Dragon Ball/Z/GT Fan Fiction ❯ Amor difícil ❯ Un día en la playa ( Chapter 11 )

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Descargo de responsabilidad de Maddie-san: No soy dueña de DBZ.

 

Amor difícil

 Capítulo once

Un día en la playa

 

 

Una hora todos los días.

Ese fue el tiempo de entrenamiento que Vegeta implantó para Trunks. A Bulma no se le permitía entrar y no importaba que la mortificara, ella permaneció fuera de sus asuntos. Por supuesto, unas cuantas veces trató de robar un vistazo, pero cada vez, él la pillaba bastante antes de acercarse a la cámara de gravedad. Era como si lo supiera; bueno, ya que podía sentir su ki, técnicamente era así. Bulma todavía no veía ninguna diferencia en Trunks, aunque una semana de entrenamiento apenas era suficiente para transformar a alguien. Sin embargo, examinaba con meticulosidad su comportamiento todos los días por si había cambiado.

Aún le gustaba que lo alimentara y lo cargara, Bulma asumió que Vegeta odiaba eso. Sabía que podía evitarlo dejándolo caminar por su cuenta y no lo hacía, porque no era capaz de acabar de romper ese lazo entre ella y su hijo. Además, era divertido ver el rostro irritado de Vegeta cada vez que mimaba a Trunks; el hombre se cabreaba con facilidad y le urgía aprender a relajarse. A veces, se preguntaba cómo sería que Vegeta se tomara unas vacaciones, pero no quería imaginar a la pobre gente del balneario a la que él torturaría.

El día de hoy, Bulma tenía otros planes para enojarlo. Milk, que todavía estaba un tanto deprimida, la había llamado; deseaba consultarle si quería hacer algo. Al ver el estado de ánimo de su amiga, decidió que necesitaba mucho sol. Por supuesto, el mejor lugar para conseguirlo era la playa y ahora ella, Trunks, Gohan y Milk irían allí para disfrutar del astro brillante y de la arena caliente. Ni siquiera podía recordar la última vez que hizo eso y sabía que ya era hora de un poco de relax.

Tarareando muy feliz para sí misma, preparaba el equipaje mientras Trunks descansaba en su cuna, que además debía sacar de su habitación a pesar de que no lo consideraba apremiante. Solo se había sentido mejor por un par de días y, aun así, no existía una razón para hacer el esfuerzo extra. Además, le encantaba tenerlo con ella.

Concedido que le gustaría tener a otro saiyayín residiendo en su dormitorio, pero uno era mejor que ninguno. No era como si Vegeta y ella alguna vez fueran a compartir una habitación, es decir, nunca sería capaz de soportar que la alarma se disparara a las cuatro de la madrugada todos los días.

Una sonrisa apareció en su rostro cuando acabó: estaban el protector solar, los sombreros, las toallas, los vasos, el agua y un montón de juguetes; esta sería la primera vez de Trunk en la playa y deseaba que su pequeño niño se divirtiera. Ahora que había terminado de encargarse de las cosas, era su turno de prepararse. Bulma ni siquiera conseguía recordar la última vez que llevó un traje de baño. Debía admitirlo, estaba un poquito estresada porque, a fin de cuentas, tenía un hijo y no era tan joven. No es que dudara de sus curvas, su encanto o su cuerpo, pero había pasado mucho tiempo y no era exactamente como si contara con un hombre para decirle que se veía bien.

No es que ella necesitara oírlo.

Bulma suspiró cuando abrió su primer cajón y comenzó a rebuscar, quería algo atractivo y agradable que no dijera que gritaba por atención. Después de todo, ya tenía un hombre y no estaba en busca de otro, simplemente le gustaba verse bien. Se decidió por un bikini rojo; muy contenta, se desvistió y se lo colocó. Una vez que terminó con eso, se puso un short y obvió la blusa, en su lugar, se acomodó una toalla amarilla alrededor del cuello.

Lentamente, se dirigió hacia la cuna y le sonrió a su hijo.

—¿Cómo se ve mamá? —le consultó dando una vuelta.

Trunks le devolvió la sonrisa.

—¡Mama! —dijo extendiendo los brazos en dirección a ella.

