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Excepción de responsabilidad de Maddie-san: No soy dueña de DBZ.

 

Amor Difícil

 Capítulo seis

Confrontación y la ley del silencio

 

 

Cuando Bulma cerró la puerta detrás de ella, dejó escapar un suspiro. Las últimas tres horas habían sido agotadoras, tanto física como mentalmente, no solo por lo que ocurrió entre ella y Vegeta, sino también estaba Milk. Gohan y Milk se quedaron por más de dos horas y almorzaron en la casa. Ambas permanecieron solas la mayor parte del tiempo, excepto cuando la comida estuvo lista. En ese momento, un Gohan golpeado y Vegeta aparecieron, pero solo Gohan comió con ellas, Vegeta se sirvió algo y desapareció rápidamente. Bulma, que no se sorprendió mucho por su reacción, aún seguía molesta por la forma en que su “interacción” había terminado.

Puesto que era evidente que se mantuvo evitando la cocina a causa de Milk, no pudo hablar con él en lo absoluto; ahora que la casa estaba vacía iría a charlar con él si lo consentía. Mientras caminaba por el pasillo, no dejaba de preguntarse qué empujó a Vegeta a pasar algún tiempo con Gohan. Parecía fuera de carácter para él. Podría haber dicho que era debido a Trunks, pero Vegeta ni siquiera había pasado dos días con su hijo, así que dudaba que el tiempo padre-hijo lo hubiera cambiado.

Su corazón empezó a latir con fuerza cuando comenzó a acercarse a su habitación. Estaba haciendo la loca suposición de que él se hallaba allí, ya que la cámara de gravedad no funcionaba en ese momento. Una vez que llegó a la puerta se dio cuenta de que estaba un tanto abierta, así que en lugar de llamar, entró. Inmediatamente notó a Vegeta tumbado en la cama mirando los canales de televisión, algo que rara vez lo había visto hacer. En el instante en que la vio entrar por el rabillo del ojo, ni siquiera volteó la cabeza.

—El mocoso está durmiendo.

Asumió que venía por Trunks. Por el tono de su voz, ella también podía de decir que él no se sentía demasiado contento, pero su humor no era tan malo como esperaba. ¿Quizás era porque consiguió liberar algo de su rabia más temprano cuándo entrenó con Gohan? En lugar de corregir su suposición, se sentó en el borde de la cama y concentró su atención en la televisión.

Al principio, él no pareció molestarse por ello y simplemente siguió viendo la pantalla mientras Bulma permanecía sentada en silencio. Abordar un tema con Vegeta siempre fue un asunto delicado y esta vez era peor. Acababa de suceder lo que había sucedido entre los dos y no intercambiaron muchas palabras. Ahora debían hablarlo y aunque ella no tenía inconvenientes, él sí. No quería dejar las cosas de esa manera. Su objetivo principal era hacer progresos, no retroceder.

—Vegeta, sobre lo que…

No tuvo la oportunidad de terminar la frase antes de que él la interrumpiera.

—Mujer, deberías estar trabajando en la cámara de gravedad, no perdiendo el tiempo.

Él sabía lo que ella quería hacer y, francamente, no había nada de qué hablar. ¿Estaba frustrado? Sí, pero no tenía nada que decir al respecto. Demonios, ni siquiera entendía cómo sucedió. Un segundo la levantaba y al siguiente estaba enterrado dentro de ella. Y, por supuesto, la arpía apareció. Así que ahora, él no solo no acabó, sino que también la mujer había perdido horas cuando ella podría haberse mantenido trabajando en la cámara de gravedad.

Bulma suspiró y lo intentó otra vez.

—Mira, todo…

Esta vez fue interrumpida por el llanto de Trunks. Vegeta cerró los ojos momentáneamente, se levantó de la cama y caminó en dirección a la puerta.

—Vuelve al trabajo. —Fueron sus únicas palabras mientras salía de la habitación para ir a ver qué estaba mal con Trunks ahora.

Aunque ya no la tenía cerca, pensaba en ella. Algo simplemente no se sentía bien sobre lo que ocurrió antes entre los dos. No negaba sus propias necesidades, pero no debió ser en ese momento, no así. Las cosas ya eran bastante complicadas y no sabía dónde estaba. Había muchas emociones dentro de él, lo cual no le gustaba nada.

Ella lo observó salir casi sin esperanzas. En realidad, no esperaba que las cosas fueran mucho mejor que esto, pero pensó que obtendría al menos una frase. Observó la puerta, su mirada seguía en el lugar en el que él estuvo. Si continuaba presionándolo no conseguiría nada. Quizás Vegeta tenía razón, lo mejor que podía hacer en esta situación era trabajar en la cámara de gravedad tal como lo había prometido.

Bulma se levantó con calma, imitó sus movimientos y abandonó la habitación. Su mente se distrajo mientras se dirigía hacia la cámara de gravedad y tan pronto como entró, el recuerdo la inundó. Una cosa podía decirse, Milk escogió un muy mal momento. Sacudiendo la cabeza, agarró sus herramientas y reanudó el trabajo en el panel de control. Conseguiría una escalera más adelante para la parte superior. Al parecer, no fue una buena idea usar a Vegeta.

Por un instante saboreó el pasado. A pesar de que no tenían mucho de una relación antes, le daba la impresión de que se habían acercado más. Vegeta no la alejaba tanto y estuvieron juntos unas cuantas veces. Cielos, incluso se halló allí en cierto modo para el nacimiento de Trunks. Ahora las cosas se sentían incómodas y parecía que él solo la dejaba entrar un poco para luego alejarla lo más que podía. Definitivamente era difícil de entender.

Con suerte, él pensaría las cosas a fondo y le permitiría hablar. Dejar todo así no era lo que quería, pero Vegeta era terco. Por desgracia para él, ella podía serlo aun más.

✺✺✺

Cuando Bulma salió de la cámara de gravedad, bostezó y estiró los brazos, luego al mirar su reloj, amplió los ojos un poco: era la una y cuatro de la madrugada. Tal vez por trabajar más de lo esperado perdió la noción del tiempo. Estuvo tan absorta en su propio mundo y como no había ninguna ventana en la cámara de gravedad, se le hizo difícil notar el paso de las horas.

Tenía la corazonada de que Vegeta seguía despierto y que no lograría descansar mucho durante la noche. No por Trunks, sino porque debía conservar mucha energía. Por lo general pasaba más de catorce horas al día en la cámara de gravedad; hoy, apenas había entrenado, lo que significaba que no estaba agotado.

Bulma tenía toda la intención de volver a detenerse en el dormitorio de Vegeta, pero primero iba a revisar a su pequeño. Apenas lo vio ese día y lo echaba de menos. En silencio, entró en la habitación sin encender la luz y se dirigió hacia la cuna. Una sonrisa apareció en su rostro cuando lo observó dormir tranquilamente, arropado a la perfección en su manta. Tal vez Vegeta sabía lo que hacía más de lo que ella pensaba.

Apartó sus pequeños flequillos púrpura, se agachó y beso su frente. Bulma se alegró cuando no se movió y después de una mirada de nostalgia salió asegurándose de no hacer ningún ruido. Su segundo objetivo era Vegeta, quien resultaría ser mucho más difícil.

Desde que él regresó, todos los pasos que habían dado desaparecieron. En el pasado ¿cuántas veces durmió en su cama?, ¿cuántas veces disfrutaron de una actividad regular juntos? Ahora se negaba a estar cerca de ella, pero tenía una teoría sobre el motivo: Vegeta le temía al compromiso. Si él se encariñaba, lo vería como una debilidad y eso era lo que más despreciaba.

Esto era lo que Bulma quería mostrarle: quería que él viera que no todas las debilidades eran malas y que debería permitir a algunas personas en su vida. Lo más probable era que fuera la primera persona en acercársele, e incluso a ella le quedaba un largo camino por recorrer. Un día él tendría que derribar la muralla que construyó a su alrededor, porque no se daría por vencida.

Sí, su situación con Vegeta parecía desesperada, pero lo amaba. No debido a que tenían un hijo, ya que esa no era una buena razón para estar con alguien. Quería estar con él porque podía ver quién era o quién podría ser. Vegeta escondía a alguien en su interior y deseaba sacar a esa persona.

Si bien necesitaba dormir un poco, decidió sacrificar unas horas. A último minuto, Bulma resolvió detenerse en su propia habitación para cambiarse antes de ir a la de él. Una vez que llegó comenzó a vagar por su armario tratando de encontrar algo, ¿se suponía que debía intentar seducirlo... o iría más casual?

Después de reflexionar sobre el tema por un tiempo, se conformó con un camisón de seda. Era de un color azul claro y se detenía a la mitad de sus muslos; no era demasiado revelador, pero mostraba la suficiente piel. Dios, ¿qué esperaba?, ¿una repetición de lo anterior? Parecía tan difícil saber cómo actuar con Vegeta, siempre la dejaba ansiosa. ¿Acaso eso era lo que le gustaba de él?

Una vez puesto el camisón, se calzó unas chinelas y se dirigió al vestíbulo. Esperaba ser mucho más exitosa en esta ocasión en comparación con su último intento. Pocos segundos después estaba frente a una puerta cerrada, sin pensarlo dos veces entró. No solo esta era su casa, sino que, ¿desde cuándo tocaba?, ¿qué era lo peor que podía ver? ¿su desnudez? Ya la vio antes. Oh, ella la había visto.

Suavemente abrió la puerta y encontró una habitación vacía. No tardó demasiado en darse cuenta de que la ducha estaba abierta. Por supuesto, debería haberlo sabido, el hombre sin duda tomaba como tres duchas al día. Ingresó más y se acostó en su cama.

Era probable que Vegeta ya supiera que estaba allí, así que al menos no se sorprendería. Subió una de las almohadas y la apoyó contra su espalda. Cuando agarró el control remoto para empezar a recorrer los canales, se alegró de haber instalado un televisor más grande.

Sin percatarse, sus pensamientos comenzaron a ir a la deriva y se preguntó cómo sería compartir una habitación con Vegeta. No resultaría muy malo teniendo en cuenta el hecho de que él apenas estaba allí y solo dormía unas pocas horas. ¿Elegirían su habitación o la de él? Obviamente prefería más la de ella, porque le había pertenecido toda la vida, pero concesiones podrían hacerse. De seguro él no le tenía mucho apego a las habitaciones, ya que cambió una cuando no pudo soportar el llanto de Trunks.

Salió de sus pensamientos cuando oyó el agua detenerse y advirtió que la mayor parte del tiempo que ella aparecía aquí, él estaba en la ducha. ¿Lo hacía para tratar de evitarla? Después de todo, podía sentir cuando ella venía, así que no era demasiado descabellado. Esperó con impaciencia mientras lo oía moverse en el cuarto de baño y sabía que se tomaba más tiempo de lo habitual.

Después de unos momentos más, salió sin siquiera dar un vistazo en su dirección. Como de costumbre, tenía una toalla demasiado pequeña envuelta alrededor de su cintura que mostraba bastante de su cuerpo mojado. Vegeta podía sentir sus ojos en él, pero la ignoró. Sacó un short negro y se lo puso. Había tomado una “larga ducha fría” y su presencia en el cuarto era lo último que necesitaba. Acababa de arreglárselas para enfriar su frustración y no deseaba que la encendiera de nuevo.

Se dirigió hacia la cama y fue entonces cuando la miró. Su cabello azul caía en cascada sobre la almohada mientras lo miraba con los labios entreabiertos. Era obvio que ella había planeado su indumentaria porque llevaba puesta ropa ajustada. Luego apartó la vista y se acostó a su lado.

—¿Qué quieres, mujer?

Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Bulma antes de cruzar los brazos delante de su pecho creando un corte más grande justo en la línea de visión de Vegeta.

—Estoy aquí para molestarte.

Era algo cierto; cada vez que estaba a su alrededor, su ira parecía aumentar y por lo general él no quería tener una conversación. Todo lo que ella buscaba con esta interacción era arrastrarse bajo su piel. En este momento la pregunta era ¿la ignoraría o deseaba jugar? Eso dependía de si todavía seguía enojado por los acontecimientos de la mañana, aunque, ¡apenas podía culparla por la interrupción de Milk! La invitó, pero no esperaba que los encontraran en una situación tan comprometedora.

—Tienes cosas mejores que hacer con tu tiempo.

Ya había pasado un día entero sin un buen entrenamiento y estaba claramente molesto. El último día lo sintió como una pérdida de tiempo, ya que cuidó de dos mocosos. Por fortuna para él, su hijo estuvo bastante tranquilo, sin duda porque sintió su ki perturbado. El desove de Kakaroto, sin embargo, no fue demasiado malo. Vegeta esperaba algo mejor, aunque él no se dio por vencido incluso cuando lo molió a golpes.

A diferencia de su padre, el muchacho tenía un cerebro y lo demostraba con sus habilidades de batalla. El único problema era que no se le había dado el entrenamiento adecuado, eso desperdiciaba la mayoría de sus habilidades. Tenía potencial, pero la arpía lo arruinaba. A pesar de todo, valió la pena solo por ver la cara de Milk cuando vio a Gohan.

—No te preocupes, me puse al día con el trabajo de la cámara de gravedad, podría tenerla lista antes de mañana por la noche —dijo Bulma mientras bajaba los brazos y volvía la cabeza ligeramente para mirarlo. Ella trataba de encontrar una manera de plantear el tema, pero no tenía ni idea de cómo empezar…

Bulma se decidió por algo que podría captar su atención.

—¿Lo lamentas?

El pensamiento le había dado vueltas en la mente durante un tiempo. Sí, por lo general él estaba molesto cuando tenían relaciones sexuales, a pesar de eso, esta vez parecía diferente. Aunque con él, era difícil saberlo y cuanto más tiempo pasaba, más confundida terminaba. Vegeta podía ser tan fácil de leer a veces mientras que otras, como ahora, la hería su reacción porque no tenía sentido. Una cosa era que pelearan y otra que simplemente la ignorara y tratara de deshacerse de ella. ¿Tal vez interpretaba demasiado?

Vegeta ladeó la cabeza un poco y suspiró. Sabía porqué vino, pero no quería tener esta conversación. Lo que había sucedido, sucedió, y él había hecho lo que había hecho. Si no expresó arrepentimientos cuando ella estuvo embarazada, ¿por qué lo haría ahora? Vegeta solo creía que no fue la mejor idea. Esta situación era bastante complicada y no sabía qué hacer. Ya le había llevado meses decidir que se quedaría para entrenar a su hijo. No estaba listo para lidiar con algo así ahora.

Volvió la cabeza y la miró directamente a los ojos.

—No.

Bulma asintió antes de apartar la mirada. Por lo menos eso arreglaba algunas cosas; si no fuera en serio, no lo diría. Después de todo, a Vegeta no le importaba si hería sus sentimientos o no. Suavemente se dejó deslizar hasta que estuvo acostada en la cama y alzó la vista hacia el techo. Esto hizo que se levantara un poco su camisón, lo que casi mostró su ropa interior. Desde el punto de vista de Bulma, veía la toalla de Vegeta y fue en ese momento que recordó que solo llevaba eso.

Sintió que el calor le subía al rostro y a toda prisa miró a otro lado, como si temiera ser atrapada. Desafortunadamente para ella, Vegeta ya había detectado el cambio en su aroma. Su atención permanecía en ella mientras que ella se negaba a ver en su dirección. Él sabía a donde conducía todo esto y decidió ponerle fin.

—Mujer, ve a tu habitación.

Bulma juntó los labios y se sentó de nuevo en la cama.

—No.

Quizás esta vez era su turno de ser la obstinada. No quería empujar a Vegeta y deseaba tomarse su tiempo con esto, pero estaba cansada de que él siempre la alejara. Tal vez tenía que sacudirlo un poco para lograr algo.

—Me quedaré.

—Mujer —le advirtió con un tono extremadamente bajo.

Ella se movió, se acercó a él y se puso de rodillas. Si quería ser un saiyayín obstinado, entonces ella sería una mujer obstinada.

—¿Cuál es tu problema? —Había trascurrido bastante tiempo desde su última gran confrontación, era probable que demasiada ira se acumulara—. Quiero decir, no tuviste problemas conmigo hace poco, pero ahora sí, ¿qué pasa, Vegeta?, ¿tienes miedo de sentir alguna puta cosa? —Él no respondió, ella retrocedió un poco y se sentó—. Eso es todo, ¿no? Le temes a los sentimientos.

Bulma miró fijamente a sus fríos ojos ónix.

—¿Quieres saber por qué? —Hizo una pausa durante un segundo, aguardó a ver si decía algo, pero no lo hizo—. Porque no puedes controlarlos. —La expresión de Vegeta permaneció sin cambios—. Los sentimientos son una debilidad porque no puedes controlarlos, pueden dominarte o cambiar tu juicio; serías capaz de preocuparte por alguien y entonces tratarías de protegerlos. —Bulma no pudo detenerse y como él no hacía nada para interrumpirla, siguió—. Y si tienes a alguien a quien proteger, en ese momento, de repente, no se trataría todo sobre ti; por una vez, sería sobre otra persona y Kamisama sabe que no soportarías eso.

Su propia ira se estaba levantando y no dejaba de preguntarse por qué él se negaba a decir nada. Simplemente la miraba con sus fríos ojos sin emoción.

—No siempre debe ser sobre ti. No puedes estar solo por siempre, Vegeta. —Esta vez su voz se había suavizado un poco.

Bulma respiró hondo y se alejó de él algo más. Como no mostró ninguna emoción durante todo el tiempo, estaba un poco asustada con la reacción que tendría ante sus palabras. Vegeta era bastante impredecible a veces. Ella se lamió los labios mientras observaba su figura esperando a que él hiciera algún tipo de movimiento. Entonces sucedió, en un santiamén se movió, ella sintió que la agarraba de las muñecas y antes de que pudiera hacer cualquier cosa, él la puso de espaldas contra la cama.

El pecho de Bulma subía y bajaba muy rápido, sus labios se separaron en un leve jadeo. Él la tenía clavaba con los brazos por encima de la cabeza y su robusto cuerpo cubría su diminuta figura. Ella podía ver la furia que brillaba en sus ojos y tragó saliva. Tenía una mirada sanguinaria; por primera vez, estuvo un poco asustada de él. Vegeta acercó su rostro al de ella, sus labios casi se tocaban. A veces, Bulma sabía cómo cruzar el límite.

—No tienes ni idea de lo que estás hablando, mujer. —Él la miró fijamente—. Crees que lo sabes todo porque lo has tenido fácil con tu vida. ¿Has visto a tu planeta volar en pedazos? ¿Has visto a tu madre ser asesinada por tu padre ante tus propios ojos? —Al mismo tiempo que hablaba, la sacudió un poco haciendo que su corazón golpeara su pecho—. No hables de lo que no sabes, no has vivido ni la mitad de la mierda que yo.

La retuvo por las muñecas un poco más, luego las soltó y la sangre regresó a sus manos. Bulma se congeló en esa posición mientras oía que Vegeta salía de la habitación cerrando la puerta detrás de él. Sin darse cuenta, ella empezó a llorar. Las lágrimas rodaban por sus mejillas no por miedo ni por dolor, sino por frustración y tal vez lloraba las lágrimas que él nunca derramaría. Ella estaba consciente de que no sabía nada acerca de su pasado o de lo que fue crecer con Frízer y a pesar de eso…

Solo deseaba mostrarle que las cosas eran diferentes ahora. El pasado no podía ser borrado, pero no tenía que seguir siendo esa persona más y no necesitaba actuar como un hombre duro todo el tiempo. Aunque esperaba una reacción de él, esta no era la que había querido. Se imaginaba que estaba enojado con ella, más no herido. Sí, sin duda él tuvo un ataque de rabia en este momento, pero ella no había perdido el flash de dolor en sus ojos.

A menudo se escondía detrás de su ira y su dolor era la única cosa que siempre intentaba no dejar que la gente viera. Era Vegeta, se suponía que no tenía sentimientos y que nada le provocaba sufrimiento en el corazón. Ella estaba segura de que no era así. Lentamente se movió y se sentó en el borde de la cama con el corazón cargado de tormentos. Frotó con suavidad una de las muñecas que conservaba marcas rojas, pero no era tan malo; se irían al día siguiente. Bulma sabía que debía encontrarlo, aunque eso probablemente era empujar su suerte.

Hoy parecía ser un horrible día porque lo único que consiguió fue que él se alejara más y más.

Se apresuró a entrar en el vestíbulo y echó un rápido vistazo a su alrededor tratando de ver si lograba ubicarlo. A diferencia de Vegeta, no podía sentirlo, ya que no contaba con la habilidad de captar el ki. Tendría que hacerlo a la antigua manera humana. No debía estar en la cámara de gravedad porque no estaba operativa, así que decidió comenzar con la cocina. Cuando entró allí, se sintió decepcionada al descubrir que se encontraba vacía. ¿Quizá había ido al patio? Después de todo lo pilló volando afuera una vez. Tal vez ni siquiera estaba dentro o alrededor de la casa.

Ella corrió en dirección a la puerta más cercana, al abrirla, el aire frío envió escalofríos a su piel expuesta. Era difícil ver en la oscuridad, a pesar de eso, se atrevió a aventurarse más.

—¿Vegeta? —preguntó ella casi en un susurro como si tuviera miedo de que la viera, aun cuando intentaba ubicarlo.

Las lágrimas seguían escapando de sus ojos y sus mejillas quedaron húmedas. El suelo se sentía frío bajo sus pies descalzos y cuanto más avanzaba, más sus esperanzas decaían. Estaba a punto de darse la vuelta cuando notó una figura sentada entre las sombras y su corazón saltó un latido. Bulma se atrevió a acercarse más dando pequeños pasos a lo que supuso era Vegeta. Casi esperaba que saltara hacia ella, pero no hizo nada y pareció ignorar su presencia.

Cuando llegó a él, se sentó detrás suyo con los ojos fijos en su espalda. No podía encontrar las palabras correctas para expresar lo que quería decir y dudaba que estas bastaran. Sin pensarlo dos veces se arrojó al peligro, lo abrazó y presionó el pecho firmemente contra él. No paraba de llorar, las lágrimas le mancharon la espalda y sus suaves labios se apretaron contra la piel cicatrizada. Ninguno de los dos pronunció ni una palabra y él no se alejó de ella ni la apartó.

Bulma abrió la boca, estaba a punto de decir algo, pero rápidamente la cerró. Cualquier cosa que dijera arruinaría esto, así que decidió permanecer en silencio. Aunque no veía el rostro de Vegeta, era capaz de oír los latidos de su corazón incrementarse cada vez más y se preguntó el porqué. Mientras Bulma se aferraba a él, Vegeta cerró los ojos. Estaba empezando a creer que ella no entendía la palabra renunciar o probablemente no podía. No importaba lo que hiciera o dijera, de alguna manera, ella siempre regresaba como si nunca hubiera intentado alejarla.

Luego abrió los ojos, miró sus muñecas y vio las marcas rojas que causó. Su ira se inflamó, pero no quiso hacerlo. Si bien intentó provocarlo de manera verbal y no se rindió, era físicamente tan indefensa que podría destrozarle la cabeza con un dedo. A pesar de que lograba enfurecerlo mucho, nunca levantó una mano contra ella y eso no iba a cambiar. Bulma había tenido un desempeño en esto, a veces debía detenerse antes de llevar las cosas demasiado lejos.

Vegeta no necesitaba que le dijera lo que pensaba que estaba mal con él o si tenía miedo. Ella no sabía lo que era el miedo real, lo que era tener tu propia vida pendiendo de un hilo. Siempre contó con un montón de personas para protegerla y nunca debió luchar por sobrevivir. Su planeta estaba bien, así como su pueblo. Era tan fácil señalar con el dedo a alguien cuando nada está mal con lo que tienes. Sin embargo, a menudo ella lo hacía.

Sabía que esperaba algo de él, que quería que algo sucediera.

Vegeta ya había dado más de lo que podía. Él le permitió estar a su alrededor, se dejó tomar por placer y se quedó en la Tierra donde estaba su hijo. Esto era mucho más de lo que habría hecho hace tres años. Tal vez tenía esta imagen en su cabeza en que se suponía que debía actuar como ese idiota de Kakaroto, pero nunca sería así. Ni siquiera sería como el estúpido con el que solía estar. Era un saiyayín despiadado y no cambiaría su naturaleza.

Por el momento, no era capaz de saber lo que quería ni si ella encajaba con eso. Todo lo que sabía era que él estaba aquí, que ella estaba aquí y que tenían un hijo. No debía esperarse nada más y no quería más, al menos no ahora. Esto se situaba más allá de lo que pretendía tratar en el presente. Él no nació para ser un padre ni un esposo o un compañero, o cualquier otro término. Los saiyayíns se apareaban por el bien de la reproducción, por el poder. No había amor ni sentimientos. La mayoría de ellos ni siquiera criaron a sus propios hijos, sobre todo porque siempre permanecían lejos del planeta luchando.

Simplemente no eran las habilidades en las que se enfocaban.

Estaba empezando desde cero.

✺✺✺

Bulma se frotó los hombros adoloridos mientras se sentaba en el piso de la cámara de gravedad. Habían pasado toda la noche afuera en silencio. Ella no quiso hablar, a menos que él dijera algo, pero ninguna palabra escapó de sus labios. Se quedó abrazándolo todo el tiempo y se alegró de que no la hubiera apartado. Quizás fueron las cuatro horas más largas de toda su vida. Vegeta había sido el primero en marcharse. Lentamente se quitó sus brazos, se levantó y caminó de regreso a la casa.

Ella permaneció allí un rato más, observó el pleno sol ascender y partió. Esta vez, Bulma no lo buscó, solo fue directo a la cámara de gravedad, a terminar las mejoras. No tenía planes de irse hasta que estuviera terminada. ¿Lo hacía debido a se sentía mal por la noche anterior? Quizás. Sin embargo, quería hacerlo lo más rápido posible, no estaba segura de cómo se sentiría Vegeta al tratar con Trunks durante el día.

Aunque quedó completamente agotada por la falta de sueño y empezaba a sentir hambre, comenzó a trabajar después de asegurarse de que la puerta estuviera cerrada. Había restaurado la suficiente energía para que la cámara de gravedad pudiera cerrarse con seguro desde el interior. Trabajaría mucho mejor sin interrupciones y de esa manera nadie entraría. Su madre era la única que vendría a chequearla. No esperaba una visita de Vegeta.

Sus ojos estaban rojos y le ardían, probablemente porque había llorado una gran parte de la noche. Se los frotó con suavidad y solo aumentó el dolor. A Bulma le resultaba difícil concentrarse, su mente seguía divagando. Tiró la llave inglesa contra el suelo y se puso de pie. Tal vez se tomaría unos minutos de descanso para servirse un café. Había sobrevivido gracias a este por un par de días antes y estaba convencida de que todavía podía hacerlo.

Presionó el botón amarillo, salió y miró alrededor para asegurarse de que el pasillo estuviera vacío. Se apresuró a ir a la cocina cuidando de no encontrarse con nadie. Desafortunadamente para ella, cuando llegó, Vegeta y Trunks estaban allí. Tan pronto como puso un pie dentro, sus ojos se posaron en ella. Bulma se sintió incómoda y su corazón comenzó a latir como loco, no podía apartar la vista de él. Tampoco ayudó que Vegeta se negara a dejar de mirarla.

Después de unos instantes, se las arregló para volver el rostro a un lado y observó a Trunks que lucía molesto. Al niño se le veían los ojos estancados de lágrimas, pero parecía que se negaba a dejarlas correr y llorar. En el fondo, le daba la sensación de que se debía en algo a que su padre estuviera tan cerca. Bulma volvió a levantar la vista y pudo ver que Vegeta seguía mirándola. Le tomó unos segundos más apartar el rostro, le parecía que él tenía una fachada puesta y era difícil definir cómo se sentía en este momento.

La conmocionó de una manera increíble cuando habló.

—No come nada de esto —dijo sin mirarla.

Los ojos de Bulma se dirigieron a la comida en la mesa, después asintió con suavidad. Se dio la vuelta y se acercó a la nevera de donde sacó una botella llena de leche, luego procedió a calentarla en el microondas. Mientras esperaba a que el temporizador timbrara, se mantuvo de espaldas a Vegeta. Ella sabía que podría percibir lo nerviosa que estaba y encontró algo injusto que siempre pudiera conocer lo que sentía cuando para ella era tan difícil.

Una vez que terminó, sacó la botella, la probó en su muñeca todavía algo roja y caminó hacia ellos. Le entregó la botella a Trunks, que feliz la agarró, antes de darse cuenta de lo cerca que estaba de Vegeta.

—A veces es un poco quisquilloso por las mañanas y lo único que toma es leche caliente.

Ella alzó algo la cabeza y vio a Vegeta observar cómo su hijo bebía. Luego él volvió su atención hacia Bulma y asintió ligeramente. Permanecieron en esa posición por un rato, después ella decidió alejarse. Al hacerlo, reparó que algo rozaba con gentileza su muñeca dañada. Por un instante Bulma se congeló, eran los dedos de Vegeta. La acción había sido tan inesperada y tan impropia de él, que no supo qué hacer.

Sentía como si su corazón dejara de latir. Y entonces, tan rápido como comenzó, se detuvo. Notó sus dedos alejarse y ella dejó caer el brazo a un lado. Bulma parpadeó por unos segundos, luego soltó el aliento que estuvo conteniendo sin advertirlo. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios antes de alejarse de los dos hombres de su vida. Mientras regresaba a la cámara de gravedad, sin siquiera percatarse de que no se había tomado el café, su mente se concentró en el pequeño gesto.

Era algo que nunca hubiera esperado que él haga, pero lo hizo. ¿Se sentía mal por sus muñecas? Porque honestamente, ella ni siquiera se preocupaba de eso. Nunca pensó que en realidad deseara hacerle daño. Alguien como Vegeta tenía mucha fuerza y a veces, esta era difícil de controlar; imaginaba que no siempre se daba cuenta de lo fácil que se podía lastimar a un humano. Si de verdad hubiera querido hacerle daño, tendría una marca real y cicatrices. Esto no era nada. Su fuerza escapó de su control por un segundo y ella no pensó al respecto.

Sin embargo, era agradable saber que le pasó por la mente que la había herido. No solo le mostraba un lado diferente de él, sino que le indicaba que la cuidaba mucho más de lo que aparentaba. También le enseñó otra lección.

Vegeta no era alguien que pudiera ser descifrado.