Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Amor difícil ❯ Chico malo ( Chapter 7 )

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Amor difícil

Capítulo siete

 Chico malo

 

 

El sol había desaparecido del horizonte, sin embargo, Bulma todavía no terminaba las nuevas mejoras de la cámara de gravedad. Le dijo a Vegeta la noche anterior que finalizaría el día de hoy, pero las cosas no salieron así. Culpaba de todo al hecho de que no hubiera dormido absolutamente nada y aunque llevaba bebidos unos quince cafés, su mente no podía concentrarse en la tarea delante de ella. Después de su encuentro anterior con Vegeta, apenas dejó la cámara y no lo había vuelto a ver. Ahora se daba cuenta de que casi temía irse sin completarla.

No era que la inquietase su ira o su reacción, ya que estaba acostumbrada a su temperamento. Quizás se debía a que en verdad se sentía mal. Bulma sabía que era una mujer obstinada y a veces simplemente seguía empujando y empujando sin detenerse jamás. A menudo olvidaba que Vegeta no era como el resto de ellos y que su límite podía ser alcanzado con facilidad. Lo que sea que pensabas que habías descubierto de él, al día siguiente ya no existía. Él mostraba diferentes facetas y parecía ser una persona completamente diferente a veces. Anoche le mostró otra parte de sí mismo.

Lo empujó hasta el punto de ver dolor en sus ojos de ónix. Vegeta no era alguien que exteriorizara muchas emociones, pero no fue capaz de ocultar eso. A medida que avanzaba el día, no podía dejar de analizar lo que sucedió y como resultado se había dado cuenta de muchas cosas. Esto no era Vegeta: alguien que encajara con la descripción de padre o esposo, aunque estaba presente. Solo empezaba a entender cuánto lo aplastaba asumir un papel para el que nunca se le destinó.

El Vegeta que llegó a la Tierra por primera vez hace años no habría desperdiciado su tiempo en ella ni en este planeta; él mató fácilmente a su único aliado, uno de los últimos saiyayíns restantes, en un parpadeo. Aunque ocurrió de forma gradual y lo más probable era que no lo admitiría, cambió a paso lento. No era perfecto, sin embargo, realizaba un enorme esfuerzo por salir de su zona de confort para, con suerte, hacer lo correcto. Era inusual en él, pero también era una prueba de que Vegeta podía ser otro.

Bulma suspiró con fuerza cuando se permitió sentarse en el suelo y luego dejó caer sus herramientas. Ahora tenía que averiguar si iba a pasar otra noche despierta o se concedería un poco de sueño. Quizás si solo durmiera un par de horas y después volviera a trabajar, sería más productiva. Sí, dormiría unas cuantas horas y se despertaría alrededor de la una de la madrugada, eso le daría el tiempo suficiente para terminar antes del entrenamiento matutino de Vegeta. Sonrió para sí misma y se esforzó por levantarse.

Cerró la puerta de la cámara de gravedad detrás de ella e hizo su camino por el pasillo. Antes de permitirse un poco de descanso, quería visitar a su pequeño. Apenas vio a Trunks hoy y lo echaba mucho de menos.

Llegó a su habitación en silencio, abrió la puerta asegurándose de no hacer ningún ruido al entrar, las luces se encontraban apagadas y Trunks dormía profundamente metido entre sus mantas. Una sonrisa apareció en su rostro mientras se dirigía a la cuna. Bulma lo observó dormir, tenía el mentón apoyado en la palma de su mano.

Trunks frunció el ceño y eso le recordó tanto a Vegeta. En realidad, mucho de su pequeño parecía recordarle al Príncipe de los Saiyayíns. Solo podía esperar que no creciera tan obstinado como su padre. Ella extendió la mano, arregló su manta y salió de la habitación. Sabía que podía ser sensible al ki y no quería que su presencia lo despertara. Por lo general, él estaba con ella todo el día y ahora que pasaba su tiempo con Vegeta, pensó que probablemente la extrañaba y si sentía su aura podría despertar.