Bulma cargó a Trunks y luego agarró su bolso; estaba vestida y lista para irse. Suponía que, a estas alturas, su madre ya debió terminar con la merienda que había preparado para ellos y la estaría esperando junto a la puerta. Bunny se sintió tan emocionada cuando oyó la palabra playa que se apresuró a preparar un montón de aperitivos. A medida que Bulma se dirigía al vestíbulo con la cabeza de Trunks apoyada contra su pecho, oyó pasos que se aproximaban y estaba segura que solo podía ser una persona, a juzgar por lo enojados que eran.

Bastante rápido, Vegeta apareció y ella mantuvo el rostro serio mientras seguía rumbo a su destino. Al principio, él no le prestó mucha atención, al menos no hasta que se dio cuenta de lo que lucía. En ese momento se detuvo en seco y la inspeccionó. ¿Qué demonios llevaba puesto? ¡Y así caminaba por el pasillo! Sus ojos se ampliaron un poco más de lo usual cuando le cerró el paso. Bulma sostuvo una sonrisa algo pícara al notar su reacción. De alguna manera, tenía la corazonada de que iba a ser hilarante.

—Mujer, ¿qué estás haciendo? —preguntó con los brazos cruzados frente a su pecho.

Bulma actuó completamente inocente.

—¿Qué quieres decir?

Él separó los brazos.

—¿Por qué llevas eso? —continuó señalando la parte superior de su bikini.

Ella sonrió.

—Esto se llama un traje de baño, Vegeta, la gente lo usa para ir a la playa, ya sabes, ese lugar donde una se acuesta en la arena y nada en el océano.

Esto era demasiado fácil. Aun así, estaba un poco sorprendida; casi había esperado que no dijera nada.

Él frunció el ceño.

—¿Quién?

Esta vez estaba confundida.

—¿Quién, qué?

—¿Con quién vas? —aclaró, su tono todavía era grosero.

No le importaba que ella se vistiera así en una playa donde todos la verían, pero, por la forma en que había actuado antes, pensó que tenía más respeto por sí misma que eso. Solo esperaba por el bien del débil que no fuera quien la arrastraba allí o personalmente se haría cargo de él; no por lo que ella llevaba puesto, lo que evidentemente mostraba demasiado, simplemente lo haría porque él no le agradaba. Tal vez debería darle una advertencia más clara para que se aleje de la mujer; al parecer, aún no captaba el mensaje.

Bulma no lo podía creer, ¿Vegeta estaba celoso? Esto era bueno.

—Con Milk y Gohan —respondió con sinceridad. Sin embargo, habría sido divertido ver su reacción si ella hubiera dicho Yamcha.

¿La mujer de Kakaroto iba también? ¿Vestida “así”? Vegeta fulminó con la mirada a Bulma un poco más antes de que sus ojos viajaran a Trunks, quien se aferraba a los tirantes del bikini de Bulma jalando peligrosamente de ellos. Aunque lo que más llamó su atención fue cómo la mujer lo seguía mimando. Había intentado decírselo unas cuantas veces, pero ella insistía en ser obstinada y continuaba cargándolo por todos lados. Vegeta se había asegurado de que Trunks practicara su caminata cuando pasaba su hora con él. El niño estaba bien y su velocidad aumentaba.

—¿Puedo irme ahora? —solicitó Bulma mientras ponía una mano sobre su cadera.

—Haz lo que quieras —contestó Vegeta y se alejó de ellos.

Si deseaba exhibirse así, era su problema. No podía importarle menos. Se dio la vuelta un poco y observó fijamente como su short ascendía demasiado cuando ella se alejaba. Mujer estúpida, seres humanos estúpidos con sus estúpidos trajes de baño. Siendo francos, ¿cuál era la diferencia entre eso y su ropa interior habitual? Parecían idénticos y con todo, ella no salía con su ropa interior ni quería ser vista en ella. La cubrían igual, únicamente el nombre cambiaba. Que idiotez.

Bulma tenía una sonrisa en su rostro cuando tomó la merienda y caminó hacia el exterior. El día acababa de comenzar y solo se ponía mejor. Feliz, se dirigió a su auto e instaló a Trunks en su asiento infantil. Era hora de olvidar cualquier pequeño problema, incluyendo su enfermedad reciente.

Hoy todo versaba sobre la diversión y el bronceado.

