo sonrió apenada, era mejor que Mina creyera que su cansancio era debido al exceso de trabajo.
 
Aunque creo que ahora no deberás preocuparte por quedar bien con Touya ¿o todo lo contrario? -preguntó con picardía.
 
-¿A qué te refieres? -dijo Tomoyo roja como un tomate.
 
-¡Vamos! ¿No vas a contarme? Yukito me ha dicho que Touya ha cambiado mucho contigo -Mina rompió en carcajadas al ver la cara consternada de su amiga-. Pero mujer, no es para que te pongas así, deberíamos festejar. Ahora cuéntame como sucedió.
 
Tomoyo empezó a relatar a su amiga lo sucedido desde la fiesta de cumpleaños de Eriol, obviando algunos detalles en los que se podía más colorada y Mina hacia comentarios pícaros al respecto.
 
-Jamás imagine que Touya fuera así -concluyó la joven.
 
-Lo sé, yo tampoco.
 
-Eres muy afortunada, ¿lo sabías? -Tomoyo asintió feliz.
 
-Bueno, ahora es mi turno -anunció Mina feliz-. Te diré a lo que vine, estoy aquí para invitarlos a la fiesta de compromiso.
 
-¡Mina! Es cierto, no te he felicitado -dijo Tomoyo dejando a un lado la taza para abrazar a su amiga.
 
Mientras las jóvenes platicaban Touya se acercaba a todo galope a la casa. Había estado revisando el perímetro de la alambrada cuando vio a lo lejos el coche de Yukito y se apresuró a alcanzarlo intuyendo que algo estaba mal.
 
Cual sería su sorpresa al ver que Yukito iba acompañado del doctor. Yukito apenas había empezado a explicarle lo sucedido cuando Touya salió disparado hacia la casa ante la sorpresa del doctor que desconocía el interés del hombre por la joven.
 
Había llegado a la casa por el frente y entró apresurado cruzándose en el camino con Fujitaka quien recién había cortado la llamada.
 
-¡Touya!
 
-¡Papá! -exclamó preocupado-. Me encontré a Yukito con el doctor, ¿y Tomoyo? ¿Cómo está ella? ¿Qué fue lo que pasó? -Touya seguía caminando en dirección a la habitación de la joven.
 
-Calma hijo, calma -dijo Fujitaka deteniendo a su hijo en la cocina.
 
-Ella está bien, el doctor a dicho que es por la tensión que ha vivido estos días, solo tiene que descansar.
 
-¿Tensión? Quiero verla -y se encaminó a su cuarto.
 
-¡Espera hijo! -pidió Fujitaka-. Primero debes calmarte un poco, no puedes entrar en su habitación en ese estado.
 
-Pero…
 
-Ella está bien -repitió tratando de tranquilizarlo-. Mina esta ahora mismo con ella y lo llevó hacia la mesa de la cocina donde se sentaron.
 
-De acuerdo -aceptó Touya con un suspiro-. ¿Estás seguro que ella está bien?
 
-Si, estoy seguro.
 
-Pero… ¿por qué se desmayo?
 
-Recibió noticias de su casa -explicó Fujitaka incómodo.
 
-Y…
 
-Todo se ha resuelto…
 
-Ya veo -lo interrumpió dejándose caer contra el respaldo de la silla y después de un minuto de incómodo silencio replicó-. ¿Por qué no confía en mi?
 
-No es que no confié en ti. Su situación es muy complicada y no todo depende de ella -Fujitka notó la confusión y enfado en el rostro de su hijo-. Ella te lo explicará en su momento.
 
-Si, pero ¿Cuándo?
 
-Pronto hijo, pronto. ¿Ya te sientes más tranquilo?
 
-Si, creo que si.
 
-Ve a verla entonces -Touya se puso de pie.
 
-Gracias papá -dijo antes de desaparecer por el pasillos.
 
*******************
 
Poco antes de llegar a la habitación escuchó las voces de las chicas, las dos parecían alegres. Touya se detuvo al escuchar la risa de Tomoyo, por primera vez durante ese día se sintió tranquilo, se quedó quieto disfrutando del sonido de su voz.
 
-Yo quería venir antes -explicaba Mina-, pero no había tenido tiempo. No me había dado cuenta que se tenían que hacer tantas cosas para una boda.
 
-Eso no parece molestarte -comentó Tomoyo al notar el brillo en los ojos de su amiga.
 
-Para nada, es muy emocionante -aseguró Mina-. Como sea, quería venir a pedirte algo.
 
-Soy toda oídos.
 
-Quiero pedirte que seas una de mis damas.
 
-Mina yo…
 
-Ya le había pedido a Sakura hace mucho que fuera una de ellas; no tengo hermanas y hasta que llegaste Sakura era mi única amiga.
 
-No creo eso -objeto Tomoyo conmovida-. Debes tener muchas amigas.
 
