Card Captor Sakura Fan Fiction ❯ Lecciones para dos ❯ Capítulo5 ( Chapter 5 )
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LECCIONES PARA DOS
Por Daulaci Serv
Basado en una novela de Jennifer Taylor
Conlos personajes de Card Captor Sakura, Por CLAMP.
CAPITULO 5
Cuando Tomoyo despertó era de noche. Se sentía agotada. También se dio cuenta que tenía un pequeño lienzo húmedo en la cabeza, trato de quitársela pero una mano se lo impidió.
Era Eriol. Se veía muy serio, más serio de lo normal, a pesar de que apenas había un poco de luz dentro de la habitación tenía el infiernillo encendido pero su luz era muy tenue.
-¿Qué paso? -preguntó en voz muy baja.
-Te desmayaste.
Entonces recordó todo lo que había pasado y se sintió avergonzada. Eriol había tenido razón se comportó como una niña. Apartó la vista, no podía verlo a los ojos. Miro más arriba y se dio cuenta que se encontraban en una pequeña choza con techo de paja.
-¿Dónde estamos?
-Encontré un pequeño poblado indio a 1km de donde te desmayaste y muy amablemente nos ofrecieron ayuda.
-¿Me… me cargaste todo el camino? -sintió un ligero rubor subir por sus mejillas.
El se limito a encoger los hombros como si no le diera importancia.
-Gracias.
-Fue un placer -dijo con una ligera sonrisa. Recordó lo agradable que fue llevarla por la selva. En silencio y sintiéndola tan cerca.
-¿Qu… qué?
-Nada -sintió una sacudida en el estómago, también recordaba lo preocupado que había estado todo ese tiempo y lo mal que se sentía por eso.
Después de un largo e incómodo silencio Tomoyo se incorporó, el tobillo le dolió y se dio cuenta que estaba vendado.
-Parece que tienes una ligera luxación, pero tendremos que esperar hasta mañana y ver si podrás caminar.
-Lo siento -dijo Tomoyo sin levantar la vista.
-¿Por qué?
-Por mi culpa nos hemos retrasado.
-No creo que…
-No, lo digo en serio -aspiro profundo y levantó la vista para mirarlo a los ojos-. Tenías razón me comporte como una niña.
-Yo no fui muy maduro que digamos, debí haber parado para que descansaras… descansáramos mucho antes. Estuve esperando a ver cuando me pedías que paráramos… -ahora el que apartaba la vista era él-. Lo siento.
Tomoyo se sintió feliz. Era la primera vez que Eriol mostraba preocupación por ella. Hubiera querido abrazarlo, pero se contuvo.
-Esta bien -dijo sonriendo- creo que estamos a mano ¿verdad?
Eriol volvió su mirada hacia ella. Era la primera vez que le sonreía así. Se veía tan hermosa.
-Tienes razón, estamos a mano -la miró largamente, sentía la necesidad de tocarla, de rozar su cara con los dedos, pero no lo hizo. No podía. De repente se puso de pie, sorprendiendo a Tomoyo.
-Voy un momento afuera, te traeré algo de comer -y sin esperar respuesta salió.
Tomoyo se quedo ahí mirando hacia la puerta ¿Qué pasó?
Al poco rato Eriol le trajo de comer un poco de pan y fruta. Tomoyo comió gustosa, no se había dado cuenta que tenía tanta hambre. Cuando terminó Eriol salió de nuevo y al regresar sugirió que tenían que dormir. En todo ese tiempo él apenas le había dirigido una mirada y casi no pronunció palabra. Tomoyo se sentía desilusionada. Afortunadamente no tardo mucho en quedarse dormida.
Por la mañana Tomoyo intento ponerse de pie, Eriol la vigilaba de cerca para evitar que cayera. Avanzó un par de pasos, le dolía solo un poco. Ella hizo lo posible por no quejarse, ni hacer muecas. Pero por la mirada que le lanzó Eriol se dio cuenta de que él no estaba muy seguro de que ella no sintiera nada.
-Creo que tendremos que esperar otro día aquí, tal vez mañana estés mejor y podamos reanudar el camino.
Por la forma en que lo dijo Tomoyo estaba segura que no admitiría una discusión al respecto. Ella podría hacer el esfuerzo, empezaba a preocuparle seriamente que no llegaran a tiempo a su destino, y que el equipo de rescate no los encontrara. Ese pensamiento la angustió y debió notarse en su rostro porque Eriol pareció darse cuenta de lo que estaba pasando por su mente.