✺✺✺

Como Gokú no se encontraba allí para conducir, recogió a Milk y se dirigieron a la playa. Su amiga llevaba puesto un traje de baño de una sola pieza y se vistió por completo, Bulma pensó que era porque trataba de cubrir su creciente vientre. Todavía recordaba lo insegura que se había sentido cuando estaba embarazada de Trunks; sin un hombre que te asegure que te ves maravillosa y que él aún te ama, era muy difícil. Y en el caso de Milk lo era más porque Gokú decidió permanecer muerto.

Pero hoy no se trataba de estar deprimido, sino de levantar los ánimos. Habían hallado un buen lugar en la playa y ahora, ambas cubrían a sus hijos con protector solar. Ser mitad saiyayín no era excusa para no proteger su piel. Bulma puso un sombrero blanco encima de la cabeza de Trunks y lo sentó en una toalla donde colocó todos sus juguetes. Gohan corrió a toda prisa hacia el agua mientras que Milk permanecía acostada bajo una gran sombrilla para protegerse del sol. Bulma, por su parte, pensó que estaba pálida y pretendía cambiar eso. Apenas se puso protector solar y se aseguró de que el sol cayera plenamente sobre ella.

Se acostó de espaldas, con la cabeza junto a Trunks para poder verlo sin dificultad.

Luego surgió la conversación.

—¿Cómo lo estás sobrellevando? —preguntó Bulma preocupada.

Milk suspiró al mirar hacia el mar.

—Es duro —admitió, sonaba derrotada—, Gohan ha sido lindo ayudándome y hace su tarea también, pero sin Gokú...

No necesitaba terminar la frase; Bulma ya conocía lo que vendría después. Aunque Vegeta y ella nunca habían sido una pareja oficial, todavía experimentaba la ausencia de su presencia en su vida. Podía comprender en algo lo que Milk estaba pasando.

—Ya sabes, Milk, si alguna vez necesitas ayuda...

Milk era demasiado orgullosa para eso y ambas lo sabían. No iba a aceptar el dinero de nadie. Pero, aun así, apreciaba la ayuda que Bulma le ofrecía.

—No te preocupes, nos las arreglaremos —dijo volviendo a mirar hacia el mar.

Bulma asintió, a pesar de que estaba segura de que Milk no podía verlo. Sabía que ella rechazaría la ayuda también, su orgullo se interponía, no obstante, el apoyo de sus amigos siempre debía ser agradable. En ese punto, pensó que sería prudente cambiar de tema por más que solo fuera para despejar la mente de Milk, después de todo, ese era el objetivo del día de relax. Olvidarían los problemas; sin embargo, Bulma no estaba convencida si sus vicisitudes actuales podían compararse con las de su amiga. Lo único de lo que tenía que preocuparse era de intentar que Vegeta se abriera. Si bien, al ritmo al que iba, podría tomar un par de años.

—Milk, ¿cuándo dejaste qué Gokú entrenara a Gohan?

La pregunta pareció sorprenderla por un segundo, luego sonrió.

—Nunca quise que luchara, pero ellos no me dieron otra elección, fue Píccolo quien lo entrenó a los cinco años.

Ahora que Milk miraba el pasado, le daba la sensación de que fue en un tiempo de vida lejano cuando su esposo aprendió por primera vez sobre sus orígenes; en cambio, podía recordar el primer ataque de los saiyayíns como si fuera ayer, quizás porque había sido la primera vez que su pequeño fue arrancado de ella. Resultó tan difícil dejarlo ir y verlo alejarse. A pesar de que Milk sabía que era sobreprotectora con su hijo, en su opinión, él fue demasiado joven para someterse a un entrenamiento tan intenso. De repente sintió curiosidad sobre el porqué Bulma le había preguntado eso. Rápidamente encontró una respuesta a su pregunta.

—¿Vegeta quiere entrenar a Trunks? —le consultó con una pequeña sonrisa en el rostro.

Bulma suspiró.

—Ya lo ha hecho.

Antes de que Milk pudiera comentar algo, Bulma continuó.

—Y yo estuve “de acuerdo” —declaró como si fuera completamente increíble—. No podía responder que no, era como si por primera vez me estuviera diciendo «es mi hijo»; quería hacerlo, no por obligación sino porque lo deseaba. —Ella sonrió—. Por supuesto, no lo dijo así, pero entendí lo que quiso decir.