Cuando salió de la habitación, se encontró deseando visitar otra, la de Vegeta. Podía recordar muy bien lo que pasó la última vez que entró allí y estaba bastante segura de que necesitaba un descanso de ella. Aun así, Bulma lanzó una mirada por el pasillo y sus ojos se detuvieron en su puerta. Suspiró antes de volverse para ir directo a su propia habitación. Se daría una agradable y larga ducha, trataría de olvidarse de todo e intentaría tomar un merecido descanso. Tenía que dejar de trabajar hasta el agotamiento.

Bulma entró en su dormitorio con los párpados pesados. Ahora que su cerebro se enfocaba —o trataba de enfocarse en cualquier cosa— percibió los efectos secundarios de todo el café y fue como si su cuerpo se estuviera desmenuzando poco a poco. Cerró los ojos mientras se levantaba la blusa por encima de la cabeza preparándose para entrar en la ducha. Cuando lanzó la blusa sobre la cama, algo atrajo su mirada. Levantó ligeramente la cabeza y vio a Vegeta mirándola, apoyado contra la pared. Sintió que su aliento quedaba atrapado en su garganta.

Sus miradas se cruzaron, sin embargo, él no se movió de su posición. Sus ojos ni siquiera bajaron hasta la piel expuesta. De repente, Bulma se permitió respirar, pero no supo qué decir. Muchas preguntas llenaban su mente: ¿qué hacía en su habitación?, ¿la había estado esperando?, ¿por qué? Caminó lentamente en su dirección, el corazón le latía como un tambor dentro del pecho. Cuando estuvo a unos pasos de él, se detuvo, los ojos de Vegeta la quemaban por dentro. Ella sentía que si él no decía —o hacía— algo pronto, su silencio la volvería loca.

—Vegeta —susurró con timidez rompiendo el silencio.

Finalmente, él apartó la mirada y cruzó los brazos. Vegeta sabía lo que ella quería preguntar, pero la verdad era que no tenía una respuesta. No estaba seguro de lo que hacía en su dormitorio. Después de poner a su hijo en la cama, no pudo evitarlo cuando la vio en su puerta mientras los recuerdos de la noche anterior le inundaban la mente. Antes de darse cuenta, empezó a dirigirse a la habitación de Bulma y desde entonces estuvo esperándola mirando por la ventana. ¿Por qué vino aquí?

Bueno, al menos había algo que podía explicar lo que quería.

Tantas cosas se dejaron de decir.

No deseaba que ella se hiciera ilusiones.

Vegeta volvió la cabeza y observó fijamente el cielo sin estrellas, sus facciones se mostraban duras.

—No sé lo que quiero, mujer.

Bulma asintió, sus palabras tenían sentido para ella.

Lo que pasó entre los dos, pasó, pero no representaba nada nuevo. Él ya había escogido quedarse y era a donde decidió llegar hasta el momento. Cuidadosamente, ella se acercó a la ventana y presionó las palmas contra el frío cristal. La oscuridad de la noche era lo único que podía ver y, aun así, siguió mirando. ¿Cuáles eran las palabras correctas a usar?, ¿qué debía responder? Decir que estaba dispuesta a esperarlo sonaba desesperada y decir que no podía importarle menos era mentir.

Sin Vegeta en su vida, no sería lo mismo. Sí, ella era fuerte, podía sobrevivir, pero la soledad resultaría difícil de soportar. Había salido con Yamcha por un tiempo y siempre fue capaz de visualizar su vida sin él, probablemente porque estaban terminando todo el tiempo, en cambio Vegeta... le dejó una impresión tan fuerte que era difícil imaginar que no estuviera allí de nuevo. Tenía la intención de quedarse porque su hijo vivía en la Tierra, pero tal vez ellos nunca serían más que compañeros de cuarto o amantes casuales.

Bulma lo quería en su vida, por lo tanto tomaría cualquier cosa que él le diera...

Había aprendido a estar sola y aun así su presencia creció en ella. Quizás Vegeta nunca sentiría lo que ella sentía por él, pero mientras permaneciera aquí, estaría bien con eso. Vegeta era muchas cosas menos su amigo. Nada de lo que compartían podría ser etiquetado como una amistad y lo aceptaba tal cual. Ella disfrutaba de sus momentos juntos, ya fuera el sexo, interacciones ocasionales o peleas.