-Bueno si, pero amigas como ustedes no. Contigo congenié desde el principio. Por favor, di que aceptas.
 
-No lo sé -respondió Tomoyo con un nudo en la garganta.
 
-¿Por qué? -preguntó Mina desilusionada-. No entiendo, pensé que… éramos buenas amigas, tal vez me apresuré… tal vez tú no…
 
-No es eso -dijo Tomoyo tomándole la mano-. Eso sólo que… -suspiró-; no sé si estaré aquí para la boda.
 
-¿Por qué no? -preguntó Mina con sorpresa.
 
-Bueno yo… -Tomoyo se mordió el labio sin saber que contestar, Touya mientras tanto contenía la respiración esperando su respuesta-. No falta mucho para que la señora Kaede regrese y yo…
 
-Pero de seguro te quedarás, no creo que te despidan.
 
-El trabajo era solo temporal y debo volver a casa…
 
-Pero seguro puedes regresar… -Tomoyo negó con la cabeza.
 
-No se si podré regresar Mina…
 
-No entiendo. ¿Qué es lo que puede ocurrir que te impida volver Tomoyo? Hasta podríamos mandar a alguien a buscarte a la ciudad si es por la distancia...
 
-No es la distancia -suspiró ella.
 
-Entonces, ¿qué es, acaso Touya?
 
-No es eso -dijo ella con mas tristeza al escuchar el nombre de Touya.
 
-¿Qué ocurre entonces?
 
-Todo es tan complicado -exclamó Tomoyo un tanto desesperada. Mina volvió a notar el temblor en sus manos.
 
-Que tonta soy -se reprendió a si misma-. Se supone que no debo cansarte. Ya habrá tiempo para que me expliques lo que sucede. Solo prométeme una cosa -Tomoyo asintió-. Prométeme que lo pensarás.
 
Tomoyo miró a su amiga sin saber que decirle, deseaba poder explicarle que no estaba en su poder decidir al respecto. De ser de otra manera, no habría nada que le impidiera presentarse a la boda.
 
-No te preocupes -pidió Mina al notar su consternación-. Hagamos una cosa, tú serás mi dama, como sea no pienso pedírselo a nadie más. Si es cierto que te vas, esperaré tu regreso hasta el último momento.
 
-Está bien -aceptó Tomoyo con una triste sonrisa-. Gracias Mina, solo quiero que sepas que aparte de Sakura y tú, yo tampoco he tenido mejores amigas -las dos chicas sonrieron y se abrazaron.
 
-Buenas tardes -saludó Touya muy serio desde la puerta interrumpiendo alas amigas.
 
-¡Touya! -exclamó Tomoyo.
 
-Hola Touya -saludó Mina-. Que bueno que llegas, debo ir a la cocina un momento.
 
Y dicho esto Mina desapareció de la habitación en un abrir y cerrar de ojos. Touya esperó a que la joven saliera para cerrar la puerta.
 
-¿Cómo estas? -preguntó Touya acercándose a la cama.
 
-Bien gracias -respondió nerviosa, no esperaba encontrarse a Touya a esa hora-. ¿A qué viniste a la casa, se te olvido algo?
 
-Me encontré a Yukito cuando llevaba al doctor de regreso al pueblo.
 
-¿Viniste por mi?
 
-Claro que vine por ti -respondió Touya mientras se quitaba las botas.
 
-¿Qué haces?
 
-¿Qué no se nota? Me quito las botas.
 
-Pero…
 
-Hazme espacio -ordenó Touya metiéndose a la cama con ella, se acomodó de tal manera que quedaron en la misma posición en que se encontraban el día anterior bajo el árbol.
 
-¡Touya! -objetó sonrojada-. Pero… tu papá podría venir y encontrarnos…
 
-Él no vendrá -replicó muy seguro y acercó a Tomoyo para que se apoyara en contra su pecho.
 
Tomoyo suspiró resignada y agradecida por el calor de sus brazos. Ahora sabía que todos esos años de soledad desde la infancia había estado esperando por alguien que la hiciera sentir segura y feliz.
 
Solo Touya Kinomoto podía darle la felicidad que ella deseaba. Solo junto a él podía sentirse así, como si estuviera en casa.
 
Y ahora debía prepararse para dejarlo, sin saber si alguna vez volvería a verlo.
 
-Mi papá me contó que recibiste buenas noticias de tu casa.
 
-Si -dijo Tomoyo cerrando el puño que tenía sobre el pecho de él-. Touya yo quisiera…
 
-Shh No digas nada -pidió él mientras le acariciaba el cabello.
 
-No, yo quiero decirte… -dijo Tomoyo incorporándose para mirarlo temerosa de lo que estaba por venir.
 
-No -respondió Touya atrayéndola otra vez entre sus brazos-. No es necesario que me lo digas. Ahora debes descansar.
 
-Pero es que yo…
 
-No es necesario que lo hagas ahora.
 
-¿Estás… seguro? -preguntó al tiempo que escuchaba los latidos de su corazón.
 