La última vez que Milk vio a Bulma y a Vegeta juntos, las cosas parecían ir bastante bien entre los dos y por más que no conociera mucho a Vegeta, podía notar que no era fácil.

—¿Qué hay de ti?, ¿de ti y de Vegeta?

Milk se había casado con su primer novio. Si bien era cierto que a menudo compartía las opiniones de ella, nunca le diría a otra persona cómo vivir su vida y en el caso de Bulma, no lo haría. Hasta cierto punto, se quedaba preguntando si todo lo que Vegeta y ella tendrían sería un hijo y sexo ocasional, sin ni siquiera estar en una relación. No era que pensara que estaba mal, aun así, de alguna manera lo era. Milk llevaba conociendo a Bulma por un tiempo y tenía el convencimiento de que merecía algo mejor que permanecer en modo de espera.

Bulma se sintió un poco triste por la pregunta. ¿No era algo qué se había preguntado muchas veces? Era verdad que deseaba profundamente algo más entre ella y Vegeta, pero, de alguna manera, no estaba disgustada con su situación actual. No era perfecto, aunque, por otro lado, nada lo era. Para que alguien como Vegeta llegara tan lejos, Bulma lo veía casi como un milagro. Eso hacía que cada pequeño paso que daban pareciera más sorprendente a sus ojos. Vegeta y ella eran solo... ellos mismos y era suficiente. Por ahora.

—Estamos trabajando en nuestra relación —respondió Bulma finalmente con una sonrisa en los labios.

Trabajando en nuestra relación era una forma interesante de decirlo. Ella básicamente estaba conspirando a sus espaldas para obligarlo a revelar su corazón.

Pero eso era un simple detalle.

✺✺✺

Mujer estúpida.

Vegeta estaba sentado junto a la mesa de la cocina tratando de disfrutar de su comida, sin embargo, cada vez que tomaba un bocado, pensamientos sobre Bulma asaltaban su mente. ¿Cómo se atrevió a salir de la casa vistiendo un atuendo tan escaso? ¿No tenía vergüenza de mostrarse así ante todos? Al menos pudo haberse puesto una blusa para cubrirse un poco. En seguida dejó caer el tenedor sobre la mesa y luego un gran suspiro escapó de sus labios. Vegeta no entendía muy bien el porqué no le gustaba esto, especialmente debido a que ni siquiera lograba concentrarse en comer. Estúpida mujer idiota.

—Oh, estás triste, ¿qué pasa, Vegeta?

Sintió que su paciencia estallaba cuando Bunny se sentó a su lado y le dio unas palmaditas en el brazo como si intentara traerle consuelo. Tenía esa usual sonrisa bobalicona en su rostro y los ojos cerrados. Trató de no mirarla porque eso solo lo enojaría más, pero ella estaba haciendo la tarea difícil, ya que la sentía allí, esperando a que responda la pregunta tonta como si fuera asunto suyo. No había nada de malo con él y si lo hubiera, de seguro no se lo contaría.

Al igual que siempre, Bunny no pareció notar su mal humor.

—¿Es porque Bulma se fue sin ti? —Él apretó los puños y no respondió—. Estoy segura de que no le importará si te unes a ella. —El pobre muchacho se había quedado atrás. Bunny estaba convencida de que su hija no lo hizo propósito. Tal vez no sabía que Vegeta disfrutaría de ir a la playa.

Por primera vez, Vegeta se encontró pensando en su oferta. ¿Estaba loco? ¿Por qué iría a reunirse con la mujer? Era agradable que se hallara fuera de la casa, ella y el mocoso. Aunque diablos, la imagen de esa cosa llamada bikini se negaba a abandonar su mente. Apretó los puños con más fuerza y apartó su plato. La mujer no debería haber ido allí si él tenía problemas con eso, ¿verdad? No lo veía muy claro, solo quería que hiciera lo que él deseaba; pero por supuesto, cuanto más se oponía a algo, más ella lo disfrutaba.

Condenada mujer.

—¿Dónde queda la playa? —indagó finalmente.

Su pregunta hizo a Bunny irradiar felicidad.