-No te preocupes, aún tenemos tiempo, además no tiene caso que te esfuerces demasiado hoy, si mañana podrías hacerlo mejor y hasta podríamos avanzar más rápido -se detuvo un momento esperando que sus palabras surtieran efecto y así fue.
-Esta bien, como tú digas.
-De todos modos, preferiría que hoy no camines mucho -la ayudo a sentarse de nuevo-. Iré a traer algo para que comamos, debemos aprovechar que aquí nos proveen de algo más que sopa y galletas.
Poco después de que él saliera una niña de unos 8 años de edad se asomó por la puerta. Cuando vio a Tomoyo se escondió pero después un par de ojos se asomaba de nuevo para verla.
-Ven -le dijo Tomoyo con una sonrisa. La pequeña se animo y se acerco a ella.
-Hola -pero no obtuvo respuesta.
La niña la miraba maravillada. Le tocó el brazo con un dedo y después paso su mano por el cabello largo y lacio de Tomoyo. Parecía que encontraba fascinante la visión de su piel blanca. Cuando se detuvo a mirar sus ojos lanzó una exclamación de asombró. La niña empezó a reír y contagió a Tomoyo con su risa.
-¿Qué es tan gracioso? -preguntó Eriol desde la puerta, llevaba en las manos un poco de comida y agua.
La pequeña salió despavorida del lugar.
-¿Dije algo malo?
-No. Me parece que es un poco tímida.
-Eriol puso la comida en el suelo junto a Tomoyo y se sentó a su lado.
Después de comer. Tomoyo insistió en que quería salir, quería ver lo que había afuera.
Eriol la ayudo a levantarse. Tomoyo podía apoyar el pie un poco y se recargo con una mano en la pared.
-Creo que si puedo, bueno solo un poco -dijo cojeando, la puerta parecía tan lejana.
Eriol adivino lo que estaba pasando y sin el menor aviso la levantó en sus brazos, tomándola por sorpresa.
-¡Aaahhh! ¿Qué haces? -preguntó roja como un tomate.
-Te llevó afuera -dijo sin mirarla- te dije que no quería que hoy caminaras mucho.
Tomoyo no dijo nada, tenía que admitir que se sentía muy bien estar así y no quería arruinar el momento.
La pequeña comunidad constaba de unas 80 a 100 personas cuando mucho desde niños hasta ancianos. Para Tomoyo fue una tranquilidad observar las labores diarias de estas personas, todo un mundo alejado de la civilización. La niña que había ido a visitarla en la mañana andaba por ahí, de repente se detenía para ver a Tomoyo, a veces iba acompañada de otros niños otras veces no. Fue un día muy tranquilo en el que ambos pudieron descansar de la tensión que había entre ellos en días pasados y por un momento pudieron olvidar los conflictos que habían existido entre ellos.
-¿Cómo es que encontraste este lugar? -preguntó Tomoyo mirando a su alrededor.
-Hay muchos grupos pequeños de indios que viven todavía en la selva, y normalmente son bastantes amistosos.
Tomoyo miró a Eriol parecía sereno y relajado, no había ningún gesto de disgusto en él. Empezó a preguntarse como sería un día en la vida de Eriol Hirawizagua, como sería compartir con él un día normal por las calles de Londres. Tomoyo se dejó llevar por sus fantasías y casi sin darse cuenta empezó a hacerle conversación a Eriol y a este no parecía molestarle el que lo hiciera.
-¿A qué te dedicas exactamente Eriol? Es decir, ¿Sólo realizas vuelos privados?
-No, también llevó mercancía, aunque en realidad ese es el mayor volumen de trabajo. Pero cuando me lo piden también transporto, personas. Personas importantes que necesitan llegar a su destino de forma rápida, segura y discreta. En realidad esa es una de las garantías que ofrezco, la discreción. Tengo un gran número de clientes que recurren a mi por eso.
-Así que esa fue la razón por la que te contrato el abuelo -comentó pensativa.
-En parte, pero en realidad fui recomendado por otra persona.
-¿Por quien?
Eriol apartó la mirada un momento, como si necesitara meditar para contestar esa pregunta.
-Si no quieres decírmelo esta bien.
-No, no es tan importante. Me recomendó el Sr. Mizuqui.
-¡El padre de Kaho!
-Así es.
-Mmmm, entiendo.
Los dos permanecieron callados largo tiempo, Tomoyo no quería seguir la conversación por ese lado, no quería estropear la buena camaradería que se había dado entre ellos. Y no quería seguir con el tema de Kaho, sentía curiosidad y muchas preguntas aún seguían dando vueltas en su cabeza, pero no valía la pena estropear el momento y al parecer Eriol pensaba lo mismo.
-Dime, ¿Por qué decidiste hacerte modelo Tomoyo?
La pregunta la tomo por sorpresa pero le agrado el cambio de tema y que el quisiera seguir conversando.
-En realidad lo hice más por necesidad que por gusto, no estaba en mis planes convertirme en modelo.
-¿Ah sí? Entonces, ¿Cuáles son tus planes?
-Quiero dedicarme al diseño, mi abuelo no estaba muy de acuerdo, así que no me apoyo desde que le comunique mis planes.
-¿Lo hiciste por dinero?
-No exactamente, recibí de mi padre una herencia al cumplir 18 años, aunque no es mucho, pues el total de la herencia, la recibiré al casarme. Creo que mi padre era muy anticuado en ese sentido. Así que más bien por orgullo fue que decidí trabajar, para demostrarle a mi abuelo que no era un capricho.
-Entiendo -ahora es que empezaba a conocer un poco más a Tomoyo, algo le decía desde un principio que lo que le había dicho de ella su abuelo no podía ser del todo cierto.
-Así que empecé a trabajar de modelo, era lo más cercano al mundo de la moda y si necesitaba el dinero y quería familiarizarme con lo que en el futuro sería mi trabajo quería empezar ya. Me inicie como todas, modelando para catálogos y cosas así, apariciones pequeñas en comerciales. Un día conseguí un trabajo para modelar ropa a los clientes en una boutique de prestigio y fue ahí donde conocí a Pierre.
-Pierre Carelli.
-Así es, prácticamente el me descubrió. Me ofreció trabajo en Londres y acepté de inmediato. El es un gran diseñador, y sabía que junto a él podía aprender muchas cosas -los ojos de Tomoyo brillaban con entusiasmo-. Y así fue, todo este tiempo él ha cuidado de mi como un padre y es así como yo lo veo, aunque por supuesto algunas revistas digan lo contrario -Tomoyo apartó la vista un momento y encogió los hombros como si no fuera tan importante, no quería que Eriol pensará que estaba lanzando algún tipo de reproche-. Todas las decisiones que he tomado han sido en parte por los consejos de Pierre y no han estado tan equivocadas. Incluso ahora que pensaba dar “el gran paso” Pierre fue un gran apoyo para mi.
“El gran paso” pensó Eriol, ¿se referirá a su boda con Tsukishiro?, por la mirada que tenía podría ser así. Tan ilusionada, tan feliz. No quería seguir con este tema, no quería escucharla hablar de él.
Eriol se puso de pie y se alejó caminando sin decir nada. Tomoyo estaba sorprendida y un poco dolida.
-¡Cómo se atreve! Me dejo aquí con la palabra en la boca -Tomoyo suspiro con tristeza, habían tenido un buen momento juntos, incluso parecía interesado en lo que ella le decía y así de repente se va.
Después de dejar el coraje de lado, Tomoyo empezó a meditar un poco más en lo que había dicho. “El gran paso”, podría regresar a tiempo para lo que tenía planeado. Tal vez podía posponerlo si fuera necesario. ¡No! -Pensó Tomoyo esperanzada-. Saldremos de aquí pronto. ¿Qué día será hoy? -hizo los cálculos pertinentes-. Hoy se casa Yue, y no podré estar con él, es una lástima. Pero supongo que dadas las circunstancias el comprenderá.
Después de un rato Eriol regreso, se sentó a su lado y no hizo el menor intento por excusar su conducta anterior, tampoco parecía tener ganas de hablar. Tomoyo seguía un poco molesta, pero no tenía ganas de pelear, no quería arruinar el día, aunque ya parecía estar arruinado.
Empezaba a decaer el día cuando los niños fueron llamados por sus madres para retirarse a dormir, o al menos eso supuso Tomoyo por la forma en la que los llamaban. Incluso la pequeña que por momentos aparecía para sonreírle a la chica tuvo que marcharse cuando su madre apareció y le tendió la mano para que se fuera con ella.
Tomoyo sintió una punzada de dolor al ver a la pequeña que sonreía al correr hacia su madre y tomarla de la mano.
¡Su madre! Tomoyo no había pensado en Sonomi hasta ese momento. ¿Cómo estará ella? Debe estar muy preocupada. También pensó en Sakura. Seguramente ellas están juntas. Sakura no dejaría sola a Sonomi en momentos como este. Tal vez hasta Shaoran este con ella. ¿Y el abuelo? Ahora que parecía que todo podía arreglarse. Empezaba a sentirse angustiada, tenía las manos juntas y las apretaba con fuerza. ¡No! No podía sentirse así, todavía había esperanzas de que los encontraran. Además no estaba sola.
Tomoyo volteó a ver a Eriol. Él también la miraba, tenía el seño fruncido y la observaba con seriedad. La chica trato de sonreír pero no pudo. Eriol se puso de pie.
-Vamos, es hora de que descanses -y nuevamente la tomo en sus brazos para llevarla al interior de la choza.
Tomoyo tardo mucho en conciliar el sueño. Afortunadamente el pie ya no le dolía y podrían salir mañana temprano. Estaba preocupada pensando en lo que podría pasar, pero no quería preguntarle a Eriol hasta ahora él solo le había dado respuestas muy vagas al respecto.
Cuando Tomoyo al fin se durmió Eriol se volteó hacia ella. También había tratado de dormir sin poder conseguirlo. La mirada de Tomoyo esa noche le tenía preocupado.
-Esto no esta bien -se dijo a si mismo-. Esto no esta bien.
*********************
Dejaron el poblado indio al amanecer. Muchos de los habitantes de la aldea salieron a despedirlos entre ellos la niña que seguía Tomoyo. Su pie parecía estar mejor que nunca, al parecer Eriol había tenido razón.
Una vez más iniciaron la rutina de los días anteriores. Tomoyo parecía más acostumbrada a ella, y después de esos días de descanso esperaba resistir un poco más. Observó hacia delante viendo a Eriol abrir camino.
-¡Oye espera un momento!
-¿Qué pasa? -preguntó él mirando hacia atrás.
-¿Me dejarías hacerlo? -señalo el cuchillo con un dedo.
-¿Hacer que?
-Abrir paso con el cuchillo.
-Es pesado Tomoyo.
-Lo sé, pero quisiera intentarlo, y tu me puedes ir guiando ¿no?
Eriol pareció meditarlo un segundo.
-Adelante -y le tendió el cuchillo para que lo tomara.
-Gracias.
Al principio le costó mucho trabajo entender el modo para poder cortar las hojas de un tajo, como lo hacia él. Pero poco a poco lo consiguió, cosa que sorprendió a Eriol.
Tal como lo imagino Tomoyo el trabajo extra la ayudo a olvidar sus preocupaciones. Si se permitía pensar como lo había hecho el día anterior la angustia se apoderaría de ella y no quería que eso sucediera. Además por alguna extraña razón Eriol estaba más amable de lo acostumbrado y ya no había burla en su mirada cuando se dirigía a ella. Así que las cosas tal vez estaban mejorando entre ellos.
A pesar de hacerlo muy bien Tomoyo iba más despacio en comparación con Eriol, así que este dejaba que ella se adelantara un par de metros para después alcanzarla y corregir el rumbo si era necesario.
Ahora Eriol checaba la brújula una vez más para cerciorarse de la dirección, cuando escucho un ruido metálico. El cuchillo había dado con algo. Tomoyo daba otro golpe y se volvió a escuchar ese sonido, sorprendida la chica alargo la mano para apartar las hojas.
-¡Tomoyo! ¡NO! -gritó Eriol, pero ya era demasiado tarde, ella quitaba parte de la maleza para descubrir los restos de un avión y jalando más a la derecha hizo un desagradable descubrimiento.
El cráneo de un esqueleto colgaba fuera de la ventanilla de la cabina. Tomoyo gritó tirando el cuchillo, se llevo una mano a la boca y camino hacia atrás, casi se cae de espaldas pero Eriol que había corrido hacia ella la atrapo enseguida tropezara.
Tomoyo grito una vez más cuando sintió las manos de Eriol por detrás, el la sujeto con fuerza y la hizo volverse para abrazarla, con un brazo le rodeaba la cintura mientras con el otro le apoyaba la cabeza en su pecho. Tomoyo temblaba sin control en los brazos de Eriol.
-Shhh, tranquila, ya paso -decía esto mientras la mecía, intentando calmarla.
Después de unos minutos Tomoyo aún respiraba con dificultad pero estaba más tranquila. Intentó voltear de nuevo y ver el avión, pero Eriol se lo impidió. Se dio media vuelta y la llevo más atrás.
-Espérame aquí -ordenó Eriol mirándola a los ojos-. Regresaré en un momento -Tomoyo solo asintió y se sentó en una roca.
Mientras lo veía alejarse, todos los temores de Tomoyo salieron a flote y recordó las palabras de Eriol después de aterrizar:
“Bastantes aviones han caído en esta zona a lo largo de los años, y no todos han sido encontrados.”
El pánico se apoderaba de ella.
-Cálmate Tomoyo, por favor cálmate -se decía a si misma tratando de controlarse, una de sus piernas se movía incontrolable de arriba abajo.
Después de unos minutos que a Tomoyo le parecieron horas Eriol regreso; llevaba el cuchillo en una mano. Tomoyo lo miraba expectante. El se arrodilló en una pierna para hablarle.
-Ese avión lleva años aquí -su mirada era serena-. Parece que ese hombre murió en el impacto pero no había señales de que estuviera acompañado.
-Aja -fue todo lo que atino a decir Tomoyo, su pierna seguía moviéndose.
-Todo esta bien Tomoyo, a nosotros no nos pasará lo mismo -dijo suavemente mientras colocaba una mano en su pierna para detenerla.
-Si, y… yo lo sé -y aspiró profundo.
-Esta bien, sigamos -Eriol se levantó y le tendió la mano, ella la tomo con fuerza y entrelazó los dedos.
-Hice otro camino para darle la vuelta al avión, no es necesario que veas el espectáculo otra vez -explicó mientras caminaban.
Tomoyo solo pudo apretarle la mano en señal de agradecimiento. Eriol se detuvo y enterró el cuchillo en el suelo para después tomar el rostro de la chica con su mano.
-Lamento mucho que hayas pasado por esto -se miraron a los ojos por un momento hasta que Eriol rompió el contacto para tomar el cuchillo y seguir caminando.
Tomoyo no dijo mucho el resto de la mañana. Eriol solo se limitaba a observarla para captar cualquier señal en ella que pudiera preocuparlo. Pero nada paso. Cuando construyeron el refugió y se metieron en él ella no dijo mucho y fue la primera vez que no durmió estando dentro, se mantuvo callada viendo el agua caer.
Eriol iba sugerir que se quedaran ahí hasta el otro día, pero al ver la rapidez con la que Tomoyo salió del refugió y dar señales de estar lista para continuar, no se atrevió a hacerlo.
Cuando pararon para dormir Tomoyo se veía un poco ansiosa, pero cuando Eriol le preguntó si estaba bien ella aseguró que si. Poco después se fueron a dormir sin decir palabra.
*********************
Tomoyo corría de un lado a otro, todo estaba oscuro y no podía ver ni a un metro delante de ella. Las ramas se le enredaban en la ropa. No podía encontrarlo ¿Dónde esta?, ¿Dónde esta? Se repetía una y otra vez. Se estremeció ¡NO puedo encontrarlo!
-¡Eriol!
Algo lo despertó, de momento no supo que era, pero después notó que Tomoyo lo llamaba, estaba abrazada a él con mucha fuerza.
-¡Eriol!
-¿Qué? ¿Qué pasa? -entonces se dio cuenta, ella todavía estaba durmiendo.
-¡Eriol! -su voz sonó más angustiada.
Eriol se incorporó y la agarró por los hombros.
-¡Despierta! Vamos Tomoyo, estas soñando. ¡Despierta! -la sacudió con firmeza.
Tomoyo abrió los ojos, respiraba con dificultad.
-¿Qué…?
-Estabas soñando, tenías una pesadilla.
-¿A… ah si? -se llevó una mano a la frente.
Eriol jaló la mochila y saco la linterna para encenderla.
-No te encontraba ¡me habías dejado sola!
-Fue solo un mal sueño, vamos vuelve a dormir. Lo necesitamos, mañana será el último día -se estiró para tomar la linterna y apagarla, pero Tomoyo se le adelanto y la tomo.
-¿Cómo puedes estar tan seguro? ¿Qué pasa si ya no nos estuvieran buscando? ¿Qué haremos? ¡Dímelo!
-Todo estará bien preciosa, es demasiado pronto para pensar en que la búsqueda pudo haber terminado.
-Pero, ¿y si no nos encuentran? -preguntó poniéndose de pie y caminando de un lado a otro-. ¡Y si nunca salimos de aquí!
-Estas empezando a ponerte histérica.
Tomoyo se detuvo, pero la mano en la que sostenía la linterna temblaba haciendo que la luz que salía de ella se moviera oscilante.
-¡Claro! ¡Tienes razón! -lanzó una risa nerviosa-. ¡Pero que estúpida soy! ¡Mira que preocuparme ante la perspectiva de no salir de aquí nunca! -se sentó y lo miró tratando de contener el pánico-. Dime si existe la más ligera certeza de que mañana todo terminará.
El pareció dudar, había una extraña expresión en su cara.
-No le veo ningún sentido a preocuparse por algo que no sabemos que si va ocurrir o que tal vez nunca ocurra. Ahora vamos a dormir -se recostó de lado dándole la espalda, no quería seguir con esta discusión.
Tomoyo lo miró enojada, gran consuelo el que le había dado, miró la luz que proyectaba la lámpara, todo lo demás estaba tan oscuro como en su sueño. Cerró lo ojos con fuerza tratando de controlarse pero la pesadilla sacó a flote todos sus miedos y todos los pensamientos que tan duramente había tratado de evitar ese día. De repente se sintió muy cansada. Un sollozó escapó de su boca, se llevó una mano a esta pero había sido demasiado tarde, Eriol la había escuchado.
-¿Qué pasa ahora? -se quejó Eriol.
Su brusquedad la hizo sentir ganas de llorar, trato con todas sus fuerza de contener los sollozos pero las lágrimas escurrían ya por sus mejillas. Soltó la linterna y trató de levantarse para alejarse de ahí. Pero unas fuertes manos la agarraron y se encontró atrapada en sus brazos.
-Perdóname -murmuro él-. No me di cuenta, estás asustada ¿no es cierto? Todo va salir bien Tomoyo.
Era demasiado, podía enfrentarse a su censura pero no a su bondad y eso acabo con ella por completo.
Se apoyo contra él, tratando de contener el llanto consciente de una extraña sensación de seguridad y calor, así como de algo más inmediato. Eriol deslizó las manos por su cintura para acercarla más a él.
-No podía dejar de pensar en… -sollozó-. Quiero salir de aquí.
-Por supuesto que sí -convino el conciliador, pero al ver que los sollozos iban en aumento se preocupo-. Vamos Tomoyo. Esto no te hará ningún bien -dijo él pasando una mano por el cabello para apartárselo de la húmeda mejilla.
-¿Qué más da? Estoy aquí perdida en la selva con alguien que me odia -dijo ella llorosa, sus palabras estaban cargadas de amargura.
-Yo no te odio Tomoyo -confesó Eriol abrazándola más fuerte-. Me preocupo por ti, más de lo que debería, y ése es el problema.
Había en su voz un duro matiz de auto condena que hizo que Tomoyo levantara la cabeza. Apoyó la mano contra su pecho sintiendo el latido de su corazón.
-Tienes una forma curiosa de demostrar que te preocupas.
-Quizá es la única forma de controlar lo que esta ocurriendo entre nosotros.
El corazón de ella se aceleró. Sentía seca la boca, humedeció sus labios con la lengua.
-No… no entiendo -mintió Tomoyo, algo dentro de ella le decía que era verdad, pero necesitaba oírlo de él.
Él llevo una mano hasta su mejilla y le acarició el mentón con el pulgar.
-Me gustas Tomoyo, más de lo que estoy dispuesto a admitir.
Los ojos de ella se abrieron al máximo ante la revelación. Bajo la vista un momento y después lo miró de nuevo a los ojos.
-Tú… tú también… me gustas Eriol.
Permanecieron así varios segundos, sin moverse, luego Tomoyo sintió los dedos de él debajo de la bardilla. Sus labios ya no tenía esa expresión dura. No podía apartar la vista de ellos.
Él la contemplaba con el seño fruncido y Tomoyo creyó ver que por su rostro cruzaba una expresión de sorpresa que muy pronto fue remplazada por una de determinación. Antes de que ella supiera lo que quería hacer Eriol inclinó la cabeza y sus labios le rozaron la frente y descendieron hacia la nariz. Tomoyo abrió la boca para decir algo, pero él la cerró con un beso cálido y tierno.
Todas sus reservas y temores se desvanecieron en una oleada de inesperada dulzura. Sin saber ya lo que hacía, Tomoyo dejo escapar un leve sonido y alzó las manos para hundirlas en el cabello de él. De inmediato, los brazos de Eriol le rodearon la cintura y aunque no la estrechaba con fuerza, ella apenas podía respirar.
El beso se intensifico cuando Eriol sintió su respuesta y los labios que la había besado con suavidad se volvieron más exigentes. Eriol la recostó en el piso. Le beso el cuello mientras sus manos recorrían su espalda, siguiendo un camino descendente por la cintura, la cadera, las piernas y volver a subir otra vez. Después volvió a besar su boca.
Tomoyo gimió con desesperación mientras sacaba su camisa de los pantalones y metía las manos debajo de esta para acariciar su musculoso pecho. Desabrocho la camisa con desesperación para tener más libertad.
Repentinamente Eriol interrumpió el beso y dejo de acariciarla para capturar las manos de Tomoyo y apretarlas contra su pecho.
-No… no podemos -jadeaba Eriol-. No puedo Tomoyo, perdóname.
Una vez más la estaba rechazando y justo ahora que había abierto su corazón. Trató de liberar sus manos para apartarse de Eriol, pero él la abrazo por la cintura y apoyo su frente en la de ella.
-No entiendes -dijo cerrando los ojos con fuerza para hacer acopio de todo su control-. Si quiero, pero no puedo. No aquí, no en este momento.
-Pero… -Eriol la calló con un beso fugaz.
-Este no es el momento, ni el lugar -se incorporó para alcanzar la linterna y apagarla. Regresó junto a ella y la abrazo-. Ahora, duerme preciosa, mañana será un largo día.
Tomoyo no podía decir nada, tal vez él tenía razón. Pero ese beso tenía que haber significado algo para él, lo sabia, estaba recargada contra su pecho y podía escuchar el rápido latir de su corazón. Tendrían que esperar a regresar y ver que pasaba. Se abrazó con más fuerza a él para alejar sus temores y cuando sintió la misma respuesta se sintió feliz y pudo dormir plácidamente.
********************
Estaba amaneciendo, había sido una noche llena de emociones. Suspirando levemente Tomoyo se acurrucó contra él, descansando la cabeza en el hueco entre su cuello y su hombro, mientras cerraba los ojos para saborear las sensaciones que despertaba el hecho de tener así abrazado a Eriol. Ojalá pudiera hacerlo cada vez que quisiera. Hacerlo todo el tiempo. Tomoyo tenía una sonrisa en los labios.
-Me preguntó si esa sonrisa es por mi.
La única respuesta que recibió de Tomoyo fue otra sonrisa. El también sonreía y de una manera que hizo que su corazón se acelerara.
-Podría acostumbrarme a despertar contigo al lado Tomoyo. Sería muy fácil hacerlo.
Ella pensaba lo mismo. Entonces lentamente Eriol bajó la cabeza y cubrió su boca con un largo y tierno beso. Cuando termino Tomoyo lanzó un suspiro. Eriol tomó su mano para llevarla a sus labios y le dio un beso en la palma.
-¿Qué va ocurrir con nosotros Eriol? -preguntó con incertidumbre. Eriol alzó la vista al cabello de ella como para evitar su mirada.
-¿Quieres decir cuando nos rescaten?
Tomoyo asintió con la cabeza.
-Sugiero que esperemos a ver que ocurre Tomoyo. Hay… muchas cosas que tenemos que discutir -dijo con una voz carente de emoción.
-Es que yo… -Eriol la detuvo poniendo un dedo sobre sus labios.
-Déjalo preciosa. Es mejor esperar, no hagamos promesas antes de tiempo.
Se levantaron y después de recoger todas las cosas emprendieron el camino de lo que sería según había dicho Eriol, el último día.
********************
Tomoyo había esperado que la actitud de Eriol mejorara todavía más después de lo ocurrido el día anterior, pero pareció ser todo lo contrario. Como si algo lo molestara. Pero a pesar de eso Tomoyo se sentía tan feliz que decidió no darle importancia. No había nada que temer, Eriol estaba sorprendido como ella. De repente Tomoyo se dio cuenta de algo. Lo amaba, amaba a Eriol Hirawizawa con todo su ser. Sabía que aún le faltaba mucho por conocer de él, pero no importaba, lo que fuera ella lo aceptaría sin reservas. Se sentía más que feliz, sentía una especie de euforia hasta entonces desconocida para ella. Nunca se había enamorado antes. Ahora ya no estaba segura de querer que esto terminara pronto, tal vez un día más en la selva a solas con Eriol podría acabar con todas estas dudas que parecían interponerse entre ellos.
Por momentos Eriol se detenía para volverse a ver a Tomoyo, se veía muy pensativa, pero feliz. Él no podía explicarse lo que pasaba en su interior, sentía una especie de temor y felicidad que no podía precisar. No podía saber con exactitud lo que sentía por Tomoyo, pero anoche cuando la tuvo tan cerca de él y tan vulnerable no pudo contenerse. Sintió una gran necesidad de protegerla, de hacerla feliz. Pero afortunadamente se detuvo ¿se habría arrepentido? Él no, de eso estaba seguro, pero ¿y ella? ¿Qué pasaría cuando regresarán? ¿Qué pasaría cuando regresará a los brazos de su prometido? -ese pensamiento lo puso furioso- ¿Terminaría con él y regresaría a buscarme? Pero había algo más, algo en lo que él no quería ni pensar ¿Cómo reaccionará Tomoyo?
Tomoyo seguía tan inmersa en sus pensamientos que comenzó a quedarse atrás. Cuando apuro el paso para alcanzarlo Eriol estaba unos metros más adelante, se había detenido y la miraba con ojos brillante. Algo en esa mirada hizo que se detuviera. Eriol camino hacia ella con paso decidido.
-¿Qué? -preguntó Tomoyo con curiosidad.
Eriol tomo la cabeza de Tomoyo con las dos manos y ante su sorpresa, la besó. Se apartó casi de inmediato y la miro a los ojos con una expresión muy extraña.
-Esto no terminará aquí -anunció con determinación y se dio la vuelta para cortar gran parte del helecho con un golpe cruel de su cuchillo.
Tomoyo no sabía que pensar, avanzó torpemente detrás de Eriol y se detuvo sorprendida cuando se encontró en la orilla de un amplio claro. Descubrió un avión situado en el extremo opuesto; luego dirigió a Eriol una mirada de interrogación.
-¿Ése… ése es tu avión?
-Si.
-Pero ¡no comprendo! ¿Por qué hemos vuelto?
-Tu abuelo me contrato para que te llevará por la selva.
-¿Qué? -preguntó mientras el color desaparecía de su cara-. Eso no es posible ¿Quieres decir que no teníamos porque haber aterrizado? ¿Porque al avión no le pasaba nada? -empezó a sentir un gran temor por la respuesta que se avecinaba.
-Así es.
-Pero ¿Por qué? ¿Por qué ha hecho mi abuelo una cosa así?
-El tiene sus razones, pero estoy seguro que él mismo te las explicará.
-¿Y cuales son tus razones? ¿Por qué aceptaste hacer esto? -sintió que un dolor agudo en el pecho que pareció romperle el corazón.
-Te lo dije, me contrataron para hacer este trabajo.
-¿Te pagaron por hacer todo esto? ¿Todo fue parte del trabajo?
La cara de él se puso tensa. Tomoyo se preparó para lo que iba decir, para que con cada palabra su corazón se cayera a pedazos. Entonces sin decir nada, Eriol se dirigió al avión. Tomoyo no pudo reaccionar hasta que lo vio llegar al avión.
-¡Te odio Eriol Hiragizawa! ¡Nunca te perdonare esto! ¿Me escuchaste? ¡Maldita sea! ¿Me escuchaste? -su voz se quebró y el eco repetía su voz entre los árboles enfatizando el dolor que ella sentía.
Eriol Hiragizawa la había elevado al cielo, la dejo pensar que podía volar entre las nubes, para después dejarla caer sin misericordia. Tomoyo se agacho llevando las manos a su pecho.
-¿Porqué?, ¿porqué me hiciste esto abuelo? -sollozó Tomoyo de rodillas en el suelo.
Continuara…
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