-Si.
 
Tomoyo guardo silencio indecisa, tal vez debía insistir y confesarle todo de una vez.
 
-Hagamos esto -propuso Touya al notar su intranquilidad-. Tú y yo aclararemos todas las dudas que tengamos después de la fiesta de compromiso de Yukito y Mina.
 
-Después de la fiesta… -murmuró Tomoyo levantando el rostro para observarlo, notó que se veía sereno-. Está bien, después de la fiesta de compromiso te diré toda la verdad respecto a mi… sin omitir nada… prometo que esta vez…
 
-No digas más -pidió él colocando un dedo sobre sus labios.
 
Tomoyo se incorporó un poco más y, sonriendo, se inclinó para besarlo.
 
No fue un beso apasionado, solo un suave roce de labios, pero Touya la abrazó con fuerza por la cintura para pegarla a él y empezar a besarla apasionadamente.
 
Tomoyo creía que iba a desmayar de placer. Cuando se había inclinado para besarlo, esperaba que él respondiera, por supuesto, pero la intensidad de su respuesta había excedido sus expectativas. Abrió los labios y dejó que su lengua se enredara sensualmente con la de él. Subió la mano por el torso, podía sentir su corazón acelerado. Enredó las manos en su cabello, disfrutando a su vez de las manos masculinas que exploraban su cuerpo.
 
El silencio de la habitación se llenaba del sonido de sus respiraciones y de la voz de Tomoyo que susurraba su nombre sobre la boca de Touya.
 
El suave peso del cuerpo femenino, combinado con el murmullo erótico de su voz, era demasiado para el autocontrol de Touya.
 
-Se supone que debes descansar -dijo Touya contra su cuello mientras lo besaba.
 
-¿Ah si? -dijo Tomoyo con voz trémula.
 
-Si -respondió Touya mirándola a los ojos antes de besarla con suavidad en los labios-. Además si no me detengo ahora…
 
Touya se movió en la cama para acomodarse nuevamente, los dos terminaron abrazados. Arregló las almohadas y colocó la cobija que cubría a Tomoyo sobre los dos.
 
-Ahora duerme un rato -le ordenó dándole un beso-. Te despertaré antes de la cena.
 
Tomoyo solo asintió suspirando, se acomodó entre sus brazos y después de un momento se quedó dormida. Touya mientras tanto disfrutaba de la sensación de tenerla entre sus brazos con la seguridad de que no habría otra mujer que encajara tan bien en ellos. Al poco tiempo y casi sin darse cuenta el también se quedaba dormido.
 
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Touya despertó lentamente sintiendo un relax enorme, aspiro con fuerza y estiró sus piernas. Alcanzó apercibir un olor familiar y muy agradable, volteó hacia un lado para encontrarse con un rostro hermoso y amado.
 
Touya la contemplo largamente maravillado por la sensación apacible que le producía encontrarse con ella compartiendo una misma cama. Él sabía que la deseaba, fue desde el primer momento en que la tuvo en sus brazos al cruzar el río. Pero ahora comprendía que más allá del deseo sentía algo más profundo.
 
Solo había algo que le impedía rendirse totalmente a lo que sentía por ella y era todo ese misterio que la rodeaba. La punzada de dolor e incertidumbre que le provocaba el saber que ella no confiaba al 100% en él. El miedo a saber que ella podría alejarse de su vida en cualquier momento y que él no pudiera hacer nada para evitarlo.
 
-Touya -escuchó decir a Tomoyo entre sueños, para después murmurar algo que no comprendió.
 
Touya suspiró, vio el reloj en su muñeca, se había quedado dormido dos horas. Se entretuvo tratando de recordar cuando fue la última vez que había dormido durante el día. “Tal vez solo en mi infancia”, pensó con una sonrisa y deseo poder abrazar a la joven y quedarse con ella el resto del día. Pero había dejado botado el trabajo y había cosas que no podían esperar.
 
Sin poder resistirse le dio un suave beso en los labios y con cuidado para no despertarla se levantó. La observó un par de minutos, después se miró al espejo para peinarse y acomodar su ropa lo mejor que pudo. Tomó las obtas del suelo, una última mirada a Tomoyo.
 
Una extraña sensación de nostalgia se apoderó de él y se prometió a si mismo que esa no sería la última vez que despertaría con Tomoyo entre sus brazos, abría muchas, muchas más.
 
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Tomoyo se despertó más tarde solo para descubrir que Touya no estaba a su lado. “Ojalá me hubiera despertado antes de irse”, pensó con tristeza, pero antes, pero antes de poder pensar algo más, alguien llamó a la puerta.
 
-Adelante.
 
-Hola bella durmiente -saludo Mina al entrar.
 
-¿Todavía estás aquí? -preguntó Tomoyo sonriendo.
 
-¡Claro! El señor Kinomoto me ha invitado a cenar.
 