—Queda justo a la salida de la ciudad, en el lado sur. —Ella sabía que Vegeta no podía permanecer molesto por tanto tiempo, ¡su corazón era demasiado blando para eso!

Vegeta gruñó antes de levantarse de la silla y se dirigió a la puerta. Fue entonces cuando Bunny un poco sorprendida lo detuvo.

—¿Vas a irte así? —le preguntó ella confundida.

Él la miró y no respondió. ¿Irte así? Llevaba ropa y mucha más de lo que Bulma había estado usando, así que, ¿qué demonios estaba mal? A pesar de todo, se permitió tomarla en cuenta; él se volvió y cruzó los brazos: más le valía que tuviera una buena razón para retenerlo.

Bunny se levantó y negó con la cabeza. El pobre muchacho iba tan apresurado que se había olvidado de su traje de baño, ¡qué bueno que estaba allí para recordárselo!

—¡Necesitas ponerte un traje de baño y llevarte una toalla! —Él parpadeó y permaneció en silencio, lo que hizo sonreír a Bunny todavía más—. ¡Pobre!, encontraré algunas cosas para ti, dame un minuto.

Sorprendentemente, Vegeta esperó permaneciendo en la misma posición; aun así, no se sentía seguro del porqué lo hacía. No tenía la intención de quedarse, en especial, ya que la arpía de Kakaroto estaba en la playa. En realidad, ni siquiera entendía por qué iba y al mismo tiempo, sabía que si no lo hacía eso lo molestaría de manera constante. Esperó a que la madre de la mujer volviera trayendo lo que había ido a buscar. Con cada segundo que pasaba, su paciencia se diluía y pensó en irse de todos modos. Sin embargo, se quedó. ¿Qué le pasaba?

Al fin, Bunny llegó sosteniendo una toalla azul oscura en una mano y lo que parecía ser un short negro en la otra.

—Esto debe ser de tu talla —afirmó entregándole el short—. Tienes que ponértelo antes de irte.

Él gruñó y lentamente se dirigió al baño más cercano. Una vez dentro, a prisa se cambió por lo que le había dado y descubrió que era más suelto que el short que estaba acostumbrado a usar. La tela también era diferente, más no podía ver el propósito de todo esto. Tan pronto como salió, Bunny apareció frente a él con una gran sonrisa en el rostro. Sin su permiso, le colocó una toalla alrededor del cuello y lo cogió de los brazos. Él se puso rígido bajo el tacto y ella no pareció darse cuenta.

—Ya estás listo para partir.

Tan rápido y lo mejor que le fue posible, Vegeta escapó de Bunny. Había enfrentado una enorme cantidad de males en el espacio y durante toda su vida, y ninguno le producía un escalofrío por la columna vertebral como ella lo hacía.

✺✺✺

Un agradable baño de sol.

Bulma sentía los ojos extremadamente pesados mientras yacía tumbada boca abajo con el rostro frente a Trunks. Él intentaba construir algo en la arena rodeado de sus juguetes, pero falló. A pesar de haberse molestado varias veces, todavía no se había rendido. Como el sol se volvió agresivo, ella le acomodó su sombrero y le añadió un poco de protector solar por si acaso. Ahora, en lo único en que se enfocaba era en permanecer despierta. El cálido sol y el sonido de las olas colisionando contra la arena fueron suficiente para adormilarla.

Por lo que parecía, Milk estaba en el mismo estado que ella, la única diferente era que Gohan era lo suficientemente mayor para cuidar de sí mismo, así que si Milk se dormía, no había nada de qué preocuparse. Bulma sabía que su hijo tenía más que suficiente fuerza para defenderse, pero no se confiaba. Era un niño pequeño y necesitaba su atención y vigilancia, así pues, continuó luchando por permanecer despierta. Era por eso y para asegurarse de que Trunks no jalara el brasier de su bikini otra vez. Puesto que Bulma no quería broncearse con la marca de las tiras, cuando se puso boca abajo lo desató.

Por desgracia para ella, Trunks había decidido hoy que la mejor manera de llamar la atención de su madre era tirar del brasier, lo que casi reveló todo. Afortunadamente, fue capaz de cubrirse justo a tiempo. Por supuesto, luego enrojeció cerca de siete diferentes tonos de rojo mientras oía a Milk retener una risa. Ahora, Bulma estaba siendo cauta y escondió cualquier parte a la que Trunks pudiera acceder. Además, se había asegurado de que la toalla la protegiera en caso que volviera a ocurrir el percance.