Mientras las palabras que él dijo resonaban en su mente, Bulma decidió tomarlo como la verdad esta vez; no alimentaría sus propias esperanzas. Sea lo que sea que cruzara por su camino, lo recibiría, pero si él no quería esto, entonces no lo necesitaba en su vida. Vegeta no podía ser descifrado ni entendido, por lo menos no todavía. Un día, cuando tomara una decisión, estaría allí esperando a ver lo que deseaba; hasta entonces, ella sería Bulma y viviría su vida como si esta situación fuera normal.

—Lo sé —respondió al fin sin apartar la mirada de la ventana.

Vegeta no mostró ningún tipo de reacción y después de unos segundos, comenzó a salir. Cuando pasó junto a ella, él sintió que sus dedos le rozaban la mano, pero nunca dejó de avanzar. Bulma sonrió para sí misma cuando oyó que se cerraba la puerta y en el momento que estuvo segura de que se había ido, se dio la vuelta, apoyó la espalda contra la ventana y un suspiro escapó de sus labios. Extrañamente, después de todo lo que pasó, estaba contenta.

Desconocido para ella, Vegeta todavía tenía la mano en la empuñadura de la puerta. Le tomó unos segundos antes de que finalmente la soltara y cuando lo hizo, cerró los ojos durante un breve tiempo. Estaba acostumbrado a la vida que fue trazada para él, pero aquí, ahora, no sabía qué hacer. Era libre de tomar sus propias decisiones y eso no lo hacía más sencillo.

Todo era complicado.

✺✺✺

Bulma había concluido, se despertó a la una de la madrugada y desde entonces, se mantuvo trabajando para terminar de reparar la cámara de gravedad. Finalmente, después de unas cinco horas, se hallaba lista. Todavía no la probaba, pero nunca dudó de su genio y confiaba en que funcionaría a la perfección. Se limpió las manos con un paño azul y retrocedió para admirar su obra. Sus ojos estaban un poco adoloridos por la falta de sueño, aun así, había valido la pena. Suspiró satisfecha, agarró su bolsa de herramientas e hizo el camino hacia la habitación de Vegeta. Abrigaba la esperanza de que estuviera allí, ya que seguía siendo temprano y ella sabía que Trunks todavía dormía.

Cuando llegó a la habitación, llamó a su puerta. Se alejó un poco y esperó a que él contestara, lo cual, después de unos segundos hizo. Incluso él parecía un poco sorprendido de que ella no se hubiera metido como solía hacerlo.

—Quedas relevado de tu deber —anunció Bulma orgullosa con una sonrisa de satisfacción en su rostro cansado—. Terminé la cámara de gravedad.

La expresión de Vegeta permaneció sin cambios mientras contemplaba su apariencia. Llevaba una blusa de color rosado con la palabra Bulma escrita en blanco y un pantalón corto de mezclilla. Había grasa en su mejilla izquierda y se podía decir por sus ojos que sufría de falta de sueño. Sin decir una palabra, pasó junto a ella y se dirigió hacia la cámara de gravedad. Bulma observó en silencio como él caminaba por el pasillo, entraba y cerraba la puerta por detrás. Cuando oyó que la cámara de gravedad se encendía, no pudo evitar la pequeña sonrisa que apareció en sus labios. Este era el Vegeta que conocía.

Sin pensarlo más, se dirigió a su habitación donde tomaría un baño y se desharía de todo el sudor y la grasa de su cuerpo. No tardó demasiado en llegar y esperaba que Trunks durmiera lo suficiente como para que ella se duchara. No queriendo desperdiciar un segundo, se apresuró a quitarse la ropa y saltó a la ducha, prácticamente suspiró de alivio cuando sintió el agua caliente en su piel. Conforme se relajaba, su mente se llenó de pensamientos.

Lo positivo de Vegeta era que no importaba cómo fueran las cosas, el comportamiento de ni uno tenía que cambiar. No necesitaba revisar el modo en que actuaba a su alrededor ni cómo hablaba y lo mismo se aplicaba para él. Tal vez era lo bueno de dejar que las cosas pasaran en lugar de forzarlas. Mientras Bulma procedía a lavar su cabello corto y azul, no pudo evitar recordar lo que se sentía tener una liberación después de tanto tiempo. Había sido inesperado, pero lo disfrutó. Era cierto que no resultó como esperaba, sobre todo por la llegada de Milk, sin embargo, eso apenas importaba.

Unos minutos más tarde terminó con su ducha, se puso su ropa y envolvió una toalla alrededor de su cabeza. Cuando estaba a punto de acostarse, Trunks empezó a gritar haciéndole saber que una siesta estaba fuera de lugar. Con una sonrisa en el rostro se dirigió a su habitación, al llegar asintió dulcemente, tendió las manos y tomó a su niño entre los brazos.

—No te preocupes, mamá te dará de comer.

La mayoría de las veces que Trunks lloraba era fácil adivinar que tenía hambre. Con dos saiyayíns en la casa, Bulma a veces se preguntaba cómo se las arreglaban para todavía tener dinero con toda la comida que ellos requerían. Su madre compraba comestibles cada dos días y siempre desaparecían muy rápido. Puesto que Vegeta tuvo poco más que hacer que alimentarse en el último par de días, la cocina se había quedado vacía.

Pensando en esos dos últimos días, no pudo evitar preguntarse, ¿qué le habría parecido a Vegeta el tiempo qué pasó con su hijo?

Antes de que accediera a cuidar de Trunks, apenas compartía tiempo con él. Obviamente, consultárselo no era la idea más sensata ni segura, aun así, no conseguía quitarse la curiosidad. Las cosas fueron bien, estaba bastante segura porque Trunks lucía sano y Vegeta nunca vino a buscarla.

A veces deseaba que Trunks hablara y le diera la primicia, lástima que no pudiera. Además de eso, era demasiado joven, sin duda nunca recordaría lo que pasó. Afortunadamente para Vegeta su secreto estaba a salvo. Bulma casi sentía como si quisiera darse de patadas por no pensar en poner algunas cámaras o algo así. Aunque si lo hubiera hecho y él lo descubría, ella ni siquiera podía imaginar la clase de rabia en la que lo vería entrar, pero habría valido la pena.

Con Trunks en sus brazos, pasó frente a la cámara de gravedad mientras se dirigía a la cocina. Adivinaba que Vegeta invertiría un par de días seguidos en ese lugar, ya que no fue capaz de entrenar por mucho tiempo. Ella lo comprendía y aunque no había ninguna amenaza actual, él no podía bajar la guardia, pero a veces se presionaba demasiado. El hombre vivía para su entrenamiento y nada más. Sin duda en algún momento ¡Vegeta explotaría! El pensamiento la hizo reír y lo escondió en el fondo de su mente.

No, no iba a idear un plan que hiciera que Vegeta se relajara. Se había dicho que las cosas iban a darse por sí mismas y él no era alguien con quien pasar el rato. Suspiró al entrar en la cocina. Debía tener cuidado o antes de que lo supiera, lo empujaría de nuevo. Bulma puso a Trunks en su silla alta, tomó su comida favorita de la nevera, la metió en el microondas y cogió una taza de café para ella. Todavía estaba cansada por el sobreagotamiento al que se había sometido, pero si quería regresar a un horario normal de sueño, tendría que resistir.

Cuando el microondas terminó, levantó el plato con una mano mientras sostenía su café con la otra. Puso la comida delante del pequeño, le entregó el tenedor y se sentó. Trunks dejó de llorar cuando comenzó a rellenar su rostro bajo el ojo vigilante de su madre.

Bulma decidió que tal vez, los dos habían pasado mucho tiempo en la casa últimamente y que un paseo por el parque sería lo apropiado. Necesitaba aire fresco y Trunks podía aprovecharlo. Un montón de cosas acababan de suceder que demandaron su tiempo y sentía como si su hijo hubiera sido descuidado solo un poquito.

La amaba y ella lo adoraba. Y también, en este momento, era su saiyayín favorito y prefería pasar el tiempo con él. ¿Quizás se sentía un tanto sola? Se encogió de hombros. Cuando estaba a punto de relajarse en su silla, oyó el timbre, eso la hizo arquear una ceja y se dirigió a la puerta. Una vez que la abrió, la persona que encontró no era alguien a quien esperara. Yamcha. Sus labios se separaron un poco, ella se quedó allí algo confundida.

Él le ofreció una pequeña sonrisa.

—Nunca me llamaste —declaró.

Bulma procesó las palabras en su mente y luego se avergonzó.

—Lo siento. —¡Lo había olvidado por completo! Tantas cosas ocurrieron y él fue lo último en su mente en ese momento—. Entra —dijo y se apartó del camino.

Por lo general, Yamcha se limitaría a que ella lo llamara, pero pasó bastante tiempo y se preguntó por qué no lo hacía. Suponía que estaba ocupada o peleando con Vegeta, aunque por la expresión de su rostro parecía estar absolutamente bien. Tomó su invitación a entrar, ingresó a la casa y la siguió hasta la cocina donde de inmediato vio a Trunks comiendo alegremente, con algo de salsa en las mejillas. Él sonrió un poco antes de sentarse al lado del niño. Era difícil creer que fuera de Vegeta y Yamcha lo consideraba una cosa muy buena.

—Entonces, ¿cómo estás? —indagó rompiendo el silencio.

Bulma asintió con la cabeza.

—Agotada, pero bien. ¿Y tú?

Él se encogió de hombros.

—Estoy bien.

Yamcha todavía amaba a Bulma, pero había renunciado a que volvieran a estar juntos.

Sin embargo, eso no significaba que no la quisiera en su vida, aunque fuera solo como amigos. Tenían una historia juntos y no quería olvidarse de todos los buenos momentos que compartieron en el pasado. Claro, podría resultar un poco difícil, en especial si consideraba el hecho de que Vegeta no lo soportaba, aun así, dudaba que Bulma dejaría que él le impidiera ver a quién quisiera. Además, a cualquier posibilidad, incluso la más pequeña que tuviera de mear sobre Vegeta, le daría la bienvenida.

—Me preguntaba si te gustaría hacer algo hoy, como amigos. —Se aseguró de añadir la parte de amigos, así Bulma estaría segura de sus intenciones.

Bulma pareció considerar su oferta durante unos segundos. Era una extraña coincidencia qué, hace solo unos instantes, hubiera pensado en que quería hacer algo y en cómo se estaba aburriendo atrapada en la casa casi todo el tiempo. Miró a Trunks y asintió. Yamcha y ella eran amigos, no existía ninguna razón por la que no pudiera salir con él. Aunque en el fondo una pequeña parte suya sentía que algo así no le agradaría a Vegeta... pero ellos no eran nada, él le dijo eso. Su mente estaba clara sobre Trunks, no sobre ella. Además, no tenía ninguna intención de volver otra vez con Yamcha, esto era simplemente una solicitud amistosa.

—Justo iba a llevar a Trunks a dar un paseo, ¿quieres venir? —le consultó mientras recogía el plato vacío frente a su hijo.

Yamcha le sonrió.

—Por supuesto.

En lo más profundo, Yamcha tenía la sensación de que a Vegeta no le gustaría la idea de que él estuviera dando vueltas alrededor de Bulma y de Trunks, pero por la forma en que ella se lo pidió, no parecía pensar que hubiera algo malo en eso. La miró mientras cargaba a Trunks y empezaba a alejarse.

—Vamos a cambiarnos y podremos ir —dijo por encima del hombro.

Decidió esperarla en la sala de estar; como se sentía muy nervioso, se sentó en el sofá y encendió el televisor. No entendía el porqué de tanto estrés, después de todo, era probable que Vegeta ya conociera qué estaba allí y no se daba a conocer. Bulma no dejaría que él le hiciera daño, no había nada de qué preocuparse. Sin embargo, no importaba lo que se dijera, su nivel de estrés se negaba a bajar, simplemente lo aceptó y esperó a que Bulma aparecería antes de Vegeta.

Para responder a sus oraciones, Bulma regresó después de unos minutos sosteniendo a Trunks entre sus brazos.

—¿Listo para irnos? —preguntó con una sonrisa en el rostro.

Yamcha asintió, se levantó del sofá y la siguió. No logró evitar echar un vistazo en dirección a la cámara de gravedad, su preocupación crecía. Esta no era la reacción que esperaba de Vegeta. ¿Acaso algo que él no sabía había ocurrido? Tal vez trataría de hablar con Bulma sobre Vegeta más tarde, aunque debía tener cuidado, conocía lo sensible que ella era sobre el tema y como no estaba al tanto de la naturaleza de su relación actual, no quería cometer un error.

Debía admitir que podía haber sido un idiota por perder a Bulma, pero Vegeta lo era más por no darse cuenta de lo que tenía y de lo que nunca perdería. Yamcha lo comprendió por la mirada en sus ojos cada vez que lo tenía cerca. Ella había decidido aferrarse, sin importar lo que pasara y nunca lo dejaría escapar de entre sus dedos. Suspiró deseando que fuera él quien la conservara.

Esperaba que Vegeta algún día entendiera que Bulma era lo mejor que jamás podría lograr.

Era la única dispuesta a mirar más allá de quién era y de lo que solía ser.

✺✺✺

Bulma se frotó el cuello con gentileza mientras sus párpados se sentían más y más pesados. En este momento sentada en el sofá beige, viendo distraídamente la televisión, no podía por más que lo intentara recordar lo que miraba. Yamcha, Trunks y ella dieron un largo paseo por la ciudad y acababan de regresar hacia solo dos horas. Cuando llegaron, Vegeta todavía estaba en la cámara de gravedad y según su madre, él había permanecido allí todo el tiempo. Luego almorzaron, Yamcha se quedó un rato más, después del cual se marchó.

Fue agradable tener a su viejo amigo de nuevo cuando no se hallaban en peligro inminente por los androides. No importaba lo que hubiera sucedido, Yamcha seguía siendo un buen chico y apreciaba su amistad. Sin embargo, en estos instantes, sentía que toda la caminata la dejó drenada de su energía y luchaba por permanecer despierta. Ya había puesto a Trunks en su habitación a dormir su siesta hacía media hora y se había quedado sin hacer nada, pero si iba a volver a un horario normal de sueño, necesitaba realizar algo para evitar quedarse dormida antes de acostarse.

De pronto, como si atendieran a sus rezos, oyó que la cámara de gravedad se apagaba. Vegeta pronto saldría y lo más probable era que estuviera muy hambriento. Podría ser agradable preparándole algo de comer. Quería hacerlo porque quizás él no se sentiría con el mejor estado de ánimo, aunque, evidentemente, no era asunto suyo con quien ella paseaba. Aún más, ¡no era cómo si lo hubiera hecho a sus espaldas o algo así! Bulma respiró hondo, se levantó y se dirigió a la cocina.

Vegeta nunca era paciente cuando se trataba de comida, así que decidió comenzar con algo rápido para mantenerlo ocupado en tanto cocinaba. Empezó a preparar unos bocadillos para él mientras esperaba a que entrara en la cocina. Como imaginó, unos minutos más tarde, Vegeta apareció y dio una ojeada en su dirección cuando puso un pie en el lugar. No lo miró, a pesar de eso notó que se había sentado a la mesa, lo que causó que un silencio incómodo llenara el lugar. A Vegeta posiblemente no le importaba, pero a ella sí.

Por otra parte, él no era alguien con quien charlar.

—He salido hoy —comenzó Bulma y coronó el primer lote de sándwiches con una salsa de mostaza y miel.

Como era de esperar, Vegeta no dijo nada.

—Fui a dar un paseo por el parque con Trunks y Yamcha.

¿Por qué se lo comentaba? Tal vez porque no quería que pensara que escondía algo. No le importaba si él sabía adónde iba o con quién. Era mejor sacarlo a relucir y decírselo, incluso si ya estaba al tanto de que Yamcha visitó la casa.

—Luego almorzamos —siguió, casi había terminado con los sándwiches.

Una vez más, él permaneció en silencio, Bulma comprendía que eso no significaba necesariamente que no le importara. Si ella pudiera sentir los kis, entonces sería capaz de juzgar mejor su reacción. Vegeta guardaba silencio sobre un montón de cosas y al mismo tiempo tenía una rabia hirviendo en su interior. Supuso que ahora podría ser una de esas situaciones. A Vegeta nunca le gustó Yamcha y sabía que no era del todo por la historia pasada que vivió con él. Desde el principio, el Príncipe de los Saiyayíns le había tomado aversión.

Bulma puso los bocadillos en un plato y caminó hacia Vegeta. Trató de echarle un vistazo a su rostro cuando dejó el plato, pero nada lo delató. Se quedó a su lado un poco más de lo necesario antes de volverse y regresar al mostrador.

Mientras buscaba una bolsa de arroz, Vegeta la distrajo, fue una sorpresa que hablara.

—No quiero a ese terrícola cerca de mi hijo.

Fue difícil para Bulma ocultar la sonrisa que apareció en sus labios. Así que ahora Trunks era “su” hijo, ¿verdad? Durante unos segundos permaneció en silencio y dejó la bolsa de arroz.

—Bueno, yo deseaba salir con Trunks y Yamcha se ofreció a acompañarnos. No necesito permiso para hacer algunas cosas, ¿verdad? —Ella estaba tratando de sonar lo más neutral posible, quería ver a dónde iba esto. Una pequeña voz en su cabeza intentaba recordarle que no lo empujara demasiado, pero no pudo evitarlo.

—La próxima vez, pídele a la mujer cabeza de chorlito que lo vigile.

En el instante en que Yamcha se acercó a la casa, Vegeta lo sintió y se tensó extremadamente. Había visto demasiado de él durante la pelea con los androides y lo último que quería era que apareciera sin ninguna razón. También sintió cuando Bulma y Trunks se habían ido con él y eso le desagradó aún más. Era una buena cosa que él tuviera su cámara de gravedad de vuelta y que no hubiera entrenado en un par de días. En realidad, era bueno para el terrícola. Toda su rabia se había transformado en un entrenamiento intensificado.

Conocía la historia de la mujer con ese idiota y Vegeta también era consciente de lo que Yamcha todavía sentía hacia Bulma. No era como si alguna vez hubiera sido sutil al respecto. Estaba bastante seguro de que cuando él se fue sin saber sobre el embarazo, Yamcha se había ofrecido a formar una familia con ella.

Tenía la sensación de que aún trataba de hacer eso, incluso con él alrededor. A Vegeta no le gustó Yamcha desde la primera vez que lo vio cuando recién vino a la Tierra. El bastardo era demasiado engreído para ser un humano débil.

Y ahora, se preguntaba si la mujer lo hacía a propósito.

Una vez más, Bulma empujó.

—Así que si Trunks no está en torno, está bienyo puedo estar cerca de Yamcha. —De repente sintió que los latidos de su corazón aumentaban mientras esperaba su respuesta.

Estaba segura de que sin importar lo que él dijera, ella terminaría haciendo lo que le pareciera bien, pero todavía ansiaba conocer qué respondería. Dijo antes que no sabía lo que quería. Eso no significaba que no se sintiera de cierta manera sobre su relación con Yamcha. Los segundos pasaron y no recibió una respuesta. Bulma estaba a punto de renunciar y concentrarse en el arroz en el momento que Vegeta habló.

—No lo quiero por aquí.

Fue entonces cuando sintió que su corazón saltaba un latido. No lo dijo directamente, sin embargo, ella entendió lo que significaba y una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Bulma decidió tomarlo como si Vegeta no quisiera que Yamcha estuviera alrededor de ella. Por supuesto, no podía importarle menos ese detalle porque vería a quien deseara, pero era agradable saber que estaba algo celoso. Cuanto más tiempo pasaba, más difícil era de descifrar. No le importaba, le gustaban los desafíos.

Puesto que era capaz de ser muy silencioso y ella le daba la espalda, no lo oyó venir en su dirección. Solo cuando percibió su presencia por detrás se dio cuenta de dónde él estaba y lo miró. De repente, la boca de Vegeta estuvo demasiado cerca de su oído y rápidamente Bulma descubrió que lo único que podía oír era el sonido de su corazón. Notó su cálido aliento contra su piel, lo que envió sacudidas de placer por toda su columna. Su última “interacción” fue demasiado reciente para que ella no se viera afectada por esto.

—Toma una ducha, mujer —susurró al fin.

Sus palabras la trajeron de vuelta del umbral del estupor, sacudió la cabeza y frunció el ceño desorientada.

—¿Una ducha? —repitió confundida.

Vegeta se alejó después de coger una manzana de la cesta de frutas.

—Hueles a él.

De inmediato supo que se refería a Yamcha, aunque no conseguía pensar en ningún olor en particular que pudiera tener que molestara a Vegeta.

—¿A qué te refieres con qué huelo a él? —preguntó ella mirando en su dirección, el azul se encontró con el negro por un breve instante.

Él le dio una mordida a la manzana.

—Hueles a mujeres y a ese horrible hedor que él usa.

Bulma supuso que hacía referencia a la colonia de Yamcha. Ella realmente no lograba oler nada, pero por otra parte, sus sentidos no eran nada comparados con los de Vegeta. Tenía que admitirlo, era interesante saber que no deseaba que oliera a Yamcha. ¿Por qué?, ¿era por qué podría calificarla como la mujer de Yamcha? Con Vegeta nunca nada era fácil. No quería que ella fuera suya y tampoco quería que fuera de nadie. Cualquier otra persona habría renunciado a él, pero ella era Bulma y era terca. Además, a veces sentía como si él se estuviera aproximando. Después de todo, el que compartiera sus sentimientos era un gran paso.

Lo empujó de nuevo.

—¿Por qué debería eliminar el aroma? —preguntó burlándose.

Vegeta tenía la sensación de que sabía lo que ella trataba de hacer. Aun así, su respuesta fue bastante simple.

—No quiero su olor en ti.

La audacia de sus palabras fue probablemente lo que la golpeó primero. No había esperado esa respuesta, en especial, no tan rápido. No se suponía que fueran nada el uno para el otro y, sin embargo, lo eran todo. Parecía extraño estar en dos posiciones tan opuestas, pero para ella tenía sentido.

Bulma sonrió y se acercó a él hasta que sus cuerpos casi se tocaron. Vegeta la miró a los ojos esperando a ver lo qué haría. Sin pensar en ello, Bulma presionó sus labios contra los de él y envió un escalofrío de placer a través de su cuerpo.

No fue un beso largo ni apasionado. Fue un beso corto e inesperado que ella necesitaba, porque había amado su respuesta.

Tan rápido como lo hizo, se apartó. Parecía que nada hubiera ocurrido porque cogió un tazón y comenzó a preparar el arroz. Vegeta permaneció unos segundos allí, luego caminó de regreso a la mesa con una pequeña sonrisa en el rostro, como si le hubiera divertido su acción. Bulma terminó de preparar la comida y se la entregó sonriendo. Había quizás muchas razones por las que actuó así, la más simple era porque se sentía capaz de hacerlo.

Estaban atascados en el medio. Él podía asolarla en el mostrador tan fácilmente como podía deslizarse de entre los dedos de ella. Se había dicho que dejaría que las cosas sucedieran, que dejaría que Vegeta solucionara sus sentimientos y todo lo demás, pero la verdad era que no estaba en su naturaleza. Bulma no fue hecha para sentarse y ver que las cosas pasaran. Incluso cuando su vida estuvo en peligro, había luchado primero y nunca se arrepintió. No tenía la intención de dejar que Vegeta se alejara de ella.

No lo obligaría a amarla, aun así, lo haría estar a su alrededor. No podías argumentar con Vegeta y decirle que tiene sentimientos, simplemente no era ese tipo de persona. La única manera de probar su punto era mostrárselo. Eso era justo lo que Bulma iba a hacer: le demostraría que él se preocupaba mucho más por ella de lo que creía. No sería fácil y podría quemarse, pero había estado jugando con fuego desde el principio.

Bulma lo miró, la sonrisa todavía seguía presente en su rostro.

Era el momento de averiguar quién jugaba mejor, ella o Vegeta.