-¡La cena! Es cierto -exclamó Tomoyo levantándose con rapidez, cosa que lamentó al instante presa de un ligero mareo.
 
-Hey cuidado -dijo Mina acercándose a ella para ayudarla a sentarse-. ¿Quién le dijo que podía levantarse señorita?
 
-Pero es que yo…
 
-Nada, nada. No debes preocuparte. La cena esta casi lista.
 
-¿Ah si?
 
-Si, esta vez fui yo quien ayudo a prepararla.
 
-Gracias Mina.
 
-Es un placer, además disfrute mucho de la oportunidad de preparar la cena de mi prometido en esta casa.
 
Las dos chicas rieron y continuaron platicando durante un rato.
 
-Vine aquí para ver si necesitabas algo -informó Mina-. También quería ver si te sentías bien para ir a cenar al comedor o prefieres…
 
-No, por favor -la interrumpió-. Preferiría ir a cenar con todos.
 
-No lo sé -dijo Mina insegura.
 
-Estoy bien, de verdad.
 
-Bueno, pero te ayudare a llegar al comedor.
 
-Gracias, pero primero quisiera cambiarme de ropa.
 
-Te ayudare con eso también.
 
Mientras Mina ayudaba a Tomoyo a cambiarse continuaron platicando.
 
-Touya salió de aquí hace un buen rato -explicó Mina a Tomoyo después que esta le preguntara-. Dijo que estabas durmiendo y que tenía que terminar algunas labores. Y salió de la casa con un semblante muy diferente que con el que había llegado -agregó guiñándole el ojo a una sonrojada Tomoyo.
 
-Si, se preocupo mucho cuando se encontró con Yukito y el doctor.
 
-Si, eso comentó Yukito al regresar, aunque no pudo contarme mucho pues también regresó al trabajo. Voy a ir a poner la mesa, tú quédate aquí -ordeno amable pero en un tono que no admitía replica-. Regresaré por ti cuando todo este listo.
 
-Como tú digas -aceptó Tomoyo sonriente.
 
Tomoyo se dispuso a esperar pacientemente a que Mina regresara y mientras tanto se cepillo el cabello y se maquilló ligeramente pues quería verse lo mejor posible para poder demostrarles que estaba muy bien.
 
Después de un rato como Mina tardaba tanto pensó que no pasaría nada si caminaba hasta la cocina. Cuando llegó al marco de la puerta se sintió un poco mareada y se recargó en el mismo pensando que seguramente se debía a la falta de alimento pues desde el día anterior no había comido mucho.
 
Levantó la vista para encontrarse a Touya que la observaba al final del pasillo.
 
-Ho… hola -saludo nerviosa.
 
-¿Qué demonios haces? -dijo yendo hacia ella y agarrándola-. ¿No se supone que debías esperar a que vinieran por ti? ¿Te sientes mal?
 
-Solo un poco mareada.
 
-Tal vez deberías volver a acostarte -dijo él observándola con cuidado.
 
-¡No! Yo quiero ir al comedor y cenar con todos.
 
Touya hizo una mueca, la tomó en brazos y se dirigió a la cocina.
 
-¿Qué voy a hacer contigo?
 
-No te enfades -suplicó ella con una sonrisa y con un dedo acarició la arruga que se formaba en su frente cuando fruncía el ceño. Él se detuvo relajando las facciones-. Me gustas más así -dijo ella contemplándolo.
 
Se besaron durante unos minutos en los que Tomoyo perdió la noción del tiempo.
 
-Nos están esperando -dijo Touya al cabo de un rato y siguió su camino al comedor.
 
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La cena transcurrió tranquilamente, en cierta forma eran una familia y todos disfrutaban de una excelente charla que giraba alrededor de la fiesta de compromiso.
 
-¿Le avisaron a Yue? -preguntó Touya de repente.
 
-No -contestó Yukito-. No he podido comunicarme con él, al parecer ha estado muy ocupado -Tomoyo y Fujitka cruzaron miradas. Yukito se quedó pensativo un momento-. Pero él ya sabía que iba a formalizar con Mina, así que lo de la fiesta no lo tomará tan de sorpresa. Le deje un mensaje con una amiga.
 
-¿Una amiga? -preguntó Fujitaka gratamente sorprendido.
 
-¿Pueden creerlo?, quien lo hubiera imaginado -respondió Yukito alegre-. Yue la ha mencionado un par de veces.
 
-Tal vez la conozcamos en la boda -se aventuró a decir Fujitaka.
 
-Tal vez -estuvo de acuerdo Yukito.
 
-¿Y Sakura que dijo? -preguntó Touya volviéndose a Mina seguro de que ella le respondería.
 
-Es raro -contestó la chica-, pero no tampoco hemos podido comunicarnos con ella.
 
-Es cierto -asintió Yukito-. La hemos llamado al departamento solo responde la contestadota, ya hemos dejado varios mensajes pero no nos devuelve la llamada.
 
-¿Cuándo fue la última vez que la llamaste? -preguntó Touya preocupado.
 
-Ayer -respondió Mina.
 
-Voy a llamar yo mismo -dijo Touya a su padre.
 
-No tienes que preocuparte -aseguró Fujitaka-. Ella me llamó esta tarde.
 
-Ah, esa era la llamada que esperaba -dijo Mina.
 
-¿Esperabas la llamada de Sakura? -exclamó Touya sorprendido-. No me habías dicho nada.
 
Tomoyo se sintió un tanto incómoda por el rumbo que tomaba la conversación pero prefirió esperar a escuchar lo que decía el señor Kinomoto.
 
-Es que todo sucedió muy rápido -intentó explicar Kinomoto-. Yue me habló esta mañana para decirme que Sakura había tenido un leve accidente -dijo tranquilamente y miró a Tomoyo.
 
-“Más mentiras” -pensó Tomoyo con tristeza.
 
-¡Un accidente! -exclamó Touya inclinándose un tanto a su padre-. ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Qué paso? ¿Dónde está ella ahora?
 
Tomoyo estaba un tanto pálida y angustiada, al ver la reacción de Touya, ¿qué hubiese pasado si se hubiera enterado cuando Sakura fue secuestrada?
 
 
-Tranquilo hijo -pidió Fujitka poniendo una mano sobre el brazo de Touya-. Solo fue un ligero accidente… eh… -dudo un momento-. Se cayó de las escaleras de su edificio… fue por la noche… no había luz… tú sabes que el edificio a tenido problemas con la instalación eléctrica…
 
-Ese monstruo -lo interrumpió Touya-. Le había dicho que no me gustaba ese lugar, pero como siempre, no me escuchó…
 
-¿Tomoyo, te sientes bien? -preguntó Yukito de repente, atrayendo la mirada de todos a la chica-. Estás algo pálida.
 
-¿Qué? -parpadeó la chica-. Si estoy bien…
 
-Yukito tiene razón -dijo Touya colocándole la mano en la mejilla-. Estás pálida.
 
-Estoy bien Touya, de verdad -aseguró Tomoyo con una sonrisa y lanzó una mirada de ayuda a Fujitaka.
 
-Bueno, como iba diciendo -continuó Fujitaka, atendiendo al llamado de la joven-. Sakura está bien, solo tiene algunos golpes. Ella misma me llamó par decirme que su jefe le había dado unos días, estará aquí mañana por la noche.
 
Todos se mostraron encantados con la noticia. Sakura iría de visita y podría asistir a la fiesta.
 
-¿Y está bien que venga ella sola? -preguntó Touya serio-. Porque yo podría…
 
-Es que… -lo interrumpió Fujitaka, levantando una mano y se tomó unos segundos antes de continuar-. Ella no vendrá sola.
 
-¿Ah no? ¿Y con quién vendrá? -preguntó Touya molesto pues no le gustaba la actitud de su padre.
 
Fujitka miró a Yukito y Mina quienes comprendieron de inmediato y junto con Tomoyo, esperaron por la tormenta que se avecinaba.
 
-Ella vendrá con su jefe -explicó Fujitaka de buen humor.
 
-¿Con su jefe? ¿Por qué con su jefe? -quiso saber Touya impacientándose.
 
-Sakura quiere que lo conozcamos…
 
-¿Para qué?
 
-Sakura tiene una relación con él -explicó Fujitaka con lentitud-, una relación más allá de lo profesional… ellos son… novios.
 
-¡Qué! -rugió Touya levantándose de un salto echando hacia el suelo la silla.
 
Todos brincaron en sus asientos excepto Fujitka que sonreía tratando de aligerar la situación.
 
Mina preocupada tomó la mano de Yukito que la miró divertido y beso la mano femenina indicando así que no había de que preocuparse.
 
-Pero, ¿cómo puede tener una relación con él? ¡Es su jefe! Ese oportunista -finalizó entre dientes.
 
-Calma Touya, Sakura ya me había comentado su interés por él y…
 
-¡Sakura! Que va saber Sakura, si todavía es… es…
 
-Es una mujer ya Touya -terminó Yukito por él-. Y una mujer muy hermosa e inteligente -Mina solo asentía apoyando a su prometido.
 
-No debimos dejarla ir sola a la ciudad -insistió Touya ignorando lo dicho por su amigo. Furioso, hacia ademanes con los brazos y manos-. Debería haberse quedado aquí donde yo…
 
-Donde tú podrías vigilarla -ahora fue Fujitaka quien respondió con una sonrisa y una gota en la cabeza, esa era una conversación común en el rancho Kinomoto, solo que hacía mucho que no se producía.
 
-¡Pues si! Aquí estaría segura… estaría…
 
-¿A salvo? -sugirió Fujitaka-. ¿Feliz?
 
Touya solo lo miró, sabía la respuesta. Sabía que todo eso sucedería tarde o temprano, pero era algo que siempre le costo trabajo admitir… aceptar.
 
-¡Ese tipo no va entrar en esta casa! -advirtió Touya entrecerrando los ojos-. ¡Y si se atreve a venir lo sacaré a tiros!
 
Desesperado y furioso salió de la habitación y se dirigió hacia el estudio donde cerró la puerta con fuerza.
 
Todos había guardado silencio hasta ese momento.
 
-¡Vaya! -exclamó Yukito acompañado de un silbido-. Bueno, ya sabíamos que sería así.
 
-Creo que debo ir a hablar con él -dijo Fujitka con la intención de levantarse.
 
-Señor Kinomoto -dijo Tomoyo levantándose antes que él-. ¿Me permite?
 
-¿Vas a hablar con él?-preguntó Mina sorprendida por el valor de su amiga.
 
Tomoyo solo sonrió y miró a Fujitaka quien asintió en silencio. La joven salió de la habitación.
 
-Ella lo hará mejor que yo -declaró Fujitaka sonriendo aliviado-. ¿Qué les parece si continuamos con la cena?
 
-Yo encantado -aceptó Yukito-. Esos dos tardaran mucho eso es seguro.
 
-Iré por el postre -ofreció Mina alegre.
 
*******************
 
Tomoyo mientras tanto llegó hasta la puerta del estudio y aspiró con fuerza antes de animarse a tocar.
 
-¡No quiero hablar con nadie! -gritó Touya desde dentro.
 
Tomoyo ignoro lo que dijo y le dio vuelta ala perilla contenta de que no hubiera cerrado con llave.
 
-Dije que no… -se detuvo al contemplar la frágil figura entrando por la puerta-. No debiste venir -dijo en un tono bajo, dejando ver el esfuerzo que ponía en no ser muy rudo con la chica.
 
-Yo quise hacerlo -replicó la joven encogiéndose de hombros, y se recargó contra la puerta.
 
Touya estaba apoyado de lado contra la ventana, de brazos cruzados, con la mirada fija en el exterior.
 
-¿Por qué estás tan molesto? -preguntó con suavidad.
 
-Tú sabes porque.
 
-Eso tenía que suceder tarde o temprano -dijo Tomoyo atrayendo su mirada.
 
-Ya lo sé -admitió a regañadientes y abrió un cajón del escritorio para sacar una cajetilla de cigarros y un encendedor.
 
Tomoyo lo observaba preocupada desde su lugar, ahora sabía que Touya solo fumaba cuando se sentía furioso e impotente a veces también cuando algo le preocupaba mucho.
 
Touya iba a encender el cigarro cuando vio la mirada de Tomoyo. Apagó el encendedor y junto con la cajetilla lo arrojó de vuelta al cajón y lo cerró con fuerza para después dejarse caer sobre la silla del escritorio.
 
Tomoyo se acercó lentamente al escritorio y le dio la vuelta para quedar más cerda de él. Se acomodó contra el mueble y pensó un momento antes de intentar razonar con él.
 
-¿No crees que debes darle una oportunidad a Sakura? ¿Confiar más en ella?
 
Touya la escuchaba evitando su mirada con un puño apoyado sobre sus labios.
 
-Ella es demasiado joven para saber lo que le conviene -murmuró él.
 
-No estoy de acuerdo -respondió Tomoyo divertida pues Sakura y ella tenían la misma edad-. Ella es mayor de edad, ha demostrado ser lo suficientemente responsable para vivir sola y conservar un trabajo.
 
Touya negaba con la cabeza incapaz de objetar contra los razonamientos de la joven.
 
Tomoyo suspiró dándose cuenta que no iba ser tan fácil razonar con él. Volteó a ver el escritorio y apartó algunas cosas para poder sentarse en el. Touya al ver sus intenciones y tomándola por sorpresa la agarró por la cintura y la sentó sobre sus piernas.
 
-Gracias -dijo Tomoyo coqueta y se acomodó pasando un brazo sobre el hombro de Touya y le paso los dedos por el cabello.
 
Touya cerró los ojos disfrutando de la caricia y se fue relajando poco a poco.
 
-Tomoyo suspiró y detuvo el movimiento de sus dedos concentrada en lo que debía decirle a Touya, este abrió los ojos mirando directamente a los de ella.
 
-No creo que realmente pensaras que podías alejar a Sakura de todos los hombres que se interesaran por ella ¿verdad? -dijo al tiempo que volvía a acariciar el cabello del hombre-. Algún día ella iba a casarse y a tener su propia familia.
 
Touya bajo la mirada y tomó la mano libre de Tomoyo para entrelazar los dedos de ambos.
 
-Yo creo que para Sakura es muy importante que tú apruebes a la persona que ama.
 
-No lo creo -respondió Touya e hizo una mueca de fastidio. Besó la mano de la joven y la abrazó por la cintura con ambos brazos para acercarla más a él-. Eso nunca la ha detenido para ignorar mis advertencias.
 
-¿Advertencias? -preguntó Tomoyo con cierta ironía mientras delineaba sus facciones con los dedos-. Tampoco puedes culparla -insistió con un suspiró-. Si realmente esta enamorada no permitirá que nada se interponga entre ella y la persona que ama -dijo al tiempo que le arreglaba el cuello de la camisa y pasaba un dedo por los botones de la misma-. Yo no lo haría.
 
Al decir esto último Tomoyo lo miró a los ojos y se sonrojó levemente, cosa que tenía fascinado a Touya.
 
-Por ejemplo -carraspeó nerviosa-. Solo un ejemplo… -aclaró más sonrojada todavía-. Si un día conocieras a mis padres; mi mamá es un poco complicada… y bueno si ella se pusiera en contra -se encogió de hombros-, no sé… tú, ¿acaso eso te detendría?
 
-¿Querrías que tus padres me conocieran? -preguntó Touya sonriendo ligeramente, Tomoyo asintió tímidamente-. Nada me detendría -respondió el muy serio con voz ronca mirando sus labios.
 
Lentamente se fueron acercando y cerrando más el abrazo. Como mareada, Tomoyo lo miró a los ojos y luego su boca. Sin pensarlo, se humedeció los labios secos, echo la cabeza un poco hacia atrás para mirarlo a los ojos.
 
-¿Crees que podrías darle una oportunidad a Sakura? -preguntó muy bajo como si le estuviera confiando un secreto.
 
-Podría intentarlo -contestó sin apartar la vista de sus labios.
 
-Cuando llegue con Li… ¿no vas a sacarlo a tiros? ¿Verdad?
 
-No -respondió tratando de acercarla a él, pero Tomoyo todavía no estaba dispuesta a ceder.
 
-¿Lo prometes?
 
-Si -aceptó, ella sonrió y al fin permitió que la besara.
 
*******************
 
Eriol como siempre llegaba temprano aquel día para invitar a Nagissa a almorzar aunque, esta vez era un poco diferente. No sabía que iría a responder la joven científica cuando le revelara lo que, ocurrió aquella mañana, entre él y su padre.
 
Estaba sentado desayunando. La noche anterior, había salido con la joven citadina y había llegado bastante tarde. Aunque claro, se tardó aun más cuando se dedicaron por espacio de media hora a besarse en el interior de su jeep, en el campamento. No hubo nada más allá de besos, dulces y superficiales aunque, quería claro, llegar un poco mas allá pero prefería restringirse de ello, y llevar las cosas con calma.
 
- Flash Back -
 
-Buenos días -dijo su padre al tomar asiento delante de él. Sus ojos azules por supuesto fueron heredados del hombre. Sus cabellos eran más claros que los de su hijo. Siempre tenían esa misma mirada que compartían que irradiaba, sabiduría, confianza y firmeza-. Llegaste un poco tarde anoche -colocándose la servilleta en su regazo y sirviéndose café.
 
-Tienes razón. Se me hizo algo tarde.
 
Su padre le miró con intensidad mientras Eriol trataba de sostenerle la mirada. Pero los ojos de su progenitor revelaban algo de cierta curiosidad y confusión, finalmente rompiendo el silencio entre ambos interrogó-. ¿Y quien es ella? -atrayendo su mirada.
 
-¿Quién?
 
-La joven con quien te ves -declaró sorprendiéndole que estuviera enterado de aquello. Aunque claro, era una provincia pequeña. Muchos se conocían entre sí y seguro los rumores de sus visitas al pueblo llevando a la muchacha de cabellos cortos, no tardarían en llegar al comedor de su propia casa-. Vamos Eriol... ¿la mantienes escondida? -se burló su padre.
 
-No tengo porque esconderla...
 
-Es que me parece ilógico... bueno, andabas no hacía mucho con Kaho.
 
-Rompimos.
 
-Te dejó -corrigió el hombre. Eriol frunció su rostro-. Me agradaba Kaho. Es todo lo que esperaba yo, para futura esposa de mi heredero. Tendrás muchas responsabilidades cuando adquieras este rancho después de mi muerte Eriol. ¿Qué mejor que una mujer que comprenda los problemas y satisfacciones de manejarlo?
 
-Como dijiste, me dejó -respondió con firmeza.
 
-¿Y no hay posibilidad...?
 
-Ahora mismo, las veo muy improbables-imaginándose que él se refería a una reconciliación-. Estoy muy bien donde me encuentro papá -Hiragizawa padre observó el perfil decidido de su hijo.
 
-Espero verla para el almuerzo aquí... deseo conocerla -declaró tomando un sorbo de café.
 
-¿Acaso necesitó tu aprobación para salir con ella? -preguntó sorprendido.
 
-No. Claro que no. Eres un hombre hecho y derecho Eriol. Jamás diría eso. Solo creo que, es hora que la conozca. Claro, si las cosas van tan en serio tanto como me imagino y me cuentan que van... -dejando el tema hasta ahí.
 
- Fin Flash Back -
 
Eriol observaba a Nagissa quien llevaba unos shorts y una camisa remangada hasta los codos y amarrada en la cintura. Los botones de la parte superior estaban sueltos y ella le sonrió al verle llegar. Se acercó dándole un beso en los labios notando las marcas de tierra y sucio en sus mejillas.
 
-¿Dónde estabas metida? -se burló él-. ¿Dentro de la guarida de un conejo?
 
-¡Ah! -se abochornó ella al pasar su mano y notar que estaba totalmente desaliñada-. Estaba tomando unas muestras cerca del arroyo que pasa por el rancho Kinomoto. Colina abajo... no es el mejor camino para tomar...
 
Eriol observó a Nessa y dos hombres más del equipo que los observan embelesados ante la relación que notan allí. La mujer entre los dos hombres sonría pícaramente antes de marcharse a hacer sus deberes.
 
-¿Qué haces aquí? -preguntó Nagissa-. Pensé que dormías hasta tarde...
 
-¿Acaso crees que soy un perezoso?
 
-Jamás pensaría eso -besándole en los labios y él arregló unos mechones detrás de su oreja. Ella sonrió separándose de su abrazo y miró su camisa blanca, con manchas sutiles de tierra y lodo-. ¡Mira lo que le hice a tu ropa!
 
-Estoy bien -declaró mirándose.
 
-Nagissa -la llama un hombre de barba un poco mayor que la joven. Se deleitó unos segundos mientras le pasaba una bandeja con distintas fundas plásticas con muestras para dirigir su mirada al escote de la mujer, que terminaba justo donde iniciaba la curvatura de sus senos. Eriol frunció su rostro ante lo que él hombre hizo sin la menor intención de ocultarlo. Nagissa no se percató de aquella mirada-. Aquí están las muestras que pediste... es mejor refrigerarlas.
 
-Gracias -dijo tomándolas y colocándolas en las manos de Eriol-. ¿Te importaría? Tengo que llevar cosas del auto también.
 
Ella tomaba las muestras de un auto e iba al vehículo-laboratorio. Eriol la seguía de cerca. Ingresaron ambos, Eriol le observó embelesado.
 
-¿Qué opinas de almorzar? -sugirió de la nada.
 
-¿Almorzar? -preguntó ella observándole. Depositaba las muestras en el frigorífico a pasos del hombre-. ¿Hoy?
 
-Si.
 
-Bueno... para serte sincera, hoy estoy ocupadísima. Además -abochornándose-. Pensé que después de la cita de anoche, no te vería hasta mucho después...
 
-No lo creo -dijo con un brillo malicioso a la mujer y atrapándole en sus brazos-. Más aun porque quisiera retomar donde nos quedamos... -acercando sus labios a los de ella, pero un dedo se interpuso, el de ella.
 
-A mi también.... -murmuró ella-. Pero, creí que llevaríamos las cosas con calma. ¿O no?
 
-Mi padre quiere conocerte -le soltó con simpleza-. Almorzar para ser mas exactos... nos esperará en la casa alrededor de la una y media... -ella abrió lo ojos sorprendida y borró su sonrisa-. Si quieres, cancelo pero tendríamos que ir a cenar entonces...
 
-¿A eso le llamas “Tomar las cosas con calma”? -preguntó calculando la magnitud de aquello. Un almuerzo con los padres de alguien con quien te involucras, indica un serio compromiso. Se liberó de su agarre, al tiempo que sentía como se le formaba un nudo en su estomago.
 
Y es que, aunque su padre conocía a todos en el lugar, jamás llegó a conocer al señor Hiragizawa. Nunca se conocieron en persona.
 
-¿Qué pasa? -preguntó Eriol al notar su aturdimiento-. ¿Ocurre algo malo?
 
-Es que...
 
-No te presiones mucho -dijo adivinando su preocupación. Sus ojos chocaron con la mirada de la muchacha-. Lo que pasa es que, los rumores de que ando con una mujer que no es Kaho empiezan a correr. Te puedo asegurar que a estas alturas, hasta la misma Kaho debe de estar informada. Y mi padre de curioso que es, quiere sacar sus propias conclusiones. Como no te conoce, no sabe que decir u opinar al respecto.
 
-¿Acaso te importa mucho eso?
 
-No. Era solo un ejemplo -mostrando sinceridad en sus palabras-. No me importa lo que mi padre piense o diga. Aunque estoy seguro de que en cuanto te conozca, le vas a fascinar...
 
-Ven por mi a la una -acepto Nagissa con un suspiró y sonriendo ligeramente. Él la abrazó y se despidió con un sutil beso en los labios.
 
Pero Nagissa no podía evitar sentirse nerviosa ante los eventos. Lo vio salir del remolque e ir a su jeep. Sonrió tocando sus labios.
 
 
Continuará…