De pronto, Bulma sintió que una sombra la cubría y no pudo evitar fruncir el ceño. Sujetando el brasier del bikini a tientas, ya que no estaba entrelazado, se dio la vuelta un poco, solo para ser agraciada con una vista inesperada. Tuvo que parpadear un par de veces para asegurarse de que veía bien porque se negaba a creerlo. Desafortunadamente para ella, Trunks confirmó sus pensamientos muy pronto.

—¡Dada!

Ella se murió de vergüenza.

Sus labios se separaron ligeramente mientras pensaba qué decir. De hecho, en primer lugar, se preguntó qué estaba haciendo allí. Ella recordaba con claridad que él comentó que no le importaba lo que hiciera. Aunque sus ojos se habían ampliado al verla, no podía ser la razón por la que vino. ¿Y qué demonios llevaba puesto? ¿Era un traje de baño? ¿Tenía una toalla alrededor del cuello?

—¿Qué estás haciendo aquí? —dijo con el tono más normal que pudo.

Lo primero que Vegeta notó fue su espalda desnuda. Su espalda completamente desnuda. Había sido difícil distraerse de eso, en especial, ya que tantos pensamientos conflictivos llenaban su mente. Sintió que su enojo crecía, se acercó aún más a ella y solo se detuvo antes de que casi pisara la “creación” de su hijo. Vegeta no se detuvo porque hubiera prestado atención, sino porque percibió una leve elevación en el aura de Trunks. Teniendo en cuenta su estado actual, no le habría importado, pero aun así detuvo sus movimientos.

En vez de responder a su pregunta, levantó la cabeza y revisó su entorno. Muchas mujeres vestían como Bulma y, sin embargo, nadie tenía problemas con eso. A los humanos les gustaba exhibirse y los hombres dejaban que sus mujeres lo hicieran, no se avergonzaban si otros hombres las veían. Gentuza. Se burló y empezó a avanzar un poco más lejos de Bulma y Trunks. Vegeta no miró hacia Milk; ya estaba viendo a demasiados extraños y honestamente, no deseaba ver a la arpía de Kakaroto usando esa ropa, sería una imagen mental demasiado mala.

Bulma lo observó alejarse y tender su toalla en la arena. Luego, actuando de la manera más natural, se sentó y miró fijamente hacia la playa como si perteneciera allí. Era cierto que él se permitió venir, pero comportarse de manera humana no era algo que le agradara o que fuera bueno en opinión de ella. Vegeta se destacaba entre la multitud sin importar dónde estuviera. ¿Cómo podía intentar mezclarse así? No era típico de él. O tal vez a ella no le gustaba porque a pesar de lo que creía sobre los humanos, lograba hacerlo fácilmente cuando nunca antes lo intentó.

Vegeta advirtió sus ojos en él y eligió ignorarla. Ahora bien, había mucha gente a su alrededor que no lo ignoraba. Él no se concentraba en nadie así que no se percató, en cambio, Bulma las vio. Todas esas víboras, esas mujeres moviéndose disimuladamente para tener una mejor vista de él. Por supuesto que era guapo y su cuerpo, increíble, ¡el hombre entrenaba todos los días por Kamisama! Era evidente que esas hormonales bellezas apenas podían mantener los ojos fuera de sus músculos. Como si jamás hubieran visto a un hombre sin camisa. Putas.

Él sintió que el ki de Bulma estallaba y no pudo evitar volver la cabeza un tanto. ¿Qué demonios la había cabreado? Tan pronto como sus ojos estuvieron sobre ella, la vio resoplar y volver la vista hacia otro lado, como si se hubiera puesto aún más enojada.

Bulma, obviamente más y más frustrada, se esforzó por anudar el brasier de su bikini y se preguntó cómo Vegeta podía ser tan ajeno a todas las mujeres que lo rodeaban. No había manera de que no notara que ellas se lo comían con los ojos. En ese instante, se dio cuenta de algo: Vegeta no era Yamcha.

Si hubiera sido su exnovio, ya estaría hablando con esas chicas. Pero Vegeta era diferente. Mientras observaba su comportamiento, ahora que su ira había desaparecido, pudo ver que a pesar de estar rodeado por un grupo de mujeres que estaban medio desnudas, no le importaba. Ni siquiera miraba en su dirección. Ella tenía mucha confianza en sí misma y a pesar de eso, aunque fuera difícil, debía admitir que algunas eran jóvenes y bonitas. Sin embargo, Bulma era la única mujer a la que Vegeta siquiera veía.

Parecía insensible y a veces, la mayoría de las veces, podía actuar como un idiota; entonces, de repente, surgían momentos como este que hacía que todo valiera la pena. Ella estaba segura de que no tenía ni idea de su acción, que no la realizaba a propósito; eso era lo que lo hacía aún más asombroso. Desconocido para él, ofreció el gesto más amable de todos los tiempos y kamisama, lo amó por ello. Sin saber cómo reaccionar, porque su corazón latía con fuerza, se levantó después de asegurarse de que el brasier de su bikini estuviera en el lugar correcto y caminó en su línea.

Vegeta la sintió acercarse y, tranquilamente, volvió la cabeza hacia ella. Lo hizo justo a tiempo para estar frente a frente con sus largas y desnudas piernas. Antes de que pudiera abrir la boca para decir algo, Bulma se arrodilló a su lado y luego, ella llevó a cabo algo que no esperaba y no lo entendió: presionó sus húmedos labios contra su mejilla. Él se tensó ante el contacto, le llevó unos segundos comprender lo que hacía. Cuando se percató, se apartó con el ceño fruncido en el rostro.

—¿Qué crees que estás haciendo, mujer? —preguntó y se secó la mejilla.

Ella se encogió de hombros.

—Te doy las gracias —contestó, después se apoyó contra su costado y descansó la cabeza en su hombro.

Vegeta lucía más que incómodo con el contacto, especialmente por estar en público, pero Bulma se negó a moverse. Al parecer, a alguien le gustaba la sensación de estar juntos y ese era Trunks. Tan pronto como vio a sus padres reunidos, decidió unirse. En seguida se dirigió hacia ellos y ni siquiera se tambaleó una vez, probablemente gracias a su padre y solo se detuvo cuando estuvo delante de ellos. Bulma abrió los brazos, se hallaba dispuesta a darle la bienvenida, pero su hijo tenía otro plan en mente.

Trunks se sentó junto a su padre y adoptó la misma postura que él, sus ojos azules nunca lo dejaron. Bulma no pudo ver la reacción de Vegeta, aun así, sonrió.

Por lo visto, él era más tierno de lo que aparentaba.

Aunque el ambiente parecía un poco incómodo, sobre todo con Milk y Vegeta tan cerca, a Bulma no le importó. Claro, arruinó el día madre-hijo y el tiempo de relax que habían planeado y con todo, de alguna manera, le gustaba esto mucho más. Era un poco injusto para Milk que no tenía a Goku; con suerte, no se entristecería. Bulma se permitió olvidarse de sus pensamientos melancólicos y disfrutó del momento. Vegeta seguro como el infierno no le permitiría descansar así sobre él otra vez, especialmente con gente observando. Este tipo de cosas solo se daban una vez en la vida.

Él nunca la dejaba estar tan cerca, ¿cómo ella pudo llenarse de audacia y atreverse a hacerlo? Vegeta cruzó los brazos delante de su pecho y observó como Trunks hacía lo mismo. Se sintió un poco orgulloso al saber que a pesar de que su hijo no tenía los rasgos físicos de un saiyayín, al menos podía actuar como uno. Prefería que el niño lo imitara a que siguiera el ejemplo de la mujer. Él se relajó algo mientras se alejaba un poco de Bulma y sus ojos comenzaron a vagar por la playa.

Evidentemente este era un lugar al que muchas familias decidían venir, apenas podía ver el porqué. Esta playa era repugnante considerando la falta de inhibición de todos. Y fue una vez que Vegeta observó su entorno, que se percató de que muchas de las mujeres llevaban peores trajes que Bulma. Casi estarían mejor desnudas. De pronto, una de ellas se atrevió a mirarlo y le guiño un ojo. La ira de Vegeta despertó y cuando estaba a punto de levantarse, sintió las manos de Bulma en su brazo. Él la miró, parecía confundida.

Ella había sentido rápidamente su cambio de humor y la mirada en su rostro, y fue capaz de decir que estaba enfadado. Si bien, esa furia no parecía estar dirigida en su dirección. Bulma se atrevió a echar un vistazo alrededor para ver si podía determinar lo que lo frustró, más no notó nada fuera de lo común. Fue entonces cuando decidió seguir su línea de visión.

De inmediato, Bulma la vio. Era una despampanante rubia tonta que tenía los senos casi derramándose fuera de su bikini amarillo brillante. Sin duda, había visto fácilmente a Vegeta, que era dueño del mejor cuerpo en la playa de lejos.

Podría haberse enojado, pero en su lugar, le hacía gracia. La reacción de Vegeta no pertenecía al rango de lo normal y era adorable. Nunca se había molestado o alterado tanto cuando ella trató de coquetearle. La pobre niña no dijo nada aún y parecía que él estaba dispuesto a mandarla al otro mundo. En verdad la hacía sentirse muy bien consigo misma y no pudo evitar que algo cálido la llenara por dentro. De alguna manera, Vegeta había decidido que ella valía la pena y eso la hacía sentirse especial.

Sin embargo, tuvo que calmarlo.

—No te preocupes, Vegeta, es común en la playa, le sucede a todo el mundo.

Cuanto más tiempo pasaba con otros humanos, más se daba cuenta de que eran una raza estúpida, débil y desorganizada. No tenían disciplina, eran muy impredecibles y no poseían ningún tipo de apego a nada. Iban de una cosa a la otra sin ninguna consideración. Carecían de concentración y de fuerza. Lentamente, se volvió a sentar y sus ojos se dirigieron hacia Bulma.

—Los humanos son tan...

Ella lo detuvo.

—Lo sé, chico enojón. —Luego volvió a mirar a la joven—. Aun así, debería darle una patada en el trasero.

En ese momento, él no pudo detenerse, Vegeta sonrió ligeramente ante el comentario. Nunca había visto a Bulma celosa antes y el fuego en sus ojos era interesante. Y una vez más, encontró un pequeño parecido entre ella y una mujer saiyayín. No es que alguna vez admitiera esa descripción, por supuesto. Después puso los ojos en la rubia que seguía mirándolo y frunció el ceño. Era repulsiva y no veía belleza en ella ni en su piel naranja. Pero como la evaluaba, podía sentir los ojos de Bulma en la chica y su sonrisa se hizo más amplia.

—No tendrías posibilidades de ganarle, mujer —dijo sin mirarla. Si lo hubiera hecho, ella podría haber notado que se veía divertido.

Bulma le ofreció una risa de desafío mientras se alejaba de él. ¿Estaba hablando en serio o Vegeta bromeaba? Decidió jugar.

—Esas uñas postizas no pueden hacer nada.

Él no respondió y ella no lo necesitaba, porque se sentía bien. De alguna manera había compartido su primera broma con Vegeta, ¿quién creería que podía ser juguetón? No era un lado que compartiera con frecuencia y le gustaba. Lo guardaría para sí misma, Kamisama sabía que él la mataría si se lo decía a alguien. Aunque ya conocía lo suficiente sobre Vegeta como para chantajearlo, no es que lo fuera a hacer, pero su reacción sería bastante graciosa. Ella tenía el convencimiento de que nunca le haría daño. Bulma estaba a salvo y se sentía segura con él.

—Es mejor que haya comida —le advirtió Vegeta mirando a su alrededor. Sonaba como si se fuera a marchar si no se la daban; pero todavía no había ninguna explicación del porqué apareció en la playa en primer lugar.

Bulma apenas si se encogió de hombros, que Vegeta estuviera allí era suficiente.

—Quizás —respondió alejándose un poquito más.

Los ojos de él se entrecerraron.

—¿La arpía tiene que quedarse aquí?

Bulma puso los ojos en blanco.

—¿Y tú lo harás?

De alguna manera, la pregunta tomó otro nivel del que ella originalmente le dio. Un silencio se instaló entre los dos, porque él no respondió de inmediato. Era como si estuviera pensando cuidadosamente en su respuesta y por un segundo, el corazón de Bulma dejó de latir. Ella contuvo la respiración y giró la cabeza para mirarlo.

—Eso